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sujetos á la provincia, como ántes lo eran. Señaláronse | cordia : y los embajadores del rey don Fadrique se viá la metrópoli de Zaragoza, porque tuviesen decente y cómoda provincia, como madre, para que todas las causas de sus safragáneos, y de las personas eclesiásticas, y de las ciudades de sus provincias tuviesen recurso al arzobispo conforme á disposicion y estatutos de los sacros cánones, por sufragáneos, y de su provincia, las iglesias de Huesca, Tarazona, Pamplona y Calahorra, que solian ser la primera de la metrópoli de Tarragona: y quedaron sujetos con sus diócesis á la metrópoli de Zaragoza. Allende destas iglesias, porque entre los arzobispos de Tarragona y Toledo duraba mucho tiempo habia gran contencion, pretendiendo cada una destas metrópolis que le era sujeta la catedral de Albarracin, que está dentro de los límites del reino de Aragon, y estaba muy propincua á la metrópoli de Zaragoza, el papa la eximió de la sujecion y jurisdiccion de aquellos dos obispados, y de sus capítulos, y dióse por sufragánea con las otras al arzobispo de Zaragoza. Concedió el papa su bula de la ereccion en Aviñon á catorce del mes de julio deste año, que fué en el segundo de su pontificado, y así fué el postrer obispo que hubo en esta iglesia, don Pedro de Luna, que sucedió á don Jimeno, y el primer arzobispo: y fué un muy señalado varon y notable prelado.

CAP. XXVIII.—De la embajada que el rey don Fadrique envió al papa sobre la paz, y de los medios que se propusieron por su parte.

nieron para el rey de Aragon. Venia el rey por bien de
paz en este medio, que al rey Roberto en recompensa
del derecho que pretendia á la isla de Sicilia, se diese
el reino de Cerdeña y Córcega, dándole á él la Iglesia
tal recompensa que se tuviese por contento: y que el
rey Roberto satisfaciese á las personas, de quien el
papa tomaria la recompensa que habia de dar al rey
de Aragon. Estaba ya en este tiempo el rey muy pues-
to en favorecer al rey don Fadrique su hermano por-
que se conservase en su derecho y mandó á sus em-
bajadores que no permitiesen que delante del papa ni
de su colegio, se dijese cosa en su deshonor, á que no
satisfaciesen como lo harian por su misma persona.
Proponia el rey don Fadrique diversas condiciones y
medios, porque el papa mostraba con gran celo desear
ser autor de la paz entre ellos, como era, que se diese
al rey Roberto la Marca de Ancona, ó la Romandio-
la, que eran estados contiguos á su reino y ofrecia
allende del censo antiguo que se debia por la isla de
Sicilia de pagar en cada un año cuatro mil onzas: y en
esto decia el rey don Fadrique que el papa no dismi→
nuia las rentas eclesiásticas y el rey Roberto acre-
centaba su estado en ayuntar á su reino cualquiera de
aquellas provincias: pero todo esto se desbarató en no
venir el rey Roberto á la ciudad de Aviñon, y en tomar
la empresa de socorrer á Génova y los embajadores
del rey don Fadrique se vinieron por mar á Barcelona
á donde llegaron á ocho del mes de agosto: y explica-
da su embajada, se partieron dentro de seis dias.
CAP. XXIX.De la entrada del rey Roberto en la ciudad
de Génova, de donde resultó mayor rompimiento entre
él y el rey don Fadrique.

