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y concertóse con el papa de restituirla, y dar ciertos | dar vuelta, el almirante fué sobre las siete galeras, y castillos en prendas á la Iglesia.

CAP. LXVI.-De la victoria que el almirante Francés Carroz hubo de la armada de los pisanos y genoveses en el golfo de Caller.

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Los pisanos se confederaron, como dicho es, de tal manera con la parte gibelina, que los genoveses que estaban en Sahona, que tomaron por su almirante á Gaspar de Oria cuando venia de Sicilia con las galeras que llevaba á sueldo del rey don Fadrique. En este caso usaron los gibelinos de gran desconocimiento é ingratitud así contra el rey don Fadrique, como contra el rey de Aragon, siendo los aliados y confederados desde los tiempos antiguos. Ordenaron entonces que la armada saliese del puerto pisano, para socorrer el castillo de Caller: y eran, segun Montaner dice, veinte y tres galeras genovesas y cinco, del comun de Pisa, y seis ujeres, y cinco saetias y una nao, y muchas barcas y topos pisanos. Vilano afirma, que salieron de Pisa para socorrer el castillo de Castro treinta y tres galeras de armada del comun de Pisa, y que en ellas iban á su sueldo gran parte de los desterrados de Génova, pero lo cierto fué que eran veinte y dos galeras, y las cinco de la señoría de Pisa. Sabiendo el almirante Francés Carroz que estaba sobre el castillo de Caller, que esta armada se aderezaba para ir contra él, determinó de apercibir la suya para la batalla y juntó catorce naves gruesas que habia en el lugar de Bonaire, las doce de catalanes y una del rey de Francia, que era venida de Chipre, y otra que él habia tomado de genoveses güelfos de la ciudad de Génova, y á otra parte treinta, y seis leños de una cubierta de mercaderes catalanes. Allende destos navíos tenia veinte y dos velas entre galeras y ujeres, y ocho entre leños armados y otros navíos que llamaban topos, para pasar por el estaño: y todos estos navíos mandó enlazar con cadenas dentro de la palizada que se habia hecho, para que no se pudiese entrar á socorrer el castillo, y Vilano dice que la armada del rey de Aragon eran treinta y una galera y cuarenta barcas embarbotadas y siete cocas. Salió el armada de los enemigos del puerto pisano el primero del mes de diciembre, y dejando en Bonifacio las naves, pasaron con sus galeras y con los leños y saetias al golfo de Caller el dia de Navidad que fué principio del año de nuestro Salvador de mil trescientos y veinte y seis, estuvieron aquel dia delante de la escala de las naos, y de la armada del rey disparando los unos y los otros su ballestería. El dia siguiente de sau Estevan los pisanos tentaron de dar combate por otro lado, y recibieron mucho daño: y á veinte y ocho de diciembre se alargaron a Cabotierra, é hicieron su guarda y tornaron á acometer por otro canton las naves y el domingo siguiente, que fué á veinte y nueve del mes de diciembre, el almirante tuvo en órden sus galeras, y mandó Juego pregonar la batalla. Salió Gaspar de Oria en órden contra los nuestros, y llevaba en la avanguarda siete galeras, las cinco genovesas y las dos de Pisa, é iban afrenilladas, y todas las otras las seguian por popa, y acercáronse las siete a nuestras galeras á tiro de dardo, y mando el almirante de mano en mano á los capitanes de sus galeras, que sin ruido escondidamente cada una dejase el cabo en mar, porque si zarpasen las áncoras, luego las galeras de los enemigos, que eran muy mas lijeras se harian á lo largo, y así se hizo, que antes que se reconociesen y pudiesen

de tal manera embistieron sobre ellas y pelearon tan valerosamente que mataron mas de setecientos hombres, y las galeras se ganaron, de las cuales Gaspar de Oria se escapó en un esquife que tenia á la popa de su galera, saliendo nadando en camisa, y queriendo el almirante seguir el alcance como eran, mas lijeras de remos las galeras de los enemigos, no se les pudo hacer otro daño: aunque el que recibieron fué grande, y juntamente perdieron la esperanza de socorrer el castillo..

CAP. LXVII.-Del socorrò que el rey envió á Cerdeña con

don Ramon de Peralta, y de la batalla que tuvo con las galeras de los pisanos, y como la villa de Extanpax se entró por los nuestros por combate.

