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otros estatutos y leyes para la defensa y conservacion de aquel reino.

CAP. LIX.-De la guerra que el rey tornó á hacer al juez de Arborea y á Mateo de Oria: y de la segunda concordia que se tomó con ellos.

Fuése el rey cada dia mas desengañando, que la paz que se concluyó con el juez de Arborea fué con poca honra y reputacion suya: porque entre las otras condiciones, no quiso venir en ella sin que el rey perdonase á Mateo de Oria, y á los otros malos vasallos y rebeldes y quedasen con los castillos, que malamente habian usurpado de la corona real: y aun no contento con esto, se otorgaron al juez como dicho es, muchos lugares y castillos del rey en la Gallura: y grandes privilegios y libertades. Todas estas cosas hubo el rey de consentir casi por fuerza, y á mal grado suyo, porque en aquella sazon estaba muy fatigado de dolencia, y su ejército y armada corria grande peligro por las enfermedades que cargaron en los soldados y gente principal, y por la gran falta que hubo de bastimentos y todos estaban muy desanimad os y morian por volverse, y contentóse el rey con que se le rindiese el Alguer, sin que le socorriesen genoveses, que en aquella sazon fuéron con su armada la via de Romanía, y bubieron allá victoria de la armada de la señoría de Venecia. Hubo otro indicio manifiesto, que el juez de Arborea aspiraba al señorío de aquella isla, y que no aguardaba sino que el rey se viniese, que no despedia la gente, ni cumplia con lo que se debía á la antoridad y reverencia del rey, ni á lo que estaba capitula do; y debiendo por la concordia que con él se asentó, poner en poder de dos caballeros catalanesó aragoneses los castillos de Montiberri y Mamila, siendo requerido que lo cumpliese, lo rehusaba: y el rey, viendo en cuanto peligro quedaban las cosas en aquella isla, y que importaba á la conservacion della, no dejar al juez de Arborea en tanta insolencia, determinó de detenerse hasta que le enviasen mas gente de Cataluña, para poder castigarle y proveyó que fuésen quince galeras muy bien armadas y tres mil soldados, la mitad ballesteros, y los otros con lanzas, y trescientos hombres de á caballo. Estaba el juez de Arborea con mucha gente junta hacia la parte de Caller, la cual movió muy secretamente, sin que se supiese á que parte caminaba: y dudándose, no se enviase al cabo de Lugodor, proveyó el rey que don Bernardo de Cruillas, y Pero Jimenez Samper, y Bernardo de Guimerá, que tenian cargo del gobierno y gente que residia en Lugodor, estuviesen apercibidos, y tuviesen en buena defensa y guarda la ciudad de Sacer, y el Alguer, y los castilles de Osolo y Oria. Movióse el juez de Arborea, con publicacion, que el rey no le guardaba la paz que con él se habia tratado, y sobre ello hubieron malas palabras el juez y don Pedro de Ejérica, reptando el juez á don Pedro de mala fé, porque no se le entregaba la Gallura, y envió á decir al rey, que por bien que le quebrase la paz, y le agraviase, no le moveria guerra, pero defenderia lo suyo. En este medio, trataba don Pedro todavía de persuadirle, que quedase en la obediencia y gracia del rey; y por otra parte don Bernardo de Cabrera traia sus inteligencias con algunos alcaides que tenian los castiHos por él, para que los entregasen, haciéndoles el rey merced, y perdonándoles por la rebelion pasada; y púsose gran diligencia en haber por trato la persona del juez 6 de su hijo. En esto se entretuvieron las cosas hasta mediado el mes de junio, que don Pedro de

