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debió procurar, temiendo que si se continuaba la guerra no era bastante á resistir al poder de la Iglesia, y á los reyes de Francia y Castilla, que se confederaron en una liga contra él, y ponia en grande aventura sus reinos. Mas no embargante esto, Bertran de Canellas, uno de los embajadores del rey de Sicilia, reprehendia al rey de esta paz que decia ser muy vergonzosa é infame por haber sacado della á la reina su madre y á sus hermanos tan inhumanamente, y que por librarle á sí y á sus reinos, los dejaba á la carnicería, confederándose con sus enemigos. Con que ánimo navega- | ria la via de Sicilia, y entraria en aquel reino á persuadir á la reina su madre y á sus hermanos, que desembarazasen la tierra para entregarla en manos del tirano? porque aquello solo bastaria á provocar á los sicilianos, que le provocasen la muerte y toda la ofensa y mengua que pudiesen. Si era verdad que el rey don Jaime su hermano, en caso que muriese sin hijos, habia de suceder en sus reinos y señoríos, segun el rey su padre lo dejó ordenado en su última voluntad, como podia él prohibirá sus naturales que no fuésen á servir al que era legítimo sucesor destos reinos? en lo cual se mostraba que les quebraba sus leyes y fueros, y no los mejoraba como era obligado, pues era notorio, que podian ir á servir á quién quisiesen, sin licencia del rey de Aragon. Tras estas palabras dijo que siendo el rey de Sicilia su señor natural despues del rey de Aragon, no temeria por ninguna causa de le ir á servir contra todos los hombres del mundo, y que nunca Dios quisiese que por ningunos miedos ni vanos temores que se le ofreciesen, dejase tan justa guerra y siguiese tan deshonesta paz, y con esta queja y con muy gran desden se despidieron los embajadores del rey de Sicilia. Tras esta declaracion pasaron á Roma los embajadores, que habian de ir al papa para pedir perdon de lo pasado, y prestar el juramento que se habia de hacer, que estaria el rey obediente á los mandamientos apostólicos, y fueron el obispo de Zaragoza y don Berenguer de Puigvert canciller y preboste de Solsona. Al rey don Sancho se enviaron Guillen de Castelvi y Bernardo de Segalar, para que procurasen la tregua conforme á lo concordado en Tarascon, pero el rey don Sancho no la quiso otorgar porque ya en esta sazon don Juan Nuñez, con achaque que el rey no le quiso entregar á Albar racin y que la queria para sí, trató de confederarse con el rey de Castilla, y concertóse con él por medio de la reina doña María, con condicion que don Juan Nuñez su hijo, casase con doña Isabel, hija de don Alonso, hijo del rey don Alonso de Castilla, y de doña Blanca señora de Molina, y le diese el rey castillos en rehenes, porque estuviese seguro dél y sin sospecha, y hasta que le fuesen entregados, se le dieron en rehenes don Alonso hermano de la reina, don Juan Fernandez hijo del dean de Santiago, Estevan Perez Florian, Garci Lopez de Saavedra, Juan Rodriguez de Rojas y otros caballeros que fueron puestos en poder de don Juan de Moya y despues se pusieron los castillos en tenencia de alcaides, que hicieron homenajes por ellos á don Juan, que eran Santistevan de Gormaz, Castrojerez, Fermosel y Soneira en Galicia, y el casamiento de su hijo se efectuó, pero todo esto no bastó para que don Juan perseverase con constancia en el servicio del rey de Castilla.

TOMO IV.

CAP. CXXI.-De las vistas que hubo entre el rey de Ara-
gon
el rey Carlos, entre Panizas y el Pertus, para
ratificar la paz.

