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CAP. XIV. —Que el rey redujo á su servicio al vizconde de Cardona y al conde de Pallás, y á los otros barones de Cataluña.

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remos, y hacer aparejos de muy grande armada: y de los castillos, siempre que la demandase. Esto hizo dió el principal cargo á Ramon Marquet ciudadano de el rey, considerando cuanto le convenia reducir al Barcelona y á otros capitanes muy pláticos en las co- vizconde y al conde de Pallás á su obediencia, siendo sas de mar, para que se pusiese en órden. Habíase tan principales y poderosos en Cataluña, y teniendo ofrecido pocos años antes que habiendo disension y sus estados tan vecinos con Francia y por esto deterdiscordia entre dos moros hermanos, que pretendie- minó de perdonarles todos los yerros pasados, y esto ron suceder en el reino de Tunez, el rey como dicho hizo con consejo de Ramon Durg, Guillen de Castelaues, dió favor y ayuda al uno dellos llamado Mirabu-li y de maestre Ramon de Besalú y de Ugo de Mataplasach, y fué por esta causa enviado con armada Conrado na preboste de Marsella y de Bernardo de Montpahon. Lanza, y con su favor se apoderó del reino: y el otro her- Habia de entregar el vizconde el castillo de Cardona y mano se pasó á Bugía, y alzóse con aquella ciudad y con el castillo de Valdelort, Casteltort, Malamargo, CasConstantina contra el rey de Túnez, é intitulóse rey teltallan, Zamolsosa, Calonge, Iborra, Calaf, Mediona de Bugía. Este dejó dos hijos, que sucedieron en y Sentbuy y despues de entregados, habian de sacar aquellas dos ciudades, entre los cuales nació muy de la prision al vizconde y á Ramon de Anglesola. De grande ambicion, de se apoderar cada uno de lo que el la misma suerte se apoderó el rey del castillo de Seguotro poseía y temiéndose Boqueron, que era señor de ra, que era la cabeza de Valdaneu: y de los otros casConstantina, de su hermano el mayor, que no le echase tillos de aquel valle que eran del condado de Pallás, y de la tierra, envió sus mensajeros al rey de Aragon, del val Despot, en el cual estaba el castillo de Leort, con los cuales les hacia saber, que tenia aficion y vo- que era una muy principal fuerza, y del castillo de Esluntad de se convertir á la fé y ser cristiano, y ofre- calo y del de Loberzuy, que están en la ribera de Escia, que si él iba á Alcoll, que es el puerto de Constan- calo y de los castillos que el conde tenia en el val de tina, le entregaria aquella ciudad, y se haria su vasa- Cardos y en el val de Ferrera, y finalmente de todas las Ilo, y el rey le envió a decir, que él iria personalmente fuerzas de Pallás, que eran muchas y de las que Berpor defenderle y ampararle de sus enemigos, y envió nardo Roger de Eril tenia en el val de Buy, y otras dos mercaderes sus naturales de gran confianza, para fuerzas y castillos, que eran el castillo de Buy, y las asentar con él lo que convenia para su pasaje, y mandó villas de Durro y de Gaul, y el castillo de Eril con su que su armada estuviese á punto para la primavera término, en el cual estaban Malpas y el castillo de Sas siguiente, y hizo llamamiento general en sus reinos y y otros lugares, y Eril, Zaval y Castelaz, que eran de señoríos, y mandó aderezar á los ricos hombres y ca- don Guillen de Eril hermano de Bernardo Roger: y balleros y toda la gente mas ejercitada en las cosas de Bernardo Roger habia dado estos tres lugares á una la guerra. tia suya, que estaba casada con Roger de Comenge, y de todo se apoderó el rey. Hizose proceso contra el vizconde de Cardona, y estando el rey en Lérida á veinte del mes de agosto, se le opuso, haber desafiado al rey siendo su señor natural: y nombráronse por jueces Arnaldo Taberner y Bernardo de Prat: y condenáronle en doscientos mil marcos de plata, y por los daños y muertes que habia hecho en cien mil sueldos: y por haber desafiado al rey le condenaron á que perdiese todo lo que tenia dél en merced y feudo. Dada esta sentencia contra el vizconde, y por el mismo tenor contra el conde de Pallás, dieron sus villas y castillos al rey en pago de la suma, en que eran condenados, con el directo dominio y potestad, y el rey se los volvió con toda la jurisdiccion en feudo, y de allí adelante quedaron en su servicio. Era tan grande y tan poderoso el aparato y provision que se hacia de todo lo necesario á la armada, que todos los reyes moros estaban con grandísimo recelo: y cada cual ponia con mucho cuidado recaudo en los lugares de sus costas, porque no se sabia cosa cierta de lo que el rey pensaba hacer, ni lo habia descubierto á ninguno, habiendo venido á su corte por esta causa embajadores de diversos príncipes de la cristiandad. Vino entonces el rey de Mallorca á ver al rey y rogóle muy encarecidamente, que le descubriese su voluntad y deseo, y la empresa que entendia seguir, porque en ella le servi➡ ria con entera voluntad con su persona; y respondió, que no queria que fuése con él, ántes era servido, que quedase en guarda y defensa de sus reinos, y que no le pesase, que no le descubria su corazon, porque no queria que supiese su intencion hombre del mundo: y que no tenia necesidad de socorro ni ayuda alguna sino de sus vasallos y súbditos. Lo mismo respondió á los embajadores, que sobre ello le hablaron: y cuanto mas se guardó de descubrir su propósito, mas cuidado puso á los príncipes sus comarcanos. El rey de

