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de las ciudades de Zaragoza, Huesca y Teruel, certificándole, que si no se cumplia embargarian todas las rentas y derechos que tenia en el reino, y los honores que por él poseian los ricos hombres y caballeros que no se conformaban con ellos en aquellas demandas: y que ninguno de los ricos hombres y caballeros, ni de las ciudades y villas que tenian la voz de la jura, le irian á servir, ántes le tendrian prendado y embargado el servicio con las rentas y derechos que tenia y debia haber en sus reinos, hasta que todas sus demandas se enmendasen y cumpliesen, y fuése venido á la corte á Zaragoza. Siendo explicada esta mensajería por aquellos caballeros y ciudadanos, respondió el rey que habria su acuerdo, y habiendo deliberado sobre ello, enviaria su respuesta á los de la union con sus mensajeros.

CAP. LXXXIV.-De las treguas que firmaron con el rey de Francia los embajadores que el rey envió al rey de Inglaterra; y fue requerido el rey que viniese á las cortes que estaban congregadas en Zaragoza.

Vino el rey á Barcelona, dejando bien proveidas las fronteras de Rosellon, á donde tuvo aviso á trece de agosto que sus embajadores habian firmado tregua con el rey de Francia entre él y sus valedores y que habian de comenzar á ocho de setiembre siguiente, y durar hasta la fiesta de san Miguel, y de allí por un año cumplido: para que en este medio se pudiese tratar de la paz y concordia que el papa procuraba asentar entre estos príncipes, juntamente con el rey de Inglaterra y la tregua se publicó por todos los lugares de la frontera de Aragon y Cataluña. Como el rey difiriese su venida, y los ricos hombres y caballeros, y procuradores de las villas del reino que estaban en Zaragoza, instasen para que se proveyese á lo que tenian pedido, habiendo comunicado acerca de la respuesta que el rey habia dado á sus mensajeros, porque entendieron que aquella no cumplia su intencion, y no se satisfacia por el rey ni con mensajeros, ni por escrito á sus agravios, siendo congregada la corte antes de proceder á otra provision por cumplir con la obligacion de fidelidad y naturaleza, y por la utilidad de sus reinos y suya, ordenaron que fuese tercera vez requerido en sa nombre, que viniese á Zaragoza para enmendar y cumplir todas aquellas demandas. Con esta embajada fueron enviados dos caballeros, Pedro Jordan de Alcolea y Diego Martinez de Rusas, y síndicos de algunas ciudades y villas del reino, para que le notificasen que estaba acordado, si no viniese á Zaragoza ó no cumpliese y enmendase los agravios de hacer restituir y satisfacer de sus rentas á los querellantes de todas las expoliaciones de castillos y lugares, y de otros heredamientos que se habian hecho contra fuero. En aquella misma corte se hizo repartimiento de lo que cada un rico hombre, mesnadero y caballero é infauzon debia pagar y contribuir en comun, para proseguir aquellas demandas: y cada concejo y lugar del reino echó su imposicion á los vecinos por las casas. Estos mensajeros partieron para Barcelona, y estando en Lérida la fiesta de nuestra Señora de setiembre, tuvieron aviso que el rey era partido camino de Valencia, el cual en fin del mes de agosto vino á Tarragona, á dónde mandó proveer cerca de lo que tocaba á la guarda del príncipe de Salerno, que estaba en Siurana, por ser castillo muy fuerte y enriscado, y recogido en las sierras de las montañas de Prades, y para la custodia y servicio de su persona, fueron escogidos doce caballeros aragoneses y catalanes, que residiesen con

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Desde Tarragona envió el rey su embajada solemne al papa Honorio, que era romano de nacion, de la familia y casa Sabella, muy antigua é ilustre. Mostraba este pontifice tener grande cuidado de la paz y quietud de la Iglesia, y fueron enviados don Gilabert de Cruillas, Rui Sanchez de Calatayud, Ramon de Reus arcediano de Lérida y micer Pedro Costa. Estos embajadores fueron principalmente para que prestasen la obediencia al papa en nombre del rey, y le escusasen que no la habia antes dado, por no se dar seguro á los embajadores, ni ser firmadas las treguas, y para que significasen su devocion cerca de la Iglesia católica y su inocencia y disculpa en los hechos y casos sucedidos en la guerra pasada, y cuan inclinado tenia su ánimo y voluntad para procurar la paz y concordia universal. El rey prosiguiendo su camino entró en Valencia á once de setiembre y allí se celebraron las cortes de aquel reino, en las cuales confirmó á los valencianos sus libertades y privilegios.

