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de todos, que yo sepa, especialmente de los que navegaron hacia el norte, costeando los bacallaos y tierra del Labrador, que mostraban poca riqueza. Ni aun de todos los que fueron por la otra parte de Paria, desde el año de 1495 hasta el de 1500. Porné los que supiere, sin contemplacion de ninguno', certificando que todas las Indias han sido descubiertas y costeadas por españoles, salvo lo que Colon descubrió'; ca luego procuraron los Reyes Católicos de las saber y señalar por suyas, tomando la posesion de todas ellas, con la gracia del Papa.

La tierra del Labrador.

aguardaban al enero á vocear, sino que á todo tiempo | hicieron sino descubrir y gastarse, no quedó memoria del año se juntan, y sin estruendo ni gritería. Vides habia en esta isla, cuyas uvas sazonaban, empero no hacian vino dellas; que me maravillo, siendo la gente amiga de embeodarse. Llevaron sarmientos de acá, que traen maduras las uvas por Navidad. Mas aun no hacen vino, no sé si por flojedad de los hombres ó por fortaleza de la tierra. Trigo da muy bien, aunque se dan poco á él, por ser el maíz fácil y seguro de coger, y pan sustancial y que sirve para vino. Al principio que sembraron trigo se hacian recias cañas y gordas espigas, y que tal dellas producia dos mil granos: multiplicacion semejante jamas se vió. Por la cual se conosce cuán grasa tierra es aquesta de que hablamos, por cuya causa deben ser estériles los olivos y todos árboles que llevan fruta con cuesco; y aun muchos dellos no prenden, como son duraznos y los de su género. Las palmas, empe- | ro, maduran sus dátiles, auque no son buenos. El contrario es en los árboles de pepita, que se crian muy bien, ora sean dulces, ora sean agros. Hay muchos cañafístolos naturales, empero vanos ó malos; los que se han hecho de pepitas de boticarios que allá pasaron, son excelentísimos y en grandísimo número, sino que los destruyen las hormigas. Todas las yerbas de hortaliza que llevaron de acá se hacen muy lozanas; y tanto, que no granan las mas, como son rábanos, lechugas, cebollas, perejil, berzas, zanahorias, nabos y cogombros. Lo que mucho ha multiplicado es azúcar, que hay al pié de treinta ingenios y trapiches ricos. Plantó cañas de azúcar primero que otro ningun español, Pedro de Atienza. El primero que lo sacó fué Miguel Ballestero, catalan, y quien primero tuvo trapiche de caballos fué el bachiller Gonzalo de Velosa. Tambien sacan bálsamo bastardo de un árbol dicho goaconar, que huele bien, arde como corazon de pino. El primero que lo sacó fué Anton de Villasanta por industria y aviso de su mujer, que era india. Sácanlo asímesmo de otras cosas, y aunque no es cual lo de Judea, es bueno para llagas y dolores. Infinitas aves hay en esta isla que no las hay en España, y muchas como en ella; empero ni habia pavos ni gallinas; aquellos se crian poco y mal, estas mucho y bien, sin diferenciarse nada de como son acá, salvo que los gallos no cantan á media noche. Las cosas que como mercaderías se traen ordinario, y en cantidad, de aquestá isla á estas partes son azúcar, brasil, bálsamo, cañafistola, cueros y azul. He puesto este capítulo para que todos conozcan cuánta diferencia y ventaja hace la tierra con mudar pobladores. Heme tambien alargado en contar muchas particularidades della porque la tema de la historia es tal, y porque ella fué principio y madre de haberse descubierto las Indias, tierra tan grandísima como visto y entendido habréis por nuestra hidrografía, y porque los mas que á Indias van, entran 6 tocan ó miran allí.

