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rado, en el cuerpo casto y en el vestir honesto, sino tambien en la familia : la qual, ha de ser bien acostumbrada y tomar exemplo de su ama. Acerca de su vestir, aunque aya dexado las joyas y vestidos alegres, no por esso le aconsejaria que se vistiesse de cilicio, ò de paño muy grosero, mas que tenga vn cierto medio, que ni se arrime à fausto, ni pueda oler à hypocresia porque Dios no mira à los vestidos, sino al animo. En el hablar guarde siempre medida, de manera que no le salga palabra por la boca, ni fuera de tiempo, ociosa, ni poco considerada. Huya, quanto pudiere, la yra, que no ay cosa menos digna de muger que vozear y ponerse en contiendas con las criadas: porque los yerros que cometen, ò son sufribles, ò no : si no lo son, lo mejor serà, embiarlas con la bendicion de Dios: si son sufribles, ha de reprehenderlas con caridad y corregir mansamente su ygnorancia ò inaduertencia. Y porque las mudanças de la fortuna son ahora alegres, ahora tristes, y las vnas se siguen tras las otras, cubriendose toda en ellas de fortaleza, no sea mayor ni menor, sino siempre sea vna mesma. Las limosnas sean à medida de la hazienda que tuuiere, y conforme à ella se hagan mas ò menos: y no, à toda qualidad de personas, sino solamente à buenos, y à los que sabe, que estan mas fatigados d'el peso de la pobreza: porque serà el bien mayor y harà tambien mas prouecho. Y no solamente ella haga buenas obras, pero tambien aconseje à otras que las hagan : y no procure que la vean, ni se sepan, mas estime mas la obra que la fama. Sus oraciones no sean de la manera que las vemos en algunas, que con largos sartales de cuentas en la mano, murmurando entre dientes, andan mirando toda la casa: y por vna paja en que tropieçan, interrompiendo las palabras santas, vozean y maldizen. Mas recogiendose dentro de su, aposento, cerrada en el, mirando con los ojos d'el cuerpo la imagen d'el crucifixo, y buelta con los d'el entendimiento à Dios, derrame no menos lagrimas que ruegos: pensando

en tantos beneficios, como por su pura gracia nos ha hecho y haze de contino, y en nuestra ingratitud para con el. Y el fin de todos sus ruegos sea que el que puede y es sumo amor y bondad, le dè verdadera fe, y fuerça, para conformarse con su sola voluntad. No cure de salir de casa para yr à fiestas, à bodas, ni à semejantes lugares, sino solo para oyr la palabra de Dios y visitar su Iglesia : en la qual no sea la primera que entre, ni la postrera que salga: porque siempre lo demasiado da que sospechar al vulgo lo qual ha de huyr con gran cuydado, como he dicho. En quanto à la confession que deuemos hazer al sacerdote, no la apremio à que sea muy à menudo, pero à que no la dexe à los tiempos. que manda la Iglesia. A la que estamos obligados à hazer à Dios, no se ha de passar, no solamente dia, mas ni aun hora : porque quando dexamos de pecar, sino con la obra, alomenos con el pensamiento, con el desseo, y con la voluntad? Y porque emos permitido à nuestra discipula el conocimiento de las sagradas letras, digo, que fuera de los santos dotores, que las declaran, ha de acudir luego, en las dudas que pueden currir à nuestra ygnorancia (por no enrredarse en los errores de las heregias) à algun sacerdote, muy docto, anciano y de fama : à cuyo parecer, siendo aprouado de la Iglesia, ate, como à fuertissima ancora, la nauezilla de su ingenio. Y assi como ha de adorar vn solo Dios, assi ha de honrrar tambien à todos los santos: los quales, resplandeciendo ahora en el Cielo por la lumbre de su gracia, nos combidan al camino de la bienauenturança con los exemplos de las piadosas y buenas obras, que mostraron en la tierra. Pero guardese de incurrir en el error de algunas demasiado credulas y supersticiosas que, mouidas de cierta boba aficion carnal, tienen mas deuocion en algun santo particular que en el mesmo Dios. No rehuse las honestas conuersaciones de las mugeres de buena vida y sus yguales: ni tampoco muestre con ellas afectacion de santidad, como hazen algu