Fué proveido antes desto por el rey, por capitan general de guerra en el reino de Cerdeña, un rico hombre muy principal deste reino, que se decia don Ramon de Peralta, hombre de gran linaje y de mucho valor: y quedaba con el cargo de almirante, y general en las cosas de la mar Francés Carroz ; porque se requeria que estuviesen estos oficios en dos personas, y cada una dellas fuese muy principal y de grande autoridad, y de mucho uso en las cosas de la guerra. Armáronse dos naves, en las cuales iban mas de ciento y cincuenta caballeros y muy escogida gente: é hízose á la vela don Ramon del puerto de Salou dia de santo Tomás, y tuvieron tan próspero tiempo, que arribaron á la marina de Oristan un miércoles antes de la fiesta de Navidad al alba, y descubrieron la tierra de la isla. Pero siendo el sol salido, tuvieron viento contrario y voltearon como pudieron, y llegaron á la mar de la isla de San Pedro, y no pudieron tomar puerto. en ningun cabo de aquella isla. Estuvieron en esto dos dias, y al tercero con muy poco viento arribaron á la marina de Palma de Sols: y allí echaron gente en tierra para tomar lengua de la armada de los enemigos, y tuvieron nueva, que los genoveses, saboneses y pisanos estaban en el golfo de Caller con treinta y dos galeras, y de allí hicieron vela la via de Bonaire, y llegaron á la entrada del golfo á la vista de Bonaire: y por faltarles el viento no pudieron entrar, y don Ramon mandó allí surgir la nave en que él iba, y hacer señal a la otra para que tambien surgiese, y por no reconocer las señales que se les hacian, estuvo aquella noche la otra nave volteando, y alargóse cuanto cinco millas: viendo el dia claro, doce galeras de los enemigos fuéron á acometer la nave que estaba en alta mar: y pusiéronse en torno della á tiro de ballesta; y porque la mar andaba alta y tenia mediano viento, las galeras no la pudieron combatir : y descubriendo los enemigos la nave en que iba don Ramon de Peralta, y que no tenia viento y estaba surta sobre las áncoras, dejaron la otra y juntáronse con ellas otras cinco galeras, y tres leños armados, y vinieron para la de don Ramon, Reconociendo don Ramon que las diez y siete galeras con los tres leños se venian para él, mandó zarpar las áncoras y hacer vela con el poco viento que corria, y acercándose las galeras en punto de batalla, mandaron que calasen velas, y ordenaron sus gentes para el combate. El combatir la nave y embestirla fué todo junto: y era al punto que el sol salia, y diéronle tres combates muy terribles : y comenzando el cuarto hicieron señal de las galeras, que querian hablar con el capitan de la nao, y don Ramon no quiso dar lugar a ello, antes les mandó decir, que hiciesen cuanto pudiesen su deber. Fué cosa maravi

mirante y habiéndole encargado el hecho de la mar, y estando aquel lugar en parte donde habia de concurrir toda la mayor fuerza de los hechos y negocios marítimos, y residiendo en él toda la gente de la armada, quedase debajo de su capitanía y no de otro. Entendiendo el rey lo mucho que habia servido el almirante, y que todo el favor y merced que se le hiciese lo tenia tambien merecido, le respondió, que luego que el infante se viese con él, ordenarian en aquello de manera, que él se tuviese por satisfecho: y envióle á rogar, que como fiel vasallo, y á quien Dios habia hecho tanta honra, continuase en su servicio y del infante su hijo, porque segun los sabios decian, la virtud consistia en bien perseverar, y la alabanza y gloria estaba en el buen fin de los hechos. Mayormente que teniendo en tal estado las cosas, no convenia que aflojase, ni atendiese en al, sino á ejecutar varonilmente lo que tenia entre las manos y con esto encargaba á entrambos, que pospuestas sus pasiones y pundonores, se hubiesen con gran conformidad en lo que concernia á su servicio: porque si otra cosa fuese, seria á grande peligro de los negocios, como acontecia muchas veces, que en grandes empresas de muy poderosos reyes sucedian adversamente las cosas, por haber contiendas y division entre aquellos, que los habian de servir, y dello resultaba gran afrenta. Recelando lo que podia suceder, encargó el rey al infante, que lo proveyese de manera, que el almirante no se agraviase, y por esta causa de

