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de Picardía, con muchos de los suyos, mas como el castillo, que es muy fuerte, enviaron á dar aviso al ejército francés se iba acercando, los perpiñaneses de- rey, que si allá iba con gente que pudiese dejar en jaron las armas, y la gente de guerra se fué apoderan- guarnicion para su defensa, se le entregaria, y secre→ do de las torres é iglesias, y lugares mas fuertes de tamente partió con cincuenta de caballo, y mil almola villa. Estaba en este tiempo por el rey de Francia | gáraves, y por la montaña tomó el camino de Colibre; todo el condado de Rosellon, y solamente habian toma- pero como deste trato tuviese aviso Arnaldo de Saga do la voz del rey de Aragon, Castelnou y Montes- alcaide del castillo, que lo tenia por el rey de Mallorquiu, y la ciudad de Elna, que está hacia la parte de ca, por la division que habia entre la gente de guarda la marina, y es lugar muy famoso, por haber tomado dél, puso mejor recaudo del que tenia, y estaba con el nombre de Elena madre del emperador Constantino, gran vigilancia, y como el rey hubiese llegado muy en cuya memoria se fundó, y por haber sido muerto cerca del castillo para hablar al alcaide, creyendo en él el emperador Constante su nieto, por asechanzas que se movia aquel trato con su consentimiento, se y traicion de Magnencio, y está muy cerca del puerto fué acercando con solo un compañero y su perpunte de Colibre. Habíase recogido dentro mucha gente de vestido, y habló al alcaide, pero disimulando, que no Rosellon con sus mujeres y hijos, con mucho basti- le conocía, porque se acercase mas, mandó á un ballesmento, y tenian el lugar por el rey de Aragon, pero tero que le tirase, y como el rey lo entendió, hirió de no habia gente de guerra que la pudiese defender, y las espuelas el caballo, y retiróse con harto peligro, y así enviaron á suplicar al rey les enviase algunas com- fuése con su compañía al puerto que está junto de la pañías de caballo, para que estuviesen con ellos en su villa, y pegaron fuego en ella hasta el muro viejo, y á defensa, y el rey envióles un baron muy principal de las galeras y navíos que estaban en el puerto, y volCataluña, que se decia Ramon Durg, y entróse una vióse al collado de Panizas. Tuvieron entónces los frannoche dentro con hasta treinta de caballo. Los vecinos ceses gran recelo, que el rey tenia sus inteligencias estaban muy divisos, y acaudillábanse mal por él, y re- con los de Rosellon, y que en ellas se concertaba;con el celando, que no le entregasen al rey de Francia, y le rey su hermano, y sabiendo el rey de Mallorca, que diesen la ciudad, salióse secretamente una noche con entre los de Colibre habia disension, partió luego para los suyos, y dejaron sus armas y caballos, pero los allá, por se amparar de aquella fuerza, y poner gente vecinos se defendieron, cuanto bastaban sus fuerzas, de guarnicion en ella, y recogiéronle dentro con pacto con grande ánimo y valor y fueron tan recios y con- que no entregase el castillo á los franceses. Mas los altinuos los combates, que la entraron por fuerza de ar- mogáraves, que eran muy pláticos en aquella montaña, mas y pusieron á saco, ejecutando en aquella entra- y muy diestros y ejercitados en aquel género de guerda cuantos géneros de crueldades puede padecer un ra, por diversas partes acometian á los enemigos y sucepueblo que es entrado por enemigos, y fué quemada dian entre ellos y los franceses muy amenudo algunas la mayor parte dél. Estando el rey en este tiempo en escaramuzas, y de improviso les daban rebato y quiel collado de Paniza, dió aviso á los ricos hombres y taban los bastimentos y provisiones que venian al real caballeros, y universidades del reino de Aragon, de la de los franceses. Un dia Ugo conde de Ampurias tenienentrada que el rey de Francia habia hecho en Rose- do aviso, que una recua de mas de mil y quinientas Ilon, para que todos fuesen en su servicio, y porque se acémilas del ejército del rey de Francia, habia llegado tuvo cierto aviso, que los monjes de un monasterio y cerca de Colibre, para cargar la provision que venia abadia, que entonces habia en el Vayo, lugar muy vede Marsella, salió de noche de la bueste del rey con cino á la frontera de Navarra, que era de don Jimeno cincuenta de caballo y cien peones, y pasó el valle que de Urrea, tenian trato de entregar à traicion á los na- dicen de Bauuls y caminó delante del castillo de Colivarros, que estaban en la frontera, el castillo, prove- bre de suerte que no fué sentido de los enemigos y reyó el rey con gran diligencia, que Miguel Perez de partió su gente en una celada, y él con algunos de caIsuerre, que estaba en él por alcaide, prendiese á to- ballo salió al camino, por donde habia de pasar la redos los monjes, y así se puso en ejecucion, y fué pro- cua, en que venian ciento y sesenta de caballo y dos veido aquel lugar y frontera de grandísimo número mil peones. Estando ya cerca, salieron de diversas de gente, y los lugares de Sos, Tiermas y Salvatierra. partes de la celada y acometieron con grande grita á Habia el rey mandado armar en las costas de Cataluña los franceses, y viéndose salteados, recelando que fuey del reino de Valencia dicz galeras, y hizo almirantes se mayor número de gente, pusiéronse en huida, y el á Ramon Marquet, y Berenguer Mayol, y con ellas y conde con algunos de los suyos se adelantó tanto biotros navíos de jarmada se pusieron en orden, para riendo en ellos, que fué preso, pero llegando alguna proveer á las ocasiones que ocurriesen. Con esto se gente de caballo por una senda y entre ellos el primemandó al infante don Jaime, que le enviase con ar- ro un hermano del conde, que no tenia sino diez y mada de galeras y naos al príncipe de Salerno, pro- ocho años, fueron atajados los que le llevaban, y coveyendo, que luego viniese el almirante en socorro de mo iban desbaratados y en huida hirieron en ellos con aquella guerra, por la grande necesidad que se le ofre- tanto ánimo, que mataron diez y siete caballeros, y cia en la defensa de sus reinos, esperando poder ofen- hasta ochenta soldados, y cobraron el conde y tomaron der con el armada de Sicilia á sus enemigos, porque gran parte de la recua, con la cual se volvieron al coeste solo recurso le quedaba el rey, para la defensa de llado de Panizas. En esto el rey de Francia y el legado Cataluña, quitar la provision que venia de la Proenza enviaron con un rey de armas á requerir al rey de al ejército del rey de Francia. Tenia el almirante Roger Aragon, que no le impidiese el paso, y desambarazase de Lauria en esta sazon cuarenta galeras, y habia ido el señorío que la Iglesia habia dado á Carlos su hijo, con ellas sobre la ciudad de Taranto, y cercóla con es- porque se escusasen las muertes y daños y la destrucperanza de poderla reducir al servicio del rey. Entre-cion de la tierra, que de lo contrario se podia seguir. tanto que el ejército francés estuvo sobre la ciudad de Elna, y se detuvo en aquel cerco, algunos de Colibre, que deseaban servir al rey de Aragon, y estaban en el