Que todas las Indias han descubierto españoles. Entendiendo cuán grandísimas tierras eran las que Cristóbal Colon descubria, fueron muchos á continuar el descubrimiento de todas, unos á su costa, otros á la del Rey, y todos pensando enriquecer, ganar fama y medrar con los reyes. Pero como los mas dellos no

НА,

Muchos han ido á costear la tierra del Labrador por ver adónde llegaba y por saber si habia paso de mar por allí, para ir á las Malucas y Especiería, que caen, como en otro lugar dirémos, so la línea Equinocial, creyendo acortar mucho el camino, habiéndole. Castellanos lo buscaron primero, como les pertenecen aquellas islas de las Especias; y por saber y conoscer la tierra por suya. Y portogueses tambien por atajar navegacion, si lo hubiera, y enredar el pleito que sobre ellas traian, para nunca lo acabar; y así, fué allá Gaspar Cortes Reales, el año de 1500, con dos carabelas. No halló el estrecho que buscaba. Dejó su nombre á las islas que están á la boca del golfo Cuadrado y en mas de cincuenta grados. Tomó por esclavos hasta sesenta hombres de aquella tierra, y vino muy espantado de las muchas nieves y heladas; ca se hiela el mar por allá reciamente. Son los de allí hombres dispuestos, aunque morenos, y trabajadores. Píntanse por gala y traen cercillos de plata y cobre; visten martas y pieles de otros muchos animales, el pelo adentro de invierno, y afuera de verano; apriétanse la barriga y muslos con entorchados de algodon y nervios de peces y animales; comen pescado mas que otra cosa, especial salmon, aunque tienen aves y frutas. Hacen sus casas de madera, que hay mucha y buena, y cúbrenlas de cuero de peces y animales, en lugar de tejas. Dicen que hay grifos, y que los osos, con otros muchos animales y aves, son blancos. En esta tierra pues é isla andan y viven bretones, que conforman mucho con su tierra, y está en una mesma altura y temple. Tambien han ido allá hombres de Noruega con el piloto Joan Scolvo, é ingleses con Sebastian Gaboto.

Por qué razon comienza por aquí el descubrimiento. Comienzo á contar los descubrimientos de las Indias en el cabo del Labrador por seguir la órden que llevé en poner su sitio, pareciéndome que seria mejor así, y mas claro de contar y aun de entender; ca fuera confusion de otra manera, aunque tambien llevará buena órden comenzándolos por el tiempo que se hicieron.

Los Bacallaos.

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Gaboto, veneciano; el cual armó dos navíos en Inglaterra, do trataba desde pequeño, á costa del rey Enrique VII, que deseaba contratar en la Especiería, como hacia el rey de Portugal. Otros dicen que á su costa, y que prometió al rey Enrique de ir por el norte al Catayo y traer de allá especias en menos tiempo que portogueses por el sur; iba tambien por saber qué tierra eran las Indias para poblar. Llevó trecientos hombres, y caminó la vuelta de Islandia sobre cabo del Labrador Ꭹ hasta se poner en cincuenta y ocho grados. Aunque él dice mucho mas, contando cómo habia por el mes de julio tanto frio y pedazos de hielo, que no osó pasar mas adelante; y que los dias eran grandísimos y cuasi sin noche, y las noches muy claras. Es cierto que á sesenta grados son los dias de diez y ocho horas. Viendo pues Gaboto la frialdad y extrañeza de la tierra, dió la vuelta hácia poniente, y rehaciéndose en los Bacallaos, corrió la costa hasta treinta y ocho grados, y tornóse de allí á Inglaterra. Bretones y daneses han ido tambien á los Bacallaos, y Jaques Cartier, francés, fué dos veces con tres galeones, una el año de 34 y otra el de 35, y tanteó la tierra para poblar de cuarenta y cinco grados á cincuenta y uno. Dicen que pueblan allí ó que poblarán, por ser tan buena tierra como Francia, pues á todos es comun, y en especial de quien primero lo ocupa.

Rio de Sant Anton.

