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en su justicia á las personas que pretendian ser dél agraviadas en lo que tocaba al derecho de la sucesion del imperio griego, que se querellaban ser despoja dos por él violentamente: ni desistiria de proseguir tan grande negocio como este de la union, por otras vias cuales el Espíritu Santo le ministrase, que conviniesen al bien universal. En estos términos estaba el tratado de la union de la iglesia griega, cuando falleció el papa Clemente, sin haber procedido mas adelante en él. Pasaron casi dos años que no se hizo eleccion de sumo pontifice, y en este medio envió Paleólogo con sus embajadores á decir al rey Luis de Francia, que deseando él y todo el clero y pueblo de su señorío, reducirse á la obediencia de la Iglesia romana y unirse en la profesion della si los admitiesen, habiendo diversas veces enviado sus embajadores á los pontifices pasados, no se habia conseguido su deseo: y pedia con gran eficacia, que el rey interpusiese sus partes en un negocio tan santo basta llevarlo á debida conclusion: ofreciendo que lo dejaria á su determinacion, é inviolablemente guardaria lo que él ordenase y dijese. Entonces estando el rey Luis para pasar con su armada á África contra los infieles, envió al colegio de cardenales que estaban juntos en Viterbo, dos religiosos de la órden de los frailes menores, llamados Eustasio de Arrebato y Lamberto de Cultura, pidiendo que pues en defecto de sumo pontifice incumbia al consistorio y colegio de cardenales sede vacante, proseguir negocio tan grande en aumento de la religion, proveyesen solicitamente lo que cumplía para reducir la iglesia griega á la union de la sede apostólica romana. El colegio entendida la instancia que Paleólogo hacia, por el mes de marzo de mil doscientos setenta cometió al obispo Albannense, legado de la sede apostólica en Ásia, que admitiese por la órden que el papa Clemente habia declarado al emperador, clero y pueblo griego, á la pro- | fesion de la fé católica y recibiese dellos el reconocimiento que habian de hacer del primado de la Iglesia romana: y mandando congregar concilio, de su nacion é imperio, en él el emperador patriarca de los griegos, y los arzobispos, obispos, archimandritas, abades y todo el clero y pueblo de los griegos, públicamente lo aceptasen y reconociesen por escrito, jurando que inviolablemente lo guardarian y que della en ningun tiempo discreparian ó desviarian, so pena de cismáticos, sometiéndose á la obediencia de la santa madre Iglesia. Allende desto fué proveido, que el clero prestase manual obediencia y reverencia, y con juramento prometiesen de no se apartar nunca della, ni atentasen pública ó secretamente, de decir 6 predicar cosa que fuese contra la profesion que harian, y enviasen algunas personas idóneas por los lugares principales de aquel imperio, que recibiesen y admitiesen la profesion y obediencia. y della constase por instrumentos públicos y auténticos. Mas por muerte del legado no se pudo aquello entonces efectuar y en el mismo año se hizo eleccion del papa Gregorio décimo, que tambien fué legado por la sede apostólica en Asia. Vuelto á Italia al principio de su pontificado propuso de proseguir el negocio de la union: y porque con mayor calor se concluyese, envió desde la ciudad de Orvieto á Paleólogo, cuatro personas religiosas muy señaladas en vida y letras, entre los mas famosos de aquel siglo que eran de la órden de los frailes menores. Estos fueron fray Gerónimo de Esculo, ministro general de la misma órden,