Á esta demanda respondió el rey muy cortesanamente diciendo, que parecia bien cuán poca tenia en ella, quien con tanta liberalidad y largueza se la daba, y

que no le costó tanto, como á los reyes sus predeceso- Jugar, y estaba dentro el obispo de Huesca con alguna res, que le ganaron y conquistaron derramando su sangre, que tuviesen por muy sabido, que el que la quisiese, la compraria tan caro que se arrepentiria de haber tomado tal empresa como en breve pensaba, mediante Dios, que lo conocerian.

CAP. LXI. De la entrada del rey Filipo de Francia con su ejército en el Ampurdan y Gironės.

Estuvo mas de veinte dias el rey de Francia con su ejército al pié de los montes, y habia ya entrado el mes de junio y conocida por los franceses y gente extranjera la dificultad del paso de la montaña, perdieron mucho del ánimo y orgullo que traian. Era de parecer el legado, que pasasen por el collado de Panizas, y otros eran de muy contrario consejo, y habia entre ellos grande diversidad y contradiccion. Sucedió en este medio, segun Aclot escribe, que el rey de Mallorca envió al rey de Francia al abad del monasterio de San Pedro de Rosas, que era francés por ser de la obediencia del monasterio de la Grasa, que está junto á Narbona, y á un caballero su vasallo que decian Pedro de Santapau, y avisaron de cierto paso, del cual no se recelaban los nuestros, y que con poca dificultad se podia aderezar por donde pasase el ejército, que está en un cerro sobre la villa de Peralada, que Montaner llama el collado de la Manzana. Fué reconocido aquel lugar por el conde de Armeñaque y por el senescal de Tolosa, y con mil de caballo y dos mil peones, fuéron con los gastadores y abrieron el camino, de suerte que el ejército pudiese pasar por él. Despues subieron hasta siete mil de caballo y diez mil peones, y se apoderaron de la sierra, y echaron los que habia de guarda, que eran hasta ochenta soldados de Castellon, y porque á caso el conde de Ampurias era ido con sus compañías á reconocer sus castillos, corrieron hasta lo bajo la via de Peralada y Castellon. Aquel dia bien tarde á puesta de sol lo restante del ejército del rey de Francia comenzó á pasar el recuesto de la montaña, é iba delante la gente de caballo y caminaron sin estorbo alguno hasta llegar al paso, y entraron por él, y pasaron en diversos dias el bagaje, y estaba el camino tan abierto, que pasaban los carros sin mucha dificultad y repararon en un cerro que está junto de Peralada, y la armada de Francia vino en la misma sazon á tomar tierra entre Castellon de Ampurias y el monasterio de San Pedro de Rosas, y el real del rey de Francia se asentó delante de la villa de Peralada al pié de la montaña junto á San Quirse y de allí se fué estendiendo de la Garrigüela á la Garriga y Valguarnera y á Pujamilot, por todo aquel llano de Peralada. Visto por el rey de Aragon, que el ejército y campo francés habia pasado sin ninguna resistencia, y estaba junto à Peralada, tuvo gran recelo no hubiese consentido en ello el conde de Ampurias, porque estaba entonces en Castellon, y habido su acuerdo con los ricos hombres y de su consejo mandó levantar las tiendas y que todos siguiesen el camino de la puente de Girona, dejando el de Figueras, y tomasen el camino de la montaña, para el monasterio de Bañuls, y que no pasasen por el Ampurdan, con recelo del conde, y dejóles al conde de Pallás, y él tomó el camino de Figueras por saber nueva cierta del conde de Ampurias de quien tenia sospecha, que se hubiese confederado con el rey de Mallorca y de Junquera, proveyó que los de aquel lugar pasasen su ropa y la gente inútil al castillo de Rocaberti. Cuando llegó á Figueras, halló que los vecinos se habian salido del