Tratose en el consejo del rey don Fadrique, si convendria ir en persona á la corte del papa, para el tratado de la paz, como se habia platicado con los nuncios apostólicos y sospechando, que el rey Roberto tenia otros fines, deliberóse que enviase sus embajadores: : y envió á Francisco de Antioquía arzobispo de Antes que las treguas se asentasen entre estos prínPalermo, y á Francisco de Veintemilla conde de Gi- cipes, nació gran division y discordia entre los princirachi y de Iscla mayor, personas de grande autoridad. pales bandos de la ciudad de Génova, que eran de una Estando el rey de Aragon en Valencia, à quince del parte los grimaldos, fliscos, salvages y malaucelos, y mes de abril deste año, entendiendo, que el rey Rober-los que seguían el bando y faccion de los guelfos: y de to y el rey don Fadrique habian de ser en la corte della otra los orias y espinolas, y la parcialidad de los papa, para el primero de mayo: envió á Pedro Boil maestro racional para que se hallase en el tratado de la paz y con determinado propósito, que si fuésen los reyes, de ir á hallarse con ellos por el bien de la concordia. Despues el rey se fué á Barcelona, y sabiendo que el rey don Fadrique no iba, él envió sus embajadores que fueron Guerao de Rocaberti, y Vidal de Vilanova de su consejo, para que tratasen de los medios de paz entre aquellos príncipes, pues por su intercesion y de la sede apostólica estaban en treguas: y procuraba que si la paz no se podia concordar, se alargase la tregua y en aquel caso pretendia, que el papa retuviese á Rijoles y los castillos de Calabria, que el rey don Fadrique habia entregado á sus nuncios y se tuviesen por la Iglesia como entonces estaban : y llevaban estos embajadores comision que se procurase lo mismo, en caso que ni la paz ni la tregua se alcanzase. Llegaron los embajadores del rey á Aviñon, á veinte y nueve del mes de julio: y luego fueron á hacer reverencia al papa, y los recibió muy amorosamente: pero ya los embajadores del rey don Fadrique se habian despedido porque como el rey Roberto no vino, ni envió sus embajadores, el conde de Veinte milla no quiso esperar, aunque el papa holgara que so detuviera y atribuyose á gran prudencia y valor del conde lo que hizo, por lo que despues se siguió en el desvio que el rey Roberto dió al camino de la con

gibelinos: y llegando á las armas fueron echados de la ciudad Conrado de Oria, que era la cabeza del bando gibelino, y los espinolas y todos sus secuaces. Viéndose fuera los gibelinos, incitaron toda la parcialidad que tenian en Toscana y Lombardía, y juntaron un buen | ejército: y á veinte y cinco de marzo deste año fueron contra su ciudad, y pusieron cerco sobre ella, y quitaron el agua y riego que entraba dentro y tomaron todos los burgos: y teniendo en mucho estrecho la ciudad, el rey Roberto, que tenia junta una muy gruesa armada, cuando se pensó que habia de venir á la corte del papa, por lo que estaba tratado, fuése á desembarcar á Génova, y entró dentro de la ciudad, y comenzó de hacer guerra á los gibelinos, y hubo diversas batallas entre ellos, y propuso de amparar la ciudad y estar en su defensa, donde padeció grande fatiga por sustentar su parte, y perseguir los del bando contrario, que poco ántes habian muerto en una batalla en Toscana á Pedro conde de Gravina su hermano, y á Carlos su sobrino, hijo del príncipe de Taranto. Mas no pasaron muchos dias que los gibelinos de Génova y de Lombardía determinaron hacer sus confederaciones y ligas con el rey don Fadrique y tomarle por su principal amparo y caudillo y señor: de que resultó mayor guerra entre estos príncipes, de la que antes habia.

CAP. XXX.-De la guerra que se movió en Aragon entre don Artal de Alagon y don Jimeno Cornel: y de lo que proveyó el rey con consejo del justicia de Aragon. En este año por el mes de marzo se movió gran bando y guerra entre dos ricos hombres de los mas principales del reino, que eran don Artal de Alagon y don Jimeno Cornel que estaban vecinos y comarcaban sus tierras, y eran tan poderosos que comprehendian todos estos reinos y los tenian divisos y puestos en armas y estaba la tierra tan alterada, que no pudiera ser mas, si los enemigos estuvieran á los confines del reino para entrar en él. Visto que la enemistad era grande, y conformada pasion, y que no habia remedio para concertar sus diferencias, consultó el rey con Jimen Perez de Salanova justicia de Aragon, lo que en semejante caso se debia hacer. A esta consulta respondió el justicia de Aragon, que atendido que no habia duda, que de aquella guerra habian de resultar en todo el reino grandes daños, y que diversos malhechores y salteadores habian de robar y matar los mercaderes y caminantes, y los que hiciesen estos insultos se recojerian á los lugares destos ricos hombres y de sus valedores y muchos otros andarian robando y se cubririan con ellos para que la guerra cesase, y se evitasen estos inconvenientes y males, se requiriese á estos ricos hombres, y los amonestasen conforme à lo que estaba dispuesto de fuero, que del todo desistiesen de la guerra que se hacian y dejasen las armas; y por este camino procuraba el rey de poner entre ellos treguas, y apremiarlos á que cesasen sus bandos, ó se saliesen de la tierra, pero no bastó provision ninguna: y el bando duró de manera, que todo este año y el siguiente, estuvo el reino puesto en armas y diviso por la diferencia y contienda que entre sí tenian estos ricos hombres y porque la guerra se iba cada dia mas epcendiendo entre ellos y sus valedores, y segun fuero y costumbre del reino, por el buen estado dél, podia el rey prohibir semejantes bandos, envió á mandar à estos ricos hombres con un portero, que cesasen de aquella guerra, y de la alteracion y escándalo que ponian en la tierra, y diosen órden que sus valedores dejasen las armas : porque de otra manera se procederia rigurosamente contra ellos y sus bienes, como transgresores de sus mandamientos y con esto se procuró que dejasen sus diferencias en poder del rey.