que despues fué creado pontífice y se llamó Nicolao cuarto, Ramon Berenguer, Bonagracia de San Juan y Buenaventura de Mugello, para que ante ellos se hiciese la profesion y reconocimiento: y mandó congregar concilio general de la Iglesia católica en la ciudad de Leon en Francia para el primero de mayo deste año, para tratar en él de la reduccion de los griegos á la union de la Iglesia, y proveer de socorro á la Tierra Santa, y entender en la general reformacion del clero y pueblo cristiano. Para esto, porque por ocasion de la guerra que Paleólogo tenia con Balduino emperador de Constantinopla, á quien se daba gran favor por Carlos rey de Sicilia, no se embarazase ni estor→ base de llegar á la conclusion deste santo negocio, y por via de paz se concluyese, pusieron treguas entre ellos de cierto tiempo. Entonces se acabó de declarar Paleólogo, querer reducirse por medio destas personas religiosas que el papa le envió: y vinieron á Leon por embajadores en su nombre y de todo el imperio, Germano, que fué primer patriarca de Constantinopla y dejada aquella dignidad se hizo monje, persona muy conjunta en parentesco á Paleólogo, á quien tenia gran reverencia y respeto, porque habia sido su ayo y maestro, y Georgio Acropolita Logoteta, y Teofanes metropolitano niceno y primado de Bitinia, y Nicolao Panereta camarero del imperio, y Georgio Zinuchi, personas de gran autoridad, y los principales en su casa é imperio, y con ellos envió en escrito la profesion de los artículos de la fé, como la Iglesia católica los tiene y predica, y el reconocimiento del primado de la Iglesia romana, que hacian él y Andrónico su hijo primogénito, que ya en este tiempo le era compañero en el imperio y usaba de los mismos títulos, y veinte y seis metrópolis sujetas al patriarcado de Constantinopla, con todo el clero griego: y despues en Constantinopla fué por el emperador, y Andrónico personalmente ante los nuncios apostólicos repetido este juramento por el mes de febrero deste mismo año, que fué segun la cuenta que los griegos traian de la creacion del mundo, seis mil setecientos ochenta y dos, de que usaban en sus instrumentos y inemorias. Mas entonces no pudo ser atraido Josefo patriarca de Constantinopla, á que hiciese esta profesion y reconocimiento; y fué suspendido por los mismos griegos del ministerio y dignidad de patriarca, y recluido en un monasterio de la ciudad de Constantinopla y despues en tiempo del papa Nicolao cuarto, hizo la misma profesion, y reconoció el primado, y adjuró la cisma ante el sínodo, que por esta causa celebraron los griegos. En nombre del emperador hizo la abjuracion púbiicamente Georgio Acropolita en este concilio de Leon: pero nunca pidieron relajacion el patriarca, prelados y clero, sobre la irregularidad en que habian incurrido, interviniendo en los divinos oficios, siendo promulgadas sentencias de excomunion, como contra cismáticos, ni pidieron confirmacion à la sede apostólica de las prelacías que tenian: y por esta causa se tuvo por sospechosa su reconciliacion. Solamente se platicó, que en lo que tocaba á las iglesias de Antioquía, Chipre y Jerusalen, se declarase, que pacíficamente cada pastor gobernase sus ovejas en su iglesia: y no tuviese el latino jurisdiccion sobre el griego, ni el griego sobre el latino: y sin lite alguna se confiriesen las rentas eclesiásticas: de tal suerte, que si en alguna iglesia hubiese prelado latino, por su muerte fuese creado otro latino y de la misma manera, á donde los prelados eran

griegos. Propúsose de parte de Paleólogo, que se redu- | cero, ni se empachase, en caso que alguno de los

griegos de su linaje y sangre, pretendiese suceder en el imperio, para ayudarle ni favorecerle en nada; ni se diese lugar, que gente del imperio latino se enviase en su ayuda, ántes fuese repelido como perturbador de la paz universal; y de la union de la Iglesia. Demás desto queria, que se tuviese por establecido y muy constante, que habia de gobernar y señorear el imperio griego, aquel á quien los mismos griegos habian elegido y declarado que reinase sobre ellos, y que el sumo pontífice se concertase que aquel tál prestase é hiciese el honor debido á la sede apostólica, sin que el papa se pusiese en conocer lo que tocaba al derecho y justicia de la sucesion del imperio por ninguna de las partes. Mas como no se le concediese esto tan cumplidamente como él pedia, y porque no quiso Carlos otorgar treguas sino por tiempo de un año, con la confianza que tenia en su poder y en el derecho y justicia que Filipo su cuñado, hijo del emperador Balduino, y él por razon de Catalina su mujer, en mucha parte del imperio griego tenian, los unos y los otros estaban puestos en

uno ambiciosamente su negocio, y lo que tocaba á la fé y religion se fué olvidando y perdiendo, teniendo Paleólogo principal cuenta á defender su estado y sustentarse en la posesion del imperio, y habiéndose procurado tanto de reducir del todo esta nacion à la

despues en tiempo del mismo Paleólogo lo que él habia ofrecido, indignandose, porque los nuncios apostólicos que estaban en Grecia, no procedian á sentencia de

