Imágenes de página
PDF
ePub

cierto la ilusion, que podria calificarse de sobrado petulante, de pronunciar fallos indiscutibles ni de acertar en absoluto. La materia es de sí sujeta á controversia. Expondré, pues, mi desinteresada é imparcial opinion, hija de algunos estudios especiales, que á otras inteligencias más elevadas toca resolver.

Al hablar en general de los montes de Filipinas ningun dato concreto me atrevo á consignar acerca de su extension. Segun el P. Buceta, la superficie del Archipiélago puede dividirse así:

[merged small][ocr errors][merged small][merged small][ocr errors][merged small][merged small][merged small][merged small][ocr errors][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small]

El distinguido agrónomo frances D. Pablo de la Gironiere, que fundó en la provincia de la Laguna la hacienda de Jala-Jala, en su obra sobre las islas Filipinas, digna de ser consultada (1), estima en 400.000 hectáreas las tierras cultivadas, y en 24.000.000 las incultas. Aunque estas cifras no merezcan completa confianza, revelan, sin embargo, desde luego, una gran desproporcion entre la superficie que podemos llamar forestal, y la agrícola, é indican claramente la conveniencia y necesidad de aumentar ésta á expensas de aquélla, ó lo que casi es lo mismo, enajenar baldíos realengos. Al ir sacándose á la venta los

(1) Aventures d' un gentil homme breton aux îles Philippines avec un aperçu sur la geologie», etc.

montes públicos, de que convenga desprenderse, es preciso proceder con detenimiento despues de estudiarlos bajo todos los aspectos económico, forestal, climatológico é hidrológico. Respecto á este punto no opino como el autor de los citados Apuntes interesantes sobre las islas Filipinas, quien cree deberian concederse gratuitamente los terrenos y dar posesion de ellos con el solo informe del Jefe de la provincia, del del municipio y del cura del pueblo, en cuya jurisdiccion radiquen, prévio reconocimiento pericial. Las cesiones gratuitas no se han acreditado como buenas en el Archipiélago. El abono de una módica cantidad hace que el adquiridor mire con más interés la tierra que le representa la inversion de parte de su capital y no la abandone con facilidad. No sé de ningun concesionario de terrenos que se haya quejado de tener que hacer su compra en vez de obtenerlos regalados. El dictámen de las Autoridades locales no basta, y por sí solo produciria fatales resultados, pudiéndose asegurar que no sería fácil á los verdaderos agricultores europeos obtener las tierras directamente del Estado, pues los mestizos é indios principales de cada pueblo se las repartirian para venderlas despues á aquéllos lo más caro posible. Los llamados en el país reconocimientos periciales son, por falta de personal idóneo, dignos de poca confianza. Se reducen un aforo, muchas veces absurdo, de la cabida, y á asegurar que el terreno se puede ó no se puede ceder, segun

la parte que les ha de abonar los honorarios, y sin fundar en nada su aserto. Las ventas así hechas darian por resultado hacer pasar grandes extensiones de terreno á manos de indios y mestizos, quienes no harian más por el desar

rollo de la agricultura que retenerlos y hacer pagar altos precios á todo colono nacido fuera del país que quisiera fundar en ellos haciendas. De otro modo se debe emprender la grande obra de la desamortizacion. Al recorrer el personal facultativo de la Inspeccion una provincia se ha de fijar naturalmente en la distribucion de las masas de monte y, como primera operacion preliminar, estudiar cuáles deben conservarse por su situacion respecto á la de los centros de consumo, por su orografía, por el influjo que ejerzan en la distribucion de las aguas y proteccion que den á los pueblos contra las avenidas de los torrentes de las sierras y de los furores de los terribles baguíos, por las especies que dominen en el vuelo (1) y, finalmente, por el mismo estado de éste. Esta multiplicidad de circunstancias, que hay que tomar en cuenta, hacen complejo el estudio, que exige cierto caudal de conocimientos y mucha práctica en trabajos de la misma índole. Su naturaleza reclama tambien que se relacionen los trabajos parciales entre sí, esdecir, que exista un centro que los dirija y los someta á un plan único, y este centro sólo puede ser la Inspeccion de montes y el personal del ramo el único llamado á ejecutarlos. Los ayudantes en los Sub-distritos con instrucciones concretas y detalladas de los Ingenieros Jefes de los Distritos, que, á su vez, recibirán las generales del Inspector, pueden ir recogiendo datos para preparar

