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habia, porque no hubo quién la defendiese por haber salido don Juan y sus caballeros con el rey contra los ginetes, y si no fuera por la gran valentía y esfuerzo del infante y de los caballeros que con él quedaron, y por el fuerte en que estaba asentado el real, aquel dia corrieran grande peligro de ser perdidos los unos y los otros. Esto es lo que pasó en la primera batalla, aunque el autor que escribió la historia del rey don Fernando lo encarece diferentemente, y porque señala que se tenia en aquellos tiempos muy diversa costumbre en Castilla, pondré aquí sus palabras. Luego que el rey de Aragon cercó á Almería, hizo un palenque al derredor de su hueste y una cava tan fuerte que non habia que recelar por gran gente que á él viniese, é tuvole gran pro. Desque los moros supieron que el rey de Aragon tenía cercada á Almería, pesóles mucho é tuviéronlo por gran deshonra, é como quiera que dos veces los venció, si non fuera por aquella barrera que tenia en que se defendia, fuera preso ó muerto. Mas el rey don Fernando non tenia barrera ninguna en la cerca de Algecira, ca non la habia menester, nin fué costumbre de los castellanos facer barreras cuando cercaron algunas villas, ante lo ovieron por gran mengua. Bien es de considerar lo que este autor escribe, pues la costumbre de hacer el fuerte para asentar el real fué tan antigua cuanto lo fué el pelear, desde que se tuvo cuenta con la disciplina militar, y así se usó siempre y se enteadió, que el fuerte donde se asienta el real, es morada como abrigo al vencedor, y guarida al vencido, y por esta causa muchas veces grandes ejércitos se libraron de diversos peligros y quedaron señores del campo con pérdida y daño de sus enemigos. Tambien Ramon Montaner encarece el grande esfuerzo y valentía con que se señaló en esta jornada el infante don Fernando, y dice que quedando con sus gentes en el real, salieron por un esgonce de la muralla bácia la marina que él llama espolon, cuatrocientos ginetes, y pasaron dándoles el agua hasta las barrigas de los caballos, y mucha gente de pié, y con ellos un hijo del rey de Guadix, y el rebato fué tal, que el infante y su gente salieron á pélear con ellos, y habiendo pasado el espolon aquel caballero moro, que era de los mas valientes y preciados que habia en toda la morisma, se puso delante terciando una azagaya y dando voces en su algaravía, repitiendo siempre una misma cosa, que era hijo de rey, para provocar al infante que le saliese al encuentro, y despues de haber el infante rompido su lanza y muerto con ella seis caballeros moros, se fué à combatir con él diciendo que tambien era él hijo del rey, y le derribó de una lanzada del caballo, y cayó muerto, y luego fueron los moros vencidos. Fué esta jornada muy señalada en aquellos tiempos, y ganó con el rey en ella muy grande reputacion, y puso mucho miedo y espanto á los moros.

CAP. LXXXII.-Que el papa envió á exhortar al rey que echase de sus reinos todos los súbditos de la señoria de Venecia y se ocupasen sus bienes.

Quedó por gobernador del reino de Valencia don Artal Duerta comendador mayor de Montalvan, y proveyó de tal suerte en tener aquel reino seguro mientras el rey estaba en la guerra de Granada, que los moros de todo el señorío del rey estuvieron muy sosegados y pacíficos, y él se pasó á Orihuela, para dar órden que alguna gente la mas escogida del reino de Valencia

