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daño en todos aquellos lugares: y el rey don Sancho envió contra él á Rui Paez de Sotomayor, á quien hizo rico hombre y dió pendon y caldera, segun la costumbre de Castilla y Leon, que eran insignias que se daban á los ricos hombres. Este caballero con mucha gente, que se junto de aquellas fronteras y con la que él traia de Galicia, salió al encuentro á don Diego y á los aragoneses, que venian con gran presa, junto á un lugar que dicen Pajaron: y tuvieron una muy reñida batalla, en la cual fueron rotos y vencidos los castellanos, y murió en ella Rui Paez y muchos caballeros y ganaron los pendones del rey don Sancho, y segun escribe Pedro Lopez de Ayala, en la historia que compuso del rey don Pedro de Castilla, los envió don Diego Lopez de Haro á Teruel, donde estuvieron mucho tiempo en memoria de aquella victoria, hasta que el rey don Pedro biznieto del rey don Sancho, los tornó á cobrar cuando ganó á Teruel.

CAP. CX.-Que los embajadores del rey fueron presos en Narbona, y se rompió de nuevo la guerra entre el rey de Francia y el rey de Aragon, y los franceses y navarros se apoderaron de la villa de Salvatierra.

la empresa de don Alonso, y renunció la pretension que | corrió la comarca de Cuenca y Huete, haciendo mucho tenia á la sucesion de los reinos de Castilla: y se concordaron de hacer juntos la guerra contra el rey de Aragon: y concluido esto volvió luego el rey don Sancho á la frontera. Cinco dias antes que llegase, movió el rey de Aragon con su ejército contra la parte de Montagudo, donde estaban los enemigos, y ambos ejércitos ordenaron sus escuadrones y estuvieron aquel dia á vista en órden de batalla, y no la dieron porque todos la recelaban. Otro dia el rey de Aragon con su ejército pasó adelante á una legua del ejército del rey de Castilla, á un lugar que decian la Fuente del Monje, de donde partió contra Almazan para combatirla. Llegando á Moron combatieron el castillo que era muy fuerte, y fué tan recio el combate, que le entraron por fuerza, y fué all muerto un caballero, que estaba en su defensa de una saeta, que se decia Martin Perez de Puerto Carrero. Entretanto que el rey se detuvo en el combate de Moron, el rey don Sancho envió algunas compañías de gente de guerra escogida, que se pasiesen en Almazan en su defensa, y luego su real se levantó de Montagudo, y tomó el camino de Soria, y él con alguna gente de caballo se fué á Santo Domingo de Silos, y saliendo de allí para ir á San Estévan de Gormaz, llegaron á él de parte del rey de Aragon y de don Alonso á decirle, que no se fuése, que le esperarian á la batalla, pero el rey don Sancho, aunque era de grande ánimo y muy guerrero, siguiendo el consejo de los suyos, se retiró con su ejército, no embargante que el ejército del rey de Aragon estaba sobre Almazan, y comenzaron a combatir la villa. La gente que entró en Castilla eran, segun Ramon Montaner refiere, dos mil hombres de armas y quinientos de la lijera, y cien mil peones, cosa casi increible, si juzgamos por ⚫el número de la gente, de que en nuestros tiempos se hace formado ejército en cualquiera empresa, por muy principal que sea, entre muy poderosos príncipes: y en el ejército del rey don Sancho pone doce mil de caballo, y de los peones no declara número cierto. Tambien el autor de la historia castellana afirma, que nuestro ejército era muy mayor y de mas gente que el del rey don Sancho, aunque no declara el número de la gente. Entretanto que el ejército del rey don Alonso se detuvo sobre Almazan, y anduvieron corriendo los lugares de aquellas comarcas, haciendo grande daño y estrago en la tierra del rey de Castilla, como no quiso aventurar el hecho á trance de batalla, de Soria se vino con mucho número de gente de caballo y de pié contra la frontera de Tarazona, por hacer guerra en los lugares de Aragon: y estuvoallí todo el tiempo que nuestro ejército anduvo corriendo y talando los lugares de tierra de Almazan y Osma, haciendo guerra cruel y no resistiéndole los enemigos. Los de Almazan se defendieron con singular esfuerzo y valentía y resistieron á los combates como gente bien proveida y usada en la guerra: y el ejército se levantó de aquel lugar, y la gente de caballo an- | duvo discurriendo por toda aquella comarca. En esto se detuvieron hasta mediado julio: y entonces el rey de Aragon se vino para Zaragoza, porque tuvo nueva cierta, que gentes de Francia y del rey de Mallorca, entraban contra Cataluña, por el condado de Rosellon, y don Alonso se quedó con sus gentes en aquella frontera contra Castilla. En este medio llegó don Diego Lopez de Haro, hermano del conde don Lope, con mucha gente á las fronteras de Molina: y con la que estaba en Albarracin y en los lugares de la comarca de Teruel, y con el consejo de Teruel entró por Castilla: y