y

Quedaba tambien deliberado en Tarascon que el rey Carlos se viese con el rey, para ratificar y confirmar la paz que de nuevo se habia asentado, siendo pero llamado de los genoveses y porque tenia concertado de verse con el emperador Rodolfo, fué á Génova á grande priesa, adonde se hallaron con él los dos legados, y con aquella señoría dejó entonces el rey Carlos asentada nueva liga y confederacion con ayuda de sus aliados, que eran del bando güelso, y ofrecióle aquella señoría, que estaba en grande prosperidad, sesenta galeras armadas para la guerra contra sicilianos, que se habian de tener en órden para el año siguiente. Las vistas que habia de tener el rey Carlos con el emperador, eran por razon del derecho que á Carlos Martelo su hijo primogénito competia en el reina de Ungría, por parte de la reina su madre, del cual se habia apoderado Andrés su tio, como dicho es, y concertóse de casar á Clemencia, hija del emperador Rodolfo, con Martelo, porque le convenia tenerle favorable para aquella empresa, pero entónces sobreseyó el rey Carlos de verse con él, por concluir primero las vistas que habia de tener con el rey de Aragon, que por esta causa estaba en Figueras, á donde por el mes de abril despues que por diversos mensa jeros se consultó cerca del lugar donde se viesen la forma que habian de ir, postreramente vinieron por de esta causa, el prior de San Gil y Mateo de Adria tesorero del rey Carlos y Berenguer Gaucelin. Fué resuelto que se viesen los dos reyes en el cerro que está delante de Junquera, llamado el Puig de la Talaya, entre Panizas y el Pertus, para tratar en las cosas sobre que habían de concordarse despues de la ratificacion de la paz, que era reducir el rey de Aragon á su gracia al rey de Mallorca que tambien venia á las vistas. Fué enviado salvo conducto del rey de Aragon para los reyes, y ordenaron que á siete de abril el rey Carlos á hora de tercia estuviese con doce caballeros á caballo, con solas espadas sin otras armas, y viniesen con él otros seis que fuesen prelados ó personas eclesiásticas y de letras, y para la misma hora el rey de Aragon estuviese en el mismo lugar con otros tantos, y que diez caballeros de parte del rey de Aragon y otros diez por la del rey Carlos, anduviesen por las cumbres de la montaña para descubrir que no estuviese ó acudiese mas gente, de tal manera que los del rey Carlos descubriesen los lugares y pasos, que están desta parte de los montes hacia el castillo de Monroig y los diez del rey de Aragon de la otra contra la fortaleza y castillo de Bellaguardia, dando órden que ninguna gente del rey de Aragon pasase del castillo de Monroig adelante hácia Junquera, ni gente francesa pasase de Bellaguardia. Desto hicieron pleito homenaje al rey Carlos en nombre del rey de Aragon en manos del prior de San Gil, estos ricos hombres y caballeros, Ramon Roger conde de Pallás, don Berenguer de Puigvert, Jazberto vizconde de Castelnou, Jofre de Rocaberti, Ramon y Galcerán de Anglesola, don Pedro de Queralt, Arnaldo de Corzavi, don Berenguer de Cardona, Galcerán de Cartella, Lope de Gurrea, Juan Zapata justicia de Aragon, Guillen Durfort, don Berenguer de Cabrera, Galcerán de Miralles y Arnaldo de Cabrera. Demás desto, ante los mismos embajadores don Ramon Coll arzobispo de Tarragona, y el obis

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po de Zaragoza y don Berenguer de Puigvert preboste | el dinero que le habia prometido en dote, y despues á de Solsona, y otros prelados y personas eclesiásticas que con el rey de Aragon estaban, juraron que no sabian ni entendian que hubiese en aquello dolo ó engaño alguno, y asentáronse treguas por causa del rey de Mallorca, desde el dia de las vistas por otros quince dias. Con esta prevencion y con recatamiento muy grande se vieron en aquel lugar estos príncipes, y allí se ratificó la paz y concordia entre ambos reyes, pero en lo que tocaba al rey de Mallorca, ninguna resolucion se tomó, porque el rey no quiso determinar cosa alguna sin consentimiento y determinacion de cortes generales. Vuelto el rey Carlos á Francia, dejando confirmada la paz con el rey de Aragon, casó á su hija mayor, que como dicho es, se llamaba Clemencia con Carlos de Valois, hermano del rey de Francia, y con ella le dió el condado de Anjous, porque cediese el derecho y título que habia tomado de rey de Aragon, aunque le fue muy grave y dificultoso, tanto leera agradable y dulce el nombre de rey, cuanto quiera que injusta te le hubiese usurpado. Despues de las vistas envió el rey sus embajadores al papa como estaba acordado, y vuelto para Barcelona, casi á fin de abril, se tornó á tratar con el rey de Castilla, que se asentase entre ellos la tregua, conforme a lo que fué mandado y concluido por los legados en Tarascon y esto le envió á requerir el rey con un caballero castellano llamado Martin Álvarez de Herrera, pero ni este ni otros, que sobre ello fuéron á Castilla, pudieron alcanzarla del rey don Sancho, aunque intervino tambien en ello doña Lascara infanta de Grecia, hija del emperador Teodoro Lascaro, de quién arriba se ba hecho mencion, puesto que la reina doña María movió tal concierto que daba esperanza que se otorgaria la tregua por tiempo de un año; con tal condicion que el rey de Aragon en aquel término no saliese de sus reinos, pero no se quiso por

plar porque contra aquello se contravenia á lo tarado con los legados, y pareceria que el rey de Casta descaba quebrantase aquella concordia: por-que te pesaba de la paz que se habia firmado con la Iglesia y con el rey de Francia.