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Ejérica y don Bernardo de Cabrera, con formado ejército, salieron á hacer guerra al juez de Arborea, y á talar y quemar sus villas: y parece por las memorias de las cosas que sucedieron en esta empresa, que llega ron con la gente del juez de Arborea, ha haber escara. muzas y reencuentros y en uno dellos fueron muertos el dia de san Juan Bautista un rey moro que fué á servir al rey en esta guerra, y un caballero que se decia Berenguer de Monros. Por otra parte don Artal de Pallás salió contra los lugares que el comun de Pisa tenia en Cerdeña, y contra los que habitaban en las villas de Tregenta, y don Bernardo de Cruillas, gobernador de Lugodor, y Pedro Jimenez de Samper, que era capitan de la gente de guerra en aquel cabo, comenzaron á hacer muy cruel guerra contra Mateo de Oria: y pusieron las cosas en tales términos, que trataron de tomar nueva concordia con el rey, y para ello enviaron sus mensajeros, ofreciendo que querian reducirse á su obediencia. Habia el papa Inocencio, antes desto, procurado con muy grande instancia la paz entre genoveses y venecianos, considerando cuanto perjuicio se seguia á la cristiandad en las partes de oriente, de la guerra que entre estas dos naciones habia. Lo mismo se procuró por Carlos rey de romanos. Finalmente se concluyó la pazen Aviñon, entre venecianos y genoveses por sus señorías, y quedó el rey fuera della. Era en aquella sazon duque de Venecia Marino Faliero, que en el mismo tiempo conspiró con muchos gentiles hombres contra su república, por tiranizarla; y estuvo entonces la libertad de aquella señoría en gran peligro, y | siendo la conjuracion descubierta, cortaron la cabeza al duque, y fueron castigados los que eran partícipes en aquella conspiracion. Concluida la paz envió la señoría de Venecia sus embajadores al rey: y en gran secreto le dijeron de parte del duque que si era contento de haber paz con genoveses por tanto tiempo cuanto debia durar la confederacion entre él y la señoria de Venecia, que seria firme; y si no tenia por bien de aceptarla ellos la revocarian. Mas no obstante esta promesa, viendo el rey que la paz se habia firmado entre vene→ cianos y genoveses sin él; y que el juez de Arborea esperaba socorro del señor de Milan, y que por otra parte él y Mateo de Oria trataban de venirse á su merced, y quedar en su obediencia, determinó de admitirlos con alguna honesta ocasion, y para tratar con ellos dió su comision á mosen Lope de Gurrea su camarero mayor, y á mosen Francés de Perellós y á Berenguer Dolms: y tomaron nueva concordia con el juez en San Luri, á once del mes de julio deste año, y en ella ante todas cosas, se anuló y revocó la primera concordia, que se asentó con el juez de Arborea, y determinósé que el juez restituyese y entregase al rey Castelpedres, y el lugar de Urisa y todos los otros de la Gallura, y el castillo de Bonvehí. Había de poner en poder del papa, ó en su nombre en el del arzobispo de Oristan y del obispo de Ales, los castillos de Ardena y de la Capola, para que los tuviesen en secresto, hasta que el papa determinase sobre el derecho del feudo, que el rey pretendia en ellos contra el juez, que decia haberlos comprado de Damian de Oria: y el rey habia de entregar los lugares de Mataró y Gelida, que el juez tenia en Cataluña, y los habia el rey vendido á don Felipe de Castro. Con estas condiciones se asentó la concordia, y perdonó el rey al juez de Arborea: y en seguridad que se le guardaria lo capitulado, el rey mandó que los alcaides y vecinos de Gallura y Bonvehi, hiciesen homenaje, que en caso que él no lo cumpliese, se

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tendrian por el juez de Arborea y le reconocerian por; quedaban libres de la guerra que tenian con venecia

