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ECONOMIA POLITICA.

AZU

INGENIOS DE FABRICAR AZUCAR.

Rivalidad estrangera.- Escelencia de nuestro fruto y etras ventajas en favor de la Isla de Cuba.

Desde el momento que un pueblo mercantil comienza á ofiecer al mercado estrangero ó nacional un producto cualquiera ya sea de su industria agrícola, ya de la manufacturera, la primera idea en que debe fijar sus consideraciones así para calcular con prudencia como para temperar todas sus exageradas esperanzas es la de la rivalidad ó competencia, y necesariamente ha de servir de norma á todas las empresas; porque otros pueblos, tendrán tambien los mismos medios y serán favorecidos de las mismas circunstancias o inventarán solícitos los recursos naturales y supletorios para proporcionarse el mismo beneficio. Así es que por privilegiados que sean los paises paraproducir tal ó cual fruto, tal ó cual mercancía, no deben considerarse como productores esclusivos de aquel renglon, sino mientras tanto otros no siguen sus huellas escitados por el deseo de obtener iguales ó mayores ventajas.

Es verdad que hay ciertas regiones del globo á quienes la providencia ha dispensado la superioridad y la abundancia en la produccion de algunos frutos; pero tambien ha sido pródiga, ha sido justiciera en repartir sus dones. El café prospera en mil comarcas distintas, aunque análogas en sus circunstancias; en otras mil fructifica la caña, el lino, el algodon, la viña, son producciones de euchos y diversos climas; el trigo rinde su tributo en las cinco partes del mundo: y si por donde quiera la mano del hombre no ha puesto en contribucion la tierra que pisa, si no saca de ella todo lo que le brinda en su provecho y para su bienestar, no por esto debemos olvidarnos de que algun dia lo que hoy esplota un pueblo, una nacion, pueden mañana emprenderlo los que tienen los mismos recursos, los mismos medios, y aun tal vez mas fáciles.

El hombre, en cualquier estado que se considere, no permanece tranquilo, cuando ve que otros gozan lo mismo que él puede proporcionarse. Desde el momento que concibe que con sus fuerzas naturales ó artificiales es probable que obtenga aquello que

juzga serle útil y provechoso, comienza á inventar los medios, á ensayar sus facultades; y arrostrando obstáculos, venciendo peligros, á veces tan inminentes como la misma muerte, trabajando con tenacidad y constancia, queda satisfecho al fin de su poder y ratifica el principio, el axioma político. "No es vedado al hombre en la senda del bien hacer lo que hace otro hombre." He aquí pues el origen de la rivalidad, en el lato sentido que la concebímos.

Por otra parte los pueblos no rivalizan siempre en un mismo renglon, en un mismo artículo de comercio; sus usos y costumbres no solo crean las necesidades, sino que tambien contienen el ímpetu de la produccion exhuberante, por esclusivo y generalizado que sea el fruto ó mercancía. La moda caprichosa, esa señora del mun do que frecuentemente oìmos acusar de tirana, es muchas veces el origen de la prosperidad de un Estado. Así el café ha puesto límites á la produccion del té y del cacao. Hoy se aprisiona á la descomunal ballena haciéndole la guerra en su mismo inmensurable alcázar; el manso buey es obligado á dejar sus apacibles prados y sabanas, y á la vez va quedando libre la industriosa abeja, y solo se le exige un corto tributo reducido á iluminar los templos y á ostentar la vanidad del hombre hasta en los momentos de volver á la nada. Un débil y efímero gusano tejiendo hermosos capullos para dar materiales al tejido de las felpas y otros usos, ha contenido la guerra á muerte con que el cazador de las selvas perseguia al tímido y arquitecto castor. Hasta el vapor ha entrado en competencia con los vientos, estrayendo inmensos tesoros de la tierra con el hierro y el carbon de piedra, y supliendo al uso de las lonas y las jarcias. Todo es competencia en el mundo industrial, todo rivalidad.

