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deshacer errores de alguna consideracion para el Estado, y quizás mayor todavía para el comercio, en la clasificacion de maderas hecha por peritos locales. No es raro que un mismo nombre designe dos distintas maderas procedentes de especies lejanas en el sistema, y que por algunas analogías de color y de textura las considere idénticas el indio en su ignorancia; ni es raro tampoco aplicar diversas denominaciones á una misma madera. Y en un país donde tantos y tan variados dialectos se hablan, ¿cómo pensar siquiera que el conocimiento de nombres vulgares puede llenar el vacío que el Ingeniero nota al emprender el más insignificante trabajo? Si en el comercio maderero puede considerarse al Ingeniero de Montes como el representan-te del productor y éste experimenta perturbacion en el incompleto conocimiento del artículo que presenta en el mercado, no la siente ménos el consumidor.

Al inteligente y celoso personal de Obras públicas, al ilustre Cuerpo de Caminos en aquellas islas, cabe la gloria de haber dado á conocer muchas maderas de construccion ántes poco empleadas y hoy justamente estimadas, contribuyendo así poderosamente al desarrollo de la riqueza de las islas, prueba evidente de que siempre y en todos los casos, y especialmente en aquel país, le conviene al Estado tener los servicios encomendados á personas facultativas adornadas de los suficientes conocimientos para sacar buen partido de los recursos que ofrecen.

Son tantas las dificultades con que tropieza el constructor, que más que otro alguno reconoce la urgente necesidad de un exámen científico de las especies que le suministran materiales de primera importancia para las obras

que emprende. Los estudios hechos por el malogrado coronel de Ingenieros Sr. Valdés, de gloriosa memoria, acerca de las propiedades de algunas de las principales maderas del Archipiélago, son imperfectos en lo que á la parte botánica de determinacion de las especies se refiere, por no haberse dedicado á trabajos de esta especialidad. No obstante, dichos trabajos indican el camino que debe seguirse y prueban el vacío que en esta materia halló aquel

entendido militar.

El sistema que podemos llamar de planes provisionales de aprovechamiento, el cual, segun el nuevo Reglamento, debe sustituir al de licencias de cortas que hoy rige, exiel prévio conocimiento de la extension y existencias de los montes, sin el cual es ilusorio su planteamiento, por ser indispensable calcular la importancia de las cortas que en ellos se pueden ejecutar.

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La formacion de catálogos de los montes públicos en las distintas provincias es operacion preliminar necesaria á la redaccion de los planes, y para ella son, ante todo, indispensables las operaciones siguientes: reconocimiento de los montes, fijacion de su propiedad, estudio de las especies que los forman y su distribucion, cálculo de su extension y de sus existencias. El sistema anterior tenía, entre sus muchos inconvenientes, uno capital, el de poderse prescindir en él un tanto del conocimiento de los montes; pedia el particular las maderas que necesitaba, prévio exámen, por su parte, de la localidad donde sabía se hallaban, y el Estado se las concedia sin poder disponer de un funcionario que reconociera la localidad ó localidades,las licencias eran con frecuencia extensivas á

várias provincias del Archipiélago,--nada obligaba á los empleados del ramo á estudiar los montes en los montes mismos, y habida cuenta de las dificultades de las salidas, de la absoluta carencia de personal, de los grandes gastos que ocasionaban las excursiones, indemnizadas mezquina é insuficientemente, no es de extrañar que pasáran años sin que la Administracion forestal adelantára un paso en el conocimiento de la riqueza confiada á sus cuidados, lo cual era motivo de descrédito, suministrando con ello una arma de oposicion á los interesados en utilizar como bienes propios lo que era del dominio del Estado. Y esto solo hubiera quizás bastado para ahogar en sus primeros tiempos el naciente servicio del ramo si el Gobierno, atendiendo al fin á estas consideraciones, no hubiera dictado el Reglamento que asienta sobre la segura base del conocimiento de los bosques la Administracion forestal del Archipiélago.

