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príncipes y barones del imperio, que por esta causa vinieron á España, viendo que era jurídica y legitimamente elegido. Por ambas las partes se alegaban y fundaban razones muy aparentes, con las cuales se deshacia y parecia anular el derecho del adversario. Entre las otras por parte del rey de Castilla se pretendia, que por la coronacion hecha por el arzobispo de Colonia, no se pudo adquirir ningun derecho, sino fuese en favor del que fuese por la mayor y mejor par te elegido, porque de otra manera se seguia un muy notorio inconveniente, que solo el arzobispo de Colonia inducido con ruegos, ó corrompido con dádivas, podria dar el imperio a quien quisiese y quitarlo. Al principio desta division siendo sumo pontifice Alejandro cuarto, rehusaron estos príncipes de poner sus diferencias en el exámen y juicio de la sede apostólica, hasta que en tiempo de Urbano y Clemente sus sucesores, se procuró, que entretanto que se determinaba, hubiese entre ellos una firme y segura tregua, persuadiéndolos por sus legados á la concordia. Mas visto que por este camino no se pudo efectuar, fueron citados para que por sus procuradores compareciesen en corte romana, para tratar con ellos de la paz y concierto, y si no se pudiese conseguir, para proceder en el negocio, como pareciese ser mas útil al estado de la Iglesia. Procedieron estos pontifices con tanta igualdad y moderacion en esta causa, que dieron á los dos título de electo rey de romanos, reservando á su determinacion de darlo á la persona que por la sede apostólica fuese declarado, procurando que ninguno dellos justamente se pudiese agraviar, ni rehusar el juicio de la sede apostólica, por ninguna via 6 razon de sospecha. Prosiguiéndose en esta causa por via jurídica, prorogose la determinacion por algunos impedimentos que de todas partes se ofrecieron, mayormente por la prision de Ricardo, que fué preso con el rey de Inglaterra su hermano, y con el príncipe Eduardo su sobrino el año de mil doscientos sesenta y nueve en la batalla de Levisio por Simon de Monforte, y por las guerras y alteraciones que hubo en Inglaterra entre los grandes del reino, que duraron mucho tiempo, de que se siguieron grandes turbaciones y crueles guerras, no solo en Alemania, pero en toda Italia. Murió en este medio Ricardo, y entónces todos los electores, sino fué el rey de Bohemia en conformidad, eligieron por rey de romanos á Rodolfo conde de Asburg, príncipe de gran valor, y digno por su persona de la corona del imperio, cuyo padre murió en la conquista de Ultramar, y el rey de Bohemia por su autoridad sin tener parte en los electores, trató de apoderarse del imperio, creyendo que le elegirian, por estar muy olvidado el partido del rey de Castilla, hallándose impedido en la guerra que tenia con el rey de Granada, y con los ricos hombres de su reino. Por esta causa en el primer año del pontificado de Gregorio décimo, estando en Orbieto, envió el rey de Castilla por sus embajadores á fray Aimar de la orden de predicadores, que despues fué obispo de Avila, y al maestro Fernando de Zamora canónigo de aquella iglesia, su canciller, y protestaron contra la eleccion hecha en la persona de Rodolfo, pretendiendo que no podian de derecho los electores proceder á hacer otra eleccion en agravio y perjuicio suyo, y apelaron á la sede apostólica. Siendo esto propuesto en el consistorio, se determinó que no se podia jurídicamente proceder á proveer lo que por parte del rey don Alonso se pedia, sin que primero fuesen lla

TOMO IV.

