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no sólo por conocer en él valor, prudencia y demás dotes necesarias para dicho cargo, sino porque Cortés que segun queda dicho, era rico, podria contribuir con sus fondos al armamento de la flota. Así se hizo, y Cortés fué poco después nombrado capitan general de la nueva armada, empleando toda su fortuna que era considerable, en el equipo y aprovisionamiento de once naos entre caravelas y bergantines, y en adelantar dinero á muchos de los voluntarios que se alistaban debajo de sus vanderas.

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Mas antes que Cortés se hiciese á la vela con su pequeña armada, volvió Grijalba Cuba, habló con Velazquez, y él y otros trataron de disuadirle de la proyectada expedicion, aconsejándole que no diese más bastimentos ni pertrechos para ella, y que cuando no revocase el nombramiento de capitan general hecho en la persona de Cortés. En prueba de los grandes esfuerzos que con el gobernador hacian los enemigos del que habia de llegar á ser conquistador de Méjico, cuenta Bernal Diaz del Castillo la siguiente anecdota. Un domingo que el gobernador iba á misa, acompañado de los mas notables vecinos de Santiago, y llevando á Cortés, á su derecha, para mas le honrar, un truhan, llamado Cervantes, que iba delante haciendo los gestos y chocarrerias que acostumbran á hacer los de su clase, dijo así : «<! A la gala de mi amo! Diego y qué capitan has elegido? que es de Medellin de Extremadura, capitan de gran ventura. Mas temo, Diego, que no se te alze con el armada, que le juzgo por muy gran varon en sus cosas. » Dióle luego de pescozones el secretario Andrés de Duero, que iba allí junto con Cortés, y le dijo: «Calla, borracho, loco; no seas más bellaco, que bien entendido tenemos que esas malicias so color de gracias, no salen de tí. » Todavia iba diciendo el loco; « viva, viva la gala de mi amo Diego, y del su venturoso capitan Cortés! é juro á Dios de mí, amo

Diego, que por no verte llorar tu mal recaudo que agora has hecho, quisiera ir con Cortés á aquellas ricas tierras. >> Estas y otras insinuaciones parecidas de tal manera labraron en el ánimo naturalmente suspicaz de Diego Velazquez, que determinó quitarle el mando de la armada, y darselo á un capitan, natural de Cáceres, que habia nombre Vasco Porcallo. Para ello envió provisiones á su cuñado Francisco Verdugo, alcalde mayor de la Trinidad; mandándole que á toda costa estorbase la salida de la flota, puesto que habia revocado el nombramiento hecho en Cortés; y cómo este hubiese ya salido para el puerto de la Habana con el fin de embarcar allí ciertos bastimentos de que tenia falta, y recojer además la gente de aquel distrito, despachó á dicho puerto iguales mandamientos disponiendo que le prendiesen. Mas avisado Cortés de esta determinacion, una noche que se contaron 10 de febrero de 1519, mandó zarpar el ancla, y se hizo á la vela para las costas de Yucatan.

Su desembarco en Cozumel, sus tratos con los naturales de la isla, su llegada á Campeche, la marcha de su pequeño ejército al rio de Tabasco, por otro nombre de Grijalba, y sus encuentros con los indios forman el asunto de la que pasa por relacion primera, y que segun queda dicho en otro lugar, está firmada por la Justicia y regidores de la Villa Rica de la Veracruz, poblacion fundada por Cortés.

Trata la segunda de su marcha á Cempoalla, de las repetidas embajadas que Muctezuma envió con el fin de explorar sus intenciones y detenerle en el camino, de la quema de sus naves ordenada para quitar á los suyos toda esperanza de retirada, de sus tratos con los tlascaltecas, y por último de su entrada triumfante en la gran ciudad de Te

nuxtitlan, por otro nombre Méjico, córte y residencia del gran emperador de los aztecas.

Velazquez, mientras tanto, no perdonaba medio alguno para frustrar los designios de Cortés. Habia este despachado á Castilla con cartas para el Emperador y un grueso cargamento de oro, á dos de sus oficiales llamados Francisco de Montejo y Alonso Hernandez de Puertocarrero, los cuales se habian visto precisados por el mal tiempo y contra las expresas órdenes de su general, á tocar en la costa norte de la isla de Cuba. Como era natural, la nueva de los ricos despojos que la nao llevaba y de los triumfos alcanzados por Cortés habian estimulado la codicia del gobernador, y acrecentado su sed de venganza. Prosiguieron los comisionados su viaje arribando á la Península en octubre de 1519, y aunque el entusiasmo que produjo su llegada parece haber sido en su principio igual, ya que no mayor, al causado por la noticia del descubrimiento del Nuevo-Mundo por Colon, muy pronto hubieron aquellos de experimentar los efectos del odio implacable de Velazquez, quien desde el momento mismo en que Cortés, desconociendo su autoridad, se habia lanzado por su cuenta á la conquista de un dilatado imperio, no habia cesado de representar contra él, ya á la Real Audiencia de Santo Domingo, ya al mismo Emperador en su Real Consejo de las Indias, acusándole de traidor y rebelde, y aún de reo de lesa majestad. Habitaba á la sazon en Sevilla un clérigo llamado Benito Martin, grande amigo y agente del gobernador de Cuba, el cual no bien supo la llegada de los comisionados, cuando interponiendo una demanda ante los jueces de la Contratacion de Indias, logró primeramente el

