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fué demandada en nombre del rey Carlos, tratándose en estas cortes de los medios que se debian platicar, y de la forma que convenia tener para inducir al rey de

ba, llegó una embajada que traían el sacristan del rey Carlos y un caballero su vasallo, llamado Ramon de Borbon: y con letras de creencia explicaron al rey, que estaba presto de venir à ponerse en su prision, y que él se aparejase para recibirle y volverle sus hijos y el dinero que habia puesto en su poder. Fué dicho á estos embajadores por parte del rey, si traian instrumento de procuracion, y poder en pública forma, y como no le trajesen, el rey los mandó ir sin darles respuesta y envió á Guillen Galban, y á Ramon Cuillano de su consejo, y jueces de su casa y corte, a Carlos y le dijeron que el rey de Aragon su señor se maravillaba mucho de tal mensajería, y tuvo duda no fuese fingida: porque poco ántes se le otorgó la prorogacion del término, como fué pedido por su parte con grande instancia y que tambien le causaba aquello gran sospecha, porque teniendo señalados los lugares á donde habia de venir, si entendia volver á su prision, el uno Santa Cristina, y el otro entre el collado de Panizas y Junquera, á donde con seguridad pudiese recibirlo conforme lo asentado en Oloron, y déstos necesariamente hubiese de escoger el uno, que no le hubiese dado antes aviso dello: pues sabia que á cualquiera destos lugares que eligiese, debia venir de tal manera y á tal puesto, que el rey le pudiese recibir sin peligro ni recelo de sus enemigos. Mas en caso que pensase venir al collado de Panizas, le advertia que los lugares de aquella montaña estaban ocupados entonces por gentes de don Jaime su tio, y no podria seguramente llegar allí, y que quedaria en Castellon ó en Peralada, á donde pudiese llanamente sin alguna sospecha ser recibido. Las cosas que el rey Carlos habia de cumplir para esta fiesta de Todos Santos, eran de tanta importancia, que no se hallaba forma de poderse efectuar, que era poner la persona de Carlos su hijo primogénito en poder del rey de Aragon, y alcanzar la tregua del rey de Francia, y de Carlos de

do y otros de la Iglesia y parecia á los mas del consejo del rey, que se buscaba otra tal ocasion. Por esta causa envió el rey al papa à Juan de Proxita, y respondió con él, que estaba muy aparejado para obede-Sicila su hermano á la paz y concordia que se procuracer los mandamientos apostólicos y servir en aquella santa expedicion con estas condiciones. Que el papa se contentase de llevar dél, en cada un año, cierto tributo, en nombre de censo, con que sirviese á la Iglesia : y despues que hubiese pasado con su armada al socorro de Acre, el infante don Fadrique su hermano, que quedaría en su nombre por gobernador de la isla, fuese amparado de la Iglesia contra el rey Carlos ó contra otro príncipe que le quisiese ofender; y se alzase el entredicho que estaba puesto en la isla y se confirmasen treguas por la sede apostólica, por cinco años, entre él y los franceses, y todo lo que conquistase en Siria fuese suyo, y luego que allá llegase con su armada, se pudiese intitular rey de Jerusalen: y que llevaria trescientos caballeros y diez mil soldados y treinta galeras y el almirante ofreció de servir al rey con cien caballos y dos mil soldados, y diez galeras á su sueldo. Suplicó Juan de Proxita al papa ante todas cosas, que mandase absolver al rey y á los sicilianos, y los admițiese á la reconciliacion de la santa madre Iglesia pero el papa lo remitió á los cardenales Benito Colona y Gerardo de Parma, que enviaba por legados á la Proenza para tratar de la paz, porque les estaba cometido, que deliberasen sobre lo que tocaba al estado de Sicilia y dijo el papa, que don Jaime enviase allá sus embajadores. Por esta causa el rey de Sicilia atendia solamente à la conservacion de su reino, pero por socorrerá una necesidad tan grande, llegando á Sicilia Juan de Grili senescal de Guiana, que volvió á Siria, de donde era venido, para procurar el socorro de los príncipes cristianos, el rey le hizo mucha honra, por lo que sirvió en Burdeus al rey su padre, y envió con él siete galeras muy bien armadas para que sirviesen al papa en aquella guerra por cuatro meses: pero aunque aquella ciudad se defendió algun tiempo por el valor grande de los caballeros Templarios, y del Hospital, á la postre no pudo dejar de rendirse á los infieles, faltándole mayor socorro. Por el mismo tiem-Valois su hermano por tres años, y dar tal seguridad y po el almirante, que no dejaba mucho holgar la gente de mar, con diez y seis galeras navegó la via de África, para hacer guerra en las costas de Berbería y llevó consigo á Margano rey de los alárabes para rescatarle, y encomendóle á Beitran de Canellas, que le acompañase con ochenta de caballo y cobrase el rescate y que-plir dentro de un año despues de la deliberacion de riendo Margano acogerse á Tolometa, que está á la mar en un seno que llamaban el golfo de Tino, tuvo trato con los alárabes para recogerse dentro, é hízose alli fuerte pero el almirante mandó combatir el lugar, y fué entrado y puesto á saco, y fué en aquel combate muy señalado el esfuerzo y valor de Beltran de Canellas.