mados los príncipes electores que habian elegido á Ricardo, ó aloménos sin que precediese denunciacion, como se tratase especialmente de perjuicio de los electores, que se atribuian á sí el derecho y preeminencia de elegir el rey de romanos, que ha de ser promovido á la dignidad imperial, de lo cual decian estar en pacífica posesion, de donde inferian no poder ser inhibidos por la sede apostólica, sin que libremente usasen de su posesion eligiendo otro príncipe, si á ellos pareciese ser así mas expediente. Finalmente los embaja→ dores del rey de Castilla se volvieron sin conseguir ningun buen efecto de lo que pretendian, y el papa desde Leon, à donde vino el año siguiente por tener convocado el concilio, teniendo por mas fundada la pretension de Rodolfo, juzgando, que por la muerte de Ricardo ningun derecho se habia de nuevo adqui rido al rey de Castilla, porque su eleccion no habia podido tomar fuerzas ni mas fundamento, por lo que despues sucedió, visto de cuanto impedimento era esta division al pacífico estado de la cristiandad, y á la union de la iglesia griega con la católica, de que entón→ ces se tenia tanta esperanza, trabajó de persuadir al rey don Alonso que desistiese de su pretension y demanda, y trató desto por medio de don Juan Nuñez de Lara, y del obispo de Astorga, que fueron enviados por embajadores juntamente con fray Aimar, y el maestro de Zamora, para que le aconsejasen, que desistiese de un negocio que tan dañoso era á sus reinos y á la quietud y sosiego dellos, si lo quisiese llevar adelante, porque ya era coronado Rodolfo en Aquisgran con favor de todos los electores, exceptuado el rey de Bohemia. Despues envió por un su capellan llamado Fredulo, prior de Lunel, que fué obispo de Oviedo, para que en caso que el rey ofreciese que desistiria de la causa del imperio, le concediese la décima de todas las rentas eclesiásticas de sus reinos por seis años, para la guerra y conquista de los infieles. Mas el rey de Castilla no consideró, que Rodolfo no solamente tenia de su parte á los electores del imperio, pero al papa que le era muy propicio y favorable y creia, que podria con él acabar en presencia, que se tomase algun medio de concordia, con que quedase juntamente con Rodolfo, elegido rey de romanos. Entendíase comunmente que aunque su competidor era un señor muy valeroso y gran caballero, no podria en aquella contienda prevalecer contra él, siendo príncipe tan poderoso, y que tenia tanto deudo con las casas principales del imperio, no solo con el parentesco de la reina doña Beatriz su madre, que era de la nobilísima casa de Suevia, de la cual fueron elegidos cinco emperadores, que tuvieron aquella dignidad en gran magestad, desde el emperador Conrado el tercero, y eran duques de Suevia y Francia. Pero aun por descender por línea legítima de varon de los condes de Borgoña. que deducian su sucesion de los reyes antiguos de Borgoña y Francia, y sin esto lo que no se estimaba por de ménos importancia, ser el rey de Castilla tan liberal y generoso, que en gran parte excedió los límites de toda largueza, y expendia sus tesoros y rentas con grandes príncipes y señores que le fueron no solo aliados y confederados, pero vasallos, como se halla en las memorias de aquellos tiempos, que lo fueron Ugo duque de Borgoña, Guido conde de Flandes, Enrique duque de Lorena, Gaston vizconde de Bearne. Guido vizconde de Limoges. A todos estos príncipes y señores de tan grandes estados, y al marqués de Monferrat su yerno, y al conde de Veintemilla, y

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gona, y en Barcelona tuvieron las fiestas de Navidad del año de mil doscientos setenta y cinco, á donde procuró el rey don Jaime de le estorbar de aquel viaje: porque entendia que seria en grande deshonor y mengua suya, y no habia ninguna razon, para que fuése á verse con el papa, para haber de renunciar el imperio: mayormente habiendo de pasar por tierras del rey de Francia, á quien el rey de Castilla tenia entonces por no amigo, y así fue necesario que el papa le enviase salvo conducto del rey de Francia, no solo para pasar por su reino, pero para que llevase las compañías de gente de guerra de caballo y de pié, que convenian para la guarda y acompañamiento de su persona. Perseverando desta manera en su propósito, partió de Barcelona para Perpiñan, á donde quedó la reina doña Violante con los infantes sus hijos y concertáronse las vistas con el papa, que fuesen en la Proenza, á donde habia de venir el papa, y por la dificultad de los aposentos y gran concurso de gente de ambas partes, ordenó primero el papa de ir en su corte á Tarascon, y que el rey de Castilla se fuése á Belcaire: y de allí acordarian, como se viesen; y despues determinó de irse á Belcaire con algunos cardenales, dejando la corte en Tarascon. Despues de la octava de pascua de Resurreccion deste año, entró por Francia y fué acompañado del arzobispo de Narbona, que por mandado del papa vino á los confines de Rosellon y fué acompañado hasta Belcaire, á donde estuvo el rey de Castilla to

