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Terencio dar à entender vna mochacha vergonçosa y modesta, dize que ganaua su vida con la tela y con la lana. Y no creo que importe mucho mas que se trabaje en lana que en lino, pues ambas cosas son ygualmente necessarias para el vso del biuir, y fueron siempre honestissimo trabajo de las mugeres de valor. Anna, madre de Samuel y muger de Elcana, texia con sus propias manos, todas las camisas que su querido hijo traia. Y la casta Penelope, reyna de los Ithacos, con el texer de su larga tela, engañò la vana esperança de aquellos que con tanta solicitud procurauan casarse con ella veynte años enteros: despues de los quales le voluio su querido y desseado marido. Què dirè de las reynas de Macedonia y de Epyro ? las quales texian ellas mesmas y cosian los vestidos de sus hermanos, de sus hijos, y de sus parientes? Y què de Alexandro magno, que no se desdeñò de mostrar à las Reynas de Persia algunos, hechos de mano de su madre y de su hermana? Oydo he contar que la Reyna D. Isabel, muger de el Rey don Fernando, quiso que quatro hijas que tubo supiessen hilar, coser, labrar y bordar muy bien. Y fueron las dos primeras, Reynas de Portugal; la tercera, Reyna de España y madre del Emperador don Carlos; y la quarta, Reyna de Inglaterra, muger de Henrrico otauo. Y sin duda 1, las labores de las manos no solamente les son necessarias à las mugeres particulares, mas tambien à las Princesas y Reynas y à estas tanto mas, quanto menos entienden en la pesadumbre de los cuydados familiares, porque què an de hazer? an de gastar siempre el tiempo entre la multitud de las damas y cortesanos? què platicas an de ser las suyas ? an de hablar siempre de motes y de agudezas? ò an de contar siempre nouelas ? nunca jamas an de tener estas conuersaciones fin? en què an de entender despues ? responderame alguno, que pensaran.

1. Que las labores de las manos son muy necessarias à todo estado de mugeres.

Los pensamientos mugeriles son por la mayor parte ligeros, inconstantes, liuianos, bagabundos, y no saben donde parar. Leeran. Bonissimo exercicio es, al qual aurian de inclinar principalmente su animo; mas no se puede siempre leer: y la ociosidad, como adelante diremos, es cosa tan dañosa, que ninguna lo es mas. Y no an de imitar à las mugeres de Persia, que, sentadas entre la multitud de los Eunucos, passauan sus vidas en combites, en musicas, en continos regalos y plazeres, y por que no les diessen fastidio, inuentauan siempre otros nueuos, y el fin del vno era el principio del otro. Pero ni aun con esta variedad, no podian contentar el animo: porque claro està, que no es este su verdadero manjar, y assi siempre desseaua alguna cosa nueua: de la mesma manera que alguno, que, queriendo vestirse de vestidos agenos, despues de auer prouado muchos de diuersas hechuras y medidas, no hallando ninguno que bien le venga, quando buelue al primero, y quando al postrero, y al cabo los tacha todos. Mas las labores honestas siempre deleytan; y despues del trabajo, da el descanso mas contento. En conclusion, digo que no auian las mugeres d'este tiempo de menospreciar aquella labor que las passadas, como emos dicho, tuuieron siempre por honrrosa. Pero, ya que esta buena costumbre se ha, juntamente con otras muchas, corrompido, tornando à la nuestra niña, sepa, alomenos, coser bastantemente y labrar.

DOROTHEA. Dexese, señor Flaminio, la labor de la lana y del hilo, para las mugeres pobres ; y para las nobles y ricas, se queden estotras dos; y sigamos el refran que dize que al hombre le pertenece la pluma, y à la muger la aguja.

FLAMINIO. Yo no se todas las labores que son necessarias; mas aconsejo que ninguna se dexe atras.

Y querria tambien que no solamente esta niña se em

1. Que las donzellas sepan hazer todas las cosas necessarias de vna

casa.

pussiese en las haziendas particulares de vna casa, que son muchas como adereçar vn aposento, hazer vna cama, y procurar que todas las alhajas de casa esten puestas con buena orden y en sus lugares: de manera que parezca que todo (como dizen) se està riendo, sino aun tambien en las de la cozina; aprendiendo la manera de guisar y adereçar las viandas. Las quales, querria que por la mayor parte ella las adereçase, y entendiesse en ellas: porque siempre nos son mas sabrosos los manjares que vienen de mano de nuestras hermanas ò mugeres ò hijas, si las tenemos, que no los que vienen de mano de las criadas. Bien entiendo que algunas delicadas se burlaran de mi, si llega à su noticia que quiera yo ocupar en el cuydado de la cozina à sus hijas. Mas estas seran solas las que estiman en mas que sus hijas aprendan à afeytarse, que esta parte, no solamente comoda, sino tambien necessaria, en cada casa. Y digo comoda y necessaria, porque todo lo que por mano de la señora de casa, ò de las hijas, se haze ò apareja, va siempre hecho con mas orden, con mayor limpieza, y con menor gasto, y aun con mayor cuydado. Mas vengamos ya à lo que mas nos importa.