CAP. CXV.-Del requerimiento que el rey Carlos envió á hacer al rey, por no poder cumplir lo capitulado.

En las cortes que el rey tenia convocadas á estos reipos en la villa de Monzon, segun Pedro Tomich escribe, se ordenaron muchas cosas en grande utilidad y provecho del reino, y se revocaron todas las donacioDes y enagenamientos y empeños que el rey hizo á los catalanes despues de la muerte del rey su padre, y le fué concedida sisa por tres años continuos, para guarda y defensa de las costas y fronteras. Despues que por parte del rey de Aragon se otorgó la prorogacion que le

y

asiento del papa y de la Iglesia, por la cual se ofreciese obligase que si el rey Carlos no daba paz al rey de Aragon y al rey don Jaime su hermano á su voluntad dentro de tres años, que no recibirian daño por parte de la Iglesia en hecho ninguno: y esto se habia de cum

Carlos, y se fenecia por Todos Santos, y acabóse el plazo sin que el rey Carlos cumpliese ninguna de las cosas que era obligado. Antes segun refieren Vilano, y Sozomeno, autores florentines, en la relacion de las cosas de aquellos tiempos, llegando el rey Carlos á Nápoles fué coronado Carlos Martelo su hijo primogénito por el legado del papa, en rey de Ungría por la muerte del rey, que no dejaba hijos varones ni otro heredero sino la mujer del rey Carlos y fué celebrada aquella coronacion con grande solemnidad y fiesta, armándole primero el rey Carlos su padre caballero y es cierto, que en el reino de Ungría se alzó luego por rey Andrés III deste nombre, y con él se comenzó á mover grande guerra, y cuanto al entregarse la persona de Carlos Martelo, no habia órden de poderlo cumplir. Por esta dificultad y otras que se ofrecian, anduvo el rey Carlos usando de grandes mañas: dando á entender que cumplía ó queria cumplir con el rey de Ara

gon.

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Don Gilabert de Cruillas que fué enviado al papa con salvo conducto de la Iglesia, estaba aun detenido en prision, y los otros embajadores se rescataron y fueron ante el papa, y en presencia de Carlos declararon la justicia del rey de Aragon: y despues ante su consistorio pidieron tuviese por bien, de le tener por hijo obediente de la Iglesia, y admitirle en la paz y union della, como á los otros príncipes católicos. Mas nunca pudieron alcanzar buena respuesta, ni se dió lugar que fuese oida su justicia y aunque el rey Carlos en las apariencias mostraba procurar la tregua, segun era obligado, pero por otra parte daba por la obra á conocer lo contrario, procurando que el papa le ungiese y coronase en rey de Sicilia, y obrando otras cosas que eran impedimento de la paz que se habia de alcanzar. Falleció don Galcerán de Timor en aquella embajada del papa, y los otros embajadores se volvieron sin træer resolucion alguna: y el rey previniendo que el rey Carlos no acudiese sin sabiduría suya á alguno de aquellos lugares, á donde se habia de poner para volver á la prision, y recibir sus rehenes y el dinero, como distan el uno del otro por diez jornadas y no podia el rey acudir con el dinero y rehenes, porque no se pretendiese que se habia presentado, como era obligado, al término, y que no habia sido recibido, y por esto habia caido en falta, y él quedaba libre de las penas, tuvo personas diputadas en ambos lugares, para que entendiesen, si acudia a alguno dellos con propósito de volver á su prision: y fué así, que aunque los pasos y puertos que están entre Panizas y Junquera, y los lugares circunvecinos de aquellas montañas estaban tomados por gentes del rey de Francia y del rey de Mallorca, usando el rey Carlos de astucia y engañoso trato, condenado no solo entre príncipes, pero en todo género de gentes, con maña y cautelosamente se vino á poner entre el collado de Panizas y Junquera con gente armada, sin hacer prevencion alguna, pensando con aquella sutileza evadir las penas en que habia caido: y protestó, que habia llegado al puesto por razon de volver á la prision del rey de Aragon, si hubiera quien le recibiese: y fue muy notado en él este artificio, cuanto mas fué tenido en su tiempo por príncipe de gran bondad y religion. Siendo el rey Carlos vuelto á Perpiñan, envió al rey de Aragon sus embajadores, que le dijeron, que se queria ver con él en el territorio de Girona: y partiendo para ella el rey, fue requerido de su parte el rey Carlos en Perpiñan, que señalase uno de los lugares donde fuese recibido, y se le entregasen las rehenes y dinero: pero tomó su camino para Francia, dejando al rey de Aragon desta suerte burlado: diciendo, que allí quedaban personas de su consejo, para tratar destos negocios, que de su parte comunicarian al rey cierto tratado y forma de paz. Éstos eran Guillermo de Vilareto, prior de San Gil de Francia, que fué de los notables caballeros de aqueIlos tiempos, y un famoso letrado, llamado Bartolomé de Capua, que propusieron al rey, que para conseguir la paz universal convenia, que el rey de Sicilia dejase llanamente á Sicilia y Calabria, sin que se reservase cosa alguna de aquellos señoríos y el rey de Aragon hiciese reconocimiento en persona á la Iglesia y al rey de Francia, y recibiese el reino de Aragon en nombre de la sede apostólica en feudo, pagando en ca