CAP. CXXII-De la muerte del rey don Alonso. En este tiempo envió el rey de Aragon á fray Guillen, abad de Poblet, al reino de Sicilia, para que informase á la reina su madre, y al rey don Jaime, de las causas que hubo para firmar la paz y concordia con la Iglesia y con los príncipes con quien traian guerra. La principal era por ser mal ayudado en ella y haberse movido en su reino tales novedades y alteraciones, que no bastaba la gente de guerra que tenia, ni sus rentas, á sustentar los gastos, y no embargante, que él habia conseguido honrada y provechosa paz, y el rey su hermano le habia dado por libre de las confederaciones y posturas que entre sí tenian, de se ayudar y valer, y no hacer paz el uno sin el otro, decia que no la hubiera aceptado si tuviera forma como proseguir la guerra, y favorecer á su hermano en ella, sin aventurar tanto de su estado. Ofrecia que él entendia de procurar con la Iglesia, que el rey de Sicilia alcanzase paz, la mas honesta y provechosa que se pudiese haber, luego que con el papa se viese. Mas porque el matrimonio suyo y de Leonor, hija del rey de Inglaterra, se habia luego de efectuar, envió desde Barcelona, en principio del mes de mayo á Berenguer de Beluis, sacristan de Vich, y á Juan Zapata justicia de Aragon, y á Guillen Durfort, para cobrar del rey de Inglaterra

veinte del mismo partió don Ramon Folch, vizconde
de Cardona, con muy gran caballería, para acompa-
ñar á la reina desde la raya de Gascuña. Aparejábanse
por esta causa en Barcelona grandes regocijos y fiestas,
y el rey se comenzó á ejercitar en torneos y justas y
juegos de cañas, pero no pasó un mes que en el mayor
furor de las fiestas fué salteado de la muerte, que turbó
no solamente la alegría general de sus reinos, pero la
paz universal de toda la cristiandad, tantos años antes
debatida y procurada con gran turbacion y espanto de
las gentes, que representaba un nuevo temor, porque
despues de las fatigas y daños que en las guerras
pasadas padecieron estos reinos al tiempo que salia
luz con esperanza de tranquilidad y bonanza, luego se
oscureció y volvió en tinieblas. Murió este príncipe
en tres dias, en la flor de su juventud, en edad de
veintisiete años de una landre en Barcelona á diez y
ocho de junio de mil doscientos y noventa y uno años,
y fué sepultado en el monasterio de los frailes menores
de aquella ciudad,.con el hábito de san Francisco. Fué
rey muy clemente y justo, y tan liberal que en esta
virtud se señaló mas que príncipe de sus tiempos, y
fué por esta causa llamado el Franco, y con esto era
tan valeroso, que segun escribe Dante dél, si viviera
mas tiempo bien se entendiera que iba el valor de vaso
en vaso. Dejó en su testamento heredero en sus reinos
y señoríos, y en el reino de Mallorca y condado de
Rosellon y en los otros estados que el rey de Mallorca
tenia en feudo, al rey de Sicilia su hermano, con tal
condicion, que dejase el reino de Sicilia, y las otras
islas adyacentes, y las tierras sujetas á aquella corona
al infante don Fadrique su hermano. Y en caso que el
rey don Jaime eligiese antes suceder en el reino de Si-
cilia, que ser su heredero ó no viniese á estos reinos,
instituía en ellos por heredero al infante don Fadri-
que, y si muriese, nombraba en su lugar á su her-
mano el infante don Pedro, y dejaba de tal manera
ordenado lo de la sucesion de los reinos de Aragon y
Sicilia: que declaraba que si el rey don Jaime muriese
rey de Aragon sin dejar hijos, sucediese en estos rei-
nos el infante don Fadrique, y en el de Sicilia el in-
fante don Pedro, al cual tambien substituía en la su-
cesion de la corona de Aragon. Disponia que si por
ventura, por razon de la guerra y ocupacion del reino
de Sicilia, el rey don Jaime y el infante don Fadrique
no pudiesen ni debiesen suceder en su lugar en estos
reinos, ó por otra causa, en tal caso fuese su heredero
universal el infante don Pedro. Estaba el infante don
Pedro por gobernador del reino de Aragon en esta sa-
zon en Teruel, y á veinte y seis de mayo, tuvo nueva
cierta de los jurados y consejos de Calatayud, que don
Juan Nuñez de Lara estaba en la ciudad de Soria, y
queria entrar en el reino de Aragon con mil de caballo
y con grandes compañías de gente de pié, y envió á
requerir á los ricos hombres de Aragon que se juntasen
con sus caballeros y vasallos en Zaragoza, porque con
ellos y con las compañías que estaban apercibidas,
queria salir contra don Juan, y porque en el mismo
tiempo don Lope Ferrench de Luna, y don Rui Ji-
menez de Luna traian grandes bandos, y corrian
y estragaban los términos de la villa de Luna, y
toda aquella comarca, procuró el infante que se con-
cordasen, porque tenían el reino puesto en armas,
y de Teruel se pasó á Huesca. Y no pudiendo po-
nerlos en treguas, proveyó que se guardase el esta-
tuto que se había hecho en Zaragoza, sobre los bandos

