Imágenes de página
PDF
ePub

moros, que era buena gente de guerra, y los cinco mil eran de á caballo, y que se apresurase cuanto pudiese para tomar tierra en la isla, porque en esto consistia la victoria. A la media noche con gran silencio zarparon áncoras, y las doce galeras remolcando cada una su navío, se acostaron á la marina, para que desembarcase la gente, y siendo sentidos de tierra, acudieron á la marina cinco mil moros, y doscientos de caballo, que estaban á la vista en sus tiendas, aguardando para impedir la salida de los nuestros, pero apresuráronse con tanta furia las galeras, que llegaron ántes á tierra que ellos acudiesen ni les pudiesen defender la entrada. Fué el primero que saltó en tierra, segun en antiguas memorias parece, un soldado que se decia Bernardo de Ruidemeya, y llevaba un pendon, y con él hizo señal á los de la armada para que le siguiesen. Éste se llamó despues Bernardo de Argentona, y fué muy valeroso capitan, á quien hizo el rey merced del término de Santa Ponza, para él y sus descendientes, y siguiéronle hasta setecientos soldados, y ganaron el monte de Pantaleu, y allí se hicieron fuertes..De los ricos hombres, los primeros que salieron á tierra fueron don Nuño, don Ramon de Moncada, el maestre del Temple, Bernardo de Santa Eugenia y don Gilabert de Cruillas, y hasta ciento y cincuenta de caballo; y los moros se afirmaron, ordenando sus escuadrones, sin ofender á los que desembarcaban. Entónces don Ramon pasó solo adelante para reconocer á los enemigos; y cuando estuvo cerca dellos, hizo señal que le siguiesen, diciendo, que eran pocos; y estando juntos, fué don Ramon el primero que con gran ánimo arremetió para herir en ellos pero los moros no los esperaron, y volvieron las espaldas; y siguiendo el alcance, murieron hasta mil y quinientos moros, y volvieron con esta victoria á la ribera de la mar. Cuando salió el rey á tierra, halló que habian desembarcado algunos caballeros de Aragon; y siendo hasta veinte y cinco de caballo en una cuadrilla, dijo, que entrasen la tierra adentro, con gran pesar de no haberse hallado en el primer hecho de armas, y al galope entraron hácia aquella parte

habia quedado postrero con la galera capitana, alcanzó la nave de don Guillen de Moncada vizconde de Bearne, que era la primera, y prosiguió viaje á todas velas, como habia salido del puerto de Salou: y toda aquella noche navegaron contra el mismo viento á orza, y la galera del rey sin mudar ni calar velas pasaba adelante todo lo que podia caminar. Con esta contrariedad de tiempo navegó toda la armada el dia siguiente, y siendo entre hora de nona y vísperas, por la gran furia del viento, se engrosó la mar de tal suerte, que por la tercera parte de la galera del rey hácia proa, pasaban las olas de la una banda á la otra. Á la tarde antes que el sol se pusiese, comenzó á cesar el viento, y entonces se descubrió la isla, y pudieron descubrir los lugares de Polienza, Soller, Almaruich. Navegando con esta bonanza, calaron velas en la galera del rey, porque no se descubriese la armada de tierra, y iban ya juntas hasta cuarenta velas entre naos y galeras y taridas: y porque tuvieron de refresco viento de tierra por la parte del viento que se dice en la historia del rey, garbin, que es viento de mediodia: y fray Marsilio que tradujo esta historia en latin, dice serel, que llamaron los griegos leuconoto, mandó el rey hacer vela para que tomasen el puerto de Pollenza, porque estaba acordado que allí fuése á surgir la armada. Mas á esta bonanza sobrevino un tan terrible torbellino de viento proenzal, que aunque reconoció el piloto de la galera del rey el temporal, fué muy dificultoso prevenir el peligro, y pasó la armada muy gran tormenta por ser aquel viento muy contrario. Entendiendo que toda la contrariedad era por porfiar de tomar el puerto de Pollenza, lo que no podia ser con aquel viento, determinaron que diese vuelta la armada la via de la Palomera, que está á treinta millas de la ciudad de Mallorca, por ser cómodo puerto para poder en él reparar sin ningun embargo de los enemigos, y así la galera capitana hizo vela con aquel viento contra el puerto de la Palomera; y siguieron por aquella derrota los navíos que no podian navegar á orza, y entró el rey en aquel puerto, el primer vier-á donde fueron los moros vencidos. Descubrieron de nes del mes de setiembre. El dia siguiente à la noche arribó todo el resto de la armada; sin que se perdiese ningun navío, y mandó el rey á don Nuño Sanchez, y á don Ramon de Moncada, que fuésen con sendas ga-á otra ; y entonces dijo él á un caballero aragonés de leras, costeando la vuelta de la ciudad de Mallorca, y reconociesen, á dónde se pudiese echar la gente en tierra con mayor seguridad, y determinaron que la armada se pasase al puerto de Santa Ponza, por ser lugar seguro y buen desembarcadero, porque no podian tomar tierra en la Palomera, porque la mayor parte de los moros acudió hacia aquella parte. Habia mandado el rey que la gente reposase el domingo siguiente en el monte de Pantaleu, que está junto á la isla que llaman la Dragonera, en aquel puerto de la Palomera, porque iban fatigados de la mar, y allí tuvo aviso de lo que en la ciudad estaba proveido para en su defensa, por un moro de la Palomera que se echó á nado y segun Aclot escribe, se habian juntado diez mil moros para impedir la desembarcacion á la parte de la Palomera, á donde pensaban que el rey saliera á tierra. Este moro, segun aquel autor dice, dió buenas nueves al rey, y le dijo, que aquella tierra era suya, y que su madre, que era muy enseñada en hechicería, y era gran maga, hallaba en su arte que se habia de conquistar por él, y juntamente con esto avisó al rey que habia en la isla cuarenta y dos mil

