Imágenes de página
PDF
ePub

la sentencia que dieron los reyes de Aragon y Portugal, y habia enviado el rey por esta causa á Puitiers, á dónde estaba en esta sazon don Alonso, á Rodrigo Gil Tarin, juez de su corte, porque se recelaba que don Alonso rehusaria de recibir la entrega. Mas como no le quedaba ningun remedio ni recurso, fuéle forzado de pasar por lo que fué juzgado, y envió un caballero de Aragon, que era canciller y mayordomo de don Alonso, y se llamaba Martin Ruiz de Foces, para que recibiese la posesion de todas las villas y rentas que se le habian adjudicado. Tenian concertado de verse ambos reyes entre Soria y Calatayud para la fiesta de san Pedro, y sobre esto vino al rey de parte del rey de Castilla, don Garci Lopez, maestre de Calatrava, y despues se acordó entre ellos que se viesen en el monasterio de Huerta por el mes de agosto deste año, ó en principio del mes de octubre, y no hubo lugar, porque el rey de Castilla fué á cercar a don Juan Nuñez á Tordehumos por el mes de setiembre, contra quien se procedió principalmente por consejo del rey de Aragon, porque don Juan andaba fuera de su servicio, querellándose que el rey de Castilla no le favorecia para que se le entregase Albarracin. Tambien para el mismo tiempo el rey don Fernando concertó la contienda que habia entre el infante don Juan y don Diego Lopez de Haro, sobre el señorío de Vizcaya, que tenia en gran bando aquellos reinos, y por esta causa vino don Diego García de Toledo á Aragon, para escusar al rey de Castilla, que no venia a las vistas como estaba acordado, por tener cercado á don Juan, y el rey le envió cuatrocientos ballesteros que el rey de Castilla le envió á pedir, y en esto se detuvo hasta el mes de febrero del año siguiente, que don Juan se le rindió y él le recibió en su servicio, y entregó al rey la villa de Mayo, sobre la cual fué á poner cerco don Juan, hijo del infante don Manuel, y estaba sobre ella por el principio del mes de febrero del año de mil trescientos y ocho, y tambien se entregó al rey de Castilla á la villa de Caîete. Vino tambien don Diego García, para que el rey mandase entregar al rey de Castilla á Deza y Seron, y los otros lugares que tenia don Alonso, pues se le habian entregado las villas y rentas que habia de haber en Castilla por virtud de la sentencia, y de allí adelante llamaron á don Alonso el Desheredado.

CAP. LXX. De las cortes que el rey mandó convocar en Zaragoza que se continuaron en la villa de Alagon, y de la diferencia que hubo entre los procuradores de los reinos de Valencia y Murcia por la villa de Jumilla. De Huesca se vino el rey á Zaragoza á donde habia mandado convocar cortes, y siendo allí congregados los estados del reino de acuerdo y consentimiento de los prelados, barones y mesnaderos, y de los procuradores de las ciudades y villas del reino, se madó la corte á la villa de Alagon. Allí se juntaron á cinco del mes de setiembre, y se ordenaron algunas cosas concernientes à la justicia, y señaladamente porque en tiempo del rey don Pedro su padre se habia establecido para el buen regimiento y aumento del reino, que él y sus sucesores fuesen obligados en cada un año celebrar cortes á los aragoneses en la ciudad de Zaragoza, y fué aquello confirmado por el rey don Alonso su hermano, en estas cortes se dispuso que se tuviesen las cortes de dos à dos años, por la fiesta de Todos Santos, en cualquiera ciudad y villa del reino, que al rey y sus sucesores pareciese mas expediente. Movióse en este mismo año de mil trescientos y siete

[ocr errors][ocr errors]