jesen en el primer estado las diócesis de la Servia y de la tierra Zagora, .que sin autoridad de sumo pontífice, despues que Constantinopla fué tomada, habiendo gran confusion en aquel imperio, y estando muy turbadas las cosas dél, concurriendo los búlgaros y servianos juntamente con los griegos, para ecliar y destruir los latinos, por esta causa se mezclaron aquellas naciones entre sí: y siendo entre ellos comunes los matrimonios y casi una misma gente, erigieron la Servia en metrópoli y la tierra Zagora en patriarcado, contra los cánones y costumbres de la Iglesia, como sin voluntad de la sede apostólica: ni pudiese ser creado patriarca, ni conferida dignidad eclesiástica alguna: y era notorio que el emperador Justiniano, por ennoblecer y honrar la ciudad de Achulain, que era su patria, y se llamó de su nombre Justiniana, muy famosa y principal por esta causa entre todas las ciudades del Ilirico, tuvo del papa Vigilio, que constituyese la iglesia della en primado, y le fueron entonces señaladas y atribuidas por diócesis la Servia y tierra Zagora, que en lo antiguo eran las provincias de la Dacia mediterránea y ripense, Dar-mejorar su derecho por las armas, prosiguiendo cada dania, Misia superior y Pannonia, cuyos obispos eran sufragáneos suyos: y en esto mostró Paleólogo desear reformacion y remedio de la sede apostólica, porque aquello volviese al primer estado, como en tiempo de Justiniano estuvo. Pidieron tambien en este concilio, que se les consintiese, que en la iglesia griega queda-Iglesia, no solo no se consiguió, pero se acabó de olvidar sen los ritos y ceremonias que ellos tenian, que no eran contra la fé, ni contra lo estatuido por los testamentos viejo y nuevo: ni contravenian á la doctrina de los sacros concilios universales. Pero á esta deman-excomunion contra algunos grandes y principales grieda se les ofreció, que se les permitirian aquellas que no pareciesen empecer pór ninguna via á la integridad de la fé católica, y cuanto al socorro que el emperador Paleólogo habia de hacer para expedicion del pasaje de la Tierra Santa, en la guerra contra los infieles, le ofreció Paleólogo muy largo de gente, dineros y vituallas: pero con condicion que el papa procurase la paz entre él y los latinos sus adversarios; que era su fin principal. Con estos embajadores envió el papa Gregorio al abad de Montecasino, para que entretanto que se aderezaba el legado que habia de ir á entender en el negocio de la union, explicase el regocijo universal que la Iglesia católica congregada en aquel concilio habia mostrado, por la union de la Iglesia griega y latina, con grande gloria del emperador Paleólogo, que no solamente se habia reducido á la verdadera profesion de la fé; pero habia sido causa que tantos la reconociesen. Á este religioso encargó el papa, que procurase de asentar treguas entre el rey Carlos y Filipo hijo de Balduino de una parte, y el emperador de Constantinopla de otra, como se habia poco antes concertado con Balduino: porque los embajadores griegos hicieron grande instancia, que debia Paleólogo ser ayudado, para que se pudiese emplear contra los infieles en prosecucion de la conquista de la Tierra Santa; y para ello decian que convenia, que tuviese paz con todos los príncipes latinos, de tal manera, que no se temiese de las ciudades y tierras del imperio: y pidieron que el papa, ni sus sucesores no recogiesen á ninguna persona, que fuése rebelde, é inobediente al imperio griego, que tuviese tierras y estado en su señorío y que no se permitiese que alguno de los príncipes latinos los amparase, y teniéndose recurso á la sede apostólica, intercediese el papa como mediador y ter

gos que seguian y favorecian á Filipo, hijo de Baldui-
no, á quien el sumo pontífice llamaba emperador de
Constantinopla, y á Carlos rey de Sicilia, que eran sus
enemigos, como contra perturbadores de aquella union,
porque confederándose con aquellos príncipes, le ha-
cian guerra, y pareció despues muy evidentemente,
que Palcólogo con falsa y simulada religion se movió
á reducirse, creyendo que seria favorecido por el pa-
pa y principes de la Iglesia católica, contra Balduino
y Filipo, que pretendian suceder en aquel imperio, de
que se siguió, que ni él consiguió su deseo, y los grie-
gos por esta causa le aborrecieron teniéndole por implo
y hereje, puesto que con grande valor se apoderó de
todas las fuerzas de aquel imperio, y le dejó pacífico
á sus herederos. Esto sucedió cuanto à la reduccion de
la iglesia griega, y lo que se acabó en este concilio, al
cual ni Paleólogo vino, como Blondo, Platina, Cuspi-
niano, y Egnacio escriben, ni por esta causa se le
confirmó derecho alguno en lo del imperio, en perjui-
cio de Filipo y Carlos, como Paulo Emilio refiere, antes
hubo entre ellos perpetua guerra. Juntamente con esta
nacion dieron señales de venir à la fé los tártaros, cuyo
imperio se iba cada dia mas extendiendo en oriente,
y algunos principales que fueron enviados á este con-
cilio, recibieron el agua del bautismo con grande ale-
gría del pueblo cristiano, teniendo todos cierta espe-
ranza, que en vida deste pontifice la Iglesia católica
llegaria a tanto aumento, que presto pudiese volver
en aquel estado en que estuvo ensalzada antes de la
ruina del imperio romano.