llosa ver el esfuerzo y gran valentía con que don Ramon de Peralta, y los caballeros que con él estaban y toda su gente se disponian á resistir y ofender á sus enemigos, siendo tantos, que iban en órden para acometer á cualquiera armada y ordenaron de dar la batalla por cinco partes, y pusieron fuego en muchas partes de la vela, y ensayaron tambien de pegar fuego con todas las galeras á la popa de la nave pero los soldados y marineros de la nave se desenvolvieron tan bien que apagaron el fuego, y los de las galeras continuaron en su combate muy animosísimamente hasta hora de visperas que se alargaron y dejaron la nave. Fué de tal suerte acometida la nave que le dieron ocho combates, desde que el sol salió hasta la tarde, y no murió ninguno de la parte de don Ramon, sino un solo caballero que era de la casa del infante don Alonso, que llamaban el Caballero Salvaje, que fué herido de una saeta por los pechos é hirieron hasta cuarenta entre soldados y caballeros. Los enemigos perdieron una galera que fué à fondo, y mas de doscientos hombres, y quedaron otros tantos heridos, y tres galeras tan desarmadas que no habia mas de veinte hombres por galera. Cuando esto sucedió, ya el almirante se habia combatido con ellos, y les habia ganado las siete galeras, y así se fuéron con mucho daño y pérdida grande. Saliendo la gente que don Ramon de Peralta llevaba á tierra al lugar de Bonaire, determinaron él y el almirante que con la gente de caballo por tierra, y con la de la armada combatiesen por mar la villa de Ex-jase la guerra, y luego se le enviase comision y poder

tanpax, que estaba muy bien murada, y con harta gente en su defensa, porque todos tenian allí sus mujeres é hijos, y recogieron en ella sus haciendas, y diósele de sobresalto tan recio combate, que aunque ellos se defendieron animosamente, y del castillo salieron en su socorro, fué entrada por fuerza de armas y murió casi toda la gente que estaba dentro, y corrió grande peligro de ser entrado el castillo en el mismo tiempo.

CAP. LXVIII-De la discordia que hubo entre el almirante Francés Carroz, y don Ramon de Peralta: por la cual estuvo en peligro de perderse el ejército.

Con la nueva desta victoria envió el almirante al rey que estaba en Barcelona, un adalid que se llamaba Robira, y al comitre de su galera que se decia Lamberto, y llegaron á quince del mes de enero. Atribuyose el buen suceso desta jornada á la valentía y gran industria y curiosa diligencia del almirante, que fué uno de los buenos caballeros de sus tiempos. Pero aunque conocieron el rey y el infante don Alonso que le debian hacer toda honra y merced, sucedieron despues las cosas de manera, que no se pudo dejar de castigar primero su exceso que gratificar el servicio. Fué así, que el almirante habiendo tambien servido en esta guerra, tuvo por muy gran disfavor y afrenta que el infante don Alonso proveyese á don Ramon de Peralta de capitan general de guerra en toda la isla, teniendo él el cargo que tenia : y envió a decir al rey, que como fuése llegado á Cerdeña don Berenguer Carroz su hijo, él se pensaba venir: y suplicaba que fuese con voluntad del rey y con su licencia y en virtud de una carta de creencia suya, Guerau de Alos dijo al rey, que se maravillaba que el infante hubiese encomendado la capitanía del lugar de Bonaire á otro ninguno, costándole a él tanto los cimientos y paredes de aquella fuerza, pues parecia cosa razonable, que siendo él al

TOMO IV.

para la capitanía del castillo de Bonre, y del reino de Caller, y que le escribiese escusándose, que no se habia proveido de don Ramon de Peralta, por deshonor suyo, ofreciéndole de galardonar sus servicios, y tratóse por gratificar por todas vias los servicios del almirante, de casar á don Francisco Carroz su hijo, con una parienta de la reina doña Elisen de Moncada. Pero ántes que las amonestaciones y promesas llegasen, resultó el daño: y fué tal, que poco faltó que no se recibiese en un dia mayor estrago por los nuestros mismos, que cuando mas se pudo temer de los enemigos y la discordia y enemistad entre el almirante y don Ramon de Peralta llegó á tanto estremo, que con furor y grande demencia, no considerando la ofensa que se hacia al rey, y el mal caso en que incurrian, vinieron á las armas, con tanta alteracion y furia, que de sus posadas, que estaban muy juntas, recogiéndose en ellas muchas compañías de gentes, alzando los pendoes reales en cada una dellas, se combatieron los unos á los otros. Hubo entre ellos tan formada pelea, como si combatieran con sus enemigos, y de ambas partes hubo muchos heridos y muertos, de tal suerte, que el lugar de Bonaire, á donde esto sucedió, que era la principal cosa que el rey tenia en Cerdeña, que estaba ya tan poblada, que parecia que era una muy noble ciudad, y con gran frecuencia de mercaderes, y de mas de seis mil hombres de pelea, estuvo este dia en punto de perderse, sino trabajaran los vecinos y po. bladores que en él habia, por despartir la pelea. Entendiendo el rey y el infante, que la disension y enemistad destos ricos hombres, llegó á tan gran estremo, y que el regimiento y defensa de la isla que se les habia encomendado, no se podian compadecer debajo de su gobierno, por escarmiento y ejemplo de otros, el rey privó del oficio de almirante á Francés Carroz, declarándole por privado del cargo: y el infante don Alonso le privó del oficio de gobernador general del reino de Cerdeña y Córcega: y á don Ramon de Peralta del 63

