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CAP. XLII. Que la villa de Algecira se rindió al rey, y del matrimonio que se concertó entre el infante don Alonso de Castilla, y la infanta doña Violante, hija del rey de Aragon.

Por el mes de abril de este año, pasó el rey con Ugo de Folcalquer, que era castellan de Amposta, y con todo el convento de su órden, y con su caballería, á ponerse sobre la villa de Játiva, y tuvieron algunas escaramuzas con los moros que salian á pelear con la gente del rey, y en ellas se señalaron, don Pedro de Vilargut de la órden de San Juan, y don Jimen Perez de Pina, y dos caballeros que se decian García de Aguero, y Guillen Pax. Pero el rey se concertó con el alcaide de Játiva, y levantó el cerco, porque se trató que se viese con el rey de Francia: y en el mes de junio de este año de mil doscientos y cuarenta y cuatro segun parece en algunas memorias, se vieron en Alvernia, en una casa muy devota, que se dice Santa María del Puy: y pasado mas de un año, volvió el rey á Valencia, con propósito de acabar la conquista de la otra parte del rio Jucar. Entonces sucedió, que el arraez de Algecira, recelándose que el rey tenia aviso de los tratos que se llevaban con Sancho Sanchez de Mazuelo, y con el infante don Alonso, temió no fuése contra él, y salióle de Algecira con treinta de caballo, y fuése á la ciudad de Murcia. Los vecinos de aquel lugar, que quedaban sin señor ni caudillo, dieron dello aviso al rey, y trataron de rendirle la villa, dejándolos en sus heredades, y en la secta y costumbres que tenian en tiempo de los almohades. Entregaron el lugar y tres torres que en él habia: y puso el rey sus alcaides en ellas, y mandolas ceñir con una muralla, y quedó hecho un fuerte como castillo y quedaron en él los cristianos separados de los moros, y en buena defensa, y acabado esto el rey se vino para Aragon. Prosiguiendo el infante don Alonso su conquista por el reino de Murcia, ganó en este año dos lugares muy importantes, que fueron Lorca y Mula, y en el mismo año tomó el rey su padre á Arjona y Caztalla, y otros muchos castillos de aquella frontera. Estaban en este tiempo los reyes de Aragon y Castilla muy puestos en proseguir la guerra contra los moros á gran furia, y como en competencia, aunque entre sí estaban harto discordes: así por sus pretensiones ordinarias del derecho del reino de Navarra, como por querer cada uno extender su conquista. Pero hubo entónces entre los reyes buenos terceros, y confederándose por este tiempo, mediante matrimonio del infante don Alonso, hijo primogénito del rey de Castilla, con la infanta doña Violante, que fué la mayor de las hijas del rey: y fue llevada la infanta á Castilla, y celebráronse sus bodas en Valladolid, por el mes de noviembre del año de mil y doscientos y cuarenta y seis, con grandes fiestas. En el mismo año mediado el mes de abril, conquistó el rey de Castilla de los moros á Jaen, ciudad y fuerza muy señalada, y principal de la Andalucía. Como el rey habia en este tiempo acabado de sojuzgar á su obediencia todo lo que era de su conquista dentro en España, y lo tenia debajo de su señorío, para el bien de la paz universal deste reino, que era la cabeza de todo lo que se habia conquistado, puso todo su cuidado y pensamiento, en que se ordenase un volúmen de las leyes y fueros, y se interpretasen y declarasen los que estaban en obscuridad por la antigüedad del tiempo. Para esto mandó convocar cortes generales á los aragoneses en la ciudad de Huesca, y con consejo de los prelados y ricos hombres, y de todos los que concur

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rieron á ellas, se declararon y reformaron, y corrigieron los fueros antiguos del reino, y se ordenó un volúmen, para que de allí adelante se juzgase por él: y declaróse, que en las cosas que no estaban dispuestas por fuero, se siguiese la equidad y razon natural. Esta declaracion se publicó en las cortes, en la fiesta de la Epifania, del año del nacimiento de nuestro Señor de mil y doscientos y cuarenta y siete.

CAP. XLIII.-De los hijos que el rey tuvo en la reina doña Violante, y de qué manera los dejaban en este tiempo heredados en sus reinos.

