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capitan, que dejase aquellos navíos y volviese la ropa á los mercaderes, pues los habia hallado en su puerto: diciendo que tambien lo debia hacer por su respeto y honor, hallándose él presente. A esto respondió Francés de Perellós, que aquellos eran enemigos del rey su señor, y los podia tomar de buena guerra : y que si el rey de Castilla se ensañaba mucho dello, él habia de dar cuenta al rey de Aragon su señor, y no á otro ninguno; y viendo el rey su descortesía, tornó á enviar con aquel caballero á requerirle que los dejase, diciendo que si no lo hacia, mandaria prender cuantos mercaderes catalanes habia en Sevilla, y que fuesen ocupados sus bienes y no lo quiso hacer y tomó las mercaderías que entendió que podia llevar en las galeras, y lo demás se lanzó en la mar á vista del rey, muy cerca de donde estaba: y pasó mas adelante de Cádiz por el rio de Guadalquivir arriba bien cuatro leguas, robando lo que halló, y de allí prosiguió su viaje : y llegando á la costa de Galicia hizo tambien daño en algunos puertos. Tuvo deste desacato é injuria el rey de Castilla como era razon, gran sentimiento y creyendo que aquel capitan lo hubiese hecho con órden y consentimiento del rey de Aragon, envió luego un su canciller á Sevilla, y mandó prender á todos los mercaderes catalanes que allí se hallaban, y secrestarles sus bienes y otro día á gran furia partió para Sevilla, y mandó ponerlos en prision y venderles sus bienes. Refiere don Pero Lopez de Ayala en su historia, que los que eran privados del rey de Castilla, porque el rey hacia ménos cuenta dellos que solia, y por verle en necesidad, le agravaron mas este caso, exagerando | que habia sido hecho en grande mengua y afrenta suya: y que debia caviar á requerir al rey de Aragon, que le mandase entregar aquel caballero, para castigarle ó le desafiase: y que el rey como era mancebo en edad de veinte y tres años, y de gran corazon, y muy guerrero, lo tuvo por muy buen consejo, y así lo hizo y fué lo que se siguió á mayor culpa del rey | de Castilla, y de los suyos. Porque como quiera que Francés de Perellós, aunque fuera un corsario, usó en lo que hizo de gran descortesía, teniendo tan poca reverencia y respeto á un rey tan poderoso, hallándose presente no obstante esto, la prision que se mandó hacer de los mercaderes catalanes, y la ocupacion de sus bienes, pareció generalmente muy injusta, pues estaban debajo del seguro y salvaguarda real, y de la paz que habia entre los reyes: y así por bien liviana causa, como el rey de Castilla estaba muy indignado contra el rey de Aragon, con esta ocasion rompió la guerra: la cual es muy cierto que procuró entonces el rey evitar cuanto pudo, por estar muy revuelto en la que tenia con genoveses.

CAP. II.-Del requerimiento que se hizo al rey de parte del rey de Castilla, el cual le mandó desafiar.

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Por mas justificarse el rey de Castilla, y dar á entender que le sobraban muchas razones para hacer la guerra al rey de Aragon, como contra declarado enemigo, envió un alcalde de su corte, que se decia Gil VeJazquez de Segovia al rey, para que declarase muchas cosas, en que se habia mostrado contravenir á la paz que tenian, y haberle hecho obras de enemigo y que así con justa causa procedia á tomar satisfaccion y enmienda que se le debia. Este alcalde llegó á Barcelona á donde el rey estaba, dando órden en la expedicion | de la armada que enviaba á Cerdeña y explicando públicamente su embajada, hizo un largo discurso de

