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por tierra. Pero vista la información que se recibió de aquel caso con el rigor que esto se trataba en aquellos tiempos, se averiguó que el almirante no solo no tuvo culpa, pero hizo lo que un buen general debia en su oficio. En esta sazon envió á hacer gran oferta al infante el príncipe de Taranto su tio: y procuróse de persuadirle que moviese guerra por tierra firme, contra el comun de Pisa y porque pidió que se le enviasen veinte galerás, y por el armada que pisanos ponian en órden, no convenia dividir la suya, se escusó el infante: puesto que se determinaba siendo su armada mas poderosa, que se pusiesen en el puerto Pisano para embarazar que no pudiesen entrar ni salir sus galeras é hiciesen todo el daño que pudiesen en la ribera y en la isla de la Elba. En todo este tiempo nunca cesaban las dolencias en el ejército del infante, ni dentro en la villa, ántes habia gran mortandad en todas partes, y los cercados padecian estrema hambre, y llegaron á comer los animales que se morian y otras brutezas: y echaron fuera todos los viejos y niños y las mujeres, y el infante les mandó que volviesen dentro. En principio del mes de enero del año de la natividad de nuestro Señor de mil trescientos y veinte cuatro, se trató de rendir la villa ai infante y que saliesen á verse con él los capitanes que estaban en su defensa: é hicieron pleito homenaje que si hasta trece del mes de febrero, los pisanos no tuviesen tales fuerzas y estuviesen tan poderosos que le pudiesen echar del campo, se la entregarian: y fué con condicion que entregada la villa se pudiesen ir á salvo los que quisiesen. Estaba el negocio en grande aventura y peligro, si los pisanos pasasen á la isla con tan grande poder como se publicaba, teniendo armada de cincuenta galeras: y estuvo el infante en esta sazon en harto peligro, y en trance de recibir muy grande daño y afrenta faltándole muy principales ricos hombres y caballeros, y habiéndosele disminuido el ejército, de suerte que los que quedaban ni tenian fuerzas ni valor para poder esperar otro enemigo, teniendo divididas sus gentes en dos partes. Quedaba solo un remedio, que rindiéndose Villa de Iglesias, ó no se pudiendo entrar si los enemigos llegasen, el infante se mudase y juntase todo su ejér– cito en Caller, para hallarse unido con toda su gente y dar allí órden como pudiese defender su armada por tierra, de tal forma, que en un mismo tiempo pudiese continuar la guerra contra la fuerza y poder de sus enemigos á su ventaja: porque los pisanos principalmente atendian á destruir la armada de Aragon y que dar señores de la mar, en lo cual consistia todo su remedio y la defensa de aquella isla. Mas el levantar el cerco de Villa de Iglesias no se rindiendo luego, era consejo de necesidad: porque dado que el infante lo tenia por gran afrenta, convenia pasar por ella, por no recibir mayor daño con deshonor y pérdida y esto era muy grave al infante porque habia seguido el consejo de otros en ponerse sobre aquella villa, contra la órden é instruccion que el rey le habia dado. Estando las cosas en tan gran conflicto, los de Villa de Iglesias que hicieron su deber hasta la última necesidad, no teniendo bastimento ninguno con que esperar al plazo, se rindieron al infante martes á siete de febrero y le entregaron la villa: y todos los soldados que estaban dentro se fuéron al castillo de Caller: y el infante los mandó acompañar con gente de caballo hasta el castillo: y entrando el infante dentroen la villa, segun escribe el rey don Pedro, no hallaron en ella que conier aquel dia. Duró este cerco siete meses y diez dias

TOMO IV.

en el cual padeció el infante increible fatiga y trabajo, así en las muertes de tan principales hombres como allí habia perdido, como en los motines y revueltas de su gente, y en los rebatos que le dieron los cercados con grande desesperacion, y en diversas batallas que tuvieron con ellos, teniendo por todas partes los enemigos tan cerca y esperándolos cada hora, y estando el socorro tan lejos. Fué esto á tal coyuntura, que segun Vilano Escribe, habian salido á los veinte y cinco de enero hasta cincuenta y dos velas entre galeras y otros navíos, con grande copia de gente de caballo y de pié, para socorrer á Villa de Iglesias, y por contrario tiempo se detuvieron en el puerto de Longon en la Elba hasta trece de febrero, que era el término para el cual estaba aplazada la villa: y solo en este punto consistió todo el buen suceso desta empresa. Los ricos hombres que murieron en este cerco, fueron don Artal de Luna y Artal de Luna su hijo, don Gombal de Benavente, don Dalmau de Castelnou, don Guerau de Rocaberti, don Gilabert de Centellas, don Pedro de Queralt, don Ramon Berenguer de Cervellon, don Ramon Alaman, Galcerán de Santapau y don Ramon de Cardona.