Quiso el rey por este tiempo ordenar de sus reinos, de manera, que entre sus hijos no pudiese nacer alguna discordia, y aunque antes habia nombrado por su heredero universal al infante don Alonso, que era el mayor y hijo de la reina doña Leonor, con quien fué casado primero, y parecia que era razon que sucediese en sus reinos, tuvo mas cuenta en que quedasen heredados los hijos del segundo matrimonio. Tenia entonces de la reina doña Violante cuatro hijos, y otras tantas hijas, que eran los infantes don Pedro, don Jaime, don Fernando y don Sancho, y las infantas doña Violante, doña Costanza, doña Sancha y doña María, é instituyó por heredero y sucesor al infante don Alonso en el reino de Aragon, designando sus límites desde Cinca hasta Hariza, y desde los puertos de Santa Cristina, hasta el rio que pasa por Alventosa. Declaráronse tambien los limites que podian ser dudosos entre los reinos de Aragon y Valencia, y el principado de Cataluña de esta manera. Primeramente se designaban hácia la parte de Teruel, á donde se dividian los términos de aquella villa con los de Moya, y por la ribera del rio de Alventosa, que va à dar en Mora y sus términos, y de Mora como van sus límites á dar á Alcalá, que era un lugar de los frailes de la Selva, y de allí á Linares, y Fortaner, y á las posadas de Atorella y á Cantavieja, iba la raya á salir al término de Castellot, y al que se divide entre Alcañiz y Morella: y de allí pasaba á Valderrobles, y salia al término de Orta, como dividia sus términos con Tortosa, y por las riberas de Ebro. Continuábanse los límites como discurre aquella ribera hasta Mequinenza, y pasaban á dár á Torrente, que era una villa del Hospital de Jerusalen, y de allí á Vililla, Vallobar, Alcolea, Pomar, Castillocebollero, y á Estada, y como va subiendo la sierra hasta Monclús y Ainsa, y á los valles de Sobrarbe, segun partian sus términos con Ribagorza, por la ribera del rio Cinca, hasta dar en Bielsa, que parte término con Gascuña, y dan vuelta á los puertos de Aspa, que confinan con la provincia de Aragon, y por las cumbres de los valles de Echo y Ansó, prosiguiendo los límites de Ansó por la sierra que divide aquel valle de los valles de Sarazal y Roncal, hasta el monasterio de San Salvador de Leire por sus vertientes. Estos eran los límites del reino de Aragon en este tiempo, entre el reino de Valencia y Cataluña, en el cual dejaba heredero al infante don Alonso, excluyendo del reino de Aragon el condado de Ribagorza, y lo que se habia ganado de la otra parte de Cinca, que era de su conquista, que se adjudicaba á Cataluña, y en ella dejaba heredero al infante don Pedro, con el reino de Mallorca, y con las islas adyacentes. Desinuaba el rey los límites de Cataluña, de oriente á occidente, desde el puerto de la Clusa, hasta el rio de Ulldecona, y de aquel rio como sale la pendiente de Traseras, al paso de Miravete, y atraviesa el rio hasta Mequinenza, declarando, que Mequinenza se inclu