Este año á veinte y cinco del mes de mayo Ramon Folch, vizconde de Cardona, y Arnau Roger conde de Pallás, y Ramon Roger su hermano, y Bernardo Roger de Eril, y Ramon de Anglesola se obligaron de estar á la determinacion y juicio del rey, en todo lo que contra ellos se oponia, por razon de las alteraciones y guerras pasadas: y por haber rompido la paz y tregua, y por los daños y males que ellos y sus valedores habían hecho, y pusieron todas sus villas y castillos en poder y manos del rey, para que los tuviese hasta tanto que satisfaciesen á los querellantes en lo que fuese juz gado. Quedaban fuera desta concordia los condes de Fox y de Urgel, y don Alvaro de Cabrera, Guillen Ramon de Jossa, ponce de Ribellas, Ramon de Vilamur, y Guillen Galcerán de Cartella y otros caballeros. Entónces mandó el rey poner en libertad aquellos ricos hombres con que doña Sibilia madre del vizconde, y Ugueto de Cardona su hermano se obligasen de cumplir lo que con él se concordaria, y sus caballeros y vasallos con pleito homenaje: y el rey prometió de nombrar jueces sin sospecha, que determinasen la contienda y pleito de Berga y Bergadan, que fué la principal ocasion de la guerra. Habia de entregar el conde de Pallás al rey el castillo de Puig Erbezos para derribarle, y el rey prometió, que en caso que los jueces que se nombrasen, le adjudicasen las tierras y estados destos ricos hombres, por causa de la guerra que le ha bian hecho y por los daños que recibió la tierra, y por las costas y gastos que hizo con su ejército en el cerco de Balaguer, que en tal caso les daria la tierra en feudo para que la tuviesen con el mero y mixto imperio, y con la jurisdiccion civil y criminal, dando al rey la posesion

Francia dió aviso desto al rey de Sicilia su tio, porque pusiese buena guarda en su reino y en las costas dél: y por esta causa el rey Carlos fué á verse con el papa, para que embarazase al rey de Aragon, que no pudiese aquel verano aprovecharse de la armada en ayuda de Paleólogo: aunque era él de tan gran corazon, y estaba en tal pujanza y grandeza, que no podia sospechar que de príncipe ninguno le pudiese venir daño, y mucho menos del rey de Aragon: y así no curó de poner remedio en las vejaciones y gravezas que se hacian cada dia á los sicilianos y á los de Calabria y Pulla y del principado de Capua.

CAP. XV.- De la guerra que se movió entre el rey de Castilla y el infante don Sancho su hijo y que el rey de Castilla fue privado de la administracion de sus reinos.

