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cerdan, á un lugar que se llamaba Haya: y por falta de viandas se volvieron sin hacer tala ninguna, ni otro daño. Tenia ya en este tiempo el rey en su obediencia y servicio á don Pedro de Fenollet, vizconde de Illa, y á Aimar de Moset, y otros caballeros naturales de Rosellon: y mandó restituir al vizconde las baronías de Portilla y de Lienzas, entendiendo, que pertenecian á don Andrés de Fenollet su hijo, por razon de dona Marquesa su madre. Estuvo el rey en Gerona seis dias esperando las huestes de Cataluña, y por proveer de todo lo necesario para su entrada en Rosellon: y mandó poner la gente de don Lope de Luna en Peralada, y la de don Blasco de Alagon con las compañías de los infantes don Jaime y don Pedro en Vilanova, y don Pedro de Ejérica con sus compañías, se aposentó en Ezfar y Vilasequer y don Felipe de Castro en Siurana, y Miguel Perez Zapata y Sancho Perez de Pomar, se pusieron con sus compañías en Barraza, y Galvan de Angiesola con las suyas en Cabañas, y don Juan Fernandez de Luna, que fué señor de Lurcenic, y era caballero muy principal, y murió en esta guerra, y otros capitanes, se aposentaron á una legua en torno de Figueras. Desta manera se repartió la gente en el Ampurdan, aunque se volvieron de allí hasta ciento cincuenta de caballo, porque no se les cumplia la paga del sueldo, y hubo gran descontentamiento en la gente que habia estado en la frontera de Rosellon; pero el rey se ponia en esta guerra con tanta aficion, que procuraba de contentarlos y granjearlos á todos. Tambien el infante don Jaime y don Lope de Luna, que eran muy importunados de los caballeros que los servian, se quejaban, que á los caballeros de Aragon se les debia e sueldo de quince dias, y á los de Cataluña, que estaban con ellos de diez, y desta demanda se enojó el rey y les dijo, que se fuésen, que con los que habia conquistado á Mallorca pasaria á Rosellon. Pero despues, recelando el rey que se partirian, habló aparte con cada uno de los ricos hombres, y prometióles en su fé real, que les mandaria pagar cuando estuviesen en Rosellon, el sueldo de un mes, que se les podria de

caballos que habían perdido, y demás desto otro socorro para poderle servir en la empresa de los condados. Porque decian que de otra manera no le seguirian mas adelante, y el rey era contento de proveer en lo del sueldo, porque lo demás requeria mas tiempo. Luego que el rey llegó á Barcelona, envió á Jaime Escribá su vice almirante con doce galeras al rey de Castilla, y proveyó que Mateo Mercer se viniese con las otras diez que tenia en el estrecho, y porque en esta sazon llegó á Barcelona un caballero de casa del rey de Castilla que se decia Rui Martinez, y el rey de Navarra se determinó de ir á la guerra que el rey de Castilla hacia á los moros, fué enviado á Navarra don Pedro de Ejérica. Mandó luego el rey convocar sus huestes por toda Cataluña para que le siguiesen la via de Rosellon: y proveyóse con toda furia de hacer la entrada y guerra contra los condados de Rosellon y Cerdania, y por Conflente, Valespir y Colibre: y entendiendo el rey en apresurar su expedicion, llegó á Barcelona a once del mes de julio el cardenal de Roders, que se intitulaba de San Ciriaco en las Termas: y era presbítero cardenal, y muy devoto y aficionado al servicio del rey, porque su padre fué catalan, natural del vizcondado de Cardona, y envióle el papa por su legado, y con él venia fray Bernardo Oliver, de la órden de san Agustin, que era obispo de Huesca y despues lo fué de Barcelona y de Tortosa, y era segun el rey escribe en su historia, uno de los mas famosos maestros en teología que hubo en sus tiempos, y era natural de la ciudad de Valencia, y venian para tratar de medios de paz entre el rey y el rey de Mallorca. Salió el rey á recibir al cardenal y aquel dia se juntaron con el obispo de Huesca, y muchos prelados, religiosos y letrados, y fué á hablar al rey, en presencia de los de su consejo, y tuvo un largo razonamiento, para persuadir al rey á la concordia, rogándole de parte del santo padre, y de la santa madre Iglesia, que recibiese á su clemencia al rey de Mallorca. Respondió el rey á esta plática en breves palabras, y recontó generalmente los excesos de su adversario, y | haciendo el cardenal instancia, que se sobreseyese deber, por el tiempo que entrasen hasta volver á sus caproceder contra él, porque el rey de Mallorca trataba de estar á derecho en cierta forma delante del rey, se le respondió, que deliberaria sobre ello. Otro dia tuvo el rey convidados al cardenal y al infante don Pedro, y el rey, despues de comer, se salió á dormir á Granollérs, para proseguir el camino de Gerona, y llevaba consigo todos los ricos hombres y caballeros que se hallaron con él en Mallorca, excepto don Ramon de Anglesola, don Juan de Arborea, don Alonso Roger de Lauria, don Gonzalo Diaz de Arenos, don Ramon Cornel, Olfo de Proxita, don Gonzalo Jimenez de Arenos, mosen Gonzalo García, mosen Jaime de Esplugues, y algunos otros que se fuéron á sus casas, con licencia y voluntad del rey, y eran ya vueltos al servicio del rey, don Juan Jimenez de Urrea, don Ramon de Peralta y don Felipe de Castro su hijo, que eran venidos para Aragon. Fué el rey otro dia domingo á san Seloni y el cardenal por otro camino se fué à Villabeltran, que está en el vizcondado de Rocaberti, y entró el rey en la ciudad de Gerona martes á quince de julio, y halló allí al infante don Jaime su hermano y á don Lope de Luna, y otros muchos ricos hombres, y hasta tres. cientos caballeros, que habian quedado en aquella frontera, cuando el rey pasó á la isla de Mallorca, que se habían venido de Cerdania, á donde hicieron entrada y sus correrías: y llegaron cerca de la villa de Puig-bró pagarlos, mandó el rey al infante don Pedro su tio