las quejas que el rey de Castilla tenia del rey y dijo que despues que con él puso su amistad, para le ayudar y hacer obras de amigo, viéndose el rey de Castilla muy acosado de los suyos, por el grande levantamiento y alborozo que se hizo en su reino, por algunos grandes dél, y por algunas ciudades y villas, y habiendo gran hambre en toda la tierra, señaladamente en la Andalucía, de manera que llegaba la fanega de trigo á valer en ella á ciento y veinte maravedís; y habiendo ordenado la ciudad de Sevilla, y los lugares de la costa que se llevase provision por mar de pan, se armaron galeras en el señorío del rey de Aragon y fuéron á hacer guerra á los naturales del rey de Castilla; publicando que la hacian contra genoveses: y desbarataron la armada del rey de Castilla á la boca de Guadalquivir, y rescataron diversos navíos y gran número de prisioneros: y por los grandes robos y daños que hacian estos corsarios, se fuéron á descargar mas de sesenta navíos cargados de trigo á Lisboa, y al reino de Portugal, que no osaron ir á Sevilla. Afirmaba que fué tan grande el daño que recibió el rey de Castilla por esta causa y su reino, que estuvo en punto de perderse la Andalucía, y murieron mas de cien mil personas de hambre. Otra queja era, que siendo Alcañiz y las encomiendas de la orden de Calatrava, sujetas al maestre de la orden, y reconociendo siempre á los maestres que fueron nombrados en Castilla por los reyes sus predecesores, y obedeciéndolos así como á sus maestres y superiores, siendo elegido por maestre don Diego García de Padilla, por mandamien➡ to del rey de Castilla, y habiendo sido confirmada su eleccion, porque él tenia poder para ello, el rey de Aragon no le permitió que se apoderase de las enco→ miendas que su orden tenia en este reino y se habia dado la encomienda de Alcañiz à don Pedro Muñiz de Godoy, comendador de Caracuel, que no amaba el servicio del rey de Castilla, y se habia venido para Aragon; y no quiso consentir que el maestre don Diego García de Padilla fuese obedecido por maestre en su reino, como los otros que hasta entonces lo habian sido, señaladamente, segun lo fué don Juan Nuñez de Prado su predecesor. Que lo mismo se había hecho con don Fadrique su hermano, maestre de la orden de Santiago en la encomienda de Montalyan, y en todo lo que la orden tenia en estos reinos, que no consentia hacerle el reconocimiento y obediencia que se acostumbraba, como á maestre y superior. Despues vino á referir este alcalde que Gonzalo Mejía, comendador mayor de Castilla, y Gomez Carrillo, habian hecho grandes levantamientos y alborozos contra el rey su señor, alzándose con sus castillos, y hurtándolos y llevando moros á su reino, y robando con ellos lo que hallaban y poniendo fuego en su tierra: y que Peralonso de Aljofrin y el obispo de Sigüenza, le alteraron la ciudad de Toledo, y se alzaron con ella, siendo Peralonso su oficial y vasallo y teniendo las llaves de la una puerta de la ciudad, acogió por ella al conde don Enrique y al maestre den Fadrique su hermano, que andaban como entonces se decia, desnaturados del rey, y á Pedro Estevanez, á quien el rey habia dado por traidor: y le hicieron guerra en sus reinos y le robaron el tesoro que tenia en aquella ciudad, que era mas de veinte cuentos: y que todos se acogieron al reino de Aragon, y el rey no los quiso echar de su tierra, aunque fue requerido. Tras esto, exajeró el caso que cometió Francés de Perellós, capitan de sus galeras: concluyendo, que el rey le mandase entregar al capi

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de diversidad en los pareceres: porque algunos decian,
que el rey enviase una muy principal embajada, para
que se satisfaciese al rey de Castilla, de manera, que
con honra del rey cesase la guerra: pero otros hubo
que decian, que aquella carta del rey de Castilla era
desafio, y que seria grande mengua y deshonor del rey
de enviar semejante mensajería y que por ventura el
rey de Castilla no la querría aceptar, porque era prín-
cipe de gran soberbia: mayormente, que antes que el
desafío se presentase al rey, había mandado hacer la
guerra por las fronteras del reino de Murcia y por las
de Molina y así siguió el rey su parecer y aceptó el de-
saffo, y respondió al rey de Castilla que no le tuviese
de allí adelante por amigo.

CAP. III.-Como se comenzó la guerra entre los reyes de
Castilla y Aragon.

