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lo parecen tanto si se considera la duracion que tienen puestas en obra.

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Por la memoria de produccion á la que tantas veces he aludido, puede formarse una idea bastante aproximada de la importancia de las transacciones de maderas en la capital, descontando de los ingresos totales de 1 á 1⁄4 por el valor de las exportadas, y un á o por el de las consumidas en la construccion de buques en los astilleros de provincias, pues si bien se invierten en mayor cantidad, es tanto el descuido de muchos jefes de provincias, y tal era, ántes del aumento de personal facultativo y de guardería, la falta de medios con que contaba la Inspeccion para vigilarlo, que bien se puede asegurar no pagaban ni la quinta parte de los buques construidos el valor de las maderas que en su fábrica se empleaban, y áun esto en el último año, porque ántes era caso raro el que se lograse de

uno solo el pago.

A pesar de los módicos precios á que el Estado vende sus maderas, el contrabando se ejerce por los maderistas, sin que pueda corregirse del todo, por no contar la Inspeccion con personal de guardería bastante para ello, y por estar confiado al Cuerpo de carabineros el cuidado de que no se introduzcan maderas sin la guia correspondiente, en cuanto no tienen para él aliciente alguno las aprehensiones, privado como está del tanto por ciento de los comisos, lo cual no sucede en otros ramos. Así У todo, es justo consignar aquí que aquella fuerza ha prestado excelentes servicios, debidos al celo de sus Jefes, á quienes recargaba esta nueva obligacion el mucho trabajo que les ocasiona el servicio ordinario.

Los mercados de provincias son, como dejo indicado, de una importancia incomparablemente menor que la que tiene el de Manila, y nada ó casi nada producen al Estado las maderas que con destino á ellos se cortan, por la falta de personal del ramo que cuide de exigir el pago correspondiente. Los jefes de provincia, atareados con múltiples cuidados, asumiendo todos los poderes y teniendo que hacer frente á las atenciones del servicio de los ramos más heterogéneos, no pueden ocuparse de estos detalles, y los administradores de Hacienda descuidan tales asuntos por considerarlos de la incumbencia de Gobernacion y Fomento, ocupándose tan sólo de recaudar los fondos cuando se les presentan los maderistas provistos de una órden al efecto dada por el jefe de la provincia. Hay, sin embargo, ademas de la capital, puntos de consumo importantes y que estamos seguros producirán cantidades no despreciables al Estado tan luego como esté en ellos el personal de montes necesario para averiguar la procedencia de las maderas que allí acuden. Citaré sólo, como ejemplo, los de Cebú é Ilo-ilo en las Visayas, el de Albay y el de Sexmoan en Bulacan.

La construccion de buques vá produciendo cada dia mayores rendimientos. En Tayabas, en Zambales, en Masbate y costa de Bataan ingresan con bastante regularidad las cantidades correspondientes al valor de las maderas empleadas con este objeto. No pasa lo mismo en Camarines Norte y Sur, Albay y en todas las Visayas. Los ingresos por este concepto han de aumentar considerablemente, distribuido que sea en los subdistritos y comarcas el personal recientemente nombrado.

Terminaré lo que al consumo interior se refiere confirmando el aserto de que la produccion de los montes del país basta hoy para subvenir á sus necesidades sin que se importen más maderas que una cantidad de poca significacion de pino americano exclusivamente destinado á arboladuras de ciertos buques, pues todos los de cabotaje usan para este objeto el mangachapuy ó el palo-maría, y áun en barcos de navegacion de altura, en fragatas, he visto empleados los palos de la primera de estas dos especies, asegurando los marinos que los mandaban que resistian perfectamente los tiempos duros cual pudieran hacerlo los mejores masteleros de pino del Norte. Sin embargo, creo que siempre debe considerarse algo inferior á éste.