DOROTHEA. Por cierto, ninguna cosa necessaria ay en vna casa, en que no le estè bien à vna muger poner las manos.

FLAMINIO. En quanto à las dotrinas de la niña 1, que estas son las que pertenecen al animo, me hallareys, señora Dorothea, contrario à la opinion de muchos porque suele comunmente tener el vulgo por sospechosa la muger que sabe letras dando casi à entender, que à la malicia natural se junta la artificial. Como si no se pudiesse pensar lo mesmo semejantemente de los hombres, si acontece acompañarse con maligno ingenio la astucia que con las sciencias se aprende. Mas es tal la condicion de los mortales, que el bien no se sabe, si no nos lo enseñan, y el mal no se nos puede esconder,

1. Que es bien que las mugeres aprendan letras.

por mucho que nos lo encubran, porque en todas partes se halla, y el mesmo se descubre y procura darse à conocer. Este mundo es semejante à vn bosque escurissimo y lleno por todas partes de lazos, en que nosotros, ciegos y ignorantes de nuestro bien, nos enlazamos de buena gana y no vemos otra luz, sino la que nos muestra el rayo de la diuina bondad. El qual, escombrando nuestras tinieblas, nos abre los ojos y por muchos caminos nos enseña como emos de salir y guardarnos, y ninguno ay mejor que el de los libros: porque en ellos resplandece la luz de la virtud de la mesma manera que el sol en el cielo. Confiesso que ay tambien algunas dotrinas vanas y que son tenidas por locas en la presencia diuina. Mas la dotrina que yo, para todos los hombres y mugeres, juzgo por necessaria, es sana y casta; es la que enseña y no peruierte, la que da las armas de la continencia y no de la prodigalidad, de la razon y no de los apetitos. Y quitando al vn genero y al otro el conocimiento de las letras, es como desarmar vn soldado, y dexarlo entre sus enemigos. Mas si es assi que creamos que el saber haga daño à las mugeres, bien serà lleuar nuestras hijas à la soledad de las aldeas: y si se descubriere en ellas alguna centella de ingenio, ofuscarla y apagarla; y hazerlas voluer, por dezirlo en pocas palabras, de animales dotados de razon, bestias sin entendimiento.

Acuerdome auer leydo que pregunta Aristoleles, de donde procede que los musicos que van alquilados à las fiestas son comunmente hombres viciosos, vanos y de ningun valor ? Y responde que, andando ellos siempre entre combites y plazeres, y no donde puedan aprender los preceptos de la Filosofia, ni menos donde tengan ocasion de ver à las gentes, quando biuen modesta y templadamente, no saben tampoco tener otra vida, sino la que siempre an visto y con largo vso aprendido. La qual respuesta me mueue à hazer vn argumento, de si mesmo fortissimo y de la esperiencia aprouado. Y es,

REVUE HISPANIQUE.

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que ninguna muger fue jamas deshonesta, sino, ò por no saber, ò por no considerar, quan excelente y precioso tesoro sea la castidad, y como, priuandose d'ella, se priua de todo bien y aun, por mejor dezir, juntamente con su honrra, mata tambien su propia vida. Y es cierto que de la letura de los buenos libros se aprende à menospreciar el vicio, y se conoce el verdadero camino, que guia derechamente à buen fin, y conociendolo la muger y teniendolo delante, es impossible que se dexe de sus apetitos lleuar à cometer cosa que mancille la limpieza de su bondad. O, si con todo esso, por culpa d'esta carne enferma y flaca, acontece lo contrario, considere cada vno, entre si mesmo, pues tantos y tan buenos documentos como en diuersos libros se hallan no fueron bastantes para apartarla del mal, quanto menos se vuiera desuiado del, si el conocimiento que emos dicho le faltara.

I

Y si yo ahora 1 quiero traer à la memoria los exemplos de las edades passadas, no me costarà mucho trabajo mostrar que ninguna muger docta aya sido deshonesta: antes se verà muy claramente que la mayor parte de los vicios d'este tiempo y del passado an, en las mugeres, procedido, y proceden, de la ignorancia. Digo ignorancia, por no auer ellas leydo los nobles auisos que de la castidad, de la honestidad, de la modestia y del verdadero ornamento de las mugeres, dexaron escritos muchos sanctos varones y sabios Filosofos. Que si los vuieran leydo, atrebome à afirmar que no vuieran muchas dado tanta materia à los Poetas Tragicos y Satyricos para escriuir con tanta agudeza tantos papeles en afrenta suya porque cada vna se vuiera estado queda entre los limites de la honestidad. Podrian traer por ventura algunos, contra lo que he dicho, dos ò tres que fueron doctas y deshonestas: como à Sapho, que amò tan desenfrenadamente à Phaon, y à Leoncia, que fue amiga de Metrodoro,

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1. Que todas las mugeres doctas an sido honestas y de buena vida.

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