tan, porque se hiciese dél justicia y á los caballeros | Zacosta, baile general de Cataluña, hubo muy gransus naturales, que habian cometido grandes delitos contra él: señaladamente aquel Peralonso de Aljofrin, que le habia de dar cuenta de grandes sumas de dineros que por él habia cobrado. Respondió á estas demandas el rey muy justificadamente, como aquel que ❘ entendia, que no era buena sazon esta de romper la guerra contra el rey de Castilla ; y dijo, que se nom brasen los capitanes y galeras, que se decia habian he cho guerra en las costas de la Andalucía, estando él en Cerdeña, que por ventura serian algunos que ha bian armado en sus reinos contra genoveses, con quien él tenia guerra porque él estaba aparejado de mandar castigar á los malhechores, como era obligado, por satisfacer al rey, con quien estaba en buena paz y segun la concordia que entre ellos habia. Cuanto à lo de las encomiendas de la orden de Calatrava, respondió, que los comendadores y frailes de Calatrava, que estaban en Alcañiz, pretendian, que segun su orden, habian elegido en Maestre á don Fernandez y que lo podian hacer, segun Dios y su regla, porque los comendadores y frailes que estaban en Castilla estaban descomulgados y que aquellos eran negocios de bienes eclesiásticos, cuyo conocimiento pertenecia al papa: y que sobre ellos pendia el pleito en la curia romana entre los comendadores y el maestre: y que en ello no se podia él entremeter con buena conciencia y así, por parte del rey, no se ponia al maestre embarazo ninguno, no embargante, que como segun la costumbre antigua se debiese prestar fidelidad y homenaje, por los castillos que tenia la orden, el gobernador habia tomado las fuerzas á su mano hasta que se prestase el juramento de fidelidad. En lo que tocaba á Gonzalo Mejía y á Gomez Carrillo, el rey respondió, que segun la concordia que entre ellos habia, los mandaria salir de sus reinos: y cuanto al obispo de Sigüe nza, que no le podia prender por ser persona eclesiástica y que á Peralonso de Aljofrin, él lo mandaria prender y entregar al rey de Castilla, segun las convenciones que entre ellos habia, si pudiese ser hallado en sus reinos. Finalmente, en lo que tocaba al caso que cometió Francés de Perellós, el rey se justificaba, diciendo que le pesaba, que ningun caballero su natural hubiese dado ocasion de deservir y ofender al rey de Castilla, y que aquel capitan no estaba en sus reinos, pero viniendo, le oiria y mandaria hacer justicia de manera, que el rey de Castilla se tuviese por contento. Pero no se satisfaciendo el alcalde de sus respuestas, dijo, que pues así era, que el rey no cumplia con lo que era obligado á la paz y amistad que tenia con el rey su señor, que de allí adelante no podria escusar de no sentirse dello, ni dejar de satisfacer á sí mismo, en tal manera, que se entendiese, que hacia sobre ello lo que debia. Con esto se despidió el alcalde, y otro día mandó el rey salir de su corte á Gonzalo Mejía, y á Gomez Carrillo y se fuéron á Francia y volvió el rey de Castilla á enviar con un mensajero suyo una carta al rey, en la cual se repetian las mismas quejas y al fin della le desafiaba, diciendo, que pusiese otro amigo en su lugar y de allí adelante no lo tuviese por amigo: porque queria volver en aquellas cosas por sí mismo como á su honor con venia. Esta carta recibió el rey, estando en Perpiñan á cuatro del mes de setiembre y comunicada con los de su consejo, que eran, don Pedro de Fenollet, vizconde de lila, don Bernardo de Cabrera, don Bernardo de So, Mateo Mercer, Ferrer de Manresa, Berenguer Dolms, Jaime de Ezfar, Pedro

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Ántes del desafío, es cierto, que el rey de Castilla mandó armar ciertas galeras, y las envió para que hiciesen guerra en las costas del reino de Valencia y á las islas de Iviza y Mallorca y Menorca, y segunse refiere en la historia que compuso don Pedro Lopez de Ayala, que trata largamente destos hechos, fué preso por los capitanes del rey de Aragon un caballero del reino de Castilla, que decian Gomez Perez de Porras, que despues fué prior de San Juan y se dió por el maestre de Montesa, que estaba preso en Castilla. Comenzóse la guerra á gran furia por el reino de Murcia y por las fronteras de Castilla, contra el reino de Valencia y contra el de Aragon, mandando secrestar los bienes á todos los mercaderes que estaban en aquellos reinos, antes de ser publicada la guerra y don Diego García de Padilla, maestre de Calatrava, con las huestes de Murcia, entró en el reino de Valencia y combatió á Chinosa y Montnover y los ganaron por fuerza de armas y talaron y que maron todos sus términos. Tambien los de Requena, con sus pendones tendidos y con formado ejército, combatieron el lugar de Sieteaguas, que es del reino de Valencia, y los de Molina entraron en Aragon, corriendo y falando los lugares y aldeas de Daroca y quemaron dos que se dicen, Ojosnegros y Blancas y otros lugares de aquella comarca, y corrieron el campo de Gallocanta, que está en la frontera de Molina y el término de Fuset y toda aquella tierra, que está poblada de diversas aldeas de Calatayud. Luego que el rey tuvo noticia del furioso rompimiento de la guerra y que se habia pregonado en todos los reinos y señoríos de Castilla á fuego y á sangre, nombró sus principales capitanes para la defensa de la frontera de Aragon, que fueron el conde don Lope de Luna, don Blasco de Alagon, don Pedro de Luna, don Juan Martinez de Luna, don Pedro Fernandez señor de Ijar, Jordan Perez de Urries, regente el oficio de la gobernacion: y porque Jordan Perez era caballero mancebo y de poca experiencia, proveyó el rey que se comunicasen y dispusiesen las cosas de la guerra con consejo de Miguel Perez Zapata, que era caballero muy anciano y de gran uso en las cosas de guerra, y de mucha prudencia, y con el parecer de Juan Lopez de Sese, justicia de Aragon, y de don Miguel de Gurrea, y de Pedro Jordan de Urries, baile general, y de don Lope de Gurrea, camarero mayor del rey, y de Lope de Gurrea, señor de Gurrea. Nombró tambien por capitanes generales del reino de Valencia á don Alonso, conde de Denia su primo, allende del rio Jucar, y á don Pedro de Ejérica desta parte, y fué cargando la

