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MONARQUÍA GODA.

CAPITULO PRIMERO.

Concilios de Toledo.

SUMARIO.

Origen confuso de la organizacion de España.-Su gobierno primitivo.-Dominacion de los romanos.-Instálanse los municipios.-La aparicion del cristianismo cambia la marcha politica de España.-Persecucion de los cristianos durante el imperio.-Origen del poder del clero.-Legitimidad y utilidad de la influencia teocrática en la organizacion civil y política del pais. Emancipacion de la península.-Ocúpanla los godos.-Nueva revolucion en las ideas y en los intereses de los españoles.-Simpatías entre el pueblo conquistador y el conquistado.-Antagonismo entre la teocracia y el poder real. Opinion contradictoria sobre los concilios de Toledo.-Gobierno de los godos germánicos -Sus asambleas populares.-Los reyes godos no eran absolutos.-Bases principales de la Constitucion gótico-germana.La Iglesia española fué democrática en su formacion.-Origen de los corciios de Toledo.-Su preponderancia.-La conversion de Recaredo produjo la unidad católica, y trasformó el gobierno aristocrático de los godos en una monarquía teocrática y popular. La soberanía nacional vino á manos de los obispos -Eleccion y coronacion de los reyes godos.-Apertura y celebracion de los concilios.-Carácter y poder de estas asambleas.-Principales leyes que decretaron.-Eran cuerpos legisladores y no consultivos.-Necesarias usurpaciones del poder real.-Injusta censura de la institucion de los concilios.-Beneficios que reportó el pais de aquellas asambleas..

En vano han pretendido antiguos y modernos historiadores arrancar al tiempo el misterioso secreto de la primitiva formacion de las sociedades, sin que sus esfuerzos se estrellasen en el absurdo de la fábula ó el delirio de la leyenda.

El origen de España, como el de las demas naciones, vive y vivirá siempre envuelto entre el denso velo de la tradicion, hija de los siglos y madre de la historia.

El enigma de la primitiva organizacion de los pueblos, solo puede adivinarse por quien penetre, auxiliado de la filosofía, en el origen de los elementos que la constituyen; y observe atentamente el lento y sucesivo desarrollo de las formas políticas y sociales, á cuyo amparo y sombra aquella organizacion se arraiga y consolida; porque los misterios que el tiempo guarda, solo pueden ser revelados por el tiempo.

Hasta el gobierno de los hermanos Scipiones, puede asegurarse que la historia de España es un período de vaguedad y de confusion, si comparamos los datos y comentarios alegados en apoyo de sus contrarias opiniones por cuantos escritores han tratado de aquella edad de la infancia de nuestra nacion.

La noticia de sus primeros pobladores y habitantes no ha llegado hasta nosotros sino oscurecida por las sombras de su ignorancia y de su atraso. Solo se sabe con certeza, porque eso no se borra nunca de la memoria de los pueblos, que el nuestro fué teatro perenne de guerras y batallas, y presa alternativamente de rudos conquistadores, que sofocaban el grito de su moribunda nacionalidad con el atronador estrépito de sus armas vencedorás.

Víctima unas veces de la astucia estranjera, víctima otras de la violencia de los pueblos mas osados ó mas inteligentes, la nacion española, joya codiciada de las demas naciones, vivió en sus primeros años subyugada y abatida, careciendo de organizacion, y por consiguiente de unidad social.

Lo que sí puede sostenerse, sin que los hechos lo contradigan, es que su gobierno fué siempre monárquico y democrática su sociedad, siendo testimonio de lo primero el hecho notable y averiguado de haber sido gobernada por diferentes caudillos que distribuian la justicia durante la paz, y se ponian á la cabeza de los combatientes en tiempo de guerra; deduciéndose lo segundo de aquella altivez, de aquellos esfuerzos gigantescos al par que estériles, de que dieron muestra los españoles, siempre que vinieron á las manos con pueblos estranjeros, para defender su inde

pendencia y sus hogares. Propiedades todas que distinguen á las sociedades democráticas de las aristocráticas: porque solo las primeras pueden llevar a cabo hazañas tan inmortales como las defensas de Sagunto y de Numancia, y el moderno alzamiento de 1808.