otros señores lombardos y tudescos, hizo muy grandes y crecidas mercedes, y en la prosecucion desta empresa se le ofrecieron tan excesivos gastos, que puso á sus reinos en extrema necesidad. Mas todo esto pudo sobrepujar el valor y grande prudencia de Rodolfo, que en conformidad fué preferido por industria, segun algun autor afirma, del arzobispo de Maguncia, y conformó en ello el sumo pontifice con mucha aficion, ó por sacar de la sucesion del imperio un príncipe tan grande como era el rey de Castilla, 6 por recelo de las cosas del reino de Sicilia, porque el rey don Alonso pretendió, que debia suceder en los estados de Suevia, á cuyo nombre tenian los pontifices grande aborrecimiento, confiándose por este camino demasiadamente en su poder y grandeza, y con poca prudencia respondió con Fredulo que estaria á lo que su santidad sobre este negocio determinase, y que por solo este efecto iria personalmente á verse con él á la ciudad de Mompeller, ó á otro lugar de aquella comarca. El papa con solo este ofrecimiento y promesa, sin dar parte al rey de Castilla de su determinacion, acordado y deliberadamente con consejo de todo el consistoro, aprobó en la ciudad de Leon á veinte de setiembre deste mismo año de mil doscientos setenta y cuatro la eleccion hecha de la persona de Rodolfo, y de allí adelante le dió título de rey de romanos, mandando á los príncipes electores, landgraves, ciuIdades y villas del imperio, que como á legítimo y verdadero rey de romanos le tuviesen y acatasen, asistiendo en sus oficios y cargos: y escribió á Rodol-do el verano y parte del estío. Como no pudo tomar fo que cuán aceleradamente pudiese fuése á Italia pa- buena conclusion en el hecho del imperio, propuso ra coronarse, y enviase delante gente de guerra para ante el papa algunas otras pretensiones, de que enla seguridad de su persona: porque así convenia á la tendia que por medio de la sede apostólica en aquepacificacion de las tierras y estado del imperio y de Ila sazon podia ser desagraviado, y era la principal la Iglesia. Desta tan repentina y no pensada determi- pedir el ducado de Suevia, el cual decia, que por nacion tuvo el rey de Castilla grave sentimiento, por- muerte de Conradino le pertenecia por parte de la reina que esperaba que el papa primero le oyera y desagra- su madre, que habia sido ocupado por Rodolfo, y jun. viara, 6 diera tal asiento y salida, que pudiera ho- tamente con esto el derecho del reino de Navarra, del nestamente desistir de aquella demanda. Pero como cual se habia apoderado Filipo rey de Francia, tomando en ninguna cosa de su estado y gobierno se hubiese á su mano á Juana, única hija del rey Enrique, con incon maduro y sano consejo, erró en la determina- tento de casarla con Filipo su hijo primogénito, y tamcion de su ida, la cual emprendió en tiempo que me- bien procuró fuese puesto en su libertad el infante don nos debia, partiendo de sus reinos ya declarado el Enrique su hermano, y pedia grande suma de dinero pontifice, aventurando todo el crédito de su reputacion. que Carlos rey de Sicilia le debia: pero no se hizo en Desta manera teniendo á su parecer asentadas las co- ninguna destas demandas cosa que pidiese, y húbose sas del reino de Granada y las diferencias de los de volver muy descontento, y como quiera que haricos hombres que andaban fuera de su servicio, por bia ofrecido al papa de estar á su determinacion en lo medio de la reina su mujer, y del infante don Fer- del imperio, vuelto á España tornó á usar del título nando su hijo, y del infante don Sancho arzobispo de de rey de romanos, y de las insignias y sellos impeToledo, otorgó á los ricos hombres cuanto le pidieron, riales y escribió á los príncipes de Alemania é Italia é hízoles grandes mercedes, dándoles los lugares y que seguian su voz, que proseguia su querella. Mas tierras que dél primero tenian, y sin dar órden de teniendo desto noticia el papa, procuró por medio del asentar paz con Abenjucef miramamolin y rey de arzobispo de Sevilla, de persuadirle que se apartase Marruecos, ni dejar proveidas las fronteras y luga- de aquel yerro y porfía: y hubo de desistir della con res de la costa de la Andalucía, dejó por gobernador sola la gracia y concesion que le hizo de la décima de sus reinos y por adelantado mayor de la frontera de las rentas eclesiásticas para la guerra de los moros. al infante don Fernando primogénito heredero, que Esto procedió á la ida del rey don Alonso, por esta habia sido jurado por sucesor despues de su vida : y él demanda del imperio, y la causa que hubo para verse se partió por tierra y llevó consigo al infante don con el papa Gregorio y lo que allí se trató, muy diManuel su hermano y á la reina su mujer, y á los ferente de lo que en las historias de Castilla y en infantes don Juan, don Pedro y don Jaime sus hijos: otras que dello hacen mencion, está referido. Quedó habiendo primero proveido de grande armada en los Rodolfo de allí adelante sin contradiccion alguna rey puertos de Galicia, para que fuése con gentes y vi- de romanos, y cuanto en vida del papa Gregorio fué tuallas la vuelta de la Proenza. Pasó el rey de Casti- favorecido por la sede apostólica, y con grande inslla por el reino de Valencia á la ciudad de Tortosa, tancia animado que fuése á Italia, para recibir la copor donde entró en Cataluña, y salió el rey de Ara- rona y asentar en pacífico estado las cosas del imgon su suegro por recibirle desde Barcelona á Tarra-perio, tanto fué despues de la muerte deste pontifice,