gente y con enojo que la hubiesen desamparado los vecinos mandaba poner fuego en ella, pero á suplicacion del obispo y del conde de Pallás, y de los ricos hombres que con él estaban, no se puso en ejecucion. De allí mandó el rey llamar al conde de Ampurias, que estaba en Castellon, yen presencia de los ricos hombres le animó, para que se dispusiese á resistir los enemigos, y con valor y esfuerzo recogiese sus vasallos y visitase todos los lugares de su señorío, y con diligencia se entendiese en la fortificacion y defensa de los lugares que se podian sosténer, pues era uno de los mejores y mayores barones de Cataluña, así en nobleza, como en riqueza de tierra y vasallos, y él y los de su linaje habian sido siempre leales á los reyes sus antecesores, y deseaba que en aquella jornada se cenociese, cuanta razon habia de confiar dél el mayor peso de la guerra. El conde le aseguró que amaba y deseaba su servicio, y que le habia de seguir contra todos los hombres del mundo, mas como importaba tanto aquello, siendo la llave y fuerza de Cataluña, el rey no se acababa de confiar, y por otra parte no queria dår á entender, que no se tuviese por muy servido dél, y estando el rey en Girona á diez y nueve del mes de junio, un dia antes que el ejército francés acabase de pasar los montes, hizo merced al conde para él y sus sucesores, del vizcondado de Bas y de las villas y castillos de Castelfollit, Montagudo, Monros y Muñol, que el rey habia comprado de doña Sibilia, madre del conde que se llamó Ponce Ugo. Volvióse el conde por mandado del rey á Castellon, y comenzó à fortificar aquel lugar de bastidas y barreras, y el rey con su gente fué de Figueras á Peralada, y con tanta diligencia iba reconociendo y visitando todos los lugares de aquella frontera, que muy pocas horas paraba en ningun lugar, y andaba discurriendo por todas partes, no se confiando del conde de Ampurias, y mandó quedar en Peralada toda la gente de caballo, y partió á Castellon para reconocer la provision que el conde hacia en la fortificacion de aquella villa, y vuelto á Peralada repartió los caballeros y gente de guerra por sus estancias, que estuviesen en defensa de la villa, y mandó fortificar ciertas bastidas, al tiempo que el ejército de Francia estaba á la vista, y habian pasado desta parte de los montes ocho mil de caballo y cincuenta mil peones. Halláronse en esta sazon con el rey, Armengol conde de Urgel, Arnao Roger conde de Pallás, don Ramon Folch vizconde de Cardona, don Dalmao vizconde de Rocaberti, don Ramon de Moncada señor de Albalate y senescal de Cataluña, don Berenguer de Entenza, señor de Mora y Falsete, don Ramon de Moncada señor de Fraga, don Pedro de Moncada señor de Aitona, don Berenguer de Puchuert, don Ramon de Cervera señor de Juneda, don Ramon Berenguer de Anglesola, con la mayor parte de la caballería de Cataluña. Entónces tomó el rey su acuerdo con estos ricos hombres, de lo que debia hacer, y fueron de parecer, que el rey no aventurase su persona en aquel lugar, y se fuése para Castellon, ó á otra parte que mas conviniese, y que ellos quedarian en defensa de Peralada, y el rey se fué con solos tres caballeros á Castellon, y dejó en Peralada al infante don Alonso, y al conde de Pallás por general, mas luego se entendió, que no se podria defender por no estar bastecida de armas y otros pertrechos, y mandó que se saliesen dellas y sacasen toda la gente, para que se viniese á Girona, y pegaron