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Al tiempo que se tenia alguna esperanza de paz, entre el rey de Francia y el rey de Aragon, se comenzó á encender mas furiosamente la guerra, sin dar lugar á los medios de la tregua, que se trataron con el príncipe de Salerno: porque don Gilabert de Cruillas, y Bernardo Guillen de Pinels, que se enviaron por embajadores por el rey de Aragon al papa, como dicho es, fueron presos por mandado de Aimerich señor de Narbona, contra el derecho de las gentes, y por los oficiales del rey de Francia, se pusieron en muy estrecha prision dentro en Narbona: y á sus criados y gente robaron é hicieron el tratamiento que se suele hacer á enemigos y por todas vias el rey de Francia hacia abierta guerra contra el rey de Aragon. Entonces se juntó todo el poder de gentes que el rey de Francia tenia en Navarra, y vinieron á cercar á Salvatierra, y estuvieron sobre ella quince dias: y no teniendo socorro ninguno los de la villa porque el rey habia entrado con las gentes de sus reinos en Castilla, algunos de los principales que tuvieron fin que el lugar se rindiese á los oficiales del rey de Francia, salieron dél con todos los suyos: y los que quedaban rindieron la villa, y quedaron en ella debajo del soñorío del rey de Francia y fortificaron un castillo muy fuerte, en el cual segun Bernardo Aclot escribe, puso el rey de Francia por alcaide y capitan un caballero principal que se decia Beltran de la Illa, que lo defendió todo el tiempo que duró la guerra. Ganada Salvatierra, García Lorenzo de Salvatierra, que era de los mas principales de aquella villa, é Iñigo Lorenzo, su hijo y sus hermanos, no queriendo quedar en la sujecion del rey de Francia, viniéronse para dar órden como aquella villa se cobrase de poder de franceses, y proveyó el rey que don Jimeno de Urrea y don Pedro Cornel con cuatrocientos de caballo y con dos mil de pié fuésen con García Lorenzo, que se ofrecia de hacer entrar á Salvatierra, y entraronla por combate: en el cual fueron heridos García Lorenzo y su hijo, y perdieron muchos de sus amigos y parientes. Estuvieron dentro cuatro dias con toda su gente, y no pudiendo entrar por combate el castillo, desampararon el lugar, el cual estuvo en poder de

franceses algunos años hasta que se torno á cobrar en tiempo del rey don Jaime.

talla la villa de Burdeus, parecia que queria escusarse de llegar á ella, pues no tocaba á él elegir ni nombrar el lugar, sino al rey de Inglaterra, que habia de ser

CAP. CXI.—Del desafio que el rey de Mallorca envió al juez, y él nombraba tal lugar que conocia él mismo rey de Aragon.