CAP. XLIX. Del socorro que el rey envió al infante, y de la batalla que se dió junto al castillo de Caller, en la cual fueron los pisanos vencidos.

Ántes que Villa de Iglesias se rindiese, sabiendo el rey cuan disminuido estaba el ejército que tenia en Cerdeña, y la grande mortandad que hubo en la gente de guerra, y que los pisanos á gran furia armaban y juntaban todo su poder, teniendo diez y ocho galeras bier armadas y muy lijeras, de las cuales habia grande necesidad en la armada que tenia el infante, mandó que se armasen á grande furia otras siete, para enviar con ellas el socorro. Fueron nombrados por acordadores, que llamaban de la gente que se hacia en el reino de Valencia, Jaime Escrivá y Ramon Montaner: y de la misma forma mandó poner, conforme á la costumbre que se tenia entonces, tabla para la armada que se habia de enviar, segun la órden que se tenia de hacer la gente en las ciudades de Barcelona y Tortosa, y nombró por capitan de las galeras y de toda la armada un caballero muy plático y experimentado, que se decia Pedro de Belloc. Procuróse, que fuesen en esta armada algunos caballeros mozos destos reinos, que habian heredado y tenian grandes estados, como eran Rogeron de Lauria, que habia sucedido en las baronías que el almirante Roger de Lauria su abuelo tenia en Calabria y Sicilia, y en el reino de Valencia, y don Jaime y don Pedro de Ejérica sus primos, hijos de don Jaime de Ejérica y de doña Beatriz de Lauria, hija del almirante, y don Alonso Fernandez de ljar, que habia sucedido en el estado de don Pedro Fernandez, señor de Ijar su padre. Habia muerto por este tiempo don Artal de Alagon, un gran señor en este reino, y habia hecho muchos aparejos para pasar á Cerdeña con el infante, y quedaron don Blasco de Alagon y don Juan Jimenez de Urrea, sus hijos, muy mozos y por su muerte su-cedió don Blasco en las baronfas de Sastago y Pina, y don Juan Jimenez en la tenencia de Alcalaten y en los otros lugares y tierras, que eran de doña Toda Perez de Urrea su madre: y enviaron con esta armada algunas compañías de gente de caballo, y fuéron en ella los mas de los caballeros, que eran sus vasallos. Fué don Sancho Duerta, hijo de don Gonzalo Jimenez de Arenos, con cien caballeros aragoneses, navarros y caste

