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sado allá de temor. Yo escribo á vuestras mercedes cómo iba por procurador Orduña por hacer las cosas de Hernando Cortés, y para que mejor se hagan, sus parciales sin acuerdo de otros cuatro regidores que aquí estan, servidores de S. M., envian por procurador á Salazar de la Pedrada. Nuestro Señor las magníficas personas y casas de vuestras mercedes guarde y acreciente. - De Méjíco á 17 de setiembre de 1526. - Señores, besa las manos de vuestras mercedes. Diego de Ocaña.

XI.

Carta de Hernan Cortés al Emperador, Méjico 11 de setiembre de 1526.

S. C. Ces. M. Porque por lo que tengo escrito á V. M. así del cabo de Honduras ó de las Hibueras, como desde la isla de Cuba, veniendo ya de camino á esta Nueva-España, estará V. M. informado de lo que ha sucedido después que los procuradores Diego de Campo y Francisco de Montejo fueron despachados, agora informaré á V. M. brevemente de lo que ha pasado después de mi llegada; y porque el despacho postrero que envié desde Cuba fué encaminado por via algo dubdosa, irá con la presente lo que entonces escribí. Suplico humildemente á V. M. mande ver lo uno y lo otro.

Asímesmo envio agora á V. M. con la presente una relacion 2, bien larga y particular de todo lo que me subcedió en el camino que hice á las Hibueras, y al cabo della hago saber á V. M. muy por estenso lo que ha pasado y se ha hecho en esta NuevaEspaña, después que yo partí de la isla de Cuba para ella, y por que podria ser que por la larga escriptura á V. M. no lo pudiese todo ser, tocaré en esta subcintamente en ello, para que con relacion mas breve V. M. sea informado, cómo quiera que todavia suplico á V. M. á lo menos que al Presidente y á los de su Con

'En otras partes Diego de Ocampo y tambien d'Ocampo. El original de esta carta se conserva en el Archivo de Indias, de Sevilla, en un legajo rotulado Patronato Real No 8. Hay copia en la Col. Muñoz, tomo LXXVII, fol. 262.

Es la quinta y última que mas adelante va impresa.

sejo de las Indias mande bien ver y examinar la dicha relacion, para que vista informen á V. M. de lo que en ella digo.

Yo me hice á la vela del puerto de la Habana de Cuba á 16 de mayo, y llegué al puerto de San Juan desta Nueva-España á 24 de mayo deste año de 1526. Vineme á la villa de Madellin, que está á dos leguas del dicho puerto, y supe allí muchas cosas de las que habian pasado en mi absencia, y de otras bien peligrosas que se tramaban creyendo que hubiera mas dilacion en mi venida, y no quiero encarecer á V. M. el servicio que en la presteza della hice, posponiendo mil peligros, pues es tan notorio cuantos alborotos y escándalos dentre los españoles, y malos tratamientos de los naturales se evitaron con mi llegada; porque cómo estaban tan recientes los males y daños hechos por Gonzalo de Salazar y Pedro Armildez y por los que los siguieron, habia tanto desasosiego, y cómo quiera que el tesorero Alonso Destrada y el contador Rodrigo de Albornoz los tenian presos, cada dia habia mil movimientos Ꭹ alborotos que llevaban muy mal remedio, si Dios no lo remediaba con su mano, ó como lo remedió con mi venida, lo cual se mostró bien en el regocijo y alegria que mostraron en ella, así los naturales como los españoles.

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Yo me partí luego para esta cibdad de Tenuxtitan, y llegado hallé ser verdad todo lo que escribí á V. M. desde la isla de Cuba, así acerca de los agravios y afrentas hechas á mis deudos y amigos y á mi hacienda, como á los naturales, y pudiera estenderme mas entonces y agora, salvo que por ser la cosa tan pública no quiero repetirla mas; é hallé presos á Salazar, y Armildez y otros que fueron agresores en todos los daños pasados, y movieron y levantaron la tierra á voz de comunidad; y aunque á muchos dellos los dichos Alonso Destrada y Rodrigo de Albornoz habian sacado de algunos monesterios, yo los hice volver y restituir á ellos, dado caso que segun la calidad de sus delitos no debian gozar de la inmunidad de la Iglesia; pero por ser cosas que demás de tocar á los vasallos de V. M. tocaban á mi persona, yo holgué que fuesen restituidos, y porque no me acusasen de apasionado, aunque habia muchas cabsas para ello, no quise entender en las culpas de aquellos.

1 En otras partes Almindez. Vease pág. 342 y 343.

Dende á pocos dias que yo llegué á esta cibdad me escrebieron de la villa de Medellin, cómo al puerto habian llegado ciertos navíos, y que en ellos venia el licenciado Luis Ponce de Leon por juez de residencia de V. M., y el teniente de aquella villa me escribió que habia ido al navío en que el dicho Luis Ponce venia, y que le habia dado una carta de V. M. en que le mandaba que hiciese todo lo que el dicho Luis Ponce le mandase de parte de V. M. y que el dicho teniente le respondió que en todo seria obedecido y acatado, y así lo puso luego por obra; é yo respondiendo á la carta que el dicho teniente me escribió, le encargué mucho el buen recibimiento y tratamiento del dicho Luis Ponce, el cual dende á pocos dias que desembarcó se partió para esta ciudad de Tenuxtitan, y desde el camino me envió una carta de V. M. por la cual me mandaba que luego cómo llegase el dicho Luis Ponce, fuesé recibido conforme á su provision, y le fuesen entregadas todas las varas. El cual llegado á esta cibdad, que fué en dia bien de mañana, no quiso aquel dia presentar la provision que traia de V. M. sino ver la ciudad y platicar comigo algunas cosas de las destas partes; en lo cual conoció bien la obediencia y fidelidad que yo habia tenido y tenia al servicio de V. M.

Lugo otrodia el dicho Luis Ponce presentó su provision, la cual por mí y por mis oficiales fué obedientemente recibida y cumplida, y encontinente en presencia de los oficiales de V. M. y de todo el pueblo ellos é yo le entregamos todas las varas, y comenzó á usar de su cargo como V. M. mandaba.

Aquella misma noche, ó del trabajo del camino, ó de mudanza de la tierra el dicho Luis Ponce adoleció de unas calenturas de que creimos que no recibiera peligro, y cómo le fueron algo agravando, determinó de subrogar el poder que tenia de V. M. en el licenciado Marcos de Aguilar, que habia venido con él dende la Española á ejercer el cargo que tiene de inquisidor de las Indias; y el dicho licenciado Aguilar aceptó el dicho poder, y usó dél hasta que el dicho Luis Ponce falleció, que fué á diez y ocho ó 19 dias después que á esta cibdad llegó, y sin duda entristeció tanto su muerte á todos, como si fueramos sus debdos propios, y se hizo tanto sentimiento como si le hubieramos conversado toda nuestra vida; y cierto con harta causa, porque su persona y cordura mostróbien merecer aquello y mas; y entre algunas fortunas

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