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pel con gran den uedo, fué preso: mas acudieron é esta sazon don Ramon Alaman y don Blasco Maza, que con los suyos hirieron en los enemigos, y le salvaron y los llevaron de vencida por las puertas del castillo adentro. Era tanta la gente que se habia acogido al castillo, que faltó presto el bastimento, y sentian gran necesidad y falta de agua y los de Pulla por persuasion de un caballero napolitano llamado Juan Buccacorsula se alborotaron y ayuntaron en uno, y determinaron de darse al rey y sobre ello Buccacorsula habló al obispo de Marturano nuncio del papa, que estaba dentro, y al capitan general: y acordaron que dejasen las armas, y echáronlos fuera, y tras ellos lanzaron del muro muerto á Buccacorsula que lo habian degollado. Mas siendo constreñidos á la postre por hambre, à veinte y tres de junio, se dieron á partido á la misericordia del rey, salvando las vidas dejando todas las armas y despojo, y fué entregado el castillo, y el obispo y Ricardo de Murrono y Rainaldo de Avella, y los principales capitanes quedaron prisioneros del rey de Sicilia. Hallóse entre ellos fray Prono de Aidona, que habia traido, segun dicho es, las letras y provisiones del papa Honorio, para alterar la isla, y el rey por respecto de su religion, le habia mandado poner en libertad : y antes de venir ante el rey acusándole la conciencia, se mató dando con la cabeza en el muro, hasta que se abrió el célebro.

CAP. XCV.-De la batalla de mar que venció el almirante Roger de Lauria delante de Nápoles, en la cual iban los condes de Brenda y Monforte y otros grandes del

reino.

labrado, aunque no era fuerte, y por estar fundado sobre peña, no habia sino un pozo que llamaban Basilio y era de tan extraña naturaleza, que con viento de septentrion, se volvia el agua dél, que era dulce, amarga. Mas como está aquella ciudad asentada en una punta que entra en la mar, y le ciñe por la mayor parte, alcanza á tener hácia el septentrion la mar á cuatro millas y con el impetu y fuerza del viento y mar, aciertan que las partes mas sútiles del agua, penetran por las venas mas inferiores hasta el pozo, y con abundancia de aquel humor se corrompe. Deste lugar habian hecho los franceses mucho daño por dos partes corriendo hasta Zaragoza y Catania, de las cuales dista igualmente, por espacio de veinte cuatro millas : y abrasaron y talaron los jardines y campos de Lentin. Puso el rey cerco contra el castillo: del cual á la parte de oriente salia un lienzo de muro, que se continuaba hasta dar en la mar á la parte de poniente: y en aquel remate habia una torre sobre el agua que sojuzgaba el puerto: y la puerta de la ciudad estaba debajo del castillo, por donde no se podia entrar sin recibir daño de los que dentro estaban. Todo el otro muro de la ciudad estaba en poder de los sicilianos, de donde combatian el castilio, y peleaban con los que estaban en su defensa, y contra los que tenían la torre, que fueron primero acometidos: y habiendo muerto los mas que la guardaban, fué rendida la torre al rey, dándose los que quedaban á merced de la vida. Ganada la torre, entrando en la ciudad por aquella parte don Ramon Alaman, con la principal gente de almogáraves del ejército, púsose contra el castillo que era lo mas peligroso y apoderándose de aquella estancia hizo alli su fuerte. Estaba el castillo en lugar llano, y teníanle cercado por todas partes, excepto por la de oriente, por donde batia la mar en los muros: y la ciudad se estendia del septentrion hácia mediodía, y estaba cercada por una parte de la mar, por espacio de una milla, hasta el cabo de Santelmo. Fuése estrechando el cerco por la parte de mediodía, que estaba mas allegada al castillo y lo que estaba entre él y el | lugar, tenian con sus estancias don Guillen Galcerán y Mateo de Termini, y con ellos gran número de barones y caballeros sicilianos. En la parte donde el rey estaba tenia cargo principal de la gente que eran catalanes y aragoneses, don Blasco Maza: y principióse por todas partes á batir con los pertrechos y máquinas de guerra y antes del combate, Conrado Lanza, por mandado del rey, habló con Ricardo de Motroño, amonestándole que quisiese antes salvar su persona que defender aquel castillo, que era del rey, y dejase de experimentar su indignacion y poder: y respondió con gran soberbia, llamando á aquel caballero desco mulgado y prevaricador de la fé. Al tiempo que se combatia el castillo, trabóse recia batalla con los que le defendian, y hizo mucho daño la ballestería de una parte á otra, y los ingenios y máquinas batieron y derribaron mucha parte del lienzo y almenas: y de las piedras fueron algunos de dentro heridos y muertos, porque no se podían amparar batiéndose por todas partes. Un dia estando los sicilianos mas descuidados, salieron del castillo á poner fuego en unas máquinas que estaban mas allegadas, de donde se les hacia mucho daño, que llamaban gatas, y quemaron una de ellas: y por defenderlas acudieron algunos caballeros, y de los primeros un caballero siciliano llamado Roger de Espatafora, que peleó con ellos con tanto valor, que mató dos franceses: y metiéndose entre el mayor tro