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de enero deste año mandó convocar las cortes que ha-
bia deliberado tener en la ciudad de Lérida, á los ricos
hombres de Cataluña y Aragon, para el dia de Car-
nestolendas. Fuéron á estas cortes el arzobispo de
Tarragona y los obispos de Girona, Zaragoza y Barce-
lona, y los ricos hombres que se hallaron en ellas que
estaban en servicio del rey, eran don Ramon de Mon-
cada señor de Fraga y don Ramon de Moncada procu-
rador de Aragon, don Berenguer de Entenza, don Gui-
llen de Castelnou, don Jofre de Rocaberti, don Jaime
de Cervera, don Guerao de Cabrera hermano de don
Alvaro conde de Urgel, don Ferriz de Lizana, don Gui-

prohibido por Inocencio, Adriano y Juan veinte y uno
que tras él sucedieron, que pasase á ella: los cuales le
amonestaron que no entrase en Italia hasta que las co-
sas públicas estuviesen asentadas y pacíficas: y comen-
záronse á declarar contra él, porque sus gobernadores
y jueces se entremetian en el gobierno de algunas ciu-
dades de la Romanía que se pretendia por los pontifi-
ces ser del exarcado de Ravena y del estado que
llamaban de Pentápolis, en el cual se comprendian
Ravena, Clase, Cesarea, Forlivio y Foro Popilio: de
las cuales por Oton cuarto y Federico segundo y des-
pues por el mismo Rodolfo se habia hecho reconoci-
miento ser del derecho y dominio de la sede apostóllen de Pueyo, don Blasco de Alagon, don Atho de
lica. Muerto el papa Juan se procuró lo mismo por
los cardenales que se juntaron en Viterbo á la eleccion,
y despues de ser elegido al sumo pontificado Nicolao
tercero antes de su coronacion. Mas no fueron sus amo-
nestaciones tan bastantes qué desistiese de su propó-❘
sito, cuanto le dieron lugar las guerras que tuvo en
Austria y Bohemia.

Foces, don Bernardo Guillen de Entenza, don Pedro
Martinez de Luna, don García Ortiz de Azagra, don
Pedro de Queralt y los procuradores de Zaragoza, Hues-
ca, Calatayud, Teruel y Daroca, cuatro de cada una
destas ciudades y villas. Llegado el rey á Lérida el in-
fante se fué tambien allá y se aposentó en el castillo,
mas el vizconde de Cardona y los condes de Ampurias
y Pallás, don Fernan Sanchez, don Artal de Luna y

CAP. XCIV.-De la muerte del santo varon fray Ramon y don Pedro Cornel y los otros ricos hombres y cabade Peñafort.

En estas fiestas de Navidad, dia de la Epifanía, estando los reyes en Barcelona, murió en el convento de los frailes predicadores de aquella ciudad, el bienaventurado y glorioso padre fray Ramon de Peñafort, Era la santidad y religion deste santo varon celebrada por toda la cristiandad y muy aprobada y reveren-. | ciada generalmente por todos los pontifices que presidieron en su tiempo en la Iglesia católica, desde Gregorio nono, cuyo penitenciario y confesor fué, y por cuyo mandado él copiló de diversos volúmenes, el de las decretales, que fué tan recibido por la sede apostólica y fué una de las principales colunas sobre quien se fundó la religion y órden de santo Domingo, y el tercer maestro general della, despues de su instituidor, gran censor de las cosas de la fé, y muy rígido y severo perseguidor de los herejes de Tolosa, Feses y Carcasona, y extirpador de todo género de error y he- | rejía, por quien no solamente Cataluña, que era su naturaleza, pero toda España fué muy enriquecida con tal tesoro, porque su vida y muerte fué por la bondad divina, por sus grandes méritos, muy ilustrada con diversos milagros, que Dios obró por su siervo. Es cosa muy digna de saberse, que este santo varon con espíritu celoso del aumento de la santa fé católica, tenien¬ do gran fé y opinion cerca del rey, porque los herejes de Francia se venian á recojer á Cataluña, procuró, que hubiese inquisicion contra la herética pravedad en su reino y en los que fuese conquistando, que es ejemplo muy señalado para estos tiempos. Asistieron los reyes de Aragon y Castilla y los infantes sus hijos. con toda su corte à las exequias del santo varon, y aunque no fué puesto en número de los santos, como fué procurado en diversos concilios provinciales, queda su memoria consagrada entre los fieles católicos en toda la provincia de Aragon.

