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y ganó de aquella vez de los infieles la villa de Alcántara, junto a las riberas de Tajo, la cual dió despues á la órden de Calatrava, y por el mes de julio año de mil doscientos catorce fué aquella grande y sangrienta batalla entre Otho, que habia sido privado del imperio, y Felipe rey de Francia, junto à Tornay, en la cual los alemanes y flamencos quedaron todos vencidos, y fué en ella preso don Fernando conde de Flandes, habiendo muerto infinita gente de ambas partes. Fué este conde de Flandes primo hermano del rey don Pedro de Aragon, y era hijo de don Sancho rey de Portugal, y de la reina doña Dulce hija del príncipe don Ramon Berenguer y de la reina doña Petronila, y casó con Juana condesa de Flandes, hija de Balduino emperador de Constantinopla.

CAP. LXVII. Que el conde don Sancho fue recibido por procurador general de Aragon y Cataluña y el conde don Ramon de Tolosa fué privado de su estado en el concilio lateranense, y de la contradiccion que hubo sobre la primacia de España, que se pretendia por el arzobispo de Toledo.

En el año siguiente de mil doscientos quince, el conde don Sancho que se intitulaba conde de la Proenza, é insistia en apoderarse de la persona del rey, fué recibido por procurador general del reino de Aragon y Cataluña, y en principio del mes de setiembre deste año se tuvo congregacion y parlamento general de los aragoneses en la ciudad de Huesca, en el cual se determinó de enviar al papa Inocencio á Roma embajada, para suplicar por el remedio en muchas cosas muy arduas é importantes al pacífico estado de la tierra y beneficio del rey. Fueron nombrados por embajadores don Guilen de Cervera y don Pedro Ahones, y para esta embajada diódon Jimeno Cornel tres mil y quinientos maravedís alfonsis, por los cuales obligó el conde don Sancho las villas y castillos de Murillo, Luesia, Tahuste y Pina, tanta era la pobreza y necesidad de aquellos tiempos. Fué por el mismo tiempo privado el conde de Tolosa de su estado en el concilio lateranense, que tuvo el papa Inocencio por el mes de noviembre deste año, y halláronse en este concilio los patriarcas de Constantinopla y Jerusalen, y cuatrocientos obispos, setenta arzobispos y once generales de órdenes, y ochocientos abades y priores, y los embajadores de los emperadores de Alemania y Constantinopla, y de todos los reyes y príncipes cristianos, y fué de los mas célebres que en la Iglesia haya habido. Estuvieron tambien presentes don Ramon conde de Tolosa y don Ramon su hijo, el conde de Fox, y Pedro Bernardo, por razon de su mujer, que era hija primogénita del conde de Tolosa. Fué adjudicado el condado de Tolosa en aquel concilio por determinacion de todo él, al conde de Monforte, y diósele para él y sus sucesores con toda la tierra que se habia ganado de los herejes del condado de Tolosa, y prestó juramento de fidelidad y homenaje al rey de Francia, por las tierras que eran feudales como su feudatario. Fué jurado y recibido por señor en Beses, y mandó á los vecinos de Carcasona, Tolosa y Narbona, que dentro de cierto término derribasen los muros destas ciudades. Por esto y por los grandes pechos y tributos que comenzó á imponer sobre todo el condado, se tornó á alterar contra él la tierra, y tuvo ocasion el conde don Ramon de Tolosa, que estaba en Cataluña, de volver á continuar la guerra, con el socorro que de acá llevó, porque luego que se vino del concilio, don Ramon su hijo cenfederándose con los