da un año por causa del cierto censo y tributo: y que fuese restituido el reino de Mallorca al rey don Jaime su tio: pero fue muy claro y notorio, que estas condiciones no eran de la paz, cual el rey de Aragon y Sicilia pudiesen aceptar: á lo cual estaba obligado el rey Carlos, y de darla á contentamiento suyo. Desta nove dad envió el rey á dar aviso al rey de Inglaterra: y de las mañas que Carlos habia tenido con velo y co→ lor de tratar verdad, violando su fé con tan infame nota de perjurio, quebrantando lo que tenia prometi→ do; siendo el medianero un tal príncipe, como el rey de Inglaterra, con tantas obligaciones y prendas, olvidándose de honor y buenas obras, que habia recibido por su medio, y del rey de Sicilia su hermano, no se acordando, que por causa del rey su padre, y de la reina y rey de Sicilia fué librado de la muerte y saca❤ do del juicio y poder de los sicilianos, que como gente muy lastimada, y como aquellos que eran crueles enemigos suyos, codiciaban derramar su sangre, en venganza de las tiranías, que los de su casa y linaje habian ejecutado. Pedia al rey de Inglaterra, que per suadiese á Carlos, que cumpliese como caballero lo que habia prometido: porque él estaba presto de reci→ birle en uno de los lugares señalados, viniendo él con ánimo de ponerse en sus manos: pues era muy ageno de quien él era, usar de semejante cautela: porque en aquel caso le entregaria el dinero y las rehenes, no de rogando á las penas en que habia incurrido, por no cumplir lo asentado. Habiendo despachado los mensajeros, partió el rey de Lérida á veinte y cuatro de noviembre para Barcelona, y de allí envió al rey de Sicilia su hermano á Beltran de Canellas con aviso de lo que el rey Carlos habia intentado: y porque el rey de Francia y el rey de Mallorca hacian grandes aparejos por mar y por tierra, y se afirmaba, que el verano siguiente harian la guerra en las tierras del rey de Aragon, y entrarian por Cataluña y Navarra, pedia le enviase al almirante con veinte galeras en órden : y mas otras veinte desarmadas con vizcocho y remos, pues el rey de Sicilia por la tregua que estaba asentada con Carlos, no tenia necesidad de la armada, y la prin cipal defensa destos reinos dependia del socorro marítimo de Sicilia. Sobre esto escribió el rey á la reina su madre y á sus hermanos, y al almirante y á Juan de Proxita, los cuales con don Ramon Alaman, y don Guillen Galcerán, que eran los principales que enten→ dian en el gobierno del estado del rey de Sicilia, acabaron con él, que se diese orden de enviar al almirante con catorce galeras.

