Imágenes de página
PDF
ePub
[ocr errors]

tas impresiones dulces nos conmueven sin cegarnos; y el placer de ver á la mañana desliarse aun el hilo de nuestra vida, no se acibará por la idea de que pronto se romperá este hilo.... Hay en el aspecto de la naturaleza un presentimiento de que esta belleza arrobadora, no es sino el símbolo de otra belleza. ¡Y que fuerza no toma esta idea, cuando en la noche, los astros relucientes vienen esclusivamente á herir la vista! ¡Que imágen mas completa del ocaso de la vida que aquella oscuridad que envuelve las cosas terrestres y descubre mundos sin fin al alma próxima á escaparse! ¡Espléndida representacion de la eternidad es el firmamento para aquella edad en que el tiempo vuela con rapidez!”

Despues de haber dejado la palabra á Mda. Necker me guardaré mucho de tomarla de nuevo; solo agregaré una observacion. A pesar de todo lo que he dicho en bien de esta obra, no permitiria su lectura á las jóvenes, sintiendo no franqueársela, bajo de otras muchas relaciones. Pero la descripcion tan perfecta de las revoluciones que se verifican en la imaginacion y en el corazon de las mugeres en todas las faces de su existencia y particularmente cuando brota la juventud no debe anticiparse; se arriesgaria mucho en acelerar la crisis llamando demasiado su atencion sobre los síntomas que la anuncian, así como se hace aproximar la invasion de la fiebre á fuerza de tomarse el pulso. Reservaria pues este libro para las madres y les diria: leedlo frecuentemente para vuestras hijas, y siempre para vosotras.-B. B.

(Bib. Univ. de Ginebra.)

ECONOMIA POLITICA,

AGRICULTURA.

La agricultura es el arte de dirigir la fecundidad natural de la tierra para la produccion de las cosas necesarias, ùtiles ó agradables á la especie humana.

En las primeras edades de la sociedad civil la agricultura no es mas que una práctica grocera, un trabajo miserable y una especie de instinto mas propio para la conservacion del individuo que para su bienestar, é incapaz de crear ni de fecundar la prosperidad social. Las ciencias y las artes son las que, haciendo progresar la civilizacion, la sacan por último de su impotencia primitiva.

Con su impulso toma vida la agricultura, y con su ayuda se agranda y se desenvuelve hasta llegar á ser la mas importante y la mas poderosa de todas las artes.

La economía política no considera la agricultura bajo aquel punto de vista que le dá la habilidad del labrador en sus trabajos agrícolas. Esta ciencia sube mas alto, y la contempla como una causa y un medio de riqueza. Bajo este aspecto la agricultura hace un gran papel en la ciencia económica.

Tres opiniones han dado mas o menos importancia á la agricultura, pero todas estas han perdido mucho de su voga, á proporcion que esta ciencia se ha ido perfeccionando y arrojando mas luces en el estudio de las diversas fuentes de la riqueza.

Cuando se tenian apénas algunas nociones confusas sobre la naturaleza, y las causas de la riqueza moderna, comenzó á cundir la opinion de que la agricultura era la única causa productora de toda riqueza; en lo cual se fundaban diciendo que esta reina de las artes producia todos los elementos materiales de la riqueza, y que ninguna de las demas industrias humanas alcanzaba á aumentar su masa, ni á estender la propiedad, puesto que todas las cosas que pueden poseerse y disfrutarse, sea cual fuere la forma que se les dé son producciones de la tierra, y á ella le pertenecen, luego que se analizan, y se encuentran sus elementos.

Esta opinion hizo entonces una impresion tanto mas grande, cuanto que estaba sostenida por la autoridad de un gran número de sabios, y de hombres de Estado, no ménos recomendables, por sus luces y sus talentos, que por sus virtudes, y su posicion social. El error no habia tenido nunca patrocinio mas poderoso, ni jamas llegó á hacer progresos mas rápidos, ni mas ruidosos, ni de mayor importancia.

Pero tanta como fué la admiracion que produjo esta doctrina, que se miró en un principio como un descubrimiento, y como un raro esfuerzo del espíritu humano, tanto mas llamó la atention general hacia el exámen de las causas de la riqueza, mayores fueron las investigaciones que se hicieron, y mas graves las controversias, y las disputas que se engendraron; descendiendo y entrando por este medio los sabios en lo mas hondo de la ciencia económica. No será pues útil trazar aquí toda la polémica, á que dió lugar el sistema agrícola llamado tambien de los economistas. A este fin será bastante reasumir las demostraciones que los destruyen y colocan entre los monumentos de la fragilidad del espíritu humano.