(1) Este criterio, adoptado para la clasificacion de los montes de la Península de 1862 acá, no puede en Filipinas pasar de ser una de tantas consideraciones á que hay que atender; de ningun modo se le debe conceder una importancia exclusiva.

los trabajos que han de hacer aquéllos y que cuidadosamente revisados y armonizados por éste irán elevándose á la aprobacion del Gobierno Superior de las islas. Parece conveniente que, aceptada la idea en principio, estudiado y aprobado el plan general para su ejecucion, deberia darse á dicho Gobierno Superior civil facultades ámplias para resolver en los casos particulares, pues las consultas á Madrid demoran mucho el despacho de los asuntospor lo ménos medio año y ya se ha indicado cuán importante es la brevedad para el particular que quiere dar inmediato empleo á sus capitales y pasto á su actividad. Siguiendo esta marcha no juzgo desprovisto de probabilidades calcular en unas 200.000 hectáreas las que desde el segundo año podrian sacarse anualmente á pública subasta, y digo que desde el segundo año, porque supongo que el primero se invertiria casi todo en trabajos generales de organizacion y estudio de esa hijuela del ramo de montes, que se puede llamar estadística forestal. Deberia en su transcurso hacerse un avance de catálogo de montes públicos reservados y enajenables en las principales islas, pues por imperfecto é incompleto que resultára, serviria mucho en lo sucesivo como trabajo de conjunto, é iria corrigiéndose y aumentándose siempre con los resultados obtenidos de los reconocimientos parciales. Este avance de catálogo, acompañado de bosquejos dasográficos que hicieran saltar á la vista la distribucion de los montes en las islas más importantes, sería ya un progreso no pequeño para llegar al indispensable conocimiento científico de los bosques de Filipinas. Tanto en el Catálogo como en los bosquejos podrian indicarse ya,

de un modo

107692

que

general, los puntos donde radicasen los terrenos que iban á ser objeto de un estudio inmediato para determinar las condiciones motivantes de su destino á la agricultura, y deberia dársele la mayor publicidad posible así en el Archipiélago como en todas las capitales de provincia de la Península y en los principales focos de emigracion, como son Alemania é Inglaterra, y tambien en los EstadosUnidos, que, aún cuando reciban grandes corrientes inmigradoras, lanzan capitales y brazos á países donde esperan obtener ventaja, por lejanos que sean, todo sin contar con el actual comercio filipino, sobre todo el de exportacion de productos agrícolas, está íntimamente enlazado con el de aquella república. Al efecto convendria tambien redactar unas breves instrucciones en que se expresára con mucha claridad y fijeza, lo que debian hacer los pretendientes para adquirir terrenos del Estado, indicando los recursos de brazos con que contáran en la localidad para las operaciones de descuaje y establecimiento de sus cultivos, con cálculos aproximados del coste del terreno, gastos para ponerlo en labor, precios de los jornales y trabajo medio del bracero indígena, adquisicion de máquinas, aperos é instrumentos agrícolas necesarios, productos de las principales cosechas tomando distintos tipos de calidades de terrenos de la localidad, etc.; en fin, cuanto pudiera despertar el interés de las personas peritas y dispuestas á lanzarse á empresas semejantes en los diversos países de Europa y América. O me engaño mucho ó habian de obtenerse resultados asombrosos de esta propaganda si se contase con la cooperacion de los cuerpos diplomático y consular, siempre deseosos de prestar servicios á su patria.

« AnteriorContinuar »