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Y

confederar con ellos, porque eran muchos, y muy fuerte gente: y que confinaba su tierra por todas partes, con la del dicho Muteczuma: y que tenian con él muy contínuas guerras: y que creia se holgarian con migo, y me favorecerian, si el dicho Muteczuma se quisiese poner en algo con migo. Los cuales dichos mensajeros, en todo el tiempo que yo estuve en el dicho valle, que fueron por todos ocho dias, no vinieron: y yo pregunté á aquellos mensajeros principales de Cempoal, que iban con migo, que como no venian los dichos mensajeros? Y me dijeron, que debia de ser lejos, y que no podian venir tan pronto. yo viendo que se dilataba su venida, y que aquellos principales de Cempoal me certificaban tanto la amistad, y seguridad de los de esta provincia: me partí para allá. Y á la salida del dicho valle, hallé una gran cerca de piedra seca, tan alta como estado y medio, que atravesaba todo el valle de la una sierra á la otra, y tan ancha como veinte pies y por toda ella un petril de pie, y medio de ancho, para pelear desde encima: y no mas de una entrada tan ancha como diez pasos, y en esta entrada doblaba la una cerca sobre la otra á manera de Rebelín, tan estrecho como quarenta pasos. De manera que la entrada fuese á vueltas, y no á derechas. Y pregun

que

allí;

que

tada la causa de aquella cerca, me dijeron, la tenian porque eran fronteros de aquella Provincia de Tascalteca, que* eran enemigos de Muteczuma, y tenia siempre guerra con ellos. Los naturales de este valle me rogaron, que pues iba á ver á Muteczuma su Señor, que no pasase por la tierra de estos sus enemigos: porque por ventura serian malos. y me harian algun daño: que ellos me llevarian siempre por tierra del dicho Muteczuma, sin salir de ella y que en ella seria siempre bien recibido. Y los de Cempoal me decian, que no lo hiciese, sino que fuese por lo que aquellos me decian, era por me apartar de la amistad de aquella provincia; y que eran malos, y traidores todos los de Muteczuma, y que me llevarian á meter donde no pudiese salir. Y porque yo de los de Cempoal tenia mas concepto, que de los otros, tome su consejo, que fué seguir el camino de Tascalteca, llevando mi gente al mejor recaudo, que yo podia. Y yo con hasta seis de Caballo iba adelante bien media legua, y mas no con pensamiento de lo que despues se me ofreció: pero por descubrir la tierra, para que si algo hubiese, yo lo supiese, y tuviese lugar de concertar, y apercibir la gente.

* Los Tlascaltecas no quisieron pagar tributo á los Mejicanos, por que se revelaron; y gobernaron como república.

Y despues de haber andado cuatro leguas, encumbrando un cerro, dos de caballo que iban delante de mí, vieron ciertos Indios

VII. Batalla

entre los Tlas

caltecas, y los

Castellanos.

con Embian

los

Indios embaj

las adores á Cor

tés; y su res

los puesta. Vuel

ven engrannu

con los Castel

Salen

del aloja

baten con ci

enta mil In

dios.

sus plumajes que acostumbran traer en guerras, y con sus espadas, y rodellas: cuales Indios como vieron los de caballo co- mero á batalla menzaron á huir. Y á la sazon llegaba yo, lanos. é hice que los llamasen, y que viniesen, y no miento,y comhubiesen miedo : y fué mas hacia donde esta- ento, y cincuban, que serian hasta quinze Indios: y ellos se juntaron, y comenzaron á tirar cuchilladas, y á dar voces á la otra su gente, que estaba en un valle, y pelearon con nosotros de tal manera, que nos mataron dos caballos, é hirieron á otros tres, y á dos de caballo. Y en esto salió la otra gente, que serian hasta cuatro, ó cinco mil Indios. Y ya se habian llegado con migo hasta ocho de caballo, sin los muertos, y peleámos con ellos haciendo algunas arremetidas hasta esperar los Españoles, que con uno de caballo, habia embiado á decir, que anduviesen : y en las vueltas les hicimos algun daño, en que matariamos cincuenta, ó sesenta de ellos, sin que daño alguno recibiesemos, puesto que peleaban con mucho denuedo, y ánimo: pero como todos eramos de caballo, arremetiamos á nuestro salvo, y saliamos asimismo. Y asique sintieron que los nuestros se acercaban, se retiraron, porque eran pocos, y nos dejaron el campo. Y

despues de se haber ido, vinieron ciertos mensajeros, que dijeron ser de los Señores de la dicha provincia, y con ellos dos de los mensajeros, que yo habia emviado, los cuales dijeron, que los dichos Señores, no sabian nada de lo que aquellos habian hecho, que eran comunidades,* y sin su licencia lo habian hecho y que á ellos les pesaba, y que me pagarian los caballos que me habian muerto, y que querian ser mis amigos; y que fuese en hora buena, que seria de ellos bien recibido. Yo les respondí, que selo agradecia, y que los tenia por amigos; y que yo iria como ellos decian. Aquella noche me fué forzado dormir en un arroyo, una legua adelante donde esto acaeció, así por ser tarde, como por que la gente venia cansada. Allí estuve al mejor recaudo que pude, con mis velas, y escuchas así de caballo como de pié, hasta que fué el dia que me partí llevando mi delantera, y recuage bien concertadas, y mis corredores delante. Y llegando á un pueblo pequeñuelo ya que salia el sol, vinieron los otros dos mensajeros llorando, diciendo, que los habian atado, para los matar, y que ellos se habian escapado aquella noche. Y no dos tiros de piedras de ellos asomó mucha canti

* Otros pueblos tenian su gobierno aristocrático, misto de democrátice.

dad de Indios muy armados, y con muy gran grita, y comenzaron á pelear con nosotros, tirandonos muchas varas, y flechas. Y yo les comenzé á hacer mis requerimientos en forma, con los lenguas que con migo llevaba por ante escribano. Y cuanto mas me paraba á los amonestar, y requerir con la paz, tanto mas priesa nos daban ofendiendonos cuanto ellos podian. Y viendo, que no aprovechaban requerimientos, ni protestaciones, comenzamos á nos defender como podiamos y así nos llevaron peleando hasta nos meter entre mas de cien mil hombres de pelea, que por todas partes nos tenian cercados, y peleámos con ellos, y ellos con nosotros todo el dia, hasta una hora ántes de puesto el sol, que se retrajeron: en que con media docena de tiros de fuego, y con cinco, ó seis escopetas, y cuarenta ballesteros, y con los trece de caballo, que me quedaron, les hice mucho daño, sin recibir de ellos ninguno mas del trabajo, y cansancio del pelear, y el hambre : Y bien pareció, que Dios* fué el que por nosotros peleó, pues entre tanta multitud de gente, y tan animosa, y diestra en el pelear,

* Dice con grande fundamento, que Dios Señor de las batallas, hizo lo principal conquista, pues se vé hoy, que los Indios hacen mucho daño con las flechas, y matan muchos españolos á caballo, aunque tengan armas de fuego, á lo que se añade, que antes los Indios eran mas diestros, en el arco, que hoy son.

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