Vanamente se señorearon de la península y quisieron imponerle su religion, sus leyes y sus costumbres, unos despues de otros, ya con las armas, ya con la persuasion, fenicios, griegos, cartagineses y romanos.

España conservó en todas sus vicisitudes su pasion por la democracia y su amor á la monarquía, como lo probó así que pudo manifestar su voluntad al adquirir su independencia. La misma Roma no consiguió asentar su dominacion sobre fundamentos sólidos y estables, hasta que organizó aquellos famosos municipios, natural y verdadera espresion de la española democracia.

Cuando Publio Scipion hizo pedazos con su triunfadora espada el férreo yugo con que los cartagineses sujetaban la altiva cerviz de los españoles, aclamárcnle estos rey en el campo de hatalla, asombrados de su valor y su pericia, y de su monárquico instinto aconsejados. Constituyendo entonces España una provincia de Roma, reflejáronse en ella por necesidad las costumbres, la civilizacion y la política del pueblo-rey, si bien su gobierno era una dictadura militar ejercida por cónsules, pretores y otros delegados de la república romana.

Era en aquella época la península una especie de confederacion de territorios que, si bien reconocian todos un mismo amo y contribuian juntos al pago del tributo impuesto por el vencedor, la administracion económica de los pueblos, en la que vivian encerrados los elementos todos de su organizacion y su existencia, estaba encomendada á los municipios, remedo y mezquina. parodia de los comicios romanos.

Asi

Como provincia conquistada, vivia España entonces á merced del conquistador, sin ningun derecho ni garantía de pueblo libre. que, aunque dependia de Roma, no intervenian los españoles como los romanos en el gobierno de la república, y solo los habitantes de Cádiz lograron los privilegios de ciudadanía, por

la lealtad y decision con que defendieron la causa de César en las guerras de este y los partidarios de Pompeyo.

Puede asegurarse que en España no habia por entonces ninguna clase de gobierno establecido, pues aunque el mismo César reunió Cortes de todas las ciudades en Córdoba, no fué con el objeto de darles participacion en el gobierno, sino con el de pedirles auxilio contra sus contrarios los pompeyanos, que se oponian á su dominacion en España, como se opusieron mas adelante á su despotismo dictatorial en Roma, arrancándole á puñaladas la vida con la dictadura.

La aparicion del cristianismo y la muerte de la república cambiaron en algun tanto la marcha política de España. La unidad social, ahogada mas bien que destruida por la despótica dominacion estranjera, concentróse en la unidad religiosa, y los españoles tuvieron ya nacionalidad, porque tuvieron un centro que cra la religion.

Terminadas las guerras con que los romanos ensangrentaron su suelo y paralizaron su organizacion civil y política, fueron concentrando sus fuerzas, uniformando sus costumbres, amalgamando sus intereses á la sombra de la paz y bajo la bandera del cristianismo.

Entre las provincies del imperio romano, la península ibérica era sin duda la primera donde la nueva idea habia echado mas profundas raices, pudiendo afirmarse que la sociedad española abrió sus ojos á la luz de la redencion desde que el primer albor empezó á brillar en el horizonte del mundo.

Seguia el imperio gobernando la España por medio de sus prefectos que, en vez del mando militar de los cónsules y pretores, ejercian la mas horrible tiranía. Olvidándose de la organiza⚫cion oficial, tanto civil como política del pueblo conquistado, y parodiando las repugnantes escenas con que sus amos los emperadores distraian la servidumbre de sus súbditos en el circo roma no, sus delegados en la península vertian á torrentes la sangre de los cristianos, valiéndose como en Roma de los mas atroces. martirios para ahogar en su cuna las ideas salvadoras que los discípulos del Crucificado esparcian con rapidez por todos los ám

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