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complicada y defectuosa de lo que en realidad es, y á la falta de braceros con quienes el propietario pueda contar para las diferentes labores del campo en las épocas oportunas, atribuyo el que no se lancen capitales á negocios agrícolas en un país en que es bastante comun obtener más de un veinte por ciento de beneficio. Y no se nos presente la objeccion de que la gran distancia, á que se encuentran las Islas, retraerá siempre á los europeos que cuentan con recursos para ir á establecerse en ellas.

Las colonias de Australia y Nueva Zelandia prueban la importancia que hoy tienen las distancias para la poblacion de un país no europeo. Existen en Europa elementos de emigracion para sostener aquellas islas, tanto y más lejanas que Filipinas, en un estado envidiable. Las colonias holandesas no están más próximas á su metrópoque nuestro Archipiélago á la Península, y respecto de Asia, si en dos dias se vá desde el continente á Java, poco más de tres se necesitan para hacer la travesía de Manila á Hong-kong, centro de la vida y del comercio del oriente de China.

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Debe tenderse mucho más á tener enlazados con un servicio regular de vapores estos dos puntos, que la capital de las islas y Singapore, por ser de mayor importancia para el comercio, sobre todo el Norte Americano, y recibirse ántes todas las noticias telegráficas que tanto importa á éste, por aquella via. Hoy que en ménos de cuarenta dias se vá á Filipinas, donde se pueden recibir, establecido el cable, noticias instantáneas de la situacion de los principales mercados del mundo, no asustan las disJancias.

Al ir acudiendo los capitalistas á la colonizacion de las islas, las condiciones de existencia en ellas variarán y dejarán de ser penosas para el europeo, que si encuentra una regular vida material por la bondad y abundancia de alimentos del país, echa siempre de ménos la intelectual y moral de su patria, y está violenta y como sumido en un marasmo de apatía. Es imposible constituir una sociedad con el sólo elemento oficial, que debe estar mezclado y subordinado al industrial, al agrícola y al mercantil, y hoy por hoy puede decirse que es el único.

El comercio peninsular es, en efecto, de poca significacion atendido lo que deberia ser, la industria casi nula y corto el número de propietarios. De esto proviene que la vida en Filipinas no tenga atractivo alguno para el europeo. Proporcionar terrenos y brazos para cultivarlas, hé aquí las dos necesidades principales en que se debe fijar la atencion del Gobierno.

He hecho ya algunas indicaciones sobre lo que para llenar la segunda convendria, reducido á obligar al indio á cumplir puntualmente sus compromisos, y evitar que no esté contínuamente desesperando, y arruinando no pocas veces, al europeo con la malicia propia de su raza, y si esto no basta, y persiste la poblacion indígena de muchas comarcas en sus hábitos de holganza, obligarla al trabajo, pues que si la medida parece dura en principio para espíritus liberales, sólo transitoriamente habrá que emplearla, en cuanto los hijos nacerán y se irán criando con la costumbre del trabajo llevada á sus padres por la fuerza, ya que no tuvieron la suficiente virtud para adquirirla por su propia iniciativa. El trabajo obligatorio lo justi

fica además la historia de todos los pueblos sin excepcion, como necesario en cierta época de su desarrollo. Lo han tenido las naciones todas de Europa y algunas en época no lejana. En casi todas las Américas se somete á los colonos al cumplimiento de contratas, que vienen á ser una forma especial del trabajo obligatorio. Lo repugnante á los buenos sentimientos humanitarios es la esclavitud, no el trabajo obligatorio retribuido tendiendo á mejorar en su suerte al mismo sobre el cual pesa, siempre transitorio y accidental en el pueblo donde se establece, y que ni hace del hombre una cosa ni le impide llegar con su actividad é inteligencia á una posicion más alta.