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y diferencias que entre sí tenían, y no hiciesen mal ni daño en la villa de Luna. Acabado esto de Huesca se fué el infante á Daroca por reconocer los lugares de las fronteras: y allí tuvo nueva cierta de la muerte del rey su hermano, y porque los barones de Cataluña hacian gran instancia que fuese luego a Barcelona, mandó ayuntar los ricos hombres de Aragon en Zaragoza. Juntáronse en esta ciudad el primero de julio don Jimeno de Urrea, don Bernardo Guillen de Entenza, don Pedro Cornel, don Felipe Fernandez de Castro, don Atho de Foces, don Juan Jimenez de Urrea, don Sancho de Antillon, don Artal y don Blasco de Alagon, don Lope Ferrench de Luna, don Pedro Martinez de Luna, don Rui Jimenez de Luna, don Gombal de Entenza, don Jimeno Cornel hijo de don Pedro Cornel, don Pedro Jordan de Peña señor de Arenos y Roden, y Pedro de Sese, para tratar de la órden que se debia tener para la paz y buena justicia y defensa del reino, y que estuviesen apercibidos, que castellanos ni gentes de don Juan no hiciesen daño alguno por las fronteras de Tarazona.

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Porque algunos meses antes que el rey muriese, se hizo por su parte grande instancia para que el almirante viniese á Cataluña, el rey don Jaime le mandó venir con catorce galeras, y llegó á Valencia con ellas, pocos dias antes que el rey muriese, y trajo á su hija doña Beatriz de Lauria, y dejóla en aquella ciudad, para que estuviese con la emperatriz de los griegos, y porque habia fallecido doña Margarita Lanza su mujer, que era hermana de Conrado Lanza, del linaje y casa de los marqueses de Lanza, del cual descendia la reina de Aragon mujer del rey don Pedro, como dicho es, casó el almirante segunda vez con doña Saurina hija de don Berenguer de Entenza. Venido el almirante, proveyó luego el infante don Pedro que se fuése á Barcelona, y procuró con él, que no se partiese de aquella ciudad, hasta que le informase del estado en que estaban estos reinos, y de lo que se proveeria para la conservacion y defensa dellos, en nombre del rey don Jaime su hermano, porque convenia que el almirante no se partiese para Sicilia, porque no quedasen las costas desproveidas, y por esta causa los enemigos acometiesen de hacer la guerra, volviendo las cosas á su primer estado, pues al tiempo que se tenia esperanza de una perpétua paz entre estos príncipes, súbitamente volvieron en suma solicitud y cuidado, temiendo que se comenzaria nueva guerra. El mismo dia que murió el rey, se embarcó en la playa de Barcelona, para llevar la nueva al rey de Sicilia, un caballero catalan que era de su casa y muy privado, que se decia Ramon de la Manresa, y llegó á Mecina á seis de julio, y el almirante, despues que se vió con el infante, sin detenerse se hizo luego á la vela con sus galeras, y fuéron á otra parte el conde de Ampurias y muchos ricos hombres aragoneses y catalanes, para acompañar al rey de Sicilia que habia de partir luego para estos reinos. Ninguna dilacion se puso en esto: y dejó el rey en Sicilia por lugarteniente general suyo, al infante don Fadrique su hermano, y por principal de su consejo y gobierno, al almirante, y embarcóse en Mecina, y con solas cuatro galeras vino á Palermo, de donde se partió para Trapana, y de aquel puerto se hizo á la vela á veinte y tres de julio, y traia consigo al almirante, con la mayor parte de la armada de Sicilia, y tomó tierra