señor: y otro tal juramento y homenaje habian de hacer al rey los alcaides y vecinos de Montiverri, Pitinurri, Sagama y Sinurra, que eran del juez de Arborea: y obligóse con sacramento y homenaje, de ser fiel y leal vasallo del rey, y que de su tierra no haria guerra ni daño á los lugares de la corona real. Tambien se le concedió que el rey daria su carta, en que ofreciese que no apremiaria al juez de Arborea ni á la condesa de Gociano su mujer, ni á sus hijos que fuésen ante su presencia contra su voluntad, sino fuese citándolos por causa de nuevos excesos: y cuanto á lo que tocaba á don Juan de Arborea su hermano, quedó concertado, que el juez enviaria á Caller su procurador, para que mostrase las razones porque entendia fundar, que podia conocer de la persona de su hermano, y que se le admitiesen si fuesen justas: y si en esto pareciese al juez, que el rey le hacia agravio, pudiese sobre ello apelar para el papa; y tratóse, que todos los prisioneros se pusiesen en libertad, sino don Juan de Arborea, y todo esto se habia de asegurar por las ciudades de Oristan y Bosa, y por la tenencia de Gociano y de Montagudo, que eran del juez de Arborea, y con grandes penas de ambas partes; y se habia de jurar por el infante don Pedro y don Ramon Berenguer, y por el obispo de Valencia, y por los oficiales reales. Tratándose esta nueva concordia, la condesa de Gociano y Ugo de Arborea, hijo mayor del juez de Arborea, vinieron á hacer reverencia al rey, al castillo de Caller, á donde estuvieron muchos dias: y siendo firmada la paz por el rey, mediado el mes de julio, se vinieron tambien á | su obediencia el juez y Mateo de Oria, y el juez mandó entregar á don Bernardo de Cruillas, gobernador de Lugodor, el lugar y castillo de Bonvehi, y á Pedro de So, que era capitan de Gallura, Castelpedres y el lugar de Urisa, y otros lugares de la Gallura: y tratóse de casar Ugo de Arborea con doña Beatriz de Ejérica su prima, que era hija de don Pedro de Ejérica, y de doña Buenaventura. Acabado esto, se concertaron el rey y Mateo de Oria por medio del juez de Arborea, y fué la concordia de manera, que Mateo de Oria habia de poner en poder del rey Castelgenovés, y los castillos de Rocafort y Claramonte, ó en poder del arzobispo de Oristan, para que los tuviese en nombre del papa, hasta que determinase el derecho que sobre ellos competia al rey y de nuevo habia de hacer reconocimiento de vasallaje, por los feudos que tenia en Cerdeña, y con juramento y homenaje obligarse de servir al rey bien y lealmente como fiel vasallo debia servir á su buen señor, y el rey con esto le perdonaba todas las culpas y excesos pasados. Puso luego Mateo de Oria aquellos castillos en poder del arzobispo de Oristan, y el juez de Arborea los de Ardeña, y de la Capola, en poder del obispo de Ales, para que los tuviesen en nombre del papa en quien se comprometieron sus pretensiones: y con esto y con cobrar la Gallura, pareció al rey que se habia satisfecho á su honor, y quedaba de aquella jornada con reputacion, pues reducia los rebeldes á su obediencia, y sacaba de su poder el Alguer, habiéndose apoderado dél genoveses, con favor del señor de Milan, que era en aquellos tiempos príncipe muy poderoso. Pero fué Mateo de Oria de muy poca fé y verdad, y no pasaron muchos dias que malamente se torno á rebelar: y fué causa que el juez de Arborea perseverase en su pertinacia, y pensase con su ayuda quedarse en la posesion de aquel reino. Pues habiéndose concluido esto en tal sazon que genoveses

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nos, entendia el rey que dejaba en buen estado aquella isla : y mandó poner muy bien en orden el castillo de Quira, á donde dejó por alcaide à Guillen Sala, y otros castillos importantes, que eran Coronio. Santanno, Gabelin, la Faba, Castelpedres, el castillo y burgo de Oria, la villa de Cojines, Joyosaguarda, Villadascia, Conta, Villajoyosa, Norcato, Aguafreda, Tuluy, Vilanova de Sulei, Sacer, y la villa de Gireti: y quedó en Villadeiglesias Pedro Martinez de Sarasa, que era un muy buen capitan, y detúvose en esto el rey hasta mediado el mes de agosto. Murió en esta sazon don Artal de Pallás, á quien habia determinado dejar por capitan de la ciudad de Caller, que era el general que residia en la isla, y nombró en su lugar para aquel cargo á Olfo de Proxita; y porque lo de Lugodor quedase como converia, fué deliberado en el consejo del rey, que pasase por el Alguer: y embarcóse en el puerto de Caller á veinte y seis del mes de agosto, y navegó con toda su armada haciendo vela la via del Alguer, à donde se detuvo algunos dias, porque se fortificasen los lugares y castillos de aquel cabo de Lugodor. Estando ya para hacerse á la vela para Cataluña, á cinco del mes de setiembre, recibió una carta del juez de Arborea, en que decia que la condesa de Gociano su mujer le avisaba que los del lugar de Urisa, de la tierra de Gallura, no querian obedecer su mandamiento, ni entregar el castillo á Pedro de So, como estaba ordenado, afirmando que ellos estaban por el señor de Milan, y no por otro señor, y que avisaba de esto porque no se hiciese otra siniestra informacion al rey y que estaba aparejado de obedecer con todo su poder, lo que le enviase á mandar. A esto respondió el rey que atendido que aquel lugar estaba sujeto á él, ó á la condesa de Gociano su mujer, por todas las vias que pudiese, procurase que se redujesen á su obediencia, porque él no se hubiese de detener por esta causa, porque el tiempo era muy bueno para hacerse á la vela: y mandó á Blasco Fernandez de Heredía, y á Berenguer Dolms, y á Pedro del Bosque de su consejo, que quedaban en la isla de Cerdeña, que hiciesen instancia con el juez de Arborea, para que cumpliese lo capitulado: y si no quisiesen los de la villa se procediese contra ellos; pero no embargante esto los de Urisa perseveraron en su rebelion. Salió del puerto del Conde el rey con su armada otro dia que fué á seis de setiembre: y de allí se hizo á la vela, y tuvo próspero tiempo, y arribó á Badalona un sábado á la tarde cuando el sol se ponia, á doce del mismo mes de setiembre.