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que

y del de Murcia, hiciesen entrada contra los moros
por las fronteras del reino de Granada, y el rey
proveyó que Aimerico de Beluchi y Ramon de Marimon,
con gran diligencia guardasen con sus galeras el estre-
cho, porque los moros no pudiesen pasar de una parte á
otra, y procuraba que el rey don Fernando tuviese sus
diez galeras y los leños armados, que era obligado en el
estrecho. Estando el rey sobre Almería envió al papa á
fray Pedro de Marsilio de la órden de los predicadores,
de quien en estos anales se hace mencion que tradujo la
historia del rey don Jaime en latin, y á Fortuño Mar-
tinez, para que procurasen que el papa diese mayor
socorro á aquella empresa; pero este religioso no se
hubo tan bien en la embajada, y fué de muy poco
efecto, porque desmandándose á decir algunas pala-
bras desacatadas, el papa le mandó prender y re-
mitir á su genenal para que le castigase. Tambien en
el mismo tiempo que el rey estaba sobre Almería á
diez y nueve del mes de setiembre, un nuncio del pa-
pa llegó al rey con letras, en que le exhortaba que se
procediese en sus reinos contra todos los venecianos que
residiesen en ellos, diciendo que aquella señorfa ma
lamente pretendia ocupar la ciudad de Ferrara,
era cámara de la Iglesia y le pertenecia de derecho
de muy antiguo, y que habiendo los de aquella ciudad
vuelto á su obediencia echando della á Frescho, hijo
natural de Azo, marqués de Este, que despues de ha-
ber hecho morir en prision á su padre, la tenia usur→
pada violentamente, y residiendo en ella los nuncios
apostólicos que el papa habia enviado por el mismo
caso, y entregándoles las fuerzas, ellos y todo el con-
dado de Ferrara habian reconocido que en lo tem-
poral pertenecia al derecho y propiedad de la Iglesia,
y que aquella ciudad era cámara especial della. Des-
pues estando los nuncios apostólicos en posesion de
aquella ciudad, sucedió que el duque y señoría de
Venecia pusieron los ojos en ella, como en cosa que
tanto les cumplia, y determinaron de enviar gente
sobre la ciudad, y ganaron una fortaleza que estaba
contigua con ella, que llamaban el castillo Tebaldo,
y el burgo y la puente que tenia sobre el Pó, y una
torre que estaba junto, y despues enviaron un capi-
tan que se llamaba Juan de Surancia, que se a poderó
de la ciudad por fuerza de armas, recogiéndose los
nuncios del papa á cierta parte del palacio. Procedióse
luego contra aquella señoría con censuras apostólicas,
y el dia del jueves santo de la Cena deste año estando
en Aviñon, pronunció el papa su sentencia contra
ellos, y entre otras penas les confiscó todos sus bie-
nes muebles y raices,, y los expuso con sus per-
sonas á cualquiera fiel que los pudiese ocupar, re-
servando á su disposicion y de sus defensores, lo
que tocaba al estado que tenian en Romanía y en la
provincia de Venecia, y fueron enviadas letras por
toda la cristiandad, para que ellos fuesen presos y
sus bienes ocupados, y fueron por la mayor parte de
los reinos y señoríos de Europa con grande rigor en-
ocupadas. Mas no obstante esto, persistiendo toda-
carcelados y maltratados, y sus bienes y mercancías
vía los venecianos en su empresa, teniendo ocupada
aquella ciudad, haciendo grande estrago y tala en
todo el condado, en menosprecio de la Iglesia, envió
contra ellos por legado del papa á Arnaldo de Pela-
grua cardenal de santa María in Portu, y publicó
cruzada contra ellos por toda Italia, y el papa re-
queria con este nuncio al rey de Aragon, que man-
dase prender á todos los que se hallasen en sus reinos

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CAP. LXXXIII.—Qué el rey de Castilla diỏ cargo de su armada al vizconde de Castelnou y se rindió la villa de Gibraltar.

Habia dado el rey de Castilla el cargo de almirante mayor de su armada en esta guerra contra el rey de Granada á don Diego García de Toledo, que era su privado y muy principal en su reino y algunos maloscaballeros y consejeros del rey, que tenían envidia delu

estado, y pesándoles de su acrecentamiento, calumniáronle con el rey diciendo, que por su descuido no habia salido con su armada de Castilla á hallarse en la toma de Ceuta, con las galeras del rey de Aragon, no teniendo en ello cargo ni culpa alguna, y por esta causa el rey de Castilla hizo su almirante mayor de la mar á Jazberto, vizconde de Castelnou, y le mandó acudir con todas las décimas de sus reinos que el papa le habia concedido para pagar las galeras, y envióle el rey don Jaime, que fuése à servir su oficio, y esto fué en principio del mes de octubre. Dejó el vizconde en África con la gente que allá estaba en servicio del rey de Marruecos por alcaide y capi tan, á Bernardo Segui, pero no pasaron muchos días, que el rey de Marruecos como infiel se confederó con el rey de Granada, y el rey de Aragon se recelaba dél, como de enemigo, porque faltó en todo cuanto habia prometido. Estando las armadas de ambos reyes en el estrecho, y sus galeras, el rey de Castilla fué aconse jado de enviar parte de su ejército sobre Gibraltar, y fuéron sobre aquella villa don Juan Manuel y don Juan Nuñez de Lara, el arzobispo de Sevilla y el consejo de aquella ciudad, con don Alonso Perez de Guzman y don Garci Lopez maestre de Calatrava, y fué tan reciamente combatida, que los moros que estaban en su defensa, la hubieron de rendir al rey don Fernando, que fué allá, con que los dejase ir allende en salvo, y así se hizo. En este hecho fué muy señalado el esfuerzo y valor de don Juan Nuñez de Lara, que fué uno de los grandes caballeros que hubo en su tiempo.