das y labrar sus barreras, y pertrechar los muros, y derribar las casas que estaban defuera, arrasando el campo. Está asentada Girona en un recuesto, y por junto á ella corre el rio Ter, que hace un hondo barranco, que por aquella parte la defiende, y era bien murada de una muralla antigua muy fuerte. Lo alto de la ciudad á la parte de oriente tiene la iglesia mayor, y junto à ella las casas obispales, y en lo mas alto tenia una torre muy grande y bien fuerte de grueso muro, que llamaban la Gironella, adonde estaba la mayor fuerza de la ciudad. Todo esto mandó fortificar el vizconde y poner gente que defendiese las torres y muros, y repartió las estancias que hizo dentro del muro antiguo, y lo demás mandó derribar salvo la iglesia de San Feliu que estaba fuera bajo de la iglesia mayor, en la cual mandó poner algunos almogáraves, gente bien escogida, que la defendiesen. Con esto partió el rey con alguna gente de caballo y vino a Barcelona, de que se siguió que todas las villas y lugares de aquella comarca, hasta upa jornada de Barcelona, hubieron tanto miedo del ejército francés, que dejaron sus casas, y se salieron de las villas y castillos y alquerías en que estaban,

ra y á los lugares fuertes, que habia en algunos co-
llados y rocas, que se detuvieron por el rey de Ara-
gon, por ser de su naturaleza y sitio muy enriscados y
fuertes. Estos eran en el Ampurdan Rocaberti, Reque-
sens, Carmenzo, el Castillo de Lerz, la fuerza de San
Salvador, que eran del conde de Ampurias y de don
Dalmau vizconde de Rocaberti. En el Gironés estaban
en defensa la ciudad de Girona, Campredon, el castillo
y villa de Besalú, y en el Vallés el castillo de Monso
riu, que era uno de los mejores y mas fuertes que
habia en aquellos tiempos y era del conde de Ampu-
rias. Todo lo restante quedó desierto y se dejó á los
enemigos, hasta las puertas del castillo de Moncada,
muy junto á Barcelona, que era del vizconde de Bear-
ne, y lugar muy fuerte, y en este castillo
en el de
Montornes, cuyo señor era don Berenguer de Enten-
za, por ser muy importantes se pusieron algunas com-
pañías de soldados en su defensa.