sas, y fueron contentos y todos le siguieron. Entonces mandó el rey al almirante, que con toda la armada se fuése á la playa de Canet, para que en llegando su ejército á Rosellon, se pudiese proveer con ella de todo lo necesario: y dejó en cabo de Creus algunas galeras de las mas lijeras, para que hiciesen guarda á los navíos que llevaban bastimentos, y en otras galeras se enviaron á Leocata y Narbona, Aimar de Moset, Ramon Totzó, Pedro Borro y Guillen Albert, que iban para tratar, que los lugares de Rosellon se alzasen contra el rey de Mallorca. Publicóse en el mismo tiempo, que Roger de Comenge y algunos capitanes franceses, tenian junta mucha gente, para entrar por el Val de Aran á hacer daño en el condado de Pallás: y con esta nueva, el rey mandó á un rico hombre de Aragon, que tenia cargo del gobierno de aquel valle, y era alcaide de Castellon, que se llamaba don Tomás Perez de Foces, que con la gente que tenia, les tomase los pasos, y saliese contra aquella gente: y porque los del condado de Comenge, por este tiempo, con voluntad de los del valle de Benasque, habian hecho nuevo camino y paso en los puertos de Auba y Gorguta, por donde pasaban caballos y diversas mercaderías, por eximirse de los derechos que se pagaban al rey en el camino del Val de Aran, á donde siempre se acostum

que era conde de Ribagorza, que proveyese que se cerrasen, y partió de Girona lúnes á veinte y uno de julio, é iban con él los infantes don Jaime y don Pedro, y los ricos hombres, con toda la gente de guerra que allí estaba: y con los caballeros de su casa se fué derecho á Figueras.

CAP. LXX.-Que el rey de Mallorca envió á pedir al rey salvo conducto, para ponerse en su merced, y no se le quiso conceder.