oficio de capitan de guerra: y fueron citados que compareciesen ante el rey, para proceder contra sus personas, conforme á la calidad de la culpa. Envió el rey entónces á gran priesa con algunas naos y gente de guerra por este caso á Cerdeña, á Bernardo de Boxados mayordomo del infante don Alonso, y á Felipe de Boil, y mandó que enviasen á Cataluña al almirante y á don Ramon de Peralta en sendos navíos, y trujesen presos á don Francisco Carroz y Jaime Carroz hijos del almirante, y a don Gilabert de Cruillas, que se hallaron en la pelea: y proveyó por reformadores de la isla, para apaciguarla y ponerla en buen estado, á Bernardo de Boxados, y á Felipe de Boil, y dióse el cargo de gobernador general de Cerdeña, y de capitan de Bonaire, que era el general de toda la isla, á Felipe de Boil y el oficio de almirante á Bernardo de Boxados. Entonces don Ramon de Peralta se pasó á Sicilia á servir al rey don Fadrique, y dejó en aquel reino gran estado á sus descendientes.

CAP. LXIX.-De la embajada que la señoria de Pisa envió al rey por la paz: en la cual fueron excluidos los pisanos de todo el señorio de la isla de Cerdeña.

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en feudo en la isla. Pues considerando los pisa-
nos que no podian resistir al poder y armadas del
rey de Aragon, determinaron de enviarle sus embaja-
dores, para pedir que la paz se concordase con la ley
que él les quisiese poner, y enviaron por esta causa
una solemne embajada, y con ella vinieron á Barce-
lona dos religiosos que se decian fray Bacciamo y fray
Juan de Septimo, del convento de los frailes menores
de Pisa, y un varon principal y de linaje que se de-
cia Jacobo de Parrana de Gualandis, y Rainerio Cam-
panelli y Bartolomeo Muso. Por medio destos emba-
jadores se concordó la paz entre el comun de Pisa, y
el rey de Aragon y el infante don Alonso, á veinte y
cuatro de abril, vigilia de la fiesta de san Marco, con
estas condiciones: determinóse en esta concordia que
hubiese perpetua paz entre el rey y sus súbditos y
valedores, y el comun de Pisa y los suyos, y el rey
remitió á los pisanos el censo que habian prometido
por el castillo de Castro y sus términos, y el comun
á otra parte las dos mil libras de águilas que se les
habian de dar sobre las salinas del mismo castillo: y
fué concordado que se pusiesen en libertad los prisio-
neros de ambas partes, que fueron presos despues de
la primera concordia. Asimismo como en la primera
capitulacion fué concordado, que el castillo de Castro
con sus faldas y apendicios, que eran las villas de Ex-
tanpax y Vilanova y sus vegas, segun se había li-
mitado, con el puerto del castillo y con el estaño que
está á la parte de Extanpax, se diesen en fuedo con
el mero y mixto imperio, segun la costumbre de Italia
al comun de Pisa, los embajadores con poder que te
nian para ello lo renunciaron, y todo el derecho que
por razon de aquella concesion y feudo les podia per-
tenecer, para que fuésen del rey y del infante y de
sus sucesores perpetuamente: y prometieron de en-
tregar el castillo á sus capitanes y ministros. Prome-
tió el rey que dejaria salir cualesquier gentes que es-
tuviesen dentro libremente con sus personas y bienes
y les mandaria dar navíos con que pudiesen irse al
puerto Pisano, y los que quedasen en sus heredamien-
tos estuviesen en ellos, de manera que los castillos y
villas fuesen del rey, exceptuando los lugares que se
concedieron en feudo á los condes Rainer y Bonifacio
de Donoratico. Concedió el rey en feudo al comun de
Pisa, sin servicio ni censo alguno, las villas y lugares
situados en las curadorías de Tragenta y de Gippi, que
estaban en el juzgado de Caller, con sus términos y
rentas, porque esta comarca está apartada de la mar:
y dióseles con mero y mixto imperio, y jurisdiccion