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llanos, y don Francisco Carroz, hijo del almirante, con el cabo de Carbonaire, entró el infante en su galera, y cincuenta ginetes: y otros muchos caballeros iban cada repartió las otras entre sus ricos hombres y caballeros, dia con naves, sin esperar las galeras ni la segunda ar- y en órden de batalla salió con las veinte galeras delante mada, y se allegaba toda la gente de armas, y de la gi- del cabo de Sentalia : y los enemigos de la misma maneneta, que se podia haber para enviarla. Todos se po- ra se vinieron para ellos, y cuando estuvieron á dos tiros nian para ir á servir al rey, á donde su hijo estaba, en de ballesta no se quisieron mas acercar. Eran las galeras tan grande peligro, con grande aficion, por lo que de- de los pisanos mas lijeras y de mejor chusma, y con bian á su naturaleza, y porque el rey y el infante te- esto aunque esperaron, pero no se atrevieron a aconian grande cuenta en gratificar á todos los ricos hom- meter á los nuestros, y tambien el infante por esta bres que servian en esta jornada y á los hijos de los que, causa, rehusando los pisanos la batalla, estuvo con murieron en ella: y señalóse su liberalidad en lo que se sus galeras firme en su órden. Otro dia fué la armada hizo con don Lope de Luna, que quedaba muy mozo, pisana á un lugar que se dice Santa María Magdalena, y por la muerte de don Artal su padre y de su herma- á donde tomaron tierra, y sacaron sus caballos y alno, se le hizo merced de la ciudad de Segorbe, y de gunas compañías de gente: y volviendo el infante con otros lugares que volvian á la corona, y se le dieron los suyos á tierra, envió algunos ginetes, que diesen para él y sus sucesores. Mandó el rey apercibir del vista á los enemigos y estuviesen sobre ellos, para que reino de Aragon, entre otros caballeros para que fué- se entendiese el fin que llevaban y con todo su ejércisen á servir al infante, á Sancho Fernandez de Heredia, to se vinieron contra el real del infante derecho camiy á Martin Gonzalez de Heredia, y Lorenzo Martinez no, y llegaron á una villa que se llamaba Decimo, á de Heredia, y Pedro Gonzalez de Heredia y Sancho veinte y ocho de febrero, que fué dia de CarnestolenGonzalez de Heredia, y á Jimen Perez, hijo de Miguel das, habiéndose juntado con ellos grandes compañías Perez de Gotor, Martin Romeo de Vera, y García de de sardos porque segun Montaner afirma, llegaban Ahe de Tahuste. Estuvo el infante en Villa de Iglesias las compañías que tenian de gente de pié á número de siete dias, y dejando en ella á la infanta su mujer, y seis mil. Como el infante los tuvo tan cerca, que no doscientos de caballo en su defensa, determinó de par- distaban sino quince millas, habido su consejo con los tir con su ejército sobre el castillo de Caller: y porque ricos hombres y caballeros y otras personas de guerra, los ricos hombres tenian necesidad de socorrer á sus deliberaron en conformidad, que era mejor salir á caballeros, y no querian partir sin que se les diese la darles la batalla, porque no se entrasen en el castillo paga, prometióles el infante, que no se pondria en el de Caller sin algun reencuentro, 6 se juntasen con cerco, hasta que fuesen socorridos, sino en caso que ellos los que estaban en él, que eran mas de ochenta gente extranjera entrase á socorrer el castillo: y de caballo con los que salieron de Villa de Iglesias y por esta causa reparó su ejército en un lugar, que mucha otra gente: lo cual fuera grande inconveniente, se llamaba Sélico, que está á cuatro leguas de Caller: y fué hecho de ánimo muy valeroso arriscar el negoy allí se detuvo ocho dias. En la armada que sa- cio tan aceleradamente, sin dar al enemigo lugar para lió de Pisa, para socorrer á Villa de Iglesias, iba rehacerse, ni que descansase de la fatiga de la mar, por general Manfredo, que en la historia del rey Habíanse reforzado de la gente de las guarniciones que don Pedro se dice, que era hijo del conde Guido tenian en la isla, y teniendo el infante aviso cierto que de Donoratico, y primo hermano del rey don Jai- eran hasta mil y doscientos de caballo y dos mil bame de Aragon hijo de su tia, y Montaner le llama llesteros, y mucha otra gente de pié, lo tuvo secreto, y el conde Ner, y en la historia general de Aragon se no lo comunicó sino á pocos: y mandó que el alminombra Manfredo de Donoratico, y Vilano afirma ser rante Francés Carroz quedase con las galeras para en hijo del conde Nieri, que á lo que yo entiendo, es lo defensa de las naos que estaban en el puerto, y estumismo que el conde Rainer, como al conde Bonifacio viese en guarda del real contra los del castillo y dede Donoratico llamaban Facio. Era el conde Rainer jole hasta doscientos de caballo, entre sanos y enferen este tiempo el principal señor del comun de Pisa, mos, y la mayor parte de la gente de pié: y no quiso y llamábase defensor del pueblo pisano, y capitan ge- llevar consigo, segun Montaner escribe, sino cuatroneral de las mesnadas del comun de Pisa: y eran muy cientos hombres de armas, y ciento y cincuenta de la principales señores estos condes de Donoratico. Lleva- lijera, y dos mil soldados entre almogáraves y los que ban en esta armada cuatrocientos de caballo, entre tu- llamaban sirvientes de mesnada y la mayor parte de descos é italianos, y dos mil ballesteros, y otra mucha, la gente de armas estaba con mas necesidad de curargente de guerra: aunque Montaner acrecienta el núse que con fuerzas para pelear. Teniendo el infante mero y dice que fueron de la caballería tudesca ocho- junta su gente al alba del dia, que fué miércoles pricientos que eran estimados por los mejores caballeros mero dia de cuaresma, partió del lugar de Bonaire, del mundo, y arribaron, segun el rey don Pedro dice, media hora de tercia y fuése á poner en el camino por á Tarragona, y Vilano y Montaner la llaman Cabotier- donde Manfredo de Donoratico habia de pasar : y atrara, que está en el golfo de Caller: y allí recogieron de vesó el camino que vá de Decimo al castillo de Caller, la gente que estaba en guarniciones otros doscientos de para salir al encuentro á los enemigos, y luego llegacaballo. Como entendieron que Villa de Iglesias se rin- ron los ginetes á dar arma por estar muy cerca. Endió, pasaron á socorrer el castillo de Caller, y sabiendo tónces ordenó el infante su ejército en dos escuadrones el infante de su venida, por aviso del juez de Arborea, y dió la avanguarda á donde iban los ricos hombres, pasó á poner su real sobre el castillo á veinte y cuatro á un varon de Cataluña, que se decia don Guillen de de febrero y teniendo su ejército junto determinó de Anglesola, y él con su peudon y con la mayor parte de salir á pelear con los enemigos y darles la batalla en su caballería, hecho un buen escuadron, se quedó en la mar, y mandó armar veinte galeras, porque con la retaguarda. Puso la gente de pié à la parte donde ser idas las del rey de Mallorca, y haber perdido tanto vió que los enemigos traian la suya y moviendo con número de gente, no bastaban á armarse mas. Otro dia, esta órden, mandó que los ricos hombres y caballeros teniendo aviso que las galeras de los pisanos estaban en que iban en la avanguarda se apresurasen, y él los si

