Gramática de la lengua española

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Perlado, Páez y compañía, 1924 - 564 páginas
 

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Pasajes populares

Página 316 - Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza.
Página 307 - ¡Oh desmayo dichoso! ¡oh muerte que das vida! ¡oh dulce olvido! ¡durase en tu reposo sin ser restituido jamás a aqueste bajo y vil sentido!
Página 413 - ... el mejor de todos los libros que de este género se han compuesto; y así, como a único en su arte, se debe perdonar.
Página 192 - Viéndose, pues, tan falto de dineros y aun no con muchos amigos, se acogió al remedio a que otros muchos perdidos en aquella ciudad se acogen, que es el pasarse a las Indias, refugio y amparo de los desesperados de España, iglesia de los alzados, salvoconducto de los homicidas, pala y cubierta de los jugadores (a quien llaman ciertos los peritos en el arte), añagaza general de mujeres libres, engaño común de muchos y remedio particular de pocos.
Página 201 - De la florida falda que hoy de perlas bordó la alba luciente, tejidos en guirnalda traslado estos jazmines a tu frente, que piden, con ser flores, blanco a tus sienes ya tu boca olores.
Página 193 - Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus arpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora...
Página 203 - Guisando, despeñéme en la sima y saqué a luz lo escondido de su abismo, y mis esperanzas, muertas que muertas, y sus mandamientos y desdenes, vivos que vivos.
Página 440 - Quijote un gran manto de finísima escarlata, y en un instante se coronaron todos los corredores del patio de criados y criadas de aquellos señores, diciendo a grandes voces: — ¡Bien sea venido la flor y la nata de los caballeros andantes!
Página 451 - Huid, si no queréis que llegue un día en que, enredado en retorcidos lazos el corazón, con bárbara porfía luchéis por arrancároslo a pedazos...
Página 296 - ¿Quién me dijera, Elisa, vida mía, cuando en aqueste valle al fresco viento andábamos cogiendo tiernas flores, que había de ver con largo apartamiento venir el triste y solitario día que diese amargo fin a mis amores?

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