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dadera obsesión de traducir é imitar, ora los estupendos y lúgubres contrastes que trazó el genio soberano en Macbeth, Ricardo III y el acto quinto de Hamlet, ora los prodigiosos simbolismos fantásticos de Edgar Poe que, como es bien sabido, tuvo admiradores y traductores incomparables en Baudelaire У Mallarmé.

¿Queréis, en efecto, reconocer á un decadentista de pura y legítima cepa? Oídle hablar de Edgar Poe, del "caso literario absoluto." Vedle desesperarse por imitar, ó cuando menos, interpretar como un oráculo ó un exégeta, las fantasías simbólicas que contienen los dientes de Berenice, el lecho de ébano y el catafalco granítico de Ligeia y los graznidos lúgubres del Cuervo. Fijaos en la manera peculiar con que subraya por medio del gesto y del acento, aquello de "she came and departed as shadow," y en lo sepulcralmente sombrío de su faz cuando declama: "Quoth the Raven, "Nevermore." Hacedle recitar los versos de Ulalume ó la singular onomatopeya "The Bells". No necesitaréis otra cosa.

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La decadencia de la literatura en Francia no es más que un reflejo de la decadencia social y abatimiento de las almas que vemos al través de las páginas de Villiers de l' Isle Adams, como en los Blasfemos y las Neurosis y las Fiestas Galantes, como en las rudas desnudeces de Marcel Prévost y en el realismo desolador de Germinia Lacerteux que con razón hacía exclamar á Zola: "Me gustan los libros de decadencia; soy de mi tiempo."

Habría que ahondar en el complicado mecanismo de esta sociedad gastada y corrompida de Zola y de su tiempo [en América vivimos indudablemente en otra sociedad y en otro tiempo, pese á los imitadores y pesimistas re

negados] para abarcar en toda su extensión los orígenes y naturaleza íntima del decadentismo.

VI

Falto de aliento para tamaña empresa, me concretaré á sintetizar los datos del rápido análisis que acabo de bosquejar.

Nacido de una concepción idealista y una teoría musical, ansioso de convertir el lenguaje en instrumento evocador de sensaciones é ideas vagas, privilegiadas, exquisitas, y ajenas á todo lugar común, el nuevo arte es altamente sabio y simbólico, melancólico y profundo, aunque exterior y de forma, antisocial y neurótico.

No creo, pues, alejarme de la verdad al concretar en los siguientes términos la fórmula, ya que no es posible una verdadera definición, del decadentismo: escuela poético-lírica de origen metafísico, en que se traduce un hondo y amargo malestar social de cansancio y decrepitud, por medio de símbolos obscuros é ininteligibles, expresiones rebuscadas ó alteradas caprichosamente en su significación, metros de calculadas disonancias ó virtualidades musicales de absoluta libertad y novedad, rimas regresivas, y fantaseos y alucinaciones personalísimos, propios sólo de la neurosis y el desequilibrio cerebral.

VII

Para aquilatar el valor estético de los productos de un arte, sea cual fuere, es de todo punto ineludible recurrir á los principios filosóficos en demanda de una expresión general que determine científicamente el concepto de la

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belleza, y juzgar en seguida á la luz de ese concepto si aquellos productos realizan ó no realizan la belleza.

Se me permitirá, pues, entrar aquí en cierto orden de especulaciones de filosofía positiva, ya que para fijar la idea de la belleza y la belleza artística, no nos bastan ahora los preceptos de Horacio, Boileau, Batteux ó Hermosilla, ni los apriorismos más ó menos nebulosos de la metafísica absoluta, sea la de los arquetipos ideales de Platón, sea la del simple juego de nuestras facultades representativas de Kant, Schiller y Hegel.

Los principios fundamentales de la Estética Contemporánea, según han sido expuestos por los grandes teóricos de la ley de la evolución, arrancan por fuerza del concepto radical y rigurosamente científico de la vida entera, de la vida individual y colectiva, tal y como los últimos avances de la Biología, la Sicología y la Sociología nos la presentan y analizan.