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y Gonzalo Zacorbella de Sanahuja. Fué esta batalla una de las señaladas que hubo en aquellos tiempos, por el valor de los capitanes y personas principales que en ella se hallaron, y por el singular esfuerzo del infante: el cual mandó edificar una capilla en aquel campo de Cucocisterna, á invocacion de san Jorge, en el mismo lugar á donde cayó su caballo, y estuvo en tanto peligro. Despues desta victoria el almirante que estaba en el puerto del castillo de Caller para impedir la entrada de las galeras de Pisa, y que no echasen gente en tierra, mandó salir sus galeras contra los pisanos, y no le osaron esperar, y se pusieron en huida, dejando todos los navíos cargados de municiones y vituallas. Fuése el infante con toda la honra y estimacion que se pudo ganar por la persona de un príncipe muy valeroso, al fuerte que tenian los suyos sobre el castillo de Caller, que estaba en gran estrecho, á donde mandó labrar una villa con su castillo, que le puso nombre Bonaire: y tuvo cercado aquel castillo por mar y por tierra, á donde se habian recogido todos los pisanos de la isla, y los que escaparon de la batalla y el juez de Arborea llegó dende á dos dias á juntarse con el infante, y no se halló en la batalla, por haber ido á recojer toda la gente de la isla para resistir al poder de los enemigos. Por esta victoria, y por haber perdido los pisanos á Villa de Iglesias, comenzaron á estar sus cosas muy caidas, habiéndoles sido esta

lla señoría en muy mal estado, y en grande discordia por las parcialidades y bandos que habia en su ciudad y estaban con grande temor y sospecha de Castrucio, que era su contrario, que con gran diligencia procuraba confederarse con el rey de Aragon.