aquel lugar, que por lo alto de una sierra andaban hasta cuatrocientos moros de pié, y cuando fueron descubiertos, bajaron de aquella sierra para pasarse

los de Ahe, que era de Tauste, que se apresurase, si queria atajarlos; y arremetieron para ellos, y mataron basta ochenta moros, y peleando desta manera, iban llegando los nuestros. En este reencuentro hallándose el rey con solos tres caballeros, que le acompañaban, se encontraron con un moro que estaba á pié, con su lanza y escudo, y armado de yelmo zaragozano y perpunte, y diciéndole el rey, que se rindiese, volvió contra él blandeando su lanza, y peleó con todos cuatro muy valientemente y arremetiendo para el moro uno de aquellos caballeros, que se decia Pedro Lobera, recogióle de manera el moro, que le puso por los pechos del caballo media braza de lanza, y cayendo á tierra, se levantó con su espada en la mano, y entonces cargaron sobre el moro, y fué muerto sin que se quisiese rendir, y volvióse el rey á su real á puesta de sol, y saliéronle á recibir el vizconde de Bearne y don Ramon de Moncada, que estaban con gran cuidado, no se recibiese algun daño por haberse el rey desmandado con tan poca gente, que se señaló aquel dia de muy buen caballero. Estaban algunas naos de las que postreramente surgieron, al cabo que llaman de

la Porraza, en que habia hasta trescientos de caballo, de donde descubrieron la gente del rey de Mallorca, que siendo ya á puesta de sol, salió sobre la sierra de Portopí, y un rico hombre aragonés, que se decia don Ladron, envió á dar desto aviso al rey, y mandó al vizconde de Bearne y á don Nuño, y á todos los ricos hombres, que estuviesen apercibidos, y la gente á punto, y bien en órden, para cualquiera caso y afrenta que se pudiese ofrecer. Otro dia miércoles al alba celebradas las misas, tratando de la órden que lleva rian los escuadrones, hubo gran diferencia entre el vizconde y don Ramon de Moncada de una parte y don❘ Nuño de la otra, por quién iria aquel dia en la retaguarda pensando que no tendrian batalla con los moros hasta el dia siguiente, que se habian de alojar en la Porraza, y queria cada uno para aquella jornada hallarse en los primeros encuentros. En este medio comenzaron á desmandarse hasta cinco mil peones, sin aguardar capitan, ni quién los acaudillase, y hubo de salir el rey con un solo caballero que se decia Rocafort á detenerlos, y pasó adelante en una yegua para detener aquella gente que eran hasta cinco mil soldados, de los que llamaban sirvientes. En este medio llegaron el vizconde y don Ramon de Moncada, y el conde de Ampurias, con los de su linaje, que era muy lucida caballería, y pasaron con aquella gente adelante, sin esperar á don Nuño, que llevaba la retaguarda. Pero los moros estaban tan cerca, que fueron de sobresalto acometidos los nuestros, y trabóse muy brava batalla entre aquellos caballeros y los moros, que tenian sus tiendas en la sierra. El conde de Ampu⚫rias y los caballeros templarios, fueron á acometer contra las tiendas, y el vizconde y don Ramon, acometieron con otra parte del escuadron, por el lado izquierdo; y la batalla se mezcló tan bravamente, que por tres veces llevaron de vencida los nuestros á los moros, y otras tantas los hicieron retirar, porque los nuestros se esparcieron y no se podian socorrer los unos á los otros. A la postre, siendo casi cierta la victoria por los moros, el vizconde y don Ramon de Moncada, arremetieron contra aquella parte donde la batalla estaba mas encendida, con algunos caballeros que cabe sí tenian, y lanzándose por los moros hicieronlos detener algun tanto, hiriendo en ellos muy animosamente. Pero no pudiendo sobrar el grande tropel y número de los enemigos que de refresco iban acudiendo á socorrer en aquella necesidad, y persistiendo como vencedores contra estos ricos hombres, fueron muertos el vizconde y don Ramon de Moncada, y con ellos otro rico hombre muy principal de Cataluña, que se decia Ugo de Mataplana, y un caballero que era Ugo Dezfar, y hasta ocho caballeros de los del linaje de Moncada; pero la muerte del vizconde y de don Ramon de Moncada, hizo el daño y pérdida sin comparacion mayor. En este medio llegó adonde el rey estaba, don Nuño, y iban con él, Beltran de Naya, Lope Jimenez de Luesia, y don Pedro de Pomar, con sus compañías, y Dalmao y Gisbert de Barberá, y dió Beltran de Naya al rey su loriga, y armado de capellina y perpunte, se fué á poner en aquel escuadron, y envió á mandar á don Pedro Cornel, y á don Jimeno de Urrea, y á Oliver de Termens, que era un caballero francés muy valeroso que estaba desterrado de Francia, á quien hizo merced de los castillos de San Lorenzo, Estagel y Argilers, que apresurasen con sus compañías, porque los de la avanguarda peleaban contra todo el poder del rey de Mallorca. Llegó el rey de los primeros al lugar donde

