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Hernando, 1901 - 191 páginas
 

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Página 147 - Está el CRISTO de la Vega la cruz en tierra posada, los pies alzados del suelo poco menos de una vara; hacia la severa imagen un notario se adelanta, de modo que con el rostro al pecho santo llegaba. A un lado tiene a Martínez, a otro lado a Inés de Vargas, detrás al gobernador con sus jueces y sus guardias.
Página 138 - Tan galán como altanero dejó ver la escasa luz por bajo el arco primero un hidalgo caballero en un caballo andaluz. Jubón negro acuchillado, banda azul, lazo en la hombrera, y sin pluma al diestro lado el sombrero derribado tocando con la gorguera.
Página 128 - El monótono murmullo sonar perdido se escucha, cual si por las hondas calles hirviera del mar la espuma. ¡Qué dulce es dormir en calma cuando a lo lejos susurran los álamos que se mecen, las aguas que se derrumban! Se sueñan bellos fantasmas que el sueño del triste endulzan, y en tanto que sueña el triste, no le aqueja su amargura.
Página 129 - ¡calle! -y el paso el bulto apresura. -Téngase el hidalgo -el hombre replica, y la espada empuña. -Ved más bien si me haréis calle (repitieron con mesura) que hasta hoy a nadie se tuvo Ibán de Vargas y Acuña. -Pase el Acuña y perdone -dijo el mozo en faz de fuga, pues teniéndose el embozo sopla un silbato, y se oculta. Paró el jinete a una puerta, y con precaución difusa salió una niña al balcón que llama interior alumbra. -¡Mi padre!
Página 131 - Cervantes, Donde nada se hizo nunca Y nada al presente se hace. A este lado está la almena Por do sacó vigilante El conde Don Peranzules Al rey, que supo una tarde Fingir tan tenaz modorra, Que político y constante, Tuvo siempre el brazo quedo Las palmas al horadarle. Allí está el circo romano, Gran cifra de un pueblo grande, Y aquí, la antigua basílica De bizantinos pilares, Que oyó en el primer concilio Las palabras de los padres Que velaron por la Iglesia Perseguida o vacilante.
Página 147 - Los plebeyos de reojo le miran de entre las capas, los chicos al uniforme y las mozas a la cara. Llegado el gobernador y gente que le acompaña, entraron todos al claustro que iglesia y patio separa. Encendieron ante el CRISTO cuatro cirios y una lámpara, y de hinojos un momento le rezaron en voz baja. Está el CRISTO de la Vega la cruz en tierra posada, los pies alzados del suelo poco...
Página 129 - Ved más bien si me haréis calle, repitieron con mesura, que hasta hoy a nadie se tuvo Iván de Vargas y Acuña.» «Pase el Acuña y perdone», dijo el mozo en faz de fuga, pues, teniéndose el embozo, sopla un silbato y se oculta. Paró el jinete a una puerta, y con precaución difusa salió una niña al balcón que llama interior alumbra.
Página 134 - Dentro de un mes, Inés mía, parto a la guerra de Flandes; al año estaré de vuelta y contigo en los altares. Honra que yo te desluzca, con honra mía se lave; que por honra vuelven honra hidalgos que en honra nacen.
Página 148 - ¡Sí, JURO!, clamó una voz más que humana. Alzó la turba medrosa la vista a la imagen santa . . . los labios tenía abiertos, y una mano desclavada. CONCLUSIÓN Las vanidades del mundo renunció allí mismo Inés, y, espantado de sí propio, Diego Martínez también. Los escribanos, temblando, dieron de esta escena fe, firmando como testigos cuantos hubieron poder. Fundóse un aniversario y una capilla con él, y Don Pedro de Alarcón el altar ordenó hacer, donde, hasta el tiempo que corre,...

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