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y no quiere ella mas de lo que entiende que el quiere. Pensad, qual sea la virtuosa criança de los hijos, y qual el excelente gouierno de la familia. Si la muger dessea aprender, tiene cerca el maestro. Si tiene necessidad de consejo para sufrir mejor los casos aduersos, ò por no ensoberuecerse en los prosperos, tiene à la mano la fuente, adonde poder matar abundantemente, la sed. Tiene los preceptos, tiene los auisos, tiene los consuelos y todas aquellas defensas, de que à cada passo es menester vsar en este alborotado y tempestoso mar de la vida. Quanta modestia, quanta paz, quanto sossiego, quanta religion nace y se conserua y aumenta entre ellos dos cada dia: siendo para ello el marido dulce ayuda de la muger, no solamente con las palabras, sino tambien con los exemplos, de manera que le parece, no que hallò vn marido, qual auia desseado, sino que le vino vn Angel del Cielo para ayuda y guia de sus passos. Podeysme, señora, creer, que de los estados que entre los mortales pueden dar en la tierra mas cierta fe de la verdadera felicidad que gozan las almas bienauenturadas en el reyno de Dios, es vno este. Ya me parece que emos formado tal la nuestra donzella, que poco se le puede dessear mas. Y auiendo tambien apuntado al padre el mas derecho y seguro camino de casarla, si falta alguna cosa, confiesso que no la sè : y assi serà ya tiempo de passar à la dotrina de la casada. Pero porque el dia va ya declinando, y he sido algo largo, diria que, con vuestra licencia, se quedasse para mañana esta materia.

DOROTHEA. Señor Flaminio, dos contrarios me combaten ygualmente desseo de oyrla, y lastima, que de vuestro cansancio tengo. Mas queriendo que por esta vez pueda mas la lastima, os doy la licencia que pedis con condicion que mañana, satisfagays mi desseo: porque de otra manera, os digo que os quedarè en menos obligacion de la que por ventura pensays.

FLAMINIO. D'essa arte quereys que vna obligacion obligue

à otra pero sea como fuere, que bien conozco ser yo el obligado mas si vuestra cortesia quiere quedar en obligacion à alguno, sea à este libro.

DOROTHEA. Yo creo, que el libro deue ser hechura vuestra, pues tan bien lo recitays.

FLAMINIO. Tampoco essa es señal de poca voluntad : mas aguardadme mañana, que no me falta esperança de satisfazeros mejor.

LIBRO SEGVNDO

EN QUE SE TRATA DE LA DOTRINA
DE LA CASADA

FLAMINIO. DOROTHEA.

Ninguna vez, Señora Dorothea vengo à este jardin, que no me parezca que entro en alguno de aquellos huertos con tantos loores celebrados de los antiguos Poetas. Porque los arboles, parece que Pomona, los plantò por su mano. Las frutas que à sus sazones se cogen, compiten en bondad con las que se seruian à las mesas de Alcinoo. Las parras no tienen embidia à aquellas, de que Creta es tan nombrada. Las açucenas vencen la blancura de la nieue. La bermejura de las rosas quita su color à los rubies: y la yerua, con su verde, haze ventaja à las esmeraldas. Las quales cosas todas, refrescan en mi memoria aquel contento, de que solia aqui algunas vezes gozar con las honestas conuersaciones de mi Camila. Y assi aueys escogid discretamente este lugar para la materia de oy, que ninguno podiades buscar mas gracioso,

ni mas comodo, ni donde yo hablasse de mejor gana : ni sitio que por ventura mas conforme fuesse à la qualidad de lo que tan desseosa estays de oyr. Porque el matrimonio, quando es hecho con aquella orden y conseruado con aquellas condiciones que à cosa de tanta importancia conuienen, es puntualmente semejante à vn jardin lleno de todos los contentos y felicidades humanas.

DOROTHEA. Mirad como he estado auisada, assi para vuestro gusto, como para lo que toca al matrimonio, auiendo escogido lugar conuiniente para el vno y para el otro. Sentemonos, pues, à la sombra d'este laurel, sobre el fresco suelo, pintado de tan diuersos colores, que aqui serà mas agradable el reposo, y el sol no podrà venir à ofendernos con sus rayos saluo, si quereys, señor Flaminio, mas que haga traer assientos.

FLAMINIO. Por mi, pareceme que para la qualidad del tiempo, no se puede hallar mejor assiento, ni mas agradable tapete que la yerua: assi que sentemonos, como dezis, en su regaço. Mas rogad primero à estos paxarillos que callen, hasta que yo acabe de hablar, porque aunque hinchen el ayre de tan alegre armonia, es, como oys, muy alto y rezio

su canto.