fuego á la villa y salieron della estando muy junto el campo del rey de Francia, y todos aquellos ricos hombres se recogieron á Castellon y de allí se vinieron recogiendo para Girona. Este caso se cuenta por Aclot, en gran alabanza y honra del vizconde de Rocaberti, porque viendo el rey que estaba muy congojado, porque recelaba que se perderian si emprendiesen de defender à Peralada, y que era gran pérdida, si se desamparaba una tal villa á la entrada del Ampurdan, el vizconde que era señor della, dijo al rey, que él lo remediaria y aseguróle que él tomaba á su cargo, que ni los enemigos la tomasen, ni de ella pudiese venir daño á la comarca, y el rey mostró desto gran contentamiento, y entonces el vizconde se fué con su gente á poner dentro, y se puso fuego á la villa. Apénas era salido el rey de Castellon, cuando se entregaron los vecinos á los franceses, y de allí se fueron ocupando algunos lugares del Ampurdan, que no estaban en defensa. Vinose el rey á un castillo junto de Girona, que se dice Pontons, en el cual estaba un caballero catalan, llamado Bernardo de Monpaho, y envióle á Torrella de Mongriu, para que sacase de aquel castillo los infantes, hijos del rey de Mallorca, con órden que se llevasen á Barcelona, y de allí se vino para Girona, adon-desamparando la tierra liana, recojiéndose á la sierde estaban ayuntadas las compañías y gente de las veguerías de Cataluña, y los de aquel lugar estaban tan alterados, que muchos desamparaban sus casas y se salian fuera de la ciudad, y los soldados y gente de guerra se desmandaba por ella, robando y haciendo algunos daños. Allí deliberó el rey, que se fortificase Girona, y atento que no tenia gente para poder resistir á su enemigo, ni esperarle en el campo, y que convenia dar lugar al ímpetu y furia francesa, y que se entretuviese la guerra hasta el invierno, mandó despedir la gente de los concejos, y quedaron tan solamente los ricos hombres y caballeros, con los almogáraves, y mandólos entremezclar con gente de aquellas fronteras en los lugares y castillos que se podian defender. Hubo entonces gran diferencia cerca de lo que convenia á la defensa de Girona, porque á los unos parecia dificultoso y casi imposible, que se pudiese defender, y eran de acuerdo, que se desamparase como los otros lugares del condado de Ampurias, pero el vizconde de Cardona con gran ánimo de servir al rey, como fuese muy valiente caballero y de gran corazon, y de los mas señalados de sus tiempos, dijo que él era alcaide de Girona, y por la costumbre de Cataluña, no podia escusar de tomar á su cargo la defensa, y ofreció, que él esperaria en ella con los suyos cualquier peligro y afrenta que viniese, y el rey se tuvo dello por muy servido, por lo que importaba para la defensa de toda Cataluña, que aquel lugar no se desamparase, y mandó salir todos los vecinos de Girona, y puso gente de guerra la que bastaba para su defensa, y dió orden como fuese proveida de vituallas de los lugares circunvecinos, y nombró para que quedasen con el vizconde, á don Guillen de Castelauli, y a don Guillen de Anglesola, y Beltran de Canellas y algunos otros barones y caballeros, que podian ser hasta en número de ciento y treinta de caballo, y dos mil y quinientos almogaraves, gente muy ejercitada y plática en la guerra, con lanzas y ballestas, entre los cuales habia seiscientos moros del reino de Valencia, muy escogidos ballesteros, con ballestas que decian de dos piés, y salióse el rey con la otra gente. Proveyó el vizconde con gran diligencia en la fortificacion de Girona, y mando hacer algunas basti

CAP. LXII.-Del cerco que el rey de Francia puso con su campo sobre Girona.

Rendida que fué la villa de Castellon de Ampurias al rey de Francia con tan poca resistencia, como en lo precedente está dicho, anduvieron los franceses discurriendo por el Ampurdan, sin hallar gente por los lugares en su defensa. La mayor parte del campo fué á ponerse sobre la fuerza de San Salvador que tenia un castillo muy fuerte, y está sobre el monasterio de San Pedro de Rosas, y los que estaban dentro le rindieron á los franceses sin esperar combate, temiendo que les faltarian las vituallas y que no podrian ser socorridos. Corria la armada francesa toda la costa ocupando los lugares y puertos que en ella hay desde Colibre hasta Blanes, y la mayor parte se recogió en el puerto de Rosas, á la entrada del Ampurdan, por ser puerto muy espacioso, y la comarca fértil y abundosa de todas las cosas necesarias, y la otra parte hacia sus viajes á la Proenza y á las islas de Mallorca y Menorca, porteando lo que era necesario para la provision del ejército. Del castillo de San Salvador movió el ejér cito contra el castillo de Lerz, y fué acometido con muy recios combates, y á la postre se hubieron de rendir los que estaban en su defensa salvando las vi

das. Allí se hizo la solemnidad de poner el legado á Carlos en la posesion del condado de Barcelona, con las tierras y señoríos de Cataluña, y celebró la fiesta dello con grande alegría, por ser el primer lugar de Cataluña, que se habia ganado por fuerza de armas, y se repartió Carlos la tierra de Cataluña y nombró en ella su senescal, y de allí partió el rey de Francia con su ejército, con determinacion de ir sobre Girona, y llegó la mayor parte de la otra parte de la puente, á donde se alojaron, y comenzó á dividir las estancias del ejército. Asentado el campo en torno de la ciudad envió el rey de Francia al conde de Fox, para que tratase con el vizconde de Cardona, rindiese aquella plaza ó se aparejase otro dia para la batalla, con promesa que se haria el mas rico hombre que en España hubiese. Trabajó el conde que era su deudo, de persuadirle lo que el rey de Francia pretendia, afirmando que no se podria escapar de ser preso, alegando que la fidelidad y obediencia se debia principalmente á Dios y á la Iglesia, pero no dando lugar el vizconde á las pláticas del conde de Fox, el real se fué acercando para combatir la ciudad, y los de dentro se apercibieron con grande animo en su defensa. CAP. LXIII.-De lo que ordenaron los de la union del reino para socorrer al rey.