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so de efectuarlo, comunicando este hecho con el papa y con el rey de Francia. Entonces el infante envió á los ricos hombres que andaban desterrados de Castilla. despues de la muerte del infante don Fadrique, que eran don Lope Diaz de Haro, señor de Vizcaya, y don Diego Lopez su hermano, don Ramiro Diaz, don Pedro Alvarez de Asturias, don Nuño de Lara, don Fernan Ruiz de Cabrera y don Fernan Ruiz de Saldaña, y luego se fuéron para él, y les ofreció destruir las vilias y castillos, y heredades que el rey su padre les habia tomado. Tras esto, el infante comenzó á inducir los pueblos contra el rey, publicando que los desaferaba, y que él los queria reducir á las leyes y libertades de que gozaban en tiempo del rey don Fernando su abuelo y dió á los infantes sus hermanos, provisiones en blanco con su sello, para que otorgasen lo que les fuese pedido, y por esta forma fué conmoviendo y alterando todos los pueblos y los ricos hombres, para que se juntasen con él, contra el rey su padre, publicando dél en sus pláticas, mnchas cosas torpes, muy indignas de la persona y estado real, para mas fácilmente concitarlos; diciendo muy a menudo, así él como los suyos, que el rey era falsario, perjuro, demente y leproso, que en aquellos tiempos era injuria y afrenta grande, y caso de ménos valer, y que sin causa ni razon alguna habia mandado matar al infante don Fadrique su hermano, y á don Simon Ruiz de Haro, señor de los Cameros. Fué con esto usurpando el gobierno y dominio de la tierra, y de los castillos y fortalezas, y removiendo los jueces y alcaides, y los oficiales del rey de sus oficios y cargos, y poniendo los que le parecia, mandando prender los mas allegados y familiares de la casa del rey ; y apoderóse de los tesoros y joyas que el rey tenia, así en Toledo, como en otras partes. El rey entonces, por lo apartar de aquel error, si pudiera, envióle mensajeros, personas graves y muy religiosas, llamándole y citándole con sus letras, para que se fuése para él; y porque mas cómodamente se pudiese entender en el remedio de tanta rotura, asignóle por lugar mas oportuno y seguro, la ciudad de Toledo ó Villareal, ó cualquier otro lugar que el infante eligiese, al cual fuese con los ricos hombres, y con aquellos que él escogiese, para ordenar el buen estado del reino, diciendo que él estaba apare

En el principio del mes de abril deste año de mil doscientos ochenta y uno, estando el rey en la ciudad de Valencia ordenando lo necesario para su pasaje, vinieron por embajadores del infante don Sancho, el arcediano de Ecija y Lope García de Salazar y Gil Ruiz de Montuenga, por causa de la disension y guerra que entre él y el rey su padre habia: que sucedió por esta causa. Fuese el infante don Sancho apoderando de las cosas y negocios de los reinos de Castilla, con mas autoridad de la que se debia usurpar, y dello recibió el rey su padre gran descontentamiento: y como en todas sus cosas siguiese el peor consejo, con este sentimiento envió á tratar con el rey de Francia lo que tocaba á la libertad de sus nietos, que estaban en poder del rey de Aragon, con plática y promesa de darles parte en los reinos de Castilla y Leon, y que quedase don Alonso con título de rey. Esto se movió encubriéndose del infante su hijo y sobre ello envió á Fredulo obispo de Oviedo, con color que lo enviaba al papa, por causa de la cruzada y décima de los beneficios eclesiásticos concedidos para la guerra de los moros y teniendo sospecha el infante don Sancho, que el rey su padre moviese alguna novedad en su perjuicio, por medio de aquel prelado que él tenia por muy sospechoso, por ser natural de Gascuña, tentó de estorbar su ida: pero el rey se escusó, diciendo que porque era el obispo favorecido del papa y creia que mas fácilmente impetraria las gracias que enviabajado con su parecer, y de los prelados y ricos homá suplicar, queria que fuése aquel antes que otro. Despues desto el rey habló con algunas personas de su consejo, para que tratasen con el infante, que no quisiese que sus sobrinos quedasen del todo desheredados tan inhumanamente: y no habiendo ninguno que le osase decir cosa alguna en esta razon, porque fácilmente se airaba y era de áspera condicion, Aimar electo obispo de Ávila, que era fraile de los predicadores, de quien arriba se ha hecho mencion, habló sobre ello con él en secreto con mas libertad de lo que debiera, de que el infante se encendió en grande ira, y le dijo que era loco y atrevido, y que si no tuviera respeto á su religion, mandara hacer en él tal escarmiento, que otro no se atreviese de allí adelante de ponerse en semejantes desvaríos. Despues creyendo el rey que podria acabar con su hijo, que se tomase algun medio, en que don Alonso y don Fernando quedasen heredados en sus reinos, platicólo con él, y no condescendiendo á su voluntad, llegó á decirle, que lo que él mandaba se habia de hacer, porque era muy razonable y justo, y que mandaria alzar y deshacer los homenajes que le habian hecho; y propu