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de Aviñon, ocupó todos los lugares que están desta parte del Ródano, y el castillo de Belcaire, que está junto al rio en el reino de Francia, y era del conde su padre. Juntó Guido de Monforte hermano del conde Simon de Monforte su ejército, y con Aimerico, que era hijo mayor del conde, se opusieron á resistir al hijo del conde de Tolosa, pero no obstante esto comenzó a prevalecer el partido del conde de Tolosa, y los veci→ nos de aquella ciudad buscaban ocasion para levantarse contra Simon de Monforte, como despues lo hicieron. Fué á este concilio el arzobispo de Toledo don Rodrigo, aquel notable prelado, de quien en esta obra se hace tantas veces mencion, y teniendo licencia del papa propuso en público consistorio la querella que tenia de los arzobispos de Braga, Compostela, Tarragona y Narbona, porque no querian prestar la obediencia que debian á su primacía, y para probar que era primado de las Españas, presentó diversos privilegios de los pontífices pasados, Honorio, Gelasio, Lucio Adriano, y del mismo Inocencio. Allende desto leyóse allí una sentencia del cardenal Jacinto, legado de la sede apostólica, que se dió en Nájara año mil ciento cincuenta y cinco en el primer año del pontificado de Adriano tercero, contra el arzobispo de Braga, si no obedeciese al arzobispo de Toledo, como á su primado y juntamente con ella unas letras ejecutoriales del mismo Jacinto, que se dieron contra los sufragáneos de la iglesia de Compostela, por las cuales se les mandaba que diesen la obediencia, y prestasen debida reverencia al arzobispo de Toledo, como á su primado. Entonces el arzobispo de Braga, que habia sido citado por esta causa, y se hallaba presente en el concilio, en presencia del papa respondió á lo que el arzobispo de Toledo propuso contestando la lite, y algunos se escusaron que no eran llamados por esta razon, y el obispo de Vich, en nombre del arzobispo de Tarragona, que estaba ausente, respondió por sí y por los otros sufragáneos de Tarragona, negando que el arzobispo de Toledo fuese su primado, y alegaba que no tenian obligacion de obedecerle en cosa alguna, y no hubo declaracion sobre este negocio.

CAP. LXVIII.-De la division que hubo en el reino, y como fue sacado el rey del castillo de Monzon por los ricos hombres, que con consejo de don Jimeno Cornel, se confederaron de servirle.

Teniendo el maestre del Temple al rey en Monzon, estaba el reino muy alterado y dividido en bandos, y el patrimonio real era tan consumido, que no habia con que pudiese sustentarse lo muy necesario, porque las rentas y derechos reales estaban empeñadas en poder de judíos y moros, desde el tiempo del rey don Pedro, con los lugares que eran de la corona, y se daban en feudo de honor á los ricos hombres, y las caballerías que hubo en el reino, en tiempo de los reyes pasados, se habian dado y vendido por el rey don Pedro, que como dicho es, no quedaron sino ciento y treinta. Con esto todos los ricos hombres y caballeros estaban divididos en parcialidad y bando, y unos seguian al conde don Sancho, y otros al infante don Fernando, que pretendian suceder en el reino. La opinion del conde principalmente la sustentaban don Pedro Ahones, don Atorella, don Jimeno de Urrea, don Arnaldo Palacin, don Bernardo de Benavente, y don Blasco Maza. Del bando del infante eran, don Pedro Fernandez de Azagra señor de Albarrazin, don Pedro Ferriz de Lizana,

mo lo estaba entonces, y'la tuviese mientras gobernase justa y debidamente, lo cual se concluyó con asistencia y acuerdo de fray Aldemaro de Clareto prior de Garden, que tenia el lugar de maestre del Temple en Aragon y Cataluña, y de fray Bernardo de Aquilella

comendador de Miravete, fray Rodrigo de Aiselis maestre que llamaban de Amposta, fray Fortuño de Pomar y fray Blasco de Avero, y de otros ricos hombres y caballeros que estaban con el rey que eran don Blasco Alagon,don Guillen de Pueyo, Pedro de Pomar, Ramon de Moncada, Guillen Ramon de Moncada senescal de Cataluña, Jordan de Peralta y Ramon de Castel veli. Juntó entonces el conde don Sancho todos los de su valía, y estaba ya tan apoderado de la tierra, que aunque le dijeron el trato que andaba entre el rey y los del bando del infante don Fernando, no pensó que osa rian salir de Monzon, y dijo con grande confianza, que él cubriria de escarlata todo el espacio de tierra que el rey y los que con él estaban, hollasen en Aragon desta parte de Cinca. Salió un dia al alba de Monzon el rey,

puente, y allí le dijeron que el conde con toda su gente estaba en Selgua, y que saldria para se combatir con ellos. No tenia el rey diez años cumplidos, y recelando que los encontrarían y vendrian á las manos, un caballero le dió una cota de malla lijera, y con buen ánimo púsose adelante por el camino, y llegaron aquel dia á Berbejal, sin que hallasen ninguna gente desmandada. Otro dia se vino el rey á Huesca, y de allí partió para Zaragoza.