El azúcar pues, no podía estar exenta de esta ley. Se atribuyó en nuestra isla á las cañas llamadas criollas la virtud esclusiva de dar el principio sacarino; la de Otaity la ha condenado al abandono. Los paises en que no ha podido progresar han buscado en los secretos de la química nuevas sustancias vegetales provistas de aquella misma sal: la insípida calabaza, pero principalmente la encendida remolacha casi ha cerrado los puertos de Francia al azúcar de las cañas. Nuestros vecinos del Norte han alzado tambien el pendon de la rivalidad en este ramo, trabajando con la constancia y criterio que los caracteriza en la aclimatacion de aquella tuberosa raiz. La altiva y poderosa Albion, que en medio de su filantropía ha llevado el estandarte de la conquista dominando filantrópicamente á las tribus indianas, allí tambien erige ingenios, condenando á la nulidad á una de sus mas florecientes colonias por sostener un principio. Si se nos preguntase cual es este principio seguro está que asegurásemos ser la humanidad y filantropía.

Vemos pues una rivalidad activa y poderosa en el renglon que principalmente constituye nuestra primera riqueza. Pero en medio de esto, tenemos una idea consoladora: la época del mayor incremento de nuestros ingenios marca precisamente desde que ha comenzado la Francia á sacar partido de la remolacha y desde que se han fundado ingenios por los ingleses en el territorio indiano. De manera que puede asegurarse que la produccion del mismo fruto en distintos paises, todavía no ha dañado en gran manera los intereses de esta isla.

Varias circunstancias contribuyen á que un pueblo ́salga victorioso en este género de rivalidad; y nos parece que podemos indicar algunas. 1a La escelencia del fruto, 2a su bajo precio, 3a la disminucion en los costos de produccion, 4a el aumento de productos; y creemos que no nos habremos equivocado si anunciamos de un modo positivo que todas nos favorecen y nos han favorecido.

No hablemos del azúcar de remolacha pues se sabe ya que solo en las refinerías se puede obtener de aquella calidad que hoy es tan comun en nuestros ingenios; basta decir que muchos franceses y viajeros que han residido algun tiempo en esta isla aseguran que nada estrañan tanto en los primeros dias como el azúcar de la Habana, obligados á usar allí la de remolacha. De la de los Estados de la Luisiana tampoco debemos hacer referencia pues se sabe tambien que el clima no les permite elaborar verdadera azúcar sino mascabado. Confesamos francamente que no podemos hablar con propiedad acerca de este género de produccion de los ingleses en sus establecimientos de la India; pero si nos guiamos por las noticias de hombres de crédito que han tenido ocasion de cotejar el azúcar de una y otra parte, es concluyente la supremacia de nuestro fruto al de aquellas regiones. Ademas, dícese generalmente que tiene mas blancura y mejor calidad el azúcar de la isla; y que aunque las cañas crecen prodigiosamente en los terrenos de la compañía indiana un espacio dado produce sobre 20 p. ménos que en nuestros ingenios

Debe pues colocarse en primera línea esta circunstancia en todo género de competencia; porque cuando su precio no es escesivo siempre será preferido el mejor fruto. El globo entero es como una plaza mercantil; y lo que sucede en un mercado es el anuncio mas positivo de lo que se verifica en los demas: pues bien; veamos los frutos que mas preferencia tienen, mayor demanda y mas salida en nuestro mercado, y se observará que el de buena calidad se busca siempre y el hacendado que los posee puede contar como segura una fácil realizacion. No hablémos de las ventajas que se obtienen en el precio, porque no hay necesidad de decir que lo bueno siempre vale mas que lo malo.

Reinan sobre este punto algunas opiniones equivocadas entre fos propietarios. Conocemos muchos que prefieren hacer gran cantidad aunque sea mala, y este es un error que es preciso destruir con el arma invencible de los números. La elaboracion de una azúcar mala produce regularmente gran porcion de quebrado, hasta tal punto que hemos visto en un surtido de 400 cajas solo 100 de bianco producto de las tareas de varias semanas continuadas.

Tomemos por base las circunstancias actuales de la plaza para no formarnos ilusion ni dar motivo á que se nos acuse de exagerados y fijemos el precio de 54 rs. al quebrado y 94 al blanco á que hemos visto vender algunas partidas, no de las mas inferiores; y hagamos la operacion siguiente.

300 cajas de quebrado de 16 arrobas netas á 5 reales.
100 idem de blanco de idem â 94 reales..

Total valor de las 400 cajas..

...