bres, revocar todos los agravios que hubiese hecho, y reducir en el estado mas pacífico que ser pudiese, sus reinos y si él dudaba que en alguna cosa queria disminuir su honor, le daria tan bastante seguridad, que se pudiese tener por bien satisfecho, y de allí adelante por ninguna sospecha pudjese dudar. El infante á esto dijo, que responderia con sus mensajeros, y detuvo consigo los embajadores del rey contra su voluntad. Desde entonces el infante despachó sus letras y mensajeros por toda la tierra, convocando los prelados y ricos hombres y caballeros, ciudades y villas á cortes á Valladolid, á donde concurrieron por su llamamiento los hijosdalgo, y los procuradores de las ciudades y villas de los reinos de Leon y Castilla, y de la Andalucía. A todos prometió de hacer grandes mercedes, y puso muy estrecha amistad y confederacion con el rey don Dionis de Portugal su sobrino, y en muy breves dias tuvo todas las ciudades y villas á su voluntad y opinion, que no quedó sino la ciudad de Sevilla, á donde el rey su padre estaba. En aquellas cortes ante todas cosas por homenaje juramento, el infante renovó generalmente y confirmó la conjura

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CAP. XVI. De la embajada que el rey envió al papa
Martin ántes de su pasaje á Berberia.

Por este tiempo, teniendo el rey en orden su arma da, envió al papa á Galcerán de Timor, caballero de la orden del Hospital, haciéndole saber, que su fin é intento era ir contra los enemigos de la fé, por ensalzamiento de la religion, y suplicábale, le concediese la indulgencia que se solia dar á los que iban en semejante expedicion, para él y sus gentes, y recibiese sus reinos y señoríos debajo de su amparo y encomienda, así como era costumbre de recibir las tierras y estados de los reyes y príncipes que iban á tales jor

cion y union que en particular habia hecho en diversos lugares, contra el rey y contra su señorío. Hecho esto indujo á su voluntad con grandes promesas y dádivas, á muchos de los que allí se hallaron, y á otros persuadió que se rebelasen contra el rey y en aquellas cortes sin preceder citacion, ni ser convencido el rey don Alonso por proceso, fué declarado, que de allí adelante no administrase justicia, y le fuesen quitados los castillos y fortalezas, y que no se le acudiese con las rentas de sus reinos, ni fuese acogido en villa ó castillo. Demás desto, cuanto pudo instó el infante por sí y sus ministros, que le intitulasen de allí adelante rey de Castilla y Leon, y de la Andalucía y se propuso y trató que tomase título de rey: pero contradijé-nadas, y le ayudase con el dinero de la décima que se ronlo algunos, y fueron de comun acuerdo, que rigiese los reinos, y tuviese la justicia y gobierno dellos: y le fuesen entregadas las fortalezas y todas las rentas reales: y así fué declarado por sentencia que dió el infante don Manuel, en nombre de los caballeros é hijosdalgo de Castilla. Las causas y motivos de tan nueva y rigurosa sentencia fueron, que atento que habia mandado matar al infante don Fadrique su hermano, y á don Simon Ruiz de Haro y á otros caballeros, sin oirlos ni juzgar conforme á ley y derecho, que fuese privado de la administracion de la justicia y porque desaforaba y desheredaba los hijosdalgo, y las ciudades y consejos del reino, que no fuese acogido en las fortalezas y castillos y fuese desheredado de sus rentas, y no le acudiesen con ningunos pechos ni servicios, y tambien hubo algunos, que le privaban del título real. Desta forma, y por estas causas, fué el rey don Alonso privado en vida de la gobernacion y administracion de sus reinos, con voluntad de sus súbditos y naturales, dando la sentencia su hermano y procurándolo sus hijos, á quien él habia heredado con tanto perjuicio de sus nietos grande y muy señalado ejemplo de los príncipes, que con ambicion y poco consejo se des vian del camino derecho de la igualdad y justicia. No concurrieron en esto algunos ricos hombres muy principales que habián tomado la voz y opinion de don Alonso y don Fernando: que fueron don Juan Nuñez de Lara, y don Juan Nuñez, y don Nuño Gonzalez sus hijos, y de doña Teresa Alvarez de Azagra, don Alvar Nuñez, y don Fernan Perez Ponce, á quien el rey de Aragon habia heredado: y este caballero se fué para el rey de Castilla, y de allí adelante le siguió siempre. Destas novedades parecia resultar gran estorbo á la empresa, que el rey de Aragon habia tomado, y dudo, que por esta discordia no se alterase lo que estaba asentado en la confederacion y amistad que habia entre él y el rey de Castilla, y porque se habia declarado de valerse del papa y del rey de Francia, entendió el rey de Aragon, que le convenia seguir la opinion del infante don Sancho, y envióle á Ramon de Montañana, para confirmar su amistad con él, no embargante que en el mismo tiempo el rey don Alonso le envió á requerir, le socorriese contra sus hijos, como era obligado, conforme lo capitulado y concordado en las vistas de Campillo. Mas escusóse el rey con la armada que hacia para pasar á Berbería, porque en ella habia hecho grandes y escesivos gastos, mayormente que por aquella concordia no era obligado de ayudarle contra el infante don Sancho su hijo, y procuraba de apartarle de la guerra, y que desistiese della, por la ignominia que se seguiria, si tentase de proceder contra sus hijos por las armas.