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CAP. XXXI.-De la guerra que se movió en Cataluña entre el infante don Alonso y Ramon Folch vizconde de Cardona y de la declaracion que hizo el justicia de Aragon, en qué caso se podian embargar las caballerias á los ricos hombres.

Tambien en el mismo tiempo se movió gran disension y guerra formada entre el infante don Alonso hijo segundo del rey, que era conde de Urgel, y sus valedores de una,parte, y Ramon Folch vizconde de Cardona, y Ramonet, y Guillen de Cardona sus hijos, y don Ramon de Cardona señor de Tora, y Malgualin conde de Ampurias y vizconde de Bas, y sus aliados de la otra, sobre algunas pretensiones, que el vizconde de Cardona tenia, que le pertenecian ciertos lugares del condado de Urgel. Estaban desafiados todos los ricos hombres y caballeros, que seguian las partes unos de otros, é interpúsose en estas diferencias, estando el infante don Alonso en Balaguer, á quince del mes de agosto del año de mil y trescientos y diez y nueve, el infante don Juan su hermano: que fué por este tiempo

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elegido en arzobispo de Toledo, y puso entre ellos treguas de diez dias: y no se pudiendo concertar sus diferencias, el rey les requirió, que cesasen de la guerra para proceder contra ellos, conforme á los usajes de Cataluña: señaladamente contra don Ramon de Cardona, primo del vizconde, que era muy valeroso y guerrero, el cual se fué por este tiempo á Italia, y fué capitan general de la armada del rey Roberto, y de su ejército, y de la parte güelfa en Toscana. Fué esto gran parte, para que se concordasen sus diferencias, y tambien que el infante don Alonso fué este mismo año jurado por primogénito y sucesor en estos reinos, por la renunciacion que hizo su hermano el infante don Jaime, y el vizconde holgó de concertarse con él, pues no habia de tener guerra con él que habia de ser su señor natural. Por haber ido entonces don Ramon de Cardona á servir á otro príncipe, el rey le quiso quitar las caballerías: y hubo gran duda si de fuero se podia hacer: y sobre esto consultó el rey con el justicia de Aragon: y respondió desta manera. Al serenísimo, é magnífico señor don Jaime, etc. De mí, Jimen Perez de Salanova justicia de Aragon besos vuestros piedes, é vuestras manos, é me encomiendo en vuestra gracia. Sepades señor, que recibie vuestra letra, en la cual me demandastes, si vos de fuero, ó de costumbre del regno podíades emparar las caballerías, que habíades asignado á don Ramon de Cardona; porque se es ido en otras tierras é sirve á otros, que desto vos certifique. Sepades, señor, que si el rico hombre se va de la tierra por servir otro señor, ménos de vuestra licencia, é está ausent, que cuando vos lo queredes no lo podedes haber al vuestro servicio, que vos le podedes emparar la tierra, é darla á otro, que vos sirva é los dineros que en él ficiestes emparar, podedes los poner en vuestro proveito, en el caso antedito. É sabedes, que así vos amparastes de la tierra del noble Fernan Lopez de Luna, cuando se fué de la tierra, é distes las sus caballerías á otros. Escrita en Barbastro, á doce de las calendas de diciembre, año mil y trescientos y diez y nueve.

CAP. XXXII. De la renunciacion que el infante con Jaime hizo de la primogenitura y sucesion de los reinos de la corona de Aragon y que fué jurado en su lugar el infante don Alonso su hermano.