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Vino otro dia martes á Figueras un religioso de la órden de san Agustin, que se decia fray Antonio Nicolás, con una carta del cardenal y otra de los cónsules de Perpiñan, en que suplicaban al rey, fuese servido mandar dar salvo conducto á los mensajeros que le querian enviar y el rey lo concedió luego y aquel religioso se volvió con él; pero los mensajeros no vinieron: y el viernes siguiente, que fué dia de Santiago, llegó un familiar del cardenal, que se llamaba Ugo de Arpayo, con una carta suya de creencia, y traia otra del rey de Mallorca. Era el tenor de la que escribia el rey de Mallorca, que no embargante lo que habia pasado entre ellos, recibiria gran placer, que los dos se viesen, con que él viniese seguro y por ella le rogaba, que no dando crédito á las cosas que podian ser causa de estorbarlo, tuviese por bien de concederle tal forma de seguro, cual el mensajero la pediria: porque no tenia duda que se siguiese gran bien de las vistas. Lo que el mensajero pidió fué, que el rey le asegurase la vida y que no recibiese lesion en su persona, y que con esto se pondria en su poder. Sobre esta demanda se tuvo acuerdo por los del consejo del rey, en el cual solamente se hallaron al principio el infante don Pedro, el vicecanciller Arnaldo Zamorera, micer Rodrigo Diaz, micer Juan Fernandez Muñoz, Blasco de Aisa, y Mosen Jaime de Ezfar, que eran letrados y aconsejaron al rey, que no diese tal seguro, porque seria muy perjudicial á su derecho, y ponia en perdicion, y estra gaba todos sus negocios, y llegando despues el infante don Jaime, don Pedro de Ejérica y don Lope de Luna, comunicándoles el rey el parecer de aquellos letrados, le tuvieron por bueno, y se conformaron con él. Con esta resolucion partió el rey de Figueras lúnes á veinte y ocho de julio, y con él iban los infantes don Jaime y don Pedro, don Pedro de Ejérica, don Lope de Luna, don Blasco de Alagon, don Juan Jimenez de Urrea, don Felipe de Castro, don Juan Fernandez de Luna, señor de Lurcenich, mosen Miguel de Bellera; don Pedro, vizconde de Vilamur, Simon de Mur, Galvan de Anglesola, Ramon de Abella, Acart de Mur, Galcerán de Belpuig, don Artal de Foces, don Gilabert de Centellas, Sancho Perez de Pomar, Pedro Dalmao, Miguel Perez Zapata, y otros caballeros, y podian ser todos hasta mil y doscientos hombres de caballo y juntamente con las compañías de Girona, Manresa, Caules, Piera, Besalú, y de San Pedro de Oro y de Figueras, y de algunos otros lugares del rey, y mas de cuatro mil acémilas, que llevaban los pertrechos y bastimentos necesarios, se fué el rey á la Junquera, que está al pié de los montes que dividen á Cataluña de Rosellon y asentó su real en el campo. Aquel dia Hlegó el mismo religioso de la órden de san Agustin at rey, y dióle otra carta del rey de Mallorca, en la cual se contenia, que no obstante que algunos, mas por su provecho, que por el del rey, le persuadian, que no consintiese en las vistas, le pluguiese condescender á ello, y dar crédito á aquel religioso, y entender bien

TOMO IV.

lo que de su parte le diría, y tenerlo secreto: y que considerase, que en las vistas no podia perder nada, y se aventuraba á ganar: y pedia, que diese á aquel padre audiencia secreta. Leida la carta, retiróse el rey á una parte de su tienda con el religioso, sin que hubiese persona alguna con ellos, antes mandó apartar al infante don Pedro, y la suma de la plática fué, pedir al rey, que mandase dar salvo conducto al rey de Mallorca, para que pudiese venir á las vistas seguramen-. te y que estaba aparejado de consentir, que un cardenal, cual el rey nombrase, fuese juez, sobre lo que tocaba al hecho de Mallorca, si pertenecia al rey ó á él y que el rey fuese obligado de pasar por lo que sentenciase diciendo, que el rey de Mallorca sentia en su corazon por cosa muy grave, que fuese desposeido de la isla de Mallorca, siendo el principal título de su reino. Cuanto á lo que concernia á los condados de Rosellon y Cerdania, decia, que el rey de Mallorca estaria á lo que el rey juzgase, con que no se le quitase la posesion de aquellos estados y habiendo el rey dado su sentencia, ó determinado sobre ello, se le restituyesen. A esto, sin tomar acuerdo con los infantes, ni persona alguna, respondió luego el rey, diciendo, que se maravillaba mucho, que aquel padre, siendo hombre de letras, se hubiese encargado de tratar semejante creencia, y tambien del rey de Mallorca, como podia enviarle tal mensajería : porque parecia que le tenia por mozo. Que Dios sabia', que él no tenia codicia de cosa alguna de lo suyo, pues se tenia por contento del reino que Dios le habia encomendado: y que él habia hecho al de Mallorca muchas honras y beneficios, y no cuales se acostumbraban hacer de señor á vasallo, pero como á igual y compañero; y le habia honrado tanto, que no pudiera hacer mas al rey de Francia; y él no se teniendo por contento desto, le habia denegado el feudo y por esta causa hubo de proceder contra él á ocupar á Mallorca y pues nuestro Señor le habia encaminado en lo que se habia ejecutado, seria gran error poner aquel hecho en poder de terceras personas. Decia, que siendo él juez y supremo en el conocimiento del delito que habia cometido, le seria muy perjudicial consentir, que otro juzgase sobre ello: y cuanto á lo que toca á los condados de Rosellon y Cerdania, que se pusiesen en su poder libremente con toda la tierra, segun lo disponia el usaje: y que él haria justicia: y con esto despidió aquel religioso. Luego mandó el rey llamar al infante su tio, y á don Pedro de Ejérica, y á Galcerán de Belpuig, y á Miguel Perez Zapata, y comunicóles la mensajería que el fraile le habia traido, y la respuesta: y pareció al infante, que en lo que tocaba á Mallorca, estaba bien respondido; pero en lo de Rosellon y Cerdania, le parecia muy cruda la respuesta: y á los otros, segun el rey dice, pareció, que en todo estaba bien respondido. Habia traido aquel religioso otras dos cartas, una del legado, y la otra de los cónsules de Perpiñan, que se presentaron ante los del consejo del rey y entre otras cosas, se contenia en ellas, que no podian enviar al rey sus mensajeros, segun le habia enviado á decir: y pedian, que se les enviase el proceso, que se habia hecho contra el rey de Mallorca en pública forma. A esto respondió el rey por su carta con alguna aspereza, diciendo, que los de Perpiñan se hacian muy ignorantes de su proceso, siendo tan notorio à todas gentes; y amenazólos que si no obedecian, se castigaria de manera, que á sus sucesores quedase de aquel caso lamentable memoria.