habia cogido de sus señoríos. Ninguna destas cosas quiso conceder el papa, ni responder al rey por escrito, mas de decir, que el rey de Aragon no tenia tal | voluntad, como publicaba, de hacer guerra contra infieles, antes queria ir contra el rey Carlos, y no quiso dar otra respuesta, y despidió al embajador con gran disfavor y maltratamiento. Estuvo la armada á punto por el mes de abril y eran veinte y dos galeras y veinte saetías y leños, que eran navíos de remos de armada y sin otros navíos, llegaban á ciento y cincuenta velas entre grandes y medianas, todas armadas de catalanes, valencianos y aragoneses, y no dió lugar que hubiese navió alguno de proenzales, genoveses, ó pisanos, ni de otra ninguna nacion. Fué tanta la gente que concurrió á esta jornada, que afirma Ramon Montaner, que habia veinte mil almogávares, y seis mil ballesteros, sin los que enviaron los consejos de Zaragoza y Tortosa, y otros lugares de Cataluña y Aragon, y mil de caballo, sin los escuderos y gente que llevaban los caballeros de la casa y corte del rey. Pero de toda esta gente se escogió la mejor, y la mas ejercitada de los almogáraves, y fueron hasta quince mil hombres de pié, y proveyó el rey por su almirante general a don Jaime Perez, señor de Segorbe su hijo, y en las cosas de la mar quiso que fuese obedecido por los comitres y pilotos Ramon Marquet, muy plático y diestro capitan. La embarcacion se publicó, que habia de ser para mediado el mes de mayo, en el puerto de Tortosa, que llamaron puerto Frangoso, de la otra parte de los Alfaques, que era uno de los famosos puertos que habia en España en aquellos tiempos, y muy cómodo para las armadas que se hacian destos reinos para Berbería, el cual despues se ha cegado por las crecientes del rio.

CAP. XVII. De la rebelion de los sicilianos contra el rey
Carlos, y como fueron echados los franceses de la isla.

En este medio sucedió así, que Palmerio Abad, Alaimo de Lentin, y Gualter de Calatagiron, y todos los barones de Sicilia, que se habian conspirado contra los franceses, de comun consejo deliberaron juntarse en la ciudad de Palermo, lugar principal y cabeza de todo el reino, para esperar la primera ocasion que se ofreciese, para alzarse contra Cárlos y echar los oficiales y ministros que tenian el gobierno de aquella isla. Cada dia se suscitaban escándalos entre la gente del pueblo y andaban muy alterados, porque los franceses eran en su gobierno avaros y crueles, en el juicio injustos y muy apasionados, en el oir dificultosos, y en las respuestas ásperos, soberbios y muy insolentes, y como de su condicion fuesen muy altivos, querian la servidumbre y no la benevolencia de los súbditos. Nunca cesaban nuevas extorsiones, y sobre todos

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contra la prohibicion del maestre justicier armas, comenzó á concurrir el pueblo contra ellos, diciendo á grandes voces: mueran los franceses, y mezclóse gran pelea de cada parte, á la cual sobrevinieron los barones que estaban juntos en la iglesia, y todos los caballeros se pusieron en armas. Como la gente popular reconoció que tenian á quién seguir, fuéron contra los franceses en gran escuadron, y acudieron á la ciudad por las plazas como lo tenian ordenado, adonde todo el pueblo se juntó y no dejaban francés que no muriese á cuchillo, y fué tal el furor envuelto en indignacion é ira, que embraveció el ánimo de los sicilianos, con deseo de la libertad y por aborrecimiento de la intolerable servidumbre que padecian. A este tumulto que era muy grande acudió el justicier pensando poner algun remedio, mas como reconoció el furor del pueblo encerrose dentro del castillo, y los de Palermo discurrieron por la ciudad matando los franceses sin perdonar á ninguno, y cercando el castillo le entraron por combate y mataron los que en él hallaron, y el justicier se salvó á media noche con algunos de los suyos, y se recogió en el castillo de Bicari. No quedó monasterio ni iglesia que no fuese entrada por fuerza violentamen