y ocuparles todos sus bienes, pero el rey respondió, que él proveerfa primero, que todos los naturales y súbditos de sus reinos, que estaban dentro en Venecia, ó en su estado á cierto término se saliesen, y que entonces se proveería, que los venecianos tambien se fuésen de sus reinos. Por el mismo tiempo, estando el papa en Aviñon, vino á la Proenza el rey Roberto y la reina doña Sancha su mujer, y fueron ungidos y coronados en reyes de Jerusalen y Sicilia, el primero de agosto por el papa, con grande solem-gar que alcanzaba en su consejo y en todas las cosas del nidad y fiesta. Entónces fué enviado al real que el rey tenia sobre Almería, Arnaldo de Vilanova, gran privado del papa Clemente, y muy favorecido y estimado de todos los príncipes de aquellos tiempos, porque el rey quiso que fuese el principal ministro, para que se asentasen de tal manera las cosas, entre el rey Roberto y el rey don Fadrique, que la paz fuese entre ellos perpetua. Este es aquel famoso doctor y singular médico y de los mas excelentes filósofos que hubo en sus tiempos, grande escudriñador de los secretos y maravillas de las influencias y operaciones del cielo, el cual, segun en un autor catalan be leido, era natural de la villa de Cervera, junto al campo de Urgel, y Vilano afirma, que era de la Proenza. Volvió luego por mandado del rey y de la reina á la Proenza para informar al rey Roberto, que el rey don Fadrique estaba muy determinado de emprender la conquista de la Tierra Santa, y que por ningun camino no se podia asegurar mejor, que cobraría el rey Roberto la isla de Sicilia, que transfiriendo en él el tftulo y derecho del reino de Jerusalen, y socorriéndo le con la suma de dinero que estaba tratado, por la concordia que le habia de dar el rey Roberto, y dándole el tesoro que la sede apostólica tenia dedicado para aquella empresa y la décima de toda Italia y de las islas, seguiria la empresa de la Tierra Santa, y dejaria la isla de Sicilia. Fué con Arnaldo de Vilanova el vicecanciller de la reina de Aragon con esta embajada, y ambos partieron á la Proenza, y por indisposicion de Arnaldo de Vilanova, que quedó en Marsella, el vicecanciller fué à la ciudad de Aviñon, á donde estaba el rey Roberto, el cual tuvo en mas solo el título de rey de Jerusalen, que asegurar en su casa la sucesion de la isla de Sicilia, con confianza que tuvo que no podia perderla, teniendo por cosa muy afrentosa dejar un tan principal título, que su abuelo y padre habian conservado, y parecióle grandad de Almería, dándole diversos combates, sucedió, de mengua por una parte dejar el título de rey de Jerusalen y por otra estar todo el tiempo de su vida despojado de la posesion de la isla de Sicilia. Pedia que se le entregase la mitad de la isla hasta Chaza, y del mar de mediodia, hasta la mar del norte, que corresponde al principado de Capua y que se le entre gasen todas las fortalezas y castillos con las ciudades y villas que se compreendian en aquella parte, y la otra se tuviese por el rey de Aragon, y pusiese en las fortalezas alcaides que fuesen sus vasallos á contenta miento del rey Roberto, y decia, que no se contenta ría con otra seguridad, y proponia que se podia dar al rey don Fadrique otra conquista, que fuese muy provechosa y de grande honra, y con esto fué Arnaldo de Vilanova á tratar de otros medios con el rey don Fadrique.

CAP. LXXXIV. De la batalla que tuvo el rey con la caballería del reino de Granada, que llegaron á socorrer á Almeria.