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CAP. LXXI. De la entrada del rey con, su ejército en
Rosellon: y que se apoderó del lugar de Canet, y de otros

castillos.

recho á Canet, y alojóse á la ribera del rio delante del castillo: : y comenzaron á correr la tierra de Rosellon, Aquel dia vino al real el legado, para tratar de alguna concordia, y el rey le dió por respuesta, lo que á los Salió el rey de la Junquera, mártes á veinte y nueve otros mensajeros, y en conclusion della mostró el rey de julio, y movió con sus batallas ordenadas, porque se gran sentimiento, que el rey de Mallorca hallase tanto creyó, que al pasar de la sierra resistirian la entrada favor en la curia romana, porque habiendo él procuen el collado de Panizas y en el Pertús llevaban esta rado, y el infante don Pedro en su nombre, que viórden, que en la avanguarda iban, el infante don Pe- niese por legado á su reino un cardenal, por la difedro, como senescal del ejército, y el infante don Jai- rencia que hubo entre él y el infante don Fernando su me, el vizconde de Vilamur y Simon de Mur, Ramon hermano, jamás lo pudo acabar: y el rey de Mallorde Abella, Guillen de Bellera y Pedro de Mallan, con ca, por este hecho, habia traido dos cardenales: y sus compañías, que eran hasta trescientos y cincuen- que este era demasiado favor, y no habia razon porta de caballo: y con ellos iban los pendones y gen- que la Iglesia romana se señalase tanto. Porque decia, te de Manresa y Piera y de otros lugares. Las otras que no hubo rey de Aragon hasta él que no hubiese buestes de Cataluña, y el bagaje, iban en medio, entre derramado su sangre por el servicio de Dios, ó por la la avanguarda y la retaguarda, á donde estaba la Iglesia, ni habia rey en el mundo, á quien mas oblipersona del rey: y con él iban don Lope de Luna, don gacion tuviese la Iglesia romana que á él: y si el papa Blasco de Alagon, don Juan Jimenez de Urrea, don pensaba, que le era en cargo por el reino de Cerdeña, Felipe de Castro, don Juan Fernandez de Luna, Gal- entendiese, que en aquello era antes la Iglesia en carcerán de Belpuig, Galvan de Anglesola, Acart de Mur, go á la corona de Aragon, que la habia conquistado: Miguel Perez Zapata, y Sancho Perez de Pomar, con porque de san Pedro no tenian sino un pedazo de perlos pendones de Girona, Besalú, Figueras y de la ve- gamino, que fué la bula de la donacion de Cerdeña: y guería y porque alguna parte del bagaje quedaba re- su padre la habia ganado por la lanza, y sacado de pozagado, proveyó el rey, que don Pedro de Ejérica, der de pisanos, que eran desobedientes á la Iglesia, con cien caballeros, fuése detrás de todas las batallas: que se la habia dado, y en su lugar ganaba un rey por y con esta órden pasó el rey con su ejército por el co- vasallo; y así fué despedido el cardenal y se fué á Pia, llado de Panizas, sin que hubiese resistencia. Al tiem- |á donde se detuvo algunos dias. De allí envió el rey á po que el ejército pasaba el puerto, un escudero de la ❘ requerir á don Ramon, vizconde de Canete, con Racasa del rey, y algunos que iban al sueldo del rey, se mon de Villafranca, alguacil real, y con Francés Fox, desmandaron, y Jimeno de Esparza, con algunos de su secretario, que le rindiese sus fortalezas y castillos caballo, que no quisieron guardar su órden, los si- y se pusiese debajo de su obediencia, y se viniese á su guieron y subieron á lo alto de la montaña: y fuéron servicio, segun lo que habia ofrecido en Mallorca, `y á combatir el castillo de la Bellaguarda, que está de la cumpliese lo que el vizconde su padre, y otros varones otra parte de la cumbre de la sierra: y pelearon con la habian jurado al rey don Jaime su abuelo. Esto fué gente que habia en su defensa, y fueron algunos heri- viernes primero de agosto; y despues de haberse hedos y muertos: y el rey con su ejército se fué á alojar cho la recuesta al vizconde, tomó tiempo para resá la ribera del Teth, delante de un lugar, que se dice ponder: y finalmente, interviniendo en ello don Felipe San Juan, cerca del Volo. Allí estuvo aquella noche y de Castro su cuñado, hizo el reconocimiento que deotro dia movió el ejército, continuando su camino, é bia, y vínose á poner en poder del rey á su tienda, y iban los infantes en la avanguarda, como el primer dijo, que cuando el rey entró en Mallorca con su ejérdia, y ́seguia el bagaje á la mano derecha, y las hues-cito, habia sido preso, y era obligado de entregarle tes y pendones de Cataluña, y los almogáraves á la mano izquierda, cuyo general era don Juan Fernandez de Luna; y en la retaguarda iba el rey con los ricos hombres que se han nombrado, y con ellos iba don Pedro de Ejérica y mas atrás Galvan de Anglesola, con la compañía del infante don Fernando, hermano del rey, y don Artal de Cabrera, que hacian la guardia á parte del bagaje que quedaba rezagado. Prosiguiendo el ejército su camino con esta órden, algunos hombres de caballo y de pié, que iban desmandados, se apartaron y fuéron á combatir una torre, que estaba fuera del camino, que se decia, la torrefde Nidoleres, en la cual habia gente de guarnicion y fué combatida tanifieramente, que antes que el rey llegase, que iba á estorbar el combate, fué entrada por fuerza y quemada, y murieron todos los que estaban en su defensa, y no quisieron recibir á ninguno á vida. Fuése el rey aquella noche junto de aquella villa, y alojó su real en lo bajo, cerca de Elna, cabe una gran pradería y cerca del rio: y allí vinieron el obispo de Huesca y Ugo de Arpayo, á pedir al rey, que tuviese por bien, que el rey de Mallorca le viese; y el rey, entendiendo, que no traian otra cosa nueva, y que pedian lo mismo que se les habia denegado, dióles la misma respuesta: y de allí se fué el rey otro dia camino de