CAP. LX-De la muerte del rey Luis de Sicilia, al cual sucedió el infante don Fadrique su hermano y de la ida del rey á Aviñon.

Este año murieron en Catania, por el mes de julio, el infante don Fadrique, duque de Atenas y Neopatria y marqués de Rendazo, hijo del infante don Juan de Sicilia, y el conde don Blasco de Alagon, que eran los que sustentaban en aquel reino la parte y bando de la nacion catalana y aragonesa, y los que defendian el reino coutra el poder de la reina Juana, y del rey Luis su marido, y contra los de Claramonte, que se habian rebelado. Era el conde don Blasco muy viejo; y sucedióle en el condado de Mistrela don Artal su hijo, que fué muy valeroso, y sustentó la parte catalana contra los claramonteses, y tuvo otros dos hermanos que se llamaron Blasco, y don Juan de Alagon. Por la muerte

del infante don Fadrique que no dejó hijos ningunos, dió el rey don Luis el ducado de Atenas y Neopatria al infante don Fadrique su hermano, que fué el hijo tercero del rey don Pedro de Sicilia, porque el infante don Juan que fué el segundo era muerto; pero en el otoño siguiente, estando en la ciudad de Catania, adoleció el rey de una muy grave dolencia, y murió della en Yachi á diez y seis del mes de octubre deste año, siendo de diez y seis años y fué su cuerpo llevado sepultar á la ciudad de Catania. Dejó el rey don Luis dos hijos que no eran legítimos: el uno fué don Antonio de Aragon, y el otro don Luis de Aragon, que se crió en casa de la reina de Aragon su tia, á quien el rey don Martin de Sicilia dió la baronía de Tripi, y don Antonio casó con doña Beatriz, hija mayor de don Pedro de Ejérica, y no dejaron sucesion. Sucedió en el reino el infante don Fadrique su hermano, que era de trece años, y estaba enferme en la ciudad de Mecina. Fué nombrada por gobernadora y lugarteniente general de aquel reino, la infanta doña Eufemia su hermana: y siendo gobernado por mujer, y el rey tan mozo y de tan poco ser y valor, que le llamaron el Simple, se movieron nuevas alteraciones y guerras en aquella isla, no ya como ántes, entre catalanes á claramonteses, pero entre los mismos aragoneses y catalanes, y entre tios y sobrinos, y muy propincuos deudos, usurpando cada uno cuanto podia del estado del otro; y así ni habia mas justicia ni regimiento de cuanto prevalecian las armas. Por estas turbacio nes y escándalos, el rey no se pudo coronar ; ni aun se llamó rey en algunos dias: y para poderlo ser, la principal cosa que se hubo de proveer, fué confirmar al conde don Artal de Alagon el condado de Mistreta y las baronías y bienes feudales y el oficio de maestre justicier y otros que tuvo su padre: y esta confirmacion hizo á quince del mes de diciembre siguiente, llamándose infante y legitimo señor del reino de Sicilia. Con esto, y con asegurar otros señores, se intituló rey de Sicilia y duque de Atenas y Neopatria, y fué el primer rey que hubo de este título y de allí adelante quedó á los reyes sus sucesores y hoy le tienen los reyes de España, por razon del reino de Sicilia. No sé yo de reino ninguno de la cristiandad, que padeciese en un mismo tiempo tantos trabajos y males como aquél en esta sazon, que tenia por enemiga á la Iglesia y estaba entredicho y le hacian guerra la reina Juana y el rey su marido, dentro en su casa, y cada dia se le iban ganando lugares y castillos, por la rebelion de los de Claramonte: y lo que era última miseria, ser el rey tan mozo y simple, y gobernado por mujer y por parcialidad y bando, unas veces estando en poder de la infanta su hermana y del conde don Artal de Alagon y de Enrico Ruso, conde de Aidon, y de Bonifacio, Federico y de Orlando de Aragon y de Francisco de Veintemilla, conde de Girachi y de don Guillen de Peralta, | conde de Calatabelota y por otros de la parte contraria y habiendo tan grande disension y contienda entre los mismos barones catalanes y aragoneses, que le habian de amparar y defender, que era mucho mas fiera y terrible que la guerra que solian hacer los enemigos antiguos en los tiempos pasados. Entendiendo el rey de Aragon la perdicion y destruccion de aquel reino, y cuanto cumplía á su honor y estado socorrerá tanta necesidad y defenderle, como se habia tratado matrimonio entre la infanta doña Costanza su hija y el rey Luis de Sicilia su cuñado, acordó, que el matrimonio se efectuase con el rey don Fadrique: y habiendo

