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lenar la mision confiada á las corporaciones de nuestro Instituto, Si otros fueran nuestros recursos pecuniarios; sino laboràsemos en las penurias de una lamentable escasez de fundos, que tanto acotan nuestros deseos, yo propondria desde luego que esta clase fuese dotada por nosotros. Pero ¿Quién ignora que no llega á tanto nuestro tesoro? contentémonos pues con hacer la súplica á la autoridad competente con los informes prévios que sean necesarios y dirijamos por tanto al Esemo. Sr. Capitan general de la Isla suplicándole, pese en su alta penetracion esta idea, para que si la considera acreedora á su adopcion se digne verificarlo, dando al asunto el curso que tenga por conveniente.

Yo sé, y permítaseme contestar á la objecion mas fuerte conque puede contradecírseme; yo se que la minería no es una cieucia aislada, que pueda enseñarse como el derecho, ó la economía política, por ejemplo: Compónese como la medicina, de varias ciencias auxiliares. Necesita el minero del auxilio de las matemáti cas en las que es claro comprende la mecánica; de la mineralogía para conocer las principales sustancias minerales; de la química para los ensayos; de la geología para distinguir la estructura de las tierras que ocultan los criaderos minerales; de la esplotacion para arrancarlos de sus entrañas; y acaso de otros conocimientos que yo por no ser minero no alcanzo en este momento. Pero pudiéndose instruir el jóven cubano en esos ramos preliminares en las cátedras de la capital de la Isla, ó acaso metodizarse un curso de ellos veo desaparecer ese inconveniente á primera vista embarazoso.

Pero bien, se puede decir todavía ¿habrá alumnos para esa enseñanza? No pretendo contestar de un modo tan afirmativo como lo es para mí; mas pienso que jamás debe escusarse una enseñanza por solo ese temor cuando parece prometérnoslo, el gusto que comenzamos ya á notar por este ramo; gusto que será mayor cuando la luz de la ciencia haya iluminado el camino que hoy se presenta oscuro y cubierto de sombras levantadas por la preocupacion, la timidez, el error y la desconfianza ¿A quién no arredra desconocer un ramo en que han de arriesgarse sumas de dinero, de que no todos gustan desprenderse?

Sin embargo, continuará diciéndose ¿como se quiere una cátedra para ilustrar á los mineros, cuando no hay todavía escuela para enseñar al agricultor en que es visto ser mayor él interes por ser mayor el número de individuos consagrados á la industria agrícola? Esto, contestaré francamente, si prueba algo es, que hemos sido tan desidiosos y rutinarios en esta parte, como seriamos si nos arredrásemos ánte los inconvenientes que pueden oponerse al establecimiento de una cátedra de minería. Si guiado por el fanal de las ciencias hubiéramos cultivado nuestros campos. ¡Qué otra seria hoy la agricultura cubana!.....¡Qué otra, pues, será la minería

de Cuba si tiene la dicha de que su cuna sea mecida, no por la mano incierta y peligrosa de la rutina, sino por la certeza de la ilustracion....!

V. SS. empero mas avisados que yo, discutirán la materia, si así conceptúan deberlo hacer: desecharán ó reformarán mis ideas, segun les dicte su discernimiento, y yo siempre seguiré y aprobarè con gusto el acuerdo de V. SS., y con mas gusto la resolucion del Gobierno, si llegan á pasar á sus providas manos estos renglones. Mi situacion especial me autoriza á creer que V. SS. se persuadirán de cuan convencido estoy de la utilidad del ramo de que trato, cuando yo mismo acabo de arriesgar en él, no pequeña suma, y consagradome á la cabeza de una compañía de alguna consideracion, que comienza á trabajar en quince criaderos que tiene registrados al Este de la ciudad en la costa del Sur á barlovento de este puerto, abriendo quizá los cimientes de una empresa que esparcirá la actividad y dará la vida á mon es solitarios, cuyo silencio interrumpen hoy los barrenos de nuestras labores. Habla, pues, por mi boca, mas que el interes personal el interes del pais, y sobre todo la buena fé, en gracia de la cual el gobierno y V. SS. escusarán mi osadía y mis errores, si por desgracia he caido en alguno de estos, ó en ámbos escollos. Comiencen pues V. SS. á discutir el proyecto, que yo he concluido su esposicion.-Cuba Julio 15 de 1840.

SISTEMA PENITENCIARIO.

Carta de D. Ramon de la Sagra al Director de la Revista Británica.