su persona, y que pedia, le señalase lugar donde se pusiese, y el rey señalóle, que estuviese en el lugar que á él pareciese dentro de la diocesi de Girona. Despues que el vizconde se vino á poner en poder del rey, se movió gran division entre los de Canet y los capitanes, que el rey de Mallorca habia puesto en guarda de aquel lugar, que eran Guillot Cesfonts, y un caballero de Rosellon, que se decia Francés Dolms, y la gente que estaba en guarnicion desamparó el lugar. Sucedió el dia siguiente, que la gente de Manresa, con algunas compañías de soldados, fuéron á combatir un castillo junto à la mar y cerca de Canet, que se llama Santa María dejla Mar, y fué luego entrado por combate, y mandolo el rey fortalecer: y Jimeno de Esparza, que era continuo del rey, con algunas compañías de almogáraves, que tenia á su cargo, fué á combatir á Castel Roselló, que era muy cerca de Perpiñan, en las ruinas de la antigua Ruscino, y juntandose algunas otras compañías de gente de guerra, se le dió muy fuerte combate y entróse por fuerza de armas, y por otra parte algunas compañías del ejército, que anduvieron corriendo á Rosellon en torno de Perpiñan, tomaron otro castillo, que se decia Castelarnau Subirá y lo quemaron. El domingo siguiente, el vizconde de Canet mandó entregar el castillo de Canet

y subió á lo alto, y con sus batallas ordenadas atravesó la ribera, y por entre unas lagunas manantiales se fué à Canet y asentó sus tiendas entre el castillo y la mar, y detúvose allí el jueves y el viernes que fué dia de nuestra Señora de agosto, para recibir el bastimento que venia para su real.

CAP. LXXII.-Del sobreseimiento de guerra que el rey concedió al rey de Mallorca por contemplacion del legado apostólico.