CAP. LXXXVII.-Que el rey se vino con desagrado del papa, porque no quiso coronarle, sino pagándole el censo que el rey don Pedro habia concedido á la Iglesia. Tenia el papa todo su pensamiento ocupado en la empresa de la conquista de la Tierra Santa, trataba con el rey de Aragon, como con un muy excelente y experimentado capitan en la guerra de los infieles, cerca de los aparatos y de la armada y ejército que serian necesarios contra el soldan, y como se pudiesen de fender los castillos y fuerzas que tenian los latinos en Asia. Cuanto al socorro ofrecia el rey de servir à la Iglesia en esta empresa con la décima de los lugares de su señorío, la cual se diese al papa, como llevaba la de los prelados, y porque ofrecia de ir en persona á ella el papa, el rey prometió de le servir personalmente, si allá fuesen, con mil caballeros los mas escogidos de su reino, si le socorriese con la décima para los gastos de la guerra. Tenia grande autoridad cerca del papa el parecer y consejo del rey, que toda la vida se habia ejercitado en hacer cruel guerra contra los moros, pues aunque estaban tan separados de la morisma de Asia, era una nacion conforme en la secta, vida y costumbres, perjura, engañosa y cruel, y en el modo de seguir la guerra de un mismo trato y artificio. Puso á todos grande admiracion ver el vigor y dentedo del rey en tan anciana edad, porque parecia que por su persona se pudieran emprender y acabar grandes hechos, y representábanse las victorias que alcanzó de los enemigos de la fé, y los trances en que habia aventurado su vida. Pareció buena ocasion al rey, que en aquel ayuntamiento tan grande, adonde se hallaban muchos y muy señalados príncipes de la cristiandad, el papa le coronase, pues no habia recibido la corona del reino, segun se habia concedido á los reyes de Aragon que la pudiesen recibir del arzobispo de Tarragona. Mas no quiso el papa darle la corona, sin que ratifica se primero el tributo que el rey don Pedro su padre habia otorgado de dar á la Iglesia, al tiempo de su coronacion, cuando hizo censatario su reino, y pidió que se pagase lo que se debia à la sede apostólica desde aquel tiempo. El rey envió á decir al papa, que habiendo él tanto servido á nuestro Señor y á la Iglesia romana en ensalzamiento de la santa fé católica, mas razon fuera, que el papa le hiciera otras gracias y mercedes, que pedirle cosa que era en tan notorio perjuicio de la libertad de sus reinos, de los cuales en lo temporal no debia de hacer reconocimiento á ningun príncipe de la tierra, pues él y los reyes sus anteceso res los ganaron de los paganos, derramando su sangre, y los pusieron debajo de la obediencia de la Iglesia, y que no había ido á la corte romana para hacerse tributario, sino para mas eximirse, y que mas queria volver sin recibir la corona que con ella, con tanto perjuicio y diminucion de su preeminencia real. Dejando aquello con grave sentimiento de tal demanda, procuró con el papa, se pusiese en libertad el infante don Enrique de Castilla, que estaba preso en poder del rey Carlos, representando, cuán gran cargo de la sede apostólica era que estuviese por su causa en prision, pues se escusaba el rey de Sicilia de librarle, diciendo que estaba por su órden detenido, pero no pudo entón ces haber efecto.