Teniendo el rey bien proveidas las cosas de Cerdeña, y enviando ordinariamente compañías de gente de caballo y de pié en su defensa, y muy diestros y excelentes capitanes por la comodidad que habia de poder socorrer con sus armadas y con la del rey de Mallorca, desconfiaron del todo los pisanos, de poder socorrer el castillo de Caller: pues juntándose con la armada de los gibelinos de Sahona, no solo no hicieron efecto, pero recibieron grande daño y afrenta. Como en el castillo estaba mucha y muy buena gente de su comun, y aventuraban si se perdiese, á recibir mayor daño en las cosas de Toscana, porque en este tiempo los guelfos que tenian el gobierno de la ciudad de Florencia, eligieron por su señor á Carlos duque de Calabria por tiempo de diez años, y le daban doscientos mil florines de oro en cada un año por vengarse de la opresion de Castrucio, teniendo al duque tan vecino y con grande pujanza, temian no hubiese alguna mudanza en los estados de Toscana. Movíales otra razon, para perder la esperanza de poder resistir al poder del rey, que Ugo vizconde de Baso y juez de Arborea, que tenia el principal gobierno de la isla por el rey, y era muy poderoso en ella, con grande fidelidad y constancia atendia al servicio del rey, y resistia á todos los tratos é invenciones de los adversarios, de la misma manera que lo pudiera hacer, si tuviera su estado en Cataluña, y tambien Casano y Galeoto de Oria hijos de Ber-alta y baja, y con que no pudiese el comun hacer nabé de Oria, que tenian estados en la isla, y eran mucha parte con los gibelinos de Sahona, y con Enrico de Carreto, que era marqués de aquella ciudad, trabajaban con sus amigos y aliados, que no se diese lugar, que se armase en Sahona, en socorro de los rebeldes y ellos se mostraban muy aparejados, siempre que el rey mandase juntar todo su poder, de proceder en persona contra los sacereses que se habian rebelado y pretendian, que el rey concordase las diferencias, que ellos y sus amigos tenian con el juez de Arborea: é intercedian, que tuviese por encomendados los hijos del conde Rainer de Donoratico, que eran los mas principales del comun de Pisa, contra quien el rey tenia la guerra. Estos Casano y Galeoto, siendo muertos sus hermanos Gofredo y Brancaleon, enviaron al rey su procurador y prestó el homenaje y fidelidad por los lugares que tenian

fortaleza ninguna: 6 que en lugar destas villas se diesen al comun de Pisa cuatro mil florines de oro en cada un año, en el castillo de Bonaire, sin reconoci miento alguno sino por via de transaccion. Por esta concordia prometió el rey de restituir á Bonifacio conde de Donoratico, la parte del estado que le pertenecia por la concesion que le hizo el infaute, que estaba ocupado por la guerra, y la otra parte á Tomás Gerardo y Bernabé, hijos de Rainer conde de Donoratico que era muerto, que se les habia dado en feudo, salvo el castillo de Joyosaguarda, Masargia y la villa de Conesa que se retuvo el rey: y en recompensa dello se les ofreció de darles villas y lugares en aquella isla que valiesen de renta otra tanta cantidad, con las mismas condiciones del feudo: pagando el censo de mil florines y remitiéndoles lo que debian del tiempo pasado. Mientras lo de la paz se trataba, Bernardo de

CAP. LXX-De la prision de Azo marqués de Malaspina, y que él y sus hermanos y la ciudad de Sacer servdujeron á la obediencia del rey.