Mientras el rey estaba en Catania, y tenia cercado el castillo de Agosta, el almirante Roger de Lauria navegando por el Faro la via del principado, en busca de la armada del príncipe, llegó á la marina de Sorrrento, y allí tuvo nueva cierta, que estaba junto en Castelamar en orden para partir la via de Sicilia, y supo que tenian los contrarios ochenta y cuatro velas entre galeras y taridas, sin otros navíos y barcas de cargazon. Allí exhortó el almirante á los suyos, animándolos á la batalla, y envió con un esquife á decir al almirante del príncipe que llamaban Narzon, que se pusiese en órden, porque él iba á darles la batalla. Puso Narzon en su galera muy escogida gente, y ordenó que fuésen delante della por proa dos galeras, y otras dos por popa, y una por cada lado, Ramon de Baucio, que era un señor proenzal, y conde de Avellino, y los condes de Brenda, Monopoli y del Águila, y el conde Juan de Janvila, y el conde Guido de Monforte, seguian con cada tres galeras, y en pos dellos iban las galeras de la Proenza y de Pulla: y en medio en dos grandes taridas llevaban los estandartes de la Iglesia y del príncipe. El almirante señaló algunas galeras que estuviesen en defensa del estandarte real y otras que acometiesen las de los enemigos y ordenando los suyos y cuales estuviesen en las proas y popas, y por banda de cada galera iba ingeriendo y concertando la ballestería que llamaban de tabla, proveyendo de personas muy pláticas que anduviesen discurriendo por la batalla en su socorro: y lo dispuso y previno todo como muy excelente capitan y de gran valor. El primero que hirió en los con→→→ trarios con su galera fué un capitan siciliano llamado Guillermo Crata, y fué luego embestido y rodeado por cuatro galeras de franceses que la rindieron. Una galera de Melazo, y otras dos de Lipari y Trapana acometieron las galeras en que iban los condes: y tras

cian ser muy deshonesta y perjudicial al rey, procurando de le indignar contra él, diciendo que habia recibido gran suma de dinero, y procuraban que se procediese contra él como sospechoso del crímen de lesa magestad. Mas Juan de Proxita persuadió al rey que disimulase su queja. Tuvo el rey don Alonso estando en Ejea nueva desta victoria, mediado el mes de setiembre, porque el rey de Sicilia su hermano le dió aviso della: y por otra parte el almirante envió un caballero suyo llamado Guillen de Cimademar, y particularmente le hizo saber lo que habia pasado, suplicándole que fuese servido de confirmar la tregua, que en su nombre se hahia asentado: mas como el rey de Sicilia le escribia, que se hizo sin sabiduría ni consulta suya, y que le era muy perjudicial y dañosa á todo su reino, rogándole que por su parte no se aceptase, el rey de Aragon respondió al almirante, que holgaria de consentir en la tregua, si el rey de Sicilia su hermano la aceptase y tuviese por buena, y que la mandaria guardar á sus súbditos: y encargó encarecidamente al almirante, que atento que el conde Guido de Monforte se habia mostrado tan capital enemigo suyo y de sus reinos, haciendo toda la guerra y daño contra su corona, que le fué posible, siguiendo el ódio y enemistad que con la casa de Aragon tuvieron sus abuelos, la cual le habian dejado como en herencia, tratase con el rey don Jaime su hermano, que le fuese entregado, y se le enviase con buena guarda: porque allende de castigar el rey con esto las particulares injurias que á él y á los reyes pasados por los de su li— naje se habian hecho, lo procuraba por contentar al rey y reina de Inglaterra, que con grande instancia se lo pedian. Fué este Guido de Monforte el que mató en Viterbo á Enrico hijo de Ricardo, el que era hermano del rey Enrico de Inglaterra, y fué ele