yese dentro de Cataluña, de cuyo dominio dice el rey que era entónces: y desde Mequinenza, como seguian Jos mojones hasta Fraga y Monzon, y á los límites que partian término entre Ribagorza y Sobrarbe: y dejábale heredero en toda Ribagorza con sus términos, como se continuaban los montes Pirineos, y van á dar á Pallás y en Puigcerdan, y en la Seo de Urgel, hasta el puerto de la Clusa. Dejaba al infante don Jaime todo el reino de Valencia, desde el rio de Ulldecona, hasta la Muela, que parte término con Aguas, y desde la mar hasta el término de Requena, y de allí al rio de Alventosa, como va á dar en la mar. Por la parte de septentrion, eran los límites del reino de Valencia, como se continuaban los términos de Castelfabib, Adamuz y Alpuente, y parten término con los de Moya, y van á dar en Requena, comprehendiendo aquella villa de Requena con sus términos, en el reino de Valencia, como cosa de su conquista, desde el tiempo del emperador don Alonso. Pasaba el término de Requena á dar á la sierra de la Rua y á Cabuol, y á los Capdetes, y de allí discurrian los límites del reino entre Villena y Biar, hasta dar en el puerto que está de la otra parte de Biar, como se continua la sierra hasta la Muela, comprehendiéndose en el reino de Valencia, Castilla y Sejona con sus términos, como se partian con Buzoch, é iban á dar en la mar, que era lo que se habia conquistado de los moros hasta este tiempo, ó estaba muy cerca de conquistarse. Al infante don Fernando, que era el hijo tercero que el rey hubo en la reina doña Violante, dejaba todo el condado de Rosellon y Conflent y Cerdania, y el señorío de Mompeller y Castelnou: y los castillos de Lates y Frontinian, y el Omeliades, con el derecho que el rey tenia en el condado de Melgor, Monferrer, Pailla, Lupinian, y en el Carcasés y Termens, y en el Rodes, y Fenollades, y Gavaldan y en el condado de AimiJlan. Ordenó, que el infante don Sancho fuese de la iglesia, y fué arcediano de Belchit, y abad de Valladolid, y despues arzobispo de Toledo: y dejábales tres mil marcos de plata; y en caso que tuviese otro hijo varon, queria que fuese caballero de la órden de los Templarios: y si hija, que entrase en religion, en el monasterio de Jijena: pero esto no se cumplió, ántes naciendo despues la infanta doña Isabel, casó con el hijo mayor del rey Luis de Francia, que sucedió en el reino. Puso sus substituciones, llamando á sus hijos á la sucesion de sus reinos; y por su muerte, no dejando bijos substiuia á los hijos varones de la infanta doña Violante su hija, mujer del infante don Alonso, hijo del rey de Castilla: con condicion que estos reinos y estados, nunca fuesen de la jurisdiccion del reino de Castilla, ni se juntasen con aquella corona: pero quedase heredero en ellos uno de los hijos de la infanta doña Violante, y no reconociese superioridad alguna al rey de Castilla. No quiso el rey que esta disposicion fuese secreta, y publicóse en la ciudad de Valencia á diez y nueve dias del mes de enero, del año del nacimiento de nuestro Señor de mil doscientos cuarenta y ocho. Desto resultó, que no solo no se sosegaron las alteraciones que por esta causa se habian ya movido, pero se encendieron mas y el infante don Alonso, y el infante don Pedro de Portugal y los ricos hombres de su opinion se valieron del rey de Castilla, y andaban con grandes compañías de gente de guerra, conmoviendo y alterando las ciudades y villas del reino.

CAP. XLIV. Del cerco que el rey puso sobre el castillo de Játiva, y de las vistas que tuvieron él y el infante don Alonso su yerno en Almizra y como se concordaron en la limitacion de la conquista de los reinos de Valencia y Murcia.

Detúvose el rey en Aragon por estas novedades algun tiempo. Celebradas las bodas de la infanta su hija al cabo de diez y seis meses que habia salido del reino de Valencia, aconteció, que don Rodrigo de Lizana con sus compañías y con ciertas banderas de almogáraves, fué á correr las tierras de los moros que no estaban en treguas, ni eran sujetas al alcaide de Játiva, y hacian guerra á los nuestros: y volviendo don Rodrigo con buena presa, los moros que el alcaide de Játiva tenia en su obediencia, y los de Tous, Terrabona y Carcel, y la caballería de los moros de Játiva, dieron en ellos tan de rebato, que les quitaron la presa é hicieron daño en la gente de caballo. Desto dió luego aviso don Rodrigo, y el rey holgó de la nueva, porque el alcaide de Játiva le habia rompido la concordia que habia entre ellos, y le dió ocasion que fuése á poner cerco sobre Játiva. Luego partió de Aragon para el reino de Valencia, y fué á la villa de Algecira, á donde mandó que viniese el alcaide de Játiva, y pidióle que le entregase la villa y castillo, y dióle plazo de ocho dias, dentro del cual le habia de responder. De allí se partió para Castellon con la reina y con el infante don Fernando su tio, y con algunos ricos hombres, y volvieron los mensajeros del alcaide y respondiéronle, que no era justo de rendir el castillo por un caso como aquél, habiendo hecho don Rodrigo sus correrías contra los del señorío de Játiva, de la misma manera que lo pudiera hacer en los lugares de los enemigos, y que eran obligados à defender sus haciendas y guardar la tierra. El rey nombró al infante don Fernando, que fuese juez de la pretension y querella que el alcaide tenia, para que, como su vasallo, hiciese la enmienda ó la recibiese; y no quiso el alcaide admitir juez ninguno. Con este cumplimiento mandó el rey juntar los ricos hombres y caballeros, y la gente de guerra que tenia en las villas y lugares del reino de Valencia, y fué á poner cerco sobre aquella villa. Estaba entonces el infante don Alonso su yerno en el reino de Murcia, y habia ganado muchos lugares de aquel señorío, en el tiempo que el rey su padre estaba ocupado en la guerra de los moros, y en esta misma sazon se habia puesto en gran estrecho la ciudad de Sevilla, que era la mas principal y mas poderosa de toda la Andalucía: y rindiósele dia de san Clemente, con la villa de Carmona y otros muchos castillos. Con esta ocasion tuvo el infante desde aquella frontera su inteligencia con el alcaide de Játiva procurando que se rindiese aquella villa: y entendia en esto un pariente del obispo de Cuenca y antes que llegase la gente del rey á cercarla, habia diversas veces entrado dentro, so color de mandar hacer una tienda labrada á la berberisca para el infante; y sucedió, que al tiempo que estaba el rey sobre la villa, volvió él mismo á persuadir al alcaide que se detuviese, porque el infante iria en su socorro, si queria guardar la concordia que entre sí habian capitulado. Entretanto hubo diversas escaramuzas entre los moros de Játiva y los del real: y á caso un dia en cierta escaramuza que se movió con los de Játiva, que salian á defender que no les talasen los panes de la vega, un caballero de la casa del rey llamado don Pedro Lobera, se encontró con el herma