Tenia en la misma sazon el rey de Mallorca mucha gente junta en Rosellon: y era fama, que se juntaba para pasar contra Mallorca. Por esto vuelto que fué el rey á Zaragoza, envió á Jaime de Cabañas su secretario al infante don Pedro su hermano, que estaba en Cataluña, con órden que luego que entendiese que el rey don Jaime su tio queria pasar á Mallorca, se embarcase con toda la gente que tuviese y pudiese recojer de caballo y de pié en las galeras y naos que hubiese en aquella costa. Proveyese de manera, que en caso que el rey de Mallorca no pasase, y la gente que tenia no entrase por Cataluña, el infante con la suya pasase a Menorca, y llevase consigo á don Ramon de Anglesola, para que desde allí se proveyese con gran cuidado á la defensa y guarda de aquellas islas, de la misma suerte que si el rey en ellas se hallase: porque estaba entendido, que eran como baluarte de las costas de Cataluña y Valencia: y el rey á gran priesa partió de Zaragoza para entrar en Cataluña, y pasar á Cerdania, porque convenia dar favor con su presencia á las cosas de la guerra, que se esperaba por Rosellon Todo esto pasó antes de venir á Monzon á las cortes generales que allí se mandaron juntar, y se habian de comenzar por el mes de setiembre á donde principal mente se habia de tratar del socorro y defensa necesaria para las guerras de Francia y Castilla. Estando en Barcelona el rey ocupado en esto, don Ramon Roger hermano del conde de Pallás, que en las guerras pasadas siguió la parte del rey de Francia con el rey de Mallorca, se redujo al servicio del rey, y él lo recibió en su gracia. Entonces el rey de Mallorca con un caballero de su casa le envió a reptar de traidor, y junta mente desafiaba al rey de Aragon, enviándole á decir que si tenia voluntad de combatirse con él por razon de don Ramon Roger, ó por ciertas palabras que el | mismo don Ramon le hubiese enviado á decir, que contra él se dijeron, se combatiria con él en poder del rey de Inglaterra en Burdeus: y sobre aquella querella estaba aparejado de firmar y tomar dia señalado. Á este desafío respondió el rey, que él no entendia com⚫batirse con él por razon de palabras villanas, ni de otros denuestos que hubiesen pasado entre él y don Ramon Roger: pero era contento de aceptar el combate, por causa del riepto que hacia à dou Ramon, en el cual le habia desmentido el mismo don Ramón, diciendo no ser traidor: que allende de aquella querella le defenderia y haria conocer que él era el que habia quebrado su fé, violando los reconocimientos y homenajes que hizo al rey don Pedro su padre, de suerte que por ello valia menos su fé, y quedaba con tal nota de infamia que debia por esta razon afrentarse ante la corte de cualquiera príncipe, y ante hombres que estimasen, que cosa era honra, y así le decia que él y don Ramon Roger, se combatirian con él y con cual quiera otro rico hombre, señor de señera, que él nombrase: ó él solo por su persona en poder del rey de Inglaterra, y que aquello estaba presto de firmar con tantas prendas, cuantas el rey de Mallorca pudiese haber y dar de su casa, y que fuese en aquel lugar, y para aquel plazo que el rey de Inglaterra les quisiese señalar. Mas cuanto á lo que decia, que se combatiria en poder del rey de Inglaterra, y señalaba para la ba

no ser seguro y que el rey de Inglaterra no le podria
asegurar, siendo notorio que la batalla que fué apla-
zada entre Carlos y el rey su padre, se dejó de efec
tuar, porque el rey de Inglaterra no pudo asegurar al
rey de Aragon en aquella plaza. Mas no embargante
esto, tendria por lugar conveniente cualquiera que el
rey de Inglaterra les señalase, hora fuese en Burdeus,
ó cualquiera de su señorío. Pero sobreseyóse en lo deste
desafío sin llevarlo adelante.

CAP. CXII-Que el papa coronó al principe de Salerno,
y le dió titulo de rey de Sicilia, y de la guerra que el
rey don Jaime de Sicilia hizo contra él en Calabria,
y en el principado de Capua.

Luego que el príncipe de Salerno salió de la prision,
dió órden en la Proenza que se entregasen al rey de
Aragon las rehenes: y no pudiendo acabar con Carlos
hermano del rey de Francia que desistiese de la pre-
tension que tenia en el derecho que la Iglesia le dió
de los reinos de Aragon y Valencia, con el prin-
cipado de Cataluña y que lo renunciase, que era lo
principal para conseguir la paz, que ofreció dar
á los reyes de Aragon y Sicilia, debajo de tan-
tas prendas, comenzóse á intitular el príncipe rey
de Sicilia, con facultad que para ello del papa tu-
vo. Partió de Francia acompañado de gentes de armas:
y por Lombardía fué á Florencia y á Perosa, donde
el papa estaba, y de allí á Roma, y fuele confirmado
el título de rey: y el papa, ó por favorecerle, ó porque
así le pareció que convenia al derecho de la Iglesia,
con gran solemnidad le coronó por rey!, intitulándole
rey de Sicilia y de los ducados de Pulla y Calabria, y
del principado de Capua, á veinte y nueve de mayo
deste año. Entonces se trató de los pactos que habia
firmado con el rey de Aragon, por medio del rey de
Inglaterra, por lo que tocaba á su deliberacion : y en
lo que se capituló cerca del rey de Sicilia, no quiso
el papa condescender á ello, ni consentirlo: y declaró
que no era obligado á guardar lo capitulado en aquel
artículo: y aprobó y concedió lo que tocaba al rey
de Aragon, de quien habia coseguido la libertad. En-
tendiendo el rey don Jaime, que el papa y el rey de
Francia no querian que fuese comprehendido
en la
paz, que se habia de dar al rey de Aragon, y visto en
cuanto peligro estaba el rey su hermano, si la paz no
se concluia, teniendo guerra con el rey de Francia, y
con el rey don Sancho, y con la Iglesia, y con el prío-
cipe de Salerno: estando en Mecina á cuatro del mes
de abril deste año de mil doscientos ochenta y nueve,
envió con un caballero que se decia Pedro Martin, á decir
al rey de Aragon que concluyese la paz con el rey de
Francia y con la Iglesia, y con el príncipe de Salerno
como mejor pudiese: aunque en las condiciones della
se tratase, que no le diese á él favor ni ayuda para
la defensa de aquel reino: con que no fuese contra él,
ni permitiese que los destosfreinos sirviesen contra él á
sus adversarios: y porque saliese del peligro en que
estaba el rey de Aragon si la guerra se continuase,
le absolvió libremente de las convenciones y homena-
jes que entre sí hicieron por causa de la defensa de
Sicilia. Tenia el rey de Sicilia en órden su armada,
con propósito de ir con ella contra la ciudad de Gaeta,
porque se le dió esperanza, que los naturales della, s