éstas siguieron las galeras de Zaragoza, Catania, Ta~ ↑ suya la tregua, la cual los émulos de el almirante, devormina y Agosta: 6 hirieron animosamente en los enemigos: y acudiendo las galeras de Chefalú, Terranova, Licata y Jaca en socorro de galera que fué presa, la cobraron, y trabóse entre todos muy brava y terrible batalla. Peleaban mas desembarazadamente, y con gran esfuerzo los nuestros, y desde que se comenzó á mezclar la batalla, estaba Roger de Lauria en Ja popa de su galera armado, y dando voces, animando sus capitanes, mandando que acudiese socorro á la parte que entendia que iba perdiendo y á su voz y grito parecia que cobraban todos los suyos nuevo vigor y fuerzas y que ponia terror á los contrarios: en tanto grado era su fama y nombre estimado y temido. Tambien en la órden y concierto del pelear se conocia la ventaja de los nuestros: porque los enemigos se embarazaron y desordenaron de su mismo alboroto y tumulto, y hacíase mas ademan de pelear, que con ánimo de porfiar por la victoria. Sintiendo desmayar á los contrarios, los nuestros cobraron mas animo, é instaban en la batalla animosamente, y hacian muy gran daño en los franceses, y fueron puestas algunas galeras en huida y siendo desbaratadas, derribaron los dos estandartes: y fueron vencidas y ganadas las galeras en que iban los condes con gente muy principal: y siguiendo la victoria ganaron cuarenta y cuatro galeras y taridas: y todas las otras saliendo de la batalla se pusieron en salvo con Enrique de Mar, que fué muy diestro en saber escaparse destos peligros. Habida tan gran victoria, envió el almirante á Mecina cuarenta y dos galeras y taridas con los prisioneros, en que iban pasados de cinco mil hombres, y él tomó la via de Nápoles, de que se siguió que la ciudad y gente del pueblo se alteró tanto, sabida la rota y vencimiento de la armada del príncipe, que si no proveyeran con gran solicitud y diligencia el legado y el conde de Artoes, se hubieran alzado por el rey de Si-gido por rey de romanos, en competencia del rey cilia: porque apellidaban el nombre del almirante: y estuvo en gran peligro la gente francesa que estaba dentro. Previnieron luego el legado y el conde á este pe ligro con gran consejo: y movieron partido al almirante de asentar treguas, y firmólas con ellos en nombre de los herederos de el príncipe de Salerno, por los reyes de Aragon y Sicilia, hasta la fiesta de san Miguel, y de allí á un año cumplido: de suerte que por mar hubiese de una parte y de otra seguro, y se sobreseyese la guerra: y el obispo de Marturano y Rainaldo de Avello, que despues de la batalla supieron que habian sido presos en Agosta, fuesen puestos en libertad: y el almirante les pidió en nombre del rey don Jaime la isla de Iscla, que habian cobrado los franceses, y el castillo que llamaban Giron, que es la principal fuerza de la isla, y mas importante por el comercio marítimo, y por la comodidad del puerto, y por ser fuerza inex-sucedieron los señores de aquel estado. En las histopugnable : la cual cobró el almirante, y puso gente en rias inglesas y francesas se escribe, que fué entregado ella de guarnicion. Esta batalla fué á diez y seis de ju- | nio del año de mil doscientos y ochenta y siete, aunque uno de los autores de Sicilia dice, que en un mismo dia rindió Reinaldo de Avella el castillo de Agosta al rey don Jaime, y venció la batalla de mar el almirante: y este mismo afirma, que se halló en ella el conde de Flandes, y Vilano dice, que era Filipo hijo del conde de Flandes. Fué una de las muy señaladas que en aquellos tiempos, y despues ha habido por mar: y puesto que della el rey de Sicilia se tuvo del almirante, como era razon, por muy servido, recibió grande pesar y descontentamiento por haber firmado sin consulta

TOMO IV.

de Castilla, como está referido: y por esta causa procuraba el rey de Inglaterra la venganza y castigo de aquel caso, que contra su casa se habia cometido: pero segun uno de los autores sicilianos de aquellos tiempos afirma, el conde murió en la prision en Sicilia de una dolencia, de la cual le aconsejaron los médicos, que podia escapar si tuviera participacion con alguna mujer y por no violar la ley del matrimonio eligió ántes la muerte: y fue muy raro ejemplo en aquellos tiempos, y tanto mas señalado porque la condesa Margarita su mujer, que fué hija del conde Ildebrandino, vivió despues de su muerte disolutamente. Estos dejaron una hija que se llamó Anastasia, que casó con Romano Ursino, sobrino del cardenal Mateo Ruso Ursino, y dióseles el condado nó con título de Monforte como lo tenia ántes, sino de Nola, de quien

el conde Guido de Monforte al rey de Inglaterra, y que murió en la prision, el cual fué gran enemigo de la casa de Aragon, como bisnieto del conde Simon de Monforte, que se halló en la batalla de Muret á donde murió el rey don Pedro, bisabuelo del rey don Alonso. Los otros condes y barones, fueron rescatados por grandes sumas de dinero y el almirante Reinaldo de Avella.