CAP. LXXXVI. De la guerra que Bernardo de Sarriá hizo con la armada del rey de Sicilia en las costas del principado de Capua.

En este tiempo la armada de las galeras de Francia, con algunas del rey de Mallorca, vinieron á correr la costa de Cataluña, é hicieron algunos daños por los lugares della, porque el almirante Roger de Lauria, despues que llegó á Cataluña luego entendió en armar seis galeras, y con ellas fué á Aguasınuertas y corrió aquella costa de la Proenza, y combatió á Santveri y Engrato, y otros muchos lugares, é hizo en ellos grandes daños, como relata muy particularmente Montaner en su historia y volvió para Cataluña con gran presa: pero la armada francesa era tan superior que no podia el almirante resistir á los enemigos. En su ausencia el rey de Sicilia dió cargo de almirante á Bernardo de Sarrià, que fué uno de los mas valerosos caballeros de aquellos tiempos, y tuvo en órden y muy bien armadas doce galeras de catalanes y gente del Val de Mazara: y en principio del mes de junio partió bien acompañado de caballeros de Palermo, y navegó la via del principado, y echó su gente en tierra en la isla de Capri, y combatió la ciudad que era muy fuerte tan varonilmente, que la entró y ganó, por fuerza de combate, y dejó en ella gente de guarnicion, porque estuviese en la obediencia del rey de Sicilia á vista de la ciudad de Nápoles. De allí pasó á Prochita, y luego los que moraban en la isla se pusieron debajo de la misma obediencia y tomaron la voz del rey don Jaime: y discurriendo por la marina del principado, pasada Gaeta antes de amanecer dió sobre Astura con toda su gente: y tan de improviso acometió aquel lugar, que aunque al principio se defendieron los que estaban dentro, pero como gente desapercibida, no pudo tanto resistir que no fuese entrado, y muriesen muchos que se pusieron en defensa, y entre ellos un hijo de Jacobo Frangipani, señor de aquel lugar, que

fué el que entregó al rey Carlos á Conradino, habiendo sido por él recogido: y pegóse fuego á la villa por ciertos soldados, y quemóse la mayor parte della. De vuelta costeando por la marina de Nápoles se talaron y quemaron los casales y territorios de Sorrento y Pasitano, y trujeron grande despojo á Sicilia. Tambien por el mes de junio del mismo año don Berenguer de Vilaragut salió del puerto de Mecina con veinte galeras y navegó la via de levante por la costa de Pulla, y llegó delante del puerto de Brindez adonde se detuvo tres dias: y de allí atravesó el golfo, y fué à la isla de Corfu, en la cual estaba gente francesa de guarnicion, que tenian la ciudad y castillo, que era la fuerza principal de la isla, y saliendo los franceses para defender el burgo, pelearon con ellos y le combatieron y entraron con grande daño de los enemigos: y dando vuelta á la costa de Pulla se detuvo todo aquel estío haciendo mucho daño, impidiendo el paso y comercio á los enemigos.

CAP. LXXXVII. De las cortes que el rey mandó convocar en Huesca.