allá fuese la rendirian aquella ciudad, y se pondria debajo de su obediencia. Armáronse cuarenta navíos de remos, en tres galeras y taridas, y pasaron a Rijoles cuatrocientos de caballo, y diez mil peones, porque el rey don Jaime quiso reducir primero los lugares y pueblos que se rebelaron en Calabria, y quedó con la mayor parte del ejército, y el almirante con el resto se hizo á la vela mediado el mes de mayo, siguiendo la costa la via del principado. El rey fué sobre Seme-❘ nara, la cual se le rindió luego, y trás ella en un mismo dia los castillos y lugares de Santa Cristina, Bubalino y Sinopoli. Pasados los montes de aquella provincia, movió con todo el ejército contra Monteleon, y la armada se iba deteniendo por la costa, hasta que llegó á Vibona que dista de Monteleon por tres millas, y salió el almirante con la gente de las galeras á juntarse con el ejército del rey. Fué aquel lugar combatido muy reciamente, y pegando fuego á las puertas fué entrado por otra parte escalando el muro, y murieron muchos de los que le defendian en la entrada y combate. Era este lugar muy principal en aquella comarca: y luego se entregaron al rey, y á sus capitanes la Roca, Castelmainardo, Maida, Ferlito y Ayello: y se redujeron á su obediencia y llegando á Santa Eufimia hízose allí fuerte, á donde puso su real muy cerca de los enemigos, cuyo general era Roberto conde de Artoes gobernador del reino: y con gran número de gente de caballo, que habia ayuntado, salió al encuentro al rey de Sicilia, con fin de tentar en algunas escaramuzas las fuerzas y orden de la gente que el rey llevaba. Pasó así, que Hegado el conde de noche à las riberas del rio Amato, se puso en un castillo muy fuerte que está asentado sobre una roca en medio del rio, que llamaban Calamiza, y estaba del ejército del rey no mas léjos que seis millas. El dia siguiente el almirante, con cierto número de ginetes anduvo corriendo la tierra, y llegó muy cerca del rio, y discurriendo por el campo provocaban á los del castillo, que saliesen á escaramuzar, y salieron algunos caballeros franceses y revolvieron contra ellos los ginetes escaramuzando á su modo, entrando por los hombres de armas, y desviándose con gran lijereza, mataron algunos dellos, y saliendo en su socorro mas gente de aquel lugar, los del almirante se fueron juntando, y mezclóse entre ellos una buena escaramuza, en la cual aquel dia recibieron mayor daño los enemigos. El conde salió con aquella gente de Calamiza, y partió la via de Catanzaro, y por desviar al rey del camino que llevaba, fuése sobre Esquilache, y por alguna inteligencia que tuvo, que se le rendiria, asentó allí sus tiendas, y detúvose en aquel lugar. Acaso habia ya el rey enviado para que se pusiesen en Esquilache, à don Guillen Galcerán, y á Bernardo y Vidal de Sarriá, aquellos dos hermanos tan excelentes y señalados caballeros, que fueron de singular esfuerzo y valentia entre todos los de sus tiempos. Éstos con algunas compañías de gente de caballo salieron para ponerse en defensa de aquel lugar, y sin tener noticia de la gente francesa que sobre él estaba, de improviso llegaron á vista de sus enemigos: y como eran de grande ánimo y de mucha reputacion, reconociendo que les sería afrenta y vergüenza volver huyendo, pasaron con gran tropel adelante, y acometieron á los enemigos, que estaban muy esparcidos y descuidados: y comenzaron á herir en ellos, y mataron algunos que andaban derramados por el campo, con quien se en

TOMO IV.