CAP LXIX.-Del bovaje que se otorgó al rey, por el principado de Cataluña.

y don Blasco de Alagon. Habia algunos que no tenian tierra ni honor del rey, y unas veces seguian un bando, y otras eran del contrario, como don Pedro Cornel, y don Vallés de Antillon, que eran mancebos. Solamente en esta division era don Jimeno Cornel el que se gobernaba como neutral, y procuraba el becomendador de Monzon, fray Aldemaro de Campans neficio del reino, y el servicio del rey, y era caballero muy anciano, y el mas sabio que habia en Aragon en su tiempo, y de mayor consejo, al cual pesaba de la rotura y discordia que se comenzaba en el reino de ambas parcialidades. Estando el reino en tanta turbacion, iban muchas veces algunos caballeros á Monzon con color de visitar al rey para le inducir, que saliese de aquel castillo, procurando los de cada bando tenerle consigo para destruir al otro. Era entonces el rey de edad de nueve años, y deseaba salir de aquel | encerramiento; y visto por el maestre del Temple, y por otros caballeros la necesidad que habia, que el rey pusiese órden en su reino, y anduviese por él, y visitase su tierra, que la tenian alterada y estragada los bandos y parcialidades de los ricos hombres: acordaron de dejarle salir, con esperanza, que se encamina-y halló los ricos hombres que le aguardaban en la rian mejor las cosas á su servicio. Sucedió en este medio que los barones, y villas de la Proenza se concordaron en enviar por el conde don Ramon Berenguer, porque así convenia para la quietud de la tierra, y enviaron sus mensajeros á le avisar que para cierto dia estaria una galera en el puerto de Salou, y vendrian secreta y escondidamente por él, los cuales lo concertaron así, porque á entenderse, pusieran los del reino embarazo en su ida. Salióse el conde del castillo, cuando anochecia, con Pedro Auger su ayo, y con dos escuderos, y caminaron toda la noche, y pasaron por Lérida disfrazados, y otro dia llegaron á Salou, á donde se recogió el conde en la galera, hicieron con él vela la vuelta de la Proenza, el cual despues casó con Beatriz hija de Tomás, que el arzobispo don Rodrigo llama conde de Maurien, que tambien lo era de Saboya. Visto por el maestre del Temple, que sin su sabiduría habian sacado de su poder al conde de la Proenza, recelando no se hiciese otro tanto de la persona del rey á mayor peligro y daño suyo, quiso ponerle en libertad, pero no sabia cómo, ni á cuál bando siguiese. Desto tuvo gran enojo el conde don Sancho, y entonces hizo todo su poder con los de su bando por apoderarse del reino, y en esta sazon envió el rey sus mensajeros secretamente á don Pedro Fernandez de Azagra y don Pedro Ahones con los dos de su bando, que eran don Rodrigo de Lizana, don Blasco de Alagon, don Guillen de Cervera, y muchos otros caballeros, y éstos enviaron á asegurar al rey, que le serian y ayudarian con todo su poder. Todos juntos fuéron á la villa de Monzon, por el mes de setiembre de mil doscientos diez, y seis adonde pór órden y consejo de don Jimeno Cornel se confederaron y unieron Aspargo arzobispo de Tarragona, don Guillen obispo de Tarazona, don Pedro Fernandez de Azagra señor de Albarrazin, don Guillen de Cervera, don Guillen vizconde de Cardona y don Guillen de Moncada. Prometieron estos prelados y ricos hombres, de tomar al rey debajo de su defensa y custodia, y tenerle en su proteccion y consejo, procurando su servicio y el bien de la tierra. Hicieron pleito homenaje, que ninguno dellos sacaria la persona del rey del poder de quien le tuviese á cargo sin voluntad de todos, so pena de perjuro y traidor. Declararon que quedase la gobernacion del reino en poder del conde don. Sancho, co

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Habia estado el rey en Monzon dos años y medio, y allí le fué concedido en el mes de junio de mil doscientos diez y siete por los barones catalanes, y por la clerecía, el bovaje, que era cierto servicio que se hizo en reconocimiento de su señorío á los reyes, al principio de su reinado, en el cual contribuian los eclesiásticos, y las ciudades y villas del principado de Cataluña, y comprehendia todos los lugares desde Segre á Salsas. Pagábase este servicio por las yuntas de bueyes, de donde tomó el nombre, y por las cabezas del ganado mayor y menor, y por los bienes muebles cierta suma, la cual se fué variando conforme á los tiempos. Este servicio se concedió primero fuera de lo acostumbrado en tiempo del rey don Pedro padre deste rey don Jaime, en el año de mil doscientos once para la guerra contra los moros, y para la ida á la batalla de Ubeda, no siendo á ello obligados, y tambien se concedió al mismo rey graciosamente, cuando casó sus hermanas con Federico rey de Sicilia, y con los condes de Tolosa. En este año un martes á seis de junio murió en Palencia el rey don Enrique de Castilla desastradamente, siendo herido en la cabeza de una teja, jugando con sus donceles, y murió dentro de algunos dias; y tenia trece años, y sucedió en el reino de Castilla, la reina doña Berenguela su hermana, que era casada con el rey don Alonso de Leon. De Monzon vino el rey á Zaragoza, á donde fue recibido con gran solemnidad y fiesta, y asistiendo en su consejo don Sancho Ahones obispo de Zaragoza, don Bernardo obis po de Barcelona su canciller, don Berenguer de Eril obispo de Lérida y Roḍa, Arnaldo vizconde de Castelbo, don Guerao de Cabrera, don Guillen de Moncada, Dalmao de Castelbisbal, don Pedro Fernandez de