CAP. XCV.-De lo que pasó en las cortes que el rey mandó convocar en Lérida, á los catalanes y aragoneses, y

de la muerte de don Fernan Sanchez.

Pasadas las fiestas de Navidad, habiendo el rey fes-tejado al rey y reina de Castilla sus hijos, despues de haber estado en aquella ciudad cuarenta y tres dias, partió el rey don Alonso con la reina su mujer á Perpiñan, para proseguir su camino, y el rey á veinte y seis

lleros de su bando no quisieron entrar en Lérida, di-
ciendo, que se temian del rey, y juntáronse en Cor-
bins, y aunque el rey les ofreció, que les daria seguro.
no quisieron ir, y enviaron por sus procuradores á
Guillen de Castelauli y Guillen de Rajadel. Estos caba-
Ileros pidieron, que ante todas cosas el rey mandase
restituir á don Fernan Sanchez las villas y lugares que
el infante don Pedro le habia tomado. Decia el rey,
que no era obligado á esto, porque don Fernan San-
chez y don Jimeno de Urrea y don Artal de Luna y don
Pedro Cornel, con ofrecerles de estar á derecho con
ellos, habian desafiado al infante, y hecho guerra de-
bajo de aquella promesa, y lo que era mas grave, que
don Fernan Sanchez tenia forciblemente los castillos
de Alquezar y Nabal, y no los queria restituir al rey.
Como las cosas iban en mayor rompimiento, el infan-
te se salió de Lérida, porque habiendo declarado los
jueces, que no era legítima aquella excepcion de los
ricos hombres, no le obedecieron y la corte se despi-
dió. Desta suerte, cuando se esperaba que las cosas
se remediarian y apaciguarian, se iban mas estragan-
do, y el vizconde de Cardona envió a decir al rey, que
el infante don Pedro y sus gentes dentro del término
de la tregua, habian hecho diversos daños á don Fer-
nan Sanchez, persiguiendo á él y á los suyos y á sus
valedores, especialmente á los que estaban en Antillon
y Pomar. Sucedió que pretendiendo el infante, que don
Fernan Sanchez habia rompido la tregua y hecho daño
á sus gentes, y no queriendo el infante por esta causa
tener tregua con él, el rey á veinte y cuatro del mes de
marzo mandó avisar al vizconde y notificarle que él
le volvia la tregua por sí y por el infante don Pedro.
Mandó entonces el rey, que el infante se entrase en
Aragon, para defender la tierra y ofender á sus ene-
migos, y por su mandado estuvo contra ellos en fronte -
ra don Pedro Jordan de Peña y antes que saliese de
Lérida mandó el rey juntar las gentes de los consejos
que llamaban las huestes, y convocar á los ricos
hombres, para que á punto de guerra estuviesen en
Lérida dentro de tres semanas, con propósito de ir él
en persona contra el conde de Ampurias, y que el in-
fante quedase haciendo guerra en Aragon á don Fer-
nan Sanchez. Muchos pensaron, como el rey era ya
muy viejo, que fácilmente le moverian á que reci-
biese en su servicio á don Fernan Sanchez, y así le su-

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plicaban, que no se persuadiese lijeramente con fal- | Fernan Sanchez, y no pudiendo pasar el rio se metió

por unos campos, y siendo descubierto, fué preso por la gente del infante, y no considerando el parricidio que cometia y queriendo ser mas inculpado de ha

mandó allí luego anegar en Cinca. Sabida la muerte de don Fernan Sanchez, todas sus villas y castillos se rindieron al infante, y mandó salir del reino á don Jordan de Peña su hermano, y á los que con él estaban: y don Jordan se fué á Navarra. Refiérese en la historia del rey una cosa, que era menester que se es

muerte de don Fernan Sanchez, se bolgó mucho dello:
porque era muy dura cosa, que siendo su hijo y ha-
biéndole hecho tanta merced, y dado muy principal
estado en su reino, se hubiese rebelado contra su ser-
vicio. Dejó don Fernan Sanchez de doña Aldonza Jime-
nez de Urrea su mujer un hijo, que se llamó don Feli-
pe Fernandez, que despues sucedió en el estado de su
padre, de quien descendieron los señores de la casa de
Castro.