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en Mallorca, y de allí partió para Barcelona, & donde llegó á diez y seis de agosto, y detúvose allí algunos dias, y en principio del mes de setiembre se partió para el reino de Aragon, y llegó á Zaragoza á diez y siete del mismo, intitulándose todo el tiempo que pasó antes de su coronacion, del título de rey de Sicília tan solamente. Hízose llamamiento general de los prelados, ricos hombres y caballeros, y de las ciudades y villas del reino, para que asistiesen á las cortes que el rey habia de celebrar en Zaragoza á la fiesta de su coronacion, como era costumbre, y juntáronse en la iglesia de San Salvador á veinte y cuatro del mes de setiembre, don Jaime señor de Ejérica, don Pedro Fernandez señor de Ijar hijos del rey don Jaime, don Jimeno de Urrea, don Pedro Cornel, don Lope Ferrench de Luna, don Bernardo Guillen de Entenza, don Atho de Foces, don Blasco de Alagon, don Sancho de Antillon, don Felipe Fernandez de Castro, don Pedro señor de Ayerve, Gombal de Entenza hijo de don Bernardo Guillen de Entenza, don Rui Jimenez de Luna, don Gombal de Benavente, Artal de Luna, hijo de don Lope Ferrench de Luna, Rui Jimenez de Luna, hijo de don Rui Jimenez de Luna, Berenguer de Entenza hijo de don Bernardo Guillen de Entenza, Guillen de Alcalá señor de Quinto, Pedro Sese, Beltran de Naya señor de Pinsec, Lope de Gurrea, Pedro Garces de Nuez, Gil de Vidaure, Lope Ferrench de Atrosillo, Gombal de Tramacet, ricos hombres, y mesnaderos y muchos caballeros, con los procuradores de las ciudades y villas del reino. En presencia de todos estos ricos hombres, y de los que habian concurrido á las cortes, y estando presentes el infante don Pedro, don Ugo de Mataplana, obispo de Zaragoza, don Pedro, obispo de Tarazona, fray Aldemaro obis➡ po de Huesca, don Berenguer de Cardona maestre de la caballería del Temple, Bernardo de Miravails feronte de maestre de la órden del Hospital, Melen Fernandez comendador mayor de Alcañiz. Juró el rey y confirmó los privilegios que habian concedido al reino sus prede cesores, y sus fueros y costumbres, y fué coronado y ungido por rey, en la forma acostumbrada, y con la condicion que el rey don Pedro, y despues el rey don Alonso, se coronaron, protestando que no recibia la corona con reconocimiento que por el reino debiese hacer á la sede apostólica, conservando su derecho, cuanto á la exencion y superioridad dél, en lo temporal. Tambien se hizo otro protesto por el rey, que no tomaba la posesion destos reinos y señoríos, como heredero del rey don Alonso su hermano, porque dejaba ordenado, que el infante don Fadrique sucediese en el reino de Sicilia, y él pretendia suceder en todo, como hijo primogénito, y así ante ciertas personas Juego que llegó á Barcelona, hizo un protesto, diciendo, que no recibiria la posesion de los reinos, por razon del testamento del rey su hermano, sino por el derecho de la primogenitura, que le competía por su muerte, y conforme al testamento del rey su padre, porque su fin era quedarse tambien con el reino de