Haciendo el rey la guerra en Rosellon al rey de Mallorca desta manera, y quemando y talando las vegas y campos que son muy fértiles y abundosos, partió el sábado á diez y seis de agosto de aquel lugar junto de Canet y fuése á Claira, y otro dia domingo mandó talar las viñas y vega de aquel término. Este dia á la tarde llegó allí el cardenal para proseguir la plática del asiento y concordia que se habia movido: y por su honor y respeto, el rey mandó cesar de la tala, y prohibió que ninguno hiciese daño á los de la villa. Tuvo el cardenal una larga plática y razonamiento con el rey, procurando de persuadirle, que por honra y reverencia de la sede apostólica, y por su contemplacion, que era su natural y gran servidor, tuviese por bien de poner algun sobreseimiento en aquella ejecucion que hacia contra el rey de Mallorca y sus estados: y despues de haber pasado entre ellos muchas palabras, el rey le respondió que tendria acuerdo sobre lo que debia hacer: y con esto el legado se volvió al lugar de Pia. Mandó entonces el rey juntar los infantes y ricos hombres que allí estaban con él, , y algunos caballeros, personas señaladas y de ancianía que tenian mucha experiencia y noticia de cosas de estado, y á los de su consejo, y á los ciudadanos de Barcelona y Valencia: y con ellos se trató aquel dia cerca de lo que el legado suplicaba con tanta instancia. Otro dia lúnes, el rey se detuvo en aquel mismo puesto cerca de Claira, y no cesaba el legado, con el obispo de Huesca y con otras personas que con él andaban, de tratar con el rey para inducirle al sobreseimiento: y finalmente por su grande instancia y por

á don Felipe de Castro, en nombre del rey, y el rey en- | Partió el rey de aquel lugar miércoles á trece de agosto vió al vizconde y á la vizcondesa su mujer y á su casa, con una galera, para que estuviesen en el lugar que escogiesen en el obispado de Girona, y no saliesen dél; y otro dia lúnes mandó el rey fortificar el castillo de Canet y poner en él gente de guarnicion y bastecerlo de las viandas que iban por mar, y mandó á don Felipe de Castro que lo entregase á fray Guillen de Guimerá, caballero de la orden de san Juan: y deliberóse que fuésen á poner cerco sobre Perpiñan. Partió el rey del Ingar de Canet, con sus batallas ordenadas, miércoles á seis de agosto, y fuése á poner con su ejército muy cerca de Perpiñan, entre una casa del hospital de San Juan que decian Basoles y la villa, y habiendo asentado las tiendas salieron de Perpiñan algunos de caba llo y de pié, y comenzaron á escaramuzar con la gente del rey, y á la tarde cuando se ponia el sol, que era contrario á la gente del rey, vinieron á combatir con una parte del ejército algunas compañías de caballo y de pié, que salieron de la villa por la puerta de Canet, y sintiendo el rebato don Juan Jimenez de Urrea con los de su compañía, y mosen Jaime de Romani por otra parte, subieron en sus caballos tan apriesa que no se acabaron de armar, y con algunos que los si- | guieron, hirieron en ellos y les rompieron y fueron en su alcance, hasta que los hicieron entrar por la puerta de la villa huyendo: y á vueltas dellos se entró dentro y fué preso Martin de Sayas que era de la compañía de don Juan Jimenez de Urrea. Fueron heridos muchos de la gente de caballo de la villa, y entre ellos fué herido y preso Guillot Cesfonts, y quedaron de aquel reencuentro tan amedrentados, que de allí adelante no salian á escaramuzar como solian. Estuvo el rey con su ejército en aquel lugar otro dia jueves, y mandó que mosen Ramon de Copones, que era teniente de procurador en Cataluña, y Francés Fox su secretario, requiriesen á los vecinos de Perpiñan que le obedeciesen, y llamáron los para que saliesen al muro, pero no dieron respuesta ninguna, y otro dia viernes el rey partió de aquel lugar con sus batallas ordenadas para que se hiciese la tala en los campos y vegas de los perpiñaneses, y fueron talando las viñas y olivos, y quemando todos los árboles en tor-fía, habido consejo con los infantes, ricos hombres, y no cerca de los muros de Perpiñan: y fuése con su ejército prosiguiendo la tala en las viñas debajo de la villa, hasta un lugar que se decia Vernet: y saliendo algunos fuera de la barrera, fueron presos y muertos. Estuvo el rey el sábado siguiente que fué á nueve de agosto en aquel lugar, y mandó que la gente de pié continuase la tala, y envió á don Pedro de Ejérica con doscientos de caballo y con el pendon de Manresa, y algunas compañías de gente de pié, juntamente con el vizconde de Illa, que saliesen al encuentro á mil y quinientos de pié y doce de caballo que bajaban de Cerdania para socorrer á Perpiñan; pero antes que se encontrasen, habiéndose puesto don Pedro en celada, fué sentido y visto, y aquella gente se volvió huyendo y se recogió á Roders, y dentro de algunos dias se entraron en Perpiñan sin ser sentidos. Detúvose el rey en aquel lugar el domingo, por esperar á don Pedro de Ejérica, y porque se continuase la tala, y otro dia Júnes partió con parte del ejército á combatir un lugar que se dice Soles, y rindióse luego y de allí se volvió á lo llano y por la ribera abajo fuése junto á un lugar que se dice San Estevan, y fué quemado, y derribaron los molinos que allí habia, haciendo grande estrago y tala, y destruyendo y abrasándolo todo.