Entregado el castillo de Caller, y siendo echados por esta causa los pisanos del dominio de la isla de Cerdeña, Azo, Federico y Juan, marqueses de Malaspina, y los de la ciudad de Sacer, que se habian rebelado, viendo que no les quedaba recurso, ni socorro alguno, escribieron al juez de Arborea, que deseaban venir á la obediencia del rey, y le rogaban, les aconsejase lo que debian hacer. Él les respondió, que se debian poner absolutamente debajo de la voluntad del rey, y con esto enviaron sus mensajeros al juez de Ar

Boxados y Felipe de Boil con la armada y ejército te nian en muy grande aprieto el castillo de Caller, y con gran providencia reformaron el ejército y pusieron tal órden en las cosas de la isla, que se redujeron del todo las voluntades de los sardos á la obediencia y servicio del rey. Tenia mandado el rey que aunque la paz se tratase, ellos perseverasen en el cerco y no partiesen dél ni cesasen de hacer la guerra hasta que fuese rendido, porque no les pudiese entrar socorro de gente ni provision ni saliese ninguno. Al mismo tiempo que la paz se concluyó con los embajadores, se enviaron algunas compañías de gente de caballo muy bien aderezadas para que se hiciese guerra contra los marqueses de Malaspina y contra los de Sacer, que se habian rebelado, hasta que se redujesen á la obe-borea, y á Bernardo de Boxados y Felipe de Boil, padiencia del rey: y en todo se mandaba que el gobernador y el almirante siguiesen el consejo del juez de Arborea. Estando la armada en órden, envió el rey á Cerdeña con esta gente y para que recibiesen el castillo de Caller, á don Gonzalo Jimenez de Arenos y á Galcerán de Ribas: y á estos caballeros y á Felipe de Boil, regente el oficio de gobernador de los aragoneses y catalanes en el reino de Cerdeña, se entregó el castillo por los alcaides del comun de Pisa, que eran Francis Graso y Juan Granci, por mandado de Bartolomeo | Muso embajador del comun de Pisa, que con los otros embajadores pisanos fuéron con don Gonzalo Jimenez de Arenos. Esto fué á nueve del mes de junio deste año de mil trescientos veinte y seis, y otro dia se publicó la paz entre el rey de Aragon y la señoría de Pisa. Fué de gran admiracion entre todas gentes la entrega de aquel castillo, porque estaba muy bastecido y proveido de todo lo necesario para medio año, y era para en aquellos tiempos una muy señalada fuerza, y juzgóse entonces que los pisanos acabaron de perder el dominio y posesion de la isla de Cerdeña: porque dado que era muy poco lo que tenian antes de su rebelion, con estar á su mano el castillo de Caller, que era la principal cosa de la isla, les parecia que eran señores della y se trataban como tales: y de allí adelante quedaron excluidos de todo dominio y no podian pretender sino ser admitidos como mercaderes. Como el castillo de Bonaire era poblacion del infante don Alonso, y por aquel lugar se habia conquistado y restaurado la isla, porque se fué aumentando, y la gente de mejor gana poblaba junto á la marina y al puerto de Bonaire, y tambien porque lo que se habia comenzado á poblar desde la parte de Cuart hasta el cerro que llamaban de las Horcas: que se solia llamar ántes Montevulpino, no se dejase | desierto, se proveyó que no se diese lugar que poblasen á la parte de fuera y que los navíos hiciesen puerto, á donde solian, en Bonaire, porque desta manera se sostuviese y frecuentase aquella nueva poblacion y se fuese acrecentando. Proveyóse tambien que se hiciese un portillo al cabo del castillo de Caller á San Brancacio, en una plaza que estaba delante de la torre de San Brancacio, y se labrase un castillo á lo postrero de la ciudad á donde estuviese el alcaide: porque acabada la puebla desde Bonaire à Caller fuese una misma ciudad: y á la postre se poblase la parte que estaba vecina del puerto, y se hiciese una torre en Montevulpino que se llamase la torre de Monforte, y con esto quedaba aquella ciudad en buena defensa, segun la guerra de aquellos tiempos, y era toda la fuerza de donde se aseguraba lo restante.