CAP. LXXXVIII. Que el vizconde de Cardona y otros barones de Cataluña se confederaron, y el rey se apoderó de los castillos y feudos del vizconde. Pasados veinte dias que el rey estuvo en Leon, volvióse para Mompeller, y desde allí á veinte y nueve

TOMO IV.

del mes de mayo deste año de mil doscientos setenta y cuatro, porque el vizconde de Cardona no había entregado los castillos de Cardona, Castelauli, Zatalla, Camarasa y Cubels, le envió con un caballero postreramente á requerir que los entregase ó que mostrase las escrituras que tenia, por donde pretendia que no era obligado de entregar la posesion del castillo de Cardona y de las otras fortalezas al rey, y le envió á decir el rey, que si no lo cumplia que mirase lo que hacia, y porque pensaba que estaba malo, que se esforzase bien, y estas palabras entendió el vizconde que se le decian por manera de amenaza, y respondió al mensajero, que daba muy bien à entender el rey, que le tenia por enfermo, pues le pedia el castillo de Cardona, y que si á Dios pluguiese él no estaria enfermo mientras el rey le hiciese agravio, pero que él le tenia por tal señor, que lo emendaria y desagraviaria. Cuanto á lo que el rey le enviaba á decir, que mirase bien lo que hacia, respondió el vizconde, que todo lo tenia muy bien mirado, y que si algo le queria pedir, le responderia bastantemen→ te como debia, y cuanto á lo que el rey decia, que mostrase las cartas por donde pretendia no deber dar el castillo de Cardona, por manera de desden, respondió el vizconde, que tenia tantas, que bien podia mostrar su derecho, pero que le faltaba persona que las reconociese, y que si el rey le enviaba al obispo de Huesca, que le ayudase á revolverlas, se holgaria mucho, porque de otro no las fiaria, y esto decia porque el obispo era privado del rey. En este medio llegó el rey á Perpiñan, y allí tuvo aviso, que muchos ricos hombres y caballeros de Cataluña se conjuraban entre sí, so color de defender los usos y costumbres que se habian guardado por los reyes pasados. Mas la principal ocasion fué, que el infante don Pedro pretendia, que algunos feudos eran devueltos á la corona real, y que no podian heredar las mujeres, y pedia la tierra á Bernardo de Urriols, del feudo que Ponce Guillen de Torrella le habia dado con su hija, y procedia contra él y contra otros. Por esta causa y por inducimiento del vizconde de Cardona, se juramentaron entre sí, y deliberaron de juntarse en Solsona, para ocho dias despues de la fiesta del glorioso san Juan Bautista. Los que allí se juntaron fueron Ugo, conde de Ampurias, don Ramon Folch, vizconde de Cardona, Arnal Roger, conde de Pallás, Armengol, hijo de don Alvaro, conde de Urgel, don Guillen de Anglesola, don Berenguer de Puchuert, Pedro de Berga, Berenguel Arnal de Anglesola, y don Ramon de Anglesola y otros caballeros. El rey visto que aquellos barones, sin que primero se conociese si se les hacia agravio ó injuria, se conjura→ ban y confederaban contra él y contra el infante, envioles con un caballero de su casa, llamado Bernardo de Sanvicente, à mandar que cesasen de aquellas juras y ajuntamientos que se hacian, y el infante les envió un caballero de su casa, que llamaban Arnaldo de Torrellas, ofreciendo de parte del rey, que les serian guardadas sus costumbres. Esto fué en Perpiñan, á quince dias del mes de junio, y visto que el vizconde no entregaba el castillo de Cardona, ántes respondia, por manera de burla, que Beltran de Canellas se ha→ bia recogido á su tierra, y se defendia en ella, procediendo el rey contra él, por haber cometido un delito atrocísimo, que fué matar en Játiva á Rodrigo de Castellezuelo justicia de Aragon, y que recogia á otros delincuentes y malhechores, el rey le envió á mandar, que compareciese ante él. Oida la embajada del rey, 26