guió con la retaguarda. Juntáronse de ambas partes en un campo raso llamado Cucocisterna, y los de la avanguarda hirieron en los enemigos que traian tres escuadrones, y ellos los recibieron con tanto esfuerzo y constancia, y la batalla se trabó tan fieramente de ambas partes, que todos los pendones de los ricos hombres de la parte del infante vinieron á tierra, sino fué solo uno que era de don Guillen de Cervellon: y fué bien necesario que el infante se hallase tan cerca, que pudo herir en los enemigos, casi juntamente con la avanguarda. Del primer encuentro mataron el caballo á un caballero de don Juan Jimenez de Urrea, que traia el pendon del infante, y vino el pendon á tierra: puesto que el rey don Pedro escribe en su historia, que por tener un caballo desenfrenado é ir armado de loriga, no pudo sufrir los encuentros, y dejó caer el pendon; y tomólo un caballero de la parte de los enemigos y en aquel lugar por defenderlo los contrarios y cobrarlo los nuestros, fué muy cruel y brava la batalla. Estando en la mayor furia, habiendo muerto de los enemigos mas de trescientos caballeros, el infante que se puso en medio de la fuerza y poder de los contrarios, acudió á defender su pendon: y fué en este trance tan grande su ánimo y valentía, que habiéndole muerto el caballo y estando él en tierra caido, fué ayudado á levantar por los suyos: y teniendo el pendon á sus piés, persistió peleando valerosísimamente, y allí acudieron algunos que se señalaron de muy bue-guerra muy costosa: y quedó, como Vilano dice, aquenos caballeros. Mas sobre todos fué loado el esfuerzo y valentía del infante que cobró su pendon con ayuda de don Juan Jimenez de Urrea, y de Bernardo de Boxados, y de García Bizcarra, y de Rui Sanchez de Aivar, y dió el infante el pendon á Bernardo de Boxados, que le dió su caballo y le ayudó á subir en él. La batalla volvió á mezclarse por el grande esfuerzo de los caballeros tudescos y el infante que era el primero de los suyos, pasó tan adelante, que se puso en medio de la fuerza y poder de los contrarios, y no le podian socorrer ni ayudar los caballeros que tenian la guarda de su persona: y en aquel instante fueron los enemigos vencidos y comenzaron á huir. Fué grande el daño que se hizo en ellos, así de los que murieron en el alcance, como de gran parte de los que se anegaron en un estanque que allí junto estaba, y murieron hasta mil y doscientos hombres de caballo y de pié, y los que se escaparon huyendo, se acogieron al castillo, y con ellos Manfredo de Donoratico su capitan herido, segun Montaner dice, por mano del infante, y Vilano escribe que fué muerto: pero murió despues en el castillo de las heridas que llevaba. Fuera mucho mayor el daño, sino por la caida del infante, porque acudieron á socorrerle los que le vieron caer, y quedaron con él y dejaron de seguir el alcance por estar muy herido y correrle mucha sangre de la herida que tenia en una sien, y llevando consigo su pendon, ganó la gloria del vencimiento, siendo el postrero que quedó en el campo peleando con enemigos. Reconociendo los muertos, se halló que no murieron de la parte del infante sino seis personas de cuenta, entre los cuales fué muy sentida la muerte de don Alaman de Luna, hijo de don Pedro Martinez de Luna y sobrino del arzobispo de Tarragona que se señaló en la batalla como el que mas: porque fué de los primeros que con grande valentía rompieron el escuadron de los enemigos y se puso tan adentro en la batalla, que fué por todas partes rodeado y combatido sin que le pudiesen socorrer. Murieron tambien Fortaner de Vinyeig, caballero aragonés,

CAP. L.-De la liga que Castrucio señor de Lúca procuraba tener con el rey de Aragon, en destruccion de la señoria de Pisa.

Fué Castrucio uno de los mas señalados y famosos capitanes que hubo en sus tiempos en Italia, y de tanto valor, que de pequeño estado llegó á ser gran señor, y el principal capitan del imperio, y de la parte y bando de los gibelinos: y porque sus grandes y notables empresas están muy celebradas por los autores italianos, solamente conviene decir en esta parte lo que pertenece a nuestros anales. Éste, siendo mozo de gran corazon, del linaje de Antelminelis, aunque nó de los mejores de aquella casa, fué tan valeroso y tuvo tal suerte que teniéndole preso, y para hacer justicia dél por ciertos robos que habia hecho, siendo en la misma coyuntura echado de Pisa Ugucion, que era señor de aquel comun, y de Luca, fué elegido del pueblo para su gobierno, como hombre de ánimo valeroso, y que tenia ódio á los tiranos que se habian apoderado de aquellas ciudades. En las guerras que sucedieron despues entre los güelfos y gibelinos de Génova, y entre los imperiales y legados, y capitanes de la Iglesia, y del rey Roberto, y entre los vicecomites, y los de la Torre, Castrucio se hubo tan valerosamente, que fué el principal caudillo que tenian los gibelinos y el imperio en Toscana y se intitulaba Castrucio de Antelminelis, señor general de la ciudad de Luca, de la parte imperial de Pistoya. Al tiempo que el infante don Alonso pasó á Cerdeña, envió al rey un secretario suyo, llamado Junta de Pistoya, y con él ofrecia de mover guerra á la ciudad de Pisa: porque su fin era hacerse señor de aquel comun, como lo era de Luca: mas el rey dudando no recibiese el papa dello desa

grado, y el rey Roberto se indignase, no aceptó aque- | linos, y la paz que despues se concordó por el infante