Y en primer lugar es una cosa harto clara que la agricultura no produce todos los elementos materiales de riqueza cual decian los economistas. La caza, la pesca y las minas dan tambien elementos de la misma naturaleza y concurren en proporcion á formar la riqueza pública.

El comercio esterior puede tambien introducir en un pais todos los elementos materiales de riqueza, y de consiguiente es visto que participa con la agricultura de su facultad productora. Se podrá preguntar si los productos exóticos requieren para su adquisicion mas trabajo, y mas capitales que los productos indígenas. Esta cuestion es diferente de la que examinamos ahora. Pero de cualquier modo que se resuelva, baste el notar aqui que su solucion no puede ser favorable, al sistema que atribuye á la agricultura el privilegio esclusivo, de producir ella sola los elementos de la riqueza.

Despues de esto, se ve que es el colmo de la ilusion el confundir y presentar bajo una misma idea la riqueza y sus elementos materiales. ¿De que servirán para ella los productos agrícolas en su solo ser, y circunscritos en su estado natural? Valdrian cuando mas otro tanto como el diamante sacado de la mina, del cual se puede formar riqueza; pero aquellos productos no serian la riqueza misma ni compondrian tampoco la totalidad de ella. ¿Y quién seria capaz de reconocer la riqueza en las plantas cereales, cuando en su estado primitivo no pueden tan siquiera servir para la subsistencia de los hombres? ¿Ni quien podria tampoco reconocerla en los productos agrícolas que se aprovechan para el vestido, y que serian del todo inútiles sin una multitud de tareas y procedimientos, que de ninguna suerte pertenecen á la agricultura? ¿Y que diremos de los materiales que sirven para los edificios, cuyo aprovechamiento requiere tan grandes sumas de trabajo y de capitales?

Se necesita mucha prevencion, y que esta prevencion sea muy ciega para atribuir la riqueza á aquel género de trabajo que no dá sino productos brutos, é informes sin utilidad actual é inmediata, y negársela á aquel trabajo que desenvuelve las calidades de aquellos mismos productos, y que haciéndolos útiles forma con ellos la verdadera riqueza.

Aun cuando los productos agrícolas fuesen una riqueza propiamente dicha (que no lo son como lo demostrarémos en otro arúículo) en tanto podrian tener el título en cuanto se hallasen en estado de poder consumirse y usarse. Pero este estado no lo deben á la agricultura, sino al concurso del trabajo que los ha hecho consumibles. Este trabajo tiene pues un valor, asi como lo tiene el del labrador, y si este contribuye por medio de su trabajo para producir la riqueza, los que trabajan en hacer útiles y consumibles los productos agrícolas no concurren ménos por su parte para que exista la riqueza, siendo cierto que no la habria sin su cooperacion. Sin valor no hay riqueza, y sin este nuevo trabajo no habria valores.

Despues de esto, al trabajo con que ayudan á formar la riqueza los que apropian para el consumo los productos agrícolas, debe añadirse el trabajo del comercio que trasporta esos mismos

productos brutos ó manufacturados desde el lugar donde no había consumidores hasta el parage donde se encuentran. Sin consumo no hay aprecio, mas sin aprecio no hay tampoco riqueza.

Y de cualquiera manera y en cualquier caso que sea si la riqueza se deriva de la agricultura, á lo ménos se concederá que no procede de ella sola, ni se produce sin el concurso de la indus. tria y del comercio. Luego es un error capital la opinion de aque llos que proclaman la agricultura como la sola causa productora de la riqueza.

Pero á lo menos dirá alguno la agricultura produce la riqueza en un grado superior á todas las demas causas que concurrèn á formarla y bajo de este aspecto no puede ménos de merecer un aprecio y un favor especial.

Esta opinion tiene en abono suyo la justa celebridad de un autor muy recomendable, y se apoya sobre la idea de que la agricultura no solo reproduce los salários del trabajo y las ganancias del capital, sino que tambien le es propia la virtud de rendir un sobrante que forma la renta de propietario del suelo cultivado. Esta renta, dicen los patronos de esta opinion, es un presente que la naturaleza hace al hombre, y forma, por decirlo así, su parte contribuyente en la obra de la produccion.