sus escesos, como los sicilianos de su naturaleza y por haber conservado mucho de las costumbres de los griegos, son muy celosos, lo que mas los indignaba, era la fuerza y violencia que se hacia comunmente á las mujeres, sin respeto ni empacho alguno de edad, estado ó condicion, y desto estaba el pueblo airado, y todos generalmente alterados y gravemente ofendidos, viendo las costumbres amancilladas y corrompidas, y la modestia civil profanada y pervertida, y que se introducia en su lugar toda licencia y soltura. Estaba aquella isla desde el tiempo de los moros y normandos, que la poseyeron largo tiempo, dividida en tres valles, que cada uno incluia uno de los promontorios que hace la isla. El promontorio antiguamente dicho Pachino, que hoy se dice cabo Pasaro, que se tiende hácia mediodia, se encierra en la parte que dijeron val de Noto, y á este valle se atribuye toda aquella region de la isla que hay desde Castrojuan, que es el medio y centro del reino, hasta Lentin, y de allí por la ribera de la mar sobre el puerto de Agosta por las ruinas de la famosa y antigua ciudad de Siracusa, que ahora dicen Zaragoza, y discurre por la parte del occidente, hasta Terranova, y la tierra adentro hácia el septentrion, hasta las raíces de las montañas de Cas-te para matar á los que se habian escapado de aquel trojuan, que es casi la tercera parte de la isla. A la parte del occidente en el promontorio antiguamente dicho Lilibeo, á donde habia un lugar del mismo nombre, está Marsala, y por ella se llama el cabo y valle de Mazara, en que se encierra la parte de la isla mas occidental, y en ella las ciudades de Palermo, y Trapana. Lo restante á la parte del septentrion y oriente, en la cual se incluye el promontorio dicho Peloro, que la divide de Italia por aquel angosto y maravilloso estrecho, que dicen el Faro de Mecina, se dijo el Val de Emina, y es mayor que las otras, y muy cubierta de grandes selvas y bosques, de donde piensan que tomó el nombre, y las principales ciudades deste valle son Mecina y Catania. Por estos valles estaba repartido el gobierno del reino, y solia haber tres presidentes, que tenian cargo de toda la gobernacion y justicia, pero el mas preeminente, y que era lugarteniente general y vicario del rey Carlos, se llamaba Herberto de Orliens y residia en Mecina; y el otro era maestre justicier, que se decia Juan de San Remigio, que era gobernador de Palermo y del val de Mazara, hombre muy codicioso y soberbio y de gran insolencia y cruel; el tercero Tomás de Busante, que gobernaba el val de Noto. Suce-vulgada por los lugares y tierras de todo el reino, que dió que por la fiesta de la pascua de Resurreccion al tercero dia que fué penúltimo de marzo de mil y dos cientos y ochenta y dos, como de costumbre muy antigua los de Palermo saliesen á la iglesia de Santispíritus, que está fuera de la ciudad de la otra parte del rio Oreto, que ahora dicen del Almiralla, y con grande concurso saliese todo el pueblo á aquella solemnidad, y juntamente con los sicilianos los franceses, un francés llamado Drocheto, llegó á reconocer una mujer principal y muy hermosa, tocándola deshonestamente, con achaque de saber si llevaba las armas de su esposo escondidas. La gente estaba ya muy escandalizada, y el pueblo indignado contra aquella nacion, y muchos apercibidos por los tratos y conciertos de los barones, y á los gritos que la mujer dió defendiéndose del francés, un mancebo siciliano acudió á socorrerla, y arrancó la espada que llevaba el francés y matólo, y por su muerte se movió grande alteracion y brega entre los de Palermo y los franceses, que eran ministros de justicia, y queriendo desarmar algunos, porque traian