Azagra mayordomo del reino de Aragon, señor de Albarracin, don Rodrigo de Lizana, don Blasco de Alagon, Atorella, por el mes de mayo de mil doscientos diez y ocho se procuró de pacificar las diferencias que habia entre algunos ricos hombres que tenian puesto el reino en gran division.

nel, don Pedro Ahones, don Rodrigo de Lizana, don Artal de Luna, don Guillen de Cervera. Allende destos ricos hombres concurrieron despues don Ramon de Cervera, don Ramon Galcerán, Ugo de Mataplana, Bernardo de Portella, don Lope Ferrench de Luna, Atorella, don Atho de Foces. En estas cortes se concertó el rey con el conde don Sancho su tio, que se llama

CAP. LXX.-Que el conde don Ramon de Tolosa cobró la ba conde de la Proenza, sobre todas sus pretensiones mayor parte de su reino.

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y demandas, señaladamente sobre la procuracion del reino, y hízole el rey merced del castillo y villas de Alfamen, Almudevar, Almunient, Pertusa y Lagunarota, hasta en la suma de quince mil sueldos de renta, las cuales le dió en honor segun fuero de Aragon; y mas le asignó diez mil sueldos barceloneses, en las rentas de Barcelona y Villafranca. Con esto el conde don Sancho dió al rey por libre de lo que pretendia cerca de la procuracion del reino; y prometió, que no le haria guerra por esta causa, ni se moveria ningun bullicio, Y prestó juramento que fiel y lealmente le serviria. En esto intervinieron el arzobispo de Tarragona, el obispo de Zaragoza, y el infante don Fernando, que se intitu

El conde don Ramon de Tolosa, con los condes de Comenje y Pallás, y con los caballeros que llevaban de Cataluña, pasaron los montes Pirineos, y secretamente se entraron en Tolosa, y por el mes de setiembre del año pasado pasaron la Garona por vado, para bacer guerra al conde de Monforte, y dar favor á los de Tolosa, que se habian rebelado. Teniendo desto noticia Guido de Monforte, hermano del conde, procuró de sosegar el pueblo castigando á los mas culpados; pero no pudo, y fué echado de la ciudad. Entretanto los vizcondes de Tolosa hicieron sus reparos contra el castillo Narbonés, que es la fuerza de aquella ciudad, porque la tenia el conde de Monforte, y cerraron la entra-laba señor de Montaragon, don Guillen de Moncada, da con cavas, y llegó el conde con un legado que envió el papa Honorio, que habia sucedido al papa Inocencio, con buen ejército, y combatió la ciudad por parte del castillo, pero no pudo hacer daño ninguno, defendiéndose muy varonilmente los de dentro todo el invierno, y predicándose la cruzada contra el conde de Tolosa por toda Francia, ayuntose un muy gran ejército el verano siguiente, y un dia que fué en la fiesta de la navidad de san Juan Bautista deste año de mil doscientos diez y ocho fué herido el conde de Monforte de una piedra que tiró una máquina, que le abrió la cabeza, y luego espiró. Quedo sobre aquella ciudad continuando el cerco Aimerico, su hijo mayor y sucesor en su estado, hasta la fiesta de Santiago, y levantó de allí su ejército, y desamparó el castillo Narbonés, que no pudo mas defenderlo. Con este suceso en muy breve tiempo se levantó toda la tierra, y entregóse el castillo nuevo, que decian de Arrio al conde de Tolosa, en el cual se puso don Ramon hijo del conde, y pasó Aimerico á cercarlo; y fué muerto en un rebato Guido conde de Bigorra, hijo del conde Simon de Monforte, y levantóse su hermano Aimerico del cerco, no pudiendo sustentar á su sueldo la gente; y así no pasó mucho que el conde de Tolosa cobró la mayor parte de su estado, y en esta guerra fué muy socorrido de los cabaHeros y gente de Cataluña.

