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gobernador de V. M., y me hicieron una figura en un paño de toda ella, por la cual me paresció que yo podia andar mucha parte della, en especial hasta allí donde me señalaron que estaban los españoles; y por hallar tan buena nueva del camino para seguir mi propósito y por atraer los naturales de la tierra al conocimiento de nuestra fe y servicio de V. M., que forzado en tan largo camino habia de pasar muchas y diversas provincias, y de gente de muchas maneras, y por saber si aquellos españoles eran de algunos de los capitanes que yo habia enviado, Cristóbal de Olid, ó Pedro de Albarado, ó Francisco de las Casas, para dar órden en lo que debiesen hacer, me paresció que convenia al servicio de V. M. que yo llegase allá, y aun porque forzado se habian de ver y descubrir muchas tierras y provincias no sabidas, y se podrian apaciguar muchas dellas, como después se hizo, y concebido en mi pecho el fruto que de mi ida se seguiria, pospuestos todos trabajos y costas que se me ofrecieron y representaron, y los que mas se me podian ofrescer, me determiné de seguir aquel camino, como antes que saliese desta ciudad lo tenia determinado.

Antes que llegase á la dicha villa del Espíritu Santo, en dos ó tres partes del camino habia rescebido cartas de la gran ciudad de Tenuxtitan, así de los que yo dejé mis lugartenientes como de otras personas, y tambien las rescibieron los oficiales de V. M. que en mi compañía estaban, en que me hacian saber cómo entre el tesorero y contador no habia aquella conformidad que era necesaria para lo que tocaba á sus oficios y al cargo que yo en nombre de V. M. les dejé; y habia sobre ello proveido lo que me parescia que convenia, que era escrebirles muy recias reprehensiones de su yerro, y aun apercibiéndoles que si no se conformaban y tenian de allí adelante otra manera que hasta entonces, que lo proveeria como no les pluguiese, y aun que haria dello relacion á V. M.; y estando en esta villa del Espíritu Santo con la determinacion ya dicha, me llegaron otras cartas dellos y de otras personas, en que me hacian saber cómo sus pasiones todavía duraban y aun crecian, y que en cierta consulta habian puesto mano á las espadas el uno contra el otro, en que fué tan grande el escándalo y alboroto desto, que no solo se causó entre los españoles, que se armaron de la una parte y de la otra, mas aun los naturales de la ciudad habian estado para tomar armas, diciendo que aquel alboroto era para ir

contra ellos; y viendo que ya mis reprehensiones y amenazas no bastaban, porque por no dejar yo mi camino, no podia ir en persona á lo remediar, parescióme que era buen remedio enviar al fator y veedor, que estaban conmigo, con igual poder que el que ellos tenian, para que supiesen quién era el culpado, y lo apaciguasen, y aun les dí otro poder secreto para que, si no bastase con ellos buena razon, les suspendiesen el cargo que yo les habia dejado de la gobernacion, y lo tomasen ellos en sí, juntamente con el licenciado Alonso de Zuazo, y que castigasen á los culpados; y con haber proveido esto se partieron los dichos Gonzalo de Salazar é Peralmindez Chirinos, fator y veedor, y tuve por muy cierto que su ida de los dichos fator y veedor haria mucho fruto y seria total remedio para apaciguar aquellas pasiones; y con este crédito ya fuí harto descansado.

Partido este despacho para esta ciudad de Tenuxtitan, hice alarde de la gente que me quedaba para seguir mi camino, y hallé noventa y tres de caballo', que entre todos habia ciento y cincuenta caballos y treinta y tantos peones, y tomé un caravelon que á la sazon estaba surto en el puerto de la dicha villa, que me habian enviado desde la villa de Medellin con bastimentos, y torné á meter en él los que habia traido y unos cuatro tiros de artillería que yo traia, y ballestas y escopetas y otra municion, y mandéle que se fuese al rio de Tabasco, y que allí esperase lo que yo le enviase á mandar; y escrebí á la villa de Medellin, á un criado mio que en ella reside, que luego me enviase otros dos caravelones que allí estaban y una barca grande, y los cargase de bastimentos; y escrebí á Rodrigo de Paz, á quien yo dejé mi casa y hacienda en esta ciudad, que luego trabajase de enviar cinco ó seis mil pesos de oro para comprar aquellos bastimentos que me habian de enviar, y aun escrebí al tesorero rogándole que él me los prestase, porque yo no habia dejado dineros, y así se hizo, que luego vinieron los caravelones cargados, como yo lo mandé, hasta