en fin del mes de setiembre grande contienda entre Pero Lopez de Ayala, que era adelantado por don Juan, hijo del infante don Manuel, en el reino de Murcia, y Pero Lopez de Rufas alcaide de Calahorra de Elche, y lugarteniente de procurador por don Gombal de Entenza, en la tierra que se habia adjudicado al rey desta parte de Sejona, porque Pero Lopez de Ayala envió á mandar á los de Jumilla, que cogiesen el monedaje que llamaban en Castilla la moneda forera, y acudiesen con él á los recaudadores del rey de Castilla, amenazando al consejo, que si no lo hacian, procederia contra ellos, como contra rebeldes, é inobedientes al señorío y jurisdiccion del rey de Castilla, y que iria con sus gentes contra ellos, y es tragaria la tierra, como de vasallos que desconocian á su señor. Sabido esto por Pero Lopez de Rufas, mandó apercibir la gente de la frontera, para salir á resistir á Pero Lopez de Ayala, si intentase alguna novedad, teniendo por muy constante, y que era notorio, que en la sentencia que se dió en la diferencia que los reyes tenian sobre aquella tierra, se habia adjudicado Jumilla con todos sus términos al señorío del rey de Aragon y á su jurisdiccion, y que así se entendió por la declaracion que hicieron don Diego García de Toledo y Gonzalo García. Era Pedro Lopez de Rufas muy buen caballero, y ponia de tal manera en órden las cosas, que no se pudiera recibir afrenta, y envió á requerir á Pero Lopez de Ayala que sobreseyese de proveer tales mandamientos, y de allí adelante no usase de ninguna jurisdiccion en aquella tierra, que era del señorío del rey su señor. Pero como Pero Lopez de Ayala pretendia, que antes desto siendo adelanta→ do de aquella tierra don Diego García, Pero Martinez Calvillo, de que tuvo el oficio por él, siempre usó la jurisdiccion y señorío de aquel lugar, estaban las cosas en rompimiento, hasta que por mandado de los reyes se dió esta órden en sobreseer en esta discordia, para que ambos reyes la determinasen. Intervino tambien en esto Sancho Sanchez de Velasco, adelantado mayor del reino de Castilla, que era muy privado del rey don Fernando, y fué gran servidor del rey de Aragon, de quien llevaba en cada un año de merced cuatro mil torneses de plata. Tuvo el rey la fiesta de Navidad del año de mil trescientos ocho en la ciudad de Valencia, y porque en el mismo tiem po el arzobispo de Tarragona don Guillen de Rocaberti, tenia concilio provincial en la ciudad de Tarragona, y se habian congregado todos los obispos de la provincia, que eran sufragáneos á su metrópoli, el rey envió para que asistiese á él en su nombre, á Bernardo de Fonollar, é impidiese que no se ordenase en él alguna cosa en perjuicio de su preeminencia real, y usase de los remedios ordinarios, y porque se habia hecho cierta constitucion, en virtud de la cual se procedia en causas y negocios particulares, contra toda una provincia á excomunion y entredicho, mandó el rey á los jurados y consejo de Zaragoza, que enviasen sus procuradores y síndicos con poder de apelar y protestar, porque con color de la libertad eclesiástica no recibiesen perjuicio los pueblos, ni sus oficiales y ministros. Por el mes de marzo deste año el rey de Castilla mandó poner en orden su armada contra los moros, y nombró por su almirante á don Diego García de Toledo, y para mejor armar las galeras, envió á Gonzalo Zapata, que era vasallo del rey de Aragon, y vicealmirante de Castilla, á pedir al rey que le permitiese hacer gente en estos reinos, y el rey cometió á don Bernardo de Sarriá, su almirante, que

la gente se hiciese de la misma manera, que si fuesen | Gallura, y estaban en poder de sus hermanos, y para armada suya y para su servicio.

CAP. LXXI. De la embajada que envió al rey la señoria de Pisa, y que se confederó con la república de Génova, y Brancaleon de Oria y Bernabé su hijo ofrecieron de servir al rey en la conquista de Cerdeña, con la parte que tenian en ella.

pedian que se les diesen en feudo, nó segun la costumbre de Italia, sino á fuero de Cataluña, y como ellos decian, segun que mas largo y gentil le tuviesen los nobles de Cataluña, por servicio de ciento de caballo, por tres meses en cada un año. Era grande estorbo para la empresa de Cerdeña, la discordia que se habia movido entre el rey Carlos y el rey don Fadrique, porque esperaba el rey de Aragon ser ayudado en ella destos principes, y las cosas se pusieron en gran rompimiento, porque dado que lo del retenerse el rey don Fadrique los castillos de Calabria era de grande recelo, tenia tambien queja el rey Carlos del rey don Fadrique, porque no usaba del título que se le habia dado, que era rey de Trinacria, antes se intitulaba solamente rey, sin decir de dónde, y tambien fundaba por gran agravio, que el rey don Fadrique apremiaba al rey de Túnez, que le diese tributo, pretendiendo el rey Carlos, que se le debia á él del tiempo del rey su padre y suyo, y que á él se debia pagar. Por esta novedad habia el rey mandado ir á Sicilia al almirante porque tomase á su mano los castillos de Calabria, y para que se tratase con el rey su hermano, que dejase sus diferencias, para que él las determinase, y en fin del mes de abril deste año, envió á Nápoles un caballero de su consejo, que se llamaba Pedro Boil, para que lo mismo se procurase con el rey Carlos, y por via de paz y concordia, se asentasen estos negocios, y no viniesen á rompimiento. Tambien se enviaron al rey de Fran

y Lope Sanchez de Luna, por lo que tocaba á la restitucion del valle de Aran, que nunca se acababa de entregar por franceses, siendo tantas veces requeridos, y no habiendo honesta escusa, para dejar de cumplirlo.