Otros han ido mas léjos y han sostenido que la fecundidad natural de la tierra es el principio, la regla y la medida de la renta del propietario, y esto de la manera, que si todas las tierras que se cultivan fueran igualmente fecundas, todos los productos se repartirian entre los salarios del trabajo y las ganancias del capital, sin que resultase nada con que formar la renta del dueño.

Esta rara doctrina no tiene ni el menor fundamento. Sea cual fuere la diferencia que se encuentra en el cultivo de las tierras, aunque las unas sean mas fecundas que las otras, aunque todas ellas ofrezcan productos desiguales, aunque tambien haya algunas que no produzcan mas que los salários del labrador y las ganancias del capital, su fecundidad relativa no les dá ni mas ni ménos parte en la produccion de la riqueza, porque como dejámos ya observado, la riqueza no resulta precisamente del acerbo de los productos brutos de la agricultura, sino de sus productos usuales y consumibles, cuando hay consumidor que los busque y los retribuya.

Mas aunque fuese cierto que la agricultura es la única que produzca alguna cosa por cima de los salarios del trabajo y de las ganancias del capital, y que deba mirarse este sobrante, como la parte gratuita concedida por la naturaleza al propietario del terre. no, no por eso se seguiria que tenga mas parte en la produccion de la riqueza que las demas causas que concurren con ella al mismo efecto. Para esto seria menester averiguar y saber á punto

fijo cual de los tres géneros de empleo que puede hacerse del capital, en la agricultura, en la industria ó en el comercio seria mas lucrativo para el capitalista, el empresario del trabajo, el obrero y el estado. Considero bajo este aspecto, el exámen de la produccion de la riqueza ofrece resultados enteramente distintos de los que dá la abundancia ó la rareza de los productos materiales de la agricultura, los cuales como tenemes dicho, no son sino elementos de riqueza, pero no la riqueza misma que nace de ellos.

Se ha pretend do tambien que la riqueza de un pais, cualquiera que sea, se contiene en los límites del cultivo de su territorio; para lo cual ha sido menester suponer que lá agricultura no solo produce la riqueza como un medio para su formacion, sino que tambien es su término y su medida. Esta opinion sumamente ingeniosa tiene en su favor argumentos muy seductores. Se supone lo primero de todo que ningun pais puede gozar de una verdadera independencia, sino cuando su agricultura alcanza á satisfacer todas las necesidades de la poblacion. Despues de esto se añade que cuando la agricultura ha llegado ya al punto de no poder aumentar las subsistencias mas allá de lo que produce, cualquier otro aumento de riquezas de que se hable, no es mas que nominal.

Para haber de fundar esta doctrina establecen come un principio, que la poblacion se hace estacionaria, y que en vez de aumentarse corre el peligro de una rápida decadencia cuando despues de hechos todos los progresos de que es capaz el cultivo, ha llegado este á su perfeccion y á su término.

Esta doctrina es igualmente errónea en sus dos partes.

10 Porque hace depender la riqueza de un pais del estado de la poblacion y de las subsistencias nacionales, en lo cual hay una equivocacion que viene á los ojos. Sea cual fuere la cosa que constituye la riqueza, vemos con evidencia que esta puede muy bien recibir un aumento indefinido con una misma. poblacion, y aun con una poblacion decreciente. Tal ha sido el resultado necesario de los progresos de las artes y las ciencias, de la industria y de la civilizacion. La mayor habilidad y pericia en el trabajo y en el empleo de las máquinas; la perfeccion de los caminos y canales que facilitan el transporte de los productos del trabajo, y las economías y los medios que ofrece el comercio para la circulacion de los valores que deben servir de pago, son otras tantas ventajas que disminuyen la suma del trabajo bruto, y que ahorran el servicio de una multitud de brutos. La reduccion de aquella clase de jornaleros que subsisten de este trabajo material, léjos de dañar á la riqueza, la aumenta con la economía que proporciona sobre el trabajo general. He aquí pues una progresion de riqueza que no exige un aumento de subsistencias nacionales, ni requiere progresos nuevos de agricultura.

« AnteriorContinuar »