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contraron y pusieron tanta turbación y temor en ellos, que con dificultad se podian armar ni poner en órden, hasta que toda la mayor parte de la gente de caballo francesa se fué recogiendo á una bandera, y se reconocieron, que hacian mucha ventaja en el número á los nuestros. Entónces comenzaron á recogerse y desviarse y quedando de los postreros Bernardo de Sarriá, fué atajado de los franceses: y reconociéndose Vidal de Sarriá su hermano, volvió con la gente que consigo tenia contra aquella parte, donde se juntaron diversas compañías de hombres de armas, y acometieron contra ellos tan animosamente, que se pudo escapar su hermano del peligro en que estaba: y en aquel reencuentro pelearon entrambos valerosísimamente: y se recogieron con los suyos dentro de Esquilache con daño muy notable de los enemigos. Esto escribe un autor siciliano de los antiguos, que compuso con mas diligencia lo que sucedió en aquellas guerras hasta que el rey don Jaime se vino á Aragon, á quien yo sigo como autor muy verdadero, y que tuvo gran cuenta con la razon de los tiempos: porque en la historia de Ramon Montaner, en las cosas en que él no se halló, hay muy gran descuido. Tambien Vilano hace mencion desta batalla, aun que escribe que fué junto á Catanzaro, y dice que fué en ella vencido el almirante Roger de Lauria, y que antes y despues por mar y por tierra fué siempre vencedor. Despues deste reencuentro el conde de Artoes se fué retrayendo á la parte de Tierra de Labor y del principa→ do, para donde creyó que el rey de Sicilia encaminaba y el rey con todo su ejército se embarcó en las galeras y navíos que tenia: y entregáronse los lugares y castillos de Paula, Fuscalido y Fiumefrido, que estaban á la marina. Lo mismo hicieron los de Chitraro, de donde pasaron á la playa de Belveder, y allí mandó el rey salir la gente á tierra y combatir el lugar, en el cual estaba el señor dél, que se llamaba Roger de Sangeneto, que habia sido preso por don Guillen Galcerán en la guerra de Calabria, y estuvo algun tiempo preso en Mecina en el castillo de Mata→ grifon, y por medio del almirante fué puesto en libertad, prestando primero homenaje que se reduciria con sus castillos a la obediencia y servicio del rey: y habia dado en rehenes dos hijos que tenia. Pero no estimó en tanto el amor de los hijos, que se apartase de la opinion que primero seguia y perseveró en la fidelidad del príncipe de Salerno, haciendo mucho mayor guerra y daño desde su tierra, á la gente que por el rey estaba en la provincia de Calabria. Fué entónces combatido el lugar y castillo de Belveder muy terriblemente, y parte del ejército fué à cercar el castillo de Sangeneto que era deste caballero, en el cual estaba su mujer, que no con menor ánimo y esfuerzo que su marido se puso á la defensa. Tenia Roger de Sangeneto una máquina contra la parte donde estaba la tienda del rey, de extraño y maravilloso artificio, con la cual hacian mucho daño los cercados en el real: y el almirante, porque no se aprovechasen los enemigos della, sino con peligro y daño suyo, mandó armar una polea con cuatro remos, y sobre ella hizo poner el hijo mayor de aquel caballero, hacia la parte que la máquina asestaba con la tienda del rey, porque con recelo de no tomar su hijo cesasen de mas ofender con ella. Mas poco enterneció el corazon del padre ver å su hijo espuesto al peligro de la muerte, por el cual habian de pasar los tiros á los enemigos: y continuando la máquina su ejercicio, fué muerto aquel inocente

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que estaba obligado de dar paz al rey su hermano y á él, á su voluntad, dentro de tres años, y que entretanto no debia atentar, ni mover alguna cosa que fuese contraria á la paz, mayormente aquella que estorbaba y desviaba tanto los medios para conseguirla. Mas entendióse, que el príncipe mañosamente comenzaba á tratar con el rey para buscar ocasion, con que pareciese que no contravenia á la concordia, y desde que llegó á Italia, puso luego en orden las cosas de la guerra, como quien pensaba ponerse en ella muy de propósito, y dióle el papa muy gran socorro de gente de caballo y de pié, que eran de la parte güelfa de Toscana y Lombardía, y publicóse la cruzada contra el rey de Sicilia, y ayuntado todo su poder hasta los des

