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nuevas las ideas y las formas extranjerizas y la Literatura nacional, convertida en eco apagado de otros sones que no son los suyos propios, pierde todo su vigor y arrastra una existencia precaria.

6. Pero no pasan siempre las cosas como acabamos de bosquejarlas. Muerta parece en ocasiones una Literatura, por condiciones exteriores sociales y políticas, y de súbito se le ve recobrar nueva sangre y rejuvenecerse hasta un extremo inusitado. Este fenómeno que en la Historia suele presentarse, es lo que se llama Renacimiento. Han renacido las literaturas ó por obra y esfuerzo individual de unos cuantos hombres ilustres y capaces de encauzar el gusto del público y de guiarle al buen camino, ó por nostalgia y remembranza de las épocas clá. sicas, cuyo estudio profundo hecho con amor es bastante para hacer que nuevos gérmenes artísticos nazcan, vivan y fructifiquen.

No se puede creer, en decadencias literarias completas é irremediables, sino en un solo caso, en el de muerte ó desaparición del idioma. En tal sentido, la Literatura latina puede considerarse como definitivamente muerta y enterrada, aun cuando sus obras sigan hoy influyendo en lo que se piensa y se hace. La muerte de un idioma, que en realidad no es muerte, sino transformación natural, pone fin á la Literatura en él escrita. Las nuevas Literaturas compuestas en las lenguas nuevas que de él nacen serán hijas más ó menos parecidas á la madre, pero tienen que pasar por todas las edades (niñez, juventud, virilidad y senectud) ya indicadas.

7. Debe tenerse en cuenta, además, que la vida de la Literatura no tiene sólo aspectos artístico y filológico, sino también aspectos étnico y político. La moderna ciencia llamada Etnografía, que estudia las razas humanas, su vida y sus cambios, podrá cuando se halle en época de mayor auge y se constituya de manera más positiva, explicarnos las razones de muchos momentos críticos en la marcha de la Literatura, lo cual es de capital importancia, ante todo en países como el nuestro, cuyo suelo han habitado razas de tan distintos orígenes, tipos y costumbres.

Por otra parte, los hechos exteriores de la Historia, lo que se llama política, al dirigir hacia tales o cuales puntos las ideas y las actividades y energías de las naciones, hacen variar profundamente sus pensamientos, intenciones y designios: los descubrimientos, las guerras, las reformas políticas y sociales, las variaciones en el régimen y gobierno de los pueblos, son factores que en la producción literaria influyen sobremanera. Por eso, si la Historia literaria ilumina muchos puntos de la Historia general, también ésta alumbra á aquélla y fundamenta y explica muchos de sus hechos.

8. Siguiendo estos principios, será necesario que indiquemos cómo nuestro estudio ha de abarcar en primer término, las literaturas griega, latina y bíblica, algo de la arábiga y judaica, después y con mucho mayor extensión nuestra literatura nacional: y para completar el estudio de ésta, expondremos brevísimamente algunas de las demás literaturas, primero las del, Mediodía y después las del Norte de Europa.

LECCIÓN II

1. Se llama Literatura griega á la escrita en lengua griega ó helénica, por literatos nacidos en el territorio de Grecia, en las islas, en la Magna Grecia (Sur de Italia, Sicilia) ó en la parte griega de Asia.

Ningún pueblo de cuantos recuerda la Historia ha alcanzado una cultura espiritual tan extensa y profunda como la del pueblo griego. Al trasladarse desde Asia á Europa en formidable emigración ó invasión, el pueblo ario ó indoeuropeo, allá en fecha que no se puede precisar, quedó en el pequeño territorio de la Hélade y del Peloponeso, en las islas del Egeo y del Jónico y en las costas de Asia menor la parte más inteligente y noble de aquella raza: la posición geográfica de los lugares en que la civilización griega fué desenvolviéndose era la más apropiada para que las semillas de cultura de los antiguos pueblos orientales prendiesen en tierra de Europa y, al pasar por los mares y las montañas de Grecia, tomasen nuevo sabor y carácter original, ya europeo.

