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que, como en la otra relacion escribí, allende de nuestro trabajo y necesidad, la mayor fatiga que tenia mos era no poder ayudar y socorrer á los indios nuestros amigos, que por ser vasallos de V. M. eran molestados y trabajados de los de Culúa; aun que en esto yo y los de mi compañía poniamos toda nuestra posibilidad, porque nos parecia que en ninguna cosa podiamos mas servir á V. C. M., que en favorecer y ayudar á sus vasallos. Por la coyuntura en que estos de Calco me tomaron, no pude hacer con ellos lo que yo deseaba; pero dijeles que porque yo á la sazon queria enviar por los bergantines, y para ello tenia apercibidos á todos los de la provincia de Tascaltecal, de donde se habian de traer en piezas, tenia necesidad de enviar para ello gente de caballo y de pié, no los podia á la sazon ayudar con los mios; que ya sabian que los naturales de las provincias de Guajocingo y de Churultecal y Guacachula eran vasallos de V. M. y amigos nuestros; que fuesen á ellos, y de mi parte les rogasen, pues vivian muy cerca de su tierra, que los viniesen á ayudar y socorrer, y enviasen allí gente de guarnicion con que pudiesen estar seguros en tanto que yo los socorria, porque otro remedio al presente yo no les podia dar. E aunque ellos no quedaron tan satisfechos como si les diera algunos españoles, agradeciéronmelo, y rogáronme que porque fuesen creidos les diese una carta mia, y tambien para que con mas seguridad se lo osasen rogar; porque entre estos de Chalco y los de dos provincias de aquellas, cómo eran de diversas parcialidades, habia siempre diferencias. Y estando así dando órden en esto, llegaron acaso ciertos mensajeros de las dichas provincias de Guajocingo y Guacachula 1, y estando presentes los de Chalco, dijeron cómo los señores de aquellas provincias no habian visto ni sabido de mí después que habia partido de la provincia de Tascaltecal, cómo quiera que ellos siempre tenian puestas sus velas por las sierras y cerros que confinan con su tierra y sojuzgan las de Méjico y Tenuxtitan, para que viendo muchas ahumadas, que son las señales de la guerra, me viniesen á ayudar y socorrer con sus vasallos y gente; y porque de poco acá habian visto mas ahumadas que nunca, venian á saber cómo estaba, y si tenia necesidad, para luego proveer de gente de guerra. E yo se lo agradecí mucho, y les dije que, bendito nuestro Señor, los Guajocingo y Huaquechula.

españoles y yo estábamos buenos y siempre habiamos habido victoria contra los enemigos; y que demás de holgar mucho con su voluntad y presencia, que holgaba mas por los confederar y hacer amigos con los de Chalco, que estaban presentes; y que así les rogaba, pues los unos y los otros eran vasallos de V. M., que fuesen buenos amigos, y se ayudasen y socorriesen contra los de Culúa, que eran malos y perversos, especialmente ahora, que los de Chalco tenian necesidad de socorro, porque los de Culúa querian venir sobre ellos; y así, quedaron muy amigos y confederados. E después de haber estado dos dias allí conmigo los unos y los otros, se fueron muy alegres y contentos, y se ayudaron y socorrieron los unos á los otros.

Dende á tres dias, porque ya sabiamos que los trece bergantines estaban acabados de labrar, y la gente que los habia de traer apercibida, envié á Gonzalo de Sandoval, alguacil mayor, con quince de caballo y docientos peones para los traer, al cual mandé que destruyese y asolase un pueblo grande, sujeto á esta ciudad de Tesáico, que linda con los términos de la provincia de Tascaltecal, porque los naturales dél me habian muerto cinco de caballo y cuarenta y cinco peones, que venian de la villa de la Veracruz á la ciudad de Tenuxtitan, cuando yo estaba cercado en ella, no creyendo que tan gran traicion se nos habia de hacer; y cómo al tiempo que esta vez entramos en Tesájco hallamos en los adoratorios ó mezquitas de la ciudad los cueros de los cinco caballos con sus piés y manos y herraduras cosidos, y tan bien adobados como en todo el mundo lo pudieran hacer, y en señal de victoria, ellos y mucha ropa y cosas de los españoles ofrecidas á sus ídolos, y hallamos la sangre de nuestros campañeros y hermanos derramada y sacrificada por todas aquellas torres y mezquitas, fué cosa de tanta lástima, que nos renovó todas nuestras tribulaciones pasadas. E los traidores de aquel pueblo y de otros á él comarcanos, al tiempo que aquellos cristianos por allí pasaron, hicieronles buen recibimiento, para los asegurar y hacer en ellos la mayor crueldad que nunca se hizo, porque abajando por una cuesta y mal paso, todos á pié, trayendo los caballos de diestro, de manera que no se podian aprovechar dellos, puestos los enemigos en celada de una parte y de otra del mal paso, los tomaron en medio, y dellos mataron, y dellos tomaron á vida para traer á Tesáico á