CAP. LXXI.—Que el rey se concertó con el conde don Sancho su tio, y de la institucion de la órden de los frailes de la Merced, para redencion de los cautivos que están en poder de infieles.

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don Pedro Fernandez de Azagra, don Guillen, don Ramon de Cervera, el comendador de Monzon, don Jimeno Cornel, don Pedro Ahones. Entónces con toda la corte que estuvo allí congregada, el rey confirmó la moneda jaquesa, que postreramente se habia labrado en tiempo del rey don Pedro su padre; y ofreció y juró que no daria lugar que de nuevo se labrase otra, ni bajase ni subiese de ley ni peso. En este año, segun algunos autores escriben, tuvo principio la orden de Nuestra Señora de la Merced, que fué una muy santa institucion para la redencion de los cautivos cristianos, que están en poder de infieles; y afirman haber dado favor el rey á una tan santa obra como esta por la devocion é industria de un notable varon natural de Francia, llamado Pedro de Nolasco, al cual se dió el hábito que hoy traen los desta órden, por fray Ramon de Peñafort, que fué religioso del convento de los frailes predicadores de Barcelona, cuya religion y santa vida fué muy venerada y celebrada en aquellos tiempos; lo cual se hizo con grande solemnidad en la iglesia de Santa Cruz de Barcelona, estando el rey presente á diez de agosto deste año. Dióseles el hábito blanco, con el escudo de las divisas reales, que fueron las armas antiguas de los condes de Barcelona, con la cruz de plata en el campo rojo, por memoria de la iglesia catedral de Barcelona, que trae aquella insignia. Esta orden, segun se afirma por estos autores, se confirmó despues por el papa Gregorio nono, aunque no parece que sufra la razon de los tiempos, que fray Ramon de Peñafort, pudiese este año hacer este ministerio que dicen, teniendo consideracion al año que falleció.

CAP. LXXII.-De la muerte de la reina doña Maria, madre del rey don Jaime.

En el año siguiente hubo tan general seca y esterilidad por toda España, que no solo las mieses y sem

En principio del mes de julio, del año de mil doscientos diez y ocho estuvo el rey en Tarragona, celebrando cortes á los catalanes, y de allí se partió para Lérida, á donde se juntaron tambien à cortes catalanes y aragoneses, por el mes de setiembre. Eran los principales de su consejo, Espargo arzobispo de Tarra-brados se perdieron, pero las dehesas se secaron, de gona, don Sancho Ahones obispo de Zaragoza, don Berenguer obispo de Lérida y Roda, Ponce obispo de Tortosa, García Artigua castellan de Amposta, Ponce Mariscal comendador de Monzon y lugarteniente de maestre del Temple en los reinos de España, el conde don Sancho, y el infante don Fernando, tios del rey, y donella gran hambre y mortandad y pereció la mayor parte Guillen de Moncada, vizconde de Bearne y de Castelbó, don Pedro Fernandez de Azagra, don Jimeno Cor

TOMO IV.

tal suerte, que parecia haberse abrasado y quemado la tierra, y no tan solamente se padeció esto en los llanos y campos que de su naturaleza son faltos de agua, pero en los altos y montañosos por todo Sobrarbe y Ribagorza y las otras montañas de Aragon. Siguióse tras

de los animales y ganado mayor y menor. Murió tambien en este año en Roma la reina doña María, madre