mayor fuerza y poder del rey de Castilla, contra el reino de Valencia, y temióse mucho, que por aquella parte no se recibiese algun grande daño, por causa del infante don Fernando, que era muy enemigo del rey de Aragon su hermano, y tenia gran estado en aquel reino, y habia entregado como dicho es, los castillos de Alicante y Orihuela á la gente del rey de Castilla: y con este temor los de aquel reino enviaron á requerir al rey que fuése alla, porque la necesidad era tal que requeria que estuviese presente, para resistir al poder del rey de Castilla, que iba en persona á mover la guerra por el reino de Murcia, y para que entrase poderosamente en el reino de su enemigo; pero el rey, que estaba en aquella sazon en Perpiñan, y cra en fin del mes de agosto deste año, envió á Francés Marradas con órden que el conde de Denia, y don Pedro de Ejérica, acudiesen con la mas gente que pudiesen á las fronteras, y envióles doscientos de caballo, y mandóles que atendiesen á defender el reino, mas que á la ofensa de las tierras de los enemigos. Esto era por esta causa que se tenia entendido que el reino de Valencia no era dispuesto a que se hiciese por él grande daño en las fronteras de Castilla: porque entrando por Chiva, de la otra parte no habia sino Requena y Otiel, hasta llegar á Cuenca y no parecia cosa muy hazañosa talar dos lugares como aquellos sin otro efecto: y por la val de Ayora es mala tierra, y no se podia cómodamente entrar por las fuerzas de aquella comarca, y por los malos pasos. Por Moxen y por Almansa, está la tierra que decian de don Juan, porque fué de don Juanijo del infante don Manuel, y despues se llamó el Marquesado, que es tierra muy seca, y se dijo antiguamente Mancha de Montaragon, y es de tal calidad que ejército de un rey poderoso no se podia allí mucho tiempo entretener: y estando dentro de aquella tierra, no podian hacer mucho daño en ella, y la misma dificultad se conocia entrando por las fronte ras de Villena, Biar y Castalla. Entrando por Jijona á Alicante, contra el reino de Murcia, alejábase mucho de sus fronteras, y no podia detenerse un ejército en aquella comarca: y no parecia que se debia hacer entrada solamente para talar y para hacer poco daño, porque el ejército que para ello se habia de juntar, se requeria que fuese muy grande, y no podia ser sin mucho gasto de manera que las peores entradas que el un rey y el otro tenian, era por el reino de Valencia, y la mas principal causa era porque aquel reino es muy falto de bastimentos, y no podia conservarse en él gran poder ni de amigos ni de enemigos. Por esto mandó el rey que se pusiese gran vigilancia en fortificar la ciudad de Valencia, para en caso que el rey de Castilla y el infante don Fernando entrasen con toda pujanza: y dióles por capitan general al infante don Ramon Berenguer su tio: y proveyóse que ciertas compañías de gente de caballo estuviesen en el castillo de Jumilla y en Biar, para correr aquella frontera de los enemigos y que don Pedra Maza de Lizana estuviese en Mojen, y en la Fuente de la Figuera, y otras compañías de caballo estuviesen en Chiva, y Siete-aguas. Esto fué ocasion que lo mas furioso de la guerra se emprendió por las fronteras de Aragon y los de Calatayud, Daroca y Teruel se habian en ella tan valerosamente que si eran molestados y demnificados de sus enemigos y comarcanos en algun daño, le rebacian sobradamente: y el conde de Luna y don Pedro de Luna, y don Juan Martinez de Luna, y el gobernador del reino de Valencia, y la gente del conde de Urgel,