mozo de un tiro que le partió el celebro. Otro autor escribe, que se pusieron los dos hijos, y que se levantó repentinamente tan grande viento, que desbarató los remos sobre que estaban asentados, y cayendo sobre los clavos con que estaban trabados, murió el uno, y le envió el almirante à su padre con una vestidura de escarlata y oro muy rica, para que le mandase enterrar y conociendo su gran constancia, temiendo que se detendrian en aquel castillo sin fruto alguno, levantóse el ejército, y mandó el rey enviar á aquel caballero el otro hijo que estaba en rehenes, por consuelo del desastrado caso del primero. Hízose de allí á la vela la armada, y fué el rey reconociendo los lugares que tenia en aquella marina, que eran la Escalea, Castro Abad, y otros, y de allí pasó á las is-terrados de Abruzo, y del principado de Capua, parlas de Capri y Prochita, y á Iscla, en las cuales estaba gente nuestra de guarnicion, y detúvose en Iscla algunos dias tomando refresco: y de alli salió con toda la armada á veinte y siete de junio: y al postrero se entró en el puerto de Gaeta, y mandó echar la gente á tierra, y asentar sus tiendas en el monte de San Martin, que es un cerro que está muy junto à la ciudad sobre un monasterio de frailes menores á donde se asentaron las estancias de los ricos hombres que con el rey iban, y desde allí por el recuesto abajo hasta á lo llano estaba la caballería y la mayor parte de los almogáraves, y todo el real: y aquel espacio se cercó en torno con su cava: y por parte de dentro quedó hecho un fuerte asiento que podia defenderse de cualquier ejército muy poderoso: y tenia á diversos trechos sus baluartes para la defensa dél. Fueron por mandado del rey requeridos los de Gaeta, que le entregasen la ciudad y rindiesen los castillos, ántes que se comenzase á combatir, ni se le hiciese daño en su comarca y respondieron, que pensaban defenderse animosamente, y el almirante combatió la ciudad por la parte de oriente, y hubo una muy brava y terrible batalla, en que se recibió mucho daño de ambas partes. Continuóse el combate por diversos dias, y fué derribado un gran lienzo del muro, y los de dentro se defendieron con gran esfuerzo, y reparaban con toda industria los daños que de los combates se recibian. Como Gaeta se defendia, parte del ejército comenzó á discurrir por todo el valle del Garellano: y apoderá ronse de Mola, y de otros lugares, y fueron sobre Trajecto, que es un lugar fuerte la tierra á dentro, en la ribera del rio, y fué combatido: mas los que estaban en su defensa les resistieron muy animosamente, teniendo por caudillo un caballero natural de Gaeta, que pidió término de diez dias, dentro de los cuales si no fuese socorrido lo entregaria al rey. Con este partido se sobreseyó el combate y dejando allí alguna gente que estuviese sobre el castillo, se continuaban los combates contra los de Gaeta, porque tenia el rey determinado de no levantar su real, sin que se le rindiese, ó viniese á batalla con el conde de Artoes, que juntó gran ejército para socorrerlo.

CAP. CXIII.-De las treguas que se concertaron entre el rey Carlos y el rey de Sicilia, estando sobre Gaeta.

Luego que el príncipe fué coronado, envió con sus embajadores á escusarse con el rey de Aragon, en lo que tocaba al titulo que había tomado de rey de Sicilia, diciendo, que el papa le apremió, que no se intitulase de otra manera. Respondióle el rey con aquellos mismos embajadores, que no le parecia que por ninguna ocasion se intitulase rey de Sicilia, pues sabia