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del rey, que en su vida y fin dejó nombre de cristia- | segun parece en una leyenda antigua, se mandó edinísima reina; cuyo cuerpo fué sépultado en la iglesia ficar por san Braulio, obispo de Zaragoza, junto á la de San Pedro junto al túmulo de santa Petronila. En el ribera de la Guerba, sobre las santas reliquias de inartículo de la muerte, considerando el estado en que numerables mártires, á donde tambien se puso el cuerquedaba el rey su hijo, siendo tan niño, y las parciali-po de santa Engracia, porque en estos templos, por la dades que habia en el reino, por quien tendría el gobierno de su persona, y la disension que sobre ello se movió, no solamente entre aragoneses y catalanes, pero entre los ricos hombres y caballeros de cada nacion: dejó encomendada la persona del rey y sus tierras y estados, al papa Honorio. En dos testamentos que yo he visto originalmente suyos, que ordenó en los años de mil y doscientos y nueve y once, deja heredero en el señorío de Mompeller al infante don Jaime su hijo, y en caso que muriese sin dejar hijos, sustituye à Matilde, y Petrona sus hijas, y del conde de Comenje, de quien en ningun autor, que yo sepa, se hace mencion. En caso que las hijas muriesen sin dejar heredero, o entrasen en religion, sustituye á Ramon Gaucelin, señor de Lunel y á sus hijos, y en su Jugar á Ramon de Rocafull y Arnaldo de Rocafull su hermano y otros parientes suyos, y no admite á ninguno de sus hermanos, hijos bastardos del señor de Mompeller. Es á mi ver digno de declarar en este lugar que el rey don Jaime era legítimo sucesor de Alexio Comneno, emperador de Constantinopla, y de los emperadores que despues dél sucedieron de la nobilísima casa de los Comnenos, y fué usurpado aquel imperio por Isacio Angelo habiéndose perseguido y acabado los que sucedian de aquella casa, de la cual era legítima sucesora la reina doña María; y por esta razon llama ella á su madre emperatriz en los dos testamentos.

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gran devocion de los fieles permaneció siempre el culto
divino en el tiempo que esta ciudad estuvo debajo de
la servidumbre de los moros, y se empleaban con
gran hervor de fé en estas iglesias las limosnas: pero
visto cuanto provecho resultaba de la doctrina y
ejemplo destos religiosos, fueron recibidos general-
mente con gran devocion y caridad. Del año que vinie-
ron los padres predicadores, no se tiene cierta noticia,
mas de ser su monasterio primero fundado en el lu-
gar que está sobre la ribera del rio Ebro, antes que el
de los frailes menores, que se mudaron del primer
puesto, á donde labraron su iglesia. Con estos vino un
gran religioso, que fué maestro general de su orden,
despues de la muerte de san Francisco, que se llamó
fray Juan Parente de Florencia, y llegó á esta ciudad
por la fiesta de la Asuncion de nuestra Señora, del año
de mil doscientos y diez y nueve, y aquel día se pre-
sentaron ante el obispo y canónigos de la iglesia de San
Salvador, y de nuestra Señora del Pilar, y ante los jura-
dos de la ciudad. Fué grande el concurso y admiracion
de todo el pueblo, cuando vieron aquellos religiosos, que
en su hábito y conversacion representaban una santa
simplicidad y gran aspereza de vida, con menosprecio
de las cosas del mundo, porque venian vilmente vestidos
de sacos y cilicios, y descalzos, y entendiendo, que cor-
respondia su religion y doctrina católica con la profe-
sion, fueron recogidos universalmente con gran devo-
cion de los mayores y menores. Dióse al ministro y á
sus compañeros audiencia pública en el capítulo de la
iglesia de San Salvador, en presencia de los jueces ecle-
siásticos y seglares; y de los jurados y personas prin-
cipales de la ciudad, y propuesta la causa de su ve-
nida á estas partes, presentaron las letras apostólicas
que traian de su comision, que eran del papa Honorio.
Lo que se contenia en ellas era, que el religioso Fran-
cisco y sus compañeros, que profesaban la vida y re-
ligion de los frailes menores, desechando las vanida-
des deste mundo, habian elegido cierto camino de vida,
que por sus grandes méritos y ejemplo de santa vida,
se habia aprobado por la Iglesia católica, é iban por
todas las regiones del mundo predicando la doctrina
evangélica á ejemplo de los apóstoles, y exhortaba ej
papa, que á donde quiera que los religiosos desta santa
compañía presentasen sus letras, los recogiesen como
á verdaderos y fieles ministros de la Iglesia, y los tra-
tasen caritativamente. Luego los que tenian el regi-
miento de la ciudad y el obispo, les señalaron lugar,
donde fundasen su monasterio entre las riberas de
Ebro y de la Guerba, que era lugar apartado del trato
del pueblo, porque fuera de los muros de piedra no
habia tanta poblacion. Celebraron la primera misa con
gran concurso de todo el clero y de los estados de la
ciudad el dia de san Agustin, y fué como un misterio
que denunciaba que aquel lugar habia de ser dedicado
á los eremitas de la orden de san Agustin, como se cum-
plió muchos años despues en tiempo del rey don Jaime
el segundo, y los fraites menores mudaron su iglesia
y convento á otro sitio mas cómodo, delante la puerta
Cineja, á donde ahora está su monasterio, que es de
los mas insignes de la cristiandad. De Zaragoza pasó
adelante el ministro con algunos religiosos de los rei-
nos de Navarra y Castilla, y por su predicacion y santa