lla oferta, como á la empresa de Cerdeña cumplia, y
consultó sobre ello con el papa, por medio del carde-
nal Napolion, para que se pusiese alguna tregua entre
Castrucio y el comun de Florencia y su parcialidad,
porque mas libremente pudiese emprender la guerra
contra los pisanos, que no eran devotos de la Iglesia,
y eran enemigos de su parcialidad: y florentines so-
corriesen á las cosas de Lombardía, y á don Ramon
de Cardona capitan general de la Iglesia, y sobre este
trato envió el rey desde Barcelona por el mes de marzo
á la curia romana á Domingo de Bizcarra. Mas como
entendia el rey que la persona de Castrucio era de tanta
importancia para las cosas de Italia, señaladamente
para en opresion y ofensa de los pisanos, aunque por
via de liga y confederacion no se concertó con él, pro-
curó de entretenerle en la negociacion induciéndole y
animándole para que prosiguiese sus designios, y aba-
jase la soberbia de sus comunes adversarios: y enten- |
diendo Castrucio, que el rey no se declaraba con él,
y que se diferia el tratado, envió un su embajador al
infante á Cerdeña, llamado Bové de Mulachio, para
que comunicase sus cosas en ambas empresas, contra
la isla de Cerdeña, y contra la ciudad de Pisa: y tu-
viese el infante mas cierta informacion del estado de
los pisanos, Certificaba con este su embajador, que la
ciudad de Pisa en esta coyuntura estaba en gran divi-
sion, y tenian tanta diferencia y desconfianza los unos
de los otros, que de ninguno se osaba confiar y por
esta causa estaban desterrados fuera de la ciudad los
mas principales y mejores de aquella señoría: y que
éstos habian siempre procurado la conservacion del
estado del imperio, y le eran muy fieles, y deseaban
el buen suceso de la empresa, que el rey y el infante
habian tomado, de la conquista del reino de Cerdeña y
Córcega, y los tenia Castrucio por sus aliados y con-
federados. Habia asimismo muchas tierras y castillos
en el condado de Pisa, que no obedecian la señoría, y
estaba aquella ciudad tan pobre, que ya no tenia forma
de poder, no solamente ofender pero ni resistir: y por
esta causa se ausentaban muchos cada dia, y cesaba
todo su trato y mercancía, y estaban reducidos á gran
miseria. Juntamente se sentia otro daño mayor, que
como el pueblo y comun tenian los ánimos aficionados
al bando gibelino, aborrecian á los que tenian el regi-
miento de la ciudad, y no se fiaban dellos, recelando
que tenian su trato é inteligencia con el rey Roberto, y
con la parte güelfa. Nombraron en esta sazon por ca-
pitan de guerra de aquella ciudad á Ugolinucio de Bas-
chis, que era mas diestro y sagaz y elocuente en el
consejo, que guerrero, y tenia alguna gente de caballo
muy mal armada, proenzales, franceses é italianos:
y estaba en el puerto Pisano para pasar á Cerdeña: y
porque éste de su nauraleza era gibelino, advertia Cas-
trucio al infante que enviase alguno que tratase con
él, porque á lo ménos aprovecharia para que los pi-
sanos, como gente sospechosa, lijeramente desconfia-
sen dél: y si le removiesen del cargo, no tenian per-
sona tan bastante para sus consejos. Aconcejaba otra
cosa, que en obras y palabras se hiciese toda demos-
tracion por el infante, que era aficionado y amigo del
bando gibelino y de la parte del imperio; porque era
el camino por donde mas fácilmente se ganarian los
ánimos de la nacion pisana, de tal manera, que no
serian contra él, sino apremiados y por fuerza. Mas
el estado de las cosas de Lombardía, y los buenos
sucesos que tuvieron en este mismo tiempo los gibc-

con los pisanos, fueron causa que el rey no tuviese necesidad de ponerse en lo que Castrucio pretendia, aunque siempre se tuvo con él secreta inteligencia: y él se mostró gran servidor y devoto de la corona de | Aragon.

CAP. LI.—De las victorias que los vicecomites hubieron de don Ramon de Cardona, capitan general de la Iglesia y de florentines.