no del obispo de Cuenca, y lo prendió y trajo ante el rey, y fué condenado á muerte, y ejecutada la sentencia, porque el rey con recelo de aquel caballero que entraba en Játiva, habia mandado pregonar, que en pena de la vida ninguno sin licencia hablase con los moros de Játiva, ni entrase dentro: y cualquiera que tuviese habla con los moros sin su licencia, fuese preso. Despues desto á cabo de un mes la villa de Enguera, que era del señorío de Játiva, se rindió al infante don Alonso, y entregó la tenencia del castillo á don Pedro Nuñez de Guzman, y puso en ella un caballero su vasallo en su lugar. Desto hubo el rey gran pesar, sintiendo gravemente, que el infante su yerno se entremetiese en ocupar de los moros todos los lugares que eran de su conquista, estando él en persona en ella y entonces mandó irá correr todo el término de aquella villa, y pusieron los nuestros celada, y prendieron diez y siete moros, y fué el rey sobre ella y requirió á todos los vecinos que se la rindiesen: y no lo queriendo hacer, mandó á vista dellos justiciar los moros que fueron cautivos, y amenazólos, que otro tanto haria de los que tomase, hasta que la villa fuese yerma. En este medio el infante don Alonso envió á decir á su suegro que tuviese por bien que se viesen, y que él iria á Algecira: y mandóle responder, que baciendo primero satisfaccion del agravio que le habia hecho, daria lugar á las vistas: y procediendo en estos conciertos, tuvo el rey inteligencia y trato con un caballero de la órden de Calatrava, que tenia por el infante á Villena y Saix, que le entregase los castillos, y hubo de los moros en aquella sazon los Capdetes, y Bugarra, que tenia el infante por de su conquista: y cuando el infante quiso acudir á Villena, y á los otros lugares de su señorío, estaban apoderados de los castillos los aragoneses. Entonces se concertaron de ver entre Almizra, adonde el rey estaba alojado, y los Capdetes, á donde el infante tenia sus tiendas. Fuéron con el rey don Guillen de Moncada, el maestre del Hospital, don Jimen Perez de Arenos, y Carroz señor de Rebolledo, y algunos caballeros de su casa. Con el infante se hallaron los maestres del Temple y de Celés, don Diego Lopez de Haro, señor de Vizcaya, y otros ricos hombres y caballeros de Castilla y Galicia, pero fué mucha mas gente con el rey. Despues de ha berse visto en el campo, el infante se vino al real por ver á la reina, y el rey mandó que desembarazasen el castillo de Almizra y la villa, para que el infante se aposentase en ella: pero no quiso, y alojóse defuera al pié de la cuesta de Almizra, á donde habia mandado armar sus tiendas, y allí se hicieron suegro y yerno gran fiesta. Otro dia el maestre de Uclés, y don Diego Lopez de Haro, pidieron al rey que tuviese por bien de dar al infante su yerno la villa de Játiva, pues no habia dado parte ninguna de aquel reino, que se habia conquistado en contemplacion de dote á la infanta su hija, como era razon, y se lo habia ofrecido al tiempo del casamiento en su nombre Oviedo García, que fué el que concluyó el matrimonio. Mas el rey mostró harto desabrimiento por aquella demanda: y habido su acuerdo con la reina, y con los ricos hombres que allí se hallaron con él, respondióles, que dijesen al infante que no pensase de haber á Játiva, ni otra cosa de su señorío, pues nunca se le ofreciera aquella villa, ni otro lugar: y que cuando él casó con la reina doña Leonor su tía, no se le dió con ella tierra ni dinero: y que no entendia él que estuviese obligado á dar mas A ningun rey con su hija, que él recibió en dote con la