Por este tiempo florecia la santidad y religion de los dos varones santísimos, Domingo y Francisco de Assisio, que nuestro Señor que no desampara jamás su Iglesia, levantó, cuando abundaba la malicia y se iba entibiando la caridad de los mas, como por nuestros pecados suele acontecer. Tuvieron entonces principio las órdenes, que estos santos varones instituyeron con el favor divino, y los religiosos de la regla de santo Domingo, se llamaron frailes predicadores porque pretendiendo la gloria y honra de Dios nuestro Señor, y la exaltacion de su Iglesia, y no cosa suya en particular, se dedicaron á la predicacion del santo evangelio, con humildad y abyeccion de una voluntaria pobreza; y su principal instituto y profesion, era perseguir y estirpar las herejías, y todo error como pestilencia mortal. Los padres de la orden de san Francisco, se llamaron frailes menores de la penitencia de Jesucris-á to, y profesaban una muy estrecha y austera regla con suma pobreza; y su principal instituto, era persuadir á los fieles á verdadera penitencia de sus culpas. Fueron estas órdenes aprobadas por Honorio tercero, y Gregorio nono, y por los sumos pontifices sus sucesores y comenzaron á fundar en su vida estos gloriosos santos diversos monasterios en toda la cristiandad; y las primeras casas que se fundaron en estos reinos, fueron las de Barcelona y Zaragoza: y aunque en esta ciudad habia dos iglesias, que eran muy veneradas desde los tiempos antiguos, por la devocion que desde la primitiva Iglesia tuvieron en ellas los fieles, que eran la capilla de Nuestra Señora del Pilar, y la iglesia de Santa Engracia y de las Santas Masas, que

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biendo muerto mas de dos mil cristianos, se tornarou
el dia de san Martin.

CAP. LXXIV.—De la guerra que el rey hizo contra don
Rodrigo de Lizana, y contra don Pedro Fernandez de
Azagra.

Sucedieron por este tiempo nuevas causas de disen-sion, que forzaron al rey casi en su niñez á tomar las armas, y sucedió, que don Rodrigo de Lizana prendió un caballero su deudo, que se llamaba don Lope de Albero, y le llevó al castillo de Lizana. Por este caso don Pelegrin de Atrosillo que era yerno de don Lope, y don Gil de Atrosillo su hermano se querellaron al rey, que don Rodrigo le habia prendido, sin le haber primero desafiado, no se guardando dél, y le tomó el castillo y villa de Albero, poniendo á saco los cristianos y moros. Fué acordado en el consejo del

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vida fueron fundando diversos monasterios y conventos en gran edificacion y ejemplo del pueblo cristiano, y fueron de allí adelante estas órdenes muy principales columnas de la Iglesia católica. No pasaron doce años despues de la venida destos religiosos, que se fundó por una dueña principal y de gran linaje, que se decia doña Ermesenda de las Cellas, un monasterio de religiosas de la regla que entonces decian de san Damian, que fué la de santa Clara, debajo de la invocacion de santa Catalina, y este convento de monjas, que despues llamaron Menoretas, se fundó junto del monasterio de Santa Engracia, que era de religiosos de la regla de san Benito, que residian en él, desde el tiempo que la ciudad estaba debajo de la servidumbre de los moros, el cual, como dicho es, en tiempo de Paterno obispo de Zaragoza, y del papa Gregorio séptimo, se anexó á la iglesia de Jaca y Huesca, con la parroquia de la iglesia de las Santas Masas, que despues los obis-rey, que se procediese contra don Rodrigo, hasta popos de Huesca tuvieron hasta este tiempo por de su diócesi. Duraba aun la guerra entre los señoríos del rey, y las tierras se ocuparon por autoridad de la sede apostólica en las provincias de Narbona y Aux, desde la muerte del rey don Pedro, y los que tenian cargo del gobierno del rey, muerta la reina, en nombre del rey su hijo enviaron á suplicar al papa, que tuviese por bien de recibirle debajo de la proteccion y amparo de la sede apostólica, y el papa estando en Reate á veinte y seis de julio, del cuarto año de su pontificado, que fué año de nuestra redencion de mil y doscientos y diez y nueve, teniendo noticia de la devocion y pureza de fé, que los reyes sus progenitores tuvieron cerca del aumento y exaltacion de la sede apostólica romana, y de nuestra santa fé católica, recibió debajo de la proteccion de san Pedro y suya, la persona del rey, y el reino de Aragon y el principado de Cataluña, con la villa y tierra de Mompeller, y mandó que se asentasen treguas entre los vasallos y tierras del rey, y los lugares de aquellas regiones que se tenian por la sede apostólica, y envió sobre ello su rescripto apostólico á Bernardo cardenal de San Juan y San Pablo, legado apostólico en aquella guerra contra los herejes. Entonces nombró el papa por principales en el consejo del rey para el buen gobierno de la tierra, las personas que entendió que con mas aficion y zelo habian de procurar su servicio, y atender al beneficio general de su reino, que fueron Espargo arzobispo de Tarragona, don Jimeno Cornel, don Guillen de Cervera, y don Pedro de Ahones. Por este mismo año, en principio del mes de setiembre, tuvo el rey cortes á los aragoneses en la ciudad de Huesca, y en ellas se proveyeron algunas cosas que convenian al buen gobierno de la tierra. Sucedió tambien en este año una cosa bien señalada en el reino de Toledo, muy cerca de nuestras fronteras, y no referida en las historias del arzobispo don Rodrigo, siendo aquel prelado tanta parte en ello, y esto fué, segun en muy antiguo anal se contiene, que el arzobispo con predicacion de la santa cruzada, para proseguir la guerra contra los infieles, ayuntó segun allí se afirma, entre peones y gente de á caballo mas de doscientos mil, y hizo su entrada en tierra de moros por la puente de Aragon dia de san Mateo evangelista, y tomó tres castillos, que en aquella relacion se llaman, Sierra, Serrezuela y Mira, y despues puso cerco sobre Requena en el dia de san Miguel, y combatieron la villa con sus máquinas, que allí llama almajaneques, y algarradas, y delibra, y derribaron las torres y acitaras y no la pudieron entrar, y ha