Teniendo el rey de Aragon en gran estrecho la ciu

que un miércoles, que fué à quince del mes de octubre, pasaron por el llano y rambla de Almería hasta tres mil ginetes, que era la mayor parte de la caballería del rey de Granada, y por la sierra á otra parte cargó tanto de la morisma que bajaron á combatir el fuerte mas de cuarenta mil moros. La gente de pié que venia por la montaña, se apresuró mas, y pasaron á combatir el fuerte por ganar las bastidas, y meter gente de socorro en la ciudad, y comenzándose la batalla entre ellos y los cristianos, y combatiendo el fuerte, el rey que estaba con su caballería, y con mayor parte de la gente de pié fuera en el campo, al rostro de los ginetes, envió alguna gente de caballo y de pié, en socorro de los que estaban en la defensa de las bastidas, y pelearon tan bravamente con ellos que los desbarataron y llevaron de vencida, siguiéndolos por la montaña arriba, de suerte, que murieron mas de dos mil, y fueron muchos presos. Fué esta una muy grande hazaña, segun el lugar que los moros tenian, y la gente que ellos eran, porque los cristianos

la

en su comparacion eran muy pocos, y siguieron el señor de Pola y Almonacir, hermano de don Jimeno alcance tres leguas. Entretanto estando el rey con sus de Luna, obispo de Zaragoza, uno de los principales escuadrones ordenados en el campo junto a su fuerte, ricos hombres del reino, y por su persona muy valese pusieron al rostro los caballeros moros con gran roso, y que habia hecho gran prueba de sí en esta maestría muy derramados y haciendo de sí diversas guerra, fué necesario que públicamente ante el rey debandas, dejando sus celadas en muchas partes, y re- clarase con grandes salvas, que no se habia hallado conociendo el rey con algunos muy diestros caballeros en el lugar á donde fué el reencuentro entre don Jique con él se hallaron, que no estaban los moros en men Perez de Arenos y su compañía, y los moros, y órden de esperarle, ni que él pudiese alcanzarlos con que no se escapó dél, desamparándolos, y fué nece→ los caballos que tenian armados, y que no procura-sario que probase, que por mandado del rey estuvo rian otra cosa sino hacerlos esparcir y desordenar, con sus caballeros muy lejos del lugar, á donde se tu→ para sacarlos á sus celadas, porque con esto pudiesen vo aquel reencuentro. Tambien fué acusado un caba→ entrarse en Almería algunas compañías, y salir á pe-llero llamado Martin Jimenez de Aivar, vasallo de don gar fuego en las tiendas y robar el real, tuvo su acuer- Jimen Perez de Arenos, reptándole que habia huido de do de no mover para ellos, y así se fuéron á la tarde. la batalla, y que dejó á su señor en el campo, y porHabian salido por mandado del rey don Pedro Marti- que probó que no se halló en aquel reencuentro, pornez de Luna, hermano del obispo don Jimeno de Lu- que don Jimen Perez lo habia enviado á Almería, fué na y don Jimen Perez de Arenos y otros ricos hom- dado por libre con sentencia del rey, declarando, bres y caballeros con sus compañías, para hacer la que por aquella causa, no se procediese contra él y guarda á la provision que venia al real, y estando en sus bienes, ni le persiguiesen, por tanta infamia se la rambla á una legua del fuerte en la vega de Alme- tenia desamparar un caballero en la batalla su lugar, ría, desmandandose por diversas partes de la rambla, y no hacer en él su deber, hasta perder la vida. la gente de caballo morisca, que les tenia puestas ceCAP. LXXXV.—Que el rey de Castilla levantó su real de ladas, acometieron una compañía de gente de caballo, y la encerraron en medio, y mataron algunos caballeAlgecira, y el rey de Aragon el suyo de Almeria. ros y otros fueron presos, y allí fué muerto don Ji- La ciudad de Almería estaba en esta sazon en tanto men Perez de Arenos, que era un muy principal rico estrecho, que esperaban que se rendiria á partido cahombre del reino de Valencia, y un caballero aragoda dia. En este medio sucedió una novedad en el real, nés que se decia Garci Jimenez de Embun y Martin que el rey de Castilla tenia sobre Algecira, que fué de Baldovin, que habia ido con la gente del consejo de Za-mayor socorro á los moros que ellos podian esperar de ragoza. Como andaba esta gente del rey de Granada desmandada, y no habia hecho mayor efecto, ni dado socorro á los de Almería, luego mandó dar aviso el rey á los vecinos de Murcia, Cartagena y Lorca, y á los de aquellas fronteras, para que guardasen sus comarcas. Despues el sábado siguiente, que fué á diez y ocho de octubre, volvieron los ginetes otra vez, y traian cierta parte de los peones que les habian quedado; pero las compañías de pié estuvieron mas recata dos, y no se osaron acercar mucho á nuestra gente, y los de caballo se afirmaron de la misma manera, que en la jornada pasada, y mezclándose cierta escaramuza fué vencida una parte de la caballería en un recuesto, por donde tentaron de entrarse en Almería, y perdieron algunos caballeros. Estando ordenando el rey sus escuadrones, atendia á defender su fuerte, y desta manera se detuvieron los moros el lúnes y el martes siguiente, y el rey no consentia que ninguno se desmandase, entendiendo, que si saliesen á escaramuzar ó pelear con los moros, no se les podia hacer mucho daño, antes lo podian recibir los suyos en su fuerte, si su caballería se alejase mas dél. Finalmente, visto que no podian salir con lo que pretendian, por la buena órden y gran concierto que tenia nuestra gente, los moros se fuéron y dejaron alguna gente en Marchena en frontera. Estaban las cosas de la guerra tan ordenadas, y prevalecia tanto la disciplina militar, y la gente era tan ejercitada y diestra, que esto fué causa que no se recibiese algun daño notable en aquel cerco, que el rey tuvo sobre Almería, porque de parte del rey don Fernando se hizo tan poco efecto en lo de Algecira, que cargó la mayor fuerza y poder de los moros al socorro de Almería. No es razon que se olvide en este lugar una cosa, que á mi juicio es muy raro ejemplo, del rigor con que se trataban en aquellos tiempos las cosas de la guerra, porque sucedió, que siendo don Pedro Martinez de Luna, que era

