Leçons espagnoles de littérature et de morale: précédées d'une notice sur la littérature castillane ...

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Baudry, 1840 - 487 páginas
 

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Pasajes populares

Página 50 - En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
Página 336 - De mí arrancada, en otro muro asida. Y mi parra en otro olmo entretejida, Que no se esté con llanto deshaciendo Hasta acabar la vida, Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Página 131 - Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío.
Página 336 - Materia diste al mundo de esperanza de alcanzar lo imposible y no pensado, y de hacer juntar lo diferente, dando a quien diste el corazón malvado; quitándolo de mí con tal mudanza que siempre sonará de gente en gente.
Página 304 - Un soneto me manda hacer Violante, que en mi vida me he visto en tal [aprieto : catorce versos dicen que es soneto ; burla burlando van los tres delante. Yo pensé que no hallara consonante, y estoy a la mitad de otro cuarteto; mas si me veo en el primer terceto, no hay cosa en los cuartetos que me es[pante. Por...
Página 468 - ¡Ay! que ya presurosos suben las largas naves: ¡ay! que tienden los brazos vigorosos a los remos, y encienden las mares espumosas por do hienden. El Eolo derecho hinche la vela en popa, y larga entrada por el hercúleo estrecho con la punta acerada el gran padre Neptuno da a la armada : ¡Ay triste!
Página 342 - Divina Elisa, pues agora el cielo con inmortales pies pisas y mides, y su mudanza ves, estando queda, ¿por qué de mí te olvidas y no pides que se apresure el tiempo en que este velo rompa del cuerpo, y verme libre pueda...
Página 338 - Con mi llorar las piedras enternecen su natural dureza y la quebrantan, los árboles parece que se inclinan; las aves que me escuchan, cuando cantan con diferente voz se condolecen, y mi morir cantando me adivinan. Las fieras que reclinan su cuerpo fatigado, dejan el sosegado sueño por escuchar mi llanto triste.
Página 417 - Tantas idas Y venidas, Tantas vueltas Y revueltas, Quiero, amiga, Que me diga, ¿ Son de alguna utilidad ? Yo me afano; Mas no en vano. Sé mi oficio; Y en servicio De mi Dueño Tengo empeño De lucir mi habilidad.
Página 334 - El sol tiende los rayos de su lumbre por montes y por valles, despertando las aves y animales y la gente...

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