CAP. XCVI.-De la guerra que el rey hizo al conde de
Ampurias.

sas informaciones de los que le acusaban y perseguian, y que se mostrase justo y placable á su hijo, pues sabia, que ni los grandes ejércitos, ni todo el poderío real suelen ser tan firmes para la defen-berle cometido, que loado por usar de clemencia, le sa del reino, cuanto el número de los hijos de los reyes, y de las personas que le son allegadas en parentesco, porque los amigos y servidores, ó se disminuyen, ó se mudan con el tiempo, y con diversas ocasiones, y algunas veces por codicia y ambicion, pero el vinculo de la naturaleza no se puede deshacer, y mucho menos suele desconocer á los príncipes, de cu-cribiese en ella para creerla, que sabida por el rey la ya prosperidad gozan los extraños; mas sus cosas adversas, tocan mas á los que les son mas propincuos en sangre. Que si en aquella discordia no daba el rey tal ejemplo en su persona, no podrian los hermanos estar conformes ni en verdadera amistad: pero el rey estaba tan indignado por el desacato y ofensa de don Fernan Sanchez, que mandó al infanto ántes que saliese de Lérida, que luego fuése contra él, é hiciese todo el daño que pudiese á don Jimeno de Urrea, y á don Lope Ferrench de Luna, y si pudiese tomarse á Figueruelas y Pedrola, que eran de don Lope, y que no pusiese cerco á castillo, sobre el cual le fuese forzado detenerse mucho tiempo: y proveyó, que el infante mandase á doña María Fernandez, madre de don Lope Ferrench, que se entregasen en Zaragoza y se secrestase Magallon por el rey, y dió el rey sus cartas para que los consejos de las ciudades y villas de Aragon siguiesen al infante de la misma manera que harian, si su persona se hallase presente. Era cosa de gran maravilla ver, cuan puesto estaba el rey en proseguir este negocio y castigar el atrevimiento de su hijo y de los otros ricos hombres: porque con ser el infante don Pedro uno de los mejores caballeros del mundo, y de gran valor, y que perseguia á su hermano con odio terrible, el rey le incitaba mas y animaba, diciendo que desenvolviese bien las manos en aquel menester, y les hiciese cuanto mal y daño pu- | diese: y que para el dia que tenia señalado á sus huestes, se juntasen con él en Lérida, y tambien se hallase con él el infante: pues si Dios era dello servido, purgaria de tal manera la tierra, que mientras él viviese estaría en paz, y despues de sus dias no tendria el infante tanta contienda con sus ricos hombres. Pero el infante tenia poca necesidad que le incitase su padre, y persiguió tan terriblemente a su hermano, dejando á parte todo lo restante, como si contendieran por la sucesion del reino, y sabiendo que andaba con poca gente visitando sus castillos y animando á los suyos, que los tenia en guarnicion, teniendo aviso que habia de ir al castillo de Antillon, puso en celada hasta ciento de caballo, y dieron de sobresalto sobre don Fernan Sanchez, y escapándose dellos, encerráronle en el castillo de Pomar, que está sobre la ribera de Cinca, y pusiéronse en torno del castillo, y dando aviso dello al infante, acudió con su gente sobre él. Refiere Bernardo Aclot, que entendiendo don Fernan Sanchez, que no podia allí defenderse, y que necesariamente le convenia rendirse, por no ponerse en las manos del infante, mandó á un escudero suyo, que se armase con sus armas, y saliese con algunos á caballo fuera del castillo: y á toda furia procurase de escabullirse de entre los enemigos, como mejor pudiese: y disfrazán-el conde su padre le habia encomendado y puesto dedose en hábito de pastor, pensó él en aquel rebato escaparse. Pero siendo tomado el escudero por la gente del infante, descubierto el engaño, siguieron á don