convenir, pero lo mas por sí lo ponia en ejecucion, acomodando los consejos y provisiones para los casos que pudiesen suceder. No era tan áspero y severo con los soldados particulares, cuanto consigo mismo, y en templanza, solicitud y trabajo competia con to dos, ni en otra cosa se mostraba superior, sino en sola la magestad de su persona y en el título de la dignidad real. Esto ponia á todos tanto ánimo que se aven→→ turaban á cualquier peligro.

CAP. LXIV. —De la batalla que tuvieron por mar Ramon Marquet y Berenguer Mayol, en la cual fué preso y vencido Guillen de Lodena, almirante de Francia. Mandó el rey armar en Barcelona á gran furia once galeras que estaban surtas, para defender la playa y fortificar la ciudad, é hizo labrar muchas bastidas y castillos de fusta por el muro, y diversas máquinas y trabucos, y en breve tiempo se puso la ciudad en defensa. Allende de las galeras habia muchos navíos y saetías de particulares catalanes y valencianos, que andaban á corso, y discurrian por toda la costa de Nar→ bona y de la Proenza, y hacian mucho daño en los navíos y barcas que de Marsella y de otras partes ve→ nian al real del rey de Francia. Entre estos corsarios, segun escribe Aclot, habia uno muy señalado y famoso que llamaban Albesa, que era de Alicante, y con algunos compañeros usados en aquella guerra, con solo un leño de veinte y ocho remos que tenia armado, engolfándose por no ser descubierto de la armada francesa, que estaba repartida en San Feliu de Guixols y en los puertos de Rosas y Colibre, hizo vela y fué á surgir á la punta del Grao de Narbona, y descubrió trece barcas que venian la via de Marsella, de las cuales las siete resurgieron en el Grao, y hormegáronse dentro en tierra, y á la tarde poniendo en orden Albelsa los suyos, entró en el Grao donde estaban aquellas barcas y algunas otras, y entraron en ellas sin defensa alguna, y aprisionaron los que dentro estaban é hizo una grande presa, y desta suerte otros corsarios hicieron mucho daño y grandes saltos en los navíos de los enemi→ gos, y de la presa daban el quinto al rey. Por otra parte Ramon Marquet y Berenguer Mayol, vicealmirantes de Cataluña, con diez galeras se salieron para tomar lengua de lo que los almirantes de Francia determinarian, y llegaron á San Feliu de Guixols, dejan➡ do atrás la armada de Francia, y allí tuvieron nueva que veinte y cuatro galeras estaban entre Rosas y San Feliu, y fuéron á furia de remos á combatirla, y estando á tiro de ballesta, acometieron los unos para los otros, y embistieron los nuestros las galeras de Francia tan juntas y tan bien concertadas, que las hicieron dividir en tres partes, y encerrando en medio los catalanes siete galeras de los franceses, les dieron tanta priesa y las acometieron tan esforzadamente, que las ganaron é hicieron tanto estrago en ellas, que apenas quedaron doscientos hombres. Esto se hizo con mucha celeridad y presteza, ántes que las otras galeras se pudiesen juntar, y movieron las nuestras contra las otras de Narbona que estaban á la parte de mediodía, y trabóse entre ellas muy brava batalla y fueron vencidas, y las de Marsella, que estaban á la parte de levante, batieron los

