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leccion lo que se ha enseñado. Finalmente en lo posible se cuida de que el educando que ha de dar la próxima leccion, asista á la de su predecesor. Por este medio, y particularmente por la direccion especial de toda la instruccion práctica confiada á un maestro de la escuela normal, se asegura completamente el enlace y gradacion de las lecciones.

Es necesario que cada alumno de la escuela normal enseñe sucesivamente todos los ramos en la clase inferior; pues el maestro de escuela primaria por instruido que sea, ignorará la parte mas indispensable de su profesion, si no sabe enseñar los elementos.

110 SALIDA DE LA ESCUELA NORMAL.-EXAMENES.-CERTIFICADO Y COLOCACION.

Los alumnos salen de la escuela normal despues de haber seguido el curso por tres años, pues el prolongar su mansion seria obstáculo para admitir nuevos alumnos.

Pero previamente han de sufrir un exámen por escrito y á viva voz, segun está decretado por órden del ministerio de instruccion pública y de negocios eclesiásticos y médicos, de la cual damos aqui un estracto.

,,19 Todos los alumnos de las escuelas normales primarias del Reino sufrirán un exámen á su salida.

20 Los exámenes serán dirigidos por todos los maestros de la escuela normal y sobre todas las materias enseñadas en la casa, bajo la presidencia de uno ó mas comisionados, delegados por la Junta de escuelas de la provincia.

3o Todo alumno á su salida dará una leccion de prueba para certificar en que grado posee el arte de enseñar.

40 Concluido el exámen, y prévios los exactos informes que acerca de los alumnos salientes han de prestarse por el director y todos los maestros, se entregará á cada alumno una certificacion firmada por el director, los maestros y los comisionados.

50 En este certificado se especificarán los conocimientos y capacidad del alumno; se indicará si posee el arte de la enseñanza, y si su carácter moral le habilita para la profesion de maestro de escuela primaria. Se incluirá en él ademas un juicio é concepto general sobre sus dotes y habilidades, espresándose por uno de los términos; sobresaliente, bueno, regular, y correspondiendo á los números uno, dos y tres.

6o Este certificado solo concede al alumno la facultad provisional de ser empleado por tres años: pasados los cuales debe sufrir nuevo exámen en la escuela normal. Pero cualquier alumno que al salir del establecimiento obtuviese la nota de sobresaliente, y fuese maestro en una escuela pública en el discurso de los tres

primeros años, no estará obligado á presentarse á otro exámen. Todos los demas no podrán emplearse sino provisionalmente.

70 Estos segundos exámenes no se verificarán simultáneamente con los de los alumnos salientes; sino como los primeros, siempre á presencia y bajo la direccion de los comisionados de la Junta de escuelas.

8! El objeto principal de los primeros exámenes es averiguar el aprovechamiento de los alumnos en la lecciones de la escuela normal, y si han aprendido á aplicarlas; en los segundos no se lleva mas mira que informarse de la pericia ó tino práctico del candidato.

go El resultado de este nuevo exámen se espresará igualmente en otro certificado adjunto al primero, y se cuidará de especificar la aptitud del candidato para la profesion de maestro de escuela."

Por esta razon los alumnos á su salida reciben una certificacion, en cuya primera página se describen sus talentos, carácter y moralidad, y las dos siguientes contienen una relacion exacta del resultado del exámen en todos los ramos de estudio.

Los que no han obtenido plazas en el intervalo de los dos exámenes presentarán este certificado á los superintendentes é inspectores de escuelas de los lugares en que vivan, y al salir del lu gar pedirán un certificado de conducta que exhibirán al tiempo del segundo exámen. Los que hayan estado empleados durante los tres primeros años producirán certificados de sus superiores inmediatos.

Todos los alumnos no pueden ser nombrados inmediatamente al dejar la escuela; pero un gran número de ellos son propuestos por el director para las vacantes, y solicitados por el gobierno, por los superintendentes, magistrados &c., de forma que al cabo del año se puede calcular que todos están colocados." Strietz.