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Traian en este tiempo grande bando y guerra don Guillen de Moncada y don Pedro Moncada, señor de Aitona, y los de aquella casa y linaje, con don Beren→ guer de Entenza, y estando don Berenguer y don Guillen su hijo con el rey en la guerra, que hacia al rey de Mallorca en Cerdania por el mes de agosto deste año, pretendiendo que se les rompió la tregua, ajuntaron gran número de gente de caballo y de pié de sus vasallos y valedores, y de la órden del Temple que los seguian. Con esta gente don Guillen y don Pedro, y Puignaucler comendador de Azcon fueron á talar la vega de Mora y Tibiza, que eran de don Berenguer, estando doña Galbor su mujer dentro: y continuaron la tala por quince dias, y don Guillen y don Pedro, y el comendador de Azcon, con sus gentes y con los dẹ

vió á Roma una muy solemne embajada, y con ella fuéron don Galceran de Miralles, Bernardo de Fonollar, Guillen Aimerich y Guillen Jafert: y dióseles poder para afirmar y concluir la paz, de la cual se dió por parte del

Miravele, Orta, Gandesa, Corbera y de la Fatarella y Villalba, Balea y Azcon, que eran lugares de la órden del Temple, tentaron de combatir á Mora: y no pudiendo entrarla por combate, hicieron grande daño en aquellos lugares de don Berenguer, talando y que-rey Carlos gran esperanza al rey de Inglaterra. Por el mando sus términos, y fuéronse á recoger á Benicenel,

donde hicieron su fuerte, y estaban en frontera contra aquellos lugares. Siendo vuelto el rey á Barcelona, don Guillen de Entenza se vino á Mora, y trajo mucha gente, para defender la tierra de su padre, y hubo entre ellos diversas escaramuzas y reencuentros en el término de Mora, concurriendo de una parte los de Entenza y sus valedores, y de otra los de Moncada, y los caballeros y vasallos de la órden del Temple, con su pendon que llamaban Balza. Por esta novedad y guerra que habia entre estos ricos hombres, el rey se vino mediado el mes de enero de mil doscientos noventa á Alcolea, que era de don Bernardo Guillen de Entenza, por procurar de ponerlos en tregua, y concordar sus diferencias, porque tenian toda aquella tierra en armas, y les acudia cada dia mucha gente: y don Guillen de Moncada se puso con mucha parte de la gente de caballo y de pié que tenian en Ginestar, y don Pedro de Moncada en Binecenel: y así se pusieron en armas todos los mas principales ricos hombres y caballeros de Aragon y Cataluña, favoreciendo los unos á los moncadas y los otros á los de Entenza.

CAP. CXVIII. De las vistas que tuvieron el rey de Aragon y el rey Carlos, entre Panizas y Junquera á donde se hizo nueva tregua.

Mandó armar el rey en las costas de Cataluña y Valencia doce galeras y otros navíos de remos y nombró por vicealmirante de aquella armada á Berenguer de Montoliu, que habia seguido la guerra con el almirante, y era muy ejercitado en las cosas de la mar: y por dar priesa que se pusiesen en orden, fué á Tarragona en fin del mes de diciembre, que fué principio del año de mil doscientos noventa. Fueron requeridos todos los barones y caballeros de la Proenza, que le habian hecho homenaje, segun lo capitulado en Oloron, que atento que Carlos á quien entonces llamaba príncipe de Salerno, habia incurri➡ do en las penas, por haberle quebrantado las condiciones que se trataron por medio del rey de Inglaterra, y por esta causa le pertenecia y era vuelto á su dominio el condado de la Proenza con todos sus derechos, y todos los naturales dél le debian reconocimiento de vasallaje como á señor natural, que ellos así lo cumpliesen por la lealtad que le debian, porque de otra manera por diversas vias agravaria y estrecharia á los hijos del príncipe y á las otras rehenes de la Proenza que en su poder estaban, ofreciendo que si cumpliesen con la fé y obligacion que tenian, les guardaria sus privilegios y costumbres inviolablemente. Mas como el rey de Inglaterra estrechase al rey Carlos, que cumpliese con el asiento que se tomó con el rey de Aragon, y se desengañase, que necesariamente habia de cumplir lo de la paz, ó incurrir en las penas á que estaban obligados en las rehenes y dinero que tenia por ello obligado, procuró con el papa, que tratase cerca de lo que debia otorgar al rey de Aragon en seguridad y confirmacion del asiento, y avisó al rey que enviase sus embajadores. Por esta causa en el ines de febrero del año de mil doscientos noventa, se partió el rey de Momblanc para Lérida, y de allí en