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con los caballeros y personas con quien se comunicó este negocio, dice el rey que por servicio de nuestro Señor, y por reverencia y acatamiento de la sede apostólica y del santo padre, y por contemplacion y honor del legado, otorgó que sobreseeria en aquella ejecucion: aunque segun se declara en su historia, entre otras causas que le movieron al sobreseimiento, fué porque no tenia comodidad para detenerse mucho en aquella tierra, por la falta grande que habia de viandas, y no tener los pertrechos y máquinas que eran necesarias para el combate y cerco de Perpiñan. Con esta resolucion se fué el legado muy alegre á Perpiñan para hablar con el rey de Mallorca, y otro dia martes á diez y nueve de agosto, se determinó el rey de sobreseer en la guerra, sin perjuicio de su derecho hasta por todo el mes de abril primero viniente: con que el rey de Mallorca no hiciese mal ni daño en sus tierras y estados en tierra firme, ni á los vizcondes de Canet é Illa, ni á los caballeros de Rosellon que estaban en su obediencia, que eran Aimar de Moset, Dalmao y Ramon Totzó, Pauquet de Belcastell, Guillen Albert, Tomás de Marza y Arnaldo de Fenollet, ni á los otros que le sirvieron contra el rey de Mallorca, ni á sus vasallos y lugares, que estaban en la obediencia

guerra el verano siguiente en los condados de Rosellon y Cerdania, dejadas todas las otras cosas que la podian estorbar, no obstante que en la isla de Cerdeña los del linaje de Oria intentaban diversas cosas en ofensa de la corona real. Sucedió otra ocasion de alteracion y novedad en el estado de aquella isla, que murió el marqués Juan de Malaspina el verano pasado que habia sucedido en todos los feudos que tenian los marqueses de Malaspina, por la concordia y particion que hubo entre ellos, quedando sus hermanos con el señorío de Villafranca, y en las otras villas que tenian en tierra firme: y dejó el marqués Juan de Malaspina al rey de Aragon por su testamento, la villa de Osolo y los otros lugares que tenia en aquella isla, y así volvieron á la corona. Mas Federico y Azo sus hermanos, marqueses de Malaspina, pretendiendo que debian ellos suceder en aquel estado, tentaron de pasar