El interesante artículo que V. ha publicado en el último número de su periódico, bajo el título de las prisiones en Europa y América y de los varios sistemas penitenciarios, me ha sugerido algunas reflexiones sobre la posibilidad de su introduccion en Francia.

Exceptuando algunas indicaciones sobre las penitenciarias de los Estados-Unidos, que me han parecido algo inexactas, convengo con el autor en la necesidad de reformar las prisiones en Europa, cuya opinion parece ser en el dia comun, tanto á los gobiernos mas cultos como á los escritores filantrópicos y á todos los hombres de bien que se ocupan en curar las llagas de nuestra sociedad.

La reforma general de las prisiones se anuncia para la Fran cia con caracteres mas que probables, y las dificultades que pueden ocurrir sobre el costo de lo material de las nuevas construcciones, se hallan en gran parte vencidas en el luminoso informe de Mr. Beranger, leido á la Academia de ciencias morales y políticas.

Resuelta la cuestion de la conveniencia y de la necesidad de adoptar el sistema penitenciario, se suscita otra secundiaria, pero muy importante, sobre el régimen que debe preferirse de los dos que se hallan en práctica en las cárceles de los Estados Unidos; es á saber, entre el régimen llamado de Auburn, bajo el cual los presos sometidos á la regla del silencio, trabajan no obstante reunidos en los talleres, sufriendo la reclusion solitaria durante la noche, y el régimen llamado de Pensylvania, segun el cual la reclusion y el aislamiento de los presos en celdas separadas dura todo el tiem po de su condena.

Considerado el sistema penitenciario bajo el punto de vista teórico que en su esencia le constituye, y bajo el de los resultados que debe proponerse, no hay duda alguna de que el régimen de las penitenciarias del Estado, en Filadelfia y Pittsburg, y de las otras seis prisiones que existen en la América del Norte (1) construidas sobre el mismo plan, es superior al de las grandes penitenciarias del Estado de New-York y de las otras que siguiesen con el modelo de Auburn. (2) Pero falta aun, á mi modo de ver, el discutir si en confirmacion de la superioridad reconocida de las primeras en los Estados-Unidos, su práctica en Francia ofrecerá inconvenientes tal vez insuperables.

Para facilitar el camino que puede conducir á resolver esta cuestion, haré algunas reflexiones preliminares sobre los elementos constitutivos del sistema penitenciario. Estos son 1o el silencio: 20 la reclusion: 39 el trabajo. Cada uno de estos tres elementos de disciplina puede ser considerado como un agente de reforma moral ó como un castigo: y de esta doble consideracion se dedu- | cen todas las modificaciones de que es susceptible el sistema penitenciario para ser aplicado con justicia y eficacia al castigo y á la

(1) Estas son las cárceles del condado de Filadelfia y de Pittsburg, la cárcel de represion del estado de Jersey en Trenton, la del estado de Rhode-Island en Providencia, la casa de detencion de New-York y la penitenciaria de la provincia inglesa del Bajo-Canadá en Mont-Real.

(2) Quince prisiones se hallan en el dia construidas por este sistema; á saber; las penitenciarias de Auburn, Sing-Sing y Blackwe! Island en el Estado de NewYork, la Windsor en el de Vermont, la de Concordia en el de New-Hampshire la de Wethersfield en el de Connecticut, la de Charlestown cerca de Boston en el de Massachussets, la Washington en el distrito de Colombia, la de Baltimore en el Estado de Maryland, la de Millodgeville en el de Georgia, la de Baton-rouge en la Luisiana, la de Nash, en el Tenesee, la de Francfort en Kentuky, la de Columbus en el Ohio y la casa de represion del condado de Worcester en el Estado de Massachustets. Durante mi viaje he visitado nueve de estas penitenciarias, que son las principales.

curacion de los presos en todos los grados de vicio, de delito y de crímen que pueden ofrecer.