TOMO IV.

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partido de la ciudad de Barcelona para la villa de Perpiñan, en fin del mes de noviembre deste año, envió por esta causa al infante don Ramon Berenguer su tio, conde de Ampurias, al papa Inocencio. La suma des-ta embajada era, referir lo que habia sucedido en el viaje de la isla de Cerdeña, á donde fué por reducir aquella isla en mejor estado, por la rebelion de Mariano, juez de Arborea y de Mateo de Oria, sobre lo cual aventuró su persona y estado, á mucho peligro y trabajo, por lo que tocaba á su honor y al derecho de la Iglesia romana, por quien tenia el reino de Cerdeña y Córcega en feudo, y por nueva conquista se habia vuelto á reducir á su obediencia : y suplicaba, que el papa le hiciese gracia del censo que se debia por aquel reino del tiempo pasado, y por otros quince años, en ayuda de los gastos que se le habian ofrecido. Que tenian gran deseo de visitar al papa y hacerle reverencia, despues que llegó á su reino, mayormente hallándose tan cerca: y en su lugar enviaba al infante su tio y llevaba principal comision de procurar, que el papa y el colegio de cardenales, entendiesen en el remedio de las guerras y males que padecian el rey y reino de Sicilia y que se determinasen las diferencias que habia entre él y el juez de Arborea, y Mateo de Oria, sobre las cuales se habia concertado de comprometer en poder del papa: y para informar de los grandes abusos y daños que se seguian, por haberse proveido las prelacías y dignidades y beneficios eclesiásticos de sus reinos, por los pontífices pasados y por su santidad, en personas extranjeras: de que resultaba, que la mayor parte de las iglesias estaban desiertas y se disipaban y destruían y cesaba la hospitalidad, á donde se debia hacer. Pero el papa y algunos cardenales, que trataron de concordar al rey con la señoría de Génovale enviaron cierta capitulacion: y pareció al rey, ue para cosas de tan grande importancia, se requeria su presencia y determinó de ir á hacer reverencia al papa que estaba en Aviñon, y partió con algunos ricos hombres, y los principales fueron don Alonso de Aragon su primo, hijo del infante don Pedro; don Bernardo de Cabrera, don Juan Jimenez de Urrea y don Gilabert de Centellas. Partió el rey de Perpiñan mediado el mes de diciembre y llegó á Aviñon para la fiesta de Navidad del año de mil y trescientos y cincuenta y seis y fué recibido del papa y de todo el colegio, con muy gran fiesta: y el papa, con grande solemnidad, el dia de pascua celebró la misa, y siendo acabada, allí en la capilla del papa, el rey erigió en condado el castillo y villa de Denia, que era muy principal en su reino, por el puerto de mar y dió título della á don Alonso de Aragon su primo, poniendo debajo de los límites del condado, los lugares y castillos de Calp y de Altea, y los castillos y lugares de las montañas, que fueron de don Bernardo de Sarriá y eran del infante don Pedro, padre de don Alonso. Fué don Alonso gran príncipe y el que tuvo de la sangre real mayor estado en estos reinos, porque fué conde de Ribagorza y de Denia y fué el primer marqués de Villena y el primer condestable que hubo en Castilla, y el primer duque de Gandia y siendo en muy anciana edad, faltando la línea de lo reyes de Aragon en el rey don Martin, fué uno de los que pretendieron suceder en el reino, por ser el mas antiguo de los que descendian de la casa real de varon. Estuvo el rey muy pocos dias en Aviñon y en ellos se trató de cierta concordia entre él y la señoría de Génova por medio del papa y de algunos cardenales, á quien se cometió esta plática y lo que allí se tra86