En fin del mes de diciembre pasado, estando el rey en Valencia, vinieron embajadores de la señoría de Pisa, Rainer Sampaz, Juan Ruso de Gualandins, llerdino Guascapa con algunos capítulos que propusieron de parte de la señoría, para lo que tocaba á la empresa de Cerdeña, y porque no eran de calidad, que fuese honra de la Iglesia, ni del rey admitirlos, no condescendió á lo que se le pedia, y los embajadores se despidieron. Entonces determinó el rey de enviar á Cerdeña al almirante Bernardo de Sarriá, para que tratase con los orias y marqueses de Malaspina, que estaban apoderados de gran parte de aquella isla, para reducirlos á su obediencia, y partió el almirante el primero del mes de abril à Sicilia, y estuvo en Mecina con el rey don Fadrique por el mes de junio, y tomó á su mano los castillos de Calana y de la Mota, Fiumar de Muro, y la Catona, que el rey don Fadrique tenia en Calabria, porque por ellos se movia nueva contienda con el rey Carlos, que pretendia se le habian de restituir, y porque el rey de Aragon se interpuso entre ellos para concertarlos, se trató que se entregasen al almirante, para que los tuviese en nombre del rey de Aragon. De Mecina se vino luego á Cerdeña, y de allícia por el mismo tiempo, el sacristan de Mallorca entró en Génova á diez del mes de julio, porque se habia concertado paz con aquella señoría, teniendo principalmente fin lo que tocaba á la conquista de Cerdeña, por la division que por ella habia entre pisanos y genoveses, y Brancaleon de Oria y Bernabé de Oria su hijo, que era capitan del comun y pueblo de Génova, prometieron al almirante de servir al rey en la conquista de Cerdeña en toda la parte de la isla que lla➡ maban el reino, Turritano 6 Lugodor, con trescientos de caballo á su sueldo, y si el rey cobrase la tierra del reino Turritano, y toda la isla, no fuesen obligados de hacer aquel servicio. sino de ciento de caballo, con que fuera del reino de Lugodor siviesen con el mismo número de los trescientos de caballo, con órden suya dellos y á sueldo del rey. Exceptuaron, que no fuesen obligados de hacer guerra al comun, y pueblo de Saceren su distrito, mientras aquella villa se tuviese por la señoría de Génova, y se rigiese por ella, é hicieron pleito homenaje de cumplir esto en manos del almirante, con tal condicion, que el rey les confirmase, y de nuevo concediese para ellos y sus herederos y sucesores perpétuamente, y á los que tuviesen causa y derecho por ellos, los castillos y lugares, que ellos y otros cualesquiera del linaje de Oria tenian en el reino de Lugodor, con su jurisdiccion y mero y mixto imperio, y con toda la jurisdic~ | Oria, y Bernabé su hijo y con Cristiano Espinola genocion que competia al rey. Eran los castillos estos, Castil Ginovés, el castillo de Oria con la curadoría de Angron, Ardena, Guisarch, la curadoría de Misologo, la curadoría del Cabo de Albas, el castillo de Monteleon, en la curadoría Nurcharia Alegurina, y de Nuullaria, Curia, Curtasi y de Nurra; y pedian, que de nuevo les hiciese donacion del lugar de Montagudo con su fuerza y distrito, con el mero y mixto imperio, que tenia á la parte del castillo de Oria. Los mas destos pueblos y castillos solian ser del juez de

CAP. LXXII.-De lo que se pidió por parte del rey á las señorias de Florencia, Luca y Sena, y á otras ciudades de Italia, que eran de la parte güelfa.