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con las condiciones que tenia firmadas con el rey don Alonso su hermano, para que juntos prosiguiesen su empresa, contra el rey de Castilla. Mas el rey don Sancho estaba ya tan apoderado del reino, y tenia tan ganadas las voluntades de todos los pueblos, que la causa de don Alonso estaba muy desfavorecida, así en fuerzas, como en reputacion. Mayormente siendo ya reducido al servicio del rey de Castilla don Juan Nuñez, despues que le aseguraron en unas vistas que tuvieron en Herrera, en la provincia de Ceirato, con el casamiento del infante don Alonso, hijo del rey don Sancho, con doña Juana, hija de don Juan, pero vivió pocos dias el infante. Concertóse tambien el rey don Sancho, con el rey don Dionis de Portugal, y confirmó grande paz y union con él, concertándose matrimonio del infante don Fernando, hijo primogénito del rey de Castilla, con la infanta doña Costanza, hija del rey de Portugal, y dióle el rey don Sancho en rehenes algunas villas y castillos muy principales en las fronteras de Portugal. De la misma suerte, luego que el rey don Jaime recibio la corona de su reino, por diversos tratos y medios, procuró el rey don Sancho, de confederarse con él, y envióle á requerir con la paz, certificándole, que le pensaba valer y ayudar contra todos los príncipes que guerra le quisiesen mover, y tratóse, que casase el rey con la infanta doña Isabel, hija del rey de Castilla. Deseaba tanto el rey don Sancho la concordia, que se efectuó brevísimamente, mediante matrimonio del rey de Aragon, con la infanta doña Isabel, y concordáronse vistas entre ambos reyes, y estando en Montagudo, á veinte y nueve del mes de noviembre deste año, se concertó que fuesen amigos de amigos, y enemigos de enemigos, y de no recoger ningun rico hombre que se pasase del un reino al otro, sin su volun= tad, y que no le darian en su tierra heredamiento. Ofreció el rey don Sancho, que entregaria luego al rey de Aragon, la infanta doña Isabel su hija, con la cual se habia de casar y que le ayudaria contra todas las personas del mundo, con su persona y vasallos, y que sobre la empresa de Navarra, ratificaria la concordia que se tomó entre él y el rey don Pedro, y que teniendo guerra con el rey de Francia, le ayudaria en ella, y que sin su consentimiento, no haria paz ni tregua con la Iglesia, ni con otro príncipe con quien tuviese guerra. Fué acordado, que diez ricos hombres del reino de Castilla, que el rey de Aragon nombrase, jurasen é hiciesen pleito homenaje, que procurarian que se guardase y cumpliese todo esto, y en caso que no se cumpliese por el rey de Castilla, fuesen obligados, con sus personas y vasallos de servir en la guerra al rey de Aragon, contra el rey de Castilla, y para esto les habia de eximir de la fé y naturaleza que le debian, y se habian de poner en rehenes diez castillos que el rey de Aragon escogiese, para en caso que no se guardase lo capitulado y se entregasen. Tambien se obligó el rey de Castilla, que siempre que el rey le requiriese que fuése en persona en su ayuda, le socorrería, y si estuviese enfermo, ú ocupado en guerra que le hiciese gente extranjera en su reino; en cualquiera destos casos le enviaria quinientos de caballo á su costa, por cuatro meses. Exceptuaba, que este año no fuese obligado el de Castilla ir en su ayuda, y que esta concordia fuese firme entre sus herederos. Esto juró el rey de Castilla de guardar y cumplir, estando en Montagudo, con el rey de Aragon, tomase la infanta doña Isabel, su hija, por mujer, y no la dejase en to

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da la vida, por parentesco, ni por otra causa, y le señalase en arras, y para su cámara, los lugares que en los tiempos pasados acostumbraron dar los reyes de Aragon, y el rey pusiese otros diez castillos en rehenes, que estuviesen obligados al rey de Castilla, por las arras. Habia de valer al rey de Castilla, de la misma manera, y con las mismas condiciones, y para ello se obligaban diez ricos hombres destos reinos, que el rey de Castilla nombrase, y en este año se habian de enviar por el rey de Aragon, en ayuda del rey de Castilla, contra el rey de Marruecos, que le tenia cercada la villa de Bejer, veinte galeras, y si tal necesidad ocurriese en las fronteras, que el rey de Castilla tenia contra Navarra, habia de ir en su socorro el infante don Pedro, hermano del rey de Aragon. Allende desto, habia de jurar el rey, que no soltaria de la prision á los hijos del rey Carlos, que ellos llamaban príncipe de Salerno y de la Morea, por lo cual se habian tambien de obligar los diez castillos. Despues que quedaron conformes en esto, se concertaron las vistas para la ciudad de Soria, á donde el rey habia de recibir la infanta doña Isabel su esposa, que segun el autor de la historia castellana escribe, no tenia aun nueve años, y allí se hicieron los desposorios, estando presentes el rey don Sancho y la reina doña María, un sábado primero del mes de diciembre deste año, con esperanza, que por ser aquel matrimonio causa de la paz universal de toda España, y que mediante ella, los infieles serian ofendidos, el papa dispensaria en el matrimonio, por su benignidad, porque antes no les pareció, que se debia pedir la dispensacion. Recibióla el rey por su esposa y mujer, prometiendo, que en toda la vida no la dejaria, por parentesco, ni por otra causa, antes bien viviria con ella, como marido debia vivir lealmente con su mujer, y puso en rehenes diez castillos, y los seis tenia don Lope Ferrench de Luna, que eran, Uncastillo, Borja, Rueda, Daroca, Somet, y Hariza, y á Malon, que estaba en poder de don Guillen de Pueyo, y Verdejo, que lo tenia Diego Perez Descoron, y Alquezar, y Monclús que estaban en tenencia de Alaman de Gudal. Estos castillos se obligaron tambien por las arras, y cámara que se señaló á la reina, que fueron las ciudades de Huesca y Girona, y las montañas Prades y los otros lugares que las reinas de Aragon acostumbraban tener, por razon de sus dotes, con las rentas y jurisdiccion de Calatayud, Algecira, Morella, y Cervera, con sus aldeas, que se le habian de entregar, despues de los dias de 'a reina doña Costanza. Los castillos que se pusieron en rehenes por el rey de Aragon, y se obligaron á las condiciones de la paz, fueron Morella y Biar, que estaban en poder de don Pedro Fernandez señor de ljar, Játiva y Castalla, que los tenia don Artal de Alagon, Alpuente, que lo tuvo en tercerfa don Atho de Foces, Bairen, que estaba en poder de don Artal Duerta, Penanguila, cuya tenencia fué de don Sancho de Antillon, y Montesa, que la tenia don Jimeno de Luna, hijo de don Rui Jimenez de Luna, y Sexona, que estaba por el amirante Roger de Lauria, y Uxó que se tenia por don Sancho Duerta. Fueron los castillos que señaló el rey don Sancho en rehenes Cervera, Alfaro y Agreda, que se pusieron en poder de don Juan Alonso de Haro, y Alarcon, que tenia don Tel Gutierrez, Alicante y Orihuela, que estaban en poder de Garci Fernandez de Pina, Atienza, en cuya tenencia estaba Sancho Martinez de Leiva, Hita y Cartagena, que se tenian por Fernan Ruiz, hijo de don Rodrigo