primer furor, y no perdonaban á ninguno sin hacer distincion de generosas 6 bajas personas, tanta era la rabia que tenian, representándose los ultrajes é injurias que habian recibido, y parecia haber sido entrada la ciudad por enemigos, y no cesaban de hacer grande matanza, discurriendo los vencedores armados, persiguiendo á los vencidos con furia y odio terrible. La crueldad se convirtió despues en rapiña, y ninguna cosa estaba cerrada, que no violasen, fingiendo que tenian ocultados y escondidos los franceses. Cuando vieron que no habian en quién ejecutar su furor é ira, dispusieron luego del gobierno y estado de la ciudad, apellidando el nombre de la Iglesia, y alzaron las banderas y águilas imperiales, que son las armas y divisas que aquella ciudad acostumbró traer, y eligieron por capitan de Palermo un ciudadano llamado Roger de Maestroángelo y otros consejeros. El dia siguiente salieron con gran furor para ir á cercar el justicier á Bicari, mas trató luego de partido, y dejaronle salir del reino con los suyos, y entregó el castillo. Pareció verdaderamente sentencia divina, segun la ejecucion fué acelerada y presta, y fué tan repentinamente di

la llama fué discurriendo por los confines y tierras del val de Mazara, con gran contentamiento y alegría universal de aquel levantamiento, pero temiendo el poder del rey Carlos y su venganza, no se osaban mover contra los franceses porque no los tuviesen por partícipes de aquel insulto. Solos los vecinos de CoreIlon tomaron las armas y mataban á cuantos hallaban, y se confederaron con los de Palermo, y los otros lugares de la isla, estaban atentos á lo que sucederia entreteniéndose entre esperanza y miedo. No cuentan las fábulas de los poetas antiguos haber ejecutado aquellos gigantes que fingen ser los primeros pobladores desta isla, tanta crueldad y fiereza contra los que aportaban á ella, como los de Palermo y Corellon y algunos otros lugares contra aquella nacion, no perdonando los niños recien nacidos, ni á sus madres aunque fuesen sicilianas, pues estuviesen casadas con franceses, porque segun parece en unas letras apostólicas del papa Martino, las abrian para sacar del vientre las criaturas por privarlas de la luz y vida antes que

pudiesen gozar della. Pero excedió entre todos el pueblo | las mayores fuerzas de toda la isla. Fueron muertos

de Palermo, que fué el que con mas furor ejecutó su ira como gente que estaba mas agraviada é inducida a tomar la venganza, y así se señaló en esto como cabeza del reino. Herberto de Orliens, que era vicario del rey de Francia en toda la isla, que estaba en Mecina, y leniendo aviso de la rebelion de Palermo, mandó armar siete galeras y llevó consigo por capitan dellas á Acardo de Riso mecinés para ir sobre aquella ciudad y reducir si pudiese el pueblo, y teniendo noticia el rey Carlos de la rebelion, estando en la ciudad de Nápoles á once del mes de abril, con gran confianza de la fidelidad de los mecineses, los animó á que perseverasen en su servicio, avisando que ajuntaba todo su poder por mar y por tierra para castigar la protervia y rebelion de los de Palermo, y publicaron sus oficiales que se quitaria la exaccion de cierto tributo. Con esto la ciudad de Mecina se detuvo sin declararse, porque residiendo allí el lagarteniente general habia gente de guarnicion, y en el castillo de Matagrifon que señorea toda la ciudad estaban soldados y gente de guerra en su guarda, y por alcaide un caballero francés llamado Tibaldo de Mesi. Mandóse hacer gente en Mecina para ir contra Rendazo, y contra otros lugares que se habian rebelado, pero aquella gente iba tan desmandada y suelta que no curó de obedecer á su capitan, ni quisieron pasar á Rendazo. Entre tanto los de Palermo enviaron por el reino gente de guerra, para inducir a su opinion á los pueblos que no se habian declarado, y sucedió, que una de aquellas compañías fué discurriendo por las costas de la marina de Catania, y llegó muy cerca de Tavormina, lugar de su naturaleza fortísimo, y muy enriscado sobre la marina. que es de los mas principales de la isla, á donde los mecineses enviaron algunas compañías de ballesteros que defendiesen los pasos de la sierra, y guardasen á aquella villa por el rey Carlos, y no consintiesen, que se diese lugar á ninguna novedad, y tuviesen el pueblo muy sojuzgado, porque no se moviese ningun motin. Estos hicieron todo lo contrario, y luego se juntaron con las compañías de soldados que habian enviado los de Palermo, y de tal manera amotinaron el pueblo de Tavormina y su comarca, que con gran furor tomaron las armas contra los franceses que allí habia, y fueron muertos. Era un lúnes á veinte y ocho de abril, cuando los mecineses teniendo noticia que Tavormina se habia alzado, se levantaron contra la gente del gobernador, que eran mas de seiscientos hombres de caballo, y con grande furor, estando muy descuidados, dieron tras ellos por las estancias, y fueron encerrados en el castillo de Matagrifon, y en el palacio imperial y con ellos el gobernador, que era vuelto de Palermo, y discurriendo por la ciudad con tumulto y furor grande, tomaron todos las armar, como si estuvieran cercados de sus enemigos, y abrieron las cárceles y pusieron en libertad los que estaban en ellas, y uno llamado Bartolomé de Senescalco, levantó los pendones de las armas de Mecina, y quitó las del rey Carlos. Entónces Herberto de Orliens creyendo que se tenia por él Tavormina, por dar ánimo á los que en ella estaban, y porque no desamparasen el lugar por el levantamiento de los mecineses, envió ciento de caballo con un capitan francés, llamado Miqueloto de Gasta, para que se apoderase de las fortalezas y de un castillo que llamaban la Mota, que está sobre un muy alto collado encima del monte de Tavormina, en lugar inexpugnable, y casi inaccesible, y es una de