con diversas compañías de gente de caballo y de pié, entraron por las fronteras de Molina y Requena, é hicieron mucho daño en toda aquella comarca: y el conde de Luna peleó con Gutier Fernandez de Toledo, que era capitan general de la frontera de Molina, y habia entrado en Aragon, y lo desbarató y venció, y fué en aquella batalla muerto un hijo de Gutier Fernandez, que se decia Gomez Carrillo: y se quemaron mas de cincuenta aldeas, y el arrabal de Requena. Estando la guerra tan trabada y encendida entre los reinos de Castilla, y Aragon y Valencia, considerando el rey que su enemigo era muy poderoso y entraba con gran voluntad en esta guerra, envió á requerir al infante don Luis de Navarra, que le enviase cuatrocientos de caballo, conforme á la obligacion que tenia el rey de Navarra su hermano, en la amistad que entre ellos habia y tambien envió á Gaston conde de Fox y á Roger Bernardo de Fox, vizconde de Castelbó, para que se viniesen con toda la gente de caballo que pudiesen, á servirie, por razon de los feudos que tenian de la corona real: y así por todas partes la guerra se iba prosiguiendo con gran pujanza.

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CAP. IV. De las novedades que sucedieron en Francia, y en el reino de Sicilia, por las cuales dejó el rey de enviar á las infantas sus hijas á Luis conde de Anjous, y al rey don Fadrique con quien estaban tratados sus matrimonios.

Aunque la guerra se comenzó tan furiosamente por tantas partes, y el rey se hallaba en aquella sazon en la villa de Perpiñan, en los últimos fines de sus reinos tan lejos della, y convenia tanto su presencia, no se pudo partir, porque tenia concertado de celebrar las bodas de la infanta doña Juana su hija con Luis conde de Anjous, hijo segundo del rey de Francia, en el mes de setiembre siguiente. Estaban ya las cosas en órden para las fiestas, y sucedió en el mismo tiempo que se dió aquella famosa batalla junto à Puitiers, entre el rey de Francia, y Eduardo, príncipe de Gales, bijo del rey de Inglaterra, en la cual fué vencido y preso el rey de Francia, y murieron el duque de Borbon su hermano, padre de la reina doña Blanca mujer del rey de Castilla, y Gualter, conde de Brena, que se llamaba duque de Atenas, y era condes table de Francia, y Roberto de Durazo, hermano de Carlos, duque de Durazo y otros grandes del reino y fue tambien preso con el rey de Francia Filipo el menor de sus hijos, que fué despues duque de Borgoña y conde de Flandes. Esta batalla fué un lúnes á diez y nueve del mes de setiembre deste año, y puso en gran turbacion todo aquel reino, porque se levantaron los pueblos contra los principales, y los ingleses entraron talando y destruyendo la Picardía, y lo mejor de Francia, y los de París tomaron las armas con gran tumulto y sedicion contra Carlos Delfin duque de Normandía, que se escapó de la batalla, y tenia el regimiento del reino, estando el rey su padre' en poder del rey de Inglaterra. Por esta novedad, y sucediendo las cosas tan adversamente al rey de Francia, no se efectuó el matrimonio de la infanta doña Juana con Luis conde de Anjous, que estaba ya tan á punto de concluirse, y el conde casó despues con María hija del duque de Bretaña, y segunda vez con Lucía, hija de Barnabon Vicecomite señor de Milan, y hubo á Luis el segundo duque de Anjous: y la infanta casó con don Juan conde de Ampurias, hijo del infante don Ramon Berenguer, despues que falleció su primera

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que el rey de Castilla comenzaba á moverse contra él, y hacerle guerra, y si quisiese venir á servirle en ella, le daria una buena villa en la frontera de su reino, de donde pudiese hacer guerra al rey de Castilla, y le daria para su sustentacion cien mil sueldos de renta sobre los lugares y tierras que el infante don Fernando tenia en sus reinos: y si determinase de lo hacer, enviase un caballero para que se concluyese, y se aparejase para venir á Aragon lo mas presto que pudiese, Trató tambien esto con el conde don Enrique, don Juan Fernandez de Ileredia, que estaba en aquella sazon en Francia y era de grande autoridad y uno de los