DOROTHEA. NO ayays miedo que me impidan el oyr vuestras palabras, ni disminuyan punto del contento que me dan. Y en quanto à vos, creo que, al punto que començardes à hablar, atraydos de la gracia d'estas razones, tambien os escucharán porque tambien las fuerças de amor traspassan sus pequeñitos cuerpos como los nuestros, y ay entre ellos quien guarda inuiolablemente las leyes del matrimonio.

FLAMINIO. Pues d'essa arte, yo quiero, señora mia, començar mas primero podria mouer vna duda, que seria, qual de los tres estados sea mas perfeto, el de la virgen, de quien ayer hablè, ò el de la casada, de quien oy he de tratar, ò el de la biuda porque todos tienen sus virtudes y sus ala

banças de Dios. Pero, dexando la determinacion d'ello à los Theologos, y viniendo à nuestro proposito, digo que antes que la hija entre en casa del nueuo marido, es menester que traya muy bien à su memoria el officio y fin d'el matrimonio para poder satisfazer bastantemente con la obra, à lo que antes aurà considerado con el entendimiento: lo qual no podrà, como es necessario, entender, si no considera primero sus principios. Pues digo para esto que, despues que Dios, eterno señor y criador d'esta tan hermosa y marauillosa maquina que vemos, vuo formado el hombre, juzgando que el solo no era bastante à cumplir con el fin para que lo auia criado, crio la muger, semejante al mesmo hombre en animo y en forma, sacandola de sus carnes y diosela por compañera y ayuda en todos los trabajos de la vida. Y juntamente con esto quiso que el vno engendrando, y el otro produziendo hijos, viniessen à multiplicar y perpetuar la humana generacion por espacio de muchos siglos. Ya d'este principio vemos no ser otra cosa el hombre y la muger sino 'vna carne mesma. Y assi juntos en vno, de dos cuerpos se hazen vno solo, y forman aquel marauilloso Hermafrodito que no puede diuidirse.

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Es, pues, el officio del matrimonio juntar al marido y à la muger con tan estrecha vnion, que no sean mas de vno, y su fin es la generacion de los hijos. Y porque este ajuntamiento es obra de Dios, se sigue que los hombres no lo pueden deshazer, ni menos cortar aquella vara, que diuinamente està en su propia planta enxerta. Por lo qual es bonissima y muy à proposito la diffinicion de don Francisco Barbaro 3, Illustre cauallero Veneciano (hablo d'el que fue aguelo del grande Hermolao) en que dize, que el matrimonio es vn ajun

1. Lo que ha de considerar la nueua esposa, antes que vaya a casa de su marido.

2. Officio del matrimonio.

3. Difinicion del matrimonio, y la necessidad que del ay.

tamiento perpetuo de hombre y de muger, ordenado por razon de engendrar ligitimamente hijos y de escusar el adulterio. Y sin el no vuiera amor ni concordia alguna entre los mortales porque codiziando cada vno las mas hermosas, procurara de alcançar por fuerça, lo que no pudiera por razon: y ninguno tuuiera amor à los hijos, no pudiendo entender cierto que eran suyos. Y assi, faltando las buenas instituciones y crianças, faltara tambien la virtud, y fuera el mundo vna cueua de ladrones y vna vniuersal morada de tiranos. Y de la mesma manera estuuiera por todas partes lleno y contaminado de Tantalos, de Sisifos y de Mezencios. Por tanto los Romanos, porque su Republica se hinchesse de hijos honestos, ordenaron por ley que los que sin casarse llegassen à viejos pagassen al Erario cierta suma de dinero. Y Lycurgo (cuyas leyes, entre tanto que los Lacedemonios las guardaron, tuuieron siempre honrrada Republica, y despues que las començaron à menospreciar, cayeron ella y su gloria, sin poderse leuantar jamas) mandò, que fuesse tenido por infame qualquier hombre, que antes de llegar à treynta y siete años, no se vuiesse casado. Y no permitia que puediessen entrar en los juegos de la lucha los moços solteros porque nunca faltasse en la ciudad, por miedo de la afrenta y desseo de la honrra, abundancia de nueuos casamientos, y d'esta manera la vuiesse tambien de generacion ligitima y bien dotrinada. Por esta razon, en Lacedemonia, adonde se hazia siempre à los viejos honrradissima acogida, dixo vn mancebo, que estaua sentado en el Theatro, à Calides, excelente y famoso capitan, el qual no auia tenido hijo ninguno y se marauillaua de que el moço no se leuantasse en pie para honrrarlo : « No te quiero yo honrrar à ti, porque no as tu engendrado ninguno que me honrre à mi. »

Yendo, pues, la muger à este matrimonio, no piense que va à algun combite, ò à alguna fiesta, llena de juegos y de burlas, sino entienda que entra en vna morada casta y

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