rey Luis Utin, y de la hija primogénita del duque de Borgoña, y tambien pretendia suceder en los condados de Champaña y Bria. En esta pretension tuvo por muy contrario el rey de Navarra á Carlos de España, condestable de Francia, que fué hijo de don Alfonso y nieto del infante don Fernando de Castilla, y habiendo entre ellos malas palabras y muy injuriosas, de allí á algunos dias, unos escuderos del rey de Navarra ma

dice Aigle, estando en la cama. Esto fué segun parece, en anales de las cosas de Navarra, en el año pasado de mil y trescientos y cincuenta y cinco; y estando el rey en Perpiñan por el mes de diciembre, antes que partiese para Aviñon, envió el rey de Navarra á maestre Juan Cruzate, dean de Tudela, para que tratase que el rey se confederase con el rey Eduardo de Inglaterra, y se casase la infanta doña Costanza, que era su sobrina, con el príncipe de Gales y el rey no quiso admitir esta plática, por el deado y amistad que tenia con el rey de Francia, cuyo enemigo era el príncipe de Gales: y porque estando ya en Cerdeña, se trató lo del matrimonio de la infanta doña Costanza su hija, con el rey de Sicilia su cuñado. Era ido en aquella sazon á Francia por orden del rey, Francés de Perellós, que era su mayordomo y y de su consejo; y trató con el conde de Armeñaque, que era lugarteniente del rey de Francia, que el senescal de Carcasona viniese a Perpiñan para concordar una muy estrecha confederacion y liga entre ambos reyes: y por parte del rey de Aragon se hizo entonces muy gran instancia que se efectuase el matrimonio que se habia diversas veces platicado entre Luis conde de Anjous, hijo segundo del rey de Francia, y la infanta doua Juana su hija segunda, y teníala el rey en Perpiñan para este efecto, con propósito de enviarla luego á Francia. Despues, mediado el mes de enero deste año, desde Perpiñan volvió á Francia otra vez Francés de Perellós con otra nueva órden para tratar matrimonio del infante don Juan, duque de Girona, con alguna de las hijas del rey de Francia, y de la infanta dona Eufemia hermana de la reina de Aragon, con el conde de Alanzon, y de las infantas doña Blanca y dona Violante sus hermanas, con algunos grandes de la casa real de Francia, y tambien se trató de casar á la infanta doña Isabel, hija del rey de Mallorca, con el

tó sobre la diferencia que habia por Bonifacio, fué que el rey diese toda la isla de Córcega en feudo á los genoveses, los cuales pretendian tener ya título del papa de la mitad de ella, bien habia doscientos años: y que reconociesen tenerla, con cierto censo y tributo y que en toda la isla le tuviesen por rey y señor. Pedia el rey cincuenta mil florines de renta, por la infeudacion: y los genoveses dejaban en manos del papa y de algunos cardenales, que si la paz se concordase, decla-taron al condestable en una villa de Normandía que se rasen la cantidad: y en caso que se efectuase, pedian, que algunos barones Orias, ciudadanos de la señoría de Génova, fuesen restituidos en los lugares y villas que les habia el rey quitado, esceptuando el Alguer y todos los lugares fuertes y lo que tocaba á Mateo de Oria. En esta plática se ingirió la pretension que los señores de Milan tenian contra el rey sobre la Gallura, la cual decian pertenecerles en la isla de Cerdeña, por sucesion de una señora, y decian los genoveses, que no podian dar su consentimiento á la paz final, si el rey no la restituyese á los señores de Milan, para que la tuviesen en feudo por la corona de Aragon: y tratábase que esta diferencia la cometiese el rey en poder de dos cardenales, y que como jueces delegados por el rey, lo decidiesen y declarasen en la ciudad de Aviñon, y fuese con condicion, que en caso que se les hubiese de adjudicar la Gallura ó parte della, pudiese el rey, con arbitrio y reconocimiento de los legados, dar la recompensa en dinero. No se declara en aquella relacion quién fuese esta dueña, por cuyo derecho pretendian los señores de Milan la Gallura y yo conjeturo que fué la hija de Nino, juez de Gallura, que era de la casa de los Vicecomites, que como está dicho en estos anales, casó con Ricardo de Camino, señor de Treviso, de quan no debió quedar sucesion. Pero las cosas se queda. on como ántes estaban, en rompimiento, por la rebelion de Mateo de Oria, porque apenas era llegado el rey á Cataluña, y luego entendió en apoderarse de al gunas fuerzas y castillos del cabo de Lugodor: y por trato que tuvo con los sardos, que estaban en el castillo de Oria, le tomó á hurto por estar el alcaide ausente, y así se volvieron á revolver las cosas como ántes. Hubo el rey entonces dispensacion del papa para el matrimonio de la infanta doña Costanza su hija, y del rey don Fadrique de Sicilia, que estaba ya concordado: y cuanto à la pretension de la sede apostólica contra el rey de Sicilia, lo cometió el papa á los cardena-hijo del conde de Armeñaque, y era contento el rey les de Boloña, Prenestino y de Magadelona: y acabado esto en principio del mes de enero, se partió el rey de Aviñon y se vino á Perpiñan, y de allí envió por sus embajadores á Sicilia á Armengol Martin y Berenguer Carbonell, secretario de la reina doña Leonor, para tratar con el rey don Fadrique, que enviase sus embajadores á la corte del papa. Tambien el primer dia de marzo deste año, el rey erigió en condado la ciudad de Vich, con una legua al derredor, que se llamó el condado de Osona, y se dió á don Bernardino de Cabrera, y de allí adelante se llamó conde de Osona.