nas, mas codiciosas de parecer que de ser: mas vse de toda la qualidad de entretenimientos que puede auer entre las sabias y honestas: mostrando siempre vna amable alegria y gracia en el rostro. De ninguna diga, ni piense, mal: falta comun de muchas, que curiosas de saber los secretos de las casas agenas, todo lo espian, todo lo juzgan, todo lo echan à lo peor, y de todas componen quentezillos. Reprehenda modestamente los pecados publicos; de los secretos dexe à Dios el juyzio y siempre juzgue que los suyos son mayores y peores que los de todas las otras. En las diuersidades de opiniones diga su parecer sin porfiar, pensando siempre que puede errar. Mas nueuas de las plaças, como de los tratos de los Reyes, de las deliberaciones de los Principes, de la paz, de la guerra y semejantes, no cure de escucharlas, ni hable en ellas mas tenga siempre, como he dicho, buelto el pensamiento, parte à Dios, parte à si mesma, parte à sus hijos, y à todo el gouierno de su casa y familia. A los palacios no vaya jamas, sino la constriñere alguna gran necessidad. Las Iglesias, adonde fuere, no sean las mas frequentadas, sino las mas deuotas : y adonde tenga mas ocasion de rezar, y menos de pecar. Las demasiadas platicas, que veo tener à algunas con religiosos, no las aprueuo: no porque no aya, por todas partes, muchos santos hombres y exemplares: mas porque no le està bien à la muger tener mucha conuersacion con ningun hombre, aunque sea religioso. Tampoco querria que frequentasse mucho las casas de las amigas, ni de las parientes lo qual condenò sant Pablo porque ay algunas tan ociosas, que reciben gran contento de espaciarse muy à menudo por casas agenas: y alli, ò aconsejando, ò reprehendiendo, quieren dar à entender que saben mucho y mientras son de aguda y sutil vista en ellas, son grosseras y mas torpes que topos en el gouierno de las suyas.

DOROTHEA. Mal haze el señor que dexa perder su señorio Por guardar el ageno.

FLAMINIO. Y voluiendo à la sospecha, que tantas vezes he aconsejado, que se huya: aueys de saber que se puede caer en ella, no menos dentro en casa que fuera, y no menos por causa de los familiares, que de los estraños. Por tanto, serà bien, que veamos, lo que acerca d'ello, escriue el bienauenturado sant Hieronymo1 à Saluina: «La fama de la castidad (dize el glorioso santo) es en las mugeres cosa tan delicada, que, como flor, con qualquier liuiano viento se marchita, y con qualquier pequeñito soplo se daña: especialmente, quando la edad es para inclinarse al vicio y le falta la autoridad d'el marido : cuya sombra es el amparo y arrimo de la muger. Hay, que haze ella, entre la multitud de los familiares y entre el ruydo de los criados ? à los quales, no quiero, que los menosprecie como sieruos, mas que se auerguence d'ellos, como de hombres. Por cierto, si la casa ambiciosa requiere muchos criados, que se les deue poner por mayor y cabeça algun viejo de honestas costumbres, cuya autoridad sea reputacion de la señora. Yo sè bien que muchas, aunque cerrassen la puerta de su casa para todos, no escusaron por esso la infamia causada de los familiares d'ella: de los quales nacia sospecha: ò por andar demasiado de bien vestidos, ò por muy buen parecer, ò por la mocedad, ò por la altibez, que suele muchas vezes descubrir el amor encubierto y ser causa de que el criado quiera ser superior à su compañero.

Mas porque assi como el azero ò el christal es espejo de nuestras figuras, assi tambien los buenos exemplos son espejo de la virtud, pues que no me quedan otros particulares preceptos que dar à la biuda pareceme que os serà prouechoso que vays considerando comigo algun tanto la vida de Iudith la qual sola puede con razon ser exemplo

1. Lo que sant Hieronymo escriue à Saluina acerca del conseruar la buena fama.

2. Exemplo de Iudith, en que se contiene la vida que ha de hazer la biuda.

vniuersal de todas las biudas. Pues digo que à todos es notorio, como esta biuda à quien no falta quien llama sabia y casta y fuerte) matando al vencedor Holofernes, librò su ciudad d'el yugo de seruidumbre, que tan cercano tenia.

DOROTHEA. Mucho me holgarè de que discurrays algo por estos exemplos; y con el dibuxo d'este que començays entiendo que pondreys en mayor perfection el retrato, que à mi me pertenece que hasta aqui està muy galanamente coloreado.

FLAMINIO. Era la casa de Iudith escuela santissima de virtud, adonde de contino enseñaua à su familia. No conuersauan en ella mancebos atauiados de sedas, ni galas, perfumados, ni rociados con diuersas aguas y olores, mirando atreuidamente, ni hablando palabras deshonestas. No tenia entrada ninguna moça, que con el trage, con el preciarse de hermosa y con las desembolturas encendiesse de dañados desseos los animos de los que la mirauan. No auia estruendo de musicas, ni de cantos: no se oian ruydos de danças ni se vian aparatos de sumptuosos combites. No tenia por ventura hijos, porque la escriptura no habla palabra d'ello: y por esso merecia tanto mayor loor el cuydado de su castidad, condenando, como condenauan, los Iudios, el estado de la biuda, y mas la esterilidad. Mas tenia algunas mochachas por criadas y discipulas de castidad: cuyo officio no era de ponerle delante el espejo, componerle los cabellos, traerle los afeytes, rociarle, ni perfumarle las carnes, ni los vestidos, y semejantes soberuias y vanidades. Mas todo el tiempo se gastaua, vnas vezes en oraciones, otras, leyendo los libros sagrados, quando en conuersaciones santas, quando en las labores, y quando en hazer piadosas limosnas à los pobres. Traia el habito de biuda, el qual jamas en ningun tiempo quitò, sino vna sola vez y por muy breue espacio. Y entonces se atauiò de muy ricas y luzidas vestiduras, no por parecer hermosa, ò agradar à los ojos de los hombres, sino por quitar

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