TOMO IV.

otra parte, y encaminose de manera que fueron ocasion para que esta empresa se perdiese, los que la habian de sustentar. Esto fué que el infante don Juan, y don Juan Manuel teniéndose por muy desfavorecidos y maltratados del rey de Castilla, se desavinieron de su servicio, y las principales quejas que dél tenian eran, que les fué menguando segun ellos decian, en su honor, en cuantas maneras podia, señaladamente no siguiendo ninguna cosa, que ellos ordenaban y aconsejaban, apartándose dellos, y poniendo sospecha en sus personas, y confiándose el rey y todo su estado en sus contrarios, que eran don Juan Nuñez y don Diego Lopez de Haro señor de Vizcaya, dando á entender que no era bien servido dellos, y que habiendo el rey ofrecido al infante don Juan, que le daria á Tarifa para que la tuviese por él, y á Algecira si se ganase, pidiéndote que le mandase entregar á Tarifa, le respondió que no se las podia dar, y seria muy grande servicio suyo, porque don Diego y don Juan Nuñez le decian, que si se las daba, que no le servirian. Tras esto se dió á entender al infante, como el rey don Fernando habia mandado que le matasen si fuese á Tarifa, y por estas causas el infante se salió del real mediado el mes de noviembre, y salié-ronse con él don Alonso su hijo, don Juan Manuel y don Fernando Ruiz de Saldaña y otros ricos hombres, y con ellos hasta quinientos caballeros, y no quedaron con el rey muchos mas. Despues el infante y don Juan enviaron con un caballero llamado Pero Jimenez de Lorca á decir al rey de Aragon lo que pasaba, y que como quiera que el rey de Castilla no le enviaba á decir lo que entendia hacer, no podia durar en el cerco de Algecira en ninguna manera, y por esto decian en sus cartas, que catase en su facienda lo que fuese mas su pro. Desto tuvo el rey muy gran pesar, entendiendo la division que habia en el ejército del rey de Castilla, por estar divisos aquellos ricos hombres, y respondióles con aquel caballero, que él no podia ver ni en53