La hermosura incomparable de la tierra, del cielo y del mar creó en los cerebros de los griegos una claridad de ideas y una serenidad de espíritu que ningún otro pueblo posterior ha logrado poseer y gracias á ello las obras literarias y artísticas de la Grecia clásica han sido, son y serán estimadas siempre como insuperables, porque constituyen el patrimonio propio de la cultura de Europa, lo que este viejo continente legará á la Historia del mundo entero como la más alta expresión de su potencia creadora. Y cuando en Literatura ó en las demás bellas artes han surgido las decadencias, los artistas no han tenido que hacer sino volver al arte griego los ojos y la intención y el Renacimiento se ha operado, como si fuese el espíritu helénico la ambrosía ó elixir que remoza á los pueblos decrépitos é inmortaliza á las civilizaciones moribundas ó agotadas.

2. Las razones de esto se encuentran considerando que los griegos fueron, en la época más grande de su historia, un pueblo preocupado principal y aun casi exclusivamente de los asuntos del espirítu. Constituídos en naciones pequeñas, poco ambiciosos de preponderancia política, aun cuando celosísimos de su independencia, emplearon todas las fuerzas de su alma en mejorar y engrandecer su inteligencia y por ella lograron imponerse y ejercer la supremacía en el mundo, mientras iban hundiéndose en la barbarie los temibles imperios asiáticos. La sencillez y la naturalidad, fórmulas supremas del arte, fueron la norma de los griegos en la vida y esto se refleja en sus trajes, en sus estatuas, en sus edificios, en su Historia y en su Literatura, Eran hombres libres, porque estaban organizados

para vivir libremente, y con la libertad poseían el reposo, la tranquilidad, la tolerancia, bases necesarias de la cultura. No quiere esto decir que no se dejasen arrebatar por el entusiasmo en sazón oportuna, pero en cada uno de los hechos de su historia y en cada una de las obras de su espíritu se echa de ver que la razón y la lógica han presidido siempre á la ejecución de unos y otras, y el dulce sentimiento de la humanidad les ha dado valor y perfume. Acertaron los griegos á dar proporciones y figura humanas á todo cuanto concibieron y pensaron, y á esta cualidad exclusivamente helénica se llama antropomorfismo. No hay que buscar en Grecia poderes sobrenaturales monstruosos y obscuros, como los dioses indios y egipcios; al contrario, los dioses griegos son hombres inmortales y nada más, con todas las pasiones, con todos los vicios y defectos de los mortales, pero con el supremo poder y la serenidad augusta que la condición de inmortales comunica á los seres. Aquí, en la calidad y naturaleza de los dioses, es donde se marca el límite de la civilización griega. Necesariamente había de ser vencida ésta por otra civilización cuyos dioses fuesen más que hombres.

Para expresar y comunicar una vida espiritual tan compleja y refinada poseyeron los griegos el idioma más claro, transparente y completo que se conoce. Difícil es dar idea de las excelencias y extraordinarias virtudes y capacidades de la lengua griega, manifestadas claramente en la inimitable armonía musical que en sus versos se nota, en la noble majestad de su prosa oratoria, en la precisión y exactitud de su vocabulario didáctico, vivo aún hoy y que sin cesar están renovando las ciencias modernas. La variedad y riqueza de los sonidos, la acertada combinación de éstos, el considerable número de palabras y las múltiples formas gramaticales que éstas poseen (declinación perfecta, conjugaciones completísimas, abundancia de modos y tiempos) no menos que sus grandiosos recursos de construcción y sintaxis hacen del griego el idioma por excelencia. Nuestras pobres y rutinarias inteligencias de hombres acostumbrados á pedir á los libros lo que la Naturaleza no niega, lo que liberalmente concedió á los griegos, se quedan absortas al querer internarse en la frondosidad viciosa de la lengua helénica, como si nos faltasen ideas, ó cual si no tuviesen éstas tantos matices y aspectos distintos como tenían en la inteligencia de los griegos, y por ende, en su léxico y en su gramática.