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CAP. XCVI.-De la embajada que el rey envió al rey de
Inglaterra para ratificar lo concordado en las vistas de
Oloron.

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conde Nicolao, y á Juan de Resi, y á micer Odo de Granson, y pidieron al rey muy caramente de parte det rey su señor, que no embargante el capítulo que trataba de la tregua, quisiese aceptar lo demás que estaba asentado y tratado cerca de la deliberacion de la persona del príncipe: cumpliéndose todas las otras cosas que eran comprehendidas y tratadas en las vistas de Oloron. Vino el rey en ello con acuerdo y parecer de los de su consejo por contemplacion del rey de Inglaterra: con el cual se habia de nuevo confirmado grande amistad y liga: y por su respeto quedó acordado que la tregua se firmase, exceptuando della al rey de Mallorca.

CAP. XCVII. De los privilegios que el rey otorgó á los de la union que se llamaron los privilegios de la union. Despues de diversas pláticas que se movieron por parte del rey para concordarse con los de la union, finalmente don Arnao Roger conde de Pallás, don Pedro Fernandez señor de Ijar, don Berenguer de Puigvert y don Galcerán de Timor comendador de Amposta, vinieron á Zaragoza á veinte de diciembre y trataron de concierto entre el rey y los de la union, y dieron por escrito lo que pretendian. Allende de las demandas antiguas, pedian, que se hiciese enmienda de los males y daños que del reino de Valencia se habian hecho en Aragon, y los que de la gente del rey habian recibido, y fuesen restituidos los bienes á los vecinos de Tarazona, y de las muertes que se habian ejecutado por mandado del rey, se hiciese satisfaccion cual pareciese á los de aquella ciudad, juntamente con los otros procuradores de las ciudades y villas del reino, pretendiendo que la guerra se habia movido á culpa del rey. Pidieron tambien, les concediese privilegio y jurase, que si de allí adelante él, ó sus sucesores hiciesen matar, ó lisiar algu no de los que eran de la jura, sin que precediese sen

Por el mes de diciembre deste mismo año, el rey don Alonso entendió que el rey de Francia no mostraba tener gana de la paz, ni procuraba los medios pa-. ra dar conclusion en el asiento y treguas que se habian movido en Oloron y que no perdian ninguna ocasion donde pudiesen hacer daño á sus adversarios. Tambien supo que el rey de Mallorca su tio, que él comprendia en las treguas, rehusaba de venir á ellas, y ayuntaba mas número de gente en Rosellon, y amenazaba de hacer guerra en Cataluña, con color que el rey le habia primero quebrado la tregua que estaba asentada en la entrada y toma de Menorca, que era de su dominio y conquista, habiendo antes el rey de Mallorca rompido la tregua por las fronteras de Rosellon, enviando sus gentes que entrasen por Cataluña. El rey por esta causa envió al rey de Inglaterra sus embajadores, que fueron Guillen Lunfort y Conrado Lanza, que fué enviado por este tiempo por el rey de Sicilia, para que interviniese en su nombre en estos negocios y para certificar al rey, que la voluntad del rey de Sicilia, era, que la tregua firmada y asentada por el almirante Roger de Lauria con los gobernadores de los estados del príncipe de Salerno, que residian en Nápoles, se confirmase y guardase. Con estos embajadores envió el rey á decir al rey Eduardo, que él estaba aparejado de firmar y guardar por sí y por el rey de Sicilia su hermano, y por todos los de su liga, la tregua y todas las otras cosas que habian sido entre ellos tratadas y ordenadas en las vistas de Oloron, segun lo capitulado, y que él no permitiria que en alguna cosa se perjudicase á la postura y asiento, ni se innovase en ella. Mas si don Jaime su tio que habia sido rey de Mallorca, no quisiese entrar en aquella tregua, holgaria dello con que el rey de Francia y la Igle-tencia dada por el justicia de Aragon, con consejo de sia no le valiesen, ni el príncipe de Salerno, ni sus vasallos y valedores le diesen favor alguno: y quedase solo en la guerra que contra él y sus reinos pensaba hacer con solo su poder y gentes y con sus vasallos y tenia deliberado el rey de Aragon, que si el rey de Francia se declarase en que no podia faltar al rey de Mallorca y quisiese con aquella condicion otorgar la tregua, reservándose en ella que pudiese valerle y favorecerle, se admitiese con tal pacto que el socorro se le diese tan solamente por aquella parte de Francia, por donde se junta con el condado de Rosellon y nó por otra ninguna: y cuando la tregua no se otorgase como habia sido tratado en Oloron, quedase el rey de Aragon absuelto y libre de aquellas obligaciones que habia hecho al rey de Inglaterra sobre la deliberacion de la persona del príncipe de Salerno. Porque se entendiese el ánimo que tenia de guardar el asiento de Oloron, venia el rey en que si por parte del rey de Inglaterra se pidiese algun tiempo señalado, dentro del cual él pudiese acabar que se aceptase la tregua segun habia sido acordado se hiciese así: con que dentro de aquel mismo término hubiese sobreseimiento en las armas, y le asagurasen todos los príncipes de ambas partes y sus confederados, exceptuando á don Jaime su tio, que quedase solo en la guerra con su gente: y cuando ninguna cosa destas se quisiese cumplir, quedase él libre para hacer á su voluntad en aquellos hechos como lo estaba antes de aquellas vistas. En respuesta desta embajada el rey de Inglaterra envió al