mismo tiempo el rey de Sicilia tornó á enviar á Roma á Juan de Proxita, para que en su nombre pidiese absolucion, y se alzase el entredicho que tanto tiempo habia que estaba puesto en toda Sicilia. Entonces se determinó el papa de enviar dos legados para que entendiesen en lo de la paz, que fueron Benedicto Colona cardenal de San Nicolao, y Gerardo de Parma, cardenal de Santa Sabina, y estos habian de entender en lo que tocaba á las cosas del reino de Sicilia: y con esta volvieron los embajadores del rey de Aragon de Roma, sin otra resolucion, mas de haberse tratado con el papa, que el rey de Aragon se viese con el rey Carlos y fueron recibidos benigna y graciosamente. Con esta resolucion partió el rey de Lérida, y fuése acercando á la frontera de Rosellon: porque tuvo nueva, que el rey Carlos se venía á ver con él, y pasó á Figueras: y porque le fue muy encarecidamente pedido por parte del papa y del rey Carlos, que se viesen, porque convenia para tratar de los medios de paz y concordia perpetua, el rey de Aragon lo tuvo por bien, y viéronse ambos reyes entre Panizas y Junquera. Lo que allí pasó, fué que el rey Carlos ofreció al rey treguas hasta la fiesta de Todos Santos, por sí y por el rey de Francia: y en caso que el rey de Francia no viniese en ellas, las aseguraba por un mes despues de notificado al rey. Los legados notificaron en Roma á los embajadores del rey de Aragon, que de su parte avisasen al rey que enviase su embajador al rey su hermano con bastantes poderes, para que se hallase presente á los tratados y concierto de la paz: para lo cual fue enviado á Sicilia Bernardo de Beluis: y porque el rey no se aseguraba que aquello se tratase con propósito de alcanzar paz, y el rey de Francia no le hallase desapercibido, teniendo el negocio de la concordia por muy dudoso, hacia todavía instancia en la venida del almirante; y que se le enviasen las catorce galeras, porque para principio de mayo se fenecia la tregua que se concordó en Figueras con el rey Carlos, y con el rey de Mallorca y con sus valedores y aliados, la cual comenzó desde veinte y tres de abril.

CAP. CXIX.-Que don Juan Nuñez se confederỏ con el rey, contra el rey don Sancho.

Detúvose el rey en Figueras por proveer en lo que ocurriese en las consultas y tratados que con los legados se habian de tener, porque luego se vinieron á Mompeller, adonde se juntaron con ellos el rey Carlos y el rey de Mallorca. Tambien estaba en Francia en esta sazon don Alonso, hijo del infante don Fernando, que era ido para tratar cerca de su derecho, en la sucesion del reino de Castilla con los legados, en nombre de la sede apostólica, y con el rey de Francia, los cuales favorecian al rey don Sancho su tio, y andaba su partido muy caido y quebrado. En esta misma coyuntura, el rey de Aragon tenia inteligencias de algu— nos tratos con muchos pueblos de Castilla, especialmente con los de Toledo, Burgos y Zamora, á los cuales habia ofrecido, que si se quisiesen alzar contra don Sancho y servir á don Alonso, que era su rey y señor natural, que él les ayudaria y haria perpetua guerra á don Sancho, porque no tuviese lugar de proceder contra ellos, ni hacerles algun daño por esta

lijera. Sabido por el rey don Sancho que don Juan Nuñez estaba en Valencia, y que se habia aliado con el rey de Aragon, envió un caballero de su casa, llamado Garci Fernandez de la Peña, con color que movia al rey algunos medios de paz: porque procurase de persuadir á don Juan, que se fuése para su servicio. Pero este caballero fué luego despedido, y el rey que tenia mucha gente de guerra junta, para que entrase á hacer guerra en Castilla, se vino á Teruel, y entraron por tierra de Molina, y corrieron las comarcas de Sigüenza y Atienza, hasta llegar á Berlanga: é bízose mucho daño en ellas y volvió la gente con buena presa de ganados.

CAP. CXX. -De la paz que se concertó en Tarascon entre la Iglesia y el rey de Francia, y Carlos de Valois su hermano, de una parte, y el rey de Aragon de otra.

