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della, se fueron á la ciudad de Tenuxtitan, que está de allí por la laguna seis leguas, y llevaron consigo cuanto tenian. E á esta causa, por hacer á su salvo lo que querian, salieron á mí los mensajeros que arriba dije, para me detener algo y que no entrase haciendo daño; y por aquella noche nos dejaron, así á nosotros, como á su ciudad.

Después de haber estado tres dias desta manera en esta ciudad, sin haber recuentro alguno con los indios, porque por entonces ni ellos osaban venirnos á acometer, ni nosotros curábamos de salir lejos á los buscar, porque mi final intention era, siempre que quisiesen venir de paz, recibirlos, y á todos tiempos requerir les con ella, viniéronme á fablar el señor de Coatinchan y Guaxuta, y el de Autengo1, que son tres poblaciones bien grandes, y están, como he dicho, incorporadas y juntas á esta ciudad, y dijéronme llorando que los perdonase porque se habian ausentado de su tierra; y que en lo demás, ellos no habian peleado conmigo, á lo menos por su voluntad; y que ellos prometian de hacer de ahí adelante todo lo que en nombre de V. M. les quisiese mandar. Yo les dije por las lenguas que ya ellos habian conocido el buen tratamiento que siempre les hacia, y que en dejar su tierra y en lo demás, que ellos tenian la culpa; y que pues me prometian ser nuestros amigos, que poblasen sus casas y trujesen sus mujeres é hijos, y que como ellos ficiesen las obras, así los trataria; y así se volvieron, á nuestro parecer no muy contentos.

Cómo el señor de Méjico y Tenuxtitan y todos los otros señores de Culúa (que cuando este nombre de Culúa se dice, se ha de entender por todas las tierras y provincias destas partes, sujetas á Tenuxtitan) supieron que aquellos señores de aquellas poblaciones se habian venido á ofrecer por vasallos de V. M., enviáronles ciertos mensajeros, á los cuales mandaron que les dijesen que lo habian fecho muy mal; y que si de temor era, que bien sabian que ellos eran muchos, y tenian tanto poder, que á mí y á todos los españoles y à todos los de Tascaltecal nos habian de matar, y muy presto; y que si por nos dejar sus tierras lo habian hecho, que las dejasen y se fuesen á Tenuxtitan, y allá les darian otras

1 Coathlinchan, Huexothla y Atengo, que hoy es parroquia principal y se llama Tenango Tepopula.

mayores y mejores poblaciones donde viviesen. Estos señores de Coatinchan y Guaxuta tomaron á los mensajeros, y atáronlos y trujéronmelos; y luego confesaron que ellos habian venido de parte de los señores de Tenuxtitan; pero que habia sido para les decir que fuesen allá para como terceros, pues eran mis amigos, entender en las paces entre ellos y mí; y los de Guaxuta y Coatinchan dijeron que no era así, y que los de Méjico y Tenuxtitan no querian sino guerra; y aunque yo les dí crédito, y aquella era la verdad, porque deseaba atraer á los de la ciudad á nuestra amistad, porque della dependia la paz ó la guerra de las otras provincias que estaban alzadas, fice desatar aquellos mensajeros, y díjeles que no tuviesen temor, porque yo les queria tornar á enviar á Tenuxtitan, y que les rogaba que dijesen á los señores que yo no queria guerra con ellos, aunque tenia mucha razon, y que fuésemos amigos, como antes lo habiamos sido; y por mas los asegurar y atraer al servicio de V. M., les envié á decir que bien sabia que los principales que habían sido en hacerme la guerra pasada eran ya muertos, y que lo pasado fuese pasado, y que no quisiesen dar causa á que destruyese sus tierras y ciudades, porque me pesaba mucho dello; y con esto solté estos mensajeros, y se fueron prometiendo de me traer respuesta. Los señores de Coatinchan y Guaxuta y yo quedamos por esta buena obra mas amigos y confederados, y yo, en nombre de V. M., les perdoné los yerros pasados; y así quedaron contentos.