Me parece pues que para la aplicacion de la teoría penitenciaria debería formarse una escala ó gradacion, combinando de varios modos aquellos tres agentes morales y represivos; graduacion cuya eficacia correspondiese á las necesidades respectivas de cada categoría de individuos, empezando por los adultos criminales, y descendiendo á los jóvenes delincuentes. Durante mi viaje á los Estados-Unidos, creo haber descubierto la existencia de esta graduacion, y me parece que semejante teoría ha procedido, especialmente en el estado de Massachussets á la aplicacion del régimen penitenciario en cada uno de los tres establecimientos que allí he visitado: es á saber, en la penitenciaria para los criminales, en la casa de correccion para los adúltos, y en la casa de reforma para los jóvenes delincuentes. Allí, como he dicho en la relacion de mi viaje (1) "al alma criminal y endurecida de los moradores de la primera se aplican las reglas severas del silencio, del aislamiento del trabajo contínuo y del castigo, confinándolos á la soledad de su calabozo en las horas melancólicas de la noche, solos con su conciencia y sin mas consuelo que la esperanza del arrepentimiento. Al corazon pervertido de los habitantes de la segunda se administran los remedios de un ejercicio constante, un alimento moderado, castigos de simple privacion, el silencio, la soledad nocturna, pero acompañada de los consuelos de la Biblia. Finalmente al jóven viciado, mas no corrompido, se le somete á una disciplina dulce y paternal, que tiende á realzar su alma abatida, á inspirarle sentimientos nobles, y á educarle en los principios de la moral social y de la dignidad humana."

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De esta consideracion capital se desprende naturalmente como consecuencia que la teoría penitenciaria, aunque siempre apo yada en los tres elementos ó agentes, silencio, reclusion y trabajo, no deber ser de igual intensidad en la práctica, sino modificada en la duracion y en la severidad de aquellos medios, segun que se aplique á las prisiones de condena, á las cárceles de detencion, á las casas de correccion, ó á los refugios de la niñez.

Si pues el mayor á menor grado de vicio y de criminalidad debe hacer modificar los medios penitenciarios para que sean eficaces en su aplicacion, creo que tambien debe hacerse en el carácter respectivo de la poblacion delincuente y criminal, á la cual se apliquen: porque no me parece filosófico considerar dichos me.. dios aplicables de una manera absoluta en una nacion cualquiera, dependiendo el éxito del sistema, no solo de la exactitud con que

(1) Véase el art. Boston del diario de mi viaje, titulado: "Cinco meses en los Estados Unidos de la América del Norte. Paris 1837.

se pongan en práctica los principios de la disciplina, sino de la índole y de las circunstancias de los individuos que á él se someten. El autor del luminoso artículo que V. ha insertado con feliz criterio hace algunas reflexiones comparadas entre el carácter de los criminales franceses é ingleses, caracter marcado y patente de un modo horroroso en las fisonomias de los habitantes de los presidios, de los pontones y de las cárceles. Pero este sello de las violentas pasiones que predominan en el alma de los criminales demuestra, á mi modo de ver, tambien lo absurdo del régimen y de la disciplina á que en aquellos lugares se les sujeta, puesto que léjos de modificar y de suavizar los rasgos y relieves del vicio y del crímen, parece que por el contrario los aumenta en las fisonomías de los presos, la de los habitantes de las penitenciarias de los Estados Unidos ha ofrecido otros carácteres á los viajeros que las han visitado; y yo he confirmado por mí mismo la exactitud de esta observacion, como he dicho en mi obra.

"La serenidad de la reflexion se veia en sus semblantes, la resignacion en sus miradas, la obediencia en sus acciones, y al contemplarlos se desvanece toda idea de temor que su número y su fuerza pudieran despertar."

No puedo creer que el disimulo de la hipocresía alcance jamas á fiojir este cambio de facciones y de gestos en una masa tan considerable de hombres groseros é ignorantes como son generalmente los criminales del Norte-América.

En confirmacion de estas observaciones, diré tambien que la fisonomía y el carácter de los habitantes de las cárceles y casas de detencion de aquel pais, son sumamente diversos de los que ofrecen los de las penitenciarias. Y si aun necesitamos de mas pruebas para demostrar cuan eficaz es la influencia de un régimen constante, uniforme y sabiamente calculado sobre el carácter y las fisonomías de los individuos que é él se sujetan, las instituciones sociales de educacion nos suministrarian infinitos ejemplos.

Me hallo convencido de que la introduccion del sistema penitenciario en las prisiones de Francia haría variar el cuadro fisonómico, que son una verdad desapacible nos refiere el viajero ingles en su visita á las casas centrales de Melum y de Poissy "aquella mirada salvage, aquellos ojos negros, aquella pupila dilatada, brilladora como un diamante opaco, feroz, sensual, inteligente pero temible."

La disposicion á la mudanza que anuncio se halla entre los elementos del frances culto y despejado hasta en la categoría criminal.

Las indicaciones que dejo consignadas pueden dar la medida de la esfera de influencia que doy al régimen penitenciario sobre el caracter y la conducta de los criminales á él sometidos; pero

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