Sucedió en este año, que el infante don Jaime, hijo primogénito del rey, habiendo sido jurado por los aragoneses y catalanes por sucesor en los reinos y señoríos de su padre, y teniendo la gobernacion dellos como primogénito, estando para celebrar sus bodas con la infanta doña Leonor hermana del rey de Castilla, con quien se habia tratado el matrimonio, como se ha referido, y por esta causa se habia traido á este reino para que se criase en él, determinó de renunciar la primogenitura y sucesion del reino: ejemplo muy raro en los tiempos pasados, pero en aquél no nuevo, porque poco antes se habia visto en Luis hijo segundo del rey Carlos, que siendo mayor que Roberto su hermano, tomó el hábito y religion de los frailes menores, y don Jaime hijo primogénito del rey don Jaime de Mallorca entró en la misma orden y ambos renunciaron la sucesion del reino. Mas en lo de este príncipe, apénas se puede acabar de atinar, si fué la ocasion menosprecio del mundo y celo del servicio de Dios, ó por otra causa de despecho é indignidad que tuviese: porque aunque entró en orden y profesó religion, no fué en alguna de las austeras y de mayor aspereza, que

rey y á sí, y á los ricos hombres, de perjurio y de tanta infamia, y al reino de tan gran peligro, lo de

á esto respondió el infante muy ásperamente, y con poca cortesía y comedimiento, diciendo que pues él queria renunciar el reino, mas le placia que se hiciese con peligro y con blasmuo de quien quiera y que tanto se le daba que tuviesen los castellanos los castillos como los aragoneses, y por ninguna buena razon se movia mas que si fuera una peña: ántes res. pondia muy desbaratada y rústicamente: y claramente decia que esto no lo hacia por Dios, sino por otras causas y razones: y escusóse que no queria verse con el rey su padre, y no se movia ni ensañaba por cosa que se le dijese, y parecia notoriamente que su propósito no tenia fundamento en virtud, sino en cierta obstinacion y pertinacia. Escusábase con decir que era gran cargo de conciencia, que él hiciese cosa por la cual dejase el rey de Castilla de quedarse con los castillos que estaban en rehenes y mostraba quedar tan contento en que se per diesen, como lo pudiera estar el rey su padre si ganara otro reino. Trató don Gonzalo García con don Pedro de Pomar, y con Blasco Maza y don Pero Sanchez que eran privados del infante, que le persuadiesen que se fuése á ver con el rey su padre à Tortosa, como lo habia ofrecido, ó a Cherta ó á Orta y entretanto el rey mandó ayuntar todos los prelados de su consejo y á los ricos hombres, que tenian los castillos en rehenes, y finalmente se acabó con el infante, que se viese con el rey su padre: y oyese la misa nupcial con la infanta doña Leonor en la vi

amando la obediencia de los superiores, y abrazando la humildad y pobreza, estando del todo los que las profesan, dados à la contemplacion de las cosas divi-bia procurar por la seguridad de su conciencia. Mas nas: porque no hizo mas de renunciar la sucesion y primogenitura, y quedarse descompuesto como un particular caballero. Aunque á mi juicio, yo creo, que tuvo principio de buen espíritu y devocion: porque en el año de mil trescientos y once, que no tenia sino catorce años, se halla haber hecho público juramento, que si hubiese de entrar en religion, seria en la de San Bernardo, y eligió su sepultura en el monasterio de Santas-Creus, que es desta orden. En la historia que está compuesta á nombre del rey don Pedro el cuarto su sobrino, que es una muy verdadera relacion de las cosas de aquellos tiempos, se escribe, que era este príncipe tan severo y riguroso en la ejecucion de la justicia, que como gobernador general de los reinos ejercia, procediendo contra personas muy principales y haciendo pesquisas contra elios, cosa prohibida de antiguo y muy vedada por las leyes del reino, que no solamente era temido y aborrecido de muchos, pero el rey su padre recibia gran descontentamiento y pesar por ello, y le era muy enojoso y grave: y muchas veces le envió á exhortar y mandar, que desistiese de proceder de aquella manera tan rigurosa y desaforadamente. Desto dice el rey don Pedro, que el infante quedó muy desabrido, y recibió mucha alteracion, y fué necesario sobreseer en los procesos, que habia comenzado estando en la villa de Daroca, y en aquella coyuntura se entendió, que quiso renunciar la sucesion del reino. De allí resultó, que descubrió su pensamiento y determinacion diversas veces al rey su palla de Gandesa: y mandóse hacer llamamiento genedre en secreto, de lo cual fue muy turbado, y recibió gran pena, y todas las veces que hablaba en ello, le echaba de sí con ira y enojo, pero no se partió de su propósito, aunque era gravemente reprehendido del rey y de don Gonzalo García su gran privado, con quien se trataban todas las cosas de mayor confianza, y para desviarle de aquel camino, proveyó el rey que consumase luego el matrimonio con su esposa en haz de la santa madre Iglesia. Á los principios se publicó, que se queria poner en la orden de los frailes predica dores, porque se halló un hábito de su religion en su recámara, de lo cual se enojó tanto el rey, que se hubo de ausentar un religioso desta orden, que era su confesor, porque habia alguna sospecha, que el infante se movia por su inducimiento. Por esta novedad, y por que con homenajes y rehenes, se habia el rey obligado, que el matrimonio se efectuaria, y habia dado castillos en rehenes, los cuales se perdian no se consumando el matrimonio y se ponia grande alteracion en el reino, el rey envió a su hijo á don Gonzalo García para que concertase que se fuése á ver con él. Hallóle don Gonzalo en Ledon á veinte y tres del mes de setiembre deste año, y procuró de persuadir le que se fuése á ver con el rey su padre: y que cuando tan determinado estuviese á no querer casar ni rei nar, que debia á lo ménos, porque se cumpliese con los juramentos y homenajes prestados cerca del matrimonio, oir la misa nupcial con su esposa, y despues podria haber su consejo si consumaria el matrimonio, pues las posturas no obligaban al rey ni á él, ni á las rehenes, sino tan solamente á solemnizar el matrimonio: y despues cumpliendo esto, si él se determinaba de renunciar el reino, no hacia agravio ninguno, ni caia en mal caso por dejar á su mujer. Decia este caballero, que si pudiese escusar al