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Iñiguez, y Montagudo junto à Murcia, que lo tenian en su poder Pedro de Montagudo de Lorca. Los ricos hombres que por parte del rey de Aragon se obligaron á mantener esta concordia, fueron el infante don Pedro hermano del rey, el conde de Pallás, Ramon Folch vizconde de Cardona, don Jaime de Ejérica, don Pedro Fernandez señor de Ijar, don Artal de Alagon, don Jimeno de Urrea, don Bernal Guillen de Entenza, don Atho de Foces y don Sancho de Antillon: y por entrambas partes se obligaron los ricos hombres y castillos á cumplir las condiciones que estaban tratadas entre los reyes, con pena de perder los castillos. Juraron de parte del rey de Castilla en Burgos, de hacer guardar y cumplir las condiciones desta paz, el infante don Juan hermano del rey de Castilla, y los otros infantes sus hermanos, don Juan Alonso de Haro, y don Juan Alonso señor de Alburquerque, don Juan Nuñez de Lara, hijo de don Juan Nuñez, que se llamaba señor de Molina y de Mesa, y se habia ya casado con doña Isabel, hija de doña Blanca, señora de Molina y otros ri- | cos hombres de Castilla, y estando don Juan en Coruña, al tiempo que se concertó la paz, envió el rey don Sancho, para que la ratificase á los obispos de Astorga, Osma y Mondoñedo. Juró don Juan ante estos prelados y en presencia de Fernan Gutierre Quijada y don Rodrigo Rodriguez Carrillo, que era mayordomo de don Juan y de Sancho Sanchez de Ulloa repostero mayor del rey de Castilla, y ante Rodrigo de Figueruelas embajador del rey de Aragon, que procuraria con todo su poder, que el rey de Castilla cumpliese lo que se habia capitulado en Montagudo y Soria, y para en caso que no lo cumpliese, se reconoció por absuelto de la fé, naturaleza y homenaje que debia al-rey don Sancho, y prometió que con su persona y vasallos, ayudaria al rey de Aragon y haria guerra al rey de CastiIla, hasta que se cumpliese aquella concordia, y dello hizo pleito homenaje, en poder de Rodrigo de Figue ruelas. Mas don Juan, con su acostumbrada inconstancia no se acababa de asegurar del rey don Sancho, y andaba siempre á punto de guerra, y con recelo de alguna novedad, mandó ir contra él, y púsose cerco sobre las villas de Moya y Canete, que le habia dado, y tomóselas, y don Juan se fué para el reino de Francia. Esta fué la concordia que el rey don Jaime asentó en el principio de su reinado con el rey don Sancho, y es muy contrario y diferente de lo que Ramon Montaner afirma en su historia, y no comprehendieron en ella los hijos del infante don Fernando, como allí se dice.