La inteligencia con las señorías de Florencia y Luca, y con la parte güelfa de Italia, se iba cada dia mas estrechando, pensando el rey de comenzar su empresa, no solo sin contradiccion de las partes, pero siendo ayudado dellas, y como tenia por medio del almirante Bernardo de Sarriá prendados á los de la casa de Oria, que estaban muy apoderados en la isla, envió sus embajadores á las señorías de Florencia y Luca, por el tratado que habia movido Guillen de Recuperana, lugarteniente y vicario de Toscana por el rey Carlos, y fueron un caballero llamado Fortuño Martinez y Pedro de Villarasa juez de su corte, y partieron de Valencia á quince del mes de julio deste año. Llevaban órden de tratar con aquellas señorías, y con la ciudad y comun de Sena, y con las otras ciudades, que eran de la parte guelfa, y con Brancaleon de

veses, pero principalmente iban para tratar con la señoría de Luca, que habia; enviado con dos embajadores suyos llamados Gatarelli y Bernal Ronchi á ofrecer aquella ciudad y comun al servicio del rey, principalmente en lo que tocaba á la conquista de Cerdeña y Córcega. Estos embajadores decian, que se maravillaban todos comunmente, como diferia el rey su empresa, y escusábase el rey con los luqueses, que mas priesa daban á su ida, diciendo, que cuando mas procuró de entender en aquella empresa, hubo

de sobrescer en ella, por ruego del papa Clemente, y que dado que era servido de muy principales barones y caballeros de sus reinos, y de muy plática y escogida gente, por mar y por tierra, si habia rey en el mundo que la tuviese, y tenia grande aparejo en sus reinos para hacer sus armadas, y abundaban todas las cosas que eran necesarias para aquel viaje, mas porque à la casa de Aragon se habian ofrecido grandes negocios, segun á todo el mundo era notorio,

de mil y trescientos y siete, todos los caballeros desta órden y los frailes y religiosos della que habian en el reino y señoríos de Francia, fueron presos en un dia que fué viernes á trece del mes de octubre, por orden y mandamiento del rey Filipo y de su consejo, con grande espanto y admiracion de todos. Tuvo este caso suspensas las gentes algunos días, porque no se sabia la causa de su prision, hasta que se divulgó que estaban muy infamados de haber cometido delitos de así en el tiempo del rey su padre y del rey don Alon-herejía, y otros pecados nefandos y muy enormes y so su hermano, como en el suyo, no bastaba su tesoro abominables, y que habian profanado su misma repara lo que era necesario, si se hubiese de proseguir | ligion y costumbres, y hacian una sacrilega profeaquella empresa, como se requeria. Pedia, que pues tan buena voluntad mostraban en este negocio, le ayudasen como buenos amigos con cada doscientos mil florines, y ofrecia de ampararlos y defenderlos y mantener y guardar en su libertad aquellos estados, contra todos sus enemigos, que eran los pisanos y del bando gibelino que tenían las fuerzas y castillos en la isla de Cerdeña, que fueron del juez de Gallura. Con Brancaleon y Bernabé de Oria se iba por diverso camino, que era darles á entender, que les debia ser grato, que el rey de Aragon cobrase su reino, persuadiéndolos á su fidelidad y obediencia, y dábanseles largas esperanzas, que los tendria en su gracia y amor y Jes haria merced á ellos y a sus deudos y amigos, de tal suerte que se tuviesen por bien contentos de estar debajo de su señorío, pues debian saber el buen gobierno y dominio con que los reyes de Aragon regian á sus súbditos. Ofrecíales que si se redujesen á su servicio con sus sobrinos y aliados, y le reconociesen por rey de aquel reino, y le ayudasen con su poder y con los estados que tenian en Cerdeña para proseguir su conquista, les haria merced en las villas y lugares que se tenian en el reino de Lugodor por los hijos de Mariano juez de Arborea, que era muerto, y señaladamente del castillo de Montagudo, como de su parte lo habia tratado el almirante Bernardo de Sarriá, y por honrarlos y acrecentarlos procuraria, que alguno dellos casase con la hija del juez de Gallura y les confirmarfa á ellos la tierra y heredad, que aquella señoría tenia en el reino de Gallura y en Caller, que eran el castillo de Chirra, Ollastro y otros castillos, que el comun de Pisa se habia usurpado. Tambien llevaban órden estos embajadores de ir por el estado del marqués de Malaspina, y procurar con los señores de aquella casa y linaje, que reconociesen al rey de Aragon por su rey y señor en el reino de Cerdeña y que estuviesen en su obediencia, y les ofrecia en el reino de Lugodor el castillo de Mondiverro, que se tenia por los hijos del juez de Arborea.