Año de 25 anduvo por esta tierra el piloto Estéban Gomez en una carabela que se armó en la Coruña á costa del Emperador. Iba este piloto en demanda de un estrecho, que se ofreció de hallar en tierra de Bacallaos, por donde pudiesen ir á la Especiería en mas breve que por otra ninguna parte, y traer clavos y canela y las otras especias y medicinas que de allá se traen. Habia navegado algunas veces á las Indias Estéban Gomez, ido con Magallanes al estrecho, y estado en la junta de Badajoz, que hicieron, como después se dirá, castellanos y portogueses sobre las islas de los Malucos, donde se platicó cuán bueno seria un estrecho por esta parte. Y como Cristóbal Colon, Fernando Cortés, Gil Gonzalez de Avila y otros, no lo habian hallado del golfo de Uraba hasta la Florida, acordó él subir mas arriba; empero tampoco lo halló, ca no lo hay. Anduvo buen pedazo de tierra que aun no estaba por otro vista; bien que dicen cómo Sebastian Gaboto la tenia primero tanteada. Tomó cuantos indios pudieron caber en la carabela y trájoselos, contra la ley y voluntad del Rey. Y con tanto se volvió á la Coruña dentro de diez meses, que partió. Cuando entró dijo que traia esclavos; un vecino de allí entendió clavos, que era una de las especias que prometió traer. Corrió la posta, y vino á pedir albricias al Rey de que traia clavos Esteban Gomez. Desparcióse la nueva por la corte con alegría de todos, que holgaban de tan buen viaje. Mas como dende á poco se supo la necedad del correo, que por esclavos entendió clavos, y el ruin despacho del marinero, que habia prometido lo que no sabia ni habia, rieron mucho las albricias, y perdieron esperanza del estrecho que tanto deseaban; y aun algunos que favorescieron al Estéban Gomez para el viaje quedaron corridos.

Las islas Lucayos.

Las islas Lucayos ó Yucayas caen al norte de Cuba y de Haiti, y son cuatrocientas y mas, segun dicen. Todas son pequeñas, sino es el Lucayo, de quien tomó apellido, el cual está entre diez y y siete y diez ocho grados; Guanahani, que fué la primera tierra por Cristóbal Colon vista, Manigua, Guanima, Zaguareo y otras algunas. La gente destas islas es mas blanca y dispuesta que la de Cuba ni Haiti, especial las mujeres, por cuya hermosura muchos hombres de Tierra-Firme, como es la Florida, Chicora y Yucatan, se iban á vivir á ellas; y así, habia mas policía entre ellos que no en otras islas, y mucha diversidad de lenguas. Y de allí creo que manó el decir cómo por aquella parte habia amazonas y una fuente que remozaba los viejos; ellos andan desnudos, sino es en tiempo de guerra, fiestas y bailes, y entonces pónense unas mantas de algodon y pluma muy labradas, y grandes penachos. Ellas, si son casadas ó conoscidas de varon, cubren sus vergüenzas de la cinta á la rodilla con mantillas; si son vírgines traen unas redecillas de algodon con hojas de yerbas metidas por la malla; esto es después que les viene su purgacion, que antes en carnes vivas se andan; y cuando les viene, convidan los padres á los parientes y amigos, haciendo fiesta como en bodas. Tienen rey ó señor, y él tiene cuidado del pescar, cazar y sembrar, mandando á cada uno lo que ha de hacer. Encierran el grano y raíces que cogen en graneros públicos ó trojes del Rey. De allí reparten á cada uno como tiene la familia; danse mucho al placer; su riqueza es nacarones y conchas bermejas, de que hacen arracadas, y unas pedrecillas como rubís, bermejuelas, que parescen llamas de fuego, las cuales sacan de los sesos de ciertos caracoles muy grandes que pescan en mar y que comen por muy preciado manjar. Usan traer sartales, collares y cosas que se atan al cuello, brazos y piernas, hechas de piedras negras, blancas, coloradas de poco valor, y que se hallan en la arena. Y á las mujeres que van desnudas todo les paresce bien; en muchas destas islas chiquitas no tienen carne ni la comen. Su pasto es pescado, pan de maíz y otras raíces y frutas; traidos los hombres á Cuba y Santo Domingo, se morian en comiendo carne, y por eso españoles no se la daban ó les daban muy poquita. En algunas dellas hay tantas palomas y otras aves así, que anidan en árboles, que vienen de Tierra-Firme y de Cuba é Haitiá sacarlas, y vuelven con las canoas Henas dellas. Los ár boles donde crian son como granados, cuya corteza pa resce algo canela en el sabor, jengibre en lo amargo, y clavos en el olor; pero no es especia. Entre muchas frutas que tienen, hay una que paresce gusanos ó lombrices, sabrosa y sana, y dicha jaruma. El árbol es como nogal, y las hojas como de higuera; los cogollos y hojas desta jaruma, majados y puestos con su zumo en cualquiera ilaga, aunque sea muy vieja, la sana. Dos españoles riñeron allí, y el uno cortó al otro un brazo con la canilla; vino una vieja lucaya, concertó el hueso, y sanólo con solo zumo y hojas deste árbol. Un lucayo carpintero que cativo estaba en Santo Domingo excavó un tronco de jaruma, que de suyo es hueco á manera de higuera, hinchólo de maíz y de calabazas llenas de agua; atapólo muy bien, y atravesó la mar en él con otros dos parien