tender que fuese honra suya, sino perseverando en el | Jimenez, que fué hijo de don Jimeno de Urrea, y de cerco, hasta que aquella ciudad se rindiese, y que en doña Gracia Dionis nieta del conde Dionisio de Ungría, aquelle pensaba esforzarse cuanto pudiese, hasta que el cual sucedió en el estado de Biota y del Vayo, y en Dios en el cielo, y las gentes, entendiesen que mas no las otras villas y lugares que tenia en el reino de Arase podia hacer. Rogábales que por el servicio de Dios, gon don Jimeno su padre, que fué hermano mayor de y atendiendo al servicio del rey de Castilla, y suyo, que don Juan Jimenez el de Almería. Habiéndose levanen este caso era uno, quisiesen volver al cerco de Al- tado el rey del cerco de Almería, vino á Alicante, à gecira, señaladamente por honra suya, y cuando esto donde se detuvo hasta diez dias del mes de febrero, no tuviesen por bien, á lo menos se reparasen en al- porque don Juan hijo del infante don Manuel su yerno, gunos de aquellos lugares en la frontera, haciendo que estaba con la infanta doña Costanza su mujer en daño en los moros, y reducia á la memoria al infante Villena, que era del señorío del rey de Aragon, se fué que se acordase cuantas veces le habia persuadido para á ver con él, y el rey queria dar órden en concordarle que tomase esta empresa, teniéndola por muy fácil, con el rey de Castilla y al infante don Juan, y tratádiciendo que ganada Algecira era desembargada toda balo por medio de Pero Lopez de Ayala, que era adela conquista del reino de Granada. Por esta misma lantado del reino de Murcia por don Juan. De Alicante causa el rey de Castilla envió al rey á Garci Suarez de se vino el rey á Valencia á diez y ocho del mes de feToledo, dandole razon de la ida del infante y don Juan brero, y de allí se despidió el infante don Fernando Manuel, y que él estaba determinado de llevar ade- su primo hijo del rey de Mallorca, para ir á ver su lante su empresa, y el rey le animó para que lo hi- padre que era muy viejo, y tratábase en esta sazon de ciese así diciéndole que en aquello consistia la mayor casar al infante con Clemencia hermana de Carlos separte de su honra y reputacion, rogándole y amones- gundo rey de Ungría, hija de Carlos Martelo, y de tándole, que ninguno le apartase de aquel propósito, Clemencia hija del emperador Rodolfo, pero este cay porque don Juan Nuñez le escribia con este caballero, samiento no hubo efecto, y casó con Luis Hutin rey ofreciéndole que le serviria, le envió à decir que prode Francia y Navarra, despues de ser muerta su pricurase en servir á Dios y al rey su señor en aquel ne- mera mujer, que fué hija del duque de Borgoña, en gocio, pues tanta parte era; pero todo no bastó, porque la cual hubo una hija que se llamó Juana que sucedió como el rey de Castilla era gobernado, y murió en en el reino de Navarra. esta sazon don Diego Lopez de Haro señor de Vizcaya, le pusieron gran miedo, que le dejarian sus gentes, por ser muy áspero el invierno, y así se determinó de levantar de Algecira, porque el rey de Granada le ofreció de darle á Quesada y Bedmar. Tenia el rey de Aragon en este tiempo su real mas proveido y bastecido que antes, y los suyos estaban con grande gana de perseverar en el cerco, y los de Almería sin alguna esperanza ni ánimo para defenderse, y á diez y nueve del mes de diciembre se vino al real un caballero moro muy principal llamado Moharip, con treinta de caballo, y por medio déste, visto que el rey de Castilla se habia concertado con el rey de Granada, y que todo su poder habia de cargar al socorro de Almería, el rey se concertó de levantar su real ofrecién dole el rey de Granada, de poner en libertad todos los cautivos de sus reinos, y todavía persistió en el cerco hasta veinte y seis dias del mes de enero del año del nacimiento de nuestro Señor de mil trescientos y diez. Dejó el rey por generales para que volviesen con el ejército á don Guillen de Moncada, y don Juan Jimenez de Urrea, que en esta guerra y en otras muchas jornadas siempre se señaló de muy valeroso, pero en el recojer del ejército fué muy loado su mucho valor y grande esfuerzo, y del excesivo trabajo y fatiga que sostuvo en esta guerra, se escribe en la historia general de Aragon, que murió en el camino, y que fué enterrado en el monasterio de los frailes predicadores de Calatayud, y allí se muestra hoy su tumba. Era casado con doña Teresa de Entenza, y dejó una sola hija que se llamó doña Toda Perez de Urrea, la cual en principio del año pasado habia casado con don Artal

CAP. LXXXVI.-De la guerra que hizo en el condado de
Pulla Roger de Comenge, y de la contienda que huto
por la sucesion de las baronias, que fueron de dona
Guillelma de Moncada.