ra tratar de la paz y concordia. No obstante esto, los capitanes se aparejaban de ir con ejército contra aquella ciudad y contra los rebeldes: pero antes que moviesen, se trató de reducirse á la obediencia del rey y con orden de Felipe de Boil, vino á Cataluña con el almirante Bernardo de Boxados, Azo marqués de Malaspina, y el rey lo remitió desde Barcelona al infante don Alonso, y tratóse de cierta concordia: y fué, que el castillo de Osolo, y los lugares y tierras que el marqués Azo y sus hermanos tenian en el reino de Cerdeña, los tuviesen en feudo perpetuo, con obligacion de cierto servicio y el infante con autoridad del rey, le dió la investidura, y recibió dél homenaje, y tratóse que el marqués entregase el castillo de Osolo á Guerau de Alos, para que lo tuviese poderosamente, sin señalar tiempo limitado, hasta que el rey determinase otra cosa, y le fuese restituido. Sucedió, que estando el marqués en Barcelona para volver en una nave á Cerdeña con Guerau de Alos, á dar orden de entregar el lugar de Osolo, y poner en ejecucion lo capitulado, el marqués se mudó de su primer propósito, y dijo que queria ántes ir á Italia, y porque se entendió, que era retraerse de lo prometido y capitulado, conociendo sus mañas y modos en las guerras pasadas, porque en ellas habia sido causa de grandes alteraciones y excándalos, temiendo lo que podia suceder, el rey estando en Barcelona en fin del mes de agosto deste año, mandó detener la persona del marqués, hasta que cumpliese lo que habia prometido, y le envió á Cerdeña con Guerau de Alos, y mandó á Felipe de Boil, que le tuviese en buena y segura custodia, hasta que hubiese entregado el castillo: y siendo apoderado dél le soltase de la prision. Estuvo el marqués en el castillo de Caller detenido por esta causa hasta ocho del mes de octubre, que el castillo de Osolo se entregó á Gucrau de Alos, y se apoderó dél. Con esto la ciudad de Sacer quedó debajo de la obediencia del rey: en la cual mandó estar con gente de guarnicion à Ramon de Montpahó, y á Pedro de Luna, y los marqueses de Malaspina cumplieron lo capitulado, y estuvieron en la obediencia del rey. El castillo de Caller estaba con muy buena guarnicion, en el cual residia el almirante Bernardo de Boxados, y el capitan general Felipe de Boil, y tres ricos hombres con sus compañías de gente de caballo, que era don Gonzalo Jimenez de Arenos, Ugueto de Anglesola, y Bernardo de Senesterra, y otros capitanes muy pláticos en la guerra, entre los cuales eran señalados Galcerán, y Bernardo de Ribas, Sancho Aznarez de Arbe, Pero Martinez de Sarasa, Alonso de Zurita, Pedro de Puigvert, y Pedro de Peramola. Vinieron por este tiempo á la corte del rey á la ciudad de Barcelona Oberto y Ugolino, condes de Do

noratico hermanos del conde Bonifacio, pretendiendo, dria en ello, aunque pensase quedar un pobre caballero ni tampoco queria aceptar, lo que diversas veces se habia platicado, que se le diese el reino de Al

se les restituyesen algunas villas y lugares, que decian pertenecer!es en la isla de Cerdeña por herencia: por los cuales intercedia la reina de Jerusalen y Sici-bania con título de rey, y el principado de la Morea lia doña Sancha mujer del rey Roberto, y algunos cardenales servidores del rey de Aragon, y pedian confirmacion de lo que el infante don Alonso habia concedido á su hermano, y á ellos, y porque aquellos lugares se habian dado por el infante á Miguel Marquet, por lo bien que habia servido en la conquista, el rey remitió este negocio á la determinacion del in fante.

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En el año pasado, antes que el rey de Aragon supiese el efecto que se hizo por el armada y ejército, con que entró en la isla de Sicilia el duque de Calabria, estando en la ciudad de Zaragoza, á diez y siete del mes de setiembre, acordó de enviar por sus embajadores á la isla de Sicilia, á don Gaston de Moncada obispo de Huesca su canciller, que era hermano de la reina doña Elisen de Moncada, y á don Guillen de Anglesola, y á micer Ramon Viñader, para que procurasen alguna tregua entre aquellos príncipes: y sabiendo que el duque era vuelto á Nápoles, mandó sobreseer en su ida. Despues estando el rey en Barcelona, vino á él por el mes de febrero deste año de mil y trescientos y veinte y seis un caballero de la casa del rey Roberto, que se decia Bonfil de la Guarda y significó al rey el deseo que el rey su señor tenia á la paz con todos los príncipes cristianos, y tambien con el rey don Fadrique: pero que por ninguna via él aceptaria la que se hizo entre el rey Carlos su padre, y el rey don Fadrique: porque fué quebrantada y rompida por su adversario, publicando diversas quejas de señalado desamor y enemistad que entre ellos habian pasado y que por ningun respeto él no vendria en concordia ninguna, si por ella no cobrase la isla de Sicilia. Decia este caballero, que el rey su señor daria lugar á toda otra paz, que fuese conveniente, de tal manera, que al rey don Fadrique se hiciese tal enmienda por la isla de Sicilia, que fuese honesta y razonable: y que en esto el rey de Aragon se interpusiese para concordarlos por el deudo que tenia con ambos, porque deseaba, que por su medio se concluyese. Entendida esta embajada, y que venia con orden del papa, se sobreseyó la embajada del obispo de Huesca y de don Guillen de Anglesola: y determinó el rey de enviar á Aviñon al obispo de Huesca y á Berenguer de Sanvicente, que era de su consejo: y que los mismos fuésen al rey Roberto y aunque el rey don Fadrique tambien afirmaba, que no admitiria ningun medio de paz, sino quedase rey y señor de la isla de Sicilia, y despues dél sus sucesores, considerando la dificultad del hecho, perseverando cada uno destos príncipes en sus estremos, como llegasen á la corte del rey despues de la venida de aquel caballero, embajadores del rey don Fadrique, que eran Pedro Cestain, y Arnaldo Dezpla, tuvo el rey de Aragon esperanza, que los podria reducir algun buen medio de concordia. Tornábase á proponer la paz, que primero se habia asentado por Carlos de Valois, que fué aprobada por el papa Bonifacio y declaróse el rey don Fadrique, que no ven