la corte, que estuviese ayuntada en Zaragoza, ó los mandase prender, y despues que fuese requerido, que los soltase con fianza de derecho, como lo disponia el privilegio, no se cumpliese, les fuese permitido que de aquella hora adelante no le tuviesen, ni acatasen por rey, ni por señor : antes los absolviese de la fidelidad en que eran tenidos y obligados á él y á sus sucesores y pudiesen elegir otro rey y señor, cual quisiesen, sin nota de infamia. Esto se habia de otorgar en corte general, llamada y congregada en Zaragoza y jurar á todos los ricos hombres y caballeros y procuradores del reino, que sí él, ó sus sucesores viniesen contra aquel privilegio, que de allí adelante pudiesen elegir y nombrar rey y señor y recibiese y estuviese por de su consejo las personas, que los de la union le nombrasen, con cuyo parecer y acuerdo gobernase y administrase los negocios de los reinos de Aragon y Valencia, y mandase pagar á los mesnaderos su mesnadería del tiempo pasado: y les situase de allí adelante sus dineros en los lugares ciertos y restituyese á don Fortuño obispo de Zaragoza en la pacífica posesion del obispado y de sus rentas, desde que fué consagrado, y lo defendiese y mantuviese en su derecho. Para en seguridad que aquello se les cumpliese, pidieron que se pusiesen en rehenes diez y seis castillos, que eran, Monclús, Uncastillo, Bolea, Sos, Malon, Borja, Rueda, Hariza, Somet, Verdejo, Daroca, Huesa, Morella, Ujon, Jativa y Biar, y se entregasen dentro de un mes para que ellos los tuviesen á su mano, y pusiesen