del rey y en su poder: y mandóse pregonar la tregua, para que cesasen de hacer la tala y daño en aquellos condados. Partió el rey otro dia miércoles de Claira, con sus batallas ordenadas, y púsose en la avanguarda con los ricos hombres, y con el escuadron con que entró en Rosellon en la retaguarda, y los infantes con el escuadron que entró en avanguarda, quedaron en la retaguarda, y los pendones de los lugares de Cataluña, y el bagaje en medio, y con esta órden siguió el camino abajo por San Hipólito, hácia la costa de la mar, y vínose á Canet, y asentó el real en el mismo lugar á donde estuvo primero alojado. Recogiéronse las viandas en Canet y proveyóse aquel lugar de las municiones necesarias, y fortificóse abriendo la cava, y reparando los muros: y dejó el rey por capitan á frey Guillen de Guimerá, con algunas compañías de gente de caballo y de pié, á quien proveyó del oficio de gobernador en los lugares que estaban en su obe-á Cerdeña con mucha gente para ocupar las villas y diencia en Rosellon. De allí fué el dia siguiente á asentar su real cerca del Volo á la parte baja de la ribera: y aquella noche las compañías de gente de pié que tenia el rey á su sueldo, sin su licencia se partieron, y el viernes á veinte y dos de agosto el rey con la mayor parte de la gente de caballo, pasó por el collado de Panizas, por donde habia entrado, y el bagaje con algunas compañías de gente de caballo, salieron por la Clusa y por el Pertús, y el rey reparó en la Junquera con su gente, y de allí se vino á Figueras, y los infantes y barones y caballeros se alojaron por los lugares á donde antes habian estado, hasta que el rey les dió licencia, y se despidió toda la gente de guerra. Dejó el rey por capitan general de las veguerías de Girona, Besalú, Osona, Vich, Ripoll, Camprodon, y del Real, y Berga, y Bergadan, á don Pedro de Fenollet, vizconde de Illa: y mandó que todos le siguiesen, en los casos que eran obligados de seguir la persona real: y que el almirante enviase siete galeras á la isla de Mallorca, para que guardasen la costa que no entrase socorro á los de Pollenza, y con ellas fué Galcerán Marquet, que era vicealmirante, y tenia cercado el castillo de Pollenza por tierra Arnaldo de Eril, á quien el rey dejó por gobernador de la isla, y quedó con parte de la armada en la costa de Rosellon Aymerique de Delvey. Sin detenerse se vino el rey á Girona, y de alli su camino derecho para Barcelona, á donde entró miércoles á veinte y siete de agosto, y no fué recibido de fiesta, como vencedor, ántes, segun él escribe, parecia que mostraban las gentes desagrado y descontentamiento, por no haber tomado & Perpiñan y Rosellon, entendiendo que aquello era el verdadero premio de la victoria. Mandó entónces pagar á los infantes y ricos hombres y caballeros, y gente de guerra, y suplir lo que pudo en la paga del sueldo que se les debia: y quedóseles á deber muy poco y aun con esto estaban quejosos y descontentos, y con semblante de ser mal pagados y remunerados del rey. En este año por el mes de agosto nació en la villa de Cervera del campo de Urgel, un niño muy monstruoso con dos cabezas y dos caras, y cuatro piernas, y fué enterrado vivo con voluntad del padre y de la madre: contra los cuales se procedió como en delito gravísimo. CAP. LXXIII-De la venida del rey á Valencia y Aragon para procurar se le hiciese servicio para continuar la guerra contra el rey de Mallorca.

Todo el tiempo que el rey estuvo en Barcelona, mandó hacer grandes apercebimientos para proseguir la

fortalezas dél y el rey no se queriendo deshacer de la gente de guerra, escribió al juez de Arborea y á sus hermanos, que resistiesen á los marqueses, y por esta causa habia procurado, que Juan de Arborea, señor de Montagudo, hermano del juez de Arborea, fuése á Cerdeña, porque era estimado por muy buen caballero, y tenia mucha parte en los de la casa de Oria, por haber casado una hija suya con Nicoloso Antonio, hijo de Galeoto de Oria. De Barcelona partió el rey para la ciudad de Valencia, para procurar que le sirviesen, para los gastos de la guerra que se le ofrecian contra el rey de Mallorca, y para esto se mandó hacer llamamiento de los síndicos de las ciudades y villas de la corona real de aquel reino, de quien el rey procuraba ser socorrido, y tambien se pidió ayuda á los prelados y personas eclesiásticas, por el gasto que el rey hacia en ayuda del rey de Castilla, contra el rey de Marruecos, en el cerco que tenia sobre Algecira de Alhadra, á donde era ido el vizconde de Cabrera con la gente de Aragon que tenia á su cargo, á la cual fuéron diversas compañías de caballeros, alemanes y franceses é ingleses, y don Gaston conde de Fox, y vizconde de Bearne, y Roger Bernardo su hermano, vizconde de Castelló. Movióse tambien por la gran fama y gloria que en esta guerra adquiría el rey de Castilla, el rey don Felipe de Navarra, y fuése por tierra á Sevilla, y de allí á Jerez, y llegó al real que estaba sobre Algecira, por el mes de julio deste año, pero en este tiempo adoleció de muy grave enfermedad, y volvióse á Jerez, á donde falleció en fin del mes de setiembre: y porque el conde de Fox tambien habia muerto en Sevilla, y la gente del ejército del rey de Castilla se iba disminuyendo, y el rey de Marruecos ajuntaba grande armada para enviar un hijo suyo en socorro de Algecira, y juntarse con el poder del rey de Granada, para dar la batalla al rey de Castilla, el rey de Aragon procuraba que fuésen algunas compañías de gente de sus reinos, para reforzar las veinte galeras, cuyos capitanes eran, Jaime Escribá, y Mateo Mercer, que despues de ser vuelto el rey de la empresa de Mallorca, se fuéron á la guarda del estrecho. Fué el cerco de Algecira una de las señaladas cosas de aquellos tiempos, á donde concurrieron todas las fuerzas y poder de los moros de África y del reino de Granada, y la pujanza del rey de Castilla y de todos sus reinos, cuyo esfuerzo y valor incitó diversas naciones á seguir esta guerra, en la cual se señaló sobre todos en el ánimo y valentía de su persona, poniéndola á todo trance y peli

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