y

tes suyos, que remaban. Pero fué desdichado, porque á cincuenta leguas de navegacion le tomaron ciertos españoles, y le tornaron á Santo Domingo; destas islas pues de los lucayos, yucayos como algunos llaman, cativaron españoles en obra de veinte años ó pocos menos, cuarenta mil personas. Engañaban de palabra los isleños diciéndoles cómo iban ellos á llevallos al paraíso; ca los indios de allí creian que muertos purgaban los pecados en tierras frias del norte, y después entraban en el paraíso, que estaba en tierra del mediodía: desta manera acabaron los lucayos, y los mas trayéndolos en minas. Dicen que todos los cristianos que cativaron indios y los mataron trabajando, han muerto malamente, ó no lograron sus vidas, ó lo que con ellos ganaron.

Rio Jordan en tierra de Chicora.

Siete vecinos de Santo Domingo, entre los cuales fué uno el licenciado Lúcas Vazquez de Ayllon, oidor de aquella isla, armaron dos navíos en puerto de Plata, el año de 20, para ir por indios á las islas Lucayos que arriba digo. Fueron, y no hallaron en ellas hombres que rescatar ó saltear para atraer á sus minas, hatos y granjerías. Y así, acordaron de ir mas al norte á buscar tierra donde los hallasen, y no tornarse vacíos. Fueron pues á una tierra que llamaban Chicora y Gualdape, la cual está en treinta y dos grados, y es lo que llaman agora cabo de Santa Elena y rio Jordan; algunos, con todo esto, dicen cómo el tiempo, y no la voluntad, los echó allá; sea de la una ó de la otra manera, es cierto que corrieron á la marina muchos indios á ver las carabelas, como cosa nueva y extraña para ellos, que tienen chiquitas barcas; y aun pensaban que fuesen algun pez monstruo; y como vieron salir á tierra hombres con barbas y vestidos, huyeron á mas correr; desembarcaron los españoles, aguijaron tras ellos, y tomaron un hombre y una mujer. Vistieronlos á fuer de España, y soltáronlos para que llamasen la gente. El rey de allí, como los vió vestidos de aquella suerte, maravillóse del traje, ca los suyos andan desnudos ó con pieles de fieras, y envió cincuenta hombres con bastimentos á los bajeles; con los cuales fueron muchos españoles al Rey, y él les dió guias para ver la tierra, y á do quier que llegaban les daban de comer y presentillos de aforros, aljófar y plata. Ellos, vista la riqueza y traje de la tierra, considerada la manera de la gente, y habiendo tomado el agua y bastimento necesario, convidaron á ver las naos á muchos. Los indios entraron dentro sin pensar mal ninguno; entonces alzaron los españoles las anclas y vela, y viniéronse con buena presa de chicoranos á Santo Domingo; pero en el camino se perdió el un navío de los dos, y los indios del otro se murieron no mucho después, de tristeza y hambre; ca no querian comer lo que españoles les daban, y por otra parte comian perros, asnos y otras bestias que hallaban muertas y hediondas tras la cerca y por los muladares. Con relacion de tales cosas y de otras que se callan, vino á la corte Lúcas Vazquez de Ayllon, y trujo consigo un indio de allí, que llamaban Francisco Chicora, el cual contaba maravillas de aquesta su tierra. Pidió la conquista y gobernacion de Chicora. El Emperador se la dió y el hábito de Santiago; tornó á Santo Domingo, armó ciertos navíos el año de 24, fué

allá con ánimo de poblar y con imaginacion de grandes tesoros; mas ido que fué, perdió su nao capitana on el rio Jordan, y muchos españoles, y en fin peresció él sin hacer cosa digna de memoria.

y

Los ritos de chicoranos.