Por este tiempo se habian juntado los ricos hombres en la ciudad de Zaragoza, en la iglesia de San Salvador con los mesnaderos é infanzones y procuradores de las villas y lugares del reino, y de concordia y consentimiento de los que pretendian ser desaforados del rey, por no se haber proveido en satisfacer á sus agravios, ordenaron en el principio del mes de julio, que todos los ricos hombres, caballeros é infanzones que no estaban en las fronteras de Navarra y Albarracin, fuésen á servir al rey en esta guerra, no embargante que no se habian cumplido las sentencias que se habian dado en la corte de Zuera, por el justicia de Aragon con consejo de la corte general. Entónces fuéron don Pedro señor de Ayerve, hermano del rey y los ricos hombres y caballeros del reino, que no estaban en estas fronteras, con su gente y vasallos á servir al rey, que andaba ya con grande solicitud, proveyendo las cosas necesarias á la guerra en defensa del principado de Cataluña, y con tanto valor y ánimo como si tuviera cierta la victoria, y con gran voluntad acudian todos para resistir á tan grande poder, procurando de le imitar en el esfuerzo y valor que mostraba. Habíase juntado la mayor parte de la gente de caballo que tenia el rey en Hostalrich y en Besalú, que está mas allegada á la parte de la montaña á donde por ser lugar importante y tener un fuerte castillo, mandó el rey estar en frontera contra los enemigos á Asberto de Mediona, Bernardo de Anglesola, Berenguer de Puchuert y Berenguer de Rosanes, con sus compañías de gente de armas y con dos mil almogáraves, y muchos de los barones se quedaron en Hostalrich, y otros se repartieron por los lugares de aquella comarca, donde hacian sus correrías contra el real de los franceses, y entre ellos y las compañías de gente de caballo francesa que corrian el campo, hubo algunos reencuentros y escaramuzas, saliendo á los pasos y caminos por don-remos y recogiéronse hácia Palamós, donde estaba la de venia la provision al real. Era el rey de tanto valor, y de tal entendimiento, que todas las cosas grandes y pequeñas las ordenaba y disponia por su persona, y no solamente proveia en lo que á cada negocio parecia

armada de Francia, y todas las otras fueron desbaratadas, y fué grande el estrago que hizo en los franceses la ballestería catalana, que llamaban de tabla, que era la mejor que hubo en aquellos tiempos, y estos

eran los que vencieron muy grandes batallas por mar, en las cuales se señalaron los catalanes sobre todas las otras naciones. Pusiéronse los franceses en huida, y lo mismo hicieron las galeras de la Proenza, y siguiendo los nuestros el alcance, como llevaban las galeras descargadas y eran muy lijeras, tomaron otras ocho, y con ellas la capitana, y fué en ella preso el almirante de Fracia, que se decia Guillen de Lodena. Habida esta victoria, que fué una de las muy nombradas que hubo por mar estos tiempos, Ramon Marquet y Berenguer Mayol llevaron con sus galeras seis de las que ganaron, y las otras echaron á fondo, y pusiéronse en la mar, y porque salía de Palamós la armada del rey de Francia, echaron á fondo las galeras įfrancesas que lle vaban, y pasaron los prisioneros á sus galeras, y otro dia á hora de tercia llegaron á Barcelona con las divisas y regocijo que se acostumbran en semejantes victorias. De allí adelante comenzó la nacion catalana ser estimada sobre todas, en la empresa de mar, y con esta victoria y con las otras que alcanzaron, siendo su almirante Roger de Lauria, no solo se defendió el reino de Sicilia y lo que se conquistó en Calabria y Basilicata, pero se puede decir en toda verdad que se restauraron estos reinos que tuvo ya el rey de Francia por suyos, y quedaron los catalanes con el señorío de la mar.

y si necesario fuese darles batalla para el primero del mes de setiembre, y sobre esto escribió á todos los ricos hombres y mesnaderos de Aragon y Valencia, y á los concejos de Cataluña encargándoles por el señorío natural que sobre ellos tenia, no le faltasen en aquela jornada. Sobre lo mismo escribió á don Rui Jimenez de Luna, y á los ricos hombres y caballeros que esta| ban en las fronteras de Albarracin contra don Juan Nuñez de Lara, para1que en caso que hubiesen hecho el efecto que pensaban en estragar y destruir los lugares en que se habia recogido don Juan, se fuésen donde él estaba. Con esta deliberacion se partió el rey para el monasterio de Nuestra Señora de Monserrat, que era de frailes de la órden de san Benito, y estuvo una noche en aquel santo yermo y lugar sagrado con diversos milagros y de allí volviendo por el camino de la montaña se fué á Hostalrich adonde tuvo consejo con los ricos hombres que allí se hallaron, y propuso que si conla gente de guerra que se habia ajuntado, pudiese hacer fuerza en un monte que está junto á Girona que llamaban el Puig de Tudela, podria cómodamente en él asentar su real, y desde allí ofender á los enemigos, de manera que levantasen el cerco. Salió el rey con este fin de Hostalrich con quinientos de caballo bien armados, y con cinco mil peones entre almogáraves y otra gente de guerra que llamaban sirvientes, y de

CAP. LXV.-Del reencuentro que hubo el rey con los jando la gente de los concejos en sus fronteras, camifranceses.