Los caballeros que se enviaron por la corte que estaba juntada en Zaragoza, hallaron al rey en Valencia: y siendo esplicada por ellos su mensajería, respondió que no embargante que tenia otros negocios muy árduos, él partiria para la ciudad de Huesca, para donde mandó llamar las cortes para once de octubre, y ofreció que en ellas cumpliria aquello que por él y el rey su padre les habia sido concedido. Por esta causa se partió de Valencia, y vino a Cataluña, por concordar al vizconde de Cardona, con el conde de Urgel, que habia desafiado al vizconde, porque pretendia haberle quebrado las treguas: entre los cuales hubo grandes disensioues y bandos, por el derecho que el vizconde pretendia en algunos lugares del condado de Urgel. Dejándolos en treguas, el rey se vino para Huesca, adonde se habian ayuntado los del reino á cortes: y ante todas cosas fué pedido al rey en ellas, lo que por los embajadores le fué suplicado: y respondió el rey á esto, que aquellas demandas ni se debian otorgar ni cumplir, porque no erau del privilegio general: mayormente que no concurrian todos los de la union, en que semejantes cosas de aquella calidad se le pidiesen. Despues de haberse mucho altercado sobre ello, todos los del reino que allí se habian ayuntado, se apartaron de aquella porfia y querella, excepto don Bernardo Guillen de Entenza, don Pedro Cornel, don Jimeno de Urrea, don Atho de Foces, don Artal de Alagon, y don Blasco su hermano, don Pedro Jordan de Peña, don Guillen de Alcalá señor de Quinto, don Jimen Perez de Pina y Gonzalo Lopez de Pomar, y todos los caballeros que eran vasallos destos ricos hombres y mesnaderos, y las ciudades de Zaragoza, Huesca, Tarazona y Jaca, y las villas de Tamarit y Pina. Con esta division que entre las dos parcialidades hubo, comenzaron los negocios à estragarse, y cada dia se jban mas enconando, haciendo cada uno de lo general su hecho propio con trato y ademan de se apartar del parecer que seguian, y allegarse al contrario: y ni el temor de guerra ni el recelo de los enemigos, que suele causar grande vínculo de concordia, podian unir los ánimos, que estaban discordes y contrarios, ántes este miedo que debia ablandar y sosegar sus corazones, los alborozaba mas y ensoberbecia. Por esta causa se sobreseyó por entonces por aquellos ricos hombres que perseveraban en su porfia, à ruego é instancia del

rey y se salieron de Huesca, y el rey se fué á ver con ellos á la villa de Huerto, por reducirlos á su voluntad y servicio, adonde proveyó en los hechos y cosas particulares de cada uno dellos, de tal manera, que se tuvieron por contentos, y en lo universal solamente se proveyó allí á su pedimiento y requisicion, que de allí adelante en el reino de Valencia generalmente juzgase por fuero de Aragon, y se despacharon provisiones para don Pedro Fernandez señor de ljar, procurador del reino de Valencia, y para su lugarteniente para que así lo hiciesen guardar y cumplir á todos los bailes y justicias, notarios y oficiales del reino de Va| lencia, y lo mismo se mandó á todos los justicias y bailes, oficiales y escribanos del reino, y aquellas provisiones se entregaron á Gil Martinez de Atienza y á Martin Ruiz de Foces procuradores del reino de Valencia y porque estos afirmaban, que no creian que aquellas provisiones fuesen por el procurador del reino de Valencia y por los oficiales reales obedecidas, si no se les impusiese alguna pena, aquellos ricos hombres y caballeros que se juntaron en Huerto, por sí y por otros de la union, prometieron que todos ellos con sus personas y bienes apremiarian á cualesquiera personas y oficiales de la ciudad y reino de Valencia, que guardasen y cumpliesen las provisiones reales, y dieron una carta de desafío, para los que contradijesen y no quisiesen obedecer por sí y sus valedores y vasallos.

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CAP, LXXXVIII.-De la armada que el rey mandó hacer para pasar á la isla de Menorca, la cual se sujetó á su obediencia.

Desde la ciudad de Huesca, donde el rey se detuvo por sosegar los ánimos de los que estaban en proseguir esta nueva demanda que habia propuesto á diez y ocho del mes de octubre, mandó hacer llamamiento general á los ricos hombres y caballeros del reino, proveyendo que estuviesen en órden y á punto de guerra en el puerto de Salou para el postrero de octubre. Lo mismo se mandó á los barones de Cataluña, porque el rey tenia determinado de pasar con su armada á la isla de Menorca, por haber desafiado al arraez señor de la isla, de quien desde la pasada del rey don Pedro á Alcoy se tenia entendido que traia trato con los moros que no estaba en la obediencia y confederacion del rey, y poco antes se tuvo aviso que se queria recoger en los puertos de aquella isla la armada francesa y gente de guerra del condado de Rosellon, para la empresa de Mallorca y de las costas de Cataluña. Esto pareció ser de tanto inconveniente, y que importaba tanto al servicio del rey apoderarse y asegurarse de aquella isla, que determinó en lo mas áspero del invierno pasar á ella en persona, y no lo diferir para la primavera. Estuvieron en Tarragona por el principio del mes de noviembre, don Guillen de Anglesola, don Pedro Cornel, don Ramon Folch vizconde de Cardona, don Berenguer de Entenza, don Jaime Perez, hermano del rey, don Sancho de Antillon, don Rui Jimenez de Luna, comendador de Montalvan, y llegaron algunas compañías y gente de los consejos de las ciudades y villas del reino de Aragon. Estas se iban embarcando, como llegaban y dió cargo el rey de todo el ejército á don Pedro Cornel, y fuele forzado detenerse, esperando, que se acabase de ajuntar la gente, hasta veinte y dos de noviembre: y el rey se fué al puerto de Salou, á donde proveia en ordenar las cosas necesarias para aquel pasaje, y con acuerdo de los ricos hombres y de