mujer, que fué la infanta doña Blanca, hermana del rey don Fadrique. Sucedió casi lo mismo en lo del matrimonio de la infanta doña Costanza con el rey don Fadrique de Sicilia, con la cual se solemnizó el matrimonio con poder del rey de Sicilia, por sus embajadores en la villa de Perpiñan, á veinte y uno del mes de setiembre deste año, y fueron enviados á Sicilia para que el rey lo ratificase, mosen Francés de Belcastell que era del consejo del rey de Aragon, y Berenguer Carboner secretario de la reina doña Leonor, y para procurar que el rey don Fadrique celebrase juntamente la festividad de sus bodas y de su coronacion en la ciudad de Catania, porque la ciudad de Paler-principales caballeros que hubo en su tiempo en valor y mo, á donde era costumbre coronarse los reyes de Sicilia, estaba en poder de los de Claramonte, que eran rebeldes. Habia ya la infanta, por orden del rey, hecho donacion al infante don Juan duque de Girona su hermano, de cualquiera derecho que le competia por razon de la sucesion de la reina doña María su madre, que fué hija del rey Filipo de Navarra, y estaba para partirse para Cerdeña cuando el rey tuvo aviso que el rey Luis y la reina Juana su mujer, que tenian la mayor parte de la isla de Sicilia de su opinion, por la rebelion de los de Claramonte, con esperanza de apoderarse de toda la isla por la division que habia en ella, siendo el rey mozo y simple, juntaron un muy poderoso ejército y se fuéron por tierra á Rijoles, y por algunos rebeldes que estaban en Mecina, señaladamente un Nicolás de Cesaria, que era de la opinion de los de Claramonte, aquella ciudad se puso en armas y alzó las banderas de los reyes enemigos. Esto sucedió de manera, que aquel Nicolás de Cesaria, fingiendo reducirse á la obediencia del rey don Fadrique, se entró en Mecina y tuvo tales formas, que entregó aquella ciudad, que era la principal fuerza y entrada de la isla, al rey Luis, estando en ellas las infantas doña Blanca y doña Violante, hermanas del rey don Fadrique y Conrado de Oria, que era almirante del reino. Fué esto á veinte y siete del mes de noviembre deste año: y á veinte y cuatro de diciembre siguiente, vigilia de pascua de Navidad, entraron los reyes Luis y Juana en Mecina, y fueron recibidos con grande fiesta y con mucho regocijo del pueblo, como si fueran sus señores naturales y enviaron las infantas á Nápoles, á donde las tuvieron algun tiempo en prision. No le quedaba al rey don Fadrique sino la ciudad de Catania y algunos castillos que seguian su voz, y estuvo aquella isla á pun-conde de Trastamara: y habia de ser tercero con ellos, to de perderse del todo; pero restauróse maravillosamente por el grande valor y singular constancia y esfuerzo del conde don Artal de Alagon ; y así sobreseyó en la ida de la infanta doña Costanza á Sicilia mas de tres años.

CAP. V. Que el conde de Trastamara vino de Francia al servicio del rey, y se hizo su vasallo.

Antes del rompimiento de la guerra con Castilla, tuvo el rey sus inteligencias con el rey de Francia, y con el duque de Borbon su hermano, para que se hiciese guerra al rey de Castilla, hasta que recibiese á la reina doña Blanca su mujer é hiciese vida con ella: y sobre esto envió el rey de Francia un doncel de su cámara, que se decía Bernardo Accat. Entonces, considerando el rey cuanta parte tenian en los reinos de Castilla el conde don Enrique de Trastamara y sus hermanos, que fueron perseguidos por el rey de Castilla, envió á avisar al conde que estaba en Francia,

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consejo: y sobre lo mismo fuéron á Francia don Juan Alonso de Haro, y Alvar García de Albornoz, y Fernan Gomez de Albornoz, que estaba en Aragon y se habian venido huyendo del rey de Castilla. Esta fué la primera buena suerte y ventura del conde que estando en servicio del rey de Francia, y llevando grandes gajes dél en la guerra que tenia con el rey de Inglaterra, determinó de venirse á servir al rey de Aragon en el mismo tiempo que fué la batalla de Puitiers á donde el rey de Francia fué preso, y los mas principa➡ les de su ejército fuéron, ó presos ó muertos: y con escapar de aquel peligro, acá se le abrió camino para la mayor empresa que se le podia ofrecer, que fué hacerse rey de Castilla. Vínose el conde al servicio del rey con estas condiciones: que se hiciese vasallo del rey y que le prestase pleito homenaje de le ser fiel, y se despidiese y desnaturase del rey de Castilla y tuviese al rey de Aragon por su señor natural, y el rey se obligaba a defender al conde en toda su vida, así en el reino de Castilla como en Aragon: y que le daria por juro de heredad, los lugares que los infantes don Fernando, y don Juan tenian en el reino de Aragon, exceptuado Albazarrin: y tambien lo que tenian en el reino de Murcia, lo cual pudiéndose conquistar se habia de entregar al conde. Ofrecióscle todo lo que la reina doña Leonor, madre de los infantes, tenia en el reino de Aragon, haciendo pleito homenaje al conde de acojer en todos los castillos al rey, irado 6 pagado, y de hacer guerra dellos por él, contra todos los que tratasen de ofenderle, con condicion, que si el rey quisiese retener en su corona la ciudad de Tortosa, lo pudiese hacer dando al conde equivalente recompensa en vasallos y rentas, segun lo determinasen el conde de Luna y Pero Carrillo, que era mayordomo mayor del