Despues de ser rompido don Ramon de Cardona en la roca de Bisaño, como se ha referido, se rehizo su ejército y con la ayuda de la gente que le envió Bernardo de Montsoriu, caballero catalan, que era senescal del Piamonte por el rey Boberto, y de los guelfos desterrados de Dertona, con trato que se tuvo por el cardenal legado de la Iglesia, se apoderó de aquella ciudad y de algunas tierras y castillos del condado de Pavía. El año siguiente se le rindió la ciudad de Alejandría y se puso debajo de la obediencia de la Iglesia y echó della los que estaban por Marco Vicecomite, capitan de la señoría de Milan: y moviéndose grande alteracion entre las partes en la ciudad de Plasencia, porque Virginio de Landa tentaba nuevas cosas contra el bando güelfo, que era superior, don Ramon entró poderosamente en aquella ciudad, y la sostuvo en la obediencia del legado, echando á Virginio, que tenia á su mano el gobierno. Estando las cosas de la Iglesia en mayor reputacion en Lombardía, al mismo tiempo que el infante don Alonso entró con su armada en la isla de Cerdeña, siendo don Ramon capitan general de la Iglesia, juntó tres mil y ochocientos hombres de armas del sueldo del papa y de las compañías del rey Roberto, y de los florentines, boloñeses y parmesanos, que eran de la liga y de los desterrados de Milan: y con algunas compañías de tudescos, y con gran número de gente de pié, partió de Moncia, para poner cerco sobre Milan. Salieron á él Marco y Galeazo Vicecomites, con dos mil de caballo, con ademan de dar la batalla. Pero ordenando los suyos don Ramon, cuando vieron que no la rebusaba, ellos se volvieron á la ciudad, como Vilano dice, con daño y vergüenza: y acometiéndolos en su retaguarda, ganaron los burgos, y puso su real sobre la ciudad, é hizo grande daño á los milaneses: y viéndose reducidos en grande estrecho, requirieron á los embajadores del de Baviera, á quien los de la parte gibelina obedecian por rey de romanos, para que les enviase socorro: amenazando, que si no se proveia brevemente, entregarian aquella ciudad á la Iglesia : y proveyeron de algunas compañías de soldados, que entraron dentro. Entonces los señores de Verona y Mantua, y el marqués de Este, que eran del bando gibelino contra la Iglesia, enviaron en socorro de los milaneses quinientos de caballo y mil soldados: y al mismo tiempo diez compañías de tudescos que habia en el ejército de la Iglesia, que eran quinientos de caballo, se entraron en la ciudad, por trato que tuvieron con los alemanes que estaban dentro: y por esta traicion, y porque en el ejército adolecia mucha gente, los milaneses que seguian la parte de la Iglesia, se fuéron á recoger á sus castillos: y quedando don Ramon con sola la gente del papa y del rey Roberto, y de los otros comunes, que eran hasta dos mil y quinientos de caballo, ordenando sus escuadrones á punto de batalla, la presentó á los milaneses: y desta manera se volvió á Moncia, sin que los de dentro, que tenian gran número de gente, se atreviesen á salir á pelear, quedando reducido

ramento y homenaje de fidelidad: y como rey de romanos proveyó del marquesado de Magdemburg á su hijo el mayor: y se habia confederado con Galeazo Vicecomite y con sus hermanos, y con Reinaldo y Opizo hijos del Ildebrandino marqués de Este, que eran rebeldes á la Iglesia y estaban condenados por jueces competentes de crímen de herejía con otros sus enemigos, cuyo fautor y defensor era el de Baviera. Habia sido amonestado con edicto público y con censuras por el mes de octubre pasado para que desistiese de la administracion del imperio y se abstuviese de la fautoria y defensa que daba á los milaneses y ferrareses, y revocase lo que habia atentado como rey de romanos, y no obedeciendo se ponia eclesiástico entredicho en todas las tierras y estados que le reco

tan pequeño ejército, siendo poco antes muy pujante. Mas viéndose luego los milaneses tan poderosos, salieron á poner cerco sobre Moncia, á donde estaba don Ramon con su caballería, y llevaban tres mit de caballo, y gran número de gente de pié : y deteniéndose en el cerco, sobreviniendo el invierno, hubo en ellos mortandad grande, y saliendo los de dentro contra ellos con la ballestería que habia ido de Génova, dieron de sobre alto en su real, y sin aguardar batalla se deshicieron y fueron rotos y vencidos. Sucedió, que salió de Moncia don Ramon con Simon de la Torre, y Enrico de Flandes, y hasta mil de caballo, para apoderarse de un castillo, que está sobre el Ada, que se decia puente de Nauri, y teniendo de ello aviso Galeazo y Marco Vicecomites, salieron á gran furia de Milan, con mil y doscientos tudescos de caballo, y gran número de gen-nociesen por electo rey de romanos. Despues desta mo

te de pié, y pusieron cerco sobre el castillo, estando en él don Ramon, y como no tenian provision ni vituallas, salieron al campo con su gente y pelearon con los enemigos. Así lo refiere Vilano: puesto que Bernardino Corio, y otros autores lo escriben diferentemente, y que concurrieron los unos á defender la puente y los otros á quebrarla y como quiera que sea, hubo entre ellos una cruel batalla, en la cual, por ser el número de los contrarios muy aventajado, fué don Ramon vencido y preso, y con él Enrico de Flandes, y anegóse en el Ada Simon de la Torre, que era señor de gran importancia. Fué esta batalla, segun Vilano escribe, en el último de febrero deste año, y en el mismo dia que el infante don Alonso venció á los pisanos en Cerdeña, aunque Corio tambien difiere en el tiempo. Fué don Ramon de Cardona capitan de gran valor y de sagaz y sútil ingenio, y muy adoptado á los discursos y tratos de aquella nacion, pero no paró en esto su mala suerte y desgracia: porque saliendo de la prision, juntando florentines en el año siguiente un grueso ejército contra Castrucio, pidiéndole por general al papa, tuvieron batalla á Alto Paso, y fueron rotos los florentines y vencidos, y don Ramon y un hijo suyo, y muchos barones franceses quedaron en poder de Cas-trucio prisioneros, y Castrucio entregó á don Ramon en poder de Azo, hijo de Galeazo Vicecomite.