CAP. LXXIII. — Del proceso é inquisicion que se hizo
contra los caballeros y orden de los templarios.
Entre las otras cosas que sucedieron en estos tiempos
muy dignas de memoria, para ellos y todos los venide-
ros, fué la inquisicion que se comenzó á hacer, no solo
contra algunas personas particulares de la caballería y
religion de los templarios, pero contra toda aquella ór-
den que estaba mas estimada y enriquecida, que ningu-
na de cuantas órdenes de caballería se habian instituido
en la cristiandad, de donde se siguió su final destruccion
y perdicion. Puesto que dello escriben autores, así an
tiguos como modernos, diré yo algunas particulari-
dades que pertenecian á nuestra historia, de lo que
sucedió en estas partes. Fué así que en el año pasado

sion, con detestacion de nuestra santa fé católica. Remitióse por el rey de Francia el negocio á los inquisidores contra la herética pravedad, que estaban deputados por la sede apostólica en su reino, señaladamente un religioso de la órden de predicadores, llamado fray Guillen de París, que era inquisidor general, y comenzóse á inquirir contra el maestre y contra las personas mas señaladas que fueron al principio presas y estaban en las casas del Temple de París, así religiosos como seglares. De los primeros que confesaron sus delitos, fueron un Juan de Fomiteyo, que era presbítero y fraile de aquella órden, y fray Reginaldo de Trambloyo, tambien presbítero y prior de la casa del Temple de París, y fray Guido Delfin, que era caballero muy principal, y Juan de Nivella. Éstos declararon que al tiempo de su profesion, y cuando tomaban el hábito y juraban los estatutos de la órden, les hicieron renegar la fé católica, y escupieron en la cruz que traian sobre sus hábitos tres veces, y les mandaban, que se abstuviesen de tener parte con ninguna mujer, y usasen el crímen contra natura con los de su órden, y que al tiempo desta profesion hacian estas abominaciones y 'torpezas; y si alguno rehusaba de obedecer lo que se le mandaba, le amenazaban de ponerlo en muy estrecha y dura prision. Hubo algunos, que depusieron, que en sus capítulos generales, siendo gran maestre Guillen de Belljoc, tenian una cabeza de barro plateada con una muy larga barba, con ciertas figuras é imágenes, y la adoraban como imágen de su criador, y en estas cosas eran contestes, sin descender á otras pruebas 6 indicios particulares de otros errores ó ceremonias, y ratificaron sus confesiones delante de gran número de religiosas y honestas personas, y eran los confitentes hasta en número de treinta y ocho, entre caballeros y religiosos de aquella órden, y otros hubo, que persistieron negativos en la cuestion del tormento. Luego que se descubrió ser tan general el daño, y por testigos dignos de fé y mayores de toda excepcion, se tuvo por probado, el rey de Francia lo comunicó al papa estando en Leon, y despues segunda vez en París, y teniendo el papa esto por incierto, mandó suspender los procesos de los inquisidores y ordinarios en el reino de Francia. Pero despues publicándose que el maestre y muchos caballeros, confesaban sus errores contra sí y contra toda la órden, envió dos cardenales á París para que recibiesen sobre ello informacion, y despues fué enviado sobre lo mismo el arzobispo de Arles. Ma el rey de Francia antes desto, á diez y seis del mes de octubre, considerando que habia entera probanza contra las personas mas principales de aquella órden, y que resultaban vehementes sospechas contra todos ellos, escribió á los príncipes de la cristiandad, exhortándolos y requiriendo, que juntamente con él atendiesen á la defensa de la fé. Estas letras dol

1

Ramon de Agout su sobrino, que escribia la confesion, que recibió el hábito de once años, y que al tiempo que fué recibido á ella, apostató de la fé, y dijo, que él habia visto que un caballero muy generoso, teniendo el maestre capítulo general, en el reino de Chipre, siendo recibido al hábito de la órden, y estando presentes mas de cien caballeros y otros tantos religiosos, por medio del maestre, tambien habia apostatado. Habia dado el papa sus letras á veinte y dos de noviembre del año pasado, para todos los príncipes de la cristiandad, y en ellas decia haber entendido al principio de su promocion, antes que fuése á Leon, á donde fué coronado, que en la órden de los templarios, se habian descubierto ciertos errores contra nuestra santa fé, y que continuando su caballería y ejercicio de guerra en lo exterior, debajo del hábito de religion, estaban interiormente corrompidos de crímen de apostasía y de herejía; y porque era muy notorio, que desde el principio que fué instituida su religion, habian puesto sus personas y bienes con tanto celo, contra los enemigos de la fé por la conquista de la Tierra Santa, no habia dado crédito á ello, y que despues viniendo