Siendo entrado el invierno, la gente se repartió por las fronteras, y el rey se volvió para Cataluña, para entender desde allí lo que se proveeria por los legados que estaban en Mompeller, cerca de los medios de paz. Enviaron los legados sus mensajeros al rey, juntamente con los del rey Carlos, para requerirle que enviase él primero sus embajadores ante ellos, antes que allá fuesen los del rey de Sicilia: porque sabida por ellos cierta y resolutamente la intencion del rey don Jaime, cerca de la conclusion de la paz, enviarian seguro para los embajadores sicilianos, puesto que antes el rey Carlos y los legados enviaron á decir al rey de Aragon, que por parecerles que no se podria hacer paz firme y segura sin el rey de Sicilia, enviase el rey don Jaime sus embajadores primero ante ellos, como se ha referido. En esto se mostraba que tenian

causa, y que luego que don Alonso fuese vuelto de Francia, y quisiese entrar en Castilla para ayudarles, él entraria con él con todo su poder. Mas como en el tratado de la paz se hubiese sobreseido hasta guardar los embajadores del rey de Sicilia, y el rey don Sancho hiciese muy grande instancia por verse con el rey de Aragon, envió postreramente por esta causa un judío su privado llamado don Samuel, y el rey por el mes de julio se fué al reino de Valencia, y allí se concertaron vistas entre ellos para diez y nueve de agosto. En estos tratados andaba el rey de Castilla con grande astucia: y aunque asomaba medios iguales y bastantes para inducir buena y loable concordia, entretenia con palabras al rey de Aragon, y no queria pasar adelante en ninguna cosa ni determinarse, sino de consentimiento y voluntad del papa y del rey de Francia: y con esto andaba solapado, y con tratos cautelosos y muy fingidos: y sin resolver ni concluir en negocio ni partido alguno y así no se dió lugar á las vistas. Por este tiempo don Juan Nuñez de Lara que traia al rey de Aragon suspenso con grandes promesas, que tenian poca firmeza, se desavino del rey don Sancho y vinose á Navarra, y de allí entró en Aragon: y fuése á Moya con mucha gente de caballo y de pié, y corrió la comarca y tierra de Cuenca y Alarcon. Por esta novedad mandó el rey don Sancho que se juntasen sus gentes en el obispado de Cuenca, y él se daba gran priesa para acudir allá y estando en Huete, sabida la entrada que don Juan hizo, mandó ir contra él á don Estevan Fernandez de Castro, con los vasallos de don Sancho, hijo del infante don Pedro su hermano, y con muchos ricos hombres y caballeros con toda la casa del rey, para que le saliesen al encuentro y qui tasen la presa que llevaba. Estos ricos hombres y gente del rey de Castilla salieron á esperar á don Juan, jun-los legados por inconveniente y estorbo para la conto á Chinchilla, y tuvieron una muy reñida batalla, en la cual quedó vencedor don Juan, y fueron aquellos ricos hombres rotos y muchos dellos muertos, y ganóles los pendones y banderas que llevaban, y con aquella victoria se vino á Valencia á ver al rey á veinte y dos de agostodeste año, a donde se confederó con él, é hizo homenaje que él y don Juan Nuñez y Nuño Gonzalez sus hijos le servirian con sus vasallos y con los lugares de Moya y Cañete, y con los otros castillos que tenian, y le ayudarian bien y fielmente contra el rey don San-guna via el derecho del reino de Sicilia: y pudiesen cho y contra los suyos en la guerra que tenian: y no otorgarian paz ni tregua sin su voluntad. Demás desto prometió que en caso que fuese necesario, recibiria al rey de Aragon y á sus gentes y vasallos en los casti-peller, para que se hallasen allí en la fiesta de la llos y villas que tenia, asegurándole de guardar su fé y verdad: lo cual prometieron, so pena de traidores manifiestos, de que no se pudiesen escusar por sus armas ní por ajenas. El rey de Aragon prometió á don Juan de no hacer paz ni tomar asiento alguno con el rey don Sancho, sino juntamente con él y con sus hijos: y que los tendría en su amparo y guardaria sus villas y castillos, y los defenderia con todo su poder: ofreciéndole el rey que lealmente le cumpliria su fé y verdad en presencia de don Lope Ferrench de Luna, don Ramon de Anglesola, don Gonzalo Ruiz de Zuiñega, Acart de Mur, Pedro Martinez de Artasona, Alaman de Gudal y Juan Zapata, justicia de Aragon: pero este asiento tuvo en don Juan poca firmeza. Tambien tornó el rey á confirmar la concordia con don Diego Lopez de Haro, y mandóle señalar por el tiempo que estuviese en su servicio, sueldo para ciento y cincuenta de caballo, los ciento hombres de armas, y los otros á la