ner en libertad la persona de don Lope de Albero, y se hiciese satisfaccion del daño que habia recibido. Con esto se proveyó luego, que se juntasen las huestes del reino, y fuése á poner el rey sobre Albero, y mandó llevar de Huesca una máquina que llamaban fonebol, para combalir el castillo, en la cual habia dejado don Rodrigo de Lizana gente para su defensa. Pero dentro de dos dias que el rey llegó se le rindió el castillo, y partió de allí para Lizana, adonde estaba preso don Lope, y púsose cerco sobre la villa en el mes de mayo. Habia dentro buena gente de guarnicion, cuyo capitan era un caballero que llamaban don Pedro Gomez, vasallo de don Rodrigo, y comenzóse á batir con la máquina de noche y de dia, y tiraba, segun en la historia del rey se escribe, quinientas piedras de noche y mil de dia, y hízose un grande portillo en el muro. Púsose en orden la gente del rey para combatir el castillo, y trabóse muy recia batalla á lanza y escudo, como era costumbre en la guerra que entonces se usaba, y con la ballestería, y murieron muchos de ambas partes. Peleaba don Pedro Gomez con gran ánimo, y viendo que el castillo se iba entrando, embrazó el escudo, y con una capellina y su espada en la mano se puso en el portillo, esperando de ser antes muerto que ver el castillo entregado. Continuó la batería contra aquella parte, donde el capitan se puso, á la cual acudió gran número de gente, pero los golpes y tiros que hacian en el muro eran tan espesos y caia tanta tierra y polvo, que estaba cubierto don Pedro Gomez hasta la rodilla, y entonces comenzaron á arremeter algunos escuderos para escalar aquella parte del muro, y el primero que subió fué don Pedro Garces de Alfaro, armado con su loriga y con un morrion y su espada en la mano, y sin poderse mover don Pedro Gomez, fué por él preso. Tras don Pedro Garces fuéron subiendo otros del ejército del rey, y fuese ganando el castillo, y fué puesto don Lope de Alberc en su libertad. Era don Rodrigo de Lizana amigo de don Pedro Fernandez de Azagra, y trató con él que le amparase y valiese, y que se iria para él si le acogia en Albarrazin, porque como quiera que don Pedro Fernandez sirvió al rey en la primera entrada que hizo en Aragon, y en los principios de su reinado, como dicho es, pero no duró mucho en su servicio, y confederóse con don Rodrigo, y acogióle con las gentes de su bando y parcialidad en aquella villa, y despidiéronse del rey, como era costumbre, y comenzaron de hacer la guerra de allí adelante. Don Pedro Ahones y los de su bando estaban ya en servicio del rey, señaladamente don Jimeno Cornel,

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