Hermana del sánscrito, que es la lengua de las obscuridades alegóricas, y def latín, que es el idioma del derecho de la fuerza y de la fuerza del derecho, la lengua griega es el habla propia de los héroes y de los enamorados, de los filósofos y de los oradores, de los trágicos y de los cómicos, el lenguaje del hombre y del drama de la humanidad en la tierra.

Por eso al reseñar la Historia de la lengua y de la literatura griegas, hallamos los cimientos de todo estudio de Historia literaria posterior, pues ninguna otra Literatura ha ejercido tan grande y honda influencia como la griega en las literaturas siguientes.

La época primitiva de la Literatura griega se llama también mítica, porque á mitos ó fábulas y leyendas religiosas antiquísimas se refieren las obras que de ella conocemos.

Noticias conservadas por los poetas de la época preclásica nos sefialan los

cantos religiosos primitivamente conocidos en Grecia. Son todos ellos poesías líricas.compuestas para cantadas en coro. El Linos ó Ay Linos, que se cantaba al terminar la recolección de las mieses en verano ó al comenzar la vendimia, plañía la suerte de un hermoso mancebo, hijo de Urania, la diosa del espacio y del firmamento. Ese canto era en realidad un adiós de los campesinos al buen tiempo primaveral y á la abundancia y expansión del estío, personificados en el joven Linos, en Hylas, en Adonis, en Bormos ó en otro mocito ó niño muerto en la flor de la edad.

Distinto carácter tiene el Peán ó lé Peán, himno de alegría y entusiasmo triunfal, dedicado á Apolo, dios de la luz y del Sol. La significación primitiva del Peán, que no era solamente el canto de la primavera ó de la alegre germinación de las plantas y las flores tan abundantes en Grecia, se alteró al llegar los tiempos guerreros y vino á expresar el regocijo de la victoria bélica, según se ve en la Iliada.

El Himeneo ó canto de bodas, era la poesía y la música entonada por los mancebos que iban tirando del carro de la novia para entregarla á su marido. A las voces robustas de los mozos, subrayadas por los sones de la cítara ó forminge, se unían las virginales voces de las doncellas amigas de la desposada y cuyos cantos acompañaba el claro sonido de la flauta ó aules, instrumento de cañitas desiguales, cuya invención se atribuye al dios Pan, Llegado el cortejo á la casa nupcial, se celebraba un banquete, que terminaba con danzas y cantos de júbilo hasta que los comensales se rendían y entonces los mozos esparcíanse por las calles del pueblo cantando el Komos ó rondalla, cuyo carácter hemos indicado en la segunda parte de este libro al tratar de la comedia.

Debe entenderse bien que ninguno de estos himnos, aun cuando se cantasen en coro, tenía ni sombra de carácter dramático, mímico ni representado, Es más, parece seguro que los danzantes ó bailarines no cantaban, y sólo ejecutaban las difíciles figuras del baile, que debía de parecerse algo á la sardana de Cataluña ó al aurrescu de las Provincias vascongadas.

Otra forma de himno muy antiguo y común á las demás literaturas, no exclusivo de la griega, es el Trenos ó lamentación elegiaca, que en un principio debió ser simplemente un canto de funerales muy parecido á los que se entonan aún en los velatorios de los muertos en las provincias andaluzas. Desconócese la forma especial del culto de los muertos en Grecia, si es que en algo se diferenció de la manera como este culto se practicaba en Egipto y en otros países antiguos. En todo caso, puede sospecharse que el Trenos era un canto de carácter más marcadamente lírico que los otros de la época primitiva.