TOMO IV.

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por los ballesteros que tenian los pastos, cuarenta destos hombres de caballo, y los demás se pusieron en huida, y volvieron por la costa por el camino de Mecina, y se acogieron al castillo de la Escaleta, que es muy fuerte. Desta suerte se puso toda aquella comarca en armas, que era el principal recurso, que quedaba al rey Carlos á la puerta de Calabria. Sucedió en la misma sazon, que volvieron á Mecina de la corte del rey Carlos, Balduino Musono, Mateo y Baltasar de Riso que eran de los mas principales de Mecina, y dióse el gobierno y regimiento de la ciudad de comun consentimiento á Balduino, y juraron todos de ser fieles vasallos de la Iglesia, y que obedecerian á los mandamientos de la sede apostólica. Este juramento se hizo con grande solemnidad un martes penúltimo de abril, y levantaron dos estandartes, el uno con una cruz de plata en campo rojo, y rodeada de las llaves de la Iglesia, y el otro con las armas de Mecina, y apellidaron el nombre de la santa madre Iglesia. Habíase encerrado Herberto en el palacio real de Mecina, y tenia consigo hasta quinientos soldados, y no se confiando él y el alcaide de Matagrifon en la fuerza del castillo, ni en el ánimo de la gente que tenian para su defensa, se concertaron de irse con pacto que libremente los dejasen embarcar. Fueron en esta alteracion detenidos por los mecineses con gran diligencia, todos los navíos que estaban en los puertos, y cargadores, que eran de la armada que el rey Carlos aparejaba para ir á la empresa de Romanía. Así fueron perseguidos y muertos los franceses, pero en esta general y cruel turbacion de los sicilianos, que se conjuraron casi en un instante, para perder esta nacion, que diez y siete años habia tenido el gobierno y señorío de la isla, solo un pequeño lugar y castillo, llamado Esperlinga, muy enriscado y fuerte, puesto en una muy alta roca, cerca de la ciudad de Traina, no quiso concurrir en su rebelion, antes fué causa que algunos se escapasen, y de allí se pusiesen en salvo, y quedó casi en comun proverbio, que sola Esperlinga no quiso lo que á toda Sicilia plugo. Por otra parte fúé cosa muy de notar, que estando en Calatafimia un caballero proenzal, llamado Guillen de Porceleto, hombre de linaje, y de gran bondad y virtud, que en el tiempo que tuvo cargo del gobierno rigió con toda igualdad y justicia, fué puesto en su libertad por la gente de Palermo, y le dejaron ir en salvo en medio del furor de tan grandes crueldades y excesos, tanto pudo el respeto de la bon→ dad y nobleza de uno solo, siendo el resto de los franceses perseguidos de manera, que segun escribe un autor siciliano, que no se nombra, que compuso la historia de aquel reino hasta la muerte del rey don Fadrique el primero deste nombre de los reyes de la casa de Aragon, por espacio de un mes á penas quedó francés vivo en la isla, tanta fué la rabia que tuvieron de perseguir aquella nacion y acabarla, en venganza de los ultrajes é injurias que deltos habian recibido. CAP. XVIII. Que los de Palermo despues de la rebelion, enviaron á requerir al rey de Aragon, que tomase á su mano la defensa de aquella isla.

Cuando el hecho de la conspiracion de los sicilianos estuvo en tales términos, que eran ya los franceses del todo destruidos, los de la ciudad de Palermo á veinte y siete del mes de abril enviaron sus embaja➡ dores al rey de Aragon, que fueron un caballero natural de aquella ciudad, llamado Nicolás Copula y 30

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