su consejo se nombraron dos caballeros, á quien se dió cargo del gobierno de la gente de guerra, uno aragonés y otro catalan: y fueron diputados para este cargo Garci Garces de Arazuri y Acart de Mur. Hizose el rey á la vela en aquel puerto, y tomó tierra con su armada en Mallorca el segundo de diciembre, donde se detuvo hasta la fiesta de Navidad, por la aspereza del invierno: y de allí partió para la isla de Menorea, y entró con la mayor parte de la armada en el puerto de Mahon. La gente de la isla, fuego que se descubrió el armada, se habia recogido á un castillo que Hamaban de San Agaiz, y saliendo la gente á tierra, movió el rey con su ejército para poner cerco sobre él, pero vieron los que estaban dentro, que no se podian defender, y enviaron al campo dos moros, para que tratasen de parte del arraez con el rey de partido y ofrecieron que entregarian el castillo, y le dejarian la isla, y que por cada cabeza de moro ó mora, de cualquiera edad que fuese, le pagarian siete doblas y media por la persona, y por razon del oro, plata y perlas que cada uno tuviese, y lo demás que hubiese en el castillo é isla fuese del rey, y no pudiendo pagar aquella suma, quedasen en la isla, á donde estuviesen á su costa, hasta que fuese cumplida y si dentro de seis meses, despues que el arraez estuviese en Ceuta, ó en otro lugar de Berbería, no se hubiesen pagado, quedasen sujetos á la merced del rey, y por los que naciesen, se pagasen las mismas doblas, con condicion que á todos los que se saliesen de la isla, se diese seguro y salvo conducto del rey, y no se comprehendiesen en esta concordia los moros que se hallasen fuera del castillo, y fué acordado que el arraez quedase franco de aquella paga, con sus hijos y familia, y has ta en número de doscientas personas y que pudiesen llevar sus libros, y cincuenta espadas y la ropa, y el rey le mandase dar una nave en Ciutadella, en la cual, con los suyos se pudiesen pasar á Ceuta, ó á otra parte de Berbería, y el rey pagase los nolitos y fuese en su guarda y compañía, Ramon Marquet y Berenguer Mayol, y que todos los moros y moras que consigo llevase y sus hijos y familia, pudiesen salir libremente, sin que fuesen escuadriñados. Esto otorgó en nombre del rey Blasco Jimenez de Ayerve su amo y privado, á quien el rey don Pedro habia hecho merced del castillo y villa de Acheblas, de quien sucedieron los caballeros del linaje de Ayerve, que no eran de la casa real. Con estos pactos y condiciones se entregó el castillo á veinte y uno de enero de mil doscientos ochenta y siete, y dejándolo el rey puesto en buena defensa, y con gente de guarnicion, detúvose en Ciutadella, que era la principal fuerza y pueblo de la isla y anduvo visitándola hasta el segundo de febrero, y de allí se embarcó para Cataluña, y vino con su armada á la playa de Barcelona. Entonces salió aquella isla de la sujecion y poder de los infieles.

CAP. LXXXIX.-Que el rey don Sancho de Castilla se confederó con el rey de Francia, rompiendo la paz que tenia con el rey de Aragon.

En este tiempo el rey de Castilla estaba muy prendado en concordarse con el rey de Francia, y entre él y el rey de Aragon se rompian de cada dia las posturas y paces que habian asentado, teniéndose el rey don Sancho por muy agraviado en no le entregar sus sobrinos. Estaba en aquella sazon don Lope Diaz de Haro señor de Vizcaya apoderado del rey, y de la mayor parte del reino, á quien el rey de Castilla habia