$ 3,150
1,850

$ 5,000

Ahora bien supongamos que desde el tren de elaboracion viene la causa de la mala calidad, pues ó no se ha limpiado bien la meladura ó no se ha dispuesto el grano de manera que se preste á una purga conveniente, ó no se permite purgar como corresponde ni el tiempo que debe para que no baje el azúcar en las hormas como suele decirse y creamos de buena fe que esto último produzca aumento de arrobas (1). Pero para hacer nuestra demostracion, es preciso que demos por sentado que se calcula de otro modo y que en vez de 400 cajas del surtido que se ha dicho no se hayan elaborado en el mismo tiempo mas que 350 cajas, mitad y mitad como acostumbra decirse; el producto entonces, considerando que el azúcar buena se ha vendido á 6 y 10 rs. con este mismo surtido, será el siguiente.

175 cajas de quebrado de 16 arrobas netas á 6 rs. $2,100
175 idem blanco de id. á 10 rs.......

3,500

350 cajas...

Total

$ 5,600

Creemos demostrada la ventaja por parte del mejor fruto, y todavía hay algunas razones de gran peso que alegar en favor del presente cálculo y muchas consideraciones particulares á que atender.

(1) Estamos persuadidos de que muchos dueños de ingenio dan á las hormas unas dimensiones estraordinarías, no solo por la necesidad de aprovechar el corto espacio de su casa de purga que pronto quedaría llena si las hormas fueseu chicas, sino tambien para que no haya mermas ni muchas bajas. De cualquier modo que sea el hormage demasiado grande no nos parece el mas conveniente para dar un fruto bueno.

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Hay otros poseidos de un error de distinta especie "Mis ter renos dicen, no son buenos azucareros; no es posible sacar de ellos buen frato" y sin embargo la casualidad ha hecho que alguna vez los hayan obtenido mas que regulares. No podrá negarse que hay una variedad en los terrenos que se emplean en el cultivo de la caña y que unos tienen todas las circunstancias necesarias, prescindiendo del cultivo que acaso es una de las principales, para dar un fruto siempre bueno. Pero los principios constitutivos de la planta, en todas partes son unos mismos, la única diferencia consiste en la proporcion con que están distribuidos, proporcion que varía mas ó ménos, ya por las circunstancias ó propiedades particulares del terreno, como por su posicion geográfica y topográfica, acaso por alguna causa oculta, ó mejor dicho, no esplicada todavía. Todas las cañas en sus elementos constitutivos tienen principio sacarino, acuoso, mucilaginoso etc.: todas son susceptibles de contener ácidos mas ó ménos predominante: la dificultad está en saber corregir todos los principios que se oponen á la evaporacion, en neutralizar los ácidos, en separar las féculas y materias estrañas, en fin, todo lo que se opone á la cristalizacion, á la concentracion y confeccion de la sal sacarina. Donde quiera que las cañas sean bien constituidas darán un jugo conveniente y susceptible de una fácil elaboracion; pero aun cuando no presenten estas buenas cualidades, como no se haya destruido ó viciado enteramente el principio capaz de producir azúcar, el arte y el trabajo corregirán necesariamente los defectos, ó cuando menos, modificarán todos los inconvenientes.

que

¿Y quién se encargará de esto? (dirán muchos) ¿Nuestros maestros de azúcar? Bien lo vemos; esta es dificultad y de gran peso. Esos hombres que en el Rio de la Palma hacen siempre buen fruto y con cualquier tren, y bajan luego á Güines para no cuajar, como dicen, ni una templa buena, no son, en efecto, lo deben ser. Pero nosotros preguntamos á la vez ¿y quiénes son los encargados de formar esta clase de peritos, clase tan necesaria, tan útil para sostener la rivalidad? ¿Los esperarémos de los filantrópicos establecimientos de la India? ¿Nos vendrán de Francia como han venido de los Estados-Unidos los maquinistas de vapor? ¿Los producirán nuestros campos donde aun apénas hay escuelas primarias? Claro está que no. Pues entónces formémoslos nosotros con una escuela de química aplicada á este ramo; escuela que tenga su teorica y despues su práctica, y de donde salgan profesores capaces de dirigir, así el mas complicado como el mas fácil de los trenes.

Recordamos haber empleado nuestro escaso influjo por mas de una vez en hacer patente esta necesidad; y no estará demas repetir que una de las consideraciones que mas deben decidirnos á

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