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Detúvose el rey en Lérida antes desto, hasta los primeros de mayo, y teniendo en orden las compañías de gente que habia mandado ayuntar, fué á Barcelona, y determinó, como lo tenia acordado, de ir contra Ugo conde de Ampurias; pero antes que saliese de aquella ciudad á catorce del mes de mayo deste año, le envió su carta de desafío, como era costumbre: porque estaban en treguas, justificándose con la ingratitud que con él usaba el conde: porque hallándose en Castellon de Ampurias al tiempo que fué á visitar al conde Ponce Ugo su padre, estando à la muerte, le habia encargado en su presencia, que siempre siguiese y sirviese al rey y por ninguna persona del mundo fuese contra él, y dióle su maldicion si lo contrario hiciese, y dejóle debajo del amparo y crianza del rey y en las diferencias que habia tenido el conde con el infante don Pedro, el rey le habia ofrecido, que si le citase ante él y su corte, se le haria cumplimiento de justicia. Despues sucedió al tiempo que el rey iba al concilio de Leon, que pasando por Peralada, quiso saber del conde, si le serviria en la guerra que el vizconde de Cardona y los otros ricos hombres de Cataluña habian determinado de moverle, y si seria contra ellos y prometióle entonces, que nunca se hallaría contra él, y no obstante esta promesa se conjuró con ellos contra él, y contra el infante, siendo su natural y vasallo por el feudo que tenia, y no contento con esto, con haber ofrecido el infante que estaria á derecho con él, le puso á saco y quemó la villa y castillo de Figueras, que tenia en su salvaguarda, y habia mandado talar el término de Torrella. Postreramente hizo guerra el conde á los de Girona, siendo vasallos del rey, y no teniendo el infante en ellos ningun señorío, sino las rentas que llevaba en aquella ciudad por concesion del rey, como las podia llevar cualquiera otro rico hombre de la tierra, á quien el rey las diese, y habia el conde hecho otras fuerzas á ciertos monasterios, y rompido las salvaguardas reales, y por esto el rey le envió á desafiar. Respondió el conde á este desafio, que era verdad, que

bajo de su amparo: pero que fué con intencion, y así decia, que lo esperaba él, que el rey siempre defenderia su persona y casa, y cuanto à la promesa que decia el rey

estaria á lo que el rey quisiese ordenar sobre lo de Figueras, y con esto el rey levantó el cerco que tenia sobre Rosas, y vínose á Girona, y allí se presentaron ante él el conde y Pedro de Berga, y suplicáronle que man-' dase convocar cortes á catalanes y aragoneses, para la ciudad de Lérida, y que allí se determinasen todas sus diferencias, y el rey lo tuvo por bien, y señaló dia para la corte general, la fiesta de Todos Santos siguiente.

CAP. XCVII.-Del socorro que el infante don Pedro dió al vizconde de Castelnou.