Y vuelvo á insistir en que los elevados precios de las maderas, objeto de contínuas quejas por parte de los constructores, y con poca razon atribuidos á las supuestas trabas con que á las cortas se pretende entorpece la Inspeccion, reconoce por principal causa la dificultad y coste consiguiente de los transportes.

Si el personal del ramo estudia detenidamente la cuestion, como debe hacerlo así que un aumento en el mismo lo permita, y abriendo vias de extraccion facilita los transportes por agua, es de esperar que bajen los precios y se obtengan las piezas más baratas que antes de satisfacer los cortadores cantidad alguna por ellas al Estado. La importancia de las vias fluviales en las islas es muy grande; el estudio de su caudal, velocidad y accidentes de su curso debe llamar preferentemente la atencion del Ingeniero, así como el atado de las piezas en almadías y la flotacion de las sueltas; en una palabra, cuanto á trans

portes se refiere. Es de desear que figure en los planes de aprovechamiento una descripcion detallada de los medios de saca con indicaciones precisas de las ventajas é inconvenientes de las distintas vias de la localidad. Estas indicaciones, juntamente con las instructivas acerca de las industrias forestales que allí pudieran plantearse, serán de suma utilidad á cuantos se dediquen al comencio de maderas, ahorrándoles, en parte, un penoso y algunas veces hasta ruinoso aprendizaje, que retrae á no pocos de emprender negocios de este género con detrimento de la riqueza forestal. Entónces palparán los particulares las inmediatas ventajas que el personal facultativo del ramo les proporciona, y cesará, de consiguiente, la oposicion sistemática con que hoy lucha la Inspeccion. Allí más aún que aquí es de conveniencia suma que se faciliten por los funcionarios, y especialmente por los facultativos, á las personas que llevan á los montes su actividad y capitales todos los medios para que no vean defraudadas sus legítimas esperanzas. En un país, cuyo desarrollo se encuentra en el estado en que hoy se halla el Archipiélago, la iniciativa oficial es precisa para fomentar muchas empresas, las cuales, adelantando la cultura, podrán prescindir pronto de dicho apoyo.

Hasta aquí he examinado los montes de Filipinas única y exclusivamente bajo el punto de vista de su importancia económica para surtir de maderas, principalmente de construccion, á los mercados interiores, prescindiendo de la produccion y consumo de leñas, por carecer de interes actual, toda vez que su aprovechamiento sigue siendo gratuito en todos los bosques públicos, en lo cual no hay

grave inconveniente para su conservacion, por emplearse casi siempre especies de rápido crecimiento y que abundan mucho, si bien el Erario se vé privado con este motivo de ingresos que no serian despreciables.

Algunas consideraciones creo útil hacer respecto del papel que los indicados montes desempeñan en la cosmología é hidrología de las Islas, evitando generalidades impropias de la índole de este trabajo y que no caben en sus estrechos límites.

El clima de Filipinas se considera como benigno por casi todos los autores que describen aquel país, y lo es efectivamente comparado con el de tierras de las mismas latitudes (1). Es innegable que ninguna otra colonia europea del extremo Oriente goza de clima más agradable y sano que nuestras islas. Contribuyen á ello, en gran parte, las frecuentes lluvias que refrescan la atmósfera templando la fuerza del ardiente sol tropical. Apenas si se puede formar idea exacta de la cantidad de humedad del aire por lo que en Europa designamos con el nombre de clima húmedo. Esta circunstancia, que podria suponerse daba al país malas condiciones higiénicas, es generalmente favorable, siendo los vientos secos los que mayores daños causan á la salud pública. Me llamó notablemente la atencion, al estudiar las condiciones climatológicas del Rio Grande de Mindanao, ver que no era ciertamente en los terrenos bajos expuestos á la humedad donde teniamos que dormir vestidos de lana y cubiertos por pesadas

(1) Véase el opúsculo Estudios sobre el clima de Filipinas, traducido del aleel autor de esta Memoria. Comprende trabajos de los profesores Semper de Würzburgo y Karsten de Kiel y del Dr. Jagor.

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