Al tiempo que el rey estaba en el cerco de Almería, sucedieron en Cataluña algunas cosas, que tenian en alteracion la tierra, y la principal fué, que Roger de Comenge hijo de Arnaldo de España, vizconde de Cosarán, prosiguiendo su querella antigua de la sucesion del condado de Pallás, contra la condesa Sibilia y contra el conde Ugo de Mataplana su marido, hacia guerra y daño en las tierras de aquel estado, no embargante la declaracion y sentencia que el rey habia dado, y queriendo la gente del rey bastecer el castillo de Leort, juntando el vizconde sus gentes, les tomó el paso, y prendió algunos y estaban todas aquellas montañas puestas en armas, por los que valían á las partes. Aconteció tambien en el mismo tiempo que por la muerte de doña Guillelma de Moncada pretendian suceder en las baronías de Moncada y Castelvell, dona Costanza vizcondesa de Marzano, y doña Margarita condesa de Fox sus hermanas, y por otra parte esperaba suceder en aquel estado Gaston vizconde de Facensagel y Brules, que por otro nombre se llamaba Gaston de Armeñaque, que era hijo de otra hermana de dona Guillelma, que se llamó Mata, al cual habia dejado heredero doña Guillelma en las baronías de Moncada y Castelvell, y en todas las otras villas y castillos que tenia en estos reinos, que era un grande estado, y estaba toda la tierra en dos bandos. Por esta disension mandó el rey, que el infante don Jaime su

de Alagon, hijo de don Artal, y estos tuvieron dos hi-hijo fuése á Barcelona, para poner remedio en estas

jos que fueron don Blasco de Alagon, que sucedió en la baronía de Pina y Sástago, y en los otros lugares de aquella casa, y a don Juan Jimenez de Urrea, que heredó la tenencia de Alcalaten y el estado que fué de la madre y de su abuelo, pero no se acabó en don Juan Jimenez de Urrea el linaje, y quedaba otro rico hombre su sobrino, que tambien se llamó don Juan

alteraciones y apaciguar la tierra, y el vizconde Gaston de Armeñaque que como pareció ante el infante y prestó homenaje por los feudos de aquellas baronías, en cuya posesion estaba, y el infante le recibió dél, quedando á salvo el derecho que el rey y otros terceros pretendian. Tambien los tutores de Berenguer de Lauria, hijo del almirante, traian grande diferencia con don

Guillen de Entenza por el castillo de Tibiza y otros lugares que eran de la baronía, que despues se llamó de Entenza y decian, que estaban obligados por cierta suma de dinero, que el almirante prestó á don Guillen, y él se tenia el castillo, pretendiendo que fué de doña Galbora su madre y que le tuvo sin contradiccion del almirante, y cada una de las partes pensaba proseguir su derecho por las armas, pero el rey, vuelto á Valencia, proveyó en todo de manera, que estas diferencias se sosegaron y remitieron á términos de justicia.

CAP. LXXXVII.-De la embajada que los reyes de Aragon y Castilla enviaron al papa Clemente, para que no se diese lugar, que se procediese contra la memoria y fama del papa Bonifacio.

Proveyó el rey estando en la ciudad de Valencia, el postrero de marzo deste año, por almirante de su armada á Ponce Ugo conde de Ampurias y vizconde de Cabrera, para que con ella estuviese en el estrecho haciendo guerra á los moros de Algecira y de los otros lugares que estaban fuera de la tregua, porque aun el rey de Castilla no había asentado la paz con el rey de Granada, pero en fin del mes de mayo siguiente se acabó de concertar con el rey, y se asentó entre ellos tregua por tiempo de siete años, y el conde de Ampurias con licencia y mandado del rey, salió con sus galeras para hacer guerra á los moros, que eran enemigos del rey de Aragon. Era ido don Juan Nuñez de Lara al papa, para pedir en nombre del rey de Castilla el subsidio de los frutos eclesiásticos para la guerra contra los moros, y para suplicar que sobreseyese en el proceso que el rey de Francia, como gran enemigo y perseguidor del papa Bonifacio, habia procurado en gran menosprecio é injuria de la universal Iglesia, se hiciese contra su memoria y fama y con una terrible pertinacia y furor en el año pasado, á trece del mes de setiembre, estando el papa Clemente en Aviñon instando sobre ello el mismo rey y los de su consejo, en público consistorio declaró el papa, que fuese lícito á los que quisiesen intentar juicio contra la memoria del papa Bonifacio, que estaba infamado por ellos del crímen de herejía. Causó esta novedad muy grande escándalo en toda la cristiandad, y los reyes de Aragon y Castilla como católicos príncipes, entendian en procurar que se desistiese de un negocio que no podia ser mas inicuo y escandaloso, y estando el rey en Teruel en fin del mes de mayo, envió por esta causa el papa á Bernardo de Fonollar, para que juntamente con don Juan Nuñez de Lara hablasen sobre este caso tan nuevo, porque no se permitiese, que tanto escándalo se causase á la Iglesia y al pueblo cristiano. Enviaba el rey á decir al papa, que él habia tratado en Roma diversas veces sobre may importantes y gravísimos negocios con el papa Bonifacio, y le habia conversado muy familiarmente, y dado que tenia algunas condiciones que se pudieran mejorar, pero en ningun tiempo sintió, ni pudo entender, que se trasluciese en él mácula alguna, 6 error, ni creia que pudiese caber en él por la dignidad que tenia en la tierra, ántes le conoció cuanto él podia alcanzar, con gran pureza de fé y muy católico, y el papa por la instancia que hacian los reyes de Aragon y Castilla, reservó la declaracion dello à su determinacion, pero el rey Filipo insistia de tal manera, en que el proceso se concluyese, como si dello dependiera la conservacion de su estado, y decia, que estos príncipes que querian estorbar que aquel negocio no se prosiguiese, lo hacian por su interés, porque al