sacrificar y sacarles los corazones delante de sus ídolos; y esto parece que fué así, porque cuando el dicho alguacil mayor por allí pasó1, ciertos españoles que iban con él, en una casa de un pueblo que está entre Tesáico, y aquel donde mataron y prendieron los cristianos, hallaron en una pared blanca escritas con carbon estas palabras: « Aquí estuvo preso el sin ventura de Juan Yuste», que era un hidalgo de los cinco de caballo: que sin duda fué cosa para quebrar el corazon á los que lo vieron. Y llegado el dicho alguacil mayor á este pueblo, cómo los naturales dél conocieron su gran yerro y culpa, comenzaron á ponerse en huida, y los de caballo y los peones españoles y indios nuestros amigos siguieron el alcance, y mataron muchos, y prendieron y cautivaron muchas mujeres y niños, que se dieron por esclavos; aunque movido á compasion, no quisó Sandoval matar ni destruir cuanto pudiera, y aun antes que de allí partiese hizo recoger la gente que quedaba, y que se viniesen á su pueblo; y así, está hoy muy poblado y arrepentido de lo pasado. El dicho alguacil mayor pasó adelante cinco ó seis leguas á una poblacion de Tascaltecal, que es la mas junta á los términos de Culúa, y allí halló á los españoles y gente que traian los bergantines. E otro dia que llegó, partieron de allí con la tablazon y ligazon dellos, la cual traian con mucho concierto mas de ocho mil hombres, que era cosa maravillosa de ver y así me parece que es de oir, llevar trece fustas diez y ocho leguas por tierra; que certifico á V. M. que dende la avanguarda á la retroguarda habia bien dos leguas de distancia. E cómo comenzaron su camino, llevando en la delantera ocho de caballo y cien españoles, y en ella y en los lados por capitanes de mas de diez mil hombres de guerra á Yutecad y Teutipil2, que son dos señores de los principales de Tascaltecal; y en la rezaga venian otros ciento y tantos españoles con otros ocho de caballo, y en ella venia por capitan, con otros diez mil hombres de guerra muy bien aderezados, Chichimecatecle, que es de los principales señores de aquella provincia, con otros capitanes que traia consigo; el cual, al tiempo que partieron della, llevaba la delantera con la tablazon, y la rezaga

