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y convento en el castillo de Montesa, de la diócesi de Valencia para exaltacion de la fé, y para resistir á los infieles. Ordenóse que en este convento residiesen frailes y comendadores de la órden y caballería de Calatrava, de la cual el rey de Aragon era muy devoto: y habian perpetuamente de velar contra las asechanzas y acometimientos de los infieles. A este convento se aplicaron todos los lugares y vasallos, y bienes y muebles que la órden de los templarios poseia al tiempo que se comenzó á proceder contra ellos en el reino de Francia, y todo lo que era de la órden del Hospital: y le pertenecia en el reino de Valencia con la iglesia parroquial de Montensa, uniéndolo é incorporándolo en aquella órden y convento, dejando fuera dél para la órden del Hospital de San Juan la casa é iglesia con las rentas y censos que tenia en la ciudad de Valencia, y su término por media legua, y el castillo y villa de Torrent. Otorgó al maestre y caballeros desta órden las mismas gracias y privilegios que los caballeros de Calatrava tenian reservando al rey y á sus sucesores el derecho y servicio real, en los lugares y castillos que los templarios y del Hospital los solian reconocer y dióse la visitacion deste monasterio y convento al maestre de Calatrava: declarando que asistiese à ella el abad de Santascreus, ó el de Valdigna de la orden de Cister, y reservóse á la disposicion de la sede apostólica la creacion y provision del nuevo maestre. Éste habia de tener libertad y bastante poder para elegir los caballeros que le pareciese: y quedaba ordenado, que de allí adelante el convento y caballeros desta orden pudiesen elegir por muerte del primer maestre dentro de tres meses otro en su lugar: y siendo elegido en conformidad, fuese habido por confirmado. Todos los otros lugares y bienes que la orden del Temple tenia en los reinos y señoríos del rey de Aragon, fueron unidos é incorporados en la orden y religion del Hospital de San Juan de Jerusalen, declarando que el maestre ó casteIlan de Amposta y otros comendadores, antes que tomasen posesión de los lugares y castillos de sus comiendas, prestasen por ellos al rey y á sus sucesores ó al lugar teniente homenaje, que serian fieles al rey y no procurarian dellos daño ni embargo alguno contra él y su reino, antes lo estorbarian é impedirian: y así fué aquella órden de San Juan en Aragon y Cataluña muy acrecentada y enriquecida. Juntamente con esto, por favorecer el papa mas esta nueva orden de Montesa, escribió á don Garci Lopez maestre de Calatrava, y á los caballeros de la misma órden, que tuviesen por bien de dejar este nuevo convento, que se habia de hacer en Montesa, todos los bienes que la orden de Calatrava tenia en los reinos de la corona de Aragon, pues habia de ser como madre y cabeza desta nueva órden, pero ellos no lo quisieron consentir. Fué nombrado por maestre de la orden de Montesa un caballero muy principal de Cataluña que se eligió por comision del papa, llamado Guillen de Eril, persona muy generosa y anciano, y recibió hasta catorce caballeros de aquella misma orden y fué desta manera, que don Garci Lopez maestre de Calatrava, por mandamiento del papa, dió su comision y voces á fray Garci Gomez comendador mayor de Alcañiz, para recibir frailes del hábito de la dicha órden para el monasterio y convento de Montesa: y admitió al hábito de su orden á Guillen de Eril y algunos otros, y recibió la profesion dellos, y despues el abad de Santascreus por comision del papa, proveyó á Guillen de Eril del maestrazgo de Montesa: y él recibió aquellos

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catorce en frailes de su convento: y dentro de breves dias murió el primer maestre de Montesa. Por el mismo tiempo y por el mismo pontifice, y por la misma causa, se instituyó en el reino de Portugal para la defensa de las fronteras de aquel reino y del Algarbe, para resistir á los infieles en aquellas partes otra nue→ va órden de caballería, que se dijeron de la milicia de Cristo, y señalóse para convento della Castromarin de la diócesi Silvense y concedió el papa á los caballeros desta órden todos los lugares y bienes, que fueron de la órden del Temple de aquel reino: con 'el consentimiento del rey de Portugal, que les dió aquel castillo. Tambien habian de militar los caballeros desta órden, segun los estatutos y regla de la órden de Calatrava, y las visitaciones, correcciones y reformaciones se cometieron al abad del monasterio de Alcobaza, de la órden de Cister. Esta institucion fué despues de la dè Montesa concedida en Aviñon á catorce del mes de marzo del año de la Natividad de mil y trescientos y veinte. Mas los lugares y castillos que la órden del Temple tenia en los reinos de Castilla, fueron ocupados parte por caballeros de las órdenes de Uclés y Calatrava, y de otros se apoderaron algunos ricos hombres y ciudades que estaban en la frontera de los moros, y los de la órden del Hospital no pudieron apoderarse dellos. CAP. XXVII. De la ereccion de la Iglesia catedral de Zaragoza en metrópoli.

En el año siguiente de mil trescientos y diez y ocho el mismo pontifice erigió en metrópoli é iglesia arzobispal la iglesia catedral de Zaragoza que era sufragánea de la metrópoli de Tarragona: y quedó eximida de su jurisdiccion, y de la obediencia del arzobispo y capítulo de la iglesia de Tarragona: y de una provincia que antes era se hicieron dos y allende que esto se procuró por el rey y reino, por decorar y ennoblecer esta ciudad, el sumó pontífice vino bien en ello, por particular aficion que tenia á la iglesia de Zaragoza, y tambien porque la pro¬ vincia tarraconense era tan ancha y extendida, que con grande dificultad el metropolitano podia cumplir con su cargo, mayormente estando sus sufragáneos en tanta distancia, que trabajosamente se podia tener recurso á la metrópoli, que estaba tan separada. Fundábase esto conforme à los estatutos de los sacros cánones que disponen que las iglesias catedrales se ordenen de tal manera que no estén entre sí los obispos apartados por grande intérvalo, porque puedan concurrir sin grande dificultad á la consagracion de los prelados que son de la misma provincia, y ser consultados por las otras cosas que conciernen al bien de la Iglesia. No bastaran todas estas consideraciones, para que ello se hiciera con tanta facilidad, si no concurriera otra calidad, que fué muy importante, hallarse metropolitano, y presidir en aquella provincia Jimeno de Luna arzobispo de Tarragona, que era natural desta ciudad, y deudo muy cercano de don Pedro de Luna, que le sucedió en la iglesia de Zaragoza, que fué promovido con su iglesia en esta dignidad: y así con su consentimiento se erigió en metrópoli, y se le señaló distinta provincia, y fué esta iglesia decorada de las insignias y preheminencias de iglesia metropolitana, y su prelado se intituló arzobispo. A la iglesia de Tarragona porque quedase en condecente estado, y fuese como hermana mayor acrecentada por su antigüedad y quedase favorecida, se le señalaron por sufragáneos los obispos de Barcelona, Lérida, Girona, Tortosa, Vich, Urgel y Valencia, para que quedasen

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Terre del Arzobispo

en

Tarragona, y muralla romana levantada sobre los vestigios del muro

ciclope.

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