Boletín de la Real Academia Española, Volumen 12

Portada
Real Academia Española., 1925
 

Índice

Otras ediciones - Ver todo

Términos y frases comunes

Pasajes populares

Página 116 - La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa, que ha perdido el color. La princesa está pálida en su silla de oro, está mudo el teclado de su clave sonoro, y en un vaso olvidada se desmaya una flor.
Página 99 - ¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras! ¡Cuántas veces el ángel me decía: "Alma, asómate agora a la ventana, verás con cuánto amor llamar porfía!".
Página 114 - Apurar, cielos, pretendo. Ya que me tratáis así, Qué delito cometí Contra vosotros naciendo; Aunque si nací, ya entiendo Qué delito he cometido: Bastante causa ha tenido Vuestra justicia y rigor, Pues el delito mayor Del hombre es haber nacido.
Página 113 - María, vencido del sueño, por tierra fragosa perdí la carrera do vi la vaquera de la Finojosa.
Página 470 - Ab ortu enim solis usque ad occasum, magnum est nomen meum in gentibus, et in omni loco sacrificatur, et offertur nomini meo oblatio munda : quia magnum est nomen meum in gentibus, dicit Dominus exercituum.
Página 374 - Yten mando que cuando Dios Nuestro Señor fuere servido de me llevar de esta presente vida que mi cuerpo sea sepultado en la...
Página 98 - En Jaén, donde resido, Vive don Lope de Sosa, Y diréte, Inés, la cosa Más brava de él que has oído. Tenía este caballero Un criado portugués... Pero cenemos, Inés, Si te parece, primero.
Página 344 - Teresa me pusieron en el bautismo, nombre mondo y escueto, sin añadiduras ni cortapisas, ni arrequives de dones ni donas; Cascajo se llamó mi padre; ya mí, por ser vuestra mujer, me llaman Teresa Panza (que a buena razón me habían de llamar Teresa Cascajo, pero allá van reyes do quieren leyes...
Página 98 - En vano busqué a la princesa que estaba triste de esperar. La vida es dura. Amarga y pesa. ¡Ya no hay princesa que cantar! Mas a pesar del tiempo terco, mi sed de amor no tiene fin; con el cabello gris, me acerco a los rosales del jardín.
Página 247 - Recuerde el alma dormida, Avive el seso y despierte Contemplando Como se pasa la vida, Como se viene la muerte Tan callando...

Información bibliográfica