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dado título de conde, y era el principal de su consejo y gran señor en Castilla, y muy poderoso, por tener al infante don Juan hermano del rey de su parte, que era su yerno, y haber ocupado los mejores lugares y castillos del reino de Leon: y don Diego Lopez de Haro su hermano era adelantado de la frontera, y tenia el conde á su mano todos los castillos del rey, de que él se habia apoderado : y estaba por esta causa el rey don Sancho muy rendido á su parecer y consejo. Trataba entonces, que el rey dejase la reina doña María, por casarse con doña Guillerma de Moncada, hija de don Gaston, vizconde de Bearne, tio del conde, con quien habia sido concertado su matrimonio en vida del rey don Alonso su padre, como dicho es: y esto no le parecia ser cosa difícil ni fuera de razon, mayormente no habiendo aun podido alcanzar el rey de Castilla la dispensacion de la sede apostólica para su segundo matrimonio, como se requeria: pero procurando la reina de ponerle en desgracia y desamor del rey su marido, y deshacerle y sacarle del gobierno de que estaba tan apoderado, ayudándose para ello del rey don Dionis de Portugal pudieron tanto con el rey de Castilla, que le indignaron contra él en tanto grado, que esperaba ocasion para le sacar de los negocios y gobierno del reino y trajo á su servicio don Alvar Nuñez hijo de Juan Nuñez de Lara, que estaba en Portugal, y habia hecho guerra de aquellas fronteras en los lugares del rey de Castilla. Trataba en un mismo tiempo el rey don Sancho de se confederar en amistad y liga con los reyes de Francia y Aragon, y entretenia á sus embajadores, que eran idos á su corte por aquella causa, diferiendo la determinacion y estaba en gran con fusion, no sabiendo cual partido debiese elegir, y sobre esto estaban los de su consejo muy discordes. El conde don Lope y el infante don Juan, eran de parecer que se aviniese y confederase con el rey de Aragon, y la reina y el arzobispo de Toledo y todos los otros del consejo eran de contrario acuerdo y trabajaron de le persuadir, que se confederase con el rey de Francia : y sobre ello habia gran division entre sus privados, que seguian estos pareceres, por diversos respetos. Sabido por el rey de Aragon, que habia esta diferencia entre los del consejo del rey de Castilla, aunque habia enviado sus embajadores para que procurasen de confirmar la amistad y concordia con él, por los mas licitos y honestos medios que pudo, tornó á enviar sobre lo mismo, de Menorca, estando en Ciutadella, á don Rui Jimenez de Luna. Este caballero, que era muy principal, y tenia gran autoridad entre los del consejo de rey, procuró de persuadir al rey de Castilla, á la amistad y confederacion del rey de Aragon: pero él se declaró entonces en seguir el consejo de la reina del arzobispo de Toledo, y confederarse con el rey de Francia y por esta causa se salieron de su corte, el infante don Juan y el conde don Lope, apartándose de su servicio.

CAP. XC.-De la embajada que el rey envió al rey de Inglaterra, para que se tratase de los medios de paz con los legados del papa, y con los embajadores del rey de Francia.

Tambien se tuvo aviso, estando el rey en la isla de Menorca, de Pedro Martinez de Artasona, que estaba en Burdeus, y fué enviado al rey de Inglaterra para entender en el tratado de la paz que pasaban á la conte del rey de Inglaterra dos arzobispos legados del papa que estaban en Tolosa, é ilan para tratar de la cou