se habia comenzado la batalla, y encontróse con un caballero catalan, que se decia Guillen de Mediona, que salia herido de una herida que le cortó el labio, y era buen caballero, y segun en la historia del rey se cuenta, el mayor justador de toda Cataluña; y como reconoció que no era herida mortal, le dijo que se volviese, y le asió por la rienda, diciendo: que cualquiera buen caballero, por tal golpe como aquel, ántes debia tomar coraje que salir de la batalla, pero dende á poco que miró por él, no le vió mas. Subia el rey por la sierra arriba sin saber el suceso de la batalla; y no iban con él sino doce caballeros, y siguióle Roldan Lain con el pendon de don Nuño, y Sire Guillermo, hijo bastardo del rey de Navarra con hasta setenta de á caballo que pasaron adelante. En lo mas alto de la sierra habia grande muchedumbre de moros, y tenian una bandera de colorado y blanco diferenciada por lo largo; y aunque tenian lugar á su ventaja, como andaban desordenados y esparcidos, quisiera el rey acometerlos, si no le detuvieran hasta asirle por las riendas del caballo don Nuño y don Pedro de Pomar y Lope Jimenez de Luesia, que le dijeron que su sobrado ánimo habia de ser causa que todos se perdiesen; y con gran pena se detuvo, sospechando, que por no socorrer á los de la avanguarda, se recibiria algun gran siniestro. Entretanto llegó á donde estaba el rey Gisbert de Barberá, á quien despues dió el rey para durante su vida, los lugares y castillos que tuvo Oliver de Termens, y fué uno de los señalados caballeros de sus tiempos. A éste mandó don Nuño, que pasase adelante; y ántes que alcanzase á los caballeros que iban con el pendon de don Nuño, los moros dieron gran grita, como es su costumbre, cuando quieren arremeter, y conienzaron á lanzar piedras, y hiciéronse mas adelante contra los nuestros; y los que estaban con el pendon de don Nuño, les volvieron las espaldas; y los moros con buen semblante y denuedo bajaron, cuando un tiro de piedra, acometiendo hacia la parte a donde el rey estaba; pero algunos que iban con el pendon de don Nuño, les dijeron: Vergüenza caballeros que os vee el rey huir,y los detuvieron, y los moros no pasaron adelante. En este medio llegó el estandarte real, y con él hasta cien caballeros de la casa del rey, que decian de su mesnada, que iban en guarda del estandarte; y el rey juntamente con ellos en un escuadron, movieron contra los moros, tomando por un recuesto lo alto de la sierra, y los echaron dél, y fueron huyendo, desamparando el lugar que tenian, y no pudo el rey seguir el alcance, ni los caballeros, por tener sus caballos muy fatigados. Pasó todo esto sin que el rey supiese que eran los de la avanguarda rotos y vencidos, y comenzó á seguir el camino de la ciudad pensando atajar al rey de Mallorca, que estaba en la sierra, y que por todas partes podian ser los moros acometidos de su gente y de la del vizconde, y de don Ramon de Moncada; y comenzando á bajar por el recuesto, llegó don Ramon Alaman, y procuró detenerle, diciendo: que hacia lo que nunca antes rey ninguno, si no esperase en el lugar que habia vencido; y cuán mal pareceria, que hubiese vencido á los enemigos, y que no reparase siquiera una noche en el lugar de la batalla para reconocer el campo, y supiese lo que habia perdido ó lo que se habia ganado: pero no embargante esto, caminaba el rey á su paso por el camino que iba á la ciudad; y habiendo caminado cuanto una milla, se encontró con el obispo de Barcelona que le detuvo, y le dijo, que el vizconde de Bearne y don Ramon de

[blocks in formation]
[graphic][merged small]
« AnteriorContinuar »