que habia hecho en Peralada, que no seria contra él, que ↑ no se acordaba de tal, y que despues se siguió, que el infante teniendo entre sí gran amistad, y habiendo recibido dél su caballería, compró á Torrella, en gran perjuicio y daño de su estado y heredamiento, y que como quiera que el infante decia, que queria estar con él á justicia, no le convenia, siendo tan notorio el agravio, y aun al rey pareció entonces que bastaba, si aquella diferencia se pusiese en su poder. Por esto decia el conde, que no pudiendo buenamente sufrir tan grande agravio, no siendo poderoso á defenderse con los suyos, se habia confederado con sus amigos, En este medio el infante don Pedro, habiendo echacontra cualesquiera que le quisiesen quitar lo suyo, y do de Aragon á sus enemigos, se fué á ver con el rey que aquel juramento no se entendia haberse hecho de Francia su cuñado, y estando con él Gisberto vizcontra el rey, que no acostumbraba desheredar á na- conde de Castelnou, se siguió que Arnaldo de Corsavi die, ni denegar su justicia á ninguno, y por esta cau- su hermano, que tria guerra contra él, y le favorecian sa habia sido lo de Figueras y Torrella, que eran del en ella don Guillen de Canet, Ponce Zagardia, don Galinfante, y no se supo que estuviesen debajo de la sal- cerán de Pinos y Ramon Roger de Pallás, entraron á vaguardia, y que él se despedia del rey, exceptuando correr la tierra del vizconde, y fuéronse à poner en su persona real. Esto era mediado el mes de mayo, y un castillo en el Val de Arles, que se llama Mombauel conde se habia hecho fuerte en Castellon, y el vizcon- lo, con ciento cincuenta de caballo, y tres mil peode de Cardona, que estaba en Ager, envió á dasafiar nes, y no querian levantar el cerco por mandado del al rey, diciendo que tenia tal deudo con el conde de infante. Siendo vuelto el infante de Francia, fué contra Ampurias, que no podia faltarle. Tenía entonces el in- ellos con solos ciento y ochenta de caballo, y salió de fante don Jaime, hijo segundo del rey, puesto cerco á Figueras para Cerete, que era un castillo del vizconde un castillo del conde, que se decia la Roca, y llegan- de Castelnou, y de allí pasó á Mombaulo que está á do el rey al Ampurdan, mandó que se alzase el cerco, una legua, y ántes que amaneciese llegó el infante al porque queria emprender los lugares mas principales lugar, donde estaba la gente de Arnaldo de Corsavi, y y fuertes de aquel estado, y pasó á Perpiñan á visitar siendo sentidos de los que hacian la guarda, dieron al á la reina de Castilla su hija, que estaba en aquella vi- arma, y salieron contra ellos, pero el infante y los lla, desde que el rey su marido habia pasado á Belcai- suyos rompieron por los enemigos con tanto esfuerzo, re, y allí tuvo el rey aviso de la muerte de don Fernan que los desbarataron é hicieron recoger á la montaSanchez su hijo. Hacíase la guerra en el condado de ña. Refiere Aclot, que recibiera el infante grande daño Ampurias muy bravamente, sin que el conde osase en aquel reencuentro por la sobra de la gente que los salir de Castellon, á donde se habia recogido, y el viz- contrarios tenian, si no fuera por Guillen de Canet, que conde de Cardona estaba en Ager, harto mas humilde conoció el pendon del infante, y que iba allí su perso→ que antes, aunque habia desafiado al rey, y el na, y se apartó con los suyos de la batalla. Allí se burey le envió a decir que él procedia contra el conde bo gran despojo de armas y caballos, y dejando á como lo debían hacer los señores contra los vasallos buen recaudo el castillo, el infante se volvió a Cerete. que les eran rebeldes, y que aceptaba su desafío de Desta manera iban sujetando el rey y el infante todos muy buena voluntad, y que si el vizconde era tan sus deservidores, y el rey se vino á Barcelona por el mes buen caballero como pensaba serlo, creia, que no ha de setiembre, y de allí á Lérida, á las cortes que habia ria mal en su tierra, hasta que pasasen los treinta convocado, en las cuales se hallaron el vizconde de dias, que disponia el usaje, que corriesen despues del Cardona, y los condes de Pallás y Ampurias, don desafío, pero si tanta gana tenia de hacerle daño, le Bernardo Guillen de Entenza, don García Ortiz de rogaba le avisase, si osaria irle á buscar á Castellon. Azagra, y otros ricos hombres de Cataluña y Aragon. Salió el rey de Perpiñan á la Bisbal para recojer la gen- Ántes que el infante don Pedro entrase en Lérida, sute de Barcelona, que iba por tierra, y de allí fué so- plicaron al rey los ricos hombres de Cataluña, que bre un castillo de don Dalmao de Rocaberti, que se confirmase al conde de Pallás el feudo de Berga, y decia Calabuig, y tomolo y mandólo derribar, y ajun- otros lugares que Pedro de Berga le habia dejado, el tándose despues con otra parte de su ejército, que iba cual habia muerto aquellos dias, y que con esto ellos por mar, fué à poner cerco sobre el castillo de Rosas, obedecerian cuanto les mandase, y holgarian de cuanque era del conde. Entendiendo el vizconde de Cardoto el rey proveyese, para el pacífico estado de Cataluna como se estrechaba el negocio, fuése á poner en el ña, y remitiólo el rey para la venida del infante. Siencastillo, á donde el conde estaba, y lo mismo hizo Pe- do despues llegado á Lérida, queriendo ante la corte dro de Berga, y algunos ricos hombres de Cataluña, y general satisfacer á las quejas que tenian dél aquellos entonces envió el vizconde á decir al rey, que supiese, ricos hombres á conocimiento y determinacion del rey, que siempre se hallaria á donde sus amigos tuviesen propuso de tratarlos con ellos, en presencia de los mas necesidad dél, y que si mal hiciese al conde de hombres principales de Lérida, pero ellos se partieron Ampurias, ó á alguno de su parcialidad, tenia al rey sin su licencia, y así sin determinarse lo que tocaba á por de tan buen conocimiento, que entenderia, que los ricos hombres se despidieron las cortes. les hacia mal sin razon que para ello hubiese. Esto era CAP. XCVIII-De la pasada de Abenjucef rey de Mará once del mes de junio, y viendo aquellos ricos homruecos á España, y del estrago que hicieron los moros bres en cuanto peligro se ponian, si el rey y el infan- en la Andalucia, y de la muerte del infante don Ferte prosiguiesen la guerra contra ellos, determinaron, nando, hijo primogénito del rey de Castilla. que el conde se fuése á poner en poder del rey, y lle- Despues que el rey de Aragon vino de Leon de Franvaronio á su real estando sobre Rosas, ofreciendo, quecia, estando en Barcelona por el fin del año pasado,

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