en caso que no se concordasen, don Lope Fernandez de Luna, arzobispo de Zaragoza. No se habia de hacer paz ni tregua por el rey con el rey de Castilla, sin voluntad del conde: y dábanie para su mantenimiento ciento y treinta mil sueldos, y mas lo que montaba el sueldo de seiscientos de caballo, durante la guerra á razon de siete sueldos por cada dia el hombre de armas, y el de la lijera á cinco, y para sciscientos peones; y quedó concertado, que viniendo el maestre de Santiago al servicio del rey, le mandaria entregar todo lo que la órden tenia en este reino, haciendo pleito homenaje de servir lealmente al rey, como vasallo debe servir á su señor natural, y que daria seguridad por las fortalezas, como era costumbre. Con estas condiciones se vino el conde de Francia y trajo consigo á Gonzalo Mejía, comendador mayor de Castilla, y á Gomez Carrillo, y alcanzó al rey en la villa de Pina, que se venia á gran priesa, para acudir á las fronteras de Castilla, y en aquel lugar, el rey y el conde, un martes

á siete leguas de Torrijos: y de allí se apartaron, el rey hácia Villareal, y el infante á la ciudad de Murcia, á donde antes estaba, con ciertas compañías de gente de caballo y llevaba consigo á su mujer la infanta doña María. Entonces determinó el rey de Castilla, que el infante hiciese guerra por la parte de Játiva, con dos mil de caballo y el infante don Juan, y don Tello, señor de Vizcaya que se habia reducido á su servicio, con mil y quinientos, entrasen en Aragon por las fronteras de Soria, y el rey con la otra gente, que se decia ser hasta cuatro mil de caballo, se habian de juntar en Villareal, para venirse á Cuenca y Requena, y de allí hacer su entrada en el reino de Valencia. Había entra

á ocho de noviembre deste año de mil y trescientos y cincuenta y seis, juraron esta concordia, estando presentes don Bernardo de Cabrera y Mateo Mercer, camarero del rey, Alvar García de Albornoz, Pero Carrillo y Diego Fernandez de Medina, secretario del conde. Entendió bien el rey, cuanto le convenia para esta guerra traer á su servicio al conde de Trastamara, pues le hizo tan gran partido, porque lo que le daba en sus reinos eran muy principales estados, y de muy gran calidad, y de mas vasallos y rentas que el condado de Lemos y de Sarria, y señorío de Noroña, y de Cabrera, y Ribera, que el conde tenia en Galicia y Asturias. Luego se puso el conde en la posesion de Tárrega y Vilagrasa, y Momblanch, en Cataluña; y de Epila y Ricla, y Tamarit de Litera, en Aragon; y de Castellon del Campo de Burriana, y de Villareal que fué del reino de Valencia. Diéronse estos lugares de Castellon y de Villareal, al conde, en lugar de la honor de Alos de Moya, y de los lugares de Cubelles, Camarasa, Montgay, Limiñana, Lorench, y de Santa Livia, que el infante don Fernando tenia en Cataluña: y por la villa de Fraga con sus aldeas, y por Peñalba, Vallobar, y por el castillo y villa de Ayerve, que la reina doña Leonor, madre de los infantes tenia en Aragon. A otra parte, por los castillos y lugares de Biel, Bolea, Pertusa y Berbegal, con sus aldeas y tenencias, que eran del infante don Juan, y por la villa y castillo de Alicante, que era del infante don Fernando, y se ganó por este tiempo, se dieron las villas de Epila y Ricla; y en lugar de la ciudad de Tortosa, se le entregó Tamarit y Momblanch. Vióse el rey en harto trabajo en acabar, que los vecinos destos lugares y villas recibiesen al conde por su señor, y le prestasen la fidelidad y homenajes, aunque á los mas ofreció, que los reduciria á la corona: y aseguraron al conde, que se le guardaria esta concordia, el arzobispo de Zaragoza, don Pedro, obispo de Huesca, canciller del rey, el obispo de Tarazona, don Bernardo de Cabrera, don Blasco de Alagon, don Pedro Fernandez, señor de Ijar, don Lope de Gurrea, camarero del rey, y don Miguel de Gurrea y Gonzalo Fernandez de Heredia: y fueron de allí adelante capitanes generales del reino de Aragon los condes don Lope y don Enrique: y al conde don Enri-chas sisas, é imposiciones y tallas, y diversas maneque señaló el rey la villa de Borja, para que tuviese cargo de aquella frontera.