Fué tan grande el ánimo del rey en el tiempo de la mayor adversidad, y cuando tenia dentro en su reino un tan poderoso adversario, que entraba á tomar la posesion dél con tanta autoridad y pujanza, que no pensaba hallar ninguna resistencia, que estando desconfiado de ser socorrido de ninguno de los príncipes sus aliados, y mucho menos del rey de Castilla su sobrino, de quién tuvo al principio esperanza que seguiria con él una misma fortuna por su propio interés, y teniendo en Sicilia gran parte de la gente de guerra de su reino, con todo esto no perdió punto de su gran valor, en el cual se señaló sobre todos los principes de sus tiempos, y no se contentaba con entretener la guerra, defendiendo sus castillos y fronteras, pero de tal manera se apercibió con sola la caballería catalana, y con solos los soldados mas pláticos que le quedaban, que deliberó hacer guerra guerreada á su enemigo, y no cesar punto de molestarle y perseguirle. Esto se hacia por el rey con tanta confianza y osadía, como si él solo con los suyos fuera igual á resistir el poder de los enemigos, y no paraba momento en un lugar por no perder ninguna ocasion. Sucedió pasado el mes de julio, que como se fuese ajuntando en Barcelona mucho número de gente de sus reinos, deliberó ponerse al rostro de los enemigos, para emprender alguna buena ocasion mas á su ventaja, porque era cierto que tan poderoso ejército como aquél no podia durar mucho tiempo en cerco ni en el campo sin que se esparciesen en muchas partes 6 se retirasen y volviesen al condado de Rosellon, y determinaba de ir entreteniendo lo que restabȧ del mes de agosto, porque de cada dia su real se iba aumentando, y el del enemigo teniendo contrario el tiempo, habia de ir disminuyendo. Por esta causa envió al infante don Alonso al reino de Aragon, é hizo llamamiento general á todos sus reinos y señoríos para que se juntasen con él todos los caballeros y gente de guerra, declarando la voluntad que tenia de tener formado ejército para poder acometer a sus enemigos,

naron la noche, y cuando amanecia estaban sobre Gi-
rona y pasaron muy cerca del ejército francés, te-
niendo el rio Ter en medio que partia los unos de los
otros. Pasó el rey adelante con su gente bien en órden
sin que los enemigos saliesen á él, hasta que fueron
perdidos de vista, y tomando de través una senda, su-
bió con su gente por el cerco de Tudela arriba, don-
de estuvieron todo aquel dia. El rey de Francia cre-
yendo que esta gente iba à correr el camino y comarca
de Castellon de Ampurias por hacer alguna empresa,
pensó que se pudieran encerrar dentro del Ampurdan,
y salieron por el camino real de Castellon quinientos
de caballo, los mas escogidos que se pudieron juntar
de la caballería francesa, y no pudieron descubrir e
camino que llevaban, y anduvieron toda la noche por
diversos caminos en su seguimiento. Mas reconocien-
do el rey que en aquel cerro de Tudela no habia la co-
modidad que pensaba para hacerse allt fuertes, por-
que les podian quitar los bastimentos, determinó que
se diese vuelta por las faldas de los montes, y á media
noche con algunos de caballo, bajó por el cerro abajo
y tomó el camino de Besalú adonde determinó ir aquel
dia para defender sus fronteras, sin decir á los ricos
hombres el intento que llevaba, y siguieron al rey por
la via de la montaña creyendo que seguia aquel ca-
mino, y no iban en su compañía sino hasta diez 6 do-
ce caballeros segun Aclot cuenta, que es el autor que
mas particularmente escribió esta jornada, y entre
ellos no habia rico hombre sino don Pedro señor de
Ayerve su hermano, y otro rico hombre de Aragon. Los
que tomaron el camino de la montaña eran el con-
de de Urgel, don Ramon de Moncada señor de Fraga,
don Simon de Moncada hijo del senescal de Cata-
luña yerno de don Pedro Martinez de Luna el viejo,
don Pedro de Moncada señor de Aitona, don Berenguer
de Entenza, don Ramon de Cervera señor de Juneda,
don Berenguer de Puchuert, don Guerau de Cervellon
y don Alaman de Cervellon su hermano, don Berenguer
de Anglesola, y toda la otra caballería que eran hasta
cuatrocientos y ochenta de caballo. Los peones que

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