CAP. CXXV.-Que los reyes de Aragon y Castilla concordaron los bandos de los ricos hombres de Aragon. Hecho esto se trató de concordar los bandos, que habia entre los ricos hombres de Aragon, que estaban muy discordes y tenian el reino en gran parcialidad, y fué en ello medianero el rey don Sancho, Estos eran de una parte don Bernardo Guillen de Entenza, don Atho de Foces, don Jimeno de Urrea, don Artal de Alagon, y don Blasco su hermano, don Sancho de Antillon, don Rui Jimenez de Luna comendador de Montalvan, y Rui Jimenez y Jimeno de Luna sus hijos, don Jaime señor de Ejérica, don Jaime Perez señor de Segorbe hermano del rey, Gonzalo Jimenez de Arenos y Jimen Perez y Fernan Jimenez sus hermanos, Pero Lopez de Oteiza y Lope Ferrench de Atrosillo. Del otro bando eran don Lope Ferrench de Luna, don Pedro Fernandez señor de ljar, don Guillen de Anglesola, don Pedro

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Ferriz, Pedro Sese, Artal Duerta y Sancho Duerta, Alaman de Gudal y don Guillen de Pueyo y otros caballeros. Todos ofrecieron de seguir y servir al rey de Aragon, y que nunca se partirian de su servicio, cumpliendo el rey, y haciendo con ellos lo que era obligado, y allí le prestaron nuevo homenaje y se juramentaron entre sí, de no se hacer unos á otros guerra, y pusieron en rehenes algunos castillos. Don Artal de Alagon puso en tercería el castillo de Sastago, don Lope Ferrench de Luna el castillo de Figueruelas, don Pedro Fernandez señor de Ijar, por sí y por don Guillen de Anglesola el castillo de Buiñuel, don Sancho de Antillon el castillo de Avizanda, don Rui Jimenez de Luna por sí y sus hijos entregó á Almenara, don Atho de Foces el castillo de Castelnou, don Jaime Perez señor de Segorbe por sí y por don Jaime señor de Ejérica dió en rehenes á Almonacir. Estos castillos se ponian en tercería, así por su amistad, como por lo que tocaba al servicio del rey, con expresa condicion, que si alguno destos ricos hombres se apartase de la obediencia del rey y le desirviese, perdiese los castillos. Pero fué cosa mas fácil concordar todos estos ricos hombres y los de Cataluña, que poner en tregua al almirante y á Bernardo de Sarriá. Porque estos dos caballeros por particular enemistad que entre sí tenian, seguian con tan implacable odio su porfía, que se habian concordado con grandes sacramentos y homenajes, de no seguir su querella por términos de justicia ni de concordia, por razon del desafío y guerra que entre sí habian publicado, declarando que si tal hiciesen, fuesen habidos por infames y traidores, y prometieron, que todo el tiempo de su vida se harian guerra con todas sus fuerzas, por la mejor via que pudiesen, y no embargante, que el rey los compeliese que desistiesen della, la continuarian, aunque procediese por ello á quitarles todos sus bienes y los perdiesen, é hicieron pleito homenaje de cumplirlo así, y de tal manera seguian su bando, que parecia mas competencia de ánimo y valor, que otra causa de interés, y ciertamente se puede con toda verdad afirmar, que los dos fueron de los mas excelentes y valerosos caballeros que hubo en estos tiempos.

CAP. CXXVI. De la venida del rey don Sancho à Calatayud, á donde se confirmó entre ellos la paz, y se entregó al rey de Aragon la infanta doña Isabel.

De Soria se vinieron los reyes á la villa de Calatayud, á donde segun Ramon Montaner escribe, se hicieron grandes fiestas y regocijos, y mantuvo el almirante una justa, en la cual salieron los mas diestros y señalados caballeros, y entre todos ellos fué aventajada la valentía y destreza grande del almirante. Allí se confirmó y ratificó la paz entre estos príncipes, á diez y ocho del mes de diciembre deste año, y se tornó á obligar el rey don Sancho al rey, que no concordaria ninguna cosa con el papa, ni con los reyes de Francia y Jerusalen sin su voluntad y consentimiento, y dejando á la infanta doña Isabel en Aragon, se partió el rey de Castilla para sus reinos, con propósito de ir á cercar á Algecira, porque habia mandado juntar grandes huestes, y tenia armados muchos navíos en las costas de la Andalucía, y en la mar de Asturias y Galicia, é hizo capitan general de su armada á Benito Zacarías genovés, y le dió doce galeras. Pero sabiendo Abenjucef rey de Marruecos, que el rey de Castilla movia contra él por mar y por tierra poderosamente, levantó su real de Bejer, y pasó á allende.

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