Después de haber estado en esta ciudad de Tesáico1 siete ó ocho dias sin guerra ni reencuentro alguno, fortaleciendo nuestro aposento y dando órden en otras cosas necesarias para nuestra defension y ofensa de los enemigos, y viendo que ellos no venian contra mí, salí de la dicha ciudad con docientos españoles, en los cuales habia diez y ocho de caballo, y treinta ballesteros Ꭹ diez escopeteros, y con tres ó cuatro mil indios nuestros amigos, y fuí por la costa de la laguna hasta una ciudad que se dice Iztapalapa2, que está por el agua dos leguas de la gran ciudad de Tenuxtitan

Tezcuco.

2 Así se llama hoy por la sal ó tequesquite que se coge de la haz de la tierra; hoy tiene corta poblacion como de trecientos vecinos; pero se ven claramente las ruinas de las casas del hermano de Muteczuma cerca de donde está la parroquia, mirando á la laguna de Tezcuco.

y seis desta de Tesáico; la cual dicha ciudad será de hasta diez mil vecinos, y la mitad della, y aun las dos tercias partes, puestas en el agua; y el señor della, que era hermano de Muteczuma, á quien los indios después de su muerte habian alzado por señor, habia sido el principal que nos habia hecho la guerra y echado fuera de la ciudad. E así por esto, como porque habia sabido que estaban de muy mal propósito los desta ciudad de Iztapalapa, determiné de ir á ellos. E cómo fuí sentido de la gente della bien dos leguas antes que llegase, luego parecieron en el campo algunos indios de guerra, y otros por la laguna en sus canoas; y así, fuimos todas aquellas dos leguas revueltos peleando, así con los de la tierra como con los que salian del agua, fasta que llegamos á la dicha ciudad. E antes, casi dos tercios de legua, abrian una calzada, como presa, ques está entre la laguna dulce y la salada', segun que por la figura de la ciudad de Tenuxtitan, que yo envié á V. M., se podrá haber visto. E abierta la dicha calzada ó presa, comenzó con mucho ímpetu á salir agua de la laguna salada y correr hácia la dulce, aunque están las lagunas desviadas la una de la otra mas de media legua, y no mirando en aquel engaño, con la codicia de la victoria que llevábamos, pasamos muy bien, y seguimos nuestro alcance fasta entrar dentro, revueltos con los enemigos, en la dicha ciudad. E cómo estaban ya sobre el aviso, todas las casas de la tierra firme estaban despobladas, y toda la gente y despojo dellas metidos en las casas de la laguna, y allí se recogieron los que iban huyendo, y pelearon con nosotros muy reciamente; pero quiso nuestro Señor dar tanto esfuerzo á los suyos, que les entramos fasta los meter por el agua, á las veces á los pechos, y otras nadando, y les tomamos muchas casas de las que están en el agua, y murieron dellos mas de seis mil ánimas entre hombres y mujeres y niños; porque los indios nuestros amigos, vista la victoria que Dios nos daba, no entendian en otra cosa sino en matar á diestro y á siniestro. E porque sobrevino la noche, recogí la gente y puse fuego á algunas de aquellas casas; y estándolas quemando, pareció que nuestro Señor me inspiró é me trujo á la memoria la calzada ó presa que

habia

Se ha dicho en la otra carta que por un lado del sur llega á Iztapalapa la laguna de Chalco, que es de agua dulce, y por el norte la de Tezcuco, que es salada.

visto rota en el camino, y representóseme el gran daño que era; y á mas andar, con mi gente junta, me torné á salir de la ciudad, ya noche, bien obscuro. Cuando llegué á aquella agua, que serian casi las nueve de la noche, habia tanta y corria con tanto impetu, que la pasamos á volapié 1, y se ahogaron algunos indios de nuestros amigos, y se perdió toto el despojo que en la ciudad se habia tomado: certifico á V. M. que si aquella noche no pasáramos el agua, ó aguardáramos tres horas mas, que ninguno de nosotros escapara, porque quedábamos cercados de agua, sin tener paso por parte ninguna. E cuando amaneció, vimos cómo el agua de la una laguna estaba en el peso de la otra, y no corria mas, y toda la laguna salada estaba llena de canoas con gente de guerra, creyendo de nos tomar allí. E aquel dia me volví á Tesáico, peleando algunos ratos con los que salian de la mar, aunque poco daño les podiamos hacer, porque se acogian luego á las canoas; y llegando á la ciudad de Tesáico, hallé la gente que habia dejado, muy segura y sin haber habido reencuentro alguno, y hobieron mucho placer con nuestra venida y victoria. E otro dia que llegamos falleció un español que vino herido, y aun fué el primero que en campo los indios me han muerto fasta agora.