tió el rey Carlos á socorrer á Gaeta. y el papa envió con él un legado, que en nombre de la Iglesia asistiese á la guerra. Teniendo el rey de Sicilia puesto cerco sobre Gaeta, llegó el rey Carlos con su ejército, y á la primera vista comenzaron luego á combatir los franceses el fuerte, y aquella parte del real que tenia el almirante Roger de Lauria: y hubo el mismo dia una muy reñida escaramuza, de la cual quedaron los nuestros como vencedores: porque los enemigos se retiraron y sobreseyeron el combate. Asentaron tras esto los franceses su real en opósito del almirante, y otro dia el rey don Jaime envió con un rey de armas á decir á Carlos, que le habia quebrado las treguas malamente, y la concordia y 'promesa que le hizo, cuando le libró de la prision. Fué esta una gran jornada por entrambas partes, y muy hazañosa y de las mas señaladas de aquellos tiempos: porque el rey de Sicilia, siendo señor de la mar, con un muy buen ejército y de muy escogida gente y la mas ejercitada en la guerra, puso su real por todas partes contra aquella ciudad, que era la principal fuerza del principado de Capua: y como en la primera empresa que tomaba por su persona, teniendo consigo muy escelentes capitanes, que habian alcanzado de los enemigos, por tierra y por mar, tan señaladas victorias, trataba de conservar la reputacion que se habia ganado en las guerras pasadas. Por otra parte el rey Carlos en el principio de su reino, que fué el mismo que el de su libertad, habia conmovido todas las fuerzas de Italia, para defensa del principado, y estaba muy obligado á procurar alguna satisfaccion de los daños recibidos, y tenia consigo muy buenos capitanes, y el general, que era el conde de Artoes, era de los mejores caballeros que hubo en su tiempo, y de gran uso y noticia en las cosas de la guerra, muy valiente y animoso, y su ejército iba de cada dia reforzándose, de manera, que pensaban tener mas cercado al rey de Sicilia, que lo estuvieron al principio los de Gaeta. Concurrian dos príncipes, que no podian ser mas enemigos, y tenian como en balanza el suceso de toda la guerra, porque el que dellos quedaba vencedor la remataba y así los unos y los otros se ponian á todo peligro valerosísimamente: y no cesaban jamás de combatir, ó ser combatidos y los nuestros acometian el lugar de la misma manera, que si en él hubieran de salvarse, y no tuvieran libre la mar: y los enemigos combatian el fuerte, como si los tuvieran cercados por todas partes, y peleaban como con gente que no esperaba otro socorro. En este medio el rey de Inglaterra, que se interpuso como árbitro y medianero entre estos príncipes, envió un varon muy principal al papa, que se decia Ugo, para que se procurase de concertar algun sobreseimiento de aquella guerra, y se atajasen

los inconvenientes y daños que della se esperaban seguir, y se pusiese tregua por dos años, para que durante este término, por medio del papa y suyo, se concluyese la paz. Entonces el papa envió un legado con el embajador inglés, y ambos trataron entre estos príncipes, procurando, que se sobreseyese la guerra: y finalmente se conformaron en tomar tregua, con tal condicion, que el rey Carlos primero levantase su real, y así se hizo y tomó la via de Nápoles, y el rey de Sicilia dentro de tres dias se embarcó ó hizo vela con todo su ejército del puerto de Gaeta el penúltimo de agosto. Llegando á la costa de Calabria, junto al cabo de Palinuro, se levantó temporal de viento de norte, de que estuvieron las galeras en peligro de perderse, pero recogióse el rey á salvo al puerto de Mecina, á siete del mes de setiembre: y luego tras él, el resto del armada, y no se perdieron sino tres galeras, que lle vaba Alduino, conde de Girachi. Por causa desta tregua el conde de Artoes recibió tan grande pesar, como si estuviera cierto y seguro de la victoria, y de la gloria que della esperaba, y el rey Carlos tuviera en su mano cobrar á Sicilia y á sus hijos, y poner ley á su enemigo, teniéndole en aquel estrecho: 6 aloménos confiando, que pudiera con aquel ejército cobrar los lugares y plazas de Basilicata, y Calabria, que esta ban por el rey de Sicilia: y con extraño enojo é ira que desto tuvo, segun escriben los autores de aquellos tiempos, dejó al rey Carlos y sin despedirse dél se vino á Francia, con muchos caballeros. En aquella tregua entre otros artículos contenia, que el rey de Aragon prorogase el término del año, dentro del cual era obligado Carlos de cumplir muchas cosas que se capitularon en las vistas de Oloron, y al tiempo de su deliberacion: y se acababa desde Todos Santos siguiente hasta el primero día de mayo de mil y doscientos y noventa, atendido que no podia cumplirlo, siendo impedido de tantos negocios: y sobre esto envió al rey Carlos al obispo de Zaragoza y á fray Bernardo Si naque de la orden de Cister: y el rey de Aragon respondió benignamente, diciendo: que en cuanto á él era, holgaria dello; y lo proveyó así con deliberacion y acuerdo de los ricos hombres de la corte general, que estaba ajuntada en Monzon: é intitulaba à Carlos en sus letras del título de rey de Jerusalen, sin nombrarle rey de Sicilia, por no perjudicar á su hermano. Vino por este tiempo á Castilla don Guillen Galcerán, conde que fué de Catanzaro, para procurar nueva confederacion y concordia entre el rey de Sicilia y el rey don Sancho, mediante matrimonio del rey de Si cilia y doña Isabel heredera de Molina: que era hija de don Alonso, hijo del rey don Alonso y de doña Blanca, que era señora de Molina: pero este casamiento no se concluyó: y casó despues doña Isabel con don Juan. Nuñez, hijo de don Juan Nuñez y de doña Teresa Alvarez de Azagra.