Los de Chicora son de color loro ó tiriciado, altos de cuerpo, de muy pocas barbas, traen ellos los cabellos negros y hasta la cinta; ellas, muy mas largos, y todos los trenzan. Los de otra provincia allí cerca, que llaman Duhare, los traen hasta el talon; el rey de los cuales era como gigante y habia nombre Datha, y su mujer y veinte cinco hijos que tenian tambien eran disformes; preguntados cómo crescian tanto, decian unos que con darles á comer unas como morcillas rellenas de ciertas yerbas hechas por arte de encantamiento, otros, que con estiralles los huesos cuando niños, después de bien ablandados con yerbas cocidas; así lo contaban ciertos chicoranos que se baptizaron, pero creo que decian esto por decir algo; que por aquella costa arriba hombres hay muy altos y que parescen gigantes en comparacion de otros. Los sacerdotes andan vestidos distintamente de los otros y sin cabello, salvo es que dejan dos guedejas á las sienes, que atan por debajo de la barbilla. Estos mascan cierta yerba, y con el zumo rocian los soldados estando para dar batalla, como que los bendicen; curan los heridos, entierran los muertos y no comen carne. Nadie quiere otros médicos que á estos religiosos ó á viejas, ni otra cura que con yerbas, de laş cuales conoscen muchas para diversas enfermedades y Ilagas. Con una que llaman guahi reviesan la cólera y cuanto tienen en el estómago si la comen ó beben, y es muy comun, y tan saludable, que viven mucho tiempo por ella y muy recios y sanos. Son los sacerdotes muy hechiceros y traen la gente embaucada; hay dos idolejos que no los amuestran al vulgo mas de dos veces al año, y la una es al tiempo del sembrar, y aquella con grandísima pompa. Vela el Rey la noche de la vigilia delante aquellas imágines, y la mañana de la fiesta, ya que todo el pueblo está junto, muéstrale sus dos ídolos, macho y hembra, de lugar alto; ellos los adoran de rodillas y á voz en grita, pidiendo misericordia. Baja el Rey, dalos cubiertos con ricas mantas de algodon y joyas á dos caballeros ancianos, que los lleven al campo donde va la procesión. No queda nadie sin ir con ellos, so pena de malos religiosos; vístense todos lo mejor que tienen; unos se tiznan, otros se cubren de hoja, y otros se ponen máscaras de pieles; hombres y mujeres cantan y bailan; ellos festejan el dia y ellas la noche, con oracion, cantares, danzas, ofrendas, sahumerios y tales cosas. Otro dia siguiente los vuelven á su capilla con el mesmo regocijo, y piensan con aquello de tener buena cogida de pan. En otra fiesta llevan tambien al campo una estatua de madera con la solemnidad y órden que á los ídolos, y pónenla encima de una gran viga que hincan en tierra y que cercan de palos, arcas y banquillos. Llegan todos los casados, sin faltar ninguno, á ofrecer; ponen lo que ofrecen sobre las arcas y palos; notan la ofrenda de cada uno los sacerdotes que para ello están diputados, y dicen al cabo quién hizo mas y mejor presente al ídolo, para que venga á noticia de todos,