cordia entre el rey y la Iglesia y habian de ser con el
rey de Inglaterra en Burdeus, para el segundo domin-
go de cuaresma. Con esto Pedro Martinez de Artasona
se vino para el rey, porque habia de enviar sus emba-
jadores para el mismo tiempo, para tratar con el rey
de Inglaterra y con los legados y embajadores del rey
de Francia, de los medios de paz: mas no pudiendo el
rey por su ausencia en Menorca, enviar para aquel tér-
mino su embajada, envióse á escusar con el rey de In-
glaterra. Despues á veinte de marzo deste año partie
ron de Barcelona don Gilabert de Cruillas preboste de
Solsona, Ramon de Reus arcediano de Lérida, Pedro
Martinez de Artasona y Juan Zapata, con poderes bas-
tantes para tratar de la paz. Los artículos sobre que
habian de conferir fueron de grande importancia, y el
principal era la revocacion de la donacion é investidu- |
ra que el papa Martin hizo á Carlos hijo del rey de
Francia, de los reinos de Aragon y Valencia, y del
principado de Cataluña. Porque contra ella se alegaba
por parte del rey don Alonso, que el rey don Jaime
habia hecho donacion destos reinos al infante don Pe-
dro su padre, y á sus hijos, y de la infanta doña Cos-
tanza su mujer y la donacion se hizo eotre vivos, re-
servándose el usufructo y despues de la muerte del
infante don Pedro, los dejaba á su hijo primogénito,
y que en las cortes que celebró el rey su padre, al
tiempo de su coronacion, mandó que le prestasen ho-
menaje y juramento de fidelidad los ricos hombres y
caballeros y pueblos de su reino, como á legítimo su-
cesor, segun la costumbre de España, para que le tu-
viesen despues de su muerte por señor: y así aunque era
menor de edad, aquel homenaje se hizo y fué equiva-
lente á emancipacion, como lo es, en lo que ha respec-
to á donacion y la menor edad, por esta razon no
le pudo perjudicar. Allende desto, antes que el rey
don Pedro partiese con su armada á las partes de Ber-
bería, le hizo donacion de aquellos reinos y señoríos,
reservándose el usufructo, y lo dejó así proveido por
su testamento. Siendo esto así, se pretendia por parte
del rey de Aragon, que era ninguno el derecho de su
adversario en la sucesion de estos reinos y estados,
que sus antecesores habian conquistado de los infieles:
y pedíase por su parte, que se revocasen los procesos
y sentencias que sobre aquella causa se habian decla-
rado: pues él era libre de culpa de los daños que se
habian seguido: y el entredicho que se puso en sus
reinos habia sido sin ser él amonestado, convenido
ni convencido: y se habia puesto contra derecho y
justicia, y en perjuicio notorio suyo y de la tierra. Ha
bíase de tratar en lo que tocaba al rey de Mallorca, y
pretendia el rey de Aragon que por estar capitula-
do cerca del directo señorío, de que el rey don Jai-
me habia hecho donacion al rey don Pedro, que habia
excedido el rey de Mallorca contra aquello en muchas
formas, principalmente que siendo requerido por el
rey su padre que le ayudase y valiese contra sus
enemigos, no solo no lo hizo, pero se confederó con
ellos, y les dió gran favor y asistencia en la entrada
de Cataluña, que él con mucha instancia habia procu-
rado. Cuanto-á la causa y derecho del reino de Sicilia,
decia el rey de Aragon que el rey don Jaime su berma-
no estaba aparejado de reconocer y tener aquel reino
por la Iglesia y cumplir lo que por aquella razon era
obligado y de estará juicio y derecho delante de jueces
competentes, con los que algo contra él pretendiesen
por aquella razon, y acometió á estos embajadores,
que notificasen al rey de Inglaterra lo prometido por

TOMO IV.

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el príncipe de Salerno al rey don Jaime estando en Sicilia, en vida del rey don Pedro su padre, de que arriba se hace mencion. Entre otras pretensiones y demandas, que de todas partes se proponian, el rey repetia el derecho que le competia en el reino de Navarra, por la adopcion que el rey don Sancho hizo al rey don Jaime su abuelo, como parecia por los juramentos y homenajes que los de aquel reino hicieron para que tambien se tratase de la satisfaccion y fuese restituido en su derecho. Mas entre todas estas pretensiones era muy importante lo que tocaba á la deliberacion de los hijos del infante don Fernando, que era otro ar→ tículo de los mas principales en estos tratos, y á esto se respondia por el rey de Aragon, que el rey don Sancho por una parte los pedia, diciendo que habian sido sacados de su reino, y por otra la infanta doña Blanca su madre, y hasta que fuese determinado á quién se debia dar, no convenia ponerlos en libertad: pero que estaba aparejado, que habiéndose visto y determinado sobre ello, por quien debiese ser juez en aquel negocio, haria lo que fuese declarado por justicia. Juntamente con esto iban los embajadores advertidos que no consintiesen ni diesen lugar que la reina doña Costanza ni el rey de Sicilia su hijo dejasen ó cediesen algunas de las tierras ó estados que poseian, si no era en lo que tocaba á Calabria, de la cual en caso de concordia, queria el rey don Jaime que fuese exceptuado el arzobispo de Rijoles, para que quedase con el reino é isla de Sicilia; y llevaban remision, que si por la otra parte se otorgase lo que el rey de Aragon pretendia, y se pidiese que el príncipe de Salerno fuese puesto en su libertad, se consintiese por ellos, y ofreciesen que ha biéndose cumplido entonces se libraria, y cuanto á los sobrinos del rey de Castilla prometiesen que serian librados de la prision en que estaban, sacando al rey de Aragon salvo y libre de toda obligacion, y porque don Alonso casase con la infanta doña Violante su hermana, y á él se diese el reino de Murcia, para que quedase unido en la corona de Aragon. Estos embajadores fuéron á Bardeus, donde el rey de Inglaterra estaba, y trataron con él de algunos medios: y despues por su mandado con Enrico de la Sey, conde lincoliense, que era su primo y su mayor privado, y con Carlos de Ludia su tesorero y con el obispo danelinense y con Juan de Vesey, que eran de su consej, y con ellos intervinieron los legados apostólicos: pero no se resolvieron ni concordaron en medio alguno, y quedó el rey de Inglaterra prendado de procurar vistas con el rey de Aragon, para que mejor se encaminasen estos hechos y negocios que tanto importaban á la quietud y pacífico estado de toda la cristiandad. En este medio, estando el rey en Barcelona, llegó Beltran de Canellas de la isla de Sicilia, que fué enviado por el rey don Jaime, por avisarle de las cosas que en aquel reino ocurrian, principalmente á pedir le mandasen entregar la persona de Alaimo de Lentin, pues era su natural y vasallo, porque el rey don Pedro su padre por justas causas y concernientes al estado y corona de Sicilia, dejó proveido que estuviese en buena custodia. Esto se pedia por el rey don Jaime, porque tuvo noticia, que el rey su hermano habia mandado aliviarle de la prision en que estaba, que era muy estrecha, y habia sido suelto Divolso de Mineo su sobrino, que era partícipe en la conspiracion de Alaimo, al cual el mismo Beltran de Canellas encontró en Mallorca, y por la comision que del rey de Sicilia traia, le mandó prender, y por órden de el rey le 38