CAP. VI.-De la guerra que comenzó á hacer el rey de Castilla por el reino de Murcia: y de la entrada del infante don Fernando en el reino de Valencia, y como se cobró el castillo y villa de Alicante.

Luego que se comenzó la guerra, el rey de Castilla acudió al reino de Murcia y allí mandó juntar toda la mayor fuerza de sus gentes, porque entendió que por otra ninguna parte no podria hacer tanto daño, como por aquellas fronteras, por tener los castillos de Alicante y Orihuela en el reino de Valencia, que se los habia entregado el infante don Fernando, y por la parte quese creia tener el infante en aquel reino. Estaba el rey de Castilla en la ciudad de Murcia ajuntando sus gentes y partió della un viernes á diez y seis de setiembre para la villa de Alcoraz: y allí supo como los capitanes del rey de Aragon habian hecho grande daño por sus fronteras, y habian quemado el arrabal de Requena, y muchos lugares de aquella comarca; y con esta nueva el lúnes siguiente, fué á Torrijos á donde halló al infante don Fernando, y los dos juntamente se fuéron á los santos de Santistevan, que es un lugar que estaba

TOMO IV.

do don Diego García de Padilla, maestre de Calatrava, corriendo la comarca de Castalla y Homill, que son del reino de Valencia, y no pudiendo rendir aquellos lugares por combate, se volvió a Murcia por mas gente, y dejó la caballería que llevaba en Villena, a donde mandó hacer diversas máquinas para combatir, con publi❤ cacion, que queria volver á cercar aquellos lugares de Castalla y Homill. Por otra parte entró el infante don Fernando con diversas compañías de caballo y de pié, de castellanos y moros, por el reino deValencia, y fué→ se una tarde á poner en la vega de Biar á diez y siete del mes de setiembre, y aquella noche, con instrumento público, se despidió y renunció la fidelidad y naturaleza que debia al rey de Aragon su hermano como á su señor natural, y pensó hacer mas daño renovando la memoria de las cosas pasadas en la union de aquel reino, que con el poder de las gentes que llevaba: porque otro dia escribió una carta á los jurados y consejo de Biar y en ella se nombraba general procurador por el rey de Aragon en los señoríos y tierras de aquende la mar y conservador de las uniones de los reinos de Aragon y Valencia: y contaba los daños y males que él y ellos habian recibido por defender las libertades destos reinos, y las guerras en que el rey de Aragon ponia á sus súbditos sin ninguna necesidad ni honra suya, contra genoveses y contra el señor de Milan, y contra el juez de Arborea y Mateo de Oria, y ahora últimamente contra el rey de Castilla, diciendo, que por ellas se pagaban mu

ras de pechos desaforados; y que él con ayuda de diversos reyes y de grandes señores, entendia de perseguir á don Lope de Luna su enemigo, y á los otros que quisiesen ser rebeldes á la union y con ayuda de nuestro Señor, entendia volver á su demanda y querella antigua, y perseguir á los enemigos públicos, guardando el servicio y honor del rey de Aragon su hermano, y sus derechos reales, requiriendo y mandando por la fé y homenaje que habia hecho á la union que aquello significasen luego al rey, y como se habfa desnaturado dél, y le siguiesen en aquella empresa, y no se persuadiesen que aunque él tenia tierra y rentas del rey de Castilla, hiciese la guerra por él, sino por razon de la union. Mas los de Biar no curaron de responder á esto; sino con tirarle saetas, y hacer toda la ofensa que pudieron : y así se fué el infante á Elda, sin hacer otro efecto. Entonces habiendo el rey de Aragon mandado publicar la guerra contra el rey de Castilla por todos sus reinos, y siendo ocupados los bienes de todos los castellanos, que eran venidos á ellos con mercancías, proveyó que toda la gente de caballo y de pié que se hacia para esta guerra, se acercasen á las fronteras de Castilla y delireino de Murcia y detúvose en Cataluña hasta en fin del mes de octubre, de

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