rey de Francia con otras de un religioso que se decia fray Romeo de Brugaria maestro en santa teología en la universidad de París, se presentaron al rey estan→ do en el real de la ciudad de Valencia, el primero de diciembre del mismo año, en presencia de don Jaime Perez Señor de Segorbe y de don Juan de Aragon sus hermanos, y de su confensor que se llamaba fray Guillen de Aragon, de la órden de los predicadores, y de Gonzalo García y Arta! de Azlor, que eran de su consejo, y Bernardo de la Abadía su vicecanciller. Visto cuan grave y árduo negocio era este, y que tocaba á la defensa de la santa fé católica, requirió el rey á don Ramon obispo de Valencia y a don Jimeno de Luna obispo de Zaragoza, que estaban en aquella ciudad, que cada uno en su diócesi con grande solicitud inquiriese contra todos los caballeros de aquella órden, que estaban tan infamados y sospechosos de errores y delitos de herejía, porque tan abominables ofensas de la divina magestad, no quedasen en su reino sin punicion, y encargó á fray Juan de Lorgerio de la órden de los predicadores, que era ínquisidor general en estos reinos, deputado por la sede apostólica contra la herética pravedad, que procediese á estirpar aque-á noticia del rey de Francia, que los caballeros de lla herejía y secta pestifera, ofreciéndose aparejado para dar todo favor á aquel santo oficio. Habiendo precedido esto, aquellos prelados y el inquisidor general requirieron al rey, que atendido que habia gran presuncion que se querian ausentar muchos caballeros del Temple, y otros se hacian fuertes en los castillos de la órden, á donde se iban encerrando y recogiendo, mandase prender á todos los de sus reinos como sospechosos, para que mejor se pudiese inquirir contra ellos, y se examinase si andaban en luz ó en tinieblas. Entonces mandó el rey dar sus letras á tres del mes de diciembre, para que todos se prendiesen, y fuesen secrestados sus bienes y el inquisidor general publicó sus edictos, mandando á los consejos de Monzon, Villel, Alhambra, Cantavieja, Orta, Lecinacorba, Ambel, Noveles, Corbins, Torres, Grañen, Puigrey, Aguaviva, Juncosa, Celma, Barbara, Azcon, Miravete, y Peñíscola, para que no diesen favor ni ayuda á los comendadores y caballeros de aquella órden, y discernió juntamente sus letras citatorias, por las cuales los mandaba comparecer en Valencia en el monasterio de los frailes predicadores dentro de ciertos términos, para que respondiesen como sentia de la fé católica. Esto era en sazon que estaban ya los comendadores y caballeros de la órden, que tenian sus encomiendas en las sierras de Cantavieja, y en otros lugares fuertes, y los de Cataluña de las veguerías de Osona, Baga, Vich, Berga y Ripoll, encastillados y en defensa. Tras esto mandó el rey juntar todos los prelados de sus reinos para el dia de la Epifanía á la ciudad de Valencia, para que con el inquisidor general y con otras personas religiosas y de grandes letras se deliberase lo que se debia hacer y como se debia proceder en tanárduo negocio. En este medio estando el papa en Puitiers, habiéndose remitido por el rey de Francia todos los presos, encomendó la guarda de sus personas al cardenal Prenestino, y él en presencia de algunos cardenales examinó muchos dellos, y todos confesaron los mismos errores y delitos; y á cinco del mes de julio deste año de mil trescientos ocho, estando el rey de Francia presente, tuvo consistorio público, y en él dijo, que un caballero muy principal de aquella órden, que era su cubicula rio, espontáneamente confesó en presencia del cardenal