CAP. LXI. De la prision del rey de Navarra.

Tenia el rey de Francia en este tiempo guerra con los ingleses y sucedió, que siendo casado Carlos rey de Navarra, con madama Juana su hija, despues de sa coronacion puso nueva demanda al rey su suegro, de diversos estados que le pertenecian en Francia, seПaladamente del ducado de Borgoña, que decia tener derecho á él por parte de su madre, que fué hija del

que el infante de Mallorca su hermano le hiciese dona-
cion de todo lo que le pertenecia en la suma que el rey
de Francia quedaba debiendo del precio de la villa y
baronía de Mompeller, que el rey de Mallorca habia
vendido al rey Filipo de Francia. Mas puesto que
ninguno destos matrimonios se efectuó,
la paz
entre
los reyes se confirmó, y el rey de Francia envió á pe-
dir al rey que le enviase con Francés de Perellós algu
nas galeras de armada, y que con ellas pasase á las
costas de Bretaña, por la guerra que tenia con los in-
gleses. Luego tras esto, por el mes de abril deste año
sucedió, que estando el rey de Navarra en Roan co-
miendo con Carlos Delfin y duque de Normandía su
cuñado, llegó el rey de Francia á muy gran furia,
que era partido de París por esta causa, y prendió al
rey de Navarra y al conde de Arecurt y al señor de
Grabella y á otros que fueron luego muertos: y el rey
de Navarra se puso en prision en Chateaugallart sobre
el rio Sena, y despues fué llevado á Picardía al casti-
llo de Alozen Paluel. Por esta prision del rey de Na-
varra, Gaston conde de Fox, que estaba casado con su

hermana, procuró que el rey rompiese la amistad y confederacion que tenia con el rey de Francia, y sobre esto vino á Perpiñan por el mes de julio deste año, y asentó nueva alianza con el rey, obligándose de servirle; pero el rey no lo quiso otorgar, sino exceptuando siempre al rey de Francia, que en la misma sazon envið á Perpiñan con mastre Juan Thalemar, de su consejo, y con Pedro Estatise su tesorero, á informar al rey de los escesos y delitos que el rey de Navarra habia cometido contra su persona real y en ofensa de su corona: por lo cual habia procedido contra él, y le tenia preso; pero el rey considerando el deudo que tenía con el rey de Navarra, que era tio de las infantas doña Costanza, y doña Juana sus hijas, intercedió cuanto pudo con el rey de Fraucia, que se mostrase placable y clemente con el rey de Navarra, pues era su yerno: y no queriendo el rey de Francia tomar su consejo se siguieron grandes daños y males en su reino dentro de breves dias, porque luego pasó el duque de Alencastre, de Inglaterra á Normandía, en ayuda del infante don Felipe, hermano del rey de Navarra; y por otra parte entró en Guiana con muy poderoso ejército Eduardo príncipe de Gales, hijo del rey de Inglaterra, que era mancebo muy valeroso, y de gran corazon, y por su entrada se dió la batalla de Puitiers, y en ella fué vencido y preso el rey de Francia, de que se siguieron grandes adversidades y guerras en aquel reino.

