Literatura española: libros y autores modernos

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Sucesores de Rivadeneyra (s.a.), 1924 - 644 páginas

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Página 133 - ¿Qué era, decidme, la nación que un día reina del mundo proclamó el destino, la que a todas las zonas extendía su cetro de oro y su blasón divino?
Página 202 - I live not in myself, but I become Portion of that around me; and to me High mountains are a feeling, but the hum Of human cities torture: I can see Nothing to loathe in Nature, save to be A link reluctant in a fleshly chain, Classed among creatures, when the soul can flee, And with the sky— the peak— the heaving plain Of Ocean, or the stars, mingle— and not in vain.
Página 340 - Yo sé un himno gigante y extraño que anuncia en la noche del alma una aurora, y estas páginas son de ese himno cadencias que el aire dilata en las sombras. Yo quisiera escribirle del hombre domando el rebelde mezquino idioma, con palabras que fuesen a un tiempo suspiros y risas, colores y notas.
Página 342 - Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán. Pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha a contemplar, aquellas que aprendieron nuestros nombres. ésas... no volverán!
Página 88 - Cantemos al Señor, que en la llanura Venció del ancho mar al Trace fiero; Tú, Dios de las batallas, tú eres diestra, Salud y gloria nuestra.
Página 270 - Una nube sombría lo envolvió todo. Era la noche. El frío de la noche helaba mis venas. Quise salir violentamente del horrible cementerio. Quise refugiarme en mi propio corazón, lleno no ha mucho de vida, de ilusiones, de deseos. ¡Santo cielo! También otro cementerio. Mi corazón no es más que otro sepulcro. ¿Qué dice? Leamos. ¿Quién ha muerto en él? ¡Espantoso letrero! ¡Aquí yace la esperanza!
Página 135 - El ronco marinero, Terror de muerte en torno le rodea, Terror de muerte silencioso y frío ; Y él va a estrellarse al áspero bajío. Llega el momento, en fin ; tiende su mano El tirano del mundo al Occidente, Y fiero exclama :
Página 23 - El valor de las opiniones se ha de computar por el peso, no por el número de las almas. Los ignorantes, por ser muchos, no dejan de ser ignorantes.
Página 149 - Y cuando he de escribir una comedia, Encierro los preceptos con seis llaves; Saco a Terencio y Plauto de mi estudio, Para que no me den voces; que suele Dar gritos la verdad en libros mudos; Y escribo por el arte que inventaron Los que el vulgar aplauso pretendieron; Porque, como las paga el vulgo, es justo Hablarle en necio para darle gusto.
Página 218 - Yo amaba todo: un noble sentimiento exaltaba mi ánimo, y sentía en mi pecho un secreto movimiento, de grandes hechos generoso guía: la libertad, con su inmortal aliento, santa diosa mi espíritu encendía, contino imaginando en mi fe pura sueños de gloria al mundo y de ventura.

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