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y aquel es muy honrado por un año entero. Con esta honra hay muchos que ofrecen á porfía; comen los principales y aun los demás del pan, frutas y viandas ofrecidas; lo al reparten los señores y sacerdotes; descuelgan la estatua en anocheciendo, y échanla en el rio, ó en el mar si está cerca, para que se vaya con los dioses del agua, en cuyo honor la fiesta se hizo. Otro dia de sus fiestas desentierran los huesos de un rey ó sacerdote que tuvo gran reputacion, y súbenlos á un cadahalso que hacen en el campo; llóranlo las mujeres solamente, andando á la redonda, y ofrecen lo que pueden. Tornan luego al otro dia aquellos huesos á la sepultura, y ora un sacerdote en alabanza de cuyos son, disputa de la inmortalidad del alma, y trata del infierno 6 lugar de penas que los dioses tienen en tierras muy frias, donde se purgan los males, y del paraíso, que está en tierra muy templada, que posee Quejuga, señor grandísimo, manso y cojo, el cual hacia muchos regalos á las ánimas que á su reino iban, y las dejaba bailar, cantar y holgar con sus queridas; y con tanto, quedan canonizados aquellos huesos, y el predicador despide los oyentes, dándoles humo á narices de yerbas y gomas olorosas, y soplándolos como saludador. Creen que viven muchas gentes en el cielo y muchas debajo la tierra, como sus antipodas, y que hay dioses en la mar, y de todo esto tienen coplas los sacerdotes; los cuales cuando mueren los reyes hacen ciertos fuegos como cohetes, y dan á entender que son las almas recien salidas del cuerpo, que suben al cielo; y así, los entierran con grandes llantos. La reverencia ó salutacion que hacen al Cacique es donosa, porque ponen las manos en las narices, chiflan, y pásanlas por la frente al colodrillo. El Rey entonces tuerce la cabeza sobre el hombro izquierdo si quiere dar favor y honra al que le reverencia. La viuda, si su marido muere naturalmente, no se puede casar; si muere por justicia, puede. No admiten las rameras entre las casadas; juegan á la pelota, al trompo y á la ballesta con arcos, y así son certeros. Tienen plata y aljófar y otras piedras; hay muy muchos ciervos, que crian en casa y andan al pasto en el campo con pastores, y vuelven la noche al corral. De su leche hacen queso.

El Boriquen.

La isla Boriquen, dicha entre cristianos Sant Juan, está en diez y siete y diez y ocho grados, y veinte y cinco leguas de la Española, que la tiene al poniente. Es larga leste oeste mas de cincuenta leguas, y ancha diez y ocho; la tierra de hacia el norte es rica de oro, la de hácia el sur es fértil de pan, fruta, yerba y pesca. Dicen que no comian estos boriquenes carne; debia ser de animales, que no los tenian; empero de aves sí comian, y aun morciélagos pelados en agua caliente. En las cosas antiguas y naturales son como los de Haiti, Española, y en lo moderno tambien, sino que son mas valientes y que usan arcos y flechas sin yerba. Hay una goma que llaman tabunuco, blanda y correosa como sebo, con la cual y aceite brean los navíos; y como es amarga, defiéndelos mucho de broma; hay tambien mucho guayacan, que llaman palo santo, para curar de bubas y otras dolencias; Cristóbal Colon descubrió esta isla en su viaje segundo, y Juan Ponce de Leon fué allá el año de 9

con licencia del gobernador Ovando, en un carabelon que tenia en Santo Domingo; ca le dijeron unos indios cómo era muy rica isla. Tomó tierra donde señoreaba Agueibana, el cual lo acogió muy amigablemente, y se tornó cristiano con su madre, hermanos y criados. Dióle una su hermana por amiga, que tal es la costumbre de los señores para honrar á otros grandes hombres que resciben por amigos y huéspedes, y llevólo á la costa del norte á coger oro, como buscaba en dos ó tres rios. Dejó Juan Ponce ciertos españoles con Agucibana, y volvióse á Santo Domingo con la muestra del oro y gente; mas como era ya ido á España Nicolás de Ovando, y gobernaba el almirante don Diego Colon, tornóse al Boriquen, que llamó él mesmo Sant Juan, con su mujer y casa. Escribiólo al comendador mayor de Alcántara Ovando, el cual le recabó y envió la gobernacion de aquella isla, pero con sujecion al virey y almirante de Indias. El entonces hizo gente y guerreó el Boriquen; fundó á Caparra, que se despobló por tener su asiento en ciénagas de mucho acije. Pobló á Guanica, que se desavecindó por los muchos é importunos mosquitos, y entonces se hizo Sotomayor y otras villas. Costó la conquista del Boriquen muchos españoles, ca los isleños eran esforzados, y llamaron caribes en su defensa, que tiraban con yerba pestífera y sin remedio; pensaron al principio que los españoles fuesen inmortales, y por saber la verdad Oraioa, cacique de Jaguaca, tomó cargo dello con acuerdo y consentimiento de todos los otros caciques, y mandó á ciertos criados suyos que ahogasen á un Salcedo que posó en su casa, pasándolo el rio Guarabo; los cuales lo hundieron so el agua, llevándolo en hombros, y como se ahogó, tuvieron á los demás por mortales. Y así, se confederaron y se rebelaron, y mataron mas de cien españoles. Diego de Salazar fué quien mas se señaló en la conquista del Boriquen. Temíanle tanto los indios, que no querian dar batalla donde venia él, y algunas veces lo llevaban en el ejército, estando muy malo de bubas, porque supiesen los indios cómo estaba allí; solian decir aquellos isleños al español que los amenazaba: «No te temo, ca no eres Salazar.» Habieneso mesmo grandísimo miedo á un perro llamado Becerrillo, bermejo, bocinegro y mediano, que ganaba sueldo y parte, como ballestero y medio; el cual peleaba contra los indios animosa y discretamente; conocia los amigos, y no les hacia mal aunque le tocasen. Conocia cuál era caribe y cuál no; traia el huido aunque estuviese en medio del real de los enemigos, ó le despedazaba; en diciéndole «ido es», ó «buscaldo», no paraba hasta tornar por fuerza al indio que se iba. Acometian con él nuestros españoles tan de buena gana como si tuvieran tres de caballo; murió Becerrillo de un flechazo que le dieron con yerba nadando tras un indio caribe. Cristianáronse todos los isleños, y su primer obispo fué Alonso Manso, año de 11; los que tras Juan Ponce de Leon, que fueron muchos, rigieron el Boriquen por el Alinirante, atendieron mas á su provecho que al de los isleños.