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aquellos ricos hombres que estaban en Solsona, respondieron, que ellos no se ajuntaban contra el rey, ni contra el infante, ni tenian voluntad de hacerlo sin causa, pero que habian reconocido las buenas costumbres y ordenanzas que habia entre ellos y sus caballeros con el rey, y que sobre esto se ajuntaban para dar órden que no se quebrasen, y porque habian entendido, que se venia el rey á Barcelona, ellos irian á su corte para estar á derecho con él, siempre que los asegurase. El vizconde le respondió, que habia trescientos años que él y sus predecesores tenian el castillo de Cardona en heredad y franco alodio, y que no se tenia no ticia que jamás se hubiese entregado, y que no queria introducir mala costumbre en Cataluña, porque babia muchos que tenian villas y castillos de su patrimonio, y no tenian instrumentos, porque si todos aquellos fuesen forzados á mostrar, con qué título los poseian, y que lo que era patrimonio fuese feudo, seria daño universal y grande inconveniente para toda la tierra, y no queria que dél tomase ocasion de hacer agravio á otros, y cuanto á lo de Beltran de Canellas, y de los que estaban condenados, decia, que siempre él y sus predecesores acostumbraron amparar á cualesquiera que se acogiesen á sus tierras. Siendo el rey llegado á Barcelona á quince del mes de julio, mandó hacer llamamiento general de los ricos hombres y gentes del reino de Aragon, para ir contra del vizconde, y contra aquellos barones, y el principal apellido de levantar la gente deste reino y los pueblos, fué publicar el rey, que iba contra el vizconde, por haber recogido en su tierra á Beltran de Canellas, habiendo muerto al justicia de Aragon. Proveia el rey con grande cuidado las cosas necesarias, para proceder contra aquellos barones, y pasóse á Tarraza, y allí fuéron de parte del vizconde de Cardona, fray Berenguer de Almenara, maestre del Hospital, y Maimon de Castelauli, y suplicaronle, que prorogase al vizconde el término que le habia asignado, y el rey lo hizo, y acabóse de apoderar de todos los castillos del vizconde, y de los feudos y honores que tenia de la corona real, lo cual pretendia el rey, que podia hacer, por el usaje de Barcelona, que disponia, que si alguno contradecia á su señor, le era lícito ocuparle el feudo, y tenerlo en su poder, hasta tanto que se hiciese doblada satisfaccion del servicio y se asegurase bien que en lo venidero no se pudiese derogar, y sobre esto el rey ofreció de darles jueces, y enviarles al obispo de Vich, y al maestre del Hospital, y á Maimon de Castelauli, que los asegurase, si quisiesen ir á su corte para estar á derecho. Pero entendióse, que mañosamente andaban dilatando y entreteniendo el tiempo, hasta confederarse con don Fernan Sanchez hijo del rey, y con algunos ricos bombres de Aragon y Castilla, como lo hicieron.

CAP. LXXXIX.-De la muerte del rey don Enrique de Navarra, y de la concordia que se tomó por el infante dun Pedro con los navarros que se juntaron à cortes.

Dia de la Magdalena deste año de mil doscientos setenta y cuatro murió en Pamplona el rey don Enrique de Navarra, hermano del rey Tibaldo de muy lisiado de gordo. Deste don Enrique, y de su mujer que fué hija de Roberto conde de Artoes, hermano del rey Luis de Francia, como está dicho, no quedó sino una hija Hamada Juana, y el rey su padre la hizo jurar á los navarros en Pamplona por sucesora en el reino pocos dias antes que muriese, siendo de dos años. Sabida la muerte del rey de Navarra, y que habia division en

tre los ricos hombres y pueblos de aquel reino, porque algunos querian, que la hija del rey fuese encomendada al rey de Castilla, y se casase por su mano, y otros por complacer á la reina su madre, querian que se llevase á Francia, y de otros era el rey de Aragon llamado á la sucesion de aquel reino, determinó á veinte y nueve de julio, que el infante don Pedro fuése á Navarra, para tratar con los ricos hombres que seguian su opinion, que fuese el rey don Jaime admitido como legítimo sucesor. La pretension del rey se fundaba, en que aquel reino desde los tiempos antiguos por muy notorio derecho fué de los reyes de Aragon, y reinaban juntamente en Aragon y Navarra, y esto era notorio por los fueros que habian dado, y por las donaciones y privilegios y por las poblaciones hechas en aquellos tiempos siendo reyes de Aragon y Navarra: y dejado lo mas antiguo, hasta el tiempo del rey don Sancho el Mayor, despues continuaron la posesion de los reyes de Aragon, desde el reinado del rey don Sancho Ramirez, hasta la muerte del emperador don Alonso, que murió en la batalla de Fraga, y despues violentamente y contra justicia, habian tenido usurpado aquel reino los que fueron en él intrusos hasta la muerte del rey don Enrique. No solamente se pretendia, que le competia justamente aquel reino por la sucesion antigua de los reyes de Navarra, pero por el pacto y convencion que hizo con el rey don Sancho su tio, confirmada con juramentos y pleito homenaje de los ricos hombres de aquel reino en la adopcion que se hizo del un rey al otro. Muerto el rey don Sancho, sin dejar hijos ni hermanos legítimos, fué muy notorio, que Tibaldo su sobrino, hijo de su hermana, se apoderó de aquel reino violentamente, y fué por él y sus dos hijos poseido sucesivamente como dicho es. Habia otro derecho por las convenciones que se asentaron contra el rey Tibaldo el segundo, por el socorro que el rey le hizo en la guerra que tenia con Castilla, en la cual se defendió con todo su poder, é hizo en ello grandes y muy excesivos gastos, y quedaba el rey de Navarra obligado al rey en sesenta mil marcos de plata, y habia de entregarle cinco castillos. Con esta ocasion envió el rey á requerir á los ricos hombres y ciudades y villas de Navarra, que por la fidelidad y naturaleza antigua en que le eran obligados, le recibiesen por su rey y señor natural como de derecho lo debian hacer, y quisiesen ántes ser sus súbditos debajo de una franca y casi compañera libertad de señorío, que sujetarse á otros reyes cuya tiranía é injustas opresiones y gravesas, debian con gran razon temer, si bien lo considerasen, y si acordasen de recibirle por su rey, entretanto que llegaba el infante don Pedro su hijo, entenderia en lo que tocaba á la defensa y utilidad pública del reino, y cuando determinasen que era mas expediente recibir al infante por rey, entendiesen, que él holgaría dello, y se conformaria con su voluntad, prefiriendo lo que mas convenia al bien público de la tierra. Tambien el rey de Castilla, vista la division que habia entre los navarros, luego acordó de hacer donacion del derecho que pretendia en aquel reino, al infante don Fernando su hijo, y el infante envió á Barcelona al rey su abuelo con un caballero de su casa, llamado Juan Martinez de Mianchas, y con él le avisaba desto, y suplicaba le enviase al infante don Pedro su tio, para que se viese con él, y le ayudase en aquel hecho, porque ayuntaba un buen ejército para entrar poderosamente por Navarra. El rey que entendió cuán mañosamente trataban el rey de Castilla su yerno, y