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uno se habia concedido por el papa Bonifacio la legitimacion, para que sucediese en los reinos de Castilla, en perjuicio de los hijos del infante don Fernando, y al otro se dió por el mismo la investidura del reino de Cerdeña y Córcega y temian el suceso; pero ello se encaminó de manera, que no tuvo lugar la pasion y malicia del rey de Francia, para causar mayor escándalo por este camino en la Iglesia de Dios.

CAP. LXXXVIII.-Del matrimonio que se trató entre el infante don Pedro hermano del rey de Castilla y la infanta doña Maria hija del rey de Aragon.

De Valencia partió el rey para Cataluña, y estando en Tarragona á diez de agosto deste año, llegó a su corte don Diego García de Toledo, que volvia de la corte romana y movia de parte del rey de Castilla plática de casamiento entre el infante don Pedro su hermano con la infanta doña Maria hija del rey de Aragon, y porque el infante don Juan y don Juan Manuel enviaron un caballero al rey llamado Guillen Palacin á decir las causas que el rey de Castilla les habia dado para que se fuésen del cerco de Algecira y de su servicio, y el rey don Jaime deseaba que volviesen en su gracia, desde Tarragona envió al rey don Fernando á Domingo García de Echauri arcediano de Tarazona, para que lo comunicase con el rey de Castilla, y se procurase con la reina doña Costanza y con doña Vataza, que persuadiesen al rey que los recibiese en su servicio, porque el infante y don Juan se quejaban que la reina y doña Vataza, habian hecho todo el mal que pudieron para que ellos fuesen desfavorecidos y maltratados. Temia el rey de Castilla que el rey don Jaime no tomase á su mano de amparar y defender al infante don Juan, á quien él aborrecia terriblemente, y a don Juan Manuel, y por esta causa había enviado à don Diego García de Toledo, y descaba que el matrimonio del infante don Pedro su hermano se hiciese con la infanta dona María hija del rey don Jaime, entendiendo que se confirmaba la amistad y deudo que entre sí tenian, y al rey de Aragon plugo dello, pero queria que el rey de Castilla heredase á su hermano en la comarca de Aragon, de manera que diese à entender por obra aquella buena voluntad que decia tener al infante, y como se debia á quién era y á su hijo siendo la mayor. Pedia que le diese á Molina con todo el con. dado, como lo habian tenido los condes que fueron de Molina, y cuando esto no se pudiese acabar, que le diese Medina Celin, Alcocer, Cifuentes, Salmeron, Viana, Seron, Montagudo, Deza y Cibuela con todos sus términos y jurisdicciones, y se señalasen otras tantas caballerías, que eran de por vida, comootro cualquier infante ó rico hombre tuviese en Castilla, y el rey de Aragon daba á su hijo doce mil marcos de plata en dote y sus joyas. Ofrecia el rey de Castilla de dar a su hermano las viilas de Almazan y Montagudo, y Alcocer, Cifuentes, Viana, Seron y Deza con sus aldeas, y porque no se podian luego entregar Alcocer, Cifuentes y Viana, porque las tenia la infanta doña Blanca, y Deza y Seron estaban aun en poder de don Alonso hijo del infante don Fernando, daba el rey de Castilla á Berlanga con sus aldeas, para que la tu... viese el infante hasta que se le entregasen, y dotaba á la infanta en estos lugares, y en Aguilar de Campo y en Fuentpudia, y procuraban que esto se concluyese, doña Vataza, don Juan Nuñez de Lara, don Lope Diaz de Haro, don Diego Muñiz maestre de Santiago, Sancho Sanchez de Velasco adelantado mayor en Castilla,

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