del rey de Castilla, y que no le pesase tanto desto, porque no daria á hombre del mundo á Játiva, siendo de su conquista. Porfiando en esto aquellos ricos hombres que se hallaron con el infante, mezclando con la demanda consejo, casi pidiendo mas con amenazas que con ruegos: al fin llegaron á decir al rey que debia hacerlo, porque cuando no lo tuviese por bien, el alcaide de Játiva se la daria. Á esto respondió el rey con ira, que ningun recelo tenia que le tomase la villa, ni el alcaide la osase dar, ni otro recibir: y que quien quiera que quisiere entrar en Játiva, pensase que habia de romper primero con él, y mostró recibir mucho enojo del modo y porfía que los castellanos con él tuvieron en esta contienda, mostrando, como se dice en la historia, demasiada ufanía, y despidió al maestre y a don Diego con propósito de partirse luego de aquel lugar. Desta manera trataron el rey y el infante con tanta contencion y porfía sobre aquel negocio, como si hubieran de pelear con las armas por la villa de Játiva: pero á la postre, por medio de la reina, del maestre y de don Diego Lopez de Haro, se concordaron en que partiesen la tierra por los límites antiguos de los reinos de Valencia y Murcia, y que el rey entregase á su yerno á Villena, Saix, los Capdetes y Bugarra, y el infante á Enguera y Muxen, que se babian rendido. Hízose division de los lugares de la conquista, de suerte, que al reino de Murcia se adjudicaron Almansa, Sarazull, y el rio de Cabribol: y al de Valencia, Castalla, Biar, Releu, Sajona, Alarch, Finestrat, Torres, Polop y la Muela, que está junto de Aguas y Altea, y todo lo que se incluia dentro de los términos destos lugares: y con esta concordia partieron muy conformes. Luego volvió el rey sobre el cerco de Játiva y tenia sobre ella su real en el mes de abril, del año de mil doscientos cuarenta y ocho, y como quiera que el lugar es extrañamente fuerte, y los moros lo defendian bien, pero con todo esto los de dentro padecian grande necesidad, y habia tanta falta de bastimentos, que el trigo valia en excesiva carestia: y temian no solo á los enemigos, pero á los suyos mismos, que no recibiesen al rey en la villa, y eligiesen la paz con servidumbre. A cabo de dos meses entre el alcaide y el rey anduvo un caballero de Aragon, que se decia don Jimeno de Tobia, con algunos medios, y concertose, que el alcaide rindiese la villa y el castillo menor, y que le quedase el mas principal por tiempo de dos años, y el rey le diese á Montesa y Vallada, que eran muy buenos castillos junto á Játiva. Vino el rey en este partido, consultándolo con la reina y con algunos principales de su consejo, que eran Ugo de Folcalquer maestre del Hospital, don Guillen de Moncada, don Jimeno de Foces, don Marco Ferriz, don Pedro de Alcalá, don Jimen Perez de Arenos, Carroz señor de Rebolledo: y mandó reparar el castillo y bastecerlo de armas y viandas, y dejó en él por alcaide à don Jimeno de Tobia. Con esto se ganó aquella plaza, que era la mas fuerte é importante de todo el reino de Valencia, muy famosa y nombrada en los tiempos antiguos dentro de los pueblos de la España citerior, que se dijeron contestanos, que por la parte de oriente se limitan con los edetanos y por el occidente con los bastetanos, que son de la provincia ulterior, y los primeros de la Bética, y por el septentrion con los oretanos: y creo que por no tenerse en este tiempo tanta noticia de su antigüedad, se dejó de erigir en ella iglesia cate dral, como la hubo en la primitiva Iglesia. En el año de mil doscientos cuarenta y nueve el rey Luis de

| Cervera, don Artal de Luna, don Pedro Cornel, que era mayordomo del rey, don García Romeu, y don Jimeno de Foces, y procuradores de algunas ciudades y villas de Aragon y Cataluña. Estaban los infantes en el mismo tiempo en Sevilla, y por reducirlos á la obediencia del rey, y atajar sus diferencias, fué de acuer