1 Es el pueblo de Zultepec.

2 Aiutecatl y Teutepil en la vanguardia, y Chichimecatl en la retaguardia: estos eran de los principales de Tlaxcala.

traian los otros dos capitanes con la ligazon; y cómo entraron en tierra de Culúa, los maestros de los bergantines mandaron llevar en la delantara la ligazon dellos, y que la tablazon se quedase atrás, porque era cosa de mas embarazo, si alguno les acaeciese; lo cual, si fuera, habia de ser en la delantera. E Chichimecatecle, que traia la dicha tablazon, cómo siempre fasta allí con la gente de guerra habia traido la delantera, tomólo por afrenta, y fué cosa recia acabar con él que se quedase en la retroguarda, porque él queria llevar el peligro que se pudiese recibir; y cómo ya lo concedió, tampoco queria que en la rezaga se quedasen en guarda ningunos españoles, porque es hombre de mucho esfuerzo, y queria él ganar aquella honra. E llevaban estos capitanes dos mil indios cargados con su vitualla. E así, con esta órden y concierto fueron su camino, en el cual se detuvieron tres dias, y al cuarto entraron en esta ciudad con mucho placer y estruendo de atabales, y yo los salí á recebir. E cómo arriba digo, extendíase tanto la gente, que dende que los primeros comenzaron á entrar hasta que los postreros hobieron acabado, se pasaron mas de seis horas sin quebrar el hilo de la gente. E después de llegados y agradecido á aquellos señores las buenas obras que nos hacian, hícelos aposentar y proveer lo mejor que ser pudo; y ellos me dijeron que traian deseo de se ver con los de Culúa, y que viese lo que mandaba, que ellos y aquella gente venian con deseos y voluntad de se vengar ó morir con nosotros, y yo les dí las gracias, y les dije que reposasen y que presto les daria las manos llenas.

E después que toda esta gente de guerra de Tascaltecal hobo reposado en Tesáico tres ó cuatro dias, que cierto era para la manera de acá muy lucida gente, hice apercebir veinte y cinco de caballo, y trecientos peones, y cincuenta ballesteros y escopeteros, y seis tiros pequeños de campo, y sin decir á persona alguna dónde íbamos, salí desta ciudad á las nueve del dia, y conmigo salieron los capitanes ya dichos, con mas de treinta mil hombres, por sus escuadrones muy bien ordenados, segun la manera dellos. E á cuatro leguas desta ciudad, ya que era tarde, encontramos un escuadron de gente de guerra de los enemigos, y los de caballo rompimos por ellos, y desbaratámoslos. E los de Tascaltecal, cómo son muy ligeros, siguiéronnos, y matamos muchos de los contrarios, y aquella noche dormimos en el campo muy sobre aviso. E

otro dia de mañana seguimos nuestro camino, y yo no habia dicho aun adónde era mi intencion de ir; lo cual hacia porque me recelaba de algunos de los de Tesáico que iban con nosotros, que no diesen aviso de lo que yo queria hacer á los de Méjico y Tenuxtitan, porque aun no tenia ninguna seguridad dellos; y llegamos á una poblacion que se dice Xaltoca', que está asentada en medio de la laguna, y al rededor della hallamos muchas y grandes acequias llenas de agua; y hacian la dicha poblacion muy fuerte, porque los de caballo no podian entrar á ella, y los contrarios daban muchas gritas, tirándonos muchas viras y flechas; é los peones, aunque con trabajo, entráronles dentro, y echaronlos fuera, y quemaron mucha parte del pueblo. E aquella noche nos fuimos á dormir una legua de allí; y en amaneciendo tomamos nuestro camino, y en él hallamos los enemigos, y de lejos comenzaron á gritar, cómo lo suelen hacer en la guerra, que cierto es cosa espantosa oillos, y nosotros comenzamos de seguillos, y siguiéndolos, llegamos á une grande y hermosa ciudad que se dice Guaticlan 2, y hallámosla despoblada, y aquella noche nos aposentamos en ella,

Otro dia siguiente pasamos adelante, y llegamos á otra ciudad que se dice Tenainca 3, en la cual no hallamos resistencia alguna, y sin nos detener, pasamos á otra que se dice Acapuzalco, que todas estas están al rededor de la laguna, y tampoco nos détuvimos en ella, porque yo deseaba mucho llegar á otra ciudad que estaba allí cerca, que se dice Tacuba, que está muy cerca de Tenuxtitan; y ya que estábamos junto á ella, fallamos tambien al rededor muchas acequias de agua, y los enemigos muy á punto; y cómo los vimos, nosotros y nuestros amigos arremetimos á ellos, y entrámosles la ciudad, y matando en ellos, los echamos fuera della; y cómo era ya tarde, aquella noche no hicimos mas de nos aposentar en una casa, que era tan grande, que cupimos todos

'Xaltocan, que está muy cerca de Zumpango y rodeado de una laguna, era antes tributario á Tezcuco.

2 Guautithlan, tres leguas de Méjico.

3 Tizayuca de Tenayúcan.

Escapuzalco, una legua corta de Méjico.

Una legua corta de Méjico.

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