Asi se escribia en lo antiguo el nombre de esta ciudad: Temistitan y Tenuxtitan no son mas que corrupciones introducidas por los copiantes.

embargo, y más tarde el secuestro ', de todo el oro que en la nave venia, ya para S. M. ya para particulares : á duras penas si Montejo y Puertocarrero pudieron conseguir licencia para presentarse en la córte y dar cuenta de su mensaje. Llegados á Tordesillas, donde Carlos V se hallaba á la sazon, todos sus esfuerzos para obtener una audiencia y hacer valer su derecho se estrellaron contra la conocida parcialidad de don Juan Rodriguez de Fonseca, obispo de Burgos, y presidente del Real Consejo de las Indias, el mismo que tan hostil se mostró á Colon, y fué mientras vivió enemigo acérrimo de Cortés 2. Salió el Emperador de España sin tomar resolucion alguna en negocio tan importante, y Velazquez que á los pocos dias de haber su rival salido de Cuba subrepticiamente, habia recibido de España, juntamente con el título de adelantado, nuevos y mas ámplios poderes, no vaciló un instante en dictar las providencias y hacer los preparativos necesarios para castigar al rebelde capitan, y revindicar para sí el territorio conquistado. A dicho fin dispuso una considerable armada, superior en número de naves y gente á la que llevara Cortés, y dió el mando de ella á un capitan de toda su confianza llamado Pánfilo de Narvaez. En la página 39 hallarán los lectores la carta, hasta ahora inédita, en que el licenciado Lucas Vazquez de Ayllon da cuenta detallada

↑ Tenemos á la vista la provision original del Consejo, con fecha de 15 de febrero de 1521, enviada á los oficiales de la casa de la Contratacion de Sevilla. Empieza así: « Por cuanto de tierras de Coluacan ha venido navío, y en él por procurador Diego de Ordaz, Alonso d'Avila, Alonso de Mendoza é pasageros con oro para si, SS. MM. y otras personas que estan en estos reynos en rebelion é desobediencia de S. M. eu aquellas provincias, y para mercaderes que por haber dado fama, ayuda y mantenimientos á los destruidores de las dichas provincias, han incurrido en graves penas, así de sus personas como de sus bienes, por ende mandamios, etc.

2 Segun Bernal Diaz era grande amigo y favorecedor de Velazquez, quien pensó casar con doña Catalina de Fonseca, su sobrina.

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de sus negociaciones para evitar un rompimiento, y cómo á pesar de sus esfuerzos la armada de Narvaez se hizo á la vela el 1o de marzo, y aportó al puerto de la Veracruz contra lo dispuesto por la Audiencia de Santo-Domingo. A no haber sido por la prudencia, valor y firmeza de Cortés en aquella ocasion, es muy probable que se hubieran malogrado en flor los ópimos frutos de la conquista. Así y con todo, y á pesar del refuerzo de gente que la victoria alcanzada sobre Narvaez le proporcionó, Cortés se vió pre-· cisado á desamparar á Méjico, después de una lucha terrible con sus habitantes alzados en masa solo las dotes de gran capitan que en tan críticas circunstancias desplegó, su admirable perseverancia en los desastres, su increible valor en los combates, y la confianza que á los suyos supo inspirar, le salvaron á él y á su pequeño ejército de una muerte cási segura.

Pero á pesar de sus gloriosos triumfos la posicion de Cortés se hacia cada dia mas difícil y precaria. La primera y segunda de sus cartas estaban aun sin contestar; ni una sola palabra de consuelo y aprobacion habia llegado á sus oidos, é ignoraba por completo si su conducta, algun tanto irregular, por no decir otra cosa, habia sido sancionada por la córte, y si la acusacion de desobediencia y rebeldia que sobre él pesaba seria ó no atenuada por los brillantes resultados de la conquista y los nuevos y dilatados dominios recientemente adquiridos por su espada. Desde Cuyoacan, adonde habia trasladado su residencia, escribió al Emperador su carta tercera, después de haber preparado un cuantioso y rico presente de oro y pedreria, en que ademas del quinto de los despojos, se incluian no pocos objetos, á cual mas extraños y preciosos, y entre ellos la célebre esmeralda, «< grande » dice Gómara, « como la palma de la mano, aunque cuadrada y rematando en punta como pirá

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