Aqui el copista omitió sin duda el número de los ballesteros y peones, pues de otro modo hay error en la cuenta. Bernal Diaz (fol. 177) dice: « Eramos por todos, anst los de Guaçacualco, como los de Méjico, sobre doscientos y cincuenta soldados, y los ciento y treinta de á caballo, y los demas escopeteros y ballesteros, sin otros muchos soldados nuevamente venidos de Castilla. » En una relacion manuscrita é inédita que Rodrigo de Albornoz hizo de lo ocurrido en Méjico durante la ausencia de Cortés, dice expresamente que salió de aquella ciudad con 120 de á caballo, veinte escopeteros y otros tantos ballesteros y gente de á pie.

el dicho rio de Tabasco; aunque me aprovecharon poco, porque mi camino fué metido la tierra adentro, y para llegar á la mar por los bastimentos y cosas que traia era muy dificultoso, porque habia en medio muy grandes ciénagas.

Proveido esto que por la mar habia de llevar, yo comencé mi camino por la costa della hasta una provincia que se dice Çupilcon', que está de aquella villa del Espíritu Santo hasta treinta y cinco leguas, y hasta llegar á esta provincia, demás de muchas ciénagas y rios pequeños, que en todos hubo puentes, se pasaron tres muy grandes, que fué el uno en un pueblo que se dice Tumalan, que está nueve leguas de la villa de Espíritu Santo, y el otro es Agualulco, que está otras nueve adelante, y estos se pasaron en canoas, y los caballos á nado llevándolos del diestro en las ca- noas; y el postrero, por ser muy ancho, que no bastaba fuerza de los caballos para los pasar á nado, hubo necesidad de buscar remedio; media legua arriba de la mar se hizo una puente de madera, por donde pasaron los caballos y gente, que tenia novecientos y treinta y cuatro pasos: fué una cosa bien maravillosa de ver. Esta provincia de Cupilcon es abundosa desta fruta que llaman cacao y de otros mantenimientos de la tierra y mucha pesquería; hay en ella diez ó doce pueblos buenos, digo cabeceras, sin las aldeas; es tierra muy baja y de muchas ciénagas; tanto, que en tiempo de invierno no se puede andar, ni se sirven sino en canoas, y con pasarla yo en tiempo de seca, desde la entrada hasta la salida della que puede haber veinte leguas, se hicieron mas de cincuenta puentes, que sin se hacer fuera imposible pasar la gente, que estaba algo pacífica, aunque temerosa por la poca conversacion que habian tenido con españoles. Quedaron con mi venida mas seguros, y sirvieron de buena voluntad así á mí y á los que conrnigo iban, como á los españoles á quien quedaron depositados.

Desta provincia de Çupilcon, segun la figura que los de Tabasco y Xicalango me dieron, habia de ir á otra que se llama Çagoatan ; y cómo ellos no se sirven sino por agua, no sabian el camino que yo debia de llevar por tierra, aunque me señalaban en el derecho

En la copia de la Bib. Nac. Zupilco; en otras Cuplisco. Bernal Diaz (fol. 196) Coplisco.

2 Como si dijera « cabezas de partido. »

que estaba la dicha provincia; y ansí fué forzado dende allí enviar por aquel derecho algunos españoles é indios á descubrir el camino, y descubierto, abrirle por donde pudiésemos pasar, porque era todo montañas muy cerradas; y plugo á Nuestro Señor que se halló, aunque trabajoso; porque, demás de las montañas, habia muchas ciénagas muy trabajosas, porque en todas ó en las mas se hicieron puentes. Habiamos de pasar un muy poderoso rio que se llama Guezalapa, que es uno de los brazos que entran en el de Tabasco; y proveí desde allí de enviar dos españoles á los señores de Tabasco y Cunoapá á les rogar que por aquel rio arriba me enviasen quince ó veinte canoas para que me trujesen bastimentos en los caravelones que allí estaban, y me ayudasen á pasar el rio, y después me llevasen los bastimentos hasta la principal poblacion de Çagoatan, que segun paresció, está este dicho rio arriba del paso donde yo pasé doce leguas; y ansí lo hicieron y cumplieron muy bien, como yo se lo envié á rogar.