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CAP. CXIV.-Del socorro que el rey de Sicilia envió á la ciudad de Acre, y que el almirante Roger de Lauria ganó por combate la ciudad de Tolometa en Africa.

No quedaba por este tiempo otra fuerza por la cristiandad en la conquista de la Tierra Santa, sino la ciudad de Acre, que era una de las famosas de toda Asia: porque siendo ganadas por los turcos las ciudades de Antioquía y Tripol de Siria y otras fuerzas muy importantes, que los cristianos tenían á la marina, fuese aumentando aquella ciudad, de tal manera en gente y en el comercio marítimo, que se recogieron á ella to

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das las naciones de la cristiandad,'que estaban en Asia, y las que navegaban á levante, y allí se hicieron fuertes los reyes de Chipre y los príncipes de Antioquía y de Tripol de Siria y los maestres de las órdenes del Temple y del Hospital, y los legados que la sede apostólica tenia en Asia, y los capitanes que residian por los reyes de Francia é Inglaterra. Con esto estaba aquella ciudad poblada de diversas naciones, y era como un mercado en el medio del mundo y un puerto de todas las mercancías de oriente y poniente y un pueblo lleno de confusion y gobernado por muchos: y el soldan de Babilonia en este tiempo mandó juntar un gran ejército con fin de asolar y perder aquella ciudad. Esto fué á la misma sazon, que el rey don Jaime se recogió con su armada á Sicilia, y el papa con esta nueva le envió sus nuncios, y entre ellos un religioso que se decia fray Ramon, que era catalan, y en nombre de la sede apostólica le pidieron, que con su armada fuése en socorro de aquella ciudad: porque los otros reyes se escusaban con diversas razones, y el emperador Rodolfo solamente habia empleado su pensamiento en dejar su estado acrecentado en Alemania á sus sucesores. De los otros príncipes decian, que el rey de Castilla no se tenia por seguro dentro en su reino: y tenia bien en qué entender en defender la posesion dél y el rey de Aragon no estaba mas libre con las guerras que tenia con tantos, con las pretensiones de Francia y Sicilia, y de los hijos del infante don Fernando sus sobrinos. Mayormente que aunque estos príncipes estuvieran muy confederados y en buena paz, tenian dentro en sus reinos ó en sus fronteras á los moros, y estaban muy obligados à emplearse en aquella guerra. Eduardo rey de Inglaterra, que tenia gran experiencia y reputacion, era muy viejo, y el rey Filipo de Francia estaba tan impedido, que no podia andar á caballo de gordo y el rey Carlos, cuya parecia ser aquella empresa, por el derecho que pretendia al reino de Jerusalen, tenia ménos aparejo para proseguirla, y estaba con ménos libertad, quedando Sicilia y sus hijos en poder de sus enemigos: aunque este príncipe no era nada guerrero y se daba mas á la contemplacion de las cosas espirituales, y á la religion, que nó á las armas. Decian estos nuncios, que todos tenian puestos los ojos en el rey de Sicilia, para que to mase á su cargo esta empresa, pues se hallaba en tal edad, y estaba en aquel puesto como á vista de los infieles, y tenia gran aparejo para señalarse, por tener la gente muy ejercitada y diestra en las cosas de la mar, y los mejores capitanes de aquellos tiempos. Hubo sobre esta embajada gran diversidad de pareceres, porque estaban los del consejo del rey muy sospechosos, y temian las asechanzas de los enemigos, y reducian á la memoria lo que habia pasado en tiempo del emperador Federico que fué tenido por principe muy astuto y sagaz porque no queriendo dejar la marca de Ancona á la Iglesia, pretendiendo ser del imperio, le mandó el papa ir con su armada á la misma ciudad de Acre, en socorro de la Tierra Santa, y habiendo ajuntado una muy buena armada para aquella expedicion, encomendó á su hijo Conrado, que era muy niño, debajo del amparo de la Iglesia, y dejó por gobernadores á los arzobispos de Capua y Palermo y no habia aun llegado á Acre, cuando publicaron que el emperador era muerto, y el papa mandó, que el rey Juan de Brena, que era suegro de Federico, se apoderase del reino, y se movió gran guerra en el principado de Capua y Pulla, siguiendo unos la voz de Conra

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