Versos de Fernando de Herrera

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J.H.E. Heitz (Heitz & Mündel), 1908 - 392 páginas
 

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Términos y frases comunes

Pasajes populares

Página 175 - No conocen mis iras estas tierras, y de mis padres los ilustres hechos, o valieron sus pechos contra ellos con el húngaro medroso, y de Dalmacia y Rodas en las guerras...
Página xxi - Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algecira, de Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Indias Orientales y Occidentales, islas y tierra firme del Mar Océano, archiduque de Austria, duque de Borgoña, de Brabante y de Milán, conde de Abspurg, de Flandes, Tirol y Barcelona, señor de Vizcaya y de Molina, etc.
Página xxi - ... o como la nuestra merced fuesse; lo qual, visto por los del nuestro Consejo, por quanto en el dicho libro se hizo la diligencia que la...
Página 173 - Para arribar fuerca, i nunca vengo. i también para descubrir la grande discordia i distancia, que ai entre el odio i amor i aquella contrariedad de los ánimos diferentes, dixe; Desconfio, aborrescó, amo, espero.
Página 178 - Señor de los ejércitos armados, sobre la alta cerviz y su dureza, sobre derechos cedros y extendidos, sobre empinados montes y crecidos, sobre torres y muros, y las naves de Tiro, que a los tuyos fueron graves.
Página 145 - Fabio, si tú no lloras, pon atenta la vista en luengas calles destruidas; mira mármoles y arcos destrozados, mira estatuas soberbias que, violenta, Némesis derribó, yacer tendidas, y ya en alto silencio sepultados sus dueños celebrados.
Página 8 - ... lloro la desdicha de mi estado. Crece el camino y crece mi cuidado, que nunca mi dolor pone en olvido : el curso al fin acaba, aunque extendido, pero no acaba el daño dilatado.
Página 30 - Nací para inflamarme en la pureza de aquellas vivas luces que al sagrado cielo ilustran con rayos de belleza. Y de sus flechas todo traspasado, por gloria estimo mi quejosa pena, mi dolor por descanso regalado. Tal es la dulce Luz que me condena al tormento, y tal es por suerte mía de mi enemiga la beldad serena.
Página 179 - Los que vieron tus brazos quebrantados y de tus pinos ir el mar desnudo, que sus ondas turbaron y llanura, viendo tu muerte oscura, dirán, de tus estragos espantados : ¿Quién contra la espantosa tanto pudo?
Página 179 - Bendita, Señor, sea tu grandeza ; que después de los daños padecidos, después de nuestras culpas y castigo, rompiste al enemigo de la antigua soberbia la dureza. Adórente, Señor, tus escogidos, confiese...

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