.Consérvanse también los nombres y fama de algunos poetas ó familias de poetas-cantores primitivos en relación con los cultos ó santuarios de los dioses más venerados de la antigua Grecia. Tales son los nombres del poeta septentrional ó hiperbóreo Oleno, y los de Filamón y Crisotemis, consagrados al culto de Apolo ó Febo (Foibos) en Delos, en Delfos y en Creta, respectivamente. La diosa Deméter ó Guemeter, que representa la madre Tierra, fué cantada, según la tradición, por las familias de los Eumólpidas y los Licomedes. En fin, leyendas muy, poéticas van unidas á los nombres de los dos vates de Tracia Orfeo y Ta

miris, el primero, según se cree, inventor del culto de Dionisos ó Baco, pero no del alegre dios de las vendimias, sino de un dios habitante en el infierno y de misterioso y extraño culto.

Por su carácter semisalvaje merecen recordarse las alocadas danzas de los Coribantes, bailarines frigios que acompañaban la música con tamboriles chillones y platillos y chocando las espadas con los broqueles: culto de origen asiático sin duda.

Pero no eran sólo estas composiciones líricas de carácter naturalista ó religioso las poesías primitivas de Grecia. Homero pinta y describe la existencia de poetas épicos-heroicos como Demódoco en la corte de los Feacios, y Femio en la de Ulises, rey de Itaca. Estos y otros cantores de las hazañas de los héroes antiguos recitaban acompasadamente más bien que cantar, acompañándose con la forminge, instrumento semejante á la guzla de los turcos y á nuestro laud. El recitado épico duraba mientras los señores, príncipes, reyes ó magnates, comían, y al terminar el convite, dejaba lugar al Komos. Así, con relatos fragmentarios de esta ó la otra hazaña conservadas por la tradición y puestas en verso por un poeta palaciano asalariado ó por un poeta popular que cantaba en calles y plazas, se formaron las primeras rapsodias épicas: así fueron poco a poco á creándose y progresando el arte de la narración y el de la descripción y mejorando, por las necesidades del recitado y del compás, la forma rítmica de la epopeya.

Todos estos cantos y formas poéticas, de cuya existencia sólo testimonios históricos nos quedan, eran anteriores á la invención y propagación de la escritura. Por eso, en este arcaico período no se puede hablar de Oratoria ni de Didáctica, porque la forma habitual de estos géneros, que es la prosa, no se conserva de boca en boca, como la poesía.

5. Pone fin á la época primitiva y da comienzo á la edad heroica ó preclásica la aparición y divulgación de los poemas homéricos, la Iliada y la Odisea. Nada cierto é indudable se sabe respecto de la existencia de Homero, de su patria ni del año ó siglo en que vivió, si bien un texto falsamente atribuído á Heródoto da á entender que no pudo ser posterior al siglo IX antes de Jesucristo. Críticos como Vico, Federico Wolf y otros han puesto en duda, ya que Homero existiese, ya que fuese autor de las dos epopeyas citadas. Diez ciudades antiguas de Grecia (Esmirna, Chíos, Colofón, Kymé, Pilos, Argos, Salamina, Rodas, Ios y Atenas) se disputaron la gloria de haber sido cuna del gran poeta. Por otra parte, el estudio minucioso de la Iliada y de la Odisea ha hecho reparar á los críticos en las desigualdades de forma que en la primera se advierten y en la evidentísima diferencia que á ambos poemas separa, en cuanto á su concepción y en cuanto á su forma externa, como si la Odisea fuese muy posterior á la Iliada ó, por lo menos, como si ésta fuese una obra escrita en todo el vigor de la juventud y aquélla fruto de la madurez y experiencia de la ancianidad.

Incompetentes nosotros para resolver esas cuestiones, lo único que podemos considerar probable es que á la Iliada y á la Odisea precedieron cantos épicos ó pedazos de narraciones y de descripciones, los cuales en época muy antigua fueron juntados y sujetos á armónica unidad por un gran poeta de extraordinaria

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