aquella religion, en la profesion que hacian de su ór den, expresamente renegaban de nuestro Salvador Jesucristo, y en sus capítulos adoraban un ídolo, y cometian otras cosas nefandas, por esta causa, el rey, á recuesta del inquisidor general, y con deliberacion y consulta de los prelados y personas religiosas y de letras de su reino, en un dia, con muy gran diligencia que para ello se tuvo, habia mandado prender al gran maestre, y á todos los de aquella órden, para presentarlos al juicio de la Iglesia, y mandó secrestar todos sus bienes para la empresa de la Tierra Santa, si aquella órden se condenase, 6 para ella, si se diesen por libres. Que despues desto, el maestre de la órden, libremente habia confesado en París, en presencia de muy notables personas, la corrupcion de su órden y sus errores, y lo que nuevamente profesaban contra su primera institucion. Por esta causa, para investigar é inquerir sobre un negocio tan grande, habia deliberado de proceder en él con gran vigilancia, y porque cada dia iba creciendo la infamia contra ellos, requeria á todos los príncipes, que muy cauta y secretamente mandasen prender á todos los templarios que estuvie sen en sus reinos, en un dia, y ocupar todos sus bienes, lo cual el rey habia ya mandado, en virtud de la requisicion del rey de Francia, y el papa dejó á los inquisidores y ordinarios libres, para que inquiriesen contra todos los culpados y sospechosos de aquellos errores, con esto, que asistiesen con ellos algunas personas de autoridad, y que las condenaciones que se hiciesen, aunque fuesen contra personas singulares, se hiciesen en concilios provinciales, de tal órden, que los ordinarios no juzgasen por sí, salvo que hiciesen relacion en cada concilio, y se viesen y determinasen en él los procesos, y exceptuó el papa, que no conociesen del maestre general de la órden, ni del visitador de Francia, ni del comendador, que llamaban ultramarino, ni de los comendadores de Normandía y Puitiers y de la Proenza, y á solos estos reservó para el exámen y conocimiento suyo, y de la sede apostólica. Habíanse hecho fuertes en la veguería de Osona en el castillo de Puireg Galcerán de Biure, que era lugarteniente en aquella encomienda por Beltran de Biure, y muchos caballeros, pero siendo requeridos por Jaime de Copones, que era veguer, entregaron

|

[ocr errors]

delitos que decian haber cometido malvadamente toda su religion, la cual decian, que sabia nuestro Señor, que fué instituida á honra y defensa de su santo nombre, y que debajo de su santa fé católica habian proseguido su milicia hasta entonces, como era á todo el mundo notorio, y que sus obras daban testimonio de la verdadera religion que profesaban, contra los delitos de que mala y falsamente eran acusados. Que no se podia encubrir cuantos caballeros de su órden en aquellos mismos tiempos, que se decia que generalmente habian apostatado de nuestra santa fé católica, fueron hechos piezas y martirizados por la defensa de la fé, y que las tres leyes podian hacer testimonio en esto, y manifestarlo al mundo; y cuantas veces los que habian sido presos, y estuvieron encarcelados en poder de infieles, si hubieran querido renegar del nombre de nuestro Señor Jesucristo, no les cumpliera estar veinte ni treinta años, y mas, padeciendo en muy dura prision estrema miseria, porque el primer dia, queriendo renegar, pudieran ser libres, y les fueran dadas y concedidas todas las cosas que pudieran codiciar para en este mundo. Afirmaban que en aquellos mismos dias estaban en poder del soldan mas de sesenta caballeros, que si quisieran hacer 6 cometer estas cosas de que eran inculpados, fueran luego puestos en libertad, y se les dieran cuantos regalos supieran pedir, y sufrian mucha angustia y miseria. Decian maravillarse mucho, como su santidad podia sufrir que fuese generalmente su orden y religion infamada de tales culpas contra toda verdad y contra sus obras, siendo tan notorias y manifiestas porque los caballe→ ros del Temple fielmente habian seguido en las obras la palabra del Evangelio, que decia ninguno tener mayor caridad que aquel que aventuraba su ánima por sus amigos, y que considerase cuán santa y necesaria habia sido aquella órden, para el ensalzamiento de nuestra santa fé católica, debajo de cuya doctrina amparo ellos se habian criado, de la misma suerte que la nobleza de toda la cristiandad desde el principio de su institucion, y en cuya defensa cada dia aventuraban sus personas y vidas. Que si algunos habian confesado, que delinquieron en tan abominables delitos, se hiciese justicia dellos tan rigurosamente como lo merecian sus culpas, y no lo padeciese la órden, ni los que estaban inocentes, suplicando al papa, que como buen pastor con toda brevedad mandase

