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aquí escribo, es lo que en efecto pasó, no me he alargado á tratar mas de la muerte deste inclito conde (1). Quede á los buenos juicios que en esto pueden considerar tres cosas: una es el celo de gran cristiandad, con que se movió este valeroso conde, y puso su persona en esta empresa; y la segunda la voluntad y deseo que tuvo de verse á manos con los moros, pues en llegando á Gibraltar sin aguardar mas tiempo, lo quiso poner en obra; y lo tercero la piedad grande que tuvo; pues que dos veces volvió en tiempo de tanto peligro para su persona y la quiso aventurar por salvar los

suyos.

No dejaré de decir cuanto valiera allí saber las cosas de la navegacion de la mar, especialmente sus crecientes y menguantes, á qué hora cada dia vienen; porque sabido esto, tuviérase entendido que con aguardar tres horas sin comenzar á dar el combate, la mar fuera ya menguando y ningun estorbo ni daño su creciente hiciera.

Bien tengo cierto que si esta empresa fuera del Illmo. Señor D. Juan Claros de Guzman, noveno conde de Niebla, no se errara el tiempo del comenzar el combate; porque en tre otras buenas sciencias que supo, la de la navegacion tuvo en mucha manera entendida.

(1) Don Ignacio Lopez de Ayala en su Historia de Gibraltar, (1782), lib. II, refiere este suceso siguiendo á Barrante y á nuestro Pedro de Medina.

CAPÍTULO IV.

Como siendo el conde de Niebla ahogado, la flota se retiró, y D. Juan de Guzman alzó el cerco, que sobre Gibraltar tenia, y como procuró haber el cuerpo de su padre; mas no lo pudo haber.

Como los que estaban en la flota vieron que el conde era ahogado, con grande tristeza y llantos comenzáronse á retirar para venirse. Como D. Juan de Guzman su hijo, que estaba combatiendo la cibdad por la parte de tierra, supo estas tristes nuevas, dejó el combate y fué por la mar en un bergantin, á ver si podia socorrer á su padre. Mas cuando llegó, ya era ahogado; y viendo que la flota se iba retirando con la gente que habia escapado por la mar, considerando que la gente que él tenia por tierra, no era bastante para hacer ningun daño en la cibdad, porque los de Gibraltar, sabiendo su venida, se habian apercebido de mucha gente de moros, así del reino de Granada como de Africa, por esta razon él alzó el cerco y se vino á Bejer, y despidiendo la gente, quedóse allí.

En toda España hobo sentimiento y pesar por la muerte del conde de Niebla. El rey D. Juan de Castilla envió á consolar á D. Juan de Guzman, y hízole merced de todo lo que su padre tenia; y asimismo le vinieron y enviaron á consolar todos los grandes del reino.

Don Juan de Guzman trataba con los moros que le diesen el cuerpo de su padre, y por ningun precio ni ruego no se lo quisieron dar; ántes los moros hicieron meter el cuerpo del conde en un atahud, y lo pusieron colgado de

las almenas de una torre que está encima de una puerta. que se llama de la Barcina, donde estuvo hasta que este D. Juan de Guzman su hijo, que fué primero duque de Me. dinasidonia, fué sobre Gibraltar y la ganó á los moros, y puso los huesos de su padre en una rica caja de madera. cubierta con un paño de tela de oro, en una capilla en la Carrahola, que es la torre del homenaje y la principal del castillo de Gibraltar, donde estan hoy. Y aunque aquella cibdad fué de los señores desta casa de Niebla, no quisieron mudar los huesos del conde, ni traerlos á su enterramiento de Sevilla, sino dejarlos allí por memoria de su muerte. Y despues que la cibdad de Gibraltar ha estado y está por los reyes de Castilla, tiénense en tanta veneracion aquellos huesos del conde de Niebla, que la segunda cosa porque se toma homenaje á los alcaides de Gibraltar, es que los huesos del conde de Niebla que allí le entregan, no los consentirá sacar de allí; porque quieren los reyes honrar la cibdad con que esten en ella los huesos de un tan excelente señor. Estos huesos estan muy blancos y muy limpios. Yo los ví el año del Señor de mill y quinientos y diez y seis en la dicha caja de madera, dentro de la misma capilla. Estan con buen olor, y aunque estan destrabados unos de otros, bien parece estar allí todo el cuerpo entero, sin faltar cosa alguna dél.

FIN DEL LIBRO SEXTO.

LIBRO SÉPTIMO.

De D. Juan de Guzman, tercero deste nombre, primero duque de Medinasidonia.

CAPÍTULO PRIMERO.

Como D. Juan de Guzman, tercero deste nombre, tomó el estado de Sanlúcar y Niebla, y como entró en este estado la cibdad de Medinasidonia.

D. Juan de Guzman, tercero deste nombre, tomó el estado de Sanlúcar y Niebla en el año del Señor de mill y cuatrocientos y treinta y seis años, y fué el sexto señor de Sanlúcar y tercero conde de Niebla y el primero duque de Medina, como adelante se dirá. Este señor, despues que vino de Gibraltar, donde su padre murió, estuvo muchos dias en su villa de Bejer recibiendo los señores del reino que le venian y enviaban á consolar, y procurando con los moros haber el cuerpo de su padre; y como no pudo con ellos acabar que se lo diesen, propuso en su voluntad muy firmemente de morir donde su padre murió, ó cobrar aquella cibdad y vengarse de los moros della; y así lo hizo, como adelante se dirá.

Y habiendo estado muchos dias en Bejer, salió della y fué por los pueblos de su estado, visitándolos y tomando posesion dellos; y de allí se volvió á Sevilla, donde considerando las calidades de la cibdad de Medinasidonia, tuvo grande deseo de la haber y juntarla con su señorío; porque Medina es pueblo muy fuerte, y de muy buena tierra, dehesas, heredades, y grandes labranzas y crias de ganados, y porque con ella acompañaba las villas de su estado, que tenia en la frontera. Porque Medina está tres leguas de Chiclana, y cuatro de Conil, y cinco de Bejer, y seis de Barbate, siete del almadraba de Zahara, y ocho leguas de Jimena, y ocho de Sanlúcar de Barrameda, y ocho leguas y media del término del condado de Niebla. Y demás de estar todos estos pueblos tan cerca, hace gran rostro y favor para la guarda y seguridad en las almadrabas é pesquería de los atunes, que se hacen en Conil y Zahara, donde los moros suelen venir algunas veces y llevar la gente dellas, y dále gran seguridad aquella cibdad en ser del estado. La cual cibdad de Medina era del maestre de Calatrava D. Luis de Guzman, la cual habia habido en esta manera.

Dichose há de suso, que D. Alonso Perez de Guzman el Bueno prestó la plata de su vajilla á la reina D. María, madre del rey D. Fernando IV, para las dispensaciones y ligitimacion del dicho rey; la cual plata montó un cuento y quinientos mill maravedis, por lo cual le dieron en empeño á Marchena y á Medina, á Marchena en un cuento, y á Medina en quinientos mill maravedís, en tanto que no le pagaban. Y cuando murió D. Alonso Perez de Guzman el Bueno, todavía estaba Medina empeñada; y despues cuan. do murió D. María Alonso Coronel, lo mismo, la cual mandó en su testamento á su hija D.a Isabel de Guzman, mujer de D. Hernan Perez Ponce de Leon señor de Marchena,

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