con título de príncipe, y que luego se le entregase la ciudad de Durazo y todo lo que tenia el duque de Durazo, y el principado: y que allende desto, se le diese cierta parte de las rentas de la isla de Sicilia en ayuda de la conquista del reino de Albania. Procuróse ante todas cosas, por medio de los embajadores, que el rey enviaba al papa, que se pusiese entre ellos alguna tregua y se sobreseyese en la guerra para mejor poder tratar de la concordia: y parecia al rey de Aragon, que el rey de Sicilia su hermano, debia procurar de dar lugar a la paz: de suerte, que si la pudiese haber buena ó tolerable, quedase firme y perpetua entre ellos, y la admitiese, aunque viese que en esta sazon habia ventaja de su parte y estuviesen sus cosas en mayor reputacion, por la confederacion que el rey don Fadrique tenia con el de Baviera, que con grande ejército se aparejaba de pasar á Italia contra el rey Roberto, que era el principal enemigo que tenia. Enviole el rey á decir que cuando suceden las cosas prósperamente, se debe dar lugar á la paz con el adversario: porque cuando vá mal, no se puede esperar sino afrentosa paz, ó ninguna: y que en este caso era muy necesario, que el rey don Fadrique no se confiase en el becho del duque de Baviera, pues él pudiese alcanzar ó buena paz 6 tolerable. Que se debia acordar, como le habia sucedido en la confederacion del emperador Enrique, y del consejo que él entonces le habia dado: y que considerase, que lo del bávaro, no era cosa firme ni duradera, ántes su empresa llevaba camino de perderse y si en esto ponia toda su confianza, facilmente le podria suceder como en lo pasado, y quedar en mayor trabajo y peligro y su contrario quedaria siempre vecino, y mas poderoso. Con estos consejos, el rey envió á Sicilia por el mes de marzo deste año á Arnal Dezpla, y despues en principio del mes de mayo, porque entendió que los enemigos del rey don Fadrique hacian grandes ligos y confederaciones contra él, y hasta este tiempo daban muestras de alguna esperanza de paz ó de tregua por la embajada que el rey Roberto le habia enviado, y fueron despedidos los embajadores del rey de Aragon despues de diversas pláticas y tratados que tuvieron con el papa, y se les dió por final respuesta, que no estaban las cosas en términos, que conviniese que ellos fuésen á Nápoles, sin que primero volviesen al rey y tratasen ántes con el rey don Fadrique, por esta causa el rey envió al obispo de Huesca, y á Berenguer de Sanvicente á Sicilia y avisó de su ida con Pedro Cestain al rey don Fadrique. Trató este Pedro Cestain con algunos ricos hombres y caballeros aragoneses y catalanes, para que fuésen á servir al rey don Fadrique en la guerra, y pidiendo licencia para ello al rey y al infante don Alonso, le respondieron, que bien sabia él, que los ricos hombres y caballeros de Aragon y Cataluña y las otras gentes de sus reinos, tenian libertad de ir á servir á cualquiera señor que quisiesen, guardando á fuero de Aragon lo que debian á su rey por naturaleza, y con esta condicion, que hol garia el rey, que fuésen, pues si iban á servir á otros príncipes por diversas partes del mundo, mas razon era, que sirviesen al rey don Fadrique su hermano: señaladamente para defender su reino. Mas las cosas estaban en términos, que de todas partes se buscaban

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