El descubrimiento de la Florida.

Quitó el Almirante del gobierno del Boriquen á Juan Ponce de Leon, y viéndose sin cargo y rico, armó dos carabelas y fué á buscar la isla Boyuca, donde decian

con

los indios estar la fuente que tornaba mozos á los viejos. Anduvo perdido y hambriento seis meses por entre muchas islas sin hallar rastro de tal fuente. Entró en Bimini, y descubrió la Florida en Pascua Florida del año de 12, y por eso le puso aquel nombre; y esperando hallar en ella grandes riquezas, vino á España, donde negoció con el rey don Fernando todo lo que pedia, intercesion de Nicolás de Ovando y de Pero Nuñez de Guzman, ayo del infante don Fernando, cuyo paje habia sido. Así que le dió el Rey título de adelantado de Binimi y de gobernador de la Florida; y con tanto armó en Sevilla tres navíos muy de propósito el año de 15. Tocó en Guacana, que llaman Guadalupe; echó en tierra gente á tomar agua y leña, y algunas mujeres que lavasen los trapos y ropa sucia. Salieron los caribès, que se habian puesto en celada, y flecharon con sus saetas en-, hervoladas los españoles, mataron los mas que á tierra salieron, y captivaron las lavanderas; con este mal principio y agüero se partió Juan Ponce al Boriquen, y de allí á la Florida. Saltó en tierra con sus soldados para buscar asiento donde fundar un pueblo; vinieron los indios á defenderle la entrada y estada; pelearon con él, desbaratáronlo y aun le mataron hartos españoles, y le hirieron á él con una flecha, de cuya herida hubo de morir en Cuba. Y así, acabó la vida y consumió gran parte de la mucha hacienda que allegara en Sant Juan del Boriquen. Pasó Juan Ponce de Leon á la isla Española con Cristóbal Colon el año de 1493; fué gentil soldado en las guerras de aquella isla, y capitan en la provincia de Higuey por Nicolás de Ovando que la conquistó. Es la Florida una punta de tierra como lengua, cosa muy señalada en Indias, y muy nombrada por los muchos españoles que han muerto sobre ella. Siendo la Florida tierra (segun fama) rica y abastada, aunque valientes los hombres, pidió su conquista y gobernacion Hernando de Soto, que habia sido capitan en el Perú, y enriquecido en la prision de Atabaliba con la parte que le cupo de hombre de caballo y de capitan, y con el cojin de perlas y piedras en que se asentaba aquelrico y poderoso rey. Fué pues allá con mucha y buena gente; anduvo cinco años buscando minas, ca pensaba ser como el Perú. No pobló, y así murió él y destruyó á los que le seguian nunca harán buen hecho los conquistadores que ante todas cosas no poblaren, en especial aquí, que son los indios valientes flecheros y recios hombres. Por muerte del adelantado Soto demandaron muchos esta conquista el año de 44, estando la corte en Valladolid; entre los cuales fueron Julian de Samano y Pedro de Ahumada, hermanos, hombres bastantes para tal empresa, y el Ahumada muy entendido en muchas cosas y muy virtuoso hidalgo, con quien yo tengo amistad estrecha. Mas ni el Emperador, que estaba en Alemaña, ni el príncipe don Felipe, su hijo, que gobernaba todos estos reinos de Castilla y Aragon, la dieron á ninguno, aconsejados del su consejo de Indias y de otras personas que con buen celo á su parecer contradecian las conquistas de las Indias; empero enviaron allá á fray Luis Cancel de Balvastro con otros frailes dominicos, que se ofreció de allanar aquella tierra y convertir la gente y traerla á servicio y obediencia del Emperador con solas palabras. Fué pues el fraile á costa del Rey el año de 49;