Otro dia siguiente vinieron á esta ciudad ciertos mensajeros de la ciudad de Otumba 3, y otras cuatro ciudades que están junto á ella, las cuales están á cuatro y á cinco y á seis leguas de Tesáico; y dijéronme que me rogaban les perdonase la culpa, si alguna tenian por la guerra pasada que me se habia fecho; porque allí en Otumba fué donde se juntó todo el poder de Méjico y Tenuxtitan cuando saliamos desbaratados della, creyendo que nos acabaran. E bien vian estos de Otumba que no se podian relevar de culpa, aunque se excusaban con decir que habian sido mandados; é para me inclinar mas á benevolencia, dijéronme que los señores de Tenuxtitan les habian enviado mensajeros á les decir que fuesen de su parciali

Volapié, esto es, con tanta ligereza, que no hacian pié.

? Parte del pueblo de Iztapalapa está en tierra y parte en agua, y los indios soltaron los diques para la comunicacion de las dos lagunas.

3 Así se llama hoy, y cerca della está San Juan Theothihuacan, Axapusco, Quathlanzingo, que antes fué muy grande, y Ostoticpac y Tecpayucan, Xaltepec, Nopaltepec y la hacienda de Ometusco.

dad y que no ficiesen ninguna amistad con nosotros; si no, que vernian sobre ellos y los destruirian; y que ellos querian ser antes vasallos de V. M. y facer lo que yo les mandase. E yo les dije que bien sabian ellos cuán culpantes eran en lo pasado, y que para que yo les perdonase y creyese lo que me decian, que me habian de traer atados primero aquellos mensajeros que decian, y á todos los naturales de Méjico y Tenuxtitan que estuviesen en su tierra, y que de otra manera yo no los habia de perdonar; y que se volviesen á sus casas y las poblasen, y ficiesen obras por donde yo conociese que eran buenos vasallos de V. M., é aunque pasamos otras razones, no pudieron sacar de mi otra cosa; y así, se volvieron á su tierra, certificándome que ellos harian siempre lo que yo quisiese; é de ahí adelante siempre han sido y son leales y obedientes al servicio de V. M.

En la otra relacion, muy venturuso y excelentísimo Príncipe, dije á V. M. cómo al tiempo que me desbarataron y echaron de la ciudad de Tenuxtitan sacaba conmigo un hijo y dos hijas de Muteczuma, y al señor de Tesáico', que se decia Cacamacin, y á dos hermanos suyos, y á otros muchos señores que tenia presos, y cómo á todos los habian muerto los enemigos, aunque eran de su propria nacion, y sus señores algunos dellos, excepto á los dos hermanos del dicho Cacamacin, que por gran ventura se pudieron escapar; y el uno destos dos hermanos, que se decia Ipacsuchil, y en otra manera Cucascacin, al cual de antes yo, en nombre de V. M. y con parecer de Muteczuma, habia hecho señor desta ciudad de Tesáico y provincia de Aculuacan, al tiempo que yo llegué á la provincia de Tascaltecal, teniéndolo en son de preso, se soltó y se volvió á la dicha ciudad de Tesáico; y cómo ya en ella habian alzado por señor á otro hermano suyo, que se dice Guanacacin, de que arriba se ha hecho mencion, dicen que hizo matar al dicho Cucascacin, su hermano, desta manera: que cómo llegó á la dicha provincia de Tesáico, las guardas lo tomaron, é hiciéronlo saber á Guanacacin, su señor; el cual tambien lo hizo saber al señor de Tenuxtitan; el cual, cómo supo que el dicho Cucascacin era venido, creyó que no se pudiera ha

El señor de Tezcuco, Cacamacin, era deudo de Muteczuma y su tributario, hijo de Nezahualpilli, en quien cesó la especie de soberanía, y recayó en Muteczuma.

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