En una obra, bajo muchos conceptos apreciable, que es la última de que tengo noticia, escrita sobre las cuestiones de Filipinas en general, titulada por su autor anónimo «Apuntes interesantes sobre las islas Filipinas, que pueden ser útiles para hacer las reformas convenientes y productivas para el país y para la Nacion», se indica la conveniencia de ensayar la aplicacion del trabajo obligatorio, hoy sólo en vigor para obras de utilidad pública, á empresas agrícolas particulares, facilitando el Gobierno al hacendado el número de braceros que necesite, á un jornal estipulado de antemano, sin que aquél tenga sobre éstos más derechos que los de hacerles cumplir su obligacion y no pudiendo aumentar las horas de trabajo previamente convenidas. Esto, que lo creo muy provechoso para el desarrollo de la agricultura filipina, es lo que ha hecho posible se creáran en Java esas fincas, que atraen la atencion de los agrónomos de todas las naciones, y cuyo delicioso aspecto les vale el nombre de jardines.

Por importante que sea la cuestion de brazos para la agricultura nada quita al interés preferente de la creacion y organizacion de la propiedad rural. ¿Puede satisfacer lo que hoy hay establecido en materia de ventas y concesiones de terrenos baldíos realengos? Ciertamente que no, como tan claro se desprende de la idea que, ciñéndome á estrechos límites, he procurado dar.

No solicita fácilmente un particular terreno para cultivarlo si este paso motiva un expediente cuya tramitacion dura cuatro, seis ó diez años, ni puede tener sus capitales sin empleo desde que proyecta dedicarlos á la agricultura, ni puede abandonar sus negocios haciendo un paréntesis en su vida laboriosa para ir de oficina en oficina siguiendo los pasos de su instancia. Si el sistema de licencias de cortas ha podido seguir adelante en Filipinas, si ha resistido los ataques de los contrarios á la intervencion oficial en los aprovechamientos de los montes públicos hasta que fuese llegada la época de sustituirlo por otro más perfecto, del que era precursor, se debe principalmente á la tramitacion de los expedientes, que quitaba todo motivo de queja á los particulares. A muchos, que tenian asuntos de otra índole con el Gobierno, he oido admirar la prontitud del despacho. En efecto, el recurrente sabía que á los cuatro ó seis dias de presentar su instancia expresando las clases de maderas y número de piezas, que queria cortar en determinados montes, podia recoger la concesion definitiva con el pliego de condiciones y tarifas de precios, y que el Jefe de la provincia y todas las autoridades locales tendrian conocimiento oficial de ello, sin que esto le produjese gas

to alguno ni pérdida de tiempo. Tramitar los asuntos así es llevar la vida á todo. La hermosa divisa alemana Wass rastet rostet, lo que reposa se enmohece, debe ser el lema de toda Administracion.

Pues bien, hay que estudiar la manera de llevar esa expedicion, esa prontitud, al despacho de las concesiones de terrenos; se ha de procurar que el que quiere ser agricultor encuentre franco el camino, y se ha de quitar toda valla opuesta á una pronta aplicacion de la actividad individual, impidiendo que se enfrie el entusiasmo compañero, y compañero necesario, del principio de toda empresa, pues áun logrado esto, no serán pocas las dificultades que en su trascurso surgirán para poner á prueba la constancia del cultivador. Sólo un medio se me ocurre para llegar á este fin, y es éste la desamortizacion forestal. Sacar á la venta, en pública subasta, los montes que se juzgue conveniente enajenar, tal es el medio de ofrecer en seguida al agricultor terrenos suficientes para que en ellos emplee su actividad é invierta sus capitales.

¿Puede ser inconveniente para el país una desamortizacion de montes públicos? ¿Puede perjudicar á los pueblos quitándoles los medios de proveerse de maderas y leñas y amenazándoles con los males subsiguientes á la desaparicion del arbolado? ¿Cómo debe procederse al llevarla á cabo para prevenir los peligros que ofrece? Hecha con el acierto debido, ¿qué resultados hay que esperar de ella? ¿Servirá realmente para hacer ingresar en el Tesoro público cantidades de alguna consideracion? Tales son las preguntas que se agolpan al abordar este punto. A ellas he de procurar dar respuesta, y al hacerlo no alimento por

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