He indicado ya los estudios fundamentales de los planes de aprovechamiento. Tienen éstos un doble carácter, puramente estadístico-forestal y botánico-forestal. El último, muy subordinado en la Península por el prévio conocimiento de las especies arbóreas que el Ingeniero posee desde los primeros años de su carrera, sobresale en Filipinas y adquiere un lugar preferente, pues el Ingeniero entra en aquellos bosques refiriendo trabajosamente á formas típicas que, si ha hecho un estudio especial de botánica, recuerda haber visto en las obras descriptivas de las floras asiáticas y oceánicas los individuos que gigantescos se levantan á su vista medio oculto el tronco bajo las lianas que lo abrazan adornándolo con sus vistosas flo

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res, las orchideas con las suyas de fantásticas formas brillantes colores, los helechos de caprichosamente recortadas frondas y envuelto su follaje entre las hojas de cien trepadoras, que confunden frecuentemente al observador llevándole á los más groseros errores en la observacion de la especie. Recuerdo aún conmovido la extraña impresion que por primera vez sentí al penetrar en una selva tropical. Acostumbrado á recorrer los montes de Europa siempre hallándome entre conocidos y antiguos conocidos, dejando el roble para encontrar el pino y el pino por la sombra del haya, me impuso un temor respetuoso la prodigiosa variedad de formas arbóreas que en su mayoría ni siquiera á tipos de familias sabía referir. Las Verbenáceas, humildes hierbas ó, á lo más, menguadas matas en Europa, aparecian ante mi vista con formas gigantes en árboles más corpulentos que el secular roble. Las Rubiáceas, cuyo tipo es en nuestro país tan pequeño, daban su contingente á aquel ejército de colosos, así como las Dipterocarpeas, las Gutíferas, las Artocarpeas y otras muchas familias de las cuales no tiene el Ingeniero más conocimiento que el que hayan podido darle algunos ejemplares de jardin ó estufa, que solo débil recuerdo son de las extrañas y exhuberantes plantas de los trópicos. El estudio fitográfico se presenta, pues, como una necesidad de primer órden al Ingeniero, y las dificultades que ofrece son no pocas, pero tiene forzosamente que hacerlo, cueste lo que cueste, si quiere aplicar el caudal de conocimientos que constituyen su carrera.

Yaciendo en tal oscuridad la flora forestal del Archipiélago, ¿qué mucho que se antan diversas las opiniones acer

ca de su riqueza leñosa entre la mayor parte de los que han descrito las islas, habiéndolas recorrido? Otros hay que han escrito bastante sobre ellas sin conocer más que los alrededores de Manila, y hablan siempre del inmenso, del inagotable tesoro de maderas preciosas que sus bosques encierran. Tales asertos pecan de notoria exageracion; el capital leñoso ni es inmenso ni, por desgracia, inagotable, y las maderas preciosas van siendo raras en muchas, en muchísimas localidades donde abundaban pocos años há, sin que se vea en ellas repoblado de la misma especie que las pueda sustituir. En la grandiosidad del mundo tropical va todo aprisa, y si la mano, muchas veces imprevisora, del hombre, guiada solo por un interes de momento, rompe la armonía de la naturaleza destruyendo sin crear, encuentra á la vuelta de algunos años baletes y otros árboles de rápido crecimiento y madera de escaso valor, donde cortó bétis, dungon y molaves que le dieran excelentes materiales para sus barcos y sus casas.

Con anterioridad al establecimiento de la Inspeccion, en 1862, se dictó ya una Real órden llamando la atencion del Gobernador superior civil acerca de la escasez de maderas en algunos puntos de Mindoro, de donde sacaba ántes la Marina las más estimadas para construccion naval, incitándole á tomar medidas enérgicas que impidieran la destruccion de aquellos montes. El mal habia llegado, en efecto, á su colmo; en todas partes se entresacaban de los montes del Estado las especies que convenian á los especuladores, quienes considerándolas como propias, no pedian permiso para los aprovechamientos á las autoridades, resultando que éstas no tenian otro conoci

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