el infante don Fernando su nieto en este negocio, y del infante, del reino y señorío de Navarra, requirienque sin el respeto que le debian se querian entremeter do á los ricos hombres y caballeros, y á los consejos de en él usando con disimulacion y artificio, como si no tu- Navarra, que recibiesen por su rey y señor al rey don vieran por competidor al infante don Pedro su hijo, Jaime, como el rey don Sancho lo habia mandado y lo para desengañarlos, y que entendiesen la poca confian- habia jurado, segun se contenia en las cartas del prohiza que se debia tener dél, se envió á escusar con su jamiento y de la jura que hicieron los ricos hombres nieto diciendo, que ya el infante don Pedro su hijo y villas del reino, y en nombre del infante ofreció todo era ido, á instancia de algunos ricos hombres de Na- socorro y ayuda para lo que concernia á la defensa de varra, á declarar en su nombre el derecho que le per- aquel reino, y que el infante holgaría cumpliendo ellos tenecía en aquel reino, y el primero de setiembre fué con lo que debian, que se ofreciese ocasion, por donde enviado á Francia un caballero catalan llamado Alber- se aumentase el amor que les tenia. Á esto respondieto de Mediona, y á Castilla otro que se decia Garci ron en nombre de las cortes, que ellos enviarian sus Rodriguez, para que tratasen con el rey y reina de Cas- embajadores al infante, y vinieron á Tarazona don Petilla que se diese todo favor y ayuda al infante don dro Sanchez de Montagudo, don Gonzalo Ibañez de Pedro, como la razon y el deudo que entre ellos habia Baztan, y don Juan Gonzalez su hijo, don Martin Garlo queria. Fuése el infante al monasterio de San Juan ces Dunza, y don Gil Baldovin alcalde de Tudela, y con de la Peña, adonde tuvo la fiesta de san Bartolomé ellos enviaron á decir al infante que acatando la fé y apóstol, y el abad y convento le dieron los instrumen- lealtad de sus antecesores, les placia de cualquiera detos que tenia aquella casa, por donde se fundaba la recho que el rey su padre y él tuviesen sobre la suceposesion antigua del señorío que los reyes de Sobrarbe sion, y pidieron por merced al infante, que declarase tuvieron en los reinos de Aragon y Navarra, para ma- cuál era la amistad que queria tener con los navarros yor justificacion de su causa, y de allí pasó en fin del y en qué manera los pensaba ayudar. El infante entónmes de agosto á las fronteras de Navarra, y vinieron ces estando con él don García Romeu, don Gilabert de á verse con él á Sos don Armengol obispo de Pam- Cruillas y don Ramon de Peralta y Juan Gil Tarin plona y Pedro Sanchez de Montagudo señor de Cascante, Zalmedina de Zaragoza, Pero Lopez de Eslava, Ferrer y algunos ricos hombres y caballeros na varros, que de Manresa, y algunos otros caballeros aragoneses y eran los principales que seguian la opinion del rey de navarros, dijo que como quiera que el derecho de heAragon, y porque en la misma sazon la reina de Na- redar el reino de Navarra pertenecia al rey su padre, varra, mujer del rey don Enrique se fué con su hija y á él como á su hijo primero, y debiesen los navarros á Francia, recelándose que por estar el reino en gran-y pudiesen reconocer el señorío del rey y suyo á su de alteracion y puesto en armas, no le sacasen de su honor y provecho, y sin ninguna nota, pero acatando poder á su hija, el infante trató de ganar las voluntades el deudo antiguo y el amor que tenia à los navarros así de los ricos honbres y caballeros, como de la gente porque se aumentase, holgaría que don Alonso su bijo particular, porque la deliberacion del rey era que si mayor casase con doña Juana hija del