los alcaides y gente que los defendiese en nombre del reino. Entretanto que los castillos se les entregasen, | pidieron se pusiesen en rehenes en su poder, el príncipe de Salerno, y el infante don Pedro y seis ricos hombres, tres catalanes y los otros aragoneses: y fueron por ellos nombrados el conde de Pallás, don Guillen de Anglesola, don Berenguer de Puigvert, don Pedro Fernandez, señor de ljar, don Pedro Cornel, y don Lope Ferrench de Luna. Estos ricos hombres se les habian de entregar luego, y dentro de doce dias habia de ser traido el príncipe de Salerno del castillo de Siurana, donde estaba, y ponerse en rehenes en Zaragoza, con tal condicion, que si dentro de aquel mes no fuesen entregados los castillos, pudiesen hacer de las rebenes á su libre disposicion, lo que por bien tuviesen. A estos artículos respondió el rey, que los consentia y otorgaria, pero cuanto á las personas del príncipe de Salerno, y de la Morea, y de don Pedro Cornel y don Lope Ferrench, dudaba que los pudiese haber, y ellos quisiesen ponerse en poder de los de la union, como rebenes porque el príncipe estaba muy flaco de dolencia y no se podria poner en camino, sin gran peligro de su persona, y era menester mucho tiempo y requeria gran negociacion, para que don Pedro y don Lope pudiesen ser inducidos, que se pusiesen en rehenes, especialmente haciéndose aquella concordia contra su voluntad y consejo. Mas dijo el rey, que por cumplir todas las otra cosas, segun le eran pedidas, pondria luego en rehenes las personas del conde de Pallás y de don Pedro Fernandez señor de ljar su tio, y de don Guillen de Anglesola y de don Berenguer de Puigvert, que estaban en esta sazon en su corte: y que enviaria por el infante don Pedro su hermano, que estaba en Huesca y le haria tambien obligar y poner en su poder en rehenes. Tuvieron los de la union por suficiente escusa la que dió el rey, y recibieron en su poder las personas del conde, y de don Guillen de Anglesola, y don Berenguer de Puigvert en rehenes; lo cual se concordó, estando el rey fuera de Zaragoza, en una torre de Arnau de Castro, y allí vino el infante don Pedro y de la misma suerte se obligó y puso en rehenes en poder de los ricos hombres y consejo de Zaragoza, al cual tuvieron en casa de un ciudadano llamado Jaime de Aliaga. Concluido este asiento, entró el rey en Zaragoza y tuvo en ella la fiesta del Nacimiento de nuestro Señor, del año de mil y doscientos y ochenta y ocho, y al cuarto dia concedió dos privilegios de lo que habia tratado con los de la union. En el uno ofrecia, de no proceder contra aquellos ricos hombres y caballeros, ni contra persona alguna de la union, á muerte, ni lesion, ó prision, sin preceder sentencia del justicia de Aragon, con consejo y consentimiento de la corte, ó de la mayor parte della, y obligaba aquellos diez y seis castillos por sí y sus sucesores, y dábales facultad que hiciesen dellos lo que por bien tuviesen, y en caso que lo contrario se hiciese, permitiria que los pudiesen entregar á otro rey y señor y contraviniendo al asiento, consentia, que de allí adelante no le tuviesen por rey y señor, ni á sus sucesores: antes sin alguna nota de infamia, y de la fidelidad que le debian, pudiesen elegir otro rey y señor cual quisiesen, y entregarle aquellos castillos y obligarse como vasallos: y los daba en aquel caso por libres de la naturaleza, vasallaje y señorío á que le eran sujetos. Por el otro privilegio se les concedia, que de allí adelante fuese el rey obligado en cada un año, de mandar tener y ayuntar cortes generales á los ara

goneses en Zaragoza por el mes de noviembre, otorgándoles, que los que en ellas se congregasen, tuviesen poder de elegir y asignar al rey y á sus sucesores personas, que fuesen de su consejo, que asistiesen á él: con cuyo parecer y acuerdo rigiese y determinase los negocios que se ofreciesen de Aragon y Valencia y Ribagorza: con tal condicion, que los que fuesen nombrados, jurasen, que bien y lealmente le aconsejarian y que no tomarian ninguna dádiva, ni cohecho, ni que se mudasen todos, ó parte dellos cuando á la corte pareciese, ó á aquella parte de la corte, con la cual se conformasen los procuradores ó jurados de Zaragoza, obligando los mismos castillos de la forma que arriba está dicho. Estos son los privilegios tan nombrados de la union, que se concedieron en tanta discordia como sobre ello hubo entre los ricos hombres y en contradiccion de la mayor parte: y por esta causa y porque no se otorgaron en conformidad del reino en cortes generales, como era costumbre, nunca fueron confirmados por los que despues reinaron, hasta el tiempo del rey don Pedro el cuarto, por quien luego se revocaron en cortes generales, con voluntad y consentimiento de todos, cuando este nombre de union y sus estatutos y ordenanzas fueron reprobadas y condenadas, como cosa perniciosa y perjudicial al reino y al pacífico estado dél, y quedó de allí adelante por último remedio, el recurso del justicia de Aragon, y este se tuvo despues que los ricos hombres perdieron su autoridad y preeminencia, y fueron revocados los estatutos de la union, por el mas justo y honesto refugio, como firme y seguro fundamento de la libertad, siendo el justicia de Aragon el juez competente entre el rey y los agraviados.

CAP. XCVIII.—Que el principe de Salerno y de la Morea se puso en rehenes en poder de la ciudad de Zaragoza, y del justicia de Aragon, por los castillos que se habian de entregar á los de la union.