CAP. LII.-Del proceso que el papa Juan vigésimo segundo hizo contra Luis duque de Baviera, que se llamaba rey de romanos, y contra los vicecómites de Milan. El rey procuró, desde el tiempo que fué preso Federico rey de romanos por el de Baviera su competidor, su deliberacion por medio del papa, mediante alguna honesta concordia, porque la reina su mujer y su estado estaban en grande trabajo y peligro: pero el de Baviera no queria venir en ningun medio de paz, sino que Federico renunciase el derecho que tenia al imperio. Solicitando esto Vidal de Vilanova en la corte del papa, como el de Baviera estaba muy rebelde á los mandamientos de la Iglesia, y toda la guerra que se hacia en Lombardía y Toscana por los gibelinos era por su consejo y favor, el papa procedió contra él á sentencia de excomunion, y despues á privacion, declarándole por cismático. Esto se fundaba en que habia sido elegido en discordia, y pretendia el papa que pertenecia al exámen y juicio de la Iglesia si la eleccion era canónica: y que sin su aprobacion habia usurpado el nombre y título de rey de romanos, y se ingeria en la administracion y regimiento del imperio en injuria y ofensa de la Iglesia: y recibia en las partes de Alemania y en algunas ciudades de Italia el ju

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nicion envió el de Baviera al papa á Alberto de Sirasburch, prior de la órden del Hospital de San Juan de Jerusalen en Alemania y otros embajadores: y pidieron en consistorio en el mes de enero pasado, que se le prorrogase el término que se le habia señalado, y el papa no dió lugar que se suspendiese: aunque sobreseyó la publicacion de haber incurrido en las censuras por dos meses. Pero no compareciendo en el término señalado ni enviando sus procuradores, dió el papa su segundo monitorio, con pena de privacion de cualquiera derecho que tuviese, mandando que renunciase el juramento y homenaje de fidelidad que habia recibido de los marqueses de Este, por razon de la ciudad de Ferrara, siendo del derecho y propiedad de la Iglesia romana: y finalmente le declaró por contumaz, y procedió á la privacion del reino en caso que le competiese. Esta sentencia se pronunció en Aviñon á once del mes de julio deste año. Mas | teniendo el de Baviera su dieta en Alemania de los príncipes de su opinion, y proponiendo en ella la sentencia de privacion que se dió contra él, se ordenó una apelacion para el venidero concilio, oponiendo con gran menos precio y desacato de la santa sede apostólica ciertos artículos contra el papa, por los cuales pretendió que no era verdadero pontífice, y así fué declarado el de Baviera por cismático. De aquí resultó por la tiranía de aquel príncipe gran escándalo en la Iglesia y fué causa de concertarse mas presto el de Baviera con Federico, el cual estuvo en prision hasta el año siguiente que se concordaron. Hizose tambien proceso contra Galeazo, Marco, Luchino, Juan y Estevan Vicecomites hijos de Mateo Vicecomite, y fuéron declarados por herejes con Mateo su padre: y en la sentencia que el papa dió contra ellos se declara que los de aquella casa de antiguo estaban contaminados en diversos errores, y que la abuela de Mateo era público que habia sido relajada al brazo seglar y quemada por delito de herejía.

CAP. LIII. De la armada que el rey envió á Cerdeña, y de la victoria que hubo el infante don Alonso de los callereses.

La armada que el rey habia mandado hacer para enviar en socorro al infante don Alonso su hijo, se hizo á la vela de la playa de Barcelona á veinte y siete de marzo deste año: y eran diez y ocho galeras las mas lijeras y mejores que habia en la mar, y cuatro leños y dos naves gruesas muy bien armadas, con otros muchos navíos en que iba muy escogida gente. En cada galera se pusieron muchos caballeros y soldados de mas de los ordinarios, y eran tales las galeras, que con ellas

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