rey don Enri el infante entendiese, que con voluntad de los del rei- que, y si ellos no la pudiesen haber, casase con una de no ó de tanta parte dél, que con la gente que tenia las hijas de las hermanas del rey don Enrique, ó con junta en las fronteras de Aragon, pudiese prevalecer la hija de Juan de Bretaña, sobrino del mismo rey don á la parte contraria, entrase á se apoderar del reino Enrique, cuya madre fué doña Blanca, hija del rey Tiy de otra manera no se moviese guerra contra Navar- baldo el primero, y de su segunda mujer que fué hija ra, porque en esta sazon estando los ricos hombres de Guiscardo de Beljoc y de Sibilia, hija de Filipo conde en Aragon y Cataluña, en grande alteracion y guerra, de Flandes, y en caso que don Alonso muriese, casase no se podia conseguir buen fin. Por esta causa el infan- con una dellas don Jaime, hijo segundo del infante, que te don Pedro, despues de haber enviado á notificar á los habia de suceder en el reino, en caso que su hermano navarros las pretensiones que el rey tenia, así cerca de muriese antes de casar. Ofrecia, que se encargaría de la sucesion, como en otras demandas, en que los reyes la defensa del reino por su persona y con todo su poder pasados le eran obligados, asentó tregua con los na- y con toda su tierra, contra todos los hombres del varros, y lo que tocaba á los castillos y á los sesenta mundo, y que guardaria á los navarros sus fueros y mil marcos de plata que el rey pretendia se le habian los mejoraria á conocimiento de la corte, y guardaria de entregar, se puso en juicio y determinacion del las donaciones hechas por los reyes pasados, y para infante don Sancho arzobispo de Toledo su hermano. mostrar que deseaba en todo acrecentarlas, tendria por Juntáronse los navarros á cortes en la Puente de la bien que las caballerías de Navarra que eran de cuaReina, y el infante se pasó á Tarazona, de donde á trocientos sueldos fuesen de quinientos. Tambien se veinte y uno del mes de setiembre envió sus embaja-prometia por el infante que cuando estuviese él y su dores, para que tratasen con los navarros, que fueron don Carcía Ortiz de Azagra, don Ferrer de Manresa juez de la corte del infante, y Juan Gil Tarin Zalmedina de Zaragoza. Siendo juntos en aquellas cortes en los palacios del rey, el tercer dia del mes de octubre el obispo de Pamplona y el abad de Montaragon, don Pedro Sanchez de Montagudo, señor de Cascante, gobernador del reino de Navarra, don Gonzalo Ibañez de Baztan alférez de Navarra, don García de Almoravid, don Juan Gonzalez de Baztan, Juan Corbaran, Pero Martinez de Soviza, en su presencia y de todos los ricos hombres é infanzones, caballeros y ciudadanos de las villas de Navarra, don García Ortiz de Azagra puso demanda á toda la corte junta en nombre

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hijo ausente de Navarra, nombraria por gobernador del reino al que le aconsejase la corte ó la mayor parte, y que todos los oficiales del reino serian naturales y de la tierra, y para mayor seguridad que esto se cumpliria, ponia en poder de los navarros á don Alonso sú hijo mayor, y si él muriese, á don Jaime que habia de suceder en lugar de su hermano, y él lo juraria, y mandaria que lo jurasen don García Ortiz de Azagra, don García Romeu, que era yerno del infante don Pedro, don Atho de Foces y don Gilabert de Cruillas, y otros ricos hombres. Todo esto prometia el infante con tal condicion, que si el casamiento de don Alonso su hijo no se podía cumplir con la hija del rey don Eori→ que, ó con alguna de las sobrinas, los navarros dentro

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