CAP. LXII.—De la armada que el rey envió á Cerdeña contra genoveses y contra Mateo de Oria.

Habia el rey enviado á instancia del papa Inocencio, sus embajadores á la ciudad de Aviñon, para tratar de la paz con la señoría de Génova, y detuviéronse allá mas de dos años, tratando con ciertos cardenales

que el papa habia nombrado de los medios de la concordia: y aunque se hallaban algunas formas bien justificadas y razonables, con que la paz se puso bien adelante, y el rey venia en ellas; pero la señoría con grande presuncion y soberbia, las desechó, y persistieron en pedir algunas cosas muy deshonestas, que no convenia á la autoridad del rey concederlas. Entendiendo el rey el estado en que las cosas estaban, hallándose en Barcelona el primero de marzo deste año, mandó hacer una buena armada, para resistir al mal propósito de los genoveses, que hacian muy grandes aparejos de guerra. Estaba en esta sazon la isla de Cerdeña en mucha necesidad, así por la guerra de genoveses, como por la rebelion de Mateo de Oria, que con traicion se habia apoderado del castillo de Oria contra la paz y concordia que se habia tomado estando. el rey en la isla de Cerdeña, y deliberó de enviar por general de la armada á don Gilabert de Centellas: y en ella iban muy buenas compañías de gente de caballo y de pié, lanceros y ballesteros: y eran capitanes de la mar, fray Galcerán de Fenollet, que iba por gobernador del cabo de Lugodor, y Bonanat de Mazanet, viccalmirante de la isla de Mallorca y echáronse seis galeras nuevas al agua, las dos de veinte y nueve bancos, porque fuesen mas girantes y lijeras para corso, y las otras cuatro de treinta bancos, como era lo mas ordinario. Esta armada salió de la playa de Barcelona casi en fin de mayo, y mandó el rey que se fuésen á embarcar á Colibre: é hiciéronse á la vela en

principio del mes de julio: y habian de ir en ella don Pedro de Luna, y don Juan Martinez de Luna y otros caballeros de Aragon; pero el rey mandó, que quedasen por causa de la guerra que se movió entre él y el rey de Castilla.

LIBRO IX.

CAP. I. De las causas que precedieron à la guerra que se movió entre los reyes de Castilla y Aragon. Comenzóse tambien en este año la guerra entre los reyes de Aragon y Castilla, y continuóse con furor y ódio increible mucho tiempo: en la cual el rey de Aragon estuvo en peligro de perder el reino, y vió gran parte del en poder de su enemigo: y á la postre, el rey de Castilla por causa desta guerra perdió la vida, y vino á morir en manos de su hermano y la sucesion de aquellos reinos fué devuelta en persona no legítima. Ambos reinos padecieron grandes estragos y no fué la menor persecucion suya, ser los reyes que en estos hechos concurrieron de ánimo feroz, y mas inclinados á rigurosa venganza que á clemencia: y aunque el nuestro se justifica mucho en las causas de la guerra, y encarece la crueldad de su adversario, él no fué el mas manso y benigno rey de sus tiempos: y fuera grande alabanza suya, que con razon no pudiera tambien ser notado de demasiadamente severo

y cruel, como lo fue el rey don Pedro de Castilla. El uno y el otro cruelisimamente persiguieron á sus propios hermanos hasta la muerte: y aunque el rey de Castilla se señaló ser de ánimo mas fiero y cruel, en la forma que tuvo en derramar tanta sangre ilustre de sus naturales, fuera de la órden que disponian las leyes de sus reinos, el nuestro no tuvo aquel lugar de perseguir á los suyos, con aquella superioridad, viéndose en tanta afrenta y peligro: y no sé si fué mas pernicioso y terrible que su adversario, en el modo que siguió de ejecutar su ira, con color y voz de justicia, no lo siendo. Pasaron los aragoneses en esta guerra, que tuvieron con Castilla, grandes peligros y trances, sosteniéndola dentro de sus propias casas, y en la yema del reino mucho tiempo: siendo la causa della, ódio y enemistad terrible que se tuvieron los reyes, é interés particular de los que procuraron de encmistarlos. Mas porque el rey en su historia, y Pedro Lopez de Ayala, que compuso la del rey don Pedro de Castilla, solamente refieren la ocasion que se

don

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