fué entregada la persona de Alaimo de Lentin, y de sus sobrinos, con los cuales se embarcó en una nave en Barcelona, á diez y seis de mayo deste año, y llegando cerca de Sicilia, á vista de Maretano, que es una isla que dista de Trapana por el occidente cuarenta millas, fueron echados en la mar vivos, en pena de su maleficio. Este fin hizo Alaimo de Lentin, que fué el principal ministro de la conspiracion contra el rey Carlos, y el autor de entregar aquella isla al rey de Aragon, y habiendo reconocido el rey su servicio y hecho el mayor de aquel reino, tratándole como si fuera su padre, con suma ingratitud y desconocimiento perdió á sí y á los suyos, por su inconstancia y gran liviandad.

reino, y no fuesen con el rey, ni le acompañasen en aquel viaje. Estos caballeros hallaron al rey en el Castellar á veinte y nueve de mayo, y estaban con él don Pedro Cornel, don Artal de Alagon, don Atho de Foces, don Lope Ferrench de Luna y don Pedro Martinez de Luna ricos hombres, y don Gombal de Tramacet, Alaman de Gudal, Guillen de Pueyo, Sancho Duerta y Pedro Maza de las Cellas, mesnaderos: y ante ellos le dieron la carta y explicaron su creencia, é hicieron el requerimiento. En la carta iban firmados los nombres de aquellos ricos hombres que estaban en Zaragoza: y sellada con sus sellos, que eran estos, don Pedro señor de Ayerve, tío del rey, don Jimeno de Urrea, don Blasco de Alagon, don Pedro Jordan de Peña, Amor Dionis: y el rey respondió, que él enviaria sus mensa

CAP. XCI.-De la entrada que hicieron en el reino de Va-jeros á aquellos ricos hombres, y á los de la union: y lencia, las compañías de la union, y de lo que se pidió al rey.

vinieron á Zaragoza Alaman de Gudal y el maestro Gil Alvarez. Con ellos el rey se escusó por escrito: en el cual se contenia, que no le parecia contravenir á lo que el privilegio disponía y tenia jurado, por haber concertado vistas con el rey de Inglaterra: porque aun él no sabia lo que en ellas se habia de tratar, puesto que procuraba de encaminar sus negocios lo mejor que podia, á provecho suyo y de sus reinos: y porque se determinase mejor, queria llevar consigo á los ricos hombres y mesnaderos de Aragon, para que le sirviesen y le aconsejasen, en lo que en aquellas vistas se hubiese de tratar. Pedia, que así lo hiciesen, pues aquello era lo que siempre se habia usado en Aragon por los reyes sus antecesores: y decia, que por esta razon esperaba dellos, como de fieles y leales súbditos y vasallos, que en aquella jornada le servirian y ayudarian: rogándoles, que no le pusiesen estorbo, estando para deliberar en la resolucion de concordia sobre ne