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cordia, que asistiese alguno por parte del rey de Sicilia en aquel tratado, confiando que mejor se concordarian con el rey de Aragon. Por esta causa fueron ya enviados para este efecto con instruccion del rey don Jaime, Gisbert de Castellet y Beltran de Canellas, que llegaron á la corte del rey, estando en Valencia por el mes de julio, con tal órden que en suma, no rehusasen de venir en todo lo que conviniese al rey don Alonso, con que el rey don Jaime no cediese por al

conceder en su nombre por él cierto censo y tributo. Hacian los legados y el rey Carlos grande instancia, que el rey de Aragon enviase sus embajadores à Mom

Purificacion: de lo cual envió á dar aviso al rey de Sicilia su hermano con Artal de Azlor: para que comunicase con él todo lo que le pareciese se debia prevenir. Escribe Ramon Montaner, que el rey mandó juntar en Barcelona los catalanes à cortes, para que con su acuerdo y deliberacion se tratase de los medios desta concordia con la Iglesia y con la casa de Francia: y que allí se dió tal órden que fueron nombrados de los barones y caballeros y de los procuradores de las ciudades y villas, personas que eligieser los que á aquella embajada se debian enviar: y se trataba con qué poderes, para que se tuviese por firme, lo que aquellos embajadores capitulasen y escribe, que fué acordado que se nombrasen doce embajadores, dos ricos hombres, cuatro caballeros y dos letrados en derecho civil, y dos ciudadanos de Barcelona y otros dos por las villas del principado: y que se dió poderá cuarenta personas que ordenasen y

tratasen los medios que en aquellos negocios se debian proponer, y la órden que convenia seguir, y que se ayuntaban en el monasterio de predicadores de Barce-Francia, con que el rey de Aragon y sus sucesores pa

lona para comunicar sobre esto: y lo que allí resolvian, se comunicaba y consultaba al rey: y que aquellos embajadores partieron para Tarazona, donde habian venido los legados juntamente con el rey Cárlos, y que el rey estaba en Barcelona. Mas Montaner no refiere los nombres de los embajadores, ni declara lo que en esto se ordenó, remitiéndose á la gesta de Galcerán de Villanova, que escribió lo que en aquella embajada se hizo, y solamente nombra á Maimon de CasteJauli, que dice haberse señalado en sus respuestas mas que ninguno de aquellos caballeros. Tampoco escribe lo que desta embajada en particular resultó, ni la paz que se concluyó entre estos príncipes. Los que yo entiendo que se nombraron y fuéron á Mompeller por embajadores del rey para tratar deste tan árduo é importante negocio, son don Ugo de Mataplana, obispo de Zaragoza, que fué uno de los mas notables prelados que hubo en sus tiempos, y persona de gran linaje y autoridad, don Ramon de Anglesola, don Berenguer de Puigvert, Guillen Lunfort y Bernardo Guillen de Pinels, que era un muy famoso letrado. Mas no concurriendo con ellos embajadores del rey de Sicilia, ni se vieron con los legados y por lo que el autor siciliano de aquellos tiempos escribe, que muy diligentemente compuso las cosas del rey don Jaime hasta su salida del reino de Sicilia, parece que el rey de Aragon usó de tal astucia, que procuró que los embajadores del rey su hermano no se hallasen presentes, porque por ocasion de la paz que el rey de Sicilia procuraba, no se estorbase la suya con el papa y con el rey de Francia. Este autor escribe, que les dijo que concluido lo que á él tocaba, pedirian ellos lo que quisiesen porque él sabia que su hermano el rey de Sicilia era tan amado, que a su demanda no se cerraria la puerta, y esto tengo yo por muy cierto que pasó así, por lo que se ha dicho que escribieron los legados, como por constarme que el asiento que allí se tomó, fué contra la voluntad de los embajadores del rey de Sicilia, y fué aceptado por el rey de Aragon, por las causas que despues se envió á escusar con el rey su hermano, y es muy cierto que esta paz se procuró siempre de concordar entre el papa y el rey de Francia de una parte, y el rey de Aragon, excluyendo della al rey de Sicilia, porque la contienda era por aquel reino, cuyo derecho y posesion estaba bien entendido, que no dejaria el rey don Jaime, antes la defenderia con todo su poder. Estando pues los embajadores del rey de Aragon en Tarascon, en el principio del mes de febrero del año mil doscientos y noventa y uno en su presencia, y de los embajadores del rey de Francia, se capituló y firmó la paz entre la Iglesia y el rey de Francia, y Carlos su hermano con el rey de Aragon con estos pactos y condiciones. Primeramente por lo que tocaba á la obediencia y satisfaccion de la Iglesia, el rey de Aragon habia de enviar con solemne embajada á pedir venia y misericordia, si en algo hubiese ofendido á la sede apostólica, y para prestar en manos del papa juramento, que seria obediente á sus mandamientos, y con esto el papa luego le habia de recibir como devoto de la Iglesia, y de allí adelante ni él ni el rey de Francia, no habian de hacer guerra, ni procurarla contra el rey de Aragon ni su tierra, ni permitirla que fuese movida por otro príncipe, sino fuese evidente la culpa y muy perjudicial. Revocábase