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ral de los infantes y ricos hombres y caballeros destos reinos, para que se hallasen á la fiesta, y llegó el rey á aquella villa con los infantes sus hijos, y con muchos prelados y ricos hombres y muy gran corte, en son de fiesta y regocijo para celebrar las bodas, juntamente con la fiesta que habia de hacer el infante armándose caballero. Mas el mismo dia que esto se babia de concluir el infante tornó al rey con su primera demanda y porfía, diciendo que él habia de entrar en religion y que no podia ser otra cosa, y desto quedó el rey muy turbado, y comenzóle á reprender que perseverase en aquella liviandad, y en ella estuviese tan obstinado y á la postre con amorosas palabras le rogaba que no quisiese á su vejez poner escándalo y alteracion en sus reinos, y que por su causa quedase perjuro, no se efectuando el matrimonio: y tanto le estrechó sobre ello, que el infante contra su voluntad, con grande premia y sentimiento oyó la misa nupcial juntamente con la infanta su esposa y dióles las bendiciones de la iglesia don Jimeno de Luna arzobispo de Tarragona, en la iglesia mayor de Gandesa, pero el infante no quiso dar á su esposa la paz: y diósela el rey. Celebrada la misa, el rey acompañado de los infantes y prelados y ricos hombres, volvió con la infanta á palacio, y el infante don Jaime se salió á comer á otro lugar llamado Ezledo, y de allí pasó adelante, y el rey y sus hijos y todos los grandes y señores que allí se hallaron quedaron con grande confusion y vergüenza de un caso tan nuevo y estraño. Pensando el rey que por ventura podria apartar á su hijo de aquel propósito, le envió á decir que si le era enojosa su compañía en el gobierno y administracion del reino, que él lo dejaria, pues era mas razonable y justo que él reinase estando en tal edad que no él, que se hallaba ya pesado, y en el postrer

