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tirania en poder de Hernando Cortés, é que la tomaban é tenian para S. M.; é no habia á quien tomalla, porquel dicho gobernador la dejó en poder de los oficiales de S. M., é ellos la han tenido después que él se fué, é los dichos fator é veedor parece que ficieron mucho agravio al dicho gobernador Hernando Cortés en alzarse con la gobernacion que él les dejó contra él, é en decir que si fuese vivo é viniese le ahorcarian, como hicieron al dicho Rodrigo de Paz, é si él fuera vivo mal lo pudieran hacer, por el valor de su persona, é parte que tiene en la dicha tierra; pero hanse puesto en armas é en todo recabdo para contradecirle en el campo al dicho gobernador, si viniese, é han dicho é hecho contra él muchas malicias.

Ya que con esta voz de S. M., que tomaron los dichos fator é veedor por destruir al dicho Rodrigo de Paz, é á todos los criados é debdos del dicho Hernando Cortés, se ha allanado la tierra, é les ha parecido que estan muy encabalgados en ella, toman ahora otra voz por el pueblo, diciendo que los pescadores estan pobres, é que no han de cobrar dellos nada de lo que deben al gobernador Hernando Cortés, que les prestó. E á S. M. han señalado seis ó siete cibdades, las cuales ellos no tienen como lo otro, é dizen que á S. M. se le ha dado de la tierra mas de lo que se le habia de dar; é tienen toda la hacienda del dicho gobernador, é no quieren hacer pagado della al Emperador de los sesenta é dos mil pesos de oro quel dicho gobernador le debe, que tomó de poder de su tesorero, é vuelven ya por el pueblo, é olvidan la voz de S. M. é si otra vuelta conviene dar, tambien la daran.

Que dende á ciertos dias que se dijo la muerte del dicho gobernador, hicieron sus honras; é á la sazon estaban en el monesterio de San Francisco ciertas personas debdos é amigos del dicho go. bernador, retraidos de temor de los dichos fator é veedor, que los querian echar de la tierra, é predicaba á las dichas honras el guardian del dicho monesterio; é ya que acababa, dejaronlo en el púlpito viendo alzar el sacramento, é salieron de las honras los dichos fator é veedor é sus justicias é la mas de la gente, é sacaron del dicho monesterio á los dichos que en él estaban con grande escándalo é alboroto. El custodio é guardian en quien está la juridicion eclesiástica pusieron entredichos é dejaron el monesterio, é salieronse de la cibdad, que dió grande alboroto en la dicha cib

dad, é tuvieronlos apresionados, é después volvieronlos al dicho monesterio.

Toda la gente que han tenido ganada para esto que han hecho, ha sido con haberles prometido de repartirles é dalles la tierra, é ansí lo han hecho, é hasta aquí S. M. la tenia en poder de uno solo que era Hernando Cortés, é ahora la tiene en poder de muchos, sobajada é desfrutada, que será mala de sacar de poder de los que la tienen. Gozan de los indios, é gozan de toda la tierra á su voluntad; estan apoderados en ella sin dar parte ni cuenta al tesorero ni contador ni acogerse á ningund parecer suyo. Hay muchas cosas que decir cerca desto, é de las formas é maneras que para ello han tenido, é de los juramentos é fees é pleitos homenajes que han quebrantado, que seria muy largo de escrebir: plega á Dios que todo salga á buen fin, é á S. M. conviene proveer brevemente de un gobernador que sea gran persona, é sabio, que por donde han prendido el fuego los dichos contador é tesorero, ha sido por no prometer la tierra á nadie, ni fuera razon que ellos ni los otros la dieran sin consulta de S. M.

XIV.

Carta de Hernan Cortés al Emperador. Méjico 3 de setiembre de 1526.

S. C. Ces M. En 23 dias del mes de otubre del año pasado de 1525 despaché un navío para la isla Española desde la villa de Trujillo, del puerto y cabo de Honduras, y con un criado mio que en él envié, que habia de pasar en esos reinos, escrebí á V. M. algunas cosas de las que en aquel que llaman golfo de las Hibueras habian pasado, así entre los capitanes que yo envié y el capitan Gil Gonzalez, como después que yo vine; y porque al tiempo que despaché el dicho navío y mensajero no pude dar á V. M. cuenta de mi camino y cosas que en él me acaecieron, después que partí desta gran ciudad de Tenuxtitan hasta topar con las gentes de aquellas partes, y son cosas que es bien que V. A. las sepa, al menos por no perder yo el estilo que tengo, que es no dejar cosa que á V.-M. no manifieste, las relataré en suma lo mejor que yo pudiere, porque decirlas como pasaron, ni yo las sabria significar, ni por lo que yo dijese allá se podrian comprender; pero diré las cosas notables y mas principales que en el dicho camino me acaecieron; aunque hartas quedarán por acesorias, que cada una dellas podrá dar materia de larga escritura.

Dada órden para en lo de Cristóbal de Olid, como escrebí V. M., porque me paresció que ya habia mucho tiempo que mi persona estaba ociosa y no hacia cosa nuevainente de que V. M. se sirviese,

á causa de la lesion de mi brazo; aunque no mas libre della, me paresció que debia de entender en algo, y así salí desta gran ciudad de Tenuxtitan á 12 dias del mes de otubre del año 1524 años, con alguna gente de caballo y de pié, que no fueron mas de los de mi casa y algunos deudos y amigos mios, y con ellos Gonzalo de Salazar y Peralmindez Chirinos, fator y veedor de V. M., y llevé asimismo conmigo todas las personas principales de los naturales de la tierra, y dejé cargo de la justicia y gobernacion al tesorero y contador de V. M.', y al licenciado Alonso de Zuazo, y dejé en esta ciudad todo recaudo de artillería y municion y gente que era necesaria, y las Atarazanas asimismo bastecidas de artillería, y los bergantines en ellas muy á punto, y un alcayde y toda buena manera para la defensa desta ciudad, y aun para ofender á quien quisiesen. Con este propósito y determinacion, salí desta ciudad de Tenuxtitan, y llegado á la villa del Espíritu Santo, que es en la provincia de Coazacoalco, ciento y diez leguas desta ciudad, en tanto que yo daba órden en las cosas de aquella villa, envié á las provincias de Tabasco y Xicalango á hacer saber á los señores dellas mi ida á aquellas partes, y mandándoles que viniesen á hablarme ó enviasen personas á quien yo dijese lo que habian de hacer, que á ellos se lo supiesen bien decir, y así lo hicieron, que los mensajeros que yo envié fueron dellos bien recebidos, y con ellos me enviaron siete ó ocho personas honradas con el crédito que ellos tienen por costumbre de enviar, y hablando con estos en muchas cosas de que yo queria informarme de la tierra, me dijeron que en la costa de la mar, de la otra parte de la tierra que llaman Yucatan, hácia la bahía que llaman de la Asuncion, estaban ciertos españoles, y que les hacian mucho daño; porque, demás de quemarles muchos pueblos y matarles alguna gente, por donde muchos se habian despoblado, y huido la gente dellos á los montes, recebian mayor daño los mercaderes y tratantes; porque á su causa se habia perdido toda la contratacion de aquella costa, que era mucha, y como testigos de vista, me dieron razon de casi todos los pueblos de la costa hasta llegar donde está Pedrarias de Avila,

Una y otra cópia omiten sus nombres; pero consta que se llamaban Alonso de Estrada y Rodrigo de Albornoz. Ya en otro lugar se insertaron varias relaciones de lo ocurrido en Méjico durante la ausencia de Cortés.

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