Francia tomó á Damiata, principal ciudad de Egipto: y continuando la guerra contra el soldan de Babilonia, fué muerto el conde Roberto su hermano: y tras esto sucedieron las cosas tan desastradamente, que el rey de Francia y den Alonso conde de Putiers, y Carlos conde de Angeus sus hermanos, fueron vencidos y presos: y rescatándose por gran suma de dinero, y de-do de la corte general, que en nombre del reino y del samparando á Damiata, salieron de poder del soldan. Tambien murió en este mismo año el último Ramon conde de Tolosa en Aimillan, á veinte y siete del mes de setiembre, y pretendia la sucesion de la Proenza, y se intitulaba conde de Tolosa y marqués de la Proenza. Instituyó á Juana su hija mujer de don Alonso conde de Putiers, por heredera en todos sus estados, sin hacer mencion de la concordia que se habia tomado con la Iglesia y con el rey de Francia, por donde mostró dejar su derecho á salvo á los legítimos sucesores, señaladamente al rey de Aragon á quien pertejadores, los infantes, en presencia del rey de Castilla necia gran parte de aquellos estados. Mandóse enterrar en el monasterio de Fuente de Everardo, á donde estaban sepultados Enrique rey de Inglaterra su abuelo, y el rey Ricardo su tio, á los piés de la reina Juana su madre.

CAP. XLV. De las cortes que el rey tuvo en Alcañiz, y de lo que en ella se deliberó sobre la diferencia que hubo entre el rey y el infante don Alonso su hijo.

Por la diferencia y disension grande que habia entre el rey y el infante don Alonso su hijo, mandó el rey llamar á cortes á los de Aragon y Cataluña : y juntáronse en Alcañiz por el mes de febrero, del año de la Natividad de mil y doscientos y cincuenta, siendo don Martin Perez de Artasona justicia de Aragon. En estas cortes el rey pidió consejo á sus súbditos, para deliberar en ellas, como se removiese la discordia y diferencia que habia entre él y su hijo, proponiendo las quejas que dél tenia, por las injurias y desacatos que le habian hecho, y hacian él y el infante don Pedro de Portugal. Era así que el infante don Pedro con las villas y castillos que tenia en el reino de Valencia, tomó voz y querella del infante don Alonso, y siendo de parte del rey requerido, que acogiese en sus castillos su gente, como era obligado en paz y guerra, pues los tenia á la costumbre de Cataluña, no solo no lo quiso hacer, pero tomólos á su mano el infante don Alonso, y puso gente de guarnicion, de donde hacia guerra y daño con moros y cristianos á los que eran de la opinion contraria. Ofrecia el rey ante la corte, de estar á derecho con toda igualdad y justicia con el infante su hijo, y cumplir aquello que fuese declarado por personas nombradas por la corte, y que por su determinacion y juicio se concordaria con el infante de Portugal, y así lo prometió con juramento: y decia, que si los infantes no viniesen en ello, dejaria esla diferencia á la determinacion del papa y de su colegio. Por poner fin á tanta rotura, fueron nombrados por la corte jueces, y juraron que si el infaute don Alonso no quisiese estar á lo que ellos determinasen y rehusase de poner su querella en sus manos, le desampararian y seguirian al rey contra él, y le ayudarian en la guerra. Los jueces que se eligieron, fueron don Pedro de Albalate arzobispo de Tarragona, don Vidal obispo de Huesca, don Guillen obispo de Lérida, y el obispo de Barcelona, don Guillen de Cardona maestre del Temple, don Pedro de Alcalá castellan de Amposta, Ponce Ugo conde de Ampurias, don Ramon de Cardona, Ramon Berenguer de Ager, don Jaime de

principado de Cataluña, se enviase solemne embajada para persuadirlos, que depuestas las armas, pusiesen sus pretensiones en el juicio y determinacion de las personas que para ello eran nombradas. A esto fuéron el arzobispo de Tarragona, los obispos de Huesca y Lérida, y el maestre del Temple, y el castellan de Amposta, don Pedro Cornel, don Artal de Luna, don Jaime de Cervera, y los síndicos y procuradores de Zaragoza, Barcelona, Lérida, Huesca, Calatayud, Daroca, Teruel, Jaca y Barbastro. Ante estos emba