tercio de su vida: ofreciendo que se recogería en el monasterio de Santas Creus; porque entendia que la tierra seria mejor gobernada por él, que era mancebo, y tan apto, y dispuesto para el trabajo y carga del regimiento pero ninguna destas amonestaciones y promesas bastaron á desviarle de aquel pensamiento. Finalmente entendiendo el rey que aquella era su determinada voluntad, proveyó como la renunciacion del reino se hiciese lo mas cautamente que ser pudiese por no dejar ningun género de alteracion ni causa della en sus reinos: y teniendo concertadas todas las cosas necesarias, fuése á Tarragona, para donde tenia convocadas cortes generales del principado de Cataluña: y á veinte y tres de diciembre deste año, en el monas terio de los frailes menores, en presencia del infante don Juan, que era electo arzobispo de Toledo, y de don Jimeno de Luna arzobispo de Tarragona, y de don Berenguer obispo de Vich, y de fray Ramon de Ampurias prior de la órden del Hospital en el principado de Cataluña, el rey emancipó al infante don Jaime su hijo, y le sacó de su patria potestad: y hecho esto, el infante reconociendo ser mayor de veinte y dos años, renunció el derecho de primogénito: declarando que no embargante que habia contraido matrimonio por palabras de presente, por no contravenir al espíritu de Dios que le guiaba, entendiendo de entrar en reli gion, antes de la profesion renunciaba en manos y poder del rey el derecho de la sucesion y primogenitura, y le cedió y resignó, no obstante que habia sido jurado por heredero y sucesor despues de sus dias por los prelados y ricos hombres, y universidades del reino, de tal suerte, que el rey pudiese disponer y ordenar dellos á su voluntad. Esto se hizo mediante juramento: y absolvió á los prelados y ricos hombres y caballeros, y universidades del homenaje que le habian hecho como á primogénito. Aceptó el rey esta re→ nunciacion, y luego en continente se le dió el hábito de la órden del Hospital de San Juan de Jerusalen, é hizo profesion en el mismo monasterio en la capilla de santa Catalina, habiéndose celebrado la misa, estando presente el prior de Cataluña, y don Jofre de Roca→ berti comendador de la Espluga de Francolin, Arnaldo de Soler comendador de Aliaga, Guillen Rabaza comendador de Uldecona y de Torrent, fray Bernardo abad del monasterio de Benifaza, don Blasco Maza de Vergua, y don Pedro de Pomar y Vidal de Vilanova, don Gonzalo García, don Artal de Azlor, Martin Lopez de Rueda, y Pedro de Boil, y otros caballeros del consejo del rey. Tenia fray Bernardo de Soler, que fué el que dió el hábito al infante, concesion y facultad de fray Eliono de Vilanova maestre de la órden del Hospital, para que pudiese recibir á la hermandad de su casa y religion un noble, cuando quisiese: y así este caballero recibió la profesion del infante, estando ves→ tido de las vestes é insignias de la órden, con la solemnidad que se acostumbra. Luego los prelados y barones y caballeros, y las personas que allí se hallaron y se habian juntado á cortes, juraron al infante don Alonso, que estaba presente, por primogénito heredero y sucesor en los reinos despues de los dias del rey su padre: y le besaron la mano los infantes sus hermanos y los ricos hombres: y despues no pasaron muchos meses que el infante don Jaime recibió el há➡ bito de Montesa, en el cual perseveró todo el tiempo de su vida. Mas este príncipe que tan determinadamente y con tanto acuerdo y consejo acabó consigo un negocio tan grande, como era renunciar á la sucesion

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del reino, no dió tal ejemplo de sí mientras vivió reinando su padre y hermano, como se pensó: ántes pareció haber dejado la dignidad que tenia y la que esperaba tener como una pesada y molesta carga, para que con mas libertad se pudiese entregar á todo género de vicios, segun despues se conoció con grande indignidad, no solamente de su casa y sangre, pero de la religion que habia profesado: porque su vida fué muy torpe y profana, y de hombre muy deshonesto, y de viles y bajos pensamientos sin que bastase ninguna correccion del rey su padre, ni de sus superiores á le refrenar y apartar della, con tales costumbres que fueron muy agenas, no solo de príncipe, pero de caballero y religioso como él lo había querido ser. Mandó el rey que tuviese especial cargo dél, Arnaldo de Soler, de quién habia recibido el hábito y profesion del Hospital, y porque el infante quiso pasarse á la órden de Montesa, y el maestre Guillen de Eril era muerto, y por la nueva institucion de Montesa estaba dispuesto que muerto el primer maestre, los caballeros eligiesen otro en su lugar, y convenia que fuese persona de mucha autoridad, y anciano en la órden, procuró el rey que por esta vez se reservase la eleccion à la sede apostólica, y se cometiese al abad de Santascreus, sin esperar el asenso de don García Lopez maestre de Calatrava : y así fue creado maestre fray Arnaldo de Soler que era antes caballero y comendador del Hospital, y fué el segundo maestre de la órden de Montesa. En este mismo año que el infante don Jaime renunció á la sucesion del reino á cinco del mes de setiembre, nació al infante don Alonso su hermano un hijo de la infanta doña Teresa de Entenza su mujer, en la ciudad de Balaguer, y pariólo á siete meses: el cual tuvo tal nacimiento que se pensó que no viviera muchas horas, y bautizáronlo luego, y llamóse Pedro, y sucedió á su padre en el reino: y aunque nació tan débil y delicado, que se pensó que viviera, fué muy ardiente y bullicioso, y de gran ingenio y vivez y muy inclinado á las armas y á las letras, y tan dado al gobierno de su casa y de sus reinos, que en esto se señaló mas que príncipe de sus tiempos : y reinó mas de cincuenta años.