el castillo. Mas en este reino, aunque el comendador de la provincia de Aragon y muchos caballeros fueron presos y secrestados sus bienes, los que estaban en los castillos de Cantavieja, y en otras fuerzas, se pusieron en resistencia. Entendida su pertinacia y que rehusaban de estar al juicio de la santa madre Iglesia, el rey cometió á Bartolomé Tarin, sobrejuntero de la junta de Zaragoza, que fuese contra ellos con la gente de los consejos de Alcañiz y su Tenencia, y de las tenencias de Calatrava y Montalvan, porque los caballeros del Temple, que estaban en el castillo de Castellot, no solamente fortificaban y bastecian de viandas aquella fuerza, pero corrieron el término de la Ginebrosa, y mataron algunos hombres. Era fray Bartolomé de Beluis Castellan de Monzon por la órden y lugarteniente del maestre en el reino, el cual con muchos caballeros y gente de sus villas y castillos, se hizo fuerte en el castillo de Monzon, y proveyó que hiciesen lo mismo los comendadores de la órden en sus encomiendas, y porque en el castillo de Chalamera se había hecho fuerte el comendador de aquella villa con seis caballeros templarios, y mucha gente que hacian daño en aquella comarca, el rey envió contra ellos á don Alonso de Castelnou Sobrejuntero de Huesca y Jaca, el cual con gente que le dió don Artal de Luna, lugarteniente del gobernador del reino, puso cerco contra el castillo, y combatió la villa, de manera, que los de Chalamera la entregaron á cinco del mes de febrero deste año, y quedaban los del castillo en su porfía, y todos estaban muy obstinados y rebeldes en no querer obedecer los mandamientos del rey, señaladamente los de Monzon, Miravete y Cantavieja, y otros castillos de Aragon y del reino de Valencia. Como la órden se estendia tanto en toda la cristiandad, el papa estando en Puitiers por el mes de agosto deste año, envió sus letras apostólicas, por las cuales cometió el conocimiento de sus causas y errores á los ordinarios en sus diócesis, y dió comisiones, para que particularmente se procediese contra algunas personas señaladas de la órden, mandando, que tomasen por adjuntas algunas personas religiosas, y se inquiriese contra ellos por los artículos que estaban inculpados, y se juzgasen sus causas en cada provincia por concilio metropolitano, y delegáronse por el papa muchas personas muy notables, que fueron por diversas partes de la cristiandad, para examinar y reconocer los procesos, é inquirir generalmente contra toda aquella órden, con fin de reformar-proveer de remedio, diciendo que podian ellos decir la ó deshacerla por concilio general. Despues á ocho del mismo mes mandó, que con brevedad se citase generalmente toda la órden, para que enviase sus síndicos á la ciudad de Viena, para donde mandaba congregar concilio general, desde el primero del mes de octubre siguiente á dos años, y se sentenciase por estatuto apostólico, lo que se debia proveer, y mandó el papa al obispo de Preneste, á quien se habia encargado la custodia de las personas de todos los templa rios que se prendieron en el reino de Francia, que representase las personas del maestre de la tierra de ultramar y de Francia, Normandia, Puitiers y de la Proenza, y los comendadores mayores ante la presencia del papa, en el concilio general, para oir la sentencia y lo que allí se ordenase. Los caballeros que estaban alzados en estos reinos de la corona de Aragon en sus fortalezas y castillos, había nueve meses que estaban cercados, y cada dia los combatian, y enviaron á notificar al papa los trabajos que padecian, y los males y daños que se hacian á toda la órden, por los

TOMO IV.

con verdad, que el lobo habia herido en el rebaño de sus ovejas, que por buenas obras y ejemplos eran las mas útiles y de mas fruto, ofreciendo, que estarian aparejados á defenderse ante la sede apostólica en jui cio, ó salvar su fé y verdad por las armas, así como era costumbre por todas las tierras del mundo, que caballeros se defendiesen contra cualquiera que falsa→ mente los reptase de algunos delitos, hasta que se entendiese que estaban libres de toda culpa, y que aque llo habia sido inventado por envidia, ó por codicia de haber sus bienes, ó por falsos testimonios y malvadas persuasiones é inducimientos, y probarian que eran verdaderos católicos y fieles cristianos, y que bien y fielmente creian en la fé de nuestro Señor Jesucristo, así como la santa madre Iglesia de Roma mejor y mas firmemente lo creia, y que en su persecucion se hacia grande ofensa é injuria a nuestro Señor y á su Iglesia, y á toda la cristiandad, y lo que mas grave les era, que no hallaban prelado, religioso ni letrado, que quisiese defender su verdad, y que así era propio ofi→

52

« AnteriorContinuar »