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y de los infantes don Alonso, y don Fadrique sus hijos,
y ante Manfredo nuncio apostólico, y siendo presentes
los obispos de Astorga, Segovia y Calahorra, juraron
que estarian á la determinacion y sentencias de las
personas que eran elegidas. En este medio el rey, des→
pedidas las cortes, se fué con el conde de Ampurias,
don Pelegrin de Atrosillo, don Gil de Atrosillo, y don
Pedro Martinez de Luna y otros ricos hombres á Mo-
rella, que era uno de los lugares que habia dado al in-
fante de Portugal, de donde le habia hecho guerra, pa-
ra esperar allí la respuesta de los infantes. Vueltos los
prelados y ricos hombres de la embajada, hallaron al
rey mediado el mes de mayo en Morella, y sabido que
los infantes venian bien en dejar sus diferencias á de-
terminacion y juicio de las personas nombradas,
mandó dar letras de salvo conducto á don Ferriz de Li--
zana, don Pedro Ferriz, y á don Guillen de Pueyo, y
al arcediano de Valencia, y á sus hermanos y parien-
tes, que seguian la opinion del infante don Alonso, y
á todos sus valedores y vasallos, y volvióles sus bie-
nes, y puso treguas en sus reinos y fuera dellos con
los infantes, y restituyó al de Portugal la posesion li-
bre y pacífica en que primero estaba del campo de
Tarragona y de la isla de Iviza, y de los heredamien-
tos que en sus reinos tenia, exceptuando cinco villas
del reino de Valencia con sus castillos, de donde le
habia movido guerra, que eran Morella, Segorbe,
Murviedro, Almenara, y Castellon, que se habian de
entregar á los jueces, y estar en su poder, hasta que lo
determinasen definitivamente, y se diesen á quien de
justicia competian. Prometió asimismo de mandar
poner en libertad á Ruy Martinez, nieto del infante
don Pedro de Portugal, y otros prisioneros que esta-
ban en su poder, y los jueces se habian de juntar en
Calatayud ó en Hariza, para decidir estas diferencias
por todo el mes de setiembre. Mas no embargante esta
concordia, el rey proveía á lo venidero, como si es-
tuviera cierto del rompimiento, y vínose á la ciudad
de Zaragoza. Estando en esta ciudad á treinta del mes
de mayo, dió el castillo y villa de Gotor, á don Jaime
hijo del rey de Mallorca, para él y sus descendientes,
y casóle por este tiempo con una señora principal de
su reino, del linaje de Alagon, que se decia doña Eva,
cuyos antecesores fueron señores de aquella villa, y
descendian de don Roldan, que segun en algunas me-
morias antiguas parece, fué hermano de don Artal de
Alagon el primero. De Zaragoza se fué el rey á la ciu-
dad de Huesca, por el mes de agosto, y traía junta-
mente con la reina doña Violante, grandes tratos con

los ricos hombres de su opinion, para que los hijos de la reina fuesen favorecidos y mejorados, por el odio que al infante don Alonso habia concebido, cuyo desheredamiento procuraban por muy perjudiciales medios. Eran los principales, por cuyo consejo el rey pretendia esto, don Guillen y don Pedro de Moncada su primo, don Pedro Cornel, don Guillen de Entenza, don García Romeu, don Jimen de Foces, don Jimen Perez de Arenos, don Sancho de Antillon, y don Pedro Martinez de Luna: á los cuales el rey hizo nueva promesa y obligacion, de los favorecer y honrar, y acrecentar en sus patrimonios y ellos hicieron á él y á la reina pleito homenaje de los servir y ayudar con sus personas y vasallos, y procurar el aumento de estado de sus hijos, Finalmente las personas nombradas determinaron estas diferencias entre padre y hijo y la suma de la concordia fué que el infante don Alonso se pusiese en la obediencia del rey, y como á primogénito le diese la gobernacion de Aragon y Valencia, reservando el principado de Cataluña para el infante don Pedro, hijo mayor de la reina doña Violante.

CAP. XLVI.-De la segunda division que el rey hizo de sus reinos y señorios entre los infantes don Alonso, don Pedro y don Jaime sus hijos.

Acabado esto, partió el rey para Cataluña por dar órden, que los catalanes hiciesen homenaje al infante don Pedro, y le recibiesen por señor despues de sus dias, porque como en este tiempo habia ya muerto el infante don Fernando su hijo, habia determinado de hacer nueva division de sus reinos y tierras entre los infantes: y así acordó de dejar heredero y sucesor al infante don Pedro en los condados de Barcelona, Tarragona, Girona, Besalú, Vich y Osona : y en los de Rosellon, Cerdania, Conflent y Valespir, con el condado de Urgel, y en las ciudades de Lérida y Tortosa juntamente con los condados de Ribagorza y Pallás, y en todo lo que tenia, ó le podia al rey pertenecer desde el rio Cinca á Salsas, segun lo dividen y parten los montes Pirineos con el Val de Aran, que se incluian en estos límites hasta nuestro mar, de lo cual le hizo donacion entre vivos, especificando todos aquellos estados en harto perjuicio del infante don Alonso su primogénito, siendo declarado por legítimo heredero y sucesor, á quien los aragoneses y catalanes habian jurado y prestado homenaje de le tener por tal. Pero no embargante esto, hizo el rey la donacion al infante don Pedro, y mandó ponerle en la posesion, reservándose el usufructo durante su vida, declarando ser el legítimo sucesor y propietario: y en caso que falleciese sin dejar bijos legítimos varones, sustituia en su lugar al infante don Jaime hijo segundo de los que hubo en la reina doña Violante. Esta donacion hizo el rey en pública corte que tenia á los catalanes en la ciudad de Barcelona, á veinte y seis del mes de marzo, del año de la Navidad de mil doscientos cincuenta y uno, y el mismo dia hicieron al infante homenaje Ponce Ugo de Ampurias, Bernardo de Santa Eugenia, Guillen de Aguilon, Jasbert de Cruillas, Ugo de Anglesola, Arnaldo Guillen de Cartella, Ramon y Galcerán Durg, don Guillen de Moncada, don Guillen de Cervellon, don Jaime de Cervera, don Ramon de Moncada, Bernardo Ramon de Ribellas, Ramon de Timor, y otros muchos barones y caballeros catalanes, y los ciudadanos de Barcelona, en presencia del rey. Por la misma