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la donacion que se hizo por el papa Martin, de los reinos y corona de Aragon, á Carlos hermano del rey de

gasen censo de treinta onzas de oro á la Iglesia, como decian que el rey don Pedro su padre y su bisabuelo lo acostumbraron pagar, y se pagase todo lo corrido del tiempo que el rey don Pedro por causa de las alteraciones pasadas, lo dejó de pagar. Fué concordado que el reino de Mallorca cuyo derecho habia perdido el rey don Jaime por la culpa que cometió contra el rey su hermano, quedase obligado y sujeto al directo señorío de los reyes de Aragon, pero con condicion, que proveyese el rey don Alonso al hijo primogénito del rey don Jaime para su estado, de la suma que te pareciese. Declararon que el rey de Aragon procurase con todo su poder, que se viniesen para sus reinos, y saliesen de Sicilia todos los ricos hombres y caballeros que estaban en servicio y á sueldo del rey su hermano, so pena que perdiesen los bienes y lo que en sus reinos tenian, y que no permitiese que fuésen á la isla de Sicilia, ni á las provincias de Calabria y Pulla, gentes de guerra de Aragon ó Cataluña, á sueldo def rey don Jaime, ni proveyese de armas ú otros aparejos de guerra por tierra ó por mar. Prometia el rey de Aragon que no procuraria ni trataria que la reina su madre ni el rey su hermano, de allí adelante se retuviesen contra voluntad de la Iglesia á Sicilia y Calabria, y que para la fiesta primera de Navidad iria personalmente ante el papa en favor de la Iglesia con doscientos de caballo y cinco mil hombres de á pié, para ganar para sí la indulgencia del sumo pontífice, con remision de todos los excesos y daños que el rey su padre y él habian cometido por ocasion de la guerra de Sicilia, en ofensa de la sede apostólica. Allende desta obediencia, habia de ir el rey con su ejército por el mes de junio siguiente á las partes de ultramar á la conquista de la Tierra Santa por honra y servicio de la Iglesia á costas della, y á la vuelta que de Roma para Cataluña hiciese, habia de ir á Sicilia á verse con la reina su madre y con el rey don Jaime, y habia de procurar que sin discrimen 6 trance de guerra se restituyese la isla de Sicilia á la Iglesia, y si no quisiesen venir en esto habia de jurar en manos del papa, que con todas las armas y ejército que juntarian para la guerra contra infieles, iria contra los sicilianos, y les haria guerra con todas sus fuerzas, y al rey su hermano, como á enemigos, y que no partiria de aquella empresa, hasta que aquel reino se redujese á la obediencia de la Iglesia por su poder y fuerzas. Habia el papa de enviar á estos reinos un legado, para que quitase el entredicho que estaba puesto, y para dar absolucion general, y despues el rey habia de mandar poner en libertad y entregar al rey Carlos sus hijos, y las otras rehenes que estaban en su poder. A todās estas condiciones se añadió por los legados que el rey de Aragon tuviese paz con el rey de Castilla, ó se diese tregua. Vueltos los embajadores á Cataluña, y publicada la paz que se habia tratado, los embajadores del rey de Sicilia, mostraron grave sentimiento de aquella concordia, y que por ella el rey de Aragon olvidase lo que tanto tocaba y cumplia á la reina su madre, y al rey su hermano, y desistiese de la defensa de aquel reino que con tanta gloria su padre habia adquirido y dejado á sus sucesores. Aunque es cierto que el rey de Aragon estaba libre de la obligacion de la concordia y confederacion que entre sí tenia de valerse, y el rey don Jaime su hermano le absolvió della, lo cual el

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