Yo me partí del postrer pueblo desta provincia de Çupilcon, que se llama Anaxuxuca, después de haberse hallado camino hasta el rio de Guezalapa ', por que habiamos de pasar, y dormí aquella noche en unos despoblados entre unas lagunas, y otro dia llegué temprano al dicho rio y no hallé canoa en que pasar, porque no habian llegado las que yo envié á pedir á los señores de Tabasco; y los descubridores que delante iban, hallé que iban abriendo el camino el rio arriba por la otra parte; porque, cómo estaban informados que el rio pasaba por medio de la mas principal poblacion de la dicha provincia de Çagoatan, seguian el dicho rio arriba por no errar, y uno dellos se habia ido en una canoa por el agua por llegar mas aína á la dicha poblacion; el cual llegó y halló toda la gente alborotada, y hablóles con una lengua que llevaba, y asegurólos algo, y tornó á enviar luego la canoa el rio abajo con unos indios, con quien me hizo saber lo que habia pasado con los naturales de aquel pueblo, y que él venia con ellos abriendo el camino por donde yo habia de ir, y que se juntaria con los que de acá le iban abriendo; de que holgué mucho, así por haber apaciguado algo aquella gente, cómo por la certinidad del camino, que la tenia algo por dubdosa, ó á los menos por trabajosa; y con

1 Este nombre se halla tambien escrito Zuezalapa y Zuenzalapa.

aquella canoa y con palsas que hicieron de madera comencé á pasar el fardaje por aquel rio, que es asaz caudaloso; y estando así pasando, llegaron los españoles que yo envié á Tabasco, con veinte canoas cargadas de los bastimentos que habia llevado el caravelon que yo envié desde Coazacoalco, y supe dellos que los otros dos caravelones y la barca no habian llegado al dicho rio; pero que quedaban en Coazacoalco y vendrian muy presto. Venian en las dichas canoas hasta docientos indios de, los naturales de aquella provincia de Tabasco y Cunoapá 1, y con aquellas canoas pasé el rio, sin haber peligro mas de se ahogar un esclavo negro y perderse dos cargas de herraje, que después nos hizo alguna falta.

Aquella noche dormí de la otra parte del rio con toda la gente, y otro dia seguí tras los que iban abriendo el camino el rio arriba, que no habia otra guia sino la ribera dél, y anduve hasta seis leguas, y dormí aquella noche en un monte con mucha agua que llovió, y siendo ya noche llegó el español que habia ido el rio arriba hasta el pueblo de Cagoatan, con hasta setenta indios de los naturales dél, y me dijo cómo él dejaba abierto el camino por esta parte, y que convenia para tomalle que volviese dos leguas atrás, y así lo hice, aunque mandé que los que iban abriendo por la ribera del rio, que estaban ya bien tres leguas adelante donde yo dormí, que siguiesen todavía y á legua y media adelante de donde estaban dieron en las estancias del pueblo; así que quedaron dos caminos abiertos donde no habia ninguno.

Yo seguí por el camino que los naturales habian abierto; y aunque con trabajo de algunas ciénagas y de mucha agua que llovió aquel dia, llegué á la dicha poblacion, á un barrio della, que aunque el menor era asaz bueno, y habria en él mas de docientas casas; no pudimos pasar á los otros barrios, porque los partian rios que pasaban entre ellos, que no se podian pasar sino á nado. Estaban todos despoblados; y en llegando, desaparecieron los indios que habian venido con el español á verme, aunque les habian hablado bien y dado algunas cosillas de las que yo tenia. Y agradeciéndoles el trabajo que habian puesto en abrirme el camino, y dicho á lo que yo venia por aquellas partes, que era por mandado

'Hallase tambien escrito Cunapa y Cunuapa. En Bernal Diaz (fol. 196) Iquinuapa.

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