forma hizo la donacion al infante don Jaime del señorío de Mallorca, Menorca, Iviza y del de la villa de Mompeller. No contento con esto, hizo donacion del reino de Valencia al infante don Jaime, y dello le prestaron homenaje los ricos hombres y caballeros, alcaides y vecinos de la ciudad de Valencia, y de los castillos de aquel reino. En este mismo año que la donacion se hizo á los infantes, se nota en algunos anales que falleció la reina de Aragon á nueve dias del mes de octubre, estando en Santa María de Salas: pero consta que su testamento se otorgó en Huesca á doce del mes de octubre deste año y que vivió algunos años despues. Mandóse enterrar en Valbona monasterio de religiosas de la órden del Cister en Cataluña ante el altar de Nuestra Señora, y dejó muy encargado al rey su marido al conde Dionisio de Ungría y á la condesa Margarita su mujer: cuyos hijos fueron Amor Dionis, y Gabriel Dionis, como dicho es, y dejó á los infantes don Pedro y don Jaime y don Sancho sus hijos el condado de Posana, que tenia Bela rey de Ungría su hermano: y se lo habia dejado á ella la reina su madre: y hacese en el testamento mencion de las cinco hijas que tuvo del rey. Hallo mencion en cierta relacion de don Juan hijo del infante don Manuel, que la infanta doña Sancha, que fué la tercera hija pasó en peregrinacion à la Tierra Santa, y murió en el Hospital de San Juan de Jerusalen, á donde residió mucho tiempo en hábito desconocido, y feneció allí sus dias, dejando gran ejemplo de su santa vida. Por otras memorias antiguas parece que este año murió la reina doña Leonor, primera mujer del rey, que fué hija del rey don Alonso de Castilla.

CAP. XLVII.-Como se rindió al rey el castillo de Biar, y todo lo que restaba del reino de Valencia.

En el año de mil doscientos cincuenta y dos estando rey en la ciudad de Valencia, vinieron á él dos moros, que eran de Biar, y ofrecieron que ellos con los de su parentela, que era allí mucha parte, le entregarian el castillo, que era el mejor de toda aquela frontera del reino de Murcia. Con esta confianza partió el rey luego para Játiva y concertó con ellos, que para cierto dia seria en Biar. Llevó el rey consigo uno de aquellos moros, y llegando cerca de Biar, vieron que estaban todos los moros fuera de la villa bien en orden puestos en armas: y por mandado del rey el moro pasó adelante: pero no le dejaron acercar, y detúvose el rey esperando lo que harian tres dias, y mandó asentar sus tiendas junto al camino que viene de Moxen á Biar desta parte del rio. Despues mudó su real á un cerro que está sobre Biar al camino de Castalla, y hízose allí el fuerte con propósito de no partir dél hasta haber el castillo por combate. Esto era en principio del mes de octubre, hacia muy excesivos frios: y pasaban pocos dias, que no combatiesen ó escaramuzasen con los moros de la villa que eran hasta setecientos bien armados y muy buena gente de guerra. A cabo deste tiempo viendo el rey que se pasaba gran fatiga en diferir tanto el cerco, propuso dar el combate con determi nacion de aposentarse en la villa; pero defendieronla los moros cuanto se pudo por gente muy ejercitada y diestra en aquel menester, y quedaron algunos cabalieros heridos. En este cerco se detuvo el rey desde mediado el mes de setiembre hasta la entrada del mes de febrero del año de mil doscientos cincuenta y tres y despues de algunos combates y de diversas demandas

y

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