Tuvo el rey, como está dicho, las fiestas de Navidad en Zaragoza y por este tiempo, que fué en el mes de enero del año de mil doscientos ochenta y ocho, como no se hubiesen entregado los castillos que se habian de poner en rehenes en poder de los de la union, segun que se ofreció en el tiempo en que el rey se concordó con ellos, pasados muy pocos dias despues de aquella concordia, pidieron para en seguridad que cumpliria lo asentado, que les pusiese en rehenes al príncipe de Salerno y de la Morea, que estaba en el castillo de Siurana, para que le tuviesen en Zaragoza, hasta que los castillos les fuesen entregados, y tratáronlo de parte del rey, don Ramon vizconde de Vilamur, don Ramon de Anglesola, Lope Guillen de Oteiza, y Lope Martinez de Oteiza. Vino el rey en esto de mejor gana, porque le era forzado traer al principe al reino de Aragon, por la concordia que se habia capitulado con el rey de Inglaterra, y fué con tal condicion, que si no les bubiese dado los castillos hasta el mes de setiembre siguiente, dispusiesen de la persona del príncipe á su voluntad. Fué acordado que el príncipe, durante aquel término, estuviese dentro de Zaragoza, sin salir della, y le tuviesen debajo de la custodia y guarda de la ciudad, y de Juan Gil Tarin justicia de Aragon y de los ricos hombres, mesnaderos y caballeros de la union y de ciertos ciudadanos, que fueron elegidos de todas las parroquias de Zaragoza, en nombre de la ciudad. Los síndicos de las villas y lugares del reino, que seguian aquella opinion, se obligaron de res