salió en tierra con cuatro frailes que llevaba, y con otros seglares marineros sin armas, que así tenian de comenzar la predicacion. Acudieron á la marina muchos de aquellos floridos, y sin escucharle lo aporrearon con otro ó con otros dos compañeros, y se los comieron ; y así, padecieron martirio por predicar la fe de Cristo: é os tenga en su gloria. Los otros se acogieron al navío y se guardaron para confesores, como dijeron algunos.. Muchos que favorecieron la intencion de aquellos frailes conocen agora que por aquella via mal se pueden atraer los indios á nuestra amistad ni á nuestra santa fe; aunque si pudiese ser, mejor seria. Entonces se vino á la nave uno que fué paje de Hernando de Soto'; el cual contaba cómo los indios pusieron los cueros de las cabezas de los frailes con sus coronas en un templo, y que cerca de allí hay hombres que comen carbon.

Rio de Palmas.

Quinientas leguas que hay de costa desde la Florida al rio Pánuco anduvo primero que otro ningun español Francisco de Garay. Empero, porque no hizo entonces mas de correr la costa, dejarémos de hablar de él, y hablarémos de Pánfilo de Narvaez, que fué á poblar y conquistar, con título de adelantado y gobernador, el rio de Palmas, que cae treinta leguas encima de Pánuco hácia el norte y toda la costa hasta la Florida; y así, no pervertirémos la órden que comenzamos. Digo pues cómo el año de 27 partió Pánfilo de Narvaez de Sanlúcar de Barrameda para su adelantamiento del rio de Palmas, con cinco navíos, en que llevaba seiscientos españoles, cien caballos y gran suma de bastimentos, armas y vestidos; ca tenia experiencia de otras armadas. Tuvo trabajo en el camino, y no acertó á ir donde tenia, por ignorancia de Miruelo y de los otros pilotos de la flota, que desconocieron la tierra. Todavía salió en ella Narvaez con trescientos compañeros y casi todos los caballos, aunque con poca comida; y envió los navíos á buscar el rio de Palmas, en cuya demanda se perdieron casi todos los hombres y caballos; lo cual fué por no poblar luego que saltó en tierra con la gente, ó por saltar donde no habia de poblar. Quien no poblare, no hará buena conquista, y no conquistando la tierra, no se convertirá la gente; así que la máxima del conquistar ha de ser poblar. Vió Narvaez oro á unos indios, que preguntados dónde lo sacaban, dijeron en Apalachen. Fué allá en el camino topó un cacique llamado Dulchanchelin, que, á trueco de cascabeles y sartalejos, le dió un cuero de venado muy pintado que traia cubierto, y venia á cuestas de otro indio y con mucha compañía, que los mas tañian caramillos de caña. Apalachen es de hasta cuarenta casas de paja; tierra pobre de lo que buscaban, mas abundante de otras muchas cosas; llana, aguazosa y arenosa. Hay laureles y casi todos nuestros árboles; empero son muy altos. Hay leones, osos, venados de tres maneras, y unos animales muy extraños que tienen un falso peto, el cual se abre y cierra como bolsa, donde meten sus hijos para correr y huir del peligro. Hay muchas aves de las de acá, como decir garzas y halcones, y las que viven de rapiña; pero con todo esto, es tierra de muchos rayos. Los hombres son muy altos, forzudos y ligeros, que alcanzan un ciervo,

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