Puedo responder de la cumplida fidelidad que reina en esta descripcion de la escuela normal de Potsdam; habiendo podido juzgar por mi mismo en la larga y circunstanciada visita que hice á este gran establecimianto, que el estado que acabo de presentaros estendido en 1826, era todavia en 1831 inferior á la realidad.

(Finalizará.)

LAS ISLAS CANARIAS.

Existió la Atlántida.- Un transtorno universal desfiguró la tierra.

Nos ocuparemos hoy de la existencia de la antigua Atlántida, que no pocos se figuran haber sido un sueño forjado adrede y una pintura ridícula y novelesca. Los viajes nos desimpresionan de esta idea, como pasamos á demostrarlo, ocupando la atencion de nuestros lectores con una pequeña digresion sobre las islas Canarias, situadas en el Océano llamado Atlántico; pero nuestros mayores y muy inmediatas á la costa Africana, casi enfrente del cabo Bojador. Hácia el N. á poca distancia s ve la Madera y unas cuantas islas que la rodean. Al NO. están las de los Azores y las de Cabo-verde, de modo que de aquellas á estas puede describirse un círculo cuyas estremidades forman los dos archipiélagos, ocupando las Canarias la parte central. El suelo de las islas es reconocidamente volcánico y conserva evidentes muestras de horribles transtornos. Enfrente de todas las islas de que hablamos, y á las que daremos el nombre de Atlánticas, se descubre la inmensa costa de Africa, y mas al N. el estrecho de Gades ó Gibraltar, por el cual se reune el Mediterraneo al Océano, y divide la España del Africa. Lo interior de esta parte del mundo es una region abrasadora y árida, que presenta una superficie de 300 leguas cuadradas, rodeada de elevadísimas montañas por tres partes. Al O. en toda la costa del mar se advierten con mas claridad los indicios de un movimiento convulsivo, y las montañas litorales en ciertas distancias y separadas con auchísimos boquerones, están designadas como efecto de algun esfuerzo violento. Hácia el N. v en la estremidad de otra region interior vemos el canal que abre la comunicacion con el Mediterrano, y de ambas partes se nos está diciendo haberse efectuado una rápida separacion. El erudito Tournefort en su viaje á levante inculca la opinion de que el Me. diterraneo fuese en lo antiguo una vasta laguna, que rompiera furiosamente los diques que la contenian y su impetuosa avenida por el Oceano contribuiria á la ruina de una grande Isla. Los an... tiguos la conocieron, y sin duda y con toda claridad nos la describe el Times y el Critias de Platon. Cierto es en efecto que no pocos han calificado de fábula lo que allí se refiere de la Atlántida; pero bien mirado el asunto advirtamos que Homero, Euripedes, Dionisio de Halicarnaso, Diodoro de Sicilia, Estrabon, Plinio &c. dan como un hecho positivo el reinado de un Monarca sabio lla

mado Atlas en cierto pais situado en las estremidades del globo; Juego tenemos que la existencia de la tierra de los Atlantes no es cosa de pura invencion ó fabulosa. Kircher fué el primer investigador que presumió que los Azores y las Canarias fuesen reliquias de aquel pais, en cuyas estremidades supone la antigua Hesperia ó tierra de los Atlantes. En las islas de Cabo-verde supone el pais Gorgonio, y en el intérvalo de estas y de las Canarias fija la habitacion de las amazonas. Seria fastidioso é impropio de un artículo de periódico el entrar en los pormenores demostrados en este sistema, y en las analogías que le corroboran, fijando la atencion en el monte Atlas, recordando el jardin del as Hésperides, sus preciosos frutos, el dragon que lo guardaba y la conquista de Hércu les. La espedicion de este héroe contra las amazonas, sus columnas y verdadera situacion y otros numerosos hechos, en parte históricos y en parte fabulosos, que siempre se nos han transmitido como acontecimientos pasados en las cercanias del monte Atlas y en los puntos mas occidentales del mundo. Aunque las esplicaciones naturales de Kircher no pasan de conjeturas eruditas, concurren no obstante á fijar su opinion sobre el continente Atlántico.