tituir la persona del príncipe, dentro de quince dias, Į defensa y guarda della : deteniéndose el rey por esta despues que les fuesen entregados los castillos. Tam- causa, enviaronle los de la union á Miguel Lopez de bien se obligaron el infante don Pedro, el conde de Lobera, que era vasallo de don Jimeno de Urrea, y á Pallás y don Pedro Fernandez señor de ljar, don Gui- Miguel Royo jurado de Zaragoza, para suplicarle, que llen de Anglesola, don Berenguer de Puigvert y Pe- diese órden en su venida, y dejando ordenadas las cosas dro Jimenez de Moneba, que en caso que en aquel de la frontera, volvió para Aragon, y entró en Zaratérmino el príncipe muriese y no les fuesen librados goza á veinte y cuatro de marzo. Aquel mismo dia les los castillos, se pondrían en rehenes en poder de la ciu- entregó el rey todos los castillos, excepto los de Monclús dad y de aquellos ricos hombres, y que estarian en y Morella, y eligieron alcaides, que los tuviesen en nomella hasta ser cumplido. Siendo así concordado, envió bre de la union. De los caballeros vasallos de don Pedro el rey á don Pedro Fernandez, señor de Ijar y á don señor de Ayerve, fueron nombrados Pedro de Vera, que Galcerán de Timor, comendador de Caspe y Samper despues fué mesnadero, á quién se entregó el castillo de de Calanda, para que trujesen al príncipe, y le acom- Hariza, y Juan Perez de Vera, que recibió en tenencia pañasen, y fué entregado á los de la union á veinte y el de Borja. De los vasallos de don Jimeno de Urrea y de seis de enero. La mayor dificultad que el rey hallaba don Pedro Jordan de Peña señor de Arenos, se eligieron en no poder entregar los castillos, era tener el castillo don Martin García de Layana y Romeu de Aibar, que de Morella, que era uno dellos, á don Alonso y don tuviesen los castillos de Sos y Uncastillo y en nombre Fernando hijos del infante don Fernando, porque has de los mesnaderos se entregó á Gil de Vidaure Malon, ta tomar asiento en lo que tocaba á su libertad, que y el castillo de Biar á Gabriel Dionis, el cual siendo era negocio tan perplejo y arduo, no convenía hacer hermano de Amor Dionis rico hombre, se pone entre en aquello mudanza, ni sacarlos á otra parte fuera de los mesnaderos: y creo, que por ser hijo bastardo del aquel reino. Allende desto, los ricos hombres y caba- conde Dionisio, porque los hijos de los ricos hombres, lleros a quien el rey encomendó aquellos castillos, que no eran legítimos, quedaban en la dignidad de case escusaban de los entregar diciendo, que el rey por balleros. Por la ciudad de Zaragoza, se nombraron los fuerza habia dado rehenes, obligándose que entrega- alcaides siguientes, Martin Perez de Huesca para el ria estos castillos, y que lo que él les mandaba, lo castillo de Játiva, y Miguel Lopez de Borja para el de hacia siendo forzado, y que nunca en España se vido Bolea, Juan Bernardo para el de Daroca, Juan de Fijamás, que el señor diese rehenes á sus vasallos, co- gueras en Verdejo, Jazbert del Per en Somet, Ramon mo se veia, entonces, y sentian por muy grave, que Bernardo en Rueda, Miguel Lopez de Lobera en Huesca, entre las otras rehenes fuese el infante don Pedro su y Tomás de Carcava en Ujon. Dejóse reservado al rey hermano y los otros barones de Aragon y Cataluña: el castillo de Morella, á donde estaban los infantes de mayormente rindiéndolos con tales condiciones, que Castilla, y se tenian en guarda por él y el de Monclús era de temer que aquellos castillos, que eran las ma- á dónde se habia de poner el príncipe de Salerno, cuanyores fuerzas y mas principales de sus reinos, se do saliese de los rehenes, en que estaba en Zaragoza perdiesen ó ajenasen de su señorío. Por estas razones en poder de los de la union. Recibieron los alcaides esle enviaron á decir, que ellos no los debian rendir, tos castilles por el rey y por los de la union con cierpero por cumplir su mandado y que se entendiese, tas condiciones y posturas, que tocaban á la custodia que ellos no querian tener cosa alguna sin razon á su y defensa dellos y porque los castillos de Játiva y rey, estaban aparejados de poner los castillos en po- Ujon, no se habian aun entregado, por estar los alder de caballeros del Hospital, ó del Temple y de Uclés, caides ausentes, y el rey pidiese con mucha instancia ó en poder de los concejos de Huesca y Calatayud, á los de la corte, que le entregasen la persona del prínque estaban en su obediencia y servicio, ó en el ge- cipe, y dándoles en rehenes al conde de Pallás, y á neral del reino, para que se determinase aquello que don Berenguer de Puigvert, hasta que tuviesen en su á la corte pareciese, cerca de lo que ellos le pedian; poder aquellos castillos, los de la union vinieron en especialmente que entre ellos habian algunos caballeros a quel medio: con que les fuese asegurado, que duranque tenian los castillos durante su vida, y pedian que te el tiempo que estuviese el príncipe detenido, no les quedase á salvo su derecho, á conocimiento de la seria sacado del reino: ó á lo menos, hasta que se tucorte, porque si otra cosa ellos debiesen hacer, loviesen las vistas que esperaba tener con el rey de Incumplirian conforme a lo que la corte determinase, glaterra sobre su deliberacion y fueles prometido, siendo ayuntada en lugar conveniente, donde ellos que no se innovaria en lo que tocaba á la libertad del pudiesen con seguridad concurrir, y con estas razones príncipe, hasta ser concluida primero la corte general se detenian y sobreseian en dar los castillos. Conclui de aragoneses y catalanes, que se habian de ayuntar do esto, como dicho es, partió de Zaragoza el rey por para la fiesta de san Juan de junio siguiente. Todo esto el mes de febrero para Cataluña por verse con el con- les concedió el rey, y fué allí. ordenado, que llevasen de de Fox, y para proveer á la defensa de las fronte al principe al castillo de Monclús y llevólo el rey ras de Rosellon y Cerdania, por donde su tio pensaba consigo hasta dejarle en él : mas porque pareció que no hacerle guerra, y se aparejaba con mucha gente fran-habia allí conveniente aposento, en que pudiese estar cesa, que el rey Filipo le daba para entrar en Catalu- decentemente, ni en tan buena guarda, estando aquel ña. Antes de su partida prometió que volveria á Zara-castillo vecino de Francia y de Gascuña, llevólo el rey goza para la fiesta de san Matías, y que si para entónces no estuviesen desambargados los castillos, de manera que él se los pudiese entregar, procederia contra aquellos caballeros qué los tenian con consejo de la corte. Mas como no pudiese para aquel dia volver, porque se detuvo hasta tanto que se dió órden en repartir cierta sisa, que de volutad de los barones yestados de Cataluña se impuso en toda la tierra, para la

al castillo de Mequinenza, que está dentro de los límites del reino de Aragon, y era muy enriscado y fuerte sobre las riberas de Ebro, á donde quedó el príncipe con buena guarda. Entendiendo, que todavía gente francesa y del condado de Rosellon se ayuntaban, con intencion de entrar haciendo guerra contra Cataluña, volvió el rey allá, y estuvo en Barcelona por el mes de abril deste año, y allí tornó á confirmar la revoca

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