Los ricos hombres y mesnaderos, que estaban en Zaragoza, como entendieron que las provisiones que el rey habia dado, para que se guardase en el reino de Valencia por todos en general el fuero de Aragon, no se obedecian, ni las querian cumplir los oficiales reales, ordenaron en el mes de diciembre del año pasado, que todos los de la jura se aparejasen con sus armas y caballos y pan para tres meses, y se ayuntasen en la villa de Teruel por todo el mes de enero siguiente, para entrar en el reino de Valencia y hacer guerra y daño á las personas y bienes de los justicias y bailes y otros oficiales y personas que aquello contradecian, y á los lugares que lo impedian: y proveyeron, que se pregonasen las huestes por todas las ciudades y lugares de la jura, para que á cierto dia se hallasen en Teruel, con esta provision, en el mismo tiempo que el rey estaba sobre Menorca, entraron di-gocios tan graves y de tanta calidad é importancia. versas compañías de gente de caballo y de pié por el reino de Valencia, é hicieron muchas talas y daños, hasta llegar á talar los términos de Valencia y de Murviedro. Estando ocupados en esto, entendiendo, que el rey despues de haber ganado la isla de Menorca, era vuelto á Barcelona, habida deliberacion entre sí, acordaron, que era mas expediente negocio embargar al rey el servicio y las rentas para que mandase que aquello se guardase, que no destruir los lugares de aquel reino y sobreseyeron en hacer mas daño del hecho y por el mes de mayo enviaron al rey á don Pedro Ladron de Vidaure, y á don Jimen Perez de Pina, y otros mensajeros. Estos dijeron al rey, que por que habian entendido, que determinaba de verse con el rey de Inglaterra fuera del reino, le suplicaban, que aquello se tratase de consejo de la corte y tuviese por bien de venir á Zaragoza desta parte del rio Ebro, ó á una de las villas de Tarazona, Calatayud, Daroca 6 Teruel, para tomar consejo sobre aquel viaje, y dar órden en las cosas del estado y gobierno del reino. Esto se notificó al rey, tan humilmente y con tanta reverencia, cuanto ellos pudieron, y llevaron órden, que no queriendo venir en ello, pidiesen que señalase dia y lugar á la corte: y si lo rehusase de hacer antes de su viaje, se testificase instrumento público de aquel requerimiento, y le dijesen que forzados por lo que el privilegio disponia, harian de su parte todo aquello que pudiesen, para que la intencion y fin de la union viniese en efecto: y aquello hecho requiriesen á los ricos hombres y caballeros, que en la corte del rey hallasen, que viniesen á la ciudad de Zaragoza, para consultar con ellos en lo que convenia proveer al bien del

Pues en caso que ellos tuviesen por bien de enviar á las vistas algunas personas, le placeria dello mucho; porque pensaba que tendria mas cumplido consejo: y si alguna cosa faltaba por ejecutar de lo contenido en el privilegio, y de lo que habia jurado, estaba presto de mandarlo cumplir: encargándoles que por cuanto el término de las vistas era breve y no se podia divertir á otros negocios, por su honor y gracia le esperasen hasta que fuese vuelto, sino eran tales cosas, que tan brevemente se pudiesen despachar, que en dos dias se concluyesen. Mas no se satisfacieron desta respuesta, y requirieron á los ricos hombres que estaban con el rey, que viniesen á Zaragoza y no fuésen en aquel viaje. Porfiando todavía los de la union en su demanda, enviaron otra vez à requerir al rey, que tuviese por bien de venir á Zaragoza á tener cortes, para ordenar el estado del reino: y por cumplir todo aquello que conforme al tenor del privilegio general se debia ordenar: y con esta embajada fueron Gil Martinez de Atienza, Pedro Jimenez de Iranzo, Miguel de Albero, Bartolomé de Eslava, Gil de Hontiñena, Juan Perez de Ejea, caballeros, y los procuradores de las ciudades y villas de la union. Llevaban órden, que no siendo servido de venir á Zaragoza, aquellos caballeros se despidiesen dél, y todos los ricos hombres mesnaderos y caballeros, que eran de la union: y dejasen la tierra que tenian por el rey en honor: y hecho esto le dijesen de parte de la union, que buscarian y demandarian toda ayuda y defensa que haber pudiesen por cualquier manera, de suerte, que lo contenido en el privilegio y su juramento hubiese efecto y que entretanto no irian, ni se ballarian en su servicio, antes le tendrian em

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