Cuando pasados algunos siglos de fermentacion en los fuegos subterraneos llegó el momento de la explosion, se manifestarian en diferentes sitios, y causarian una infinidad de estragos. El agua que rodeaba la Isla causaria estragos al mismo tiempo, y de consiguiente los efectos reunidos del Océano y de las erupciones volcánicas hicieron que desapareciese el continente Atlántico de la superficie del globo. Un continente, dice Platon en su Timeo, mayor que el Asia y la Libia, en una sola noche fué devorado por las aguas. Apenas quedaron reliquias esparramadas, cuyas cimas formaron Islas, todo lo demas se sepultó en los abismos de la naturaleza. Al mismo tiempo que existia este movimiento estraordinario en las aguas del Océano, el Mediterrano, que se supone separado por un istmo, le rompió llenando el hueco de toda aquella tierra. Desde entónces empezó á disminuirse la estension del Mediterraneo, dejando progresivamente aumentarse la tierra en sus riberas, y en las islas y en la Italia las llanuras y el pie de las montañas se llenaron de plantas. Aparecieron nuevas islas, se disminuyó la impetuosidad de los volcánes litorales, y fueron mas terribles los no sumergidos.

Antes de esta catástrofe, y en los dias prósperos de la existencia de los Atlantes, brillaron entre ellos las ciencias, lo que concilia la opinion de los que suponen la cuna del género humano en el Norte, pues algunas poblaciones descenderian hasta la hermosa isla Atlántida, en cuyo benéfico clima se desarrollaron los espíritus y empezaron á manifestarse las ciencias y las artes. Allí debió haber nacido la astronomía, porque sus habitantes ocupaban

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un pais marítimo, y los impulsos del génio con la bondad del cli ma favorecian aquella ciencia tan necesaria. En el frio y nublado Norte no habia tal proporcion que la facilitase, y aun en las llanuras de la Caldea faltaba la necesidad de hacer observaciones, aunque sobraba el tiempo para ellas. Respecto de los tiempos antiguos casi todo se reduce á suposiciones, y las mas probables llevan la calidad de admisibles. Por eso no hay inconvenientes en que las ciencias y las artes pasasen de los Atlantes á los primeros de quienes se nos dice haberlas cultivado, con particularidad á los egipcios. El arte de embalsamar y el origen de las pirámides fué indudablemente de los Atlantes. En la Persia, en la China y en otras regiones del Asia se encuentran usos atlánticos, y aun despues de la horrible catástrofe existieron estos pueblos con pasmosa celebridad en la memoria de todos los hombres que conocieron el archipiélago, formado de las ruinas de aquella grande isla, dándole el nombre de Islas Afortunadas (1) El pueblo que las habitaba habia perdido casi todas las tradiciones y conocimientos de sus mayores, porque los sabios y los artistas vivirian en grandes ciudades y en los puertos, y en el momento de aquel funesto transtorno ó perecieron ó se embarcaron, llevando sus conocimientos à los puntos en que encontraron asilo. Lo cierto es que los guanches, habitantes de las Canarias, ofrecieron á la contemplacion de los descubridores la perspectiva de unos hombres descendientes de algunos labradores poco ilustrados, que vivian sobre las ruinas de los volcanes y que habian sobrevivido milagrosamente. (2) Es cierto pues que de la Atlántida solo existen algunas rocas y vol. canes esparcidos en un borrascoso mar, el nombre que nos trasmitió la antigüedad y el desengaño que podemos sacar de la reflexion, es decir, que otro tanto puede suceder á los imperios actuales, pues las generaciones caducan y desaparecen á veces. Una de estas catástrofes de la naturaleza tal vez en un instante derribará todas las ilimitadas tentativas del orgullo humano, y solo tendrémos la consoladora idea de que nuevos pueblos contemplarán sobre nuestras ruinas.-Desearimos que este escrito lo graduasen los sabios como un sueño, mas tambien quisiéramos, y aun nos atrevemos á suplicarles en honor á las ciencias, que meditando profundamente sobre sus principios no lo califiquen de disparatado. ¡Que campo para el hombre meditador!

(1) Edimburg's Register n. 14 1836.

(2) Scientific Investigation of our own existence vol. 2, pàg. 153, London. 1839,

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