CAP. XXXIII. De la disension y guerra que hubo en Portugal entre el rey don Dionis y el infante don Alonso su hijo primogénito.

Al tiempo que el infante don Jaime estaba en desgracia del rey su padre por la renunciacion que queria hacer de la sucesion, y en el mismo tiempo que renunció el infante don Alonso su primo, hijo primogé nito del rey don Dionis de Portugal, tentó nuevas cosas en grande desacato de su padre y procuró de le privar de la administracion y regimiento del reino. Caminaban estos príncipes por bien diferente camino los unos de los otros porque el rey don Jaime tuvo por gran adversidad y desgracia, que su hijo dejase la gobernacion de sus reinos, y no le sucediese en ellos, y le quisiera ver rey en su vida, y no se pudo acabar con él y el infante don Alonso primogénito de Portugal intentó de poner la mano en los negocios mas adelante de lo que convenia: y quiso sacar á su padre en vida del reino, el cual lo sintió tan ásperamente, que se tuvo grande sospecha, que deseó la muerte del hijo: y desto resultaron grandes alteraciones y guerras en Portugal todo el tiempo que el rey don Dionis vivió, El principio de sus diferencias fué, que el rey entre otros hijos bastardos tuvo uno, que se llamaba Alonso

:

Sanchez, al cual amaba mucho y habiendo el rey
dado el oficio de mayordomo al infante don Alonso,
se lo dió despues el infante, y tenia tanto lugar en los
negocios de estado, y en la privanza del rey su padre,
que el infante tuvo gran sospecha dél, porque le fué
dado á entender, que trataba en su desheredamiento,
y de allí resultaron grandes rencillas y contiendas en-
tre padre é hijo. Envióse á quejar el rey de Portugal de
su hijo al rey don Jaime, que era su tio, y su embaja-
dor propuso las causas de aquella disension, diciendo
que algunas personas, á quien pesaba de la paz y so-
siego, que habia en aquel reino, entendiendo, que
gran tiempo habia, que el rey le mantenia en derecho
y justicia, buscaron camino por donde este beneficio
y paz de la tierra se perturbase, y pusieron al infante
don Alonso su hijo, en que no le fuese obediente, pen-
sando que por esta via podria haber el reino, y hacer-
se señor de todo: y él por codicia grande que tuvo de
reinar, y verse señor, dió mas presto su consentimien-
to y voluntad á estos malos consejeros, de lo que de-
biera. Conformándose en este parecer, y no conside-
rando, que por diversos vínculos le debia obediencia
y reverencia, siendo su padre y su señor, dióse gran
priesa de poner la mano en el gobierno, antes que Dios
por bien lo tuviese: y comenzó luego con gran sober-
bia á mostrar mala voluntad á los que el rey tenia mas
allegados de sí en su servicio, dándoles á entender el
infante y sus privados, que habian de quedar á lo que
él dispusiese dellos: y que tenian en él daño y muerte,
de manera, que algunos por ser livianos, con poca
prudencia, recelándose del infante, se partieron del
rey, y de su servicio: y él los recibió por suyos, é hí-
zoles bien y merced de lo que el rey le daba á él, y á
los otros que quedaron en el lugar que tenian con el
rey su padre, y en su privanza, les dió á entender, que
los tenia por enemigos. Allende desto se decia por par-
te del rey don Dionis, que el infante se confederó con
todos aquellos, á quien él tenia por deservidores y ene-
migos suyos, y de su reino, así con los naturales de
Portugal, como con los de fuera del reino, é hizo con
ellos gran union y liga, declarándose por su contrario
y caudillo de los que lo eran: y pasaron muchos dias,
que él lo habia disimulado, y no lo quiso estrañar,
por encubrir la impiedad y desconocimiento, que con-
tra él mostraba, con tanta lesion del amor y respeto
que debia á su padre, procurando de ocupar su lugar.
Que se vino á ver con la reina doña María su suegra á
Castilla contra su voluntad, y en aquellas vistas se
movió, que la reina le enviase á decir, que dejase su
reino, y la administracion de la justicia al infante su
hijo: y así dende á pocos dias que el infante don Alon-
so volvió á Portugal, fué al rey don Dionis un alcalde
del rey de Castilla con un recaudo de la reina doña
María, por el cual le enviaba á rogar y pedir muy en-
carecidamente, que dejase al infante don Alonso su
hijo primogénito el gobierno y administracion de la
justicia, y que él habia dado su respuesta, cual en-
tendió, que cumplia y pertenecia á su estado y al ho-
nor suyo y de su reino. Diciendo, que dar la justicia
y hacerla en la tierra, era mas propio de los reyes, y
tocaba á su preeminencia, y que él era tal que la man-
tendria con ayuda de Dios y de sus naturales buenos
y leales y que la reina doña María no tenia porqué se
entremeter en esto, ni por ruego, ni por importuni- |
dad del infante su hijo. Entonces el infante don Alonso,
que estaba en Lisboa en la corte del rey su padre, sa-
biendo esta respuesta, recibió gran saña: y partióse
TOMO IV.

luego de allí, y no quiso despues ir ante el rey, como
debia ir hijo á padre y vasallo á señor, ni estar debajo
su obediencia: y como quiera que el rey dió noticia
de todos estos yerros y desacatos de su hijo á sus ricos
hombres y á los hijosdalgo de la tierra y á los consejos,
mostraron el sentimiento que era razon, como buenos
y naturales vasallos lo debian hacer: y no quiso proce-
der adelante en aquel hecho contra su hijo, ni contra
los suyos, por quien se aconsejaba, esperando que se
reconoceria y corregiria. Mas en lugar de la enmienda,
decia el embajador del rey, que el infante tornó á co-
meter otras obras muy peores, contra Dios y contra la
justicia, y que eran derechamente contra su estado y
honor, y en gran daño y estrago de la tierra, reco-
giendo para sí, y defendiendo en su casa muchos que
estaban desterrados del reino por el rey y por sus me-
rinos por diversos delitos: y algunos dellos por haber
denostado la fama del rey, por lo cual habian caido en
caso de traicion : y para mas declarar la voluntad que
contra el rey tenia, y por su desprecio, y para dar
mayor atrevimiento y osadía á semejantes personas,
partió de Coimbra, donde estaba con ellos, y fuése
á Leirena con algun número de gente de armas, y de
la lijera, y de allí pasó á Lisboa á ocho leguas,
donde el rey estaba. Con todos estos desacatos el rey
no habia querido mover aceleradamente, para
echar de la tierra aquellos malhechores; y envió al
infante á Pero Estevanez y á Pero Gomez Martinez,
que le dijesen que tales hombres como aquellos no los
trujese consigo y mandóles que se saliesen luego de
la tierra, y el infante respondió que no los estrañaria
de su casa ni de su merced, y los tracria consigo: y
ellos no se quisieron ir por el mandamiento del rey,
confiados que el infante los ampararia: y esto se tuvo
por cosa muy nueva y estraña, porque á cualesquiera
infantes y ricos hombres que llegaba mandamiento del
rey, para que se saliesen de la tierra, por cualquiera
razon ó causa que quisiese, luego se cumplia. Cuando
el rey vió el camino que llevaba el infante su hijo, y el
daño que de allí se podia seguir á sus vasallos, fuése
contra Lisboa, y llegando al Lomenar el infante sc
fué à Sintra, á cuatro leguas, donde el rey estaba: y
movió el rey contra él, y el infante mandó armar sus
gentes, y salió con sus haces ordenadas en dos partes
contra el pendon real, con semblante que salian á de-
fender á aquellos contra quien el rey iba, para echar-
los de su reino. Pero viendo el infante y los suyos que
el rey se acercaba á ellos, y que no eran poderosos
para le resistir, se retiraron, y entonces decia el em-
bajador, que si no moviera al rey mesura y piedad de
su hijo, pudiera recibir venganza de su desobediencia,
y no quiso dar lugar á sus gentes que los siguiesen,
porque el infante no recibiese algun daño en su perso-
na: mas él teniendo poca cuenta con el sufrimiento y
piedad del rey, fuése al Lomenar, de donde el rey habia
partido aquel dia, y otro dia pasando el rey de Sintra
para Bonfica, creyendo que el infante tendria el res-
peto y acatamiento que debía á él, que era su padre y
señor natural, y que por su honor se desviara, fuése
el infante á una aldea que se decia las Alvogas, que
dista poco mas de una legua de Bonfica, llevando su
gente en ordenanza. Viendo el rey que el infante su
hijo, sin respeto de Dios y de la obediencia que le de-
bia, le era rebelde, como quiera que entendia que sus
naturales estaban desnaturados del infante, pues él
mismo por sus obras se desnaturaba del rey, y que
no hay obligacion de desnaturarse, sino de su rey,

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