Herbert Spencer, Taine, Max Nordau y Guyau son á este respecto los maestros á cuyas grandes é inexhaustas fuentes debemos acudir en solicitud de enseñanzas.

Todos ellos, salvo ciertos matices propios de su potente y enérgica individualidad genial, afirman poco más ó menos lo siguiente: "Lo bello es la forma superior del sentimiento de la vida; en otros términos, es el sentimiento ó presentimiento de una vida más rica en intensidad y fecundidad expansiva, no sólo concebida, no sólo querida, sino ya interiormente vivida." [Fouillée.]

De aquí la noción del arte como una expansión suprema en que se vive la vida misma de todos los seres y en que se expresa esta vida por medio de elementos tomados á la realidad, y, como vivir en los demás no es otra

cosa que amar, es indudable que no merecen el nombre de artistas supremos sino los que aman y comunican su amor á los demás.

Este principio que Ruskin y Guyau llaman el sentimiento de la solidaridad, y en el cual se descubre la raíz misma de toda emoción estética, es, en efecto, el mismo que en su forma primitiva orgánica describe Spencer en sus "Principios de Biología" bajo el aspecto de la relación sexual que ya había observado Darwin en el mundo de las flores, de los plumajes de las aves, de sus cantos, de los colores de los insectos, etc., etc., y que Max Nordau, elevándose á un grado superior de la evolución, concreta en la siguiente fórmula de sus "Paradojas Sicológicas:" "Se siente como belleza cada impresión que, de un modo cualquiera, ya directamente, ya por asociación de ideas, excita el centro sexual más elevado del cerebro. El arquetipo de toda belleza es para el hombre normal la mujer núbil y apta para la reproducción, es decir, joven y sana. De aquí la tendencia á encarnar en la forma de la mujer toda representación abstracta sentida como agradable ó bella. De aquí que se simbolicen bajo el aspecto de una mujer las ideas de patria, gloria, amistad, piedad, sabiduría, etc., etc." (1)

Lo mismo piensa Macaulay: "The most beautiful object in the world, it will be allowed, is a beautiful woman." Taine por su lado parece derivar de esta misma concepción su ideal estético cuando enseña que las obras maestras del arte son las que, manifestando en concentración de intensidad y de fuerza un carácter notable y do

(1) Es interesante la explicación que da Nordau del fenómeno sugestivo por el cual el hombre transmite su concepto de la belleza á la mujer y ésta lo adapta á las peculiares modalidades de

su sexo.

y

minante, expresan las potencias soberanas de la Naturaleza, ["Philosophie de L' Art."] y cuando, refiriéndose á Alfred de Musset, exclama: "Desde lo alto de su duda su desesperación ha visto lo infinito, como se ve el mar desde lo alto de un promontorio batido por las tempestades. Las religiones, su gloria y su ruina, el género humano, sus dolores y su destino, todo lo que hay de sublime en el mundo, se le ha aparecido en un relámpago. Ha sentido, al menos por una vez en su vida, la tempestad interior de sensaciones profundas, de ensueños gigantescos y voluptuosidades intensas cuyo deseo le hizo vivir y cuya falta le hizo morir. No ha sido un simple dilletante; no se contentó con gustar y gozar; imprimió su sello en el pensamiento humano, dijo al mundo lo que es el hombre, el amor, la verdad, la dicha." ["Histoire de la Litterature Anglaise."]

"El tipo de la emoción estética,-se lee en los "Problemas de la Estética Contemporánea,”-es la emoción del amor mezclada siempre con un deseo más ó menos vago ó refinado.... el amor está más ó menos presente en el fondo de las principales emociones estéticas. ¿La admiración misma no es un amor que comienza y no tiene en el amor su perfección, su plenitud? ¿Se dirá que amar á una mujer es dejar de encontrarla bella?.... Considerar el sentimiento estético independientemente del instinto sexual y de su evolución nos parece tan superficial, como considerar el sentimiento moral aparte de los instintos simpáticos en que la escuela inglesa ve el primer origen de la moralidad."

"L'art c'est